· Can't Help Falling in Love With You ·


Este es un one-shot que, como ya viene siendo costumbre, está basado en una de mis historias de mi perfil, I Didn't See You. Sin embargo, no contiene mayores spoilers y puede leerse sin problemas porque es un Oliver Wood x OC.

SIN EMBARGO, como estos personajes salen en la historia y la historia ya ha terminado, pido por favor que no dejéis ningún spoiler para que todxs puedan disfrutar por igual.

Dicho esto, feliz 24 de diciembre <3


—Me da mucho miedo, Oliver.

Oliver no la escuchó decir aquello. Estaba colocado detrás de ella sobre la escoba y era muy difícil escucharla cuando tenía frente a él sus preciosos rizos rubios. Cada vez que los sacudía, desprendían un olor a vainilla del que se había quedado prendado nada más abrazarla por primera vez. Ahora buscaba cualquier excusa para acercarse a ella y poder apreciar ese perfume tan distintivo.

Por eso alzó el vuelo sin escuchar su queja y se asustó cuando ella comenzó a gritar con auténtico pánico. Estaban demasiado alto como para bajar de la escoba, así que hizo lo único que se le ocurrió y pasó las manos alrededor de su cuerpo para protegerla y dirigir el vuelo.

—Confía en mí, preciosa —le dijo al oído.

Otra vez su olor a vainilla.

Pronto, las quejas de Maisie quedaron olvidadas cuando empezó a gritar de júbilo, sintiendo el gélido frío escocés contra sus mejillas pero demasiado feliz como para preocuparse por ello. Oliver la abrazaba desde detrás y la llevaba por el cielo, de manera metafórica y literal.

Maisie llevaba años tratando de conseguir su atención y jamás habría pensado que ahora, cuando Oliver solo iba a estar unos pocos meses más en el colegio, él se fijaría por fin en ella. Odiaba haber dedicado tantos años de su juventud a estar enamorada del mismo chico, pero ahora que estaban riéndose al unísono muy cerca de las nubes parecía que nada de aquello había sido en vano.

Qué protegida se sentía en el calor de los brazos. Siempre le había aterrado volar, pero si él la alzaba sobre su escoba así, existía el riesgo de que se convirtiera en su actividad favorita. Le daba la sensación de que todo lo que salía de sus labios era pura poesía, aunque fuera la mayor estupidez del mundo. Daba igual, porque cada vez que hablaba, a Maisie se le escapaba una risita de felicidad solo porque lo que decía se lo decía a ella.

Algo similar ocurría en la mente del escocés. Jamás había mirado más de dos veces a Maisie Thorburn antes de que Emma, su amiga y compañera de equipo, le dijera que ella estaba interesada en él. Desde entonces, la había mirado con otros ojos.

Siempre había observado su alrededor buscando a alguien que llamara su atención, pero aquella atención nunca duraba más de unos cuantos minutos u horas. Pensaba que no quería una pareja de verdad y que, de encontrarla, desde luego debía compartir su amor por el quidditch.

Pero Maisie no tenía mucha idea sobre el deporte, más allá de comprender lo que eran 10 puntos y para qué servía cada una de las pelotas que había en juego. Cuando Oliver se ponía a hablar de formaciones en pleno vuelo o tipos de falta, Maisie asentía con una sonrisa y le instaba a hablar un poco más. No había ni una pizca de aburrimiento en su mirada, no buscaba alrededor tratando de encontrar algo más divertido de lo que hablar.

Él hablaba sin parar y ella escuchaba pacientemente. Y luego al revés.

Y Oliver aprendió que había otros temas más interesantes que el deporte. Cuando alguien le hablaba de otra cosa, él normalmente solo fingía estar interesado mientras pensaba en sus cosas en segundo plano.

¿Pero la poción que había hecho Maisie aquella vez en tercero que hizo que otra poción quemada se arreglara? Era un tema fascinante.

¿Lo ricas que le salían las magdalenas a su abuela muggle? Muy interesante.

¿Lo preciosa que estaba cuando se emocionaba al contar algo sobre sus amigos y se le enrojecían las mejillas cuando se reía al recordarlo? Algo de otro mundo.

Llevaban tres citas y tres citas habían bastado para que Oliver Wood no pudiera evitar enamorarse de Maisie Thorburn.

Era de tontos enamorarse tan rápido, seguro que no era más que un encaprichamiento adolescente y que, tal vez, algún día, probablemente no dentro de mucho, se desvanecería y quedaría como un recuerdo, pero en ese momento Oliver no quería hacer otra cosa que estar cerca de ella.

Llegaron por fin a las porterías, el lugar donde Oliver se sentía más cómodo. Normalmente era como su casa y nunca nadie traspasaba las puertas porque él no lo permitía.

Pero ayudó a Maisie a bajar de la escoba y sentarse en uno de los aros, asegurándole que era completamente seguro porque él estaba junto a ella y no la dejaría caer.

—Soy muy patosa, Oliver, me voy a caer.

—No si yo estoy contigo, ¿eh? Yo jamás me caigo de la escoba, así que tú tampoco te vas a caer.

Lo decía con poca convicción, pero Maisie sonrió otra vez y eso lo hizo sentirse mil veces más seguro. Apoyó una mano sobre su espalda con todo el valor que reunió y se sorprendió cuando ella no se abalanzó para besarlo, como ocurría siempre que estaba así de cerca de otra persona.

Tendría que dar el paso él.

Pero, ¿y si se apresuraba? ¿Y si iba demasiado rápido y lo estropeaba todo? ¿Y si el qué pasará era más emocionante que lo que iba a pasar?

¿Y si Maisie solo sonreía porque estaba enamorada de la imagen que él ofrecía desde fuera y ahora lo conocía y se daba cuenta de que no sabía hablar de otra cosa que del dichoso deporte?

¿Y si terminaba quitándole esa sonrisa tan preciosa?

¿Y si...?

—No me rompas el corazón —suplicó ella.

—¿Qué?

Ninguno de los dos esperaba que ella empezara la conversación. Maisie estaba tan sorprendida como él, pensando en qué demonios estaba haciendo en ese momento. No solía pecar de incontinencia verbal, pero estaba tan nerviosa por estar con él y por estar sentada a tantos metros por encima del suelo que necesitaba avanzar el tiempo hasta que todo pareciera seguro otra vez.

—Llevo muchos años estando enamorada de ti, Oliver Wood, y ahora por fin ha llegado el momento de saber si tú estás dispuesto a sentir lo mismo y no sé si estoy preparada para que me digas que no y me rompas el corazón.

—¿Por qué te diría que no?

—Porque no estás diciendo nada. Y tú siempre hablas.

Oliver la miró con estupefacción. Sí era cierto que llevaba unos cuantos minutos callado y eso era completamente inusual. Era solo que sentía que cada cosa que quería decir sería una estupidez, y estaba aprendiendo a contener su lengua para solo decir lo acertado frente a ella.

—¿Estás enamorada de mí?

—Sí.

Qué Gryffindor.

Qué valiente, Maisie Thorburn. Se había subido a una escoba a pesar de que le aterraba, estaba sentada en el aro de la portería de Quidditch mirando al cielo para olvidarse del suelo, estaba diciéndole lo que sentía sin tapujos ni trucos.

—Pues...

Maisie contuvo la respiración en cuanto Oliver empezó a hablar. Como si supiera lo que venía a continuación. Estaba al borde del rechazo o de la victoria.

—Eres muy inteligente, Maisie. Nunca he escuchado a nadie hablar de la clase de Pociones como hablas tú. Haces que me parezcan interesantes.

—Nadie me había dicho nunca que fuera inteligente.

—Pues nadie te ha conocido de verdad, entonces —aseguró él, aguantándose la risa nerviosa. No podía casi ni tragar saliva de lo ansioso que estaba—. Eres atenta y comprensiva.

—Pero...

—Y eres preciosa y tienes un pelo precioso y unas manos muy bonitas y...

Allá estaba. Él sí que tenía verborrea cuando estaba nervioso. Empezó a alabar a la pobre joven, que se aferró al aro con sus manitas intentando no caerse ante todos aquellos halagos.

¿Estaba ocurriendo?

¿Oliver Wood le estaba diciendo todas esas cosas o era una de esas veces en las que cerraba los ojos antes de dormir y se imaginaba cosas que nunca habían ocurrido?

Estaba muy frío el metal de la portería contra su piel. Le dolía demasiado la boca del estómago de los nervios.

Era real.

—Creo que con todo eso, Maisie, es imposible evitar enamorarme de ti.

—¿Qué...?

—Quiero estar contigo todo el rato, Maisie. Quiero saberlo todo de ti y sé que es demasiado pronto pero quiero estar contigo toda la vida y casarnos y ver el mundo y verte brillar haciendo lo que más te guste y verte en las gradas cuando yo esté jugando. Quiero....

—Bueno, dejemos los hijos de lado, ¿eh? —bromeó ella. Le salió la voz chillona y entrecortada. No sabía si iba a vomitar o expulsar mariposas en ese momento—. ¿De verdad te gusto?

—Que sí, te lo juro —prometió él. Colocó su mano libre, utilizando todo su equilibrio para mantenerse erguido y no caerse hacia atrás, sobe su mejilla rosada, que pareció fundirse bajo el calor de su tacto—. Te lo juro, Maisie.

—¿Y eso que has dicho?

—Es una locura, pero debo ser un loco.

—Yo también quiero todo eso.

—Pues entonces somos dos locos —susurró él.

Sus labios olían a vainilla. Su pelo rubio se removía alrededor de su cara por el gélido viento otoñal. Qué preciosa estaba Maisie cuando le miraba así.

Estaba loco por desear ver aquello durante el resto de su vida, pero era cierto: no podía evitar enamorarse de ella.

Varias veces me habíais pedido saber algo más sobre estos dos, así que aquí los tenéis, el día que decidieron ser la pareja más empalagosa y bonita del mundo.

Gracias por no dejar spoilers y, si habéis leído esto sin saber a qué viene, os recomiendo que os paséis por mi perfil y le echéis un vistazo a I Didn't See You, que es de donde han salido. Si estás leyendo esto en el mismo día que lo he escrito, entonces sabrás que mañana empiezo a publicar los capítulos editados, jeje.

Sin más, os deseo una feliz navidad y recordad porfis votar <3

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