Capítulo 56: Dos caminos, una esperanza.
Meses después...
La lluvia empañó mi ventana en una noche pluviosa del mes de julio, estaba en mi alcoba estudiando francés mientras me preparaba para mi viaje a Francia, el sonido de los truenos apaciguaba las tormentas eléctricas de mi consciencia. Mi vida estaba cambiando con la rapidez de la luz, nunca creí que algún día estaría planeando mudarme a Europa, todo esto no hubiera sido posible sin el apoyo de mi abuela Irene, a pesar de que nuestros planes no se dieron de la manera que esperábamos con el viaje fallido a los Estados Unidos, todavía conservaba la misión de brindarme la libertad y la felicidad que nunca tuve. Con la ayuda de mi padrino Juan Carlos estaban buscando mi boleto de avión con destino a París, el lugar donde mis sueños se harían realidad, no podía esperar más para tener el boleto en mis manos. Sentí la felicidad más grande que nunca había experimentado en la vida, por primera vez no quería morir porque necesitaba vivir para contar mi historia, no solo conocería Francia sino también Turquía, dos países de ensueño en un mismo año. No podía creer que en menos de dos meses estaría en Estambul y posteriormente en París.
Sentía que estaba soñando y mi mayor miedo era despertar, cada noche me preguntaba sí me hallaba en una imaginación porque parecía que estuviera enloqueciendo. No se trataba de una fantasía sino de una brillante realidad. Observaba a mí alrededor con la confusión y la nostalgia de no entender lo que sucedía, pensaba en mi madre, mi hermana y mis mascotas, no sabía cuánto tiempo pasaría sin verlas, pero mi propósito consistía en ser la ayuda de ellas; yo sabía que tarde o temprano sacaría a mi mamá y a Vivi de ese infierno, me construí la misión de llevármelas conmigo a Europa y darles la vida que nunca tuvieron.
Grandes editoriales me esperaban en París. Estaba sentía listo para conquistar Europa y triunfar como un escritor internacional.
Inesperadamente, recibí una llamada entrante de Nina, cogí mi móvil y le conteste rápido.
- ¡Buenas noches, Michael! –Saludó cariñosamente–. ¿Cómo estás?
Tuve un presentimiento cuando escuché la voz emocionada de Nina.
- Buenas noches, Nina –le respondí–. Me encuentro muy bien, gracias. Me sorprende que me hayas llamado, es una grata sorpresa.
- ¡Me alegra que estés bien! –Exclamó, su voz sonaba alegre–. Querido, Michael, ¿Estás listo para recibir una gran noticia? Wow... No sé cómo empezar, estoy muy feliz por ti porque tu futuro me pidió que me comunicara contigo.
- ¡Oh, Dios mío, Nina! –Titubeé–. Cuéntame, tengo mucha intriga y me estoy poniendo nervioso.
- Primeramente quiero felicitarte –dijo, hablando con afecto y empatía–, la Universidad de los Andes te ha seleccionado para ingresar a la carrera de medicina. Bienvenido a tu nuevo hogar. Además, podrás estudiar en Mérida y tendrás que mudarte de ciudad para que culmines tu carrera de médico. La otra vez me dijiste que tienes a tu mejor amigo en Mérida, habla con él para ver sí puede darte alojamiento.
- No puede ser –susurré, sintiendo un escalofrío por todo mi cuerpo–. Espera, ¿En verdad me aprobaron el traslado? No puedo creerlo, no puedo creerlo...
Tenía un hormigueo en el estómago, me puse tan nervioso que mi cara se empalideció por completo.
- Sí –afirmó–, fuiste el único del Estado en aprobar las equivalencias de manera correcta. Muchos estudiantes de la universidad en la que estabas solicitaron el cambio de facultad y desafortunadamente fueron rechazados.
- ¡No puede ser! –Repetí, alzando la voz. Quería llorar y reírme al mismo tiempo, estaba estremecido–. ¿Puedes revisar sí encuentras a dos de mis amigas en la lista? Mónica y Nairobis, ellas no pueden ser rechazadas.
- Michael –pronunció apaciblemente–, te dije que eres el único estudiante que aprobó el cambio. No encuentro a ninguno de los nombres que mencionas en la lista.
- Wow –dije, poniéndome la mano en la frente–. Nina, muchísimas gracias por avisarme antes, sé que el listado será revelado para finales del 2023.
- De nada, cariño –expresó–, por favor no le digas a nadie de lo que te hablé. Solo hice la excepción contigo.
- Está bien –repuse–. ¿Ante cualquier circunstancia puedo ceder mi cupo a otra persona?
- No –negó inmediatamente–, esto no es un acto benefactor. Sí pierdes el cupo lo harás para siempre.
Me levanté y empecé a caminar en círculos.
- Nina –articulé pensativamente–, he estado planificando irme a Europa próximamente. Estoy en una encrucijada, no sé qué camino tomar, pero, en caso de que me vaya, quiero brindarle mí cupo a una persona que lo necesite. Tú más que nadie sabes lo mucho que estuve esperando por este momento, ahora que llegó no tengo idea de qué hacer. En especial, porque en esta precisa noche me están comprando el pasaje a París. Tengo dos amigas a las que me gustaría darle mi cupo, sus vidas dependen de esto.
- ¡Michael, qué linda y agradable noticia! –Profirió Nina, riendo de alegría–. Sé que te irá muy bien en cualquier camino que decidas tomar, pero... Los listados son oficiales y no hay nada ni nadie que pueda cambiarlo, yo no fui quien hizo la selección sino el decano de la facultad. Él te escogió a ti porque tienes un rendimiento académico muy alto, tus calificaciones son increíblemente buenas. Supe que hablaron muy bien de ti mientras realizaban el proceso de selección, ellos vieron algo en ti que no tenían los demás.
- Dios mío –mascullé–, Nina, no sé qué hacer... Siento que es el fin del mundo.
- ¿Para cuándo tendrás tu boleto? –Inquirió.
- Sí no hay más problemas será para mañana mismo –contesté–, intentaron comprármelo hace dos semanas, pero hubo un problema con el pago y el dinero regresó a la cuenta de nuevo.
- Hagamos algo –propuso Nina–, te daré tiempo para que lo pienses bien porque entiendo que la vida te está poniendo un nuevo desafío. No te presiones, solo sigue tu instinto y no te alteres. En verdad no me gustaría estar en tu posición, estás a punto de tomar la decisión más importante de tu vida. Piénsalo bien. Sí todo sale perfecto con tu boleto me llamas para notificar en la facultad que no aceptarás el cupo, yo siendo tú optaría el camino que te llevará a la Torre Eiffel. Solo espero que cualquier camino que tomes te lleve a la felicidad. Nadie dijo que sería fácil sacrificar un sueño para cumplir otro, este momento nunca lo olvidarás.
- Muchas gracias, Nina –le agradecí con los ojos llorosos, mi voz se quebró–. Yo solo quería ser un gran doctor –sollocé, llorando con una sonrisa de nostalgia–, es lo único que quería. Gracias por darme tiempo, prometo que te daré una respuesta lo más pronto posible.
- Ay, mi amor, todo estará bien –agregó en forma de consuelo–. ¿Qué mejor hogar para un escritor que Francia? ¡Europa es la tierra del arte! –Exclamó con ánimos–. Creo que no hay nada mejor en el mundo que empezar de nuevo, eres muy joven y te vas a un lugar donde hay oportunidades inimaginables. En París podrás estudiar, trabajar y cumplir todos tus sueños. Es un mundo que todavía no conoces, ahora mismo estás encerrado en una jaula porque eres un fénix en cautiverio, pero cuando aterrices en Francia y veas las luces de la ciudad volverás a nacer. No tengas miedo, solo vive el momento y algún día escribirás sobre ello.
- Nina –dije contundentemente, dejé de llorar y respiré hondo con los ojos cerrados–, he decidido irme a París. Este es el tipo de oportunidades que solo se presentan una vez en la vida y no puedo dejarla pasar... ¡Me voy a Francia! –Regocijé.
- Felicidades, tesoro –celebró Nina, ovacionando su alegría–. Eso es lo que quería que me dijeras, aunque naciste en Venezuela no es tu hábitat. En Europa te espera una vida muy interesante, feliz y próspera.
- Muchísimas gracias, Nina –repliqué, limpiándome las lágrimas con una sonrisa–. Oye, solo me gustaría pedirte algo antes de irme...
- ¡Dime! –Se dispuso.
- Quiero que mis amigas tengan la oportunidad de entrar a la Universidad de los Andes –respondí piadosamente–, sus vidas dependen de esta carrera.
- Es imposible asegurarte algo que se me escapa de las manos –se sinceró–, lo único que sí pueden hacer es esperar a que se anuncien los resultados en la fecha indicada, luego podrán solicitar una reválida de sus equivalencias para que sean tomadas en cuenta en el próximo año. Todo es impreciso, podría demorarse hasta para el 2025.
- Wow –me asombré–, de acuerdo. Lo platicaré con ellas después. Ten una linda noche, estoy eternamente agradecido.
- Descansa, Michael, seguimos en contacto –se despidió–, feliz noche.
- Igual tú –concluí, colgando la llamada.
Me senté en la cama y observé los libros de medicina que solía leer todos los días, agaché la cara nostálgicamente y me quedé viendo el brazalete que Mónica me obsequió en año nuevo, aun lo conservaba en mi piel. Pensé en Nairobis y recordé la vez en la que hicimos el ridículo en una presentación. Quería retroceder el tiempo y volver a estar con ellas mientras reíamos sin sentido, lo único que pude conservar fueron nuestras fotografías, esas que siempre guardaré para la memoria del ayer.
No podía parar de pensar en mis gatos y en mi perrita, me dolía imaginar el momento en que me tocara despedirme de ellos para siempre. No mentiré sobre el miedo y los nervios que tenía al pensar en lo que debía enfrentar, pero lo que más me afectaba era separarme de mi madre y mi hermana, sabía que quedarían en peligro en las garras del monstruo. En ese instante le escribí un mensaje a mi padrino Juan Carlos, hablándole sobre aquello que me desmoronaba en recuerdos. Afortunadamente, él siempre estaba para mí como el padre que siempre quise tener, cuando acudía a sus brazos me hacía sentir protegido al igual que un niño pequeño con su papá.
Apagué la luz y me acomodé en mi cama cuando repentinamente me llamaron por vía WhatsApp, era Irene y mi padrino Juan Carlos en una videollamada grupal. Jamás olvidaré la emoción y los nervios que sentí cuando me uní a la llamada, sabía que tenían noticias sobre mi viaje a Paris.
- Hola, hijo –saludó mi padrino Juan Carlos–. Te daremos una noticia que te mandará al insomnio de tus 22 noches jajajaja.
- ¿Estás listo, mijo? –Preguntó Irene, tenía una voz preciosa y refinada–. Tenemos dos noticias para ti...
- Una buena y una mala –continuó mi padrino.
- ¿Cuál quieres escuchare primero? –Añadió Irene con suspenso.
- La mala –tartamudeé nerviosamente–. ¿Qué tan mala es?
- ¿Seguro? –Replicó Irene.
- ¡Sí! –Respondí emocionado e intrigado–. Ya quiero saber de qué se trata.
Comencé a reírme nerviosamente.
- La mala es que dejarás Venezuela –informó mi padrino, hizo una pausa y sonrió junto a Irene–. ¡Porque la buena es que te vas a París!
Abrí la boca y me cubrí el rostro mientras reía con asombro. Me paralicé por completo, estaba en shock.
- ¡Yeaaaaaaaaahhhhhhh! –Gritó Irene alegremente–. ¡FELICIDADES, MICHAEL!
- ¡NO PUEDO CREERLO! –Vociferé entusiasmado, empecé a llorar–. ¡AAAAAAHHH! ¡Esto es un sueño! Díganme que no es uno de los sueños que tuve en mis 22 noches jajajajajajaja. ¡DIOS MÍO!
- ¡Está ocurriendo, hijo! –Exclamó mi padrino, aplaudiendo frenéticamente–. Prepárate, porque muy pronto París te va a conocer a ti.
El color se desvaneció de mi rostro y La felicidad se apoderó de mis expresiones, comencé a llorar con una risa de alegría. El rubor tiñó mis mejillas.
- ¡Dios te bendiga, mijo! –Bendijo Irene, apoyando las manos en su pecho–. Me siento demasiado feliz por ti, estoy muy emocionada y contenta de ver lo que está por llegar en tu vida.
- ¡Wow! –Exclamé, quedándome sin palabras–. Antes que nada, quiero agradecerles a los dos por todo el apoyo que me han dado. Estoy listo para enfrentar lo que está por llegar, soy fuerte y sé que nada será fácil, pero daré lo mejor de mí para estar en donde quiero estar y no tengo miedo, ¡No tengo miedo! –Repetí en voz alta.
- ¡Por eso te adoramos! –Profirió mi padrino, llorando de la emoción–. Aunque no fui el que te procreó te reconozco como un hijo, sí nunca tuviste un padre que te amara y te valorara, ya lo tienes. Te amo demasiado.
- ¡Yo también te amo, mijo! –Concordó Irene, riendo entre lágrimas–. Eres mi bello nieto y jamás me cansaré de decirlo, estoy orgullosa de ti.
- Nunca pensé que la vida volvería a darme una abuela y un padre –suspiré sonriente–, sé que en unos años será yo quien compre sus boletos para que me visiten en París. No sé cómo podré agradecerles lo que han hecho por mí, escribiría un millón de libros para así expresar mi amor y mi agradecimiento hacia ustedes. ¡Los amo muchísimo!
- Nos basta con verte feliz y cumpliendo tus sueños para que compenses nuestro apoyo y amor hacia ti –estableció mi padrino.
- Nuestra misión es protegerte y asegurarnos de que seas feliz mientras respires –aseveró Irene–, morirás en Venezuela y renacerás en Francia.
- Con la ayuda de tu psicóloga serás la mejor versión de ti –agregó mi padrino–, Norka continuará dándote la ayuda profesional que necesitas. Tuviste una vida de maltratos y violencia que generó una disociación de tu realidad, sufriste mucho y es tiempo de que seas libre para que sanes.
- ¡Los amo, muchísimas gracias! –Expresé con regocijo, mis lágrimas luchaban por salir y mis pestañas revoloteaban–. Esto es algo que solo ocurre en las películas, ¿Cómo es que ahora soy el protagonista?
- Siempre lo has sido –reconsideró Irene– y muy pronto estarás leyendo tus libros desde la Torre Eiffel.
- Así será –repuse–, bueno... Creo que ya debo irme, le daré la noticia a mi madre y a mi hermana. Esta noche no dormiré de la felicidad. ¡Esto es irreal!
- De acuerdo –convino mi padrino con alegría–, será una gran sorpresa para ellas. Tengan una linda noche.
Mi padrino e Irene regocijaban de la emoción.
- Feliz noche –se despidió Irene con una enorme sonrisa–, Dios los bendiga. Seguiremos en contacto.
- Amén –le respondí con los ojos nublados de lágrimas y una sonrisa resplandeciente–, hasta mañana.
- Bendiciones –ultimó mi padrino.
Al terminar la llamada le escribí un mensaje a mi psicóloga para darle la noticia, Norka se emocionó mucho y reaccionó de una forma bella. Salí de mi habitación y me encontré con Vivi.
- Vivi –titubeé emocionadamente–, adivina...
Mi hermana se impacientó, conocía muy bien mi lenguaje corporal.
- ¿Qué pasó? –Preguntó, sonriendo con intriga.
- Me voy a París –respondí mansamente.
Vivi se quedó muda y boquiabierta por varios segundos, las lágrimas salían de sus ojos con lentitud.
- ¡MICHAEEEEL! –Gritó ruidosamente, saltando de un lado a otro–. ¿Ya tienes el boleto para Francia? ¡NO PUEDO CREERLO!
- ¡Sí! –Reafirmé, dándole un caluroso abrazo. Tenía muchos sentimientos encontrados–. El próximo 19 de septiembre dejaré Venezuela.
Vivi continuó riendo y llorando en mi hombro, no quería soltarme.
- Estoy muy orgullosa de ti –dijo–, solo quiero verte feliz en una vida que merezcas.
- Gracias, Vivi –murmuré–, te prometo que en cuanto pueda te sacaré de aquí. Tú y mi mamá se irán conmigo, me encargaré de hacer lo posible para que nunca les falte nada.
Repentinamente, llegó mi mamá.
- ¿Qué pasó? –Preguntó en voz baja.
- Mamá –le hablé, soltando a Vivi de mis brazos–, ya tengo mi boleto para París.
Mi mamá se estremeció, tuvo la reacción más feliz y nostálgica que nunca había visto en mi vida.
- ¿De verdad? –Arrojó, sonriendo con los ojos aguados.
- Sí –asentí con la cabeza.
Mi mamá me abrazó fuertemente, nunca la vi tan feliz como en ese momento.
- Siempre supe que este momento llegaría –reveló, tomándome de las manos–, recuerdo que hace unos meses nos prometiste que este año sería el definitivo para irte... Y mira, ¡Lo lograste, Michael! Estoy muy orgullosa de ti, me da felicidad saber que tendrás la vida que yo no te pude dar, estoy honrada de haberte visto crecer desde que te tuve en mis brazos el día en que naciste. Triunfarás, hijo, llegarás tan lejos que no te lo vas a creer cuando mires atrás y recuerdes todo lo que viviste. Te amo mucho. ¡Felicidades!
Abracé a mi madre y le di un beso en la frente. Mi mamá estaba llorando de la felicidad.
- Gracias, mamá, prepárate porque pronto se irán a vivir conmigo en Francia –le dije, sonriendo con lágrimas.
- Aguataremos un poco más –añadió Vivi–, al menos ya tenemos la esperanza de que no estaremos aquí para siempre.
- Exactamente –corroboré–, por cierto, hace unos minutos me llamaron para decirme que fui seleccionado por la Universidad de los Andes. Fui el único que aprobó el traslado por equivalencias.
- ¡Wow! –Bramó mi madre, poniéndose roja–. Dos grandes noticias en una misma noche. El camino que hayas elegido me hará sentir muy feliz y orgullosa de ti. No te rindas, lo estás haciendo muy bien.
- Gracias, mamá –retribuí, dedicándole una sonrisa a ella y a mi hermana–. La cuenta regresiva empieza desde ahora, el 19 de septiembre será mi vuelo con destino a París y con escala en Turquía. La aerolínea Turkish incluye un tour por los sitios más turísticos de Estambul.
- ¡Qué emoción! –Exclamó Vivi–. Comenzaré a estudiar francés desde ya.
- Yo haré lo mismo –convino mi mamá, tenía una enorme sonrisa–. Hoy no podré dormir de la felicidad, soñaré con que estamos juntos en París.
- Así será –les aseguré–, espero que se cuiden mucho mientras que yo no esté... Necesito que lo hagan porque me las llevaré lejos de aquí.
- Estaremos bien –afirmó Vivi, hablando con inseguridad–, debes irte tranquilo porque te esperan grandes desafíos.
- Es cierto –concordó mi madre–, no te preocupes. Ahora lo que importa es que te vayas en paz.
Mi madre se limpió las lágrimas, dedicándonos una sonrisa consoladora.
- Las extrañaré muchísimo –titubeé, rompiendo el llanto–, siento tantas cosas que no sé cómo asimilarlas. Ahora que los días están contados tengo miedo de haber tomado la decisión incorrecta.
- Hiciste lo mejor que pudiste –aseveró mi madre, tomando mi mano piadosamente–, eso te permitirá crecer y ver el lado bonito de la vida. Podrás conocer la luz y la felicidad de ser libre. Quiero verte feliz, es lo único que le pido a mi santo Dios. Te espera lo mejor del mundo y estoy muy orgullosa de lo que alcanzaste.
Mi madre empezó a llorar desconsoladamente, la abracé y olí su cabello mientras lloraba con ella. Mi hermana estaba entre la tristeza y la alegría.
- Solo espero volver a verte –murmuró Vivi, lanzándose a mis brazos con lágrimas.
- Te prometo que así será –le aseguré, abrazándola clementemente–. No me imagino una vida sin ustedes dos, desde ahora seré consciente de que esto lo haré por sacarlas de esta pesadilla.
- Lo sé –concertó nuestra madre–, solo piensa en las bellezas de lugares que conocerás en Francia para luego llevarnos contigo a conocerlas.
- Debemos ir a la Torre Eiffel –añadió Vivi, secándose las lágrimas con alivio–. ¿O qué te parece si vamos a las catacumbas de París?
- Eso sería perfecto –arrojé con emoción–, por supuesto que sí. ¡Así será!
- Y debemos pasar una navidad en Estrasburgo –dijo mamá regocijo–, es la capital de la navidad y está ubicada en Francia.
- Esto me hace sentir muy feliz –agregué con un suspiro–, tengo más razones para irme que para quedarme. Esas razones son unas de las causas por las cuales debo irme para darles la vida que siempre han merecido.
- Todo a su tiempo –estableció Vivi–, lo importante es que primero comiences tú y luego veas qué tan accesible sea para ti.
- Nosotras esperaremos felizmente por ti –aclaró mi mamá–, no te presiones... Un paso a la vez. ¡Lo importante es que harás tus sueños realidad!
- Gracias a las dos por siempre ser la luz de mi vida –sonreí nostálgicamente–. Serán el lucero de mis noches más oscuras.
- Estaremos listos para enfrentar lo que sea –comunicó Vivi con firmeza–, pase lo que pase siempre estaremos juntos.
- Como siempre lo ha sido –ultimó mi mamá.
Sentí preocupación cuando la conversación terminó, me aterraba la idea de que les ocurriera algo mientras yo estuviera lejos. Minutos después, terminamos de hablar y salí de mi casa para visitar a Yoleida, la maravillosa persona que desde el principio me prestó los libros con los que estudiaba medicina, era la única vecina a la que adoraba con el alma. Al regresárselos experimenté un momento de tristeza y de sentimientos encontrados, tuve una recaída de nostalgia, pero me reconforté con aquel bello apoyo que Yoleida me daba. No era fácil despedirme de un sueño que anhelaba cumplir.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top