028

🎁¹⁴: Regalo un tanto diferente.
→+18.

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El brillo en sus ojos desapareció, al igual que su sonrisa. Agachó su cabeza y trató de reir, como si le estuviera sacando importancia al asunto. Minho lo miró sin pestañear, sintiéndose culpable al instante, él tampoco sabía qué diablos estaba esperando para pedirle.

La navidad. Estaba esperando la navidad.

Y sacarse de encima a Sanha, ¿qué debía hacer? ¿Matarlo? ¿Secuestrarlo? ¿Mandarlo de sorpresa a África? No, mejor al medio del océano Pacífico. Minho sonrió, pero la borró enseguida porque eran temas delicados, donde nadie debía bromear con eso.

—Lamento haberlo dicho así. A veces suelto cosas sin pensar, y lo que menos quiero es hacerte daño.

—Tra-tranquilo, tú también me dejaste las cosas en claro y no soy capaz de comprenderlo...

—Claro que eres capaz —su voz sonaba dulce y le dolía el hecho que los ojos de Jisung no lo estén mirando, por ende, llevó su otra mano para poder levantar el rostro del ajeno. No había lágrimas por lo cual se calmó un poco, pero sus ojos lucian tristes, hasta incluso cansados—. ¿Dormiste bien anoche?

—N-No... tuve pesadillas... jamás creí soñar con Sanha.

—No te lo tomes a mal, pero me alegro que hayan sido pesadillas —Minho rió, seguido de Jisung y una pequeña pisada de pie—. Auch.

—Eres malo —formó un puchero con sus labios para luego refugiarse en el pecho del mayor—. Entonces, ¿de qué quieres hablar?

—Es mejor que lo hagamos en un lugar más privado... no lo sé, ¿te parece en tu casa?

—Mamá no está, así que me parece bien —y sonrió al sentir como Minho dejaba un beso en su frente.

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Jisung caminaba lento, con dos tazas de chocolatada caliente, intentando no derramar nada al suelo recién lavado. Al llegar a la mesita, también trató de agacharse con cuidado, aún no entendía el hecho de no llenarlo hasta el tope, y eso que Minho le advirtió. Hablando de él, Lee rodó los ojos, cansado de que Jisung no entendiera las cosas, era para su bien, y además, no estar limpiando todo el tiempo, pero era cabeza dura y a los cabezas duras, hay que tratarlos con amor y tranquilidad.

—Listo —dijo cuando, con un pulso de los dioses, pudo dejar las dos tazas intactas.

Minho aún no entendía porqué se sentaban en el piso, ya que el sofá estaba detrás, pero le quitó importancia en cuanto la película empezó. En realidad era una serie, pero el como siempre veía un capitulo y luego se aburría, entonces sí, lo podía considerar como una película.

—A ver si te hago mirar más de un capítulo —espetó de la nada, llamando por completo la atención del mayor y consigo una sonrisa.

—Veremos, bonito, veremos.

—Sí, veremos la serie —dijo, logrando que Minho largara una risa.

El menor dejó la taza tras dar el segundo sorbo, estaba bastante caliente. Tomó una servilleta que estaba arriba de la mesa y la pasó delicadamente por los labios ajenos, limpiando el resto de chocolatada que había quedado en la comisura. Minho pego los ojos en él, sorprendido ante la acción, notando como las mejillas se le coloreaban, entonces no pudo resistirse a apretarlas y dejar un beso allí.

—No quiero ver, quiero besarte —musitó en un susurro cerca de sus labios para luego impactar sobre su boca.

El menor largó un pequeño gemido, el cual logró una extraña reacción en Minho: causó un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, centrándose en una parte que no quería que se despierte.

Jisung abrió un poco más su boca, dejando que la lengua adversa actúe y se encuentre con la suya. Sus pequeñas manos subieron a sus hombros cuando se dió cuenta que la serie pasó a segundo plano y el querer terminar la chocolatada, pegando el cuerpo fornido al suyo. La saliva sobraba, prácticamente se escurría por sus bocas, pero no le importaba, ambos estaban muy concentrados en deborarse. Minho apretó la cintura contraria, impulsando sus piernas para que éstas rodearan las suyas. Mala elección, porque la entrepierna de Jisung chocó con la suya propia. Sin embargo, el gemido que largó el rubio había sido una nota angelical, como una canción cantada como los dioses. Quería escuchar más.

—Min... Min —se separó de repente y todos sus pensamientos se congelaron—. ¿Y mi regalo? —puchereó el menor, tratando de limpiar la saliva.

Minho esbozó una sonrisa y Jisung juró que iba a morir ahí mismo, ¿cómo se podía ver tan lindo y sexy?

—¿Estás listo para recibir un regalo diferente? —enarcó una ceja, notando como Han apretaba sus hombros y se mordía el labio.

Asintió.

—¿Pero me dejarás una nota luego? —preguntó, dando el primer paso.

El menor comenzo a menear su cadera, logrando una fricción entre ambos penes que volvía loco a al pelinegro.

—Claro... —largó un suspiro, dejándose llevar por la sensación placentera que todo su cuerpo estaba sintiendo.

Sin vergüenza, llevó sus grandes manos hacia el trasero del menor, para amasarlo a su gusto, notando como las mejillas ajenas se tornaban rojas. De esta manera, Minho pudo profundizar el vaivén, haciéndolo mas delicioso para ambos.

—¿Seguro que quieres ésto, Sunggie? —preguntó con algo de temor, puesto que también era su primera vez, pero el jodido sería el rubio.

—Sí... si es contigo lo quiero todo —dijo decidido, extaciado por todo lo que su cuerpo estaba sintiendo por primera vez.

Las manitos del rubio fueron torpemente hasta la camisa ajena, tratando de desprender los botones. Una vez que ya lo hizo, se quedó hipnotizado con el torso fornido que Minho tenía. Sus pectorales estaban marcados, y a pesar de estar sentado, sus abdominales se notaban. ¿Todo eso era para él? Quería lamer, morder su piel y dejar algún que otro chupón, pero no sabía como hacerlo y eso le bajó un poco la calentura.

—Hey... ¿Qué pasa?

—Nada es que...

—¿Muy sexy, no? —rió al ver los ojos bien abiertos de Jisung y un nuevo sonrojo llegó a sus mejillas.

Quería decirle algo, pero sus manos actuaron al dirigirse hacia el borde de su camiseta para poder sacarla casi con necesidad.

Su cuerpo era tan bonito. La piel no llegaba a ser blanca, era canela y eso lo tentaba a pegar su boca y comenzar a dejar besos por todas partes. Tenía curvas. Tenia unas jodidas curvas que lo volvían loco, como su cintura o su trasero. Quería verlo desnudo, era una necesidad.

Por ahora se conformaba con poder acariciar su cintura, mientras ambos se miraban a los ojos, hipnotizados el uno por el otro.

—Ven acá —ordenó, estirando su torso para poder besarlo.

Sus manos una vez más fueron hacia los glúteos jodidamente redondos, pero esta vez, fue por debajo de la ropa, logrando que Jisung saque un pequeño gemido por la inesperada intromisión. Sus labios seguían pegados, moviéndose a la par y dejando caer alguna que otra gota de saliva. Minho apretó fuertemente la carne debajo de sus manos, separando los glúteos para poder llegar a la entrada ajena, pero sintió que eso ya era mucho, así que solo siguió apretando y amasando a su gusto.

—¿Lo vamos a hacer, Min? —preguntó con una sonrisa y un brillo muy peculiar en sus ojos.

—No sé, dime tú —dijo, dejando besos por todo su cuello, queriendo que sus mejillas se prendan al rojo vivo.

Le encantaba la imágen de un Jisung tímido, pero la que sus ojos vieron, fue más que increíble.

—¿Me vas a follar? —sus ojos se conectaban fijamente con los del mayor, notando lo sorprendido que estaba por sus palabras. La vergüenza se esfumó, estaba listo para esto—. Porque si es así, me gusta fuerte y duro.

Confesó, acariciando el cabello negro y observando como una sonrisa se plasmaba en los labios hinchados de Lee.

—¿Ah sí, pequeño travieso? Entonces muéstrame ese culo —pensó que tenía el control, pero fueron las palabras exactas que lograron colocarlo tímido. 

Pero esa timidez se esfumó al ver como Minho se mordía el labio y apretaba su trasero, irguiendo el pequeño cuerpo que tenía encima, de ésta forma, sacó lentamente sus manos, apreciando la piel suave que se moría por ver, así que tomó el borde del pantalón deportivo para deslizarlo lentamente, disfrutando de como las mejillas de Jisung se incendiaban, si es que aún se podía más. Jisung se puso de pie, encantándole la manera en la que el pelinegro lo miraba desde allí abajo. Deslizó el pantalón junto a su ropa interior para sacarla completamente. El mayor por su parte, deshizo rápidamente del enganche de su jean para pasarlo por sus piernas y terminar de sacárselo con los pies, excitado completamente por la vista preciosa que estaba teniendo y muriéndose por tocar todo lo que pudiese.

Han se dió la vuelta, dejándole su trasero a su completa merced. Volvió a ponerse de rodillas, tomando con sus torpes dedos el borde de la ropa interior, sacándola con rapidez. Tomó el pene totalmente duro entre sus manos y pudo notar como sus propios ojos brillaron ante ese trozo de carne.

No era experto en el tema, era su primera vez y por ello podía ser torpe, pero de que había visto videos porno, para no parecer un estúpido sin saber qué hacer, lo había hecho. Y más de una vez. Así que gracias ese conocimiento previo, comenzó a masajear el pene lentamente, de arriba a bajo, escuchando y sintiendo sobre su espalda, como los jadeos se pegaban a su piel, convirtiéndose en gotas de sudor.

Minho no se que quedó atrás. Tomó los grandes gluteos que poseía el rubio y los apretó para luego estampar su mano y que su piel canela se vuelva roja, igual que sus mejillas. Quería apreciar más como rebotaba, pero una bonita y rosa entrada lo estaba llamando. Llevó su dedo índice hacia su boca para chuparlo y luego dirigirlo hacia el agujero que, cuando acarició superficialmente, pudo sentir como las piernas del menor temblaron.

Siguió haciendo aquello, mientras que su dedo se iba hundiendo poco a poco, lo sentía caliente y jodidamente apretado. También sentía como el vaivén que Jisung estaba ejerciendo en él, podía hacerle acabar en tan solo unos minutos más, así que decidió posar su lengua en la entrada y hundirla, logrando que se le escape un gemido que hasta los vecinos pudieron escuchar.

Su lengua siguió hundiéndose, tratando de abrir sus paredes para que la intromisión no sea tan dolorosa, así que luego de dejar mojado y con bastante saliva, metio lentamente sus dos dedos, logrando ejercer que Jisung pierda el control y se vuelva un mar de gemidos y un cuerpo lleno de temblores. El rubio dejó las manos sobre los grandes muslos de Minho, queriendo que su trasero rebotara una y otra vez sobre ellos.

El mayor notaba como las paredes se separaban a cada intromisión rápida que daba.

—Min, ya estoy... quiero tenerte dentro mío.

El nombrado se mordió el labio, de tan solo escuchar lo agitado que estaba, podía acabar ahí mismo. Retiró sus dedos y con su otra mano buscó su mochila que yacía tirada en el piso, buscó en el bolsillo, no es que tenía la idea de tener sexo con el rubio ese día, más porque su madre no estaba, pero lo llevó por si acaso, es mejor prevenir que curar.

—¿Venías a follar o a hacer la tarea? —preguntó el menor en cuanto vió de reojo el condón.

—Venía a pasar tiempo contigo, pero si terminábamos follando, seríamejor. Miranos, tenía razón —dijo con sarcasmo a lo que Jisung rió.

Tomó el paqute y lo abrió con sus dedos. Rodeó el glande con el latex lubricado y en cuanto observó mejor el plástico que dejó en el suelo, se dió cuenta que era sabor a chocolate, logrando que le diera ganas de chuparlo, más de las que ya tenía. Fue bajando el preservativo hasta llegar a la base, juntó un poco de saliva y lo largó para que esta caiga nuevamente en el glande y masajear el mismo por unos segundos y luego bajar su mano, de esta manera arrancándole un par de gemidos al mayor. Jisung gateó hasta que su trasero quedara a la altura del pene, pero Minho lo detuvo agarrando sus caderas.

—No. Date la vuelta, quiero verte —sonrió al instante al ver como el rubio acataba la orden enseguida.

Depositó sus rodillas a los costados de su cuerpo y dejó caer el mismo sobre el pene erecto del pelinegro. Minho tomó sus caderas nuevamente, deslizándose hasta tomar los dos glúteos y apretarlos a su antojo, ayudándolo con la intromisión. Una vez dentro, el mayor no le permitió que se moviera, así que levantó parte de su torso para buscar su boca, de ésta manera uniendo sus labio en un profundo beso, en donde sus lenguas no solo divagaban en la boca del otro sino que jugueteaban entre ellas.

—Muévete cuando estés listo, ¿si? —susurró, llevando sus labios húmedos al cuello para dejar unas enormes marcas en esa piel que lo volvía loco.

Jisung iba a contestar, pero decidió comenzar a moverse para ver el rostro de Minho y mierda, verlo morderse el labio fue más excitante que la lengua profanando su agujero. Cuando ya se había dado cuenta, el glande ajeno estaba tocando su próstata una y otra vez, cambiando de velocidad sin siquiera pensarlo, solo por sentir más placer del que ya sentía. No solo tenía el pene de Minho entrando y saliendo de él, sino que su miembro recibía atencion por parte del mayor y sus pezones también, haciéndolo tocar el cielo.

Y cuando menos lo supo, el líquido blanco ya se estaba esparciendo entre ambos abdomenes. Jisung se sintió extasiado, sintiendo como su voz se quebraba y se ahogaba en su propia boca, logrando que ningún gemido escape, además, la propia boca de Lee también ayudó a que eso suceda. Quería largar ese gemido, pero los vecinos tal vez estarían en casa y eso sería muy vergonzoso luego.

O tal vez no.

Y por ello, sus manos pararon en los hombros ajenos, apretando de la misma forma en la que Lee tomaba su trasero, a lo que el mayor respondió de la misma forma cuando tomó los glúteos de nuevo, ayudando a que las penetraciones sean más rápidas, enamorándose aún más del dulce sonido que largaba la boca de Jisung: gemidos y más gemidos. Era un jodido desastre que le encantaba.

No faltó mucho para que el éxtasis llegara a su punto en el cuerpo de Minho, liberándose en forma de un liquido blanquecino, arrepintiéndose un poco de no haber acabado en el rostro del menor.

Sus corazones palpitaban como locos, sin saber cuál se saldría primero de la caja torácica. Jisung acabó por segunda vez y sin importarle menos, se acostó en el pecho ajeno, sintiendo como subía y bajaba por la fuerte respiración del adverso.

—No conocia a este Jisunggie —bromeó, luego de un rato.

—Tonto —espetó.

Tomó el par de servilletas que trajo con las tazas de chocolatada y le entregó algunas a Lee, para que se limpie por su parte, mientras él hacia lo mismo. El pelinegro retiro el condon y lo dejó a un lado, pronto lo tiraría, solo tenia que descansar un poco más. Tenia en claro que el no habia hecho nada y que era Jisung quien debia descansar, pero era su primer orgasmo y mierda, se llevo toda su energia, convirtiendo de esta manera la tarea de vestirse en una muy agotadora.

Tomó su mochila, pensando seriamente que debía comprar más condones. Abrió un bolsillo y sacó una libreta, la cual llevaba una lapicera. Procedió a escribir en la primer hoja.

"Regalo un tanto diferente, aunque creo que al regalo me lo diste tu.

Te quiero, precioso.

-Lee Minho-"

Con una sonrisa y un poco apenado, se lo entregó a un dormido Jisung.

—Yo también te quiero Min.

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