Capítulo 43: Una noche en Estocolmo.
Noche 22.
22:22 PM.
Comenzaba la vigésimo segunda noche y mis pensamientos entraban en acción para acelerar mi corazón, estaba tirado en mi cama con la luz apagada y un par de velas negras encendidas, perdiendo la razón miraba el reloj mientras los segundos transcurrían y mi alma se perdía, no comprendía el nivel del cansancio al cual me sometía.
Quería detener lo que sentía, no podía continuar viviendo en el trasnocho por el resto de mi vida. Empecé a estructurar silenciosamente un plan de vida en mi cabeza, consistía en separar lo malo de lo bueno y sacar provecho de lo que tanto me destruía, utilizando los recursos de mi creatividad para convertir mi sufrimiento en arte.
Recapitulé paulatinamente los momentos en los que yo mismo me salvé la vida y me fortalecí, recordé lo que había ocurrido desde la primera noche hasta la vigésimo segunda y cerré los ojos; inesperadamente, llovieron ideas hasta que mi silencio se inundó en alegrías. «22 Noches» pensé. Me levanté rápidamente de la cama y tomé el bolígrafo de la mesa, escribí mi pensamiento en la pared y luego en un papel, sentí que había descubierto un tesoro muy valioso cuando supe que ese sería el título de mi próximo libro.
Empecé a calcular psicóticamente todo lo que pensaba mientras lo escribía. Recordando los sueños de las noches anteriores, razoné y analicé el prodigioso significado del número 22 y lo personalicé a mi favor. Era una casualidad inigualablemente perfecta, tenía 22 años y fueron 22 noches en las que me sentí dentro de una catástrofe emocional. Sumando los dígitos de la cifra del 22, obtuve el número 4 como resultado, siendo "22 Noches" mi libro número 4. Su estreno sería en 2024 y separando las cantidades de dicho año, tendría que: 20+24 sería igual a 44, entonces, dividiendo el número 44 entre 2, obtendría nuevamente el número 22, la edad inicial a la que empezaría a escribirlo.
Escudriñé mi viejo cuaderno de sueños perdidos y comencé a leer lo que había escrito en las noches anteriores. Impactado, deslumbrado y conmovido, encendí mi computador con la mirada fija en mis escritos y comencé a transcribir aquello que estaba en el cuaderno, era la primera vez en mucho tiempo que sonreía, sintiéndome feliz y entusiasmado. Ya no había ninguna razón para mentirme porque sabía lo que había descubierto en mí mismo; no era para sorprenderme, sí salvé mi vida a los 15 años cuando escribí "Un Viaje Sin Retorno", podía salvarla nuevamente con "22 Noches". Especialmente, porque tenía dos años sin escribir, había estado en un bloqueo de autor bastante largo.
Entré a Spotify y reproduje "22" de Taylor Swift, era el momento perfecto para perfeccionar mi inspiración con la artista que alimentaba mi arte con el suyo. Escribir era la evidencia de que yo era mi único súper héroe, parecía imposible creer lo mucho que cambiaría mi vida a partir de éste libro. Estaba animado de vivir la experiencia de escribirlo y contar mi historia resumida en 22 noches. Sabía que debía cambiarle el nombre a algunas personas sí tenía planeado escribir sobre ellas, específicamente, sobre lo que me hicieron.
Comencé escribiendo mi historia con Antonio para entender lo que sentía por él. Escribir la primera hoja fue catalizador e innovador, a través de esa catarsis me di la libertad de tomar la decisión de generar un impacto positivo en mi vida. Mis manos hacían su trabajo por sí solas, mi mente fluía y con perfección escribía.
Había diferentes tipos de sentimientos encontrados, la noctívaga inspiración evocaba la melancolía y el romanticismo de mi falsa realidad, los recuerdos llegaban y mi respiración se agitaba. No podía esperar más para hablarles a mis lectores acerca de mi nuevo libro, quería darles esa sorpresa después porque apenas estaban esperando el lanzamiento de mi audiolibro. De inesperado, se me ocurrió una gran idea para dejarles mensajes ocultos a mis lectores sobre "22 Noches", inmediatamente, lo anoté para no olvidarlo. Era la fecha oficial del lanzamiento de mi audiolibro, estaba súper feliz de que finalmente lo revelaría, después de meses de esfuerzo lo estrenaría el 22 de diciembre del 2022, quería verlo en todas las plataformas digitales.
Dicho y hecho, encendí mi teléfono e hice el gran anuncio en mis redes sociales, todos se impresionaron y enloquecieron cuando vieron que lanzaría mi primer audiolibro. Ya estaba terminado y destinado a publicarse en Spotify, Itunes y Youtube. Mis lectores comenzaron a enviarme mensajes y comentarios de apoyo. Me sentí feliz al ver que ellos estaban tan emocionados como yo, ya me imaginaba sus reacciones para cuando les hablara sobre mi cuarto libro.
Estuve escribiendo hasta las 3 de la mañana, me sentía vivo con lo que más me hacía sentir orgulloso, era divertido e interesante relacionar la medicina con la literatura, nunca antes lo había hecho hasta ahora. Me quité las gafas y las situé sobre la mesa, apagué mi computador y me fui a la cama para dormir, necesitaba poner de mi parte para salir del vacío en el que había caído. En un cerrar de ojos, mi cuerpo se durmió y mi mente se activó recíprocamente, mi transición comenzó y pernocté una noche más en el mundo de los sueños.
Inauditamente, empecé a caer dentro de un inmenso agujero negro que tenía las galaxias y las estrellas más brillantes del universo, los planetas y los demás cuerpos celestes viajaban conmigo a la velocidad de la luz, no comprendía lo que sucedía, pero me suponía que el viaje sin retorno había comenzado. La gravedad del monstruoso agujero me succionaba a lo más profundo y oscuro del cosmos, sentía que mi cuerpo se alargaba como un espagueti. La luz estaba deformándose a medida que caía sideralmente, parecía que todos los objetos que me rodeaban eran extremadamente gigantes, incluso mis manos y mis pies lo eran, la fuerza del agujero negro me estaba deformando con la radiación de Hawking, esto gracias a la difusión de partículas subatómica y sus efectos cuánticos en el horizonte de sucesos. Era interesante la manera en la que cambiaba mi concepto del tiempo cuando me adentraba al agujero negro, cualquier dirección a la que me aproximaba me conducía al futuro, el pasado no existía porque ya no podía salir de ahí para volver. El agujero se iluminó brillosamente con una luz óptica de alta luminosidad hasta que todo quedó oscuro, no sé en qué momento cerré los ojos, pero cuando los abrí vi que ya no estaba en el agujero negro sino en una pintoresca ciudad medieval, mi cuerpo volvió a la normalidad y todavía tenía puesta mi ropa de dormir.
Estaba impresionado con la belleza de esa ciudad, apenas anochecía y las luces encendidas le concedían un fabuloso toque de color. Había impresionantes palacios históricos, también catedrales de arquitectura gótica bastantes altas, los edificios tenían una peculiaridad muy llamativa al parecer castillos del medioevo. Me encantaban los trenes de la ciudad, se observaban desarrollados a nivel tecnológico. En esta ciudad reinaba el arte, la cultura y la moda. Había un hermoso puente construido sobre el lago de la ciudad, interconectaba ambos extremos con una infraestructura inigualable. Las calles adornadas y alumbradas eran de ensueño.
- ¡Michael! –Profirió una voz femenina detrás de mí–. ¿Dónde estabas?
Me volteé rápidamente y vi a una mujer de cabello blanco, estatura media y complexión robusta. Tenía una chaqueta roja y una bellísima bufanda negra alrededor de su cuello. Sus ojos café mostraban la pureza de su alma.
- ¿Irene? –Arrojé interrogativamente, al sonreír los hoyuelos de mi rostro se marcaron–. ¿Qué estás haciendo aquí?
Irene era una de mis más grandes lectoras, no solo teníamos una conexión a través de mis libros sino algo más familiar. La veía como a una abuela, en diferentes ocasiones también me dijo que me sentía como un nieto.
- Te estuve buscando por todo Estocolmo –respondió Irene, tomándome del brazo–, ya la ceremonia está por comenzar. ¿O ya olvidaste la razón por la que vinimos a Suecia? ¡Es el día, hijo, tu triunfo ha llegado!
- ¿Y por qué estamos en Suecia? –Pregunté, confundido. Irene me llevó hacia una lujosa camioneta negra.
Irene abrió la puerta de atrás y entré rápidamente, ella cerró la puerta de golpe y se dirigió al asiento delantero para sentarse al lado del chofer.
- Todos están esperando por ti –comentó Irene, se escuchaba muy contenta y orgullosa–. Tu madre ya se encuentra con Vivi en el aeropuerto, en unos minutos llegarán a la Sala de Conciertos de Estocolmo.
Seguía sin entender por qué estaba en Suecia y no tenía idea de a dónde íbamos. De pronto, alguien abrió la puerta del chofer y entró a la camioneta. Era un caballero de tez blanca y contextura corpulenta, tenía un vestimenta sencilla, pero elegante, había algo en él que le daba una característica única, su barba y la moderada calvicie. Me gustaba la personalidad de ese señor, verdaderamente muy culto y profesional, por lo visto se llevaba muy bien con Irene. Su voz de locutor me recordaba a alguien muy familiar, lo miré a través del espejo e instantáneamente lo reconocí. Era mi padrino Juan Carlos, la figura paterna que nunca tuve.
- ¡Padrino! –Exclamé, sonriente–. Me da mucho gusto verte, estar contigo y con Irene es lo que menos esperaba y lo que más necesitaba.
- ¡Te amamos, ahijado! –Respondió él mientras encendía la camioneta para acelerar–. Te dije muchas veces que lo lograrías y ya llegó ese día.
Irene me proyectó una sonrisa desde el espejo, ladeó la cabeza hacia mi padrino y chocaron sus puños.
- Lo sé, padrino, siempre tuviste razón –repuse con emoción, sonriendo ampliamente–. Pero, estoy confundido... ¿A dónde vamos?
- A la ceremonia de los Premios Nobel en los que estás nominado –contestó Irene, feliz–, sea cual sea el resultado quiero que sepas que ya eres un ganador. Eres el escritor más joven de todos los nominados, incluyendo todas las categorías.
Me sorprendí al escuchar esa respuesta, no podía creerlo hasta que llegamos a la Sala de Conciertos de Estocolmo.
- Esperen... ¿Estoy nominado al Premio Nobel de la Literatura? –Repliqué.
- ¡Sí! –Confirmó mi padrino–. Tu novela autobiográfica "2000", desencadenó un impacto notable en la literatura moderna, tu libro se convirtió en unas de las obras literarias más importantes de la década...
Mi padrino situó la camioneta en el estacionamiento del lugar donde sería la ceremonia. Había muchísima gente esperando afuera de la Sala de Conciertos, la mayor parte esperaba por mí. La multitud fotografiaba la camioneta mientras el flash nos encandilaba.
- Ha sido considerado el libro más influyente en la salud mental –agregó Irene, dando un aplauso de regocijo–, tu libro inspiró a millones de personas e influyó en los jóvenes de tu generación.
- ¿No vas a decir nada? –Preguntó mi padrino Juan Carlos, dirigiéndose a mí.
Los miré a ambos con los ojos húmedos, la felicidad repletó mis facciones. No sabía cómo reaccionar. Sentía muchos nervios, miedo y emoción.
- Sí llegas a ganar el Premio Nobel, las probabilidades de que tu historia sea llevada a los cines son inmensas –manifestó Irene, tartamudeando de la alegría–. Tus libros serían adaptados en series y películas.
- ¡"PLÉYADES" llegaría a Netflix! –Vociferó mi padrino con júbilo–. A Prime Video, HBO, Warner Bros y otras más.
- Prepárate, Michael –dijo Irene–, ya te veré en Hollywood actuando para los personajes de las adaptaciones de tus libros.
- ¡Eso sería épico! –Regocijé–. Estoy totalmente listo.
- ¿Ya están listos para salir de la camioneta? –Inquirió mi padrino–. Debemos atravesar la aglomeración y dirigirnos al camerino lo más rápido posible.
Irene y yo asentimos con la cabeza, afuera del recinto había una gigantesca multitud que rugía. Cientos de reporteros me esperaban para entrevistarme y fotografiarme. La Sala de Conciertos de Estocolmo era un grandioso edificio lleno de historia, su diseño clásico y su color azul lo convertían en unos de los mejores ejemplos arquitectónicos de Europa.
- Michael, tu padrino y yo te tomaremos de cada mano para guiarte hasta el camerino, no te vayas a soltar de nosotros –explicó Irene precavidamente–. No te distraigas en los paparazis hasta que estés en la alfombra roja.
- De acuerdo –afirmé, la multitud rodeaba nuestro auto
Irene y mi padrino salieron de la camioneta velozmente, abrieron la puerta de atrás y ambos me cubrieron mientras me tomaban de cada mano. Caminar en medio de la muchedumbre fue abrumador, la gente gritaba y no se les podía escuchar lo que decían, agaché la cara para no encandilarme y me tropecé con algunos reporteros.
- ¡Michaeeeeeeel, Michaeeeel! –Insistía a gritos uno de los reporteros–. ¿Qué tienes que decirle al chico que te inspiró a escribir "22 Noches"? ¿Tuvieron algo?
Mi padrino lo empujó para que no se me acercara con su micrófono, fue embarazoso.
- No los escuches –indicó mi padrino–, no estás obligando en responder preguntas idiotas a gente estúpida.
Irene me apretó la mano con fuerzas y caminó más rápido.
- ¡Di qué lo fue pasó entre tú y Antonio! –Vociferó una mujer de la nada–. ¿O también te inventaste todo para hacerlo quedar mal?
- ¡Eres un mentiroso, hijo de perra! –Continuaban gritando.
La gente se enloqueció, estaban empujándonos.
- ¡Jódete, maldito mendaz!
- ¡Antonio nunca estuvo enamorado de ti! –Exclamaban con tirria.
- ¡Le debes el éxito a él!
Finalmente, salimos de la multitud y nos dirigimos a los camerinos, todavía tenía las voces gritando en mi cabeza y me sentía aturdido. Inmediatamente, me puse un elegante smoking negro que me hacía lucir irreconocible. Irene comenzó a peinarme, mi padrino me maquilló ligeramente haciendo que mi autoestima se elevara por las nubes, sin embargo, la tensión que había me tenía los nervios de punta. Estaba desfilando por todo el camerino con los zapatos de mi atuendo, debía practicar para cuando estuviera en la alfombra roja. Eran cómodos y me sentía más alto con ellos.
- ¿Ya estás listo para salir? –Preguntó Irene, arreglándose el cabello.
- Sí –afirmé con tensión.
- Tú te sentarás en la primera fila con los demás nominados –dijo mi padrino–¸ nosotros estaremos con tu mamá y tu hermana en el público apoyándote.
- Al salir te indicaremos tu asiento –añadió Irene, terminando de arreglar su cabello–. Es tu noche, lúcete y brilla con tu luz propia.
Irene se dirigió a su cartera y sacó su teléfono para tomarse una selfie.
- Muchos de tus lectores vinieron a la ceremonia –notificó mi padrino Juan Carlos con su emotiva sonrisa–, la mayoría de las personas que vinieron a verte son de Latinoamérica.
- Dos de tus lectoras me pidieron que te mandara saludos –informó Irene–¸casi lo olvido. Las conocí en una librería cerca del aeropuerto, si no recuerdo mal, sus nombres eran María Pérez de Venezuela y Areli Medina de México. Dicen que te aman y que siempre te apoyarán.
- ¡Oh, qué lindas! –Exclamé llenó de alegría–. Me encanta saber que vinieron a verme, las conozco desde hace tiempo cuando apenas lanzaba mi primer libro. Las amo mucho.
Mi padrino Juan Carlo pareció acordarse de algo, caminó hacia su bolso y lo abrió, sacando mis libros junto a un bolígrafo.
- Hijo, por cierto, una chica llamada Valeria Reza me pidió que por favor le autografiaras sus ejemplares de "PLÉYADES". Vino de México solo para verte.
Recibí los libros con entusiasmo y los autografié rápidamente, se lo regresé y él lo guardó en su bolso.
- ¡Valeria es un amor! –Bramó Irene–. La conocí hace un par de horas y se veía muy feliz de estar aquí. Me encanta el apoyo que recibes por parte de personas maravillosas, te lo mereces.
- Tus lectores son increíbles. ¿Lo sabías? –Elogió mi padrino.
- Ellos son mi vida –expresé, haciendo un gesto de amor–, son mi todo. Daría todo para ir a conocerlos en sus países, antes de dormir siempre pienso en ellos.
- Muy pronto lo lograrás –aseguró Irene, inclinando la cabeza con una sonrisa–. Desde hoy puedes tener la certeza de que alcanzarás todo lo que te propongas.
- Sigue luchando, soñando e inspirando las personas que te apoyan –instigó mi padrino, dedicándome una entrañable mirada.
- ¿Ya están listos? –Arrojó Irene, mirando el reloj–. Es hora de salir.
Mi padrino también verificó la hora en su reloj.
- ¡Vamos ya! –Prorrumpí con festejo–. Será la mejor noche de mi vida, estoy más que listo.
Irene me dio un caluroso abrazo, luego se acercó mi padrino y nos abrazó a los dos.
- Estamos muy orgullosos de ti –dijo mi padrino, hablando por los dos–, pase lo que pase, estaremos ahí para apoyarte.
- Nada de esto hubiera sido igual sí ustedes no estuvieran conmigo en este momento –ultimé, apartándome para salir–. ¡Los amo, muchas gracias por estar aquí!
Salimos de los camerinos y nos dirigimos a la ceremonia, la multitud rugía y las luces del auditorio eran todo un espectáculo, los nominados y los invitados estaban vestidos de gala. Las mujeres parecían reinas y princesas, peinados altos y vestidos lujosos. Mi padrino e Irene fueron a sus asientos en la fila de atrás mientras que yo me quedé en la primera, mi puesto se encontraba cerca del escenario y estaba acompañado de otros nominados, la mayoría me doblaban y me triplicaban la edad, me sentía intimidado y amilanado porque yo era el único chico de 22 años en la premiación. Los demás nominados eran ganadores de Globos de Oro, Grammys y Oscars, tenían una carrera artística con una fama internacional que levantaron por décadas.
Ya se acercaba el momento de entregar el Premio Nobel de la Literatura, era el último galardón de la noche y todos esperaban ansiosamente para saber quién se lo llevaría a casa. Rodeado de tantas celebridades importantes supe que ellos tenían más probabilidades que yo, me sentía muy satisfecho de estar en Suecia compitiendo con genios y robles del mundo artístico, sabía que, había ganado desde el primer momento que aparecí en Estocolmo. Miré hacia atrás y vi que muchas personas habían hecho carteles con mi nombre, mis lectores no paraban de gritar y saltaban de la emoción cuando me veían a través de las grandes pantallas.
Las demás celebridades nominadas en mi categoría me miraban por debajo del hombro, no solo por ser mayores sino por ser mejores, me sentía tan inferior como cuando los populares de la secundaria me opacaban. De pronto, Carl Edward Sagan apareció en el escenario acompañado de una hermosísima mujer; él tenía un bonito traje azul para la ocasión, no podía creer que estaba viendo en carne propia a unas de las personalidades más importantes de la astronomía, lo admiraba muchísimo desde que tenía 15 años, me encantaban sus libros y sus aportes en la astrofísica y la cosmología. La mujer que lo acompañaba tenía puesto un hermoso vestido blanco que brillaba con sus joyas, su tez blanca y su cabello rubio la hacía verse al igual que una Barbie. Ella y Carl iban a anunciar al ganador del Premio Nobel de la Literatura, había muchísima tensión en el público, la ovación se apoderó de la Sala de Concierto por varios segundos.
Inesperadamente, ocurrió algo inesperado y sorpresivo, la mujer que estaba en el escenario con Carl Sagan era la mismísima Taylor Swift. « ¡Dios mío, no puedo creerlo!» pensé con los ojos desmesuradamente abiertos, quería salir corriendo para abrazarla y decirle cuanto la amaba, pero debía contenerme.
- Estoy listo para subir y reclamar mi premio –murmuró uno de los nominados, era un anciano arrogante de cabello blanco y con la piel muy arrugada. Sonaba a la defensiva–. He ganado tres premios Oscars, puedo ganar este.
- ¿Estás seguro? –Refunfuñó otros de los nominados, un sujeto más joven, pero todavía más arrogante. No quise mirarlos, solo escuchaba–. Cuando cumplí 45 años gané el Premio Miguel de Cervantes, soy más poderoso que Gabriel García Márquez.
- ¿Por qué pelean tanto? –Sonó la voz de una mujer detrás de mí, muy altiva y déspota. Con antipatía y descaro retaba a los demás nominados–. Según Forbes, soy la mujer más rica, influyente y codiciada de este siglo. Para nadie es un secreto que ganaré este premio, es pan comido. Lo sabrán cuando me vean recibiendo el premio.
- Ni en tus sueños, loca –contradijo uno de los nominados, tomando el argumento de la mujer para sepultarlo con su mayor engreimiento–. Yo escribí el guion para la película del Titanic, tengo más esperanzas que ustedes.
Yo no sabía dónde ocultar la cara, los nominados se quedaron mirándome burlonamente. Algunos con malicia y otros con soberbia. Por lo que se veía les molestaba mi silencio, pero no quería darles el gusto de humillarme. Querían intimidarme desde sus asientos y hacerme caer en sus juegos, estaban devorándome con los ojos y me analizaban de arriba abajo. Rehuí sus miradas y proyecté la mía en el escenario, Taylor Swift y Carl Sagan estaban en el micrófono a punto de decir algo.
- ¿Y tú todavía estás en la secundaria? –Me preguntó el arrogante anciano que estaba a mi lado, olía a cigarrillo y parecía que había estado tomando alcohol en la ceremonia–. De seguro cogiste con alguien para llegar aquí, niño bonito. De talento no tienes nada.
- Eso iba a decir –dijo atropelladamente otro de los nominados de la fila, un viejo calvo y soberbio con aires de tirano, mirarlo a los ojos fue aterrador–. He leído tus libros y pienso que son el aborto de la literatura.
Sostuve la mirada en el escenario mientras rogaba en silencio para que por fin anunciaran al ganador. Había mucho ruido y no sabía a quién prestarle atención.
- Al menos intenta llegar a la universidad, jovencito –susurró muy seriamente–. Apuesto un millón de dólares que todavía te mantienen.
- ¿Qué hace aquí? –Habló otra voz femenina a mis espaldas–. Que alguien le diga que se vaya a la escuela, a nadie le gusta los analfabetos.
- Good evening, ladies and gentlemen –saludó Carl desde el micrófono, los nominados se alertaron y dirigieron su atención al escenario.
Traducción: Buenas noches, damas y caballeros.
- First of all –agregó Taylor, luciendo radiante y alegre–. I admit that I am very nervous to reveal the winner of the night... I think we have all been waiting for this moment, we will meet the winner of the Nobel Prize for Literature!
Traducción: Antes que nada, debo admitir que estoy muy nerviosa de revelar al ganador de la noche... Pienso que, hemos estado esperando mucho por este momento. ¡Conoceremos al ganador del Premio Nobel de la Literatura!
- And the winner is... –Dijo Carl, sujetando el micrófono. Taylor abrió el sobre e hizo un lindo gesto con su cara.
Traducción: Y el ganador es...
Todos los nominados estaban por levantarse de sus asientos, me puse cómodo en el mío y crucé las piernas sabiendo que otro se llevaría el premio.
- ¡MICHAEL DANTÉS! –Anunció Taylor Swift con un fuerte grito de regocijo y festejo.
Mi mundo se detuvo por completo. Los otros nominados se voltearon a mirarme con la boca abierta, yo no sabía cómo reaccionar, estaba pálido y confundido. Todo el público se levantó de sus asientos y comenzó a aplaudir, la ovación de la multitud me hizo sentir por un momento lo que de verdad merecía, el respeto y el orgullo de muchos. Las luces del teatro se proyectaron en mí, de tal manera aparecí en las pantallas mientras me ponía de pie para subir al escenario. Taylor y Carl estaban observándome entre aplausos y risas de alegrías, el público gritaba, aplaudía y chiflaba con furia. Desde el escenario vi muchos rostros conocidos en la multitud, entre ellos, el de mi madre, mi hermana y el de algunos lectores, fue extraordinario.
Carl y Taylor se dirigieron a mí con el premio, sentí que iba a desmayarme cuando los vi de cerca. Carl me dio un apretón de mano y Taylor me entregó el premio mientras me daba un abrazo, era una medalla de oro de 18 quilates y un cheque de 10 millones de coronas suecas, equivalentes a casi un millón de euros. Taylor y Carl me acercaron al micrófono para que expresara mi felicidad ante el público, la multitud se sentó quedándose muda de la sorpresa, no podía creer lo que había logrado después de tantos años de esfuerzo. Siempre lo había soñado desde que comencé a escribir historias para mí.
- No puede ser –titubé con la voz entrecortada, aclaré mi garganta y cerré los ojos mientras la multitud se ponía nuevamente de pie. El público ovacionaba con gritos y aplausos. Por un minuto hice silencio con las lágrimas derramándose en mis mejillas, reía y sollozaba con alegría–. ¿En qué momento llegué aquí? –Risas de confusión y llanto, no sabía de qué forma reaccionar. El público volvió a sentarse para escucharme–. Cuando tenía 15 años no tenía nada más que un bolígrafo y un viejo cuaderno de la escuela, las noches eran frías y solas, pero... Solo hubo algo que pudo abrir mi mente para explorar lo desconocido a través de la imaginación, las Pléyades, mi constelación favorita, esa que me inspiró a escribir mis primeras obras literarias, desde entonces conocí mi refugio más seguro y hermético. Escribir no salvó mi vida una vez. La literatura salvó mi vida en más de diez ocasiones y continúa haciéndolo, así como puedo ser mi enemigo, puedo ser mi propio amigo cuando recuerdo que solo me tengo a mí mismo. A lo largo de mi vida intenté comprender el valor de mi existencia, nunca pensé que yo mismo podría ser mi propio villano al darle prioridad a mis miedos e inseguridades. A través de los años enfrenté mis temores y los convertí en letras que fueron leídas, desde la luz hasta la oscuridad, desde el éxito al fracaso y de la abundancia a la miseria. Batallar contra mi mente me llevó al desafío de caminar por la cuerda floja –hice una pausa y suspiré, mirando a mi alrededor. Taylor apoyó su mano sobre mi hombro con sutileza y cariño–, derramé ríos de sangre y me ahogué en ella creyendo que alguien me rescataría de lo más profundo, en la oscuridad aparecieron garras a las que me aferré sin saber que me llevarían al abismo y no a la superficie. Por más doloroso y decepcionante que fuera, me liberé de esas garras y salí a flote. Salí del río empapado con mi sangre y busqué una luz que no existía, lo único que conocía era la penumbra, renací en ella y me reconstruí en la oscuridad porque era lo único que tenía. ¡Resucité en la sangre de mis dolencias! –Gesticulé con una exclamación–. Desde entonces, mi cuerpo ha sido un museo de recuerdos perdidos en el tiempo y el espacio. Las cicatrices y el daño que quedó marcado en mi cuerpo, es el único arte que conservo para recrear mi destrucción en historias fantasmas. Comencé a escribir mi historia mientras la sangre se esparcía en las palabras que salían de mí como balas –sonreí con la frente en alto–, fue ahí cuando supe que lo que no te mata te hace más fuerte. La vida es un viaje sin retorno, siempre lo digo. ¡Quiero dedicar este premio a los pocos que creyeron en mí, ustedes saben quiénes son! –Vociferé, elevando la medalla con risas y lágrimas–. Especialmente a quienes luchan diariamente en batallas internas, a los que no tienen a nadie y se sienten perdidos en la vida... Ayer me encontraba escribiendo libros para llenar vacíos, me sentía fracasado e inútil, pero hoy estoy en Suecia siendo el primer venezolano en ganar el Premio Nobel de la Literatura. ¡Muchísimas gracias!
- ¡Ese es mi hermano! –Gritó Vivi desde el público, se subió en su asiento y aplaudió con alocados gritos de felicidad.
La multitud volvió a aplaudirme, la ovación y la ruidosa aclamación del público me hacía sentir victorioso. Los otros escritores que estaban desafiándome salieron rezongando de la Sala de Conciertos, no sabían qué hacer para expresar sus indignaciones. Carl se despidió respetuosamente y se marchó. Taylor bajó conmigo del escenario.
- Congratulations Michael –felicitó Taylor, hablando con emoción y festejo–. I am very proud of you. I love your books, especially "22 Nights". It is my favorite!
Traducción: Felicidades, Michael, estoy muy orgullosa de ti. Me encantan tus libros, en especial "22 Noches". ¡Es mi favorito!
- Wow, I'm impressed! Thank you very much Taylor. Thanks to your music I can be inspired, thanks for accompanying me in my worst moments with your art.
Traducción: ¡Wow estoy impresionado! Muchas gracias Taylor. Gracias a tu música puedo inspirarme, gracias por acompañarme en mis peores momentos con tu arte.
- It is a true honor for me –expresó Taylor tomando mi mano. A continuación, me dio un fuerte abrazo y dijo–: i am sure that you will go further. I know that very soon we will meet again, take care of yourself and never stop dreaming.
Traducción: Es un verdadero honor para mí, estoy segura de que llegarás más lejos. Sé que muy pronto nos volveremos a encontrar, cuídate mucho y nunca dejes de soñar.
- Thanks Taylor, I love you! See you soon.
Traducción: Gracias, Taylor. ¡Te amo! Hasta pronto.
- Bye bye! –Exclamó Taylor mientras se iba–. I love you too.
Traducción: ¡Adiós! También te amo.
Luego de que Taylor se fuera recordé que debía ir a la alfombra roja, estaba buscando a Irene y a mi padrino pero no los hallaba, la multitud salía del auditorio y no veía a ningún conocido. Me sentía entusiasmado con mí premio, la alfombra roja no era lo que más me importaba.
- ¡Hola, Michael! –Me saludó un elegante caballero de smoking negro, sabía que hablaba inglés por su forma de pronunciar el español. El señor era caucásico y tenía alrededor de sesenta años–. Es un placer conocerlo. Me presento, soy Reed Hastings –extendió la mano para saludarme, estiré la mía y le di un ligero apretón–, presidente y director ejecutivo de Netflix.
- ¡Hola, Sr. Hastings! –Exclamé, contento. Sentí nervios y emoción–. El placer es mío, significa mucho para mí conocer a alguien como usted.
- Muchas gracias, Sr. Michael. Quería acercarme a usted para hacerle una propuesta muy beneficiosa, probablemente soñaste mucho este momento... Quiero que trabajemos para proyectar tu saga "PLÉYADES" en las pantallas de Netflix, será una secuencia de películas extensas y fascinantes. Invertiré millones que se duplicarán en un mañana.
- ¡No puede ser! –Alcé la voz, me puse tan pálido como un cadáver. Estaba muy feliz–. Esto es un sueño hecho realidad. Por supuesto que me encantaría aceptar la propuesta, cuenta conmigo.
- También quiero llevar tu obra "22 Noches" a una serie de dos temporadas –continuó–, me gustaría añadir que tu libro "Un Viaje Sin Retorno" tiene el potencial para que sea transmitido en Disney, sería un documental de autoayuda donde tú seas el narrador. ¿Estás de acuerdo?
- ¡Sí! –Afirmé, asintiendo con la cabeza–. No podría pedir más.
- Perfecto, Michael –estiró su mano lentamente y me la dio como despedida–, es lo que quería dialogar contigo. Mi asistente Neftalí Vargas se pondrá en contacto contigo. No me decepciones, tienes el potencial para devorarte el mundo entero.
- No te defraudaré, lo prometo –le aseguré mientras todavía apretaba su mano–. Muchas gracias por esta oportunidad.
- ¡Gracias a ti! –Prorrumpió, soltando mi mano–. Cuídate.
Repentinamente, apareció un enorme portal dimensional en la pantalla del escenario, ya era tiempo de volver a casa. Observé la medalla y la guardé en mi bolsillo, rompí el cheque y subí las escaleras para dirigirme al portal, éste tenía una luz blanca, poderosa y cegadora que iluminaba todo el teatro. El portal giraba velozmente mientras cambiaba de diferentes colores, era un túnel perfecto y turbio que crecía cada vez que me acercaba, parecía un agujero negro con fuegos artificiales en su interior.
- ¡Espera, Michael! –Gritó alguien detrás de mí. Era una voz masculina.
Me di la vuelta y lo encaré misteriosamente. La voz que escuché era la de un chico de tez morena y cabello rizado, estaba acompañado de otras personas a las que ya había visto en alguna parte.
- ¿Quiénes son ustedes? –Arrojé interrogativamente, levanté la mano y me cubrí de la luz que se proyectaba en mi cara.
- Soy Rafael Montoya –dijo, acercándose a mí, proyectó una sonrisa muy emotiva–, soy uno de tus lectores. ¡Esto es irreal! –Graznó–. Te admiro mucho, yo te conocí por "Un Viaje Sin Retorno" y así te convertiste en una de mis inspiraciones más grandes. Tú y Lana del Rey son las personas que más me motivan a crecer como artista.
- ¡Qué lindo saberlo! –Prorrumpí, dándole un fuerte abrazo–. Eres maravilloso. Gracias por todo tu apoyo.
- ¡Yo también te admiro! –Exclamó una de las chicas que acompañaban a Rafael, tenía un look bastante genial, su cabello corto lucía fascinante. Llevaba una boina negra y sus gafas eran grandotas–. Me llamo Jennifer, mi libro favorito también es "Un Viaje Sin Retorno", admito que no he leído "PLÉYADES" porque soy muy cobarde –soltó una risa ruidosa. Su tono de voz era muy alegre– y no me gusta el terror. Siempre estaré apoyándote, te lo mereces. Con tu libro he superado mis problemas de autoestima.
No pude evitar abrazar a Jennifer. Mi sonrisa de felicidad era espléndida.
- ¡Digo lo mismo! –Concordó una chica del grupo. Era demasiado linda, tenía el cabello largo y castaño, su hermosa piel blanca brillaba como el mar. Parecía una doncella con su vestido blanco y su acento español–. Te conocí en 2018 cuando apenas lanzaba tus primeros escritos en Wattpad. Desde el momento en que te leí supe que te apoyaría por el resto de mi vida... ¡Oh, por cierto, me llamo Andrea!
Andrea tenía una personalidad compasiva y adorable, me encantaba su forma de ser. Le dio un toque a la pantalla de su celular y se hizo una selfie conmigo. Posteriormente, me abrazó y me dio un beso en la mejilla.
- ¡Yo amé "PLÉYADES"! –Añadió otra de las chicas, tenía una gabardina negra y zapatos altos. La tez morena y el cabello negro irradiaba su belleza latina. Era de baja estatura y su contextura maciza–. Soy Lucía. Cambiaste mi vida con tu divina creación literaria, nunca creí que me identificaría tanto con un personaje como lo hice con Jericco Goldstein. ¡Fueron muchas noches en las que soñé con este momento! ––Gritó mientras lloraba entre risas de emoción. Cuando vi sus lágrimas extendí mis brazos y la abracé con todas mis fuerzas. Ella continuó suspirando sentimentalmente–. Soñaba con poder abrazarte y decirte cuánto te adoro, siempre estaré apoyándote hasta el día de mi muerte. Michael, muchísimas gracias por lo que hiciste por nosotros, sí no hubiera leído tu saga no sé qué sería de mí ahora mismo.... Por favor, nunca dejes de escribir, ¡Jamás lo pienses! Tus libros son mi oxígeno y sin ellos estaría muerta.
- Te prometo que nunca dejaré de escribir –le juré mientras todavía la abrazaba–, es lo único que mantiene vivo. Ustedes son mi motivo para seguir adelante. ¡Estamos juntos en este viaje sin retorno!
Lucía me soltó lentamente y se limpió las lágrimas con la cara agachada.
- Oye, Michael –dijo un chico del grupo con la voz trémula. Lucía guapísimo, era muy blanco y su cabello liso le daba similitudes a las de un asiático. Tenía puesto un tabardo marinero–. Me llamo Javier y vengo de México, siempre he querido decirte lo mucho que me inspiras en mi música... ¿Sabes? ¡Me encanta leer tus libros antes de tocar el piano! –Exclamó, haciendo un ademan con las manos–. Estoy muy orgulloso de ti.
- Es un honor que me relaciones con tu música –expuse apaciblemente–, yo también me siento muy orgulloso de ti. Ser la inspiración de otro artista es impresionante.
Le di un abrazo a Javier y rápidamente apareció otra lectora. Era una chica bastante linda, tenía una preciosa cabellera roja que relucía con su aterciopelada piel blanca. Me encantaba su estrambótico vestido de plumas negras.
- ¡Michael! –Pronunció, caminando hacia mí para abrazarme. Su sonrisa expresaba todo lo que estaba bien–. ¿Me recuerdas? Soy Kathy, tu admiradora número 1, te he seguido desde tus primeros pasos y me siento orgullosa de verte triunfar. ¡Ya eres una leyenda!
- ¡Claro, te recuerdo perfectamente! –Reiteré, moviendo afirmativamente la cabeza–. Es como si estuviéramos en cuento de hadas, me siento feliz de estar aquí con ustedes. Los amo desde el primer momento que me leyeron –jacté, señalándolos con una sonrisa–¸ no sé qué haría sin el amor y el apoyo que recibo de cada uno. No tienen idea de lo que significan para mí, espero seguir teniéndolos conmigo por el resto de mi vida.
- ¿Por qué no te quedas con nosotros? –Intervino una de las chicas, tenía un maquillaje gótico fascinante, su tez clara y el cabello oscuro combinaba con el abrigo rojo que traía puesto–. Soy Sofía, alguien a quien has inspirado con tus libros. Nos encantaría tenerte en esta dimensión.
- Debo regresar antes de que esto se convierta en una pesadilla, lo presiento –vaticiné–¸ espero volver a verlos muy pronto. ¡Los amo!
- ¡Te visitaremos! –Gritaron simultáneamente. Sus voces se escuchaban entrecortadas y con interferencias.
Mis lectores se despidieron de mí, agitando las manos desde lejos, fue un momento muy sentimental para todos. Me di la vuelta y me dirigí al portal mientras escuchaba aplausos y gritos conmovedores.
- ¡Te amamos, Michael! –Vociferaban repetidamente al mismo tiempo.
- ¡Eres y serás siempre el eterno rey de "PLÉYADES"! –Decían ruidosamente.
La luz del portal comenzó a brillar resplandecientemente cuando fui acercándome, cerré los ojos y me adentré en su interior dando un largo salto, al entrar en el portal, éste se cerró y me deslicé en el mismo como si estuviera cayendo en un tobogán. Fue un largo viaje sin retorno por las dimensiones de mi imaginación, mientras caía a la máxima velocidad sentía que mi alma se desprendí lentamente de mi cuerpo, era una sensación rara que nunca en la vida había experimentado. Inesperadamente, di una impetuosa sacudida hasta que abrí los ojos y vi que ya había despertado. Me levanté rápidamente y me senté en el borde de la cama, analizando los recuerdos de un sueño que parecía haber ocurrido en la realidad. Estaba en medio de una transición entre la fantasía y el mundo real, estaba desconcertado. Metí la mano en mi bolsillo para buscar la medalla, creyendo inocentemente que todavía la conservaba, paro aún estaba somnoliento.
Inmediatamente, encendí mi computadora e ingresé a Word para escribir todo lo que había soñado, era mejor hacerlo digitalmente que en mi cuaderno de sueños perdidos. No demoré ni un minuto en encontrar los libros de Charles Bukowski, uno de mis escritores favoritos, necesitaba leer para inspirarme con mi nueva obra.
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