Efervescencia.
Efervescencia
Burbujas en cualquier tipo de líquido.
—Lo que si podemos lograr con este simple experimento es una reacción química que producirá otra de carácter física, que luego se puede apreciar fácilmente. — Explicó Alya, mientras añadía un poco de bicarbonato al interior del pequeño volcán de papel maché. Casi todos los estudiantes habían presentado ya sus proyectos que valían un valioso porcentaje de su calificación. Como siempre, Marinette y Alya formaron pareja.
—Lo que ocurre es que las burbujas que se forman se llenan de dióxido de carbono formado por la reacción que produce el vinagre (un ácido) al chocar con el sodio (una base).—Continuó Marinette, mientras todos hacían exclamaciones de asombro al ver como un líquido rojo, espeso y espumoso se deslizaba por la falda del pequeño volcán en erupción.— Estas burbujas suben rápidamente por el conducto al estar comprimidas y terminan siendo expulsadas por la única salida posible, tal como ocurre con la lava. Se le puede llamar efervescencia. — Concluyó, mientras ambas estudiantes realizaban una cómica reverencia. El grupo aplaudió, mientras que la profesora escribía la calificación en la pizarra.
—Dupain, Césaire, se pueden ir a sus lugares— indicó, acomodándose los lentes que se deslizaban por el puente recto de su nariz.— Bien, debido a falta de tiempo, los equipos que faltan expondrán mañana, eso nos dejaría a Nino Catalán y Adrien Agreste, Mylene Borbón y Alix Kubdel. Los demás, felicitaciones.
El timbre indicó que la clase había finalizado y todos se apresuraron a recoger sus cosas, también como siempre, Marinette y Alya eran de las últimas en salir a descanso.
—Así que efervescencia, ¿eh?— bromeó la morena, Marinette la silenció con la mirada, señalando de manera "discreta" al modelo y al dj que todavía continuaban en el aula, hablando de quién sabe qué cosa de hombres. — ¿Qué? ¿Te apena que el nuevo se dé cuenta de que comparaste una reacción química con el amor?
— ¡Que va! Su opinión ni me va ni me viene— replicó su amiga, muy segura de sí—. Además, yo no he hecho tal cosa, no sé en qué piensas ¡Y te recuerdo que tú también eres nueva!
—Bueno, bueno— aceptó la chica—, ayer dijiste que la efervescencia debía sentirse igual que estar enamorado. — Marinette rodó los ojos, lo había dicho, sí, pero como metáfora. — Ya sabes, por las burbujas en el estómago que te ponen de nervios.
—No fue en serio, Alya— replicó, mientras avanzaban en dirección a la puerta. — No podría decir si es cierto o no, yo nunca lo he sentido, no sé tú.
—Temo decirte, amiga, que estoy igual de enterada que tú.
Ambas se miraron en silencio, igual de confundidas. De pronto, un peso muerto cayó en el hombro de Marinette. Alya frunció el ceño, pero guardó silencio.
— ¿Qué tal chicas?— saludó Nino, chocando puños con Marinette. Llevaban años en la misma clase, se tenían mucha confianza, era lógico.
—Muy bien, Nino, ¿y tú que tal?— respondió entusiasmada. Adrien y Alya se mantenían en silencio, observando desde sus lugares. Nino sonrió de medio lado; se acercaba demasiado a Marinette, los amigos de ambos lo notaron, pero la susodicha lo ignoró.
—Perfecto, de hecho, mi amigo y yo queríamos invitarlas a ambas por un helado. — Claramente, esto tomo por sorpresa a todos, porque ni siquiera la amable Marinette supo cómo reaccionar. Su mirada se cruzó de manera involuntaria con la de Adrien y ambos enrojecieron en el acto. Nino parecía haberse dado cuenta de su metida de pata, porque se apartó del lado de Marinette y comenzó a rascarse la cabeza con nerviosismo. — ¡Es sólo para que nos expliques mejor lo de tú experimentó!— gritó, completamente rojo. Alya y Marinette intercambiaron miradas, mientras la primera contenía la risa. La chica de coletas podía jurar que el ambiente aumentó un puñado de grados.
Adrien tuvo compasión de su amigo, que se había paralizado y toda la confianza que había conseguido lograr para poder hablar con Marinette se había evaporado. Era obvio, le gustaba, Nino llevaba tanto tiempo intentando algo con la aspirante a diseñadora que no podía dejar que primer intento se fuera por un tubo. Claro que, no estaba seguro en su totalidad de que a Nino le gustaba Marinette. Lo más seguro, era que estuviera enamorado de Alya.
Por mucho que los celos le provocaran un dolor de cabeza y corazón.
—Sí, Marinette— todos giraron sus cabezas para verle. Incluso él se sorprendió de su intrusión. — Su experimento fue muy interesante y me...nos— corrigió, abrazando a su amigo por los hombros—gustaría que nos explicaran con mayor detalle, si pueden, claro está.
Alya le dio un fuerte codazo que le sacó el aire. Eso sólo la ponía más nerviosa.
—Eh, claro, sí, ¿cuándo?— balbuceo, mientras ambos muchachos mantenían esa extraña expresión facial de lunáticos. Pese a eso, el modelo seguía viéndose impecable.
— ¡Hoy mismo!— volvió a gritar Nino, mirando el techo como si su vida dependiera de ello. Alya se dio un golpe en la frente, exasperada.
—Bien, pues allá nos vemos— los cortó la chica de anteojos, jalando a Marinette muy lejos de ese par.
Ya una vez fuera del colegio, Alya la detuvo. Estaba en una especia de trance.
—Marinette, dime una cosa.
— ¿Qué...?
— ¿Habías tenido novio antes?
— ¡Nunca!— exclamó con vergüenza, cubriéndose la cara, Alya le dio unas palmaditas. — ¿Es tan obvio que no sé cómo tratar esa clase de situaciones?
—Más que obvio, diría que tu rareza y la de esos dos se mezcló— bromeó su amiga, con una amplia sonrisa aperlada que resaltaba en el rostro moreno. — Ahora, debemos entrenarte.
— ¿Entrenarme?
—Para sobrevivir a esta cita.
— ¡Cita! ¡Válgame!— Marinette se veía realmente asustada. Recordó sus encuentros de todas las tardes con Chat, pero no contaban como cita, en especial porque eran sólo amigos, así que los nervios aumentaron— ¡No sabía que tenía una cita en la agenda! ¡No sé cómo actuar en una!
Alya se dio un face palm.
— ¿Crees que ellos realmente querían hablar del experimento?— preguntó incrédula, Marinette asintió. — ¡Necesitas ayuda urgente!
—Me haces sentir como una ignorante, Alya.
—En cuanto a chicos, lo eres.
...
— ¿Debo sonreír todo el tiempo?
—Sí, pero no demasiado.
— ¿Debo reírme de cada cosa que digan?
—Con moderación.
— ¿Por qué debo hacer esto?
—Bueno, se supone que es para llamar la atención de ellos ¡Para empezar! ¿Quién es el que te interesa a ti?
—Ninguno, no realmente.
—Genial, entonces olvida todo y sé tú misma.
— ¿Ser yo misma?
—Sí, ahora, prepárate, porque allá vienen. — Ambas se encontraban sentadas en la heladería del centro, justo frente a la majestuosa Torre Eiffel. Ya había ordenado unas malteadas y cada una bebía con lentitud de su copa. Tal vez no debía terminar como una cita con intereses románticos, tal vez podían iniciar a ser amigos reales.
Porque sujetar un paraguas no contaba realmente como el inicio de una amistad. Por mucho que Marinette quisiera.
— ¡Hola!— saludaron ambos, sentándose frente a ellas. Marinette sonrió, ya más calmada. Tener a Alya junto con ella era de mucha ayuda.
— ¿Todo bien?— saludó Alya, mientras Adrien llamaba al mesero para que trajera las cartas. Nino asintió con nerviosismo, huyendo de la mirada aceitunada de la chica.
—Sí, gracias de todas formas.
Los cuatro permanecieron en silencio.
—Bueno...— inició Adrien— seré sincero. —Ambas amigas se sujetaron las manos debajo de la mesa. —Me encanta esto— confesó, con humildad— nunca antes había tenido amigos ni mucho menos ido a tomar un simple helado con ellos. Gracias.
Esto tomo por sorpresa a ambas. Algo se movió dentro Marinette, no era conmoción, ni lástima, era algo diferente. Algo que esos ojos esmeraldas transmitían; podía ser paz, o podía ser ternura. Todo era posible.
—Entonces, debemos brindar por ese honor— celebró Alya, elevando la copa de su malteada. Los demás la imitaron. La tarde no estaba siendo tan extraña como los cuatro esperaban. — ¡Por ser uno más!
— ¡Por ser uno más!— repitieron Nino y Marinette al unísono. La sonrisa que ese día apareció en el rostro de Adrien Agreste no volvería a desaparecer mientras alguno de esos tres estuviera a su lado.
Ese fue el inicio de una cadena de hilos que se unieron para fortalecer el vínculo inexplicable en aquellas dos parejas de amigos tan diferentes y a la vez tan similares. Todo lo que ambas amigas habían planeado quedó muy en el fondo del bote de basura.
El resto del tiempo, transcurrió entre bromas y anécdotas, hasta que al final cada uno sentía como si se hubieran conocido de toda la vida. Nino y Marinette llevaban ya tiempo en la misma clase, pero siempre era interesante volver a contar cosas que se olvidaban.
Alya era de Italia, y le había costado mucho entender el francés. Su más grande ambición: Convertirse en reportera.
Nino era dj desde muy chico y planeaba realizar una gira por toda Europa cuando creciera.
Adrien había iniciado en el mundo del modelaje a la edad de tres años, y desde entonces se volvió su pasión; su madre había desaparecido hace unos cuantos años. Todos le prometieron apoyarlo.
Y Marinette, la única que hija del matrimonio Dupain, contrario al pronóstico de su familia, no desarrolló un amor por la cocina (aunque era muy buena también) sino por el mundo de la moda y el diseño. Aunque, por supuesto, Adrien ya lo sabía, no en vano Chat Noir era el mejor amigo de la chica.
Cuando todos terminaron de almorzar, decidieron dar un paseo por el parque frente a la torre, abarrotado de parejas y familias que disfrutaban de una tarde de jueves.
Alya y Nino se habían retado respectivamente para ver quién era capaz de conseguir más "likes" en sus respectivas páginas de Facebook, así que ahora sus respectivos amigos se encontraban persiguiéndolos por todo el lugar.
Marinette se rindió en el cuarto de hora, sentándose de plano en el suelo. Alya corría tan rápido, que ahora comprendía porque a Ladybug se le había hecho tan difícil atraparla como LadyWifi. Al poco rato, Adrien se unió a su lado y sin necesidad de palabras ambos miraron en dirección a la punta de la torre, donde el sol jugaba con el contraste de colores y sombras.
—Así que, ¿la efervescencia dónde más puede encontrarse?— Marinette volteó a verle, él sonreía con timidez. No sostuvieron la mirada por mucho tiempo, porque los ocelos celestes de la chica no pudieron permanecer en ellos.
—Mmmm, me pones en aprietos— admitió, risueña. — Que yo recuerde, en el agua oxigenada, cuando entra en contacto con la herida, por ejemplo.
—Y también en la levadura, ¿verdad?— Adrien se acercó un poco a ella. No podía olvidar todos esos momentos que había vivido junto a ella en el poco tiempo que llevaba de conocerla, tanto como el Agreste de renombre, como Chat Noir, el héroe nocturno.
—Exacto— confirmó, mientras manchas rosadas crecían cada vez más en su rostro. Adrien la conocía mejor siendo Chat, así que sabía perfectamente cómo ponerla nerviosa. Jugaría un rato. No con malas intenciones, claro, solo para molestarla.
—Y en los humanos— su mano se rozó "accidentalmente" la de la chica, que dio un pequeño brinco, incómoda.
— ¿Por qué lo dices?— preguntó en apenas un pequeño murmullo inseguro. Adrien retrocedió, mientras la sonrisa típica y felina que caracterizaba a Noir se dibujó en su rostro.
—Tengo una teoría, que consiste en que si dos personas tienen cierta química, lo que produce el cosquilleo en el estómago no son las mariposas (a las cuales odio) más bien es efervescencia, burbujas ligeras que brotan de nosotros conforme el sentimiento se identifique. Cuando el amor es tanto, salen por los ojos, por los labios...— Marinette abrió los ojos de asombro, esa era su teoría. El rubio volvió a acortar la distancia, y por primera vez, su mirada se perdió en los carnosos labios de su compañera de clases.— Por desgracia— continuó, volviendo a la realidad— no todos experimentamos esto hasta encontrar a la persona adecuada. Cuando la encontramos, poco a poco se van agregando cucharadas de bicarbonato en nuestro volcán interno, el amor se vuelve el detonante, la llama se enciende, el proceso inicia. Cuando empiezas a sentir la primera burbuja, estás perdido.
—Por eso debemos de alejarnos de personas que tengan un aliento gélido— musitó la chica, acalorada.
—Exacto, aunque yo dudo mucho que tú alguien día puedas encontrar alguien así. Marinette, tú tienes la llama más viva que he conocido, es imposible que alguien pueda apagarla. — Su mirada se iluminó, al igual que el cielo que comenzaba a teñirse de un cálido color anaranjado. –Cualquiera que pueda provocar ese efecto en ti, debe ser muy afortunado.
—Lo...lo mismo digo...
Lo único que ambos no sabían, es que la primera burbuja comenzaba a brotar con lentitud cada que intercambiaban palabras.
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¡Buenos días/tarde noches!
Al igual que la serie, los capítulos no tienen orden cronológico ;) Pero creo que es evidente.
Estrellitas y comentarios son bienvenidos, muchas gracias por leerme.
Bye, bye, pequeñas mariposas <3
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