Efímero.

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Efímero.

Aquello que dura por un corto período de tiempo.

Nino se había enamorado de Marinette desde que los sentaron juntos en séptimo grado, al iniciar la secundaria.

No era muy sociable, y prefería refugiarse en la música y el deporte. No solía hablar al menos que fuera necesario, por eso mismo, su accesorio permanente eran unos voluminosos audífonos naranjas que reposaban en su cuello. Aquel primer día de clases, se había dado cuenta que ninguno de sus amigos de primaria se encontraba en su salón, así que, de mala gana, se sentó en la última fila.

Chloé y Sabrina interrumpieron el silencio sepulcral del salón, puesto nadie se conocía y todos guardaban silencio. Las dos chicas, ruidosas e irritantes como siempre, ni siquiera voltearon a verlo. Mejor para él, no quería que volvieran a meterse con él como en sexto grado.

El profesor irrumpió en el aula. Conforme pasaba la lista y podía reconocer a sus nuevos compañeros por sus nombres, suspiró. Todos eran mortalmente aburridos y sosos.

Ya habían iniciado la clase, cuando una chica entró a trompicones al salón. Tenía la respiración agitada y un moño alto, además de una gorra roja, parecía que hubiera corrido un buen tramo.

—Señorita...

—Dupain Cheng— respondió la niña, con una sonrisa tímida. Nino se percató de que tenía ojos celestes, muy bonitos, a decir verdad. Su rostro le parecía familiar, tal vez se habían visto alguna vez en la primaria. Chloé soltó una risotada despectiva, a la que nadie, excepto Sabrina, se unió. El rostro dulce de la niña, se endureció al ver a la rubia caprichosa ahí sentada, que la saludó con sarcasmo. Nino apretó los puños, ¿quién se creía...? ¿Por qué Chloé se creía superior?

—Señora Dupain, llega tarde— la regañó el profesor, cambiando algo en su tableta electrónica. La chiquilla se encogió de hombros. — Que no se vuelva a repetir.

—Sí, profesor.

—Tome asiento junto al señor... ¿Catalán*?

Nino rodó los ojos, no le gustaba tener compañía. Su nueva compañera caminó alegremente hasta la última fila y tomó asiento junto al niño moreno.

—Hola, soy Marinette— saludó con fervor y una amplia sonrisa. Tenía un nombre poco común. Nino le miró dubitativo. Los niños y las niñas no se tocaban las manos, era repulsivo, así era en la primaria ¿O no? Pero, es que esa niña era tan bonita... — ¿Y tú eres...?

—Nino— contestó, apretando su mano sin mirarla. Volvió la vista al frente, donde el profesor estaba escribiendo su nombre en la pizarra. Casi siempre, se concentraba en sus clases, pero tener a una chica como Marinette junto a él lo ponía nervioso. Además, tenía un olor muy bonito, como si un pastel estuviera saliendo directo del horno. Su estómago rugió, mostrando lo hambriento que estaba.

Marinette lo miró entre divertida y con lástima. Nino enrojeció.

— ¿Quieres un poco de mi almuerzo? Es mucho para mí, y bueno... Tienes más hambre que yo— susurró, entre risas, extendiéndole un pedazo de baguette con queso. — Vamos, no muerdo.

Nino sonrió tímidamente mientras tomaba el pedazo de baguette. Ambos le dieron una buena mordida cuando el profesor se dio la vuelta para seguir explicando su clase. Rieron en silencio, mientras un lazo de complicidad se forjaba entre ambos.

A partir de ese día, compartían el almuerzo entre clases.

En ocasiones lo llevaba Nino, y le pedía a su mamá que se esmerara, después de todo, Marinette siempre llevaba cosas deliciosas y quería impresionarla. La señora Catalán estaba conmovida, pues su hijo mejoraba su conducta día a día con el afán de ser más caballeroso o amable con esa niña de la que tanto hablaba. Era la primera amiga que le conocía. Y la primera en ir a su casa a jugar videojuegos.

Prácticamente, Nino y Marinette eran como uña y mugre. Cómplices en sus travesuras y bromas, unidos contra la monarquía que Chloé había establecido, y chefs en crecimiento. Marinette no tenía amigas, y Nino no tenía amigos, eran sólo ellos dos. Los dos niños más intrépidos del instituto. Todo parecía marchar bien, Nino veía a Marinette como a uno más; valiente, decidida, bromista, pícara. Sí, definitivamente era uno más.

Fue el mejor año de su vida.

Hasta que llegó octavo grado.

Nino aguardaba en la entrada, esperanzado, esperando por su amiga. La última vez que se habían visto había sido a mediados del verano, y Marinette se negaba a siquiera usar un vestido o a quitarse la gorra que siempre tenía puesta.

— ¡Hola, Nino!

La Marinette que el muchacho tenía en frente era totalmente diferente a la que esperaba encontrar. Sintió vértigo y cosquillas en el vientre. Tenía el cabello suelto y a los hombros, usaba una chaqueta negra que se ajustaba a su cintura y un short corto que dejaba al descubierto sus piernas. Tenía la gorra colgando de la mano, junto a su nuevo bolso, color rosado. No sabía si sentirse alegre o decepcionado, y tampoco sabía cómo quitarse el rubor que subía con velocidad a su cara.

—Hola, Marinette. Has cambiado...— La chica se encogió de hombros, riendo.

—Bueno, un cambio siempre es bueno, ¿no? Además, eso no significa que vaya a cambiar contigo o algo así.— Le dio un golpe amistoso.— Ten, ya no creo usarla, y tú me habías dicho que te gustaba mucho, así que te la regalo.— Marinette le extendió la gorra roja. Nino la tomó como si fuera lo más valioso.

—¡Gracias!

—Cuídala bien, tigre, ahora, vamos o llegaremos tarde.

—¿Y cuándo Marinette Dupain no llega tarde?— bromeó el ojimiel.

—¡Oh, cállate!

Marinette tomó su mano, como le era costumbre. Nino se irguió de pronto, su tacto lo sintió diferente, menos amistoso y más cálido. Más... Raro.

De acuerdo, Marinette era bonita, siempre lo había sabido, pero ahora ya no podía quitársela de la cabeza. No quería que nadie más la mirara, ni intentara ser su amigo, no se quitaba nunca la gorra. Sujetaba su mano para evitar que se alejara.

Aunque fue inevitable.

Marinette nunca se separó de Nino. Fue él quien poco a poco se alejó de ella, con temor a que ese sentimiento comenzara a crecer más.

Ya no tenían trece años. Ya no le hablaba a Marinette.

A la chica por supuesto que le dolió, pero no insistió. Tomaron distintos objetivos, cada uno hizo nuevos amigos.

Llegaron Adrien y Alya.

La historia ya se sabe.

Ella siempre le perteneció a otro.

~...~

—Nino, he ganado la apuesta.

— ¡Eh! ¡No me pegues! ¿De qué apuesta hablas?

— ¿Cómo que cuál? ¡Hombre, la tienes frente a ti!— señaló la morena, meneando la cabeza. — Yo aposte a que si le decías a Adrien que te gustaba Marinette él intentaría ayudarte. Y por consecuencia, el terminaría "gustando" de Marinette. He de reconocer que eres un excelente actor.

Nino guardó silencio.

Se estaba recobrando del golpe en el estómago que le provocó ver a sus dos amigos juntos. Miró de reojo a Alya, conteniendo un profundo suspiro de resignación. Miró por última vez a Marinette. Y volvió a mirar a la chica que sonreía satisfecha a su lado.

"Suerte, hermano" pensó, con melancolía. Sus ojos se cristalizaron, parpadeó seguidas veces. Adrien era capaz de ayudarlo con Marinette y él también lo haría. Eso hacen los amigos, a fin de cuentas. Y él había sido el principal culpable al alejarse de Marinette por miedo. Además, Adrien era como su hermano. Los hermanos se apoyan.

—Ven, Nino, celebremos con unos helados. — Alya sujetó su mano, con una complicidad que Nino nunca había experimentado. Esta vez, sonrió con más honestidad. Tal vez Alya podría ser esa persona que había estado buscando.

— ¡Vale, pero pagas tú...!

~...~

—Estás preciosa, Marinette.

Beauty queen of only eighteen

She had some trouble with herself

He was always there to help her

She always belonged to someone else

La adolescente sonrió de medio lado y le quitó la gorra que traía puesta, pues pese a ser el baile, no quería apartarse de ella. Marinette volvió a ponerse aquella gorra y le revolvió el cabello con cariño.

—Muchas gracias, Nino. Tú también estás muy guapo, ¿eh? ¡Alya estará encantada de bailar contigo!— Aseguró la chica con una sonrisa. – Aunque, claro, yo también quisiera bailar contigo al menos una canción. ¿Recuerdas cuándo...?

—¡Sí! Pusimos un vídeo en Youtube para seguir la coreografía, pero rompimos un jarrón de tú mamá. — Rieron juntos. –Yo también quiero bailar contigo.

—Esos días parecen tan lejanos...— suspiró la diseñadora. — Te extraño, Nino. No entiendo porque te alejaste así de mí.

—¿Te parece si lo hablamos en la pista de baile?—Hizo una cómica reverencia y extendió su mano, la cual Marinette tomó con mucho gusto.

Nino sabía que era incorrecto arriesgarse. O siquiera hacer esa jugada sabiendo que en unos minutos Alya los llamaría para dar marcha con el plan para que por fin Adrien, su mejor amigo, se le declarara a Marinette. Debía intentarlo. Por lo menos, una vez.

Era una canción lenta, romántica. Sus brazos rodearon la cintura de M arinette, y los brazos de ella rodearon su cuello.

Se sentía en la gloria.

—Nino— murmuró Marinette, con la cabeza sobre su pecho. El adolescente acariciaba su cabello azulado.

—¿Sí?

—Prométeme que seguirás siendo mi amigo, no como la otra vez.

Sus ojos suplicantes perforaron en lo más hondo de su pecho. Nino no pudo negarse.

I drove for miles and miles

And wound up at your door

I've had you so many times but somehow

I want more

La canción estaba a punto de terminar. Marinette levantó su rostro y le dedicó una de esas sonrisas que le robaban el aliento.

Debía hacerlo. Por lo menos una vez.

—¿Marinette?

—¿Pasa algo?

—¿Podemos ir a algún lugar privado? Debo decirte algo importante.

—Claro, vamos.

Nino la llevó a un rincón en el gimnasio, muy oculto, como cuando jugaban a las escondidillas de niños.

—Perdón por lo que haré, pero debo hacerlo.

—¿Nino...?

Sus labios se encontraron con los suyos. Marinette correspondió después de diez segundos. Estaba engañando a Alya... Pero se sentía tan bien.

Eran dulces, suaves, no lograban saciar su sed.

Marinette cortó el beso, incómoda. El claro sabor del alcohol en los labios del moreno la hizo comprender todo.

—Nino, creo que estás un poco pasado de copas. Debemos regresar...

—Sí, tienes razón, estoy un poco ebrio. No sé porque te besé, Marinette.

—Debes haberme confundido con Alya— bromeó la ojiazul. Nino rió. 

Claro, haberla confundido.

  — ¿Y qué era eso tan importante que querías decirme?

 — Que ya quiero que Adrien y tú sean novios.

  — ¡Aww, gracias! Yo también lo espero. 

Ambos amigos regresaron como si nada hubiese sucedido.

— ¡Ven, vamos a bailar!— Alya sacó a Nino de la mesa, jalando a la pista. Marinette lo despidió con la mano. Nino sonrió.

Al menos, lo había conseguido.

~...~

—Nino, por favor, ven, te necesito.

El joven dj había conducido como loco por media ciudad. Su mejor amiga lo necesitaba y él estaría ahí para él. Algo grave había sucedido.

I drove for miles and miles

And wound up at your door

I've had you so many times but somehow

I want more

No importaba que Alya y Adrien lo llamaran saco largo por hacer todo lo que Marinette pedía. Ella siempre lo tendría en la puerta de requerirlo. Ya no eran niños, ni tampoco pubertos. Eran adultos. Tanto Marinette como Adrien habían estado ausentes un par de días. El cielo de París estaba oscuro, miles de mariposas negras volaban en diversas direcciones. Los parisinos sabían que una gran batalla estaba siendo librada en algún lugar de la ciudad, pues el clima no había cambiado y cada cierto tiempo, una mariposa aparecía muerta entre las flores. Los ciudadanos no habían salido de sus casas, precaución impuesta por Ladybug y Chat Noir. Un gran pánico se apoderó de la ciudad del amor, pues Hawkmoth había advertido acabar con la vida de los citadinos si se interponían en su batalla.

Subió corriendo las escaleras del apartamento de la chica, saludó de rápido a sus padres y subió al cuarto de quien alguna vez fue su cómplice. Marinette estaba acurrucada en un rincón, llorando.

—Marinette, ¿qué pasó?

Sus ojos estaban hinchados, y su nariz y mejillas estaban rojas. Pese a todo, seguía igual de hermosa que siempre.

—Yo...yo... No me creo capaz de esto, Nino.

—¿Capaz de qué?

—Debo volver, no puedo abandonarlo. Pero él me pidió que no le hiciera daño, es su padre, después de todo...

—Marinette, no te entiendo.

—Alya no comprendería, ella se asustaría. No sabía a quién llamar.— Nino la rodeó con sus brazos.—Está solo, con él. Me pidió un tiempo a solas, pero tengo miedo de que le haga daño...

—No sé a qué te refieres, pero, cuentas conmigo tomes la decisión que tomes. Sí tu corazón dicta que vayas, a dónde sea que tengas que ir, hazlo. Y si crees que puede haber otro camino o solución, has que se entere. Pero ya no te aflijas, siempre haces lo mejor para todos. ¿Por qué no vas con Adrien? Seguro que él también puede ayudarte...

—Gracias por la ayuda, Nino. Ahora, sé que debo apurarme. No puedo dejarlo más, debo correr...

—¿Quieres que te lleve?

—No, de verdad, gracias. Será más seguro que vayas a casa, ya sabes, antes de que anochezca.

—Te quiero, Marinette, cuídate. Saluda a Adrien de mi parte.

—Lo hare.

~...~

—Ya llegué, amor.— Nino fue recibido con un beso de su novia. Alya sonrió y cerró la puerta del apartamento, no esperaba a su novio hasta la mañana siguiente. Tenía dos tazas de té en las manos, y cuando el moreno le quitó una de ellas, se mordió los labios.

—¿Qué tal tú día?

—Bien, hoy me contactó un manager. Cree que puedo realizar una gira pronto— se quitó su típica gorra roja y le dio un sorbo a la infusión de manzanilla. — ¡Hum, el té está delicioso!

—Me alegro de que te guste...

Entornó los ojos, su novia se estaba comportando extraño.

—¿Pasó algo?

—¿Qué? ¡Para nada!

—Algo pasa, anda, suéltalo.

—Bueno, pero no me regañes. –Alya lo llegó hasta su cuarto. Nino estuvo a punto de gritar, pero fue callado por su novia.

—¡Hola!— saludó Marinette, evidentemente ebria.

—¿Qué carajo...? ¡Alya! ¿Embriagaste a Marinette? ¿Dos días antes de su boda? ¡¿Estás loca?!— El cuerpo de Marinette, flácido como un fideo, rodaba alrededor de la cama. Los rizos oscuros resaltaban sobre la colcha blanca. La reportera se encogió de hombros, culpable. — ¡Ahora entiendo! La infusión no era para mí, era para Marinette ¿Cómo se te ocurre...?

—Hoy fue su despedida de soltera. A mí me tocaba manejar, pero las demás están peor que Marinette. Creí no llegarías hoy y se me hizo fácil traerla aquí. Si Adrien se enteraba de que Marinette estaba ebria (pues nunca había tomado más de una copa en su vida) me mataría y pues yo no quería que le pasara nada...— La morena comenzó a hablar más y más rápido.— Lo siento, sólo quería que Marinette se divirtiera.

Nino la miró ceñudo, pero al poco tiempo suspiró.

—Es mejor que traigas otra infusión de té, yo me quedaré aquí a cuidar a Marinette.

—¡A la orden!— bromeó Alya, corriendo a la cocina.

Nino se sentó junto a su amiga, mientras revisaba algunos mensajes de su página de Facebook. Marinette dormía, o eso aparentaba.

—Nino— susurró la peliazul, asustándolo un poco.

—¿Necesitas a algo?

—¿Me contarías un cuento?

—Por supuesto.

~...~

It's not always rainbows and butterflies

It's compromise that moves us along

My heart is full and my door's always open

You come anytime you want

Marinette nunca se enteró de los sentimientos de Nino. Adrien..., tampoco.

Ni siquiera Alya.

Prefirió callar y superarlo con el paso de los años. Al final de cuentas, lo consideraba algo efímero, pasajero.

Formó una bonita familia con Alya, los hijos del matrimonio Agreste lo llamaban "tío". Había tomado una buena decisión.

Cuando el accidente sucedió, decidió regalar su amada gorra roja a su sobrino Louis, quien era el desafortunado que pasó menos tiempo junto a su madre. Siempre la recordaría, sin necesidad de un objeto.

"Yo la amé, mierda, estaba enamorado de ella desde que iniciamos la secundaria. Pero llegaste tú, hermano. Y llegó Alya. Ambos pusieron mi mundo de cabeza. Ese año, justo ese año en el que ambos se volvieron parte de mí, ese año pensaba decirle todo a Marinette. Pero no pude, porque el amor que tú transpirabas con solo verla era tanto... Y Alya, tú, Alya, te colaste en mi mente día y noche. Puedo decir que caí bajo los muchos encantos de ella, y que aún hasta hoy sonrió como idiota al recordar nuestro primer encuentro. Alya, amor mío, gracias por ayudarme a superar esto. Adrien, hermano, lamento tú perdida... Porque la siento como mía también.

Ella fue mi primer amor."


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#SorryNotSorry pero es que Ninonette me encanta ;_; Y ni siquiera sé porque si es tan improbable como que Voldemort se vuelva amigo de Harry </4  En fin, debía hacerlo.

Además, Alyno es vida <3. <3 

Estrellitas y comentarios son bienvenidos.

Gracias por leerme.

¡Bye, bye, pequeñas mariposas!

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