Amistad.
Amistad.
Relación de afecto y confianza que se establece entre personas sin ser familia.
Volviéndose una.
— ¡Me estás aplastando!
—Ash, ya deja de quejarte. ¡Soy yo la que no tiene ni para donde moverse!
— ¡Ah, chicas, estoy muy emocionada! ¡Alí prometió sacarme a bailar!
—Qué bueno, Rose. ¡Argh, Alix, deja de pegarme!
— ¿Dónde está Juleka? ¡Debía traer los accesorios!
— ¡Aquí estoy! Lo siento, pero la mamá de Marinette me ofreció un pedazo de pastel y no podía negarme.
—Ups, lo siento por eso.
—No te disculpes, fue delicioso.
— ¡Bueno, bueno! ¿Y la música? ¿Ya la lleva Nino?
—Sí, por eso no se preocupen. Nosotras debemos llevar los bocadillos...Myléne, ¿has visto mis zapatos?
—Están junto al tocador.
El cuarto de Marinette estaba trabajando a todo lo que daba.
Las chicas se movían de un lado a otro, vistiéndose, maquillándose, peinándose o revisando simplemente los preparativos del baile. Todas, sin excepciones, estaban hechas un manojo de nervios. Por fin, después de largos años de estudio y dedicación, lograrían graduarse. Sería su último baile como compañeras.
Debía ser totalmente perfecto.
Por esa razón, Marinette y Alya habían organizado una pequeña reunión para poder arreglarse todas juntas. Se habían tomado cariño. Las dos mejores amigas se miraron con melancolía. Irían a diferentes universidades, sus vidas tomarían diferentes caminos.
Cada una, con su diferente estilo, posaba ante el espejo con sus vestidos de gala. Incluso Alix, que a regañadientes y de mala gana, se ajustaba los tirantes de su vestido negro.
— ¡Se ven preciosas, chicas!— gritó Rose, con ojos soñadores. Tenía un vestido largo, que se degradaba de un morado a un rosa pastel y parecía toda una princesa de cuentos. — No puedo creer que hoy sea el día.
Marinette sonrió, colocándose un brazalete. –Tú también te ves preciosa, Rose.
— ¿De verdad? ¿Crees que a Alí le guste?
— ¿Es broma? ¡Ese príncipe caerá rendido a tus pies!— Rose se abalanzó contra su mejor amiga, Juleka, mientras ambas reían. La chica de cabello purpureo tenía una especie de kimono corto con mangas de encaje, diseño original de Marinette. — No puedo creer que lleven tanto tiempo siendo "sólo amigos". Si yo fuera él— la gótica se ruborizó— ya habría dado el siguiente paso.
—A veces las cosas así pasan. — Intervino Alya, mirando de reojo a Marinette, que de inmediato captó la indirecta que se aproximaba. La morena contoneaba las caderas con picardía y coquetería, a modo de burla; su larga melena cobriza brillaba con cada movimiento. — No importa lo mucho que una insista, hay quienes transpiran la palabra "me gustas" y aun así siguen más ignorantes que un niño en el tema, ¿no crees, Marinette? Además ya le besaste, ¿qué esperas?
—Ja, ja. Muy graciosa— rió con ironía la aludida. El resto de sus amigas rieron ante sus gestos. Cada una de ellas había intentado, por al menos una vez, ayudarla con Adrien, pero Marinette se reusaba. –Mejor hablemos sobre Myléne e Iván.
La jovencita rubia, que se había quitado sus mechas para la ocasión, escondió la cabeza entre su estola afelpada. Alix, la más cercana a la chica, le dio unas palmaditas en la espalda.
—No hay nada de qué hablar.
— ¡Claro que lo hay! Son tan lindos juntos...— suspiró Rose, todavía abrazada de Juleka. — ¿Es verdad que se irán al mismo colegio?
—Bueno... Sí, él quiere que nos tomemos más en serio nuestra relación.
— ¡Eso es muy dulce!— Myléne sonrió con timidez.
—Basta de hablar de mí, mejor hay que ayudarte, Mari.
— ¿Ayudarme?
—Todas ya tenemos maquillaje y peinado, menos tú— acotó Alya; las demás asintieron, respaldando su comentario. —No creerás que te dejaremos ir al natural y con dos coletas ¿o sí? ¡Es tú noche!
—Apoyo a Alya— terció Alix, jugueteando sus rizos fucsias. Habían tardado media vida en convencerla de arreglarse. –Debes ser la estrella. Y ese vestido rojo merece ser el centro.
— ¿Lista para la transformación?
<...>
— ¡Bro, pásame el moño!
— ¡Jajaja! ¿Qué nerd usa moño, Max?
— ¡Pues yo! No me gustan las corbatas.
—Ten, aquí tienes. Si quieres quédatelo, yo prefiero las corbatas.
—Gracias, Adrien.
— ¿Creen que las chicas lleven pareja?
—Nino, ¿por qué en lugar de preguntarnos a nosotros no invitaste directamente a Alya?
—Yo no sé... ¿Y tú por qué no invitaste a Alix, eh?
—Porque no soy hombre de una sola chica, hermano.
—Por favor, Kim, es obvio que ella te interesa.
—Me interesan muchas chicas, Iván.
—Oigan, ¿y por qué nadie invitó a Nathaniel?
—Yo sé, es que a Adrien no le agrada.
— ¿Qué? ¡Claro que no!
—Claro que sí, es obvio que es tú rival para conquistar a Marinette.
—Ella no me gusta...
— ¡Pero si ya se han besado!
—Sí pero no me gusta...
Todos voltearon a verlo con cara de: "¿En serio?"
Adrien enrojeció.
Incluso el serio de Iván se unió a las bromas.
Los muchachos se encontraban en el cuarto de Adrien. Algunos seguían arreglándose y otros jugaban en las múltiples máquinas de videojuegos que se encontraban en el cuarto. Otros, como Kim y Nino, tenían latas de refresco vacías alrededor de ellos. Estaban esperando a que el reloj marcara las ocho, para pasar por las chicas.
Se encontraban nerviosos, pero nada lo haría evidente. Y tampoco, nada haría evidente el maquiavélico plan que tanto los chicos como las chicas tenían pensado para unir por fin a Marinette y Adrien.
—Creo que es hora de irnos, ¿no creen? Nos matarán si por nuestra culpa llegamos tarde. — Comentó Nino, arrojando su tercera lata al bote de basura.
—Sí, concuerdo. La noche es larga.
<...>
— ¡Marinette!— gritó su padre. — ¡Ya llegaron sus compañeros!
Intercambiaron miradas.
— ¿Listas?— Alya extendió su mano al centro, con una amplia sonrisa. Las demás no tardaron en poner sus manos con entusiasmo. — Es la noche, ¿de acuerdo?
Formaron una fila y se deslizaron con calma por la escalera, Marinette iba última.
—Tranquila, amiga, estás brillando. — La animó Alya, que iba delante de ella.
—No brillo, estoy sudando. — Susurró la azabache, moviendo sus manos con nerviosismo. Alya se contuvo para no soltar una carcajada.
—Estás bellísima, es el punto.
Marinette pasó saliva.
Los muchachos las veían bajar con la quijada completamente abierta. Sí, se habían esmerado demasiado. La diseñadora no pudo evitar buscar la mirada esmeralda del rubio, que estaba mirándola tan fijamente que no sostuvo la mirada por tanto tiempo como hubiera deseado.
— ¡Se ven todos maravillosos!— aplaudió Sabine, la mamá de Marinette, tomando fotografías. El matrimonio no podían dejar de sonreír.
—Gracias, señora Cheng.
—Tomaremos algunas fotografías, ¿de acuerdo? No puedo creer que niñita y sus amigos estén creciendo. — Marinette se sonrojó.
— ¡Papá!
—Bueno, bueno, chicos, ¡posen!
Se divirtieron mucho tomando las fotografías; Adrien les daba consejos para que la iluminación favoreciera, al igual que otras sugerencias. Los padres de Marinette no podrían encontrarse más felices y encantados.
—Okey, chicos, es todo. No se preocupen, mandaremos los bocadillos a eso de las ocho y media, ¿de acuerdo? Mucha suerte.
— ¡Gracias!
—Y bien, ¿nos vamos?
<...>
El gimnasio de la escuela estaba casi irreconocible.
Había que admitir que Chloé y su séquito se habían lucido y no habían escatimado en gastos.
De hecho, estaba tan bonito, que prácticamente habían reconstruido el lugar. La hija del alcalde merecía lo mejor de lo mejor. Sus compañeros habían declinado de hacer el baile en otro lugar, pues la melancolía y los recuerdos los ataban a aquel colegio donde tantas cosas habían vivido juntas. Por esa razón, Chloé tomó las riendas y se convirtió en la organizadora. Muchos pensaron que por vanidad, pero la rubia quería dejar un recuerdo bueno de ella a sus compañeros. Aunque, claro, nadie sabría esto último.
Los estudiantes de último año se arremolinaban en la entrada del lugar, esperando para llegar elegantemente tarde al evento.
Una limosina atrajo la atención de los presentes. El guardaespaldas de la familia Agreste abrió la puerta y poco a poco y con ayuda, los chicos y chicas fueron bajando del vehículo. Chloé se abrió paso a empujones entre la multitud, que gritaba emocionada como si celebridades fueran a desfilar por la famosa alfombra roja de Hollywood, aquel lugar americano del que tanto hablaban.
—Wow, ¿ellos son...?— Preguntó la pelirroja, mientras la mirada alegre de Marinette se topaba con la de Chloé.
—Sí, Sabrina, —la ojiazul bajó la vista, acalorada—vámonos. Esta gente es muy exagerada.
Marinette saludaba en todas direcciones, nerviosa. Por esto mismo, tropezó con sus propios pies.
— ¿Estás bien?— Adrien la sujetó del brazo, evitando que cayera. La adolescente sonrió con nerviosismo.
—Sí, muchas gracias.
—Por cierto, no había tenido la oportunidad de decírtelo pero...
— ¡Marinette, Adrien, avancen!— Lo interrumpieron sus amigos.
—Creo que será luego. — Suspiró el rubio, encogiéndose de hombros. Marinette también suspiró. Esta noche sería la última oportunidad que tendría.
Alya la abrazó por un lado, mientras entraban al gimnasio. Después de este día, ya no volverían a pisar ese recinto. Debía ser fuerte, y si el destino no quería que tuviera algo con Adrien Agreste, pues así sería.
Entusiasmados, el grupo se aproximó a apartar una mesa, que tenían finos manteles tornasol. El príncipe Alí llegó, en compañía de su hermana, Lila. Rose prácticamente brincó de la mesa para recibirlo con un abrazo. Ya se habían acostumbrado a la presencia del príncipe, que había pedido un intercambio a su colegio y ser tratado como cualquier otro chico. Con gusto, les abrieron un espacio a los hermanos. Lila, pese a no ser muy amigable con todos, tenía una tenue sonrisa. La morena decidió sentarse junto a Marinette, la única a la que podía considerar su amiga, pues después de que todas sus mentiras se dieron por descubiertas, el resto del instituto no le habló tan bien como esperaba.
— ¿Pueden creerlo? Nos graduamos, somos universitarios— celebró Kim, levantando una copa con champán.
—Técnicamente, nuestra graduación es en una semana. — Lo corrigió Max. Kim rodó los ojos.
—Sí, pero se entiende el punto.
—Chicos, chicos— canturreó Alix, bebiendo otro poco de champán. — ¡Hay que divertirnos! ¿Nino ya está instalando su equipo?
—Sí, vendrá en unos minutos. Lo ayudarán algunos de sus discípulos de primero— informó Adrien.
—"Discípulos" ¡Que palabras tan curiosas usan los franceses!—comentó el príncipe Alí.
— ¿Ya te has acostumbrado al idioma?— preguntó Marinette. Juleka miraba con el ceño fruncido al inocente príncipe.
—Pues, un poco. Mi hermana me ayuda.
Todos guardaron silencio. Lila se movió inquieta en su asiento, ante la mirada de desprecio de los dos deportistas que no la toleraban.
— ¡Miren, ya llegó la comida!— gritó Alya a la desesperada para romper la tensión.
Y en efecto, los padres de Marinette entregaban bandejas cargadas con bocadillos a los meseros que Chloé había contratado para la ocasión. El rostro de Adrien se iluminó al ver la gran bandeja croissants que se aproximaba a su mesa.
—Sabía que son tus favoritos— susurró Marinette con confidencialidad. Adrien estaba sentado junto a ella. –Así que creí que estaría bien pedir algunos.
—No puedo creer que lo recordaras.
—Eres mi amigo, ¿por qué no lo haría?
"Friendzone" pensaron todos. Todos menos Adrien, que sabía lo importante que era entre ellos dos la palabra "amigos".
<...>
— ¡Y entonces Kim decidió declárasela a Chloé!— Todos en la mesa rieron. Recordaban perfectamente aquel día.
Cada uno contaba experiencias graciosas que habían vivido a lo largo de la secundaria. Kim y Alix no dejaban de competir entre ellos. Algunos, bromeaban al contar sus motivos y experiencias como akumas, pues casi todos en la mesa habían provocado más que un dolor de cabeza en los superhéroes de París. La botella de champán estaba totalmente vacía.
— ¡Yo fui el akuma más fuerte!— Iván, que rodeaba a su novia con los brazos, no dejaba de presumir ese hecho. — ¡Y el primero!
— ¡Pero yo fui la más genial!— Alegó Alya, moviendo su celular a modo de evidencia. — Aunque, he de admitir, el akuma de Mylene fue fabuloso. ¡Venga ya, eso de ser un monstruo es súper cool!
El modelo y la diseñadora sonreían en silencio, recordando esas batallas.
— ¡A mí siempre me gustará más el mío! Era tan gracioso verlos caminar a ustedes, chicos, en tacones.
—Ni siquiera hables de eso, Juleka, es humillante. — Bufó Max. — Pero, si se me permite presumir, ninguno de ustedes tuvo un robot gigante.
—Pero yo viajé en el tiempo, que es mucho mejor...
— ¿Saben chicos? Los quiero. — El grupo miró a Rose, que tenía los ojos cristalinos.— No sé qué haré si no los veo.
—Rose, siempre seguiremos siendo amigos. ¿Verdad? Nada podrá quitarnos todos estos años juntos.
— ¡Por supuesto! Esta noche, somos jóvenes, así que vamos a incendiar el mundo, podemos arder brillando más que el sol.
<...>
— ¡Ven, vamos a bailar!— Alya sacó a Nino de la mesa, jalando a la pista. "We are Young" de la banda estadounidense Fun, estaba sonando en ese preciso momento. El resto de la pandilla los siguió. Excepto Marinette y Adrien, que intercambiaban miradas y sonrojos por lo que podía parecer una eternidad.
No I know that I'm not all that you got
I guess that I, I just thought
maybe we could find a ways to fall apart
But our friends in back
So let's raise a toast
Because I found someone to carry me home
La pista estaba repleta de cuerpos sudorosos, vestidos ondulantes y sacos que se alzaban en el aire. Luces brillantes, pista candente, adolescentes soñadores. La combinación perfecta.
— ¿Te gustaría bailar? – Marinette volteó, sorprendida. Adrien rascó su nuca, inquieto. Esa mirada azul lo noqueaba por completo. Su compañera estaba tan hermosa, tan radiante...que podría besarla...
—Me encantaría.
Sus amigos los recibieron con gritos alegres en la pista. Y se fundieron con la canción.
Tonight, we are young
So let's set the world on fire
We can burn brighter than the sun...
<...>
—Chicos, ¿listos para el plan?
—Sí.
—Perfecto. Nino, ya sabes que hacer. — Nino guiñó un ojo se marchó al puesto de dj. — Alix, Kim, su turno. Myléne, Iván, Rose y compañía, encárguense de que no se marchen de la pista. –El resto del equipo se marchó a cumplir su tarea. —Kim, por favor, no te propases tampoco.
—Lo tengo todo controlado, Alya, no te preocupes.
— ¡Y ahora, amigos, un baile lento!— Los altavoces dejaron de vibrar y todas las parejas se tomaron de las manos. Marinette y Adrien se miraron sin saber muy bien que hacer.
— ¿Quieres ir a sentarte...?
—Por mí no hay problema.
Los dos intentaron marcharse, pero estaban atrapados.
— ¡Hey, Kim, te reto a que beses a Marinette!— vociferó Alix, lo suficientemente alto para que Adrien escuchara.
No, no podía hacerlo, no se atrevería. No.
Sería solo cuestión de tiempo para que Adrien explotara.
—Trato.
El atleta se abrió paso entre las parejitas, hasta llegar a donde el rubio y la azabache se encontraban. Tomó a Marinette por los hombros, ante la mirada de odio del modelo....Y, la besó.
Los ojos de Marinette se abrieron de la impresión. Los labios de Kim eran salados. No le gustaba para nada. Pero estaba congelada, paralizada, no podía quitárselo de encima.
El beso duró apenas cinco segundos ¿Por qué? Porque Adrien apartó de un golpe a Kim, dejándolo tirado. El resto de sus compañeros parecían ajenos a la situación. Sus amigos, se acercaron, encerrándolos todavía más.
— ¡Ella es mía, estúpido!
Y en efecto, había explotado.
Marinette se habría desmayado de ser posible.
— ¿Adrien?
—Marinette, yo...Bueno, es que tú...—Adrien se cubrió la cara, avergonzado. — ¡Me gustas! Y no tolero que Kim te haya besado... ¡Ya, lo dije! Entiendo que no quieras nada conmigo, lo entiendo.
—Adrien.
—Pero es que no me atrevía y ahora ya lo sabes, y me encantas ¡RAYOS! ¡ME FASCINAS! Aunque es obvio que solo me consideras un amigo. — El joven comenzaba a ponerse más rojo con cada palabra, y pequeñas gotas de sudor frío se perdían en su cuello.
—Adrien.
— ¡Y comprendo que no te gustaría andar con un tipo celoso...!
—Adrien, cállate. — La chica se acercó al rubio y le apartó unos cuantos mechones dorados de la cara. Era como si un sueño se estuviera volviendo realidad. — Tú también me gustas.
— ¿Te gustaría ser mi novia?
—Me encantaría.
Adrien sonrió. Tomó a Marinette de la cintura, y sin pedir permiso, unió sus labios por segunda vez. Sólo que la diferencia era, que ahora ambos ya no ocultaban sus sentimientos.
—Lamento haberte tirado, Kim. — Se disculpó el modelo, ya de la mano de su novia. El atleta se encogió de hombros. Juleka le había dado una bolsa de hielo para el golpe que se hacía cada vez más evidente en su rostro.
—Tranquilo, hermano, lo tenía todo planeado. Si no lo hacía, ¿cuándo le hubieras declarado tus sentimientos? – Alix y Kim se dieron codazos aprobatorios.
—Créanos, estuvimos esperando que esto sucediera desde hace mucho. — Dijeron casi todos al unísono.
— ¿Sabes? Estoy muy feliz de tener amigos como ustedes.
<...>
— ¿Qué te dije? Soy perfecta uniendo parejas. – Nino besó la cabeza de Alya. La pandilla estaba celebrando camino a casa. Marinette y Adrien no se habían soltado ni un segundo. Nino suspiró.
Al fin y al cabo, el primer amor sería eso, una ilusión. Las ilusiones no se cumplían para todos. El moreno miró a Alya, tan inteligente y alegre...Sí, una buena nueva ilusión.
—Sí, lo eres.
<...>
<"Marinette y Adrien merecían tener una vida juntos. Lo merecían más que nadie en París. Eran esa clase de parejas que sabes que estarán juntos desde el primer momento. Su amor... ¡Tan palpable! Estamos seguros de que fueron felices cada segundo que pasaron unidos.
Ella era nuestra compañera de clases. Y también nuestra amiga.">
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¡Hola!
Me ha gustado mucho imaginarme el último baile de estos muchachos <3
Ya saben, estrellitas y comentarios son bienvenidos.
¡Bye, bye, pequeñas mariposas!
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