Maléfico

¿Por qué no tienes alas, porque eres malvado? Se supone que los ángeles son buenos.

—  Yo era bueno y solía tener alas, pero alguien me las robo.

***

Conocía la luz,
las risas,
la alegría.

Un arcoíris en el cielo pintaba mí día a día matizado de colores.

No existían los días grises.

No existían los corazones rotos,
solo los finales felices.

Y apareciste tú,
mota de polvo vista a contra luz.

Tiritabas a causa del  frío, en el fondo de tu iglú.

Escapabas de las garras de un tal Belcebú y
te socorrí acobijándote en mi mundo y su plenitud.

Eras frágil y yo me volví tu Ángel guardián.

El mástil de tu barca la bandera volvió a alzar;
volviste a navegar,
deseabas zarpar a los siete mares y encontrar tu lugar.

Te dije:
“Quédate a mi lado,  te ofrezco mi orbe.
No te marches, sin ti mi ser es deforme;
eres el acorde final de mi melodía,
mi sinfonía contigo no es desacorde”.

Sonreíste,
con tono suave dijiste:
“Como un alma gemela a tu lado estaré.
Luchare para que lo nuestro sea algo serio,
no solo un chiste;
borremos los días tristes,
hasta el fin te seguiré”.

Fuimos uno,
uno como las olas y el viento,
como una huella en el cemento
que no puede borrar ni tan siquiera el tiempo.

Ofrecimos felicidad como principal elemento,
pero tu sonrisa tenia fecha de vencimiento.

Cuando confiado dormía en la seguridad de tu abrigo,
cuando más te amaba,
cuando dependía ti,
cuando me sentía feliz de poseerte conmigo,
me dejaste abatido en un mundo sin matiz.

Te marchaste como humo en el viento.
Un Tsunami violento devasto mis confines.

Por más que me aproximé a la estancia de tu cuerpo,
dices que para ti estoy muerto.

Solo puedo ir en declive.

Intente volar hacia las puertas de tu reino,
pero no lo logré,
nunca sentí el aleteo.

Pude observar tu cielo,
en realidad era el infierno
y tú eras Belcebú exhibiendo mis alas como trofeo.

Es muy duro entender que el final se aproxima,
que el camino que emprendí no iba en dirección a la cima.

Me embriague con tus palabras,
eras un campo de minas,
y yo, como Pacman comiéndome tus mentiras.

Una lagrima bajó,
recorrió mi mejilla.

El cielo se tiñó de negro,
mi luna ya no brilla.

Estoy atado a esta silla como un cuerpo moribundo.

Los sentimientos se tornaron nauseabundos,
mi corazón solo eran astillas.

Solo me quedo,
triste y derribado en el suelo
al romperse el velo que escondía tu identidad.

Mi amor fue mi debilidad.

Abatirme era tu anhelo
y caí en el señuelo de una falsa realidad.

No conocía el dolor,
pero se alojó en mi residencia.

Tú con tu demencia descompusiste mi mundo cuerdo.

Las primaveras ahora son inviernos,
ya no hay mucha diferencia.

Trágica penitencia es vivir de los recuerdos.

Me heriste de muerte sin dispararme balas,
obviamente tu conciencia es mala,
no sufres de remordimiento,

Te ofrecí mi mejor asiento para que vistieses de gala
y me dejaste sin alas
como a Maléfica en su cuento.

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