22:09 PM.

El sueño de la noche anterior me hizo sentir diferente al despertar, había algo que me mantenía en alerta. Me sentía vulnerable, como si estuviera en un peligro crítico del cual no podía escapar, el universo intentaba transmitirme un mensaje que no podía descifrar. Miraba a las constelaciones más lejanas desde el patio de mi casa, la luz cósmica iluminaba mi extenuado y palidezco rostro en la oscuridad. Le suplicaba a las estrellas para que me dieran una señal, pero únicamente me perdía en las que me enviaban.

Me sentía inseguro, por primera vez en muchos años me creía insuficiente para alguien. Había una tempestad en mi cabeza como en el sueño, parecía que seguía en la pesadilla. Miraba nuestras fotos con un nudo en la garganta y murmuraba: ¿Qué soy para ti? ¿Qué es lo que quieres de mí sí nunca podrás ser mío? Lo veía conectado y no me atrevía a escribirle, pensaba que no me respondería o que le molestaría hablar con alguien tan fastidioso e insistente como yo. Quizá estaba hablando con una persona más importante.

No sabía cuánto tiempo debía soportar para cargar con todas esas emociones, sentía que me estaba ahogando en mi propio mar. Cada noche era más confusa que la anterior, no comprendía sí estaba cometiendo un error al entregarme a alguien que seguro nunca me querría, pero... ¿Qué es lo que él sentía y por qué nos mantenía conectados?