Capítulo 36: Noche 17.

22:17 PM.

Ya se estaba haciendo tarde y debía regresar a mi casa, el momento de hablar con Amanda llegó. Ella estaba sentada en el comedor de la cocina preparando la cena, la vi tranquila y supe que debía hacerlo, no quería hacerla sentir mal ni arruinarle su noche de cumpleaños, pero necesitaba hablarle porque quería que lo solucionáramos como los mejores amigos que éramos.

- Amanda –dije indulgentemente, acercándome a ella–, ¿Podemos hablar de algo?

Amanda me miró, confundida. Tenía interés en lo que quería hablarle.

- ¿De qué?

- No quiero que lo tomes a mal, solo tómalo como algo que tu mejor amigo te está diciendo porque necesita hacerlo.

- Pero, dígame, ¿Qué pasó?

Hice una pausa incómoda.

- Además de la razón por la cual no quiero quedarme esta noche, es el motivo del por qué me he sentido vulnerable todo el día. Amanda –suspiré, era muy difícil decirlo–, todo el día has actuado como sí te molestara mi presencia, es lo que veo y lo que siento... Todo lo que digo o lo que hago te molesta, esto se he hecho frustrante para mí porque mi intención aquí no es molestarte sino acompañarte.

Amanda se quedó callada por unos segundos y empezó a negar con la cabeza.

- No –respondió fríamente, entrando en cólera–, eso no, estás mintiendo. ¡Eso es una gran estupidez!

- No te lo dije para que te alteraras –añadí–, solo quería decírtelo porque se supone que eres mi mejor amiga.

- ¡No seas ridículo, Michael! –Refunfuñó, alzando la voz–. Es la idiotez más grande que me han dicho.

Todos en la casa escucharon los gritos de Amanda, Valentina fue la primera en acercarse.

- ¿Pasó algo? –Preguntó Valentina, preocupada.

Observé a Valentina con vergüenza, se supone que era algo entre Amanda y yo.

- ¡Sí, sí está pasando algo! –Gritó Amanda, señalándome coléricamente–. Él es quien está comportándose como un maldito ridículo, todo el día ha estado actuando tan patético que me molesta con tan solo mirarlo.

Escuchar a Amanda expresándose así sobre mí no solo en mi cara, sino delante de Valentina fue decepcionante. El impacto me arrebató las palabras.

- ¿Por qué levantas la voz? –Pregunté inalterablemente–. No entiendo por qué la necesidad de insultarme y gritarme como si yo fuera tu esclavo. Sólo te dije algo personalmente y no imaginé que harías todo este escándalo.

De pronto, alguien salió de unas de las habitaciones. Era Abigail, la prima de Amanda, tenía una contextura corpulenta, piel blanca y cabello negro.

- ¿Qué está pasando aquí? –Preguntó con vacilación–. ¿Por qué el escándalo?

Mis ojos brillaban de decepción, agaché la cara y apreté mis puños. Quería salir corriendo.

- ¡Él! –Amanda volvió a señalarme–. Es un maldito ridículo, ¿Cómo puede decirme que me molesta lo que él está haciendo o diciendo? ¡DIOS!

Amanda hablaba con una voz burlona mientras parpadeaba rápidamente.

- Ya, chicos, cálmense –decía Valentina, intentando calmar a Amanda, yo me mantenía apacible e indiferente mientras me moría por dentro–. Ya paren de pelear, estamos aquí para pasarla bien.

- Valentina, ¿Tú me ves alterado? –Le pregunté, levantando una ceja mientras me apuntaba mí mismo con el dedo–. Esto es como la típica película en la que gana la injusticia, yo me acerqué a Amanda para hablarle sobre algo que me estaba haciendo sentir mal con su comportamiento, y ahora parece que el malo de la historia soy yo.

Había mucho ruido en ese lugar, mi mente quería explotar con los ruidos de mi guerra interna.

- ¡Tú eres el que está buscando problemas! –Vociferaba Amanda con crueldad y grosería–. ¡Eres tú quien tiene el problema!

- Amanda –le hablo Abigail enfurecida–, yo estuve escuchando y Michael no te dijo las cosas como tú lo estás diciendo. Él solo te estaba diciendo que con tu comportamiento lo hiciste sentir mal, y por lo visto eres tú quien tiene el problema aquí. ¡Así que ya cierra la maldita boca!

- ¿QUÉ HICE YO? –Continuaba Amanda, sus gritos me estaban cansando– ¡Fue él quien comenzó esto!

Mis manos temblaban, sentía que me estaba quedando sin oxígeno en un sitio tan tóxico como ese.

- ¿Por qué sigues gritando? –Arrojé, perdiendo la calma. Los músculos de mi cara se tensaron–. Quise pasar tiempo contigo en tu cumpleaños para que terminaras gritándome delante de todos, ¿Eso lo que tú querías? ¿Sabes qué? ¡Ya dejémoslo hasta aquí! Creo que no vale la pena continuar teniendo esta patética discusión, solo quise dirigirme a ti diciéndote lo mal que me hiciste sentir, pero veo que me equivoqué al pensar que podríamos hablarlo y arreglarlo como los mejores amigos que tú dices que somos. ¡Hasta aquí llegó todo!

- ¡Es mi cumpleaños, ya déjame terminar mi día en paz! –Increpó, arrugando la cara con desagrado–. ¿Por qué tuviste que arruinar mi cumpleaños? ¡Todo esto es tú culpa!

Inesperadamente, apareció toda su familia de la nada para escucharnos. Sentía que estaba en el infierno, había muchas voces y gritos por todos lados. Ellos también participaban en la discusión que Amanda creó.

- Me equivoqué contigo –balbucí, estaba pelando conmigo para no llorar–. No creo que puedas ver con claridad lo que causaste, me equivoqué al creer que resolveríamos nuestros problemas como personas maduras... Y tienes razón, es mi culpa por haberte dado mi tiempo, mi amor, mi amistad y mi confianza, claramente nada valió la pena.

- ¡Es mi cumpleaños! –Repetía, haciéndose la víctima–. ¡Por favor, déjame vivir mi momento! ¡Es mi día! ¡Basta, Michael!

- Amanda, deja decir eso –añadió Abigail, embistiendo a Amanda–, fuiste tú quien generó este maldito escándalo. ¡Fuiste tú la causante de esto!

- Ya no importa –verbalicé el sentimiento–, lo que quería decir ya lo dije.

- Ya veo por qué ni tu propio padre te quiere –fulminó Amanda, dándome en mi punto más sensible–. Nadie querría a alguien tan raro como tú...

Las palabras de Amanda me enmudecieron, me quedé callado y me dejé sumergir por el abismo de su crueldad. La miré fijamente a los ojos y tumbé la mirada con derrota. Todos se quedaron callados desde que Amanda dijo eso sobre mi padre, la familia me observó con lástima y dejaron pasar el momento mientras yo me quedaba en silencio. El dolor estaba quemándome por dentro, no podía respirar de la ansiedad.

- Vamos a sentarnos afuera –dijo Valentina acercándose a mí, me tomó del brazo y me llevó a la sala–. ¿Cómo te sientes?

- Quiero irme de aquí –respondí–, ya quiero ir a dormir.

- ¿No te vas a quedar?

- No –respondí–. De verdad estoy cansado, anoche no dormí. Solo quiero llegar a mi casa y acostarme en mi cama para siempre.

- Pensé que querías beber alcohol con nosotras –comentó–, pero está bien que quieras ir a dormir. Sí lo necesitas, hazlo.

Tenía los ojos llorosos y la cara enrojecida, actuaba como si tuviera alergia.

- Sí, además creo que me dará un resfriado...

Estuve hablando con Valentina por alrededor de tres minutos, Amanda estaba en la cocina con Abigail preparando las bebidas de la noche. Desde la sala oía a Amanda reírse como si nada, estaba tomando todo lo que encontraba, salió de la cocina y se sentó en la sala con un vaso grande de alcohol. Las cosas hubieron sido distintas sí habría escuchado las palabras de Amanda en estado de ebriedad, pero salieron de su boca mientras estaba sobria. Fui tan masoquista que aún seguía estando ahí en lugar de haberme ido antes, sentía que también me atacarían sí me veían irme.

Como por arte de magia recibí una llamada de mi mamá, le contesté tan rápido que pude y hablamos en cuestión de segundos. Mi mamá me insistió en que huyera de ese horrible lugar.

- Ya me voy –anuncié mientras guardaba mi teléfono en el bolsillo–, espero y pasen una buena noche.

- Aaaaaaah, Michael, buenas noches para ti también –se despidió Valentina–. No quería que te fueras tan pronto.

Amanda ya parecía estar ebria, comenzó a hablarme con lamentos.

- Michael, eres mi mejor amigo, perdóname por lo que sucedió. Tú sabes que eres mi único amigo.

- No, no pasa nada –ultimé, saliendo de la sala. Le dediqué una mirada sombría e hice una mueca–. No tengo nada más que decir, muchas gracias y... Adiós.

La puerta de afuera estaba abierta, salí de la casa y vi que la calle estaba sola. Comencé a correr sin detenerme, al llegar a mi casa vi a mi madre esperándome en la ventana, se veía preocupada; abrí la puerta y entré a abrazarla con entusiasmo.

- Michael, es casi medianoche –habló mi mamá mientras la abrazaba–, ¿Qué te pasó? ¿Dónde estabas? ¡Estaba muy preocupada por ti!

Mi mamá comenzó a acariciar mi cabello al escucharme llorar.

- Eso ya no importa, mamá –respondí, llorando en su hombro–, lo importante es que ya estoy aquí contigo... Perdón por preocuparte.

- ¿Qué te hizo esa muchacha? –Preguntó mi mamá, parecía molesta.

- ¿Cómo lo sabes? –Respondí interrogativamente mientras la miraba.

- Yo se lo conté todo –dijo mi hermana, apareciendo de improvisto–, por esa razón mi mamá te llamó por teléfono para que volvieras a casa.

Vivi cerró la puerta con llave.

- Intenté acercarme a Amanda para hablarle sobre cómo me sentía y armó un escándalo delante de toda su familia –conté lacrimosamente, soltándome de los brazos de mi madre para explicarle mejor–, me humilló y comenzó a gritarme para que todos los que estaban en su casa participaran en la discusión. Yo ni siquiera estaba discutiendo, simplemente le hablé en voz baja sin saber que me haría eso delante de todos.

- Michael, tú no estás en la obligación y tampoco tienes el deber de tolerarle comportamientos infantiles a nadie –aclaró mi madre sabiamente–, creo que perdí la cuenta de las veces en las que te dije que, Amanda no es tu amiga y ya con esto tienes mucho para razonar. No es la primera vez que te hace este tipo de desaires, y lo sabes muy bien, espero que lo sucedido de hoy te haya hecho abrir los ojos para que no vuelva a repetirse con ella ni con nadie. ¿Y sabes algo? Estuvo perfecto que decidieras haberle dicho cómo te sentías, y no importa qué haya dicho o pensado la familia de ti, porque tú no fuiste quien empezó la pelea y al final del día sabes que, tu única familia en la vida somos nosotras dos.

- Exacto –concordó Vivi, entrando a la conversación–, además, ¿Qué clase de supuesta mejor amiga le hace eso a su mejor amigo? ¡Ninguna persona que se considere tu amiga lo haría! Eso es basura. Un amigo de verdad te habría dicho, gracias por contarme cómo te sientes, no volveré a hacerte sentir mal y te pediría perdón por lo que hizo. O al menos, justificando su tóxica forma de ser, te habría dicho lo que te dijo entre ustedes dos sin meter a su familia en la conversación, creo que habría sido muy diferente sí su fin no haya sido humillarte y rebajarte ante toda esa gente.

- Tienen razón –agregué, caminando hacia la cocina, abrí el refrigerador y me serví un vaso de agua–, por mi parte decido cortar ese círculo venenoso esta misma noche. Me siento decepcionado, utilizado y desechado, pero sobre todo me siento como un estúpido. Tuve que haberme ido de su casa antes de que las cosas se pusieran peor.

- No importa –consoló mi madre–, sí te hubieras ido antes nunca le habrías dicho lo que le dijiste, o peor aún, capaz seguirías yendo a su casa como si nada, y aun estarías en ese círculo vicioso una y otra vez. Michael, recuerda que todo ocurre por algo.

- Lo sé, mamá, estás en todo lo cierto. Ya me iré a dormir –agregué, soltando un bostezo–, anoche no pude dormir nada.

Vivi cerró las ventanas y entró a la habitación con los gatos.

- De acuerdo, nosotras también vamos a dormir –dijo mi mamá–. Antes de que el monstruo de la casa vuelva y nos encuentre despiertos. Michael, ya no desperdicies energía mental en personas indeseables y céntrate en ti como lo has hecho siempre, estuviste bien antes de conocerlas, puedes estar mejor ahora que estás listo para sacarlas de tu vida.

Mi mamá entró a su habitación con Fatty, repentinamente sentí tranquilidad y pensé que ya no podía seguir dándoles el derecho a otras personas de controlar mi vida y mi estabilidad emocional, me quedé analizando lo que dijo mi mamá. Apagué las luces de la casa y me dirigí al baño, me quité los zapatos y la ropa. Abrí la ducha y al sentir el agua humectando mí cuerpo fue renaciente, estuve ahí por casi una hora con la cabeza abajo y el agua cayendo sobre mi nuca. Salí del baño y fui a mi habitación por mi ropa de dormir, me vestí y salté a la cama de golpe, me sentía nuevamente en mi hábitat.

Por primera vez en varias noches dormí tranquilo hasta la mañana, estaba tan perdido en el cansancio que ni siquiera recuerdo lo que soñé. Mi decimoséptima noche no fue otra pesadilla ficticia sino real, viví a carne propia la cruda realidad de la decepción. Soy consciente de que agradezco a la vida por mis experiencias malas y buenas, sin ellas no estaría escribiendo el libro que probablemente estés leyendo ahora.

A veces nos aferramos a alguien que no nos ve con los mismos ojos que los vemos a ellos, a partir de nuestra percepción construimos un espejo que refleja en alguien la falsedad de lo que realmente no son. La manera en la que ves a alguien solo es el reflejo de tu consciencia, no son lo que proyectan con tu luz sino con tu inocente nobleza.

Hasta nunca, Aradia.

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