"Last Dance"

"Podemos tratar de evitar que el amor se desvanezca, porque todos tenemos razones para irnos."



—Gracias —mencione en cuanto el mesero me indico en dónde sería que me sentaría junto a mi esposo... si es que todavía puedo llamarle de ese modo.

Me acomode en la silla y solté un suspiro, dos documentos estaban sobre la mesa, a un lado de los cubiertos de mi lado derecho, allí guardados esperando, él traería la pluma, el elemento faltante para ahora tener lo que hemos querido desde hace un par de años, el divorcio.

Lo que nos insisto, ni siquiera puedo recordarlo, las discusiones siempre han estado presentes al igual que los buenos momentos que ambos pasamos juntos como una pareja, como toda pareja, pero, ¿por qué ahora me encontraba aceptando la decisión que habíamos tomado? Trague grueso, ¿qué es lo que pasaría en el futuro? Dejé de mirar los papeles, mis ojos se sintieron totalmente atraídos ante la llegada de alguien, leí sus labios, casi podía escucharlo decir mi nombre, y allí estaba ahora, sus ojos oscuros y brillantes me enfocaban, y fue allí cuando caí en cuenta de que en ese preciso momento, todo, absolutamente todo, estaba como el día en que lo conocí...

Fue en abril, en un día lluvioso y con demasiada humedad en el ambiente, había entrado al mismo restaurante, el Blue Cardenal, pedí una mesa, quería comer algo y refugiarme de la lluvia, ese abril de hace ya más de cuatro años se quedó en mi memoria por completo, nunca pensé que se quedaría, no tendría relevancia, pero la llegada de él, hizo que todo el recuerdo se plasmase como uno de los más importantes de mi vida.

Seokjin paso por esa puerta, sus cabellos estaban levemente mojados, pero el libro en sus manos estaba casi por completo empapado, tengo la mala manía de querer ver lo que los demás leen, me encanta hacerlo, y ahora no solamente estaba interesado en el libro, sino que también en la persona que lo llevaba en sus manos, él pidió una mesa no muy lejana a la mía, ni siquiera estábamos tan lejos, sólo una mesa a la derecha y eso era todo, me quedé por varios minuto viéndolo hasta que el mesero me pregunto lo que deseaba ordenar.

—Nam —su voz me dejo a medio recuerdo de aquel abril, observe como tomaba asiento y soltaba un largo suspiro para después acomodar la servilleta de tela sobre sus piernas, siempre tira comida, más cuando conversa—, ¿traes los papeles en orden?

—¿Me crees un desordenado? —él me miro entrecerrando sus ojos y alzando una ceja, sí, soy algo desordenado—. Traigo todo en orden, el abogado dijo que todo estaba aquí —palmee los documentos a mi lado a lo que él sonrió satisfecho por mi comentario.

Sus ojos comenzaron a viajar por todo el lugar, el restaurante no había cambiado mucho, de hecho, hace seis años que frecuentamos este lugar, siempre en abril, que fue el mes en que nos conocimos, y el dieciséis de diciembre, que fue el día de nuestro aniversario de bodas.

—Pareciera que sigo viviendo en una película con el mismo escenario —comento—, esté lugar parece que, con el tiempo, no cambia para nada.

Solté una risa ante eso, él me sonrió de regreso, el lugar es enorme, inclusive tienen su espacio para que las parejas puedan disfrutar de un pequeño baile antes de la comida o después, dependiendo del humor de cada quien, se encontraba en la parte alta del restaurante, siempre tenían música clásica, valses alegres y llenos de la energía necesaria para atraparte a la pista.

—Tienes razón —comente—, además, jamás creí que este lugar vería el comienzo y fin de nuestra relación —el silencio se hizo presente entre ambos, en el lugar solamente se podían escuchar el choque de los cubiertos contra la cerámica de los platos, y las conversaciones a nuestro alrededor, nos mirábamos a los ojos, esperaba que él dijese algo que podía hacerme reír o no, pero para la fortuna de él, el mesero llego a preguntar por nuestra orden.

Sin quererlo, habíamos pedido lo mismo que hace seis años, pareciera que el destino nos estaba despidiendo de manera correcta, no entendía exactamente el porqué de estas acciones, y quería llegar a lograr hacerlo de algún modo, Seokjin pidió una ensalada acompañada de langosta recién hecha, mientras que yo pedí el platillo del día, que por casualidad, era bibimbap, cuando el mesero se retiró con nuestras ordenes nos miramos para después soltar una risa.

—Pareciera que nos pusimos de acuerdo —comento Seokjin sin dejar de reír—, dime ¿acaso le pediste al chef que hiciera lo que tanto nos gusta para el día de hoy?

—No, quizás el destino no quiera que nos vayamos rápido de esté lugar.

Dejamos de reír para después pasar de nuevo al silencio, que por más que fuese algo largo, jamás se hacía incómodo para ambos, era esa clase de silencio que sabes es auténtico, esa clase de momento que te hace pensar que estás en el lugar correcto con la persona correcta y que no lo quieres cambiar por ningún motivo, así es como me sentí la primera vez que converse con él.

—¿Firmaremos eso al final de la comida? —la pregunta de Seokjin me saco de mis pensamientos para mirarle.

—Sí —asentí—, primero hay que disfrutar de esta ultima cena juntos ¿no?

—Estoy en total acuerdo contigo, mi querido Nam —comento, de nuevo sonrió, parecía contento, y yo... no sabía cómo sentirme al respecto.

Hace dos años, dos meses antes de nuestro aniversario, él apareció saliendo de la cocina con una copa de vino, y menciono como sugerencia el divorcio, al principio no lo comprendí, después de la celebración de otro año juntos como esposos, hablamos en la noche, recostados en nuestras camas, hablamos durante horas bajo la oscuridad de la habitación, dándonos la espalda como ya lo habíamos hecho durante un año, me comento nuestras acciones anteriores, reímos por los buenos momentos que habíamos pasado, hablamos de los libros que nos gustaba leer ambos, y llegamos a un punto en que nos percatamos de que las cosas tan sencillas y complicadas que hacíamos él uno por el otro, se habían esfumado como la estela de vapor de una taza de té caliente.

Fue en aquel momento en que me quedé pensando cada vez más y más en la sugerencia de Seokjin, fue en una noche después de ver una película de zombies de muy mala calidad, que le comenté que deberíamos ir y tramitar el divorcio, él mastico las palomitas de maíz dentro de su boca y no se negó, de inmediato dio un asentimiento, y ambos seguimos viendo la película sin darle más importancia al asunto.

Las caricias se acabaron, las sonrisas estaban, pero ya no era lo mismo, quizás el amor se había ido sin que nosotros nos diésemos cuenta al instante, era extraño, tan extraño que me hubiese encanado inclusive tener una terapia de pareja para saber lo que a él y a mí nos molestaba, pero no había nada que nos molestase, lo sabía, teníamos nuestra rutina, rompíamos con ella varias veces, nos divertimos juntos, pero quizás... no éramos la persona que queríamos que estuviera con nosotros para toda la vida, y de eso apenas y logramos ser conscientes.

La comida fue esfumándose de nuestros platos con el paso de los minutos, hablamos del trabajo, de las situaciones que vivimos y de lo que nos gustaría hacer en un futuro, él quiere viajar fuera de Corea, quiere ir por unos meses a Londres, le comente que es un lugar bonito que le gustará estar allí por ese lapso de tiempo, yo le comente que me quedaría aquí en Seúl, no tengo nada importante que hacer, pero le dije que también me tomaría un mes de vacaciones, quizás para olvidarle un poco, o quizás solamente para permanecer con su recuerdo vivo por esos días.

—Recuerdo —comento después de que me hubiese platicado de como su amigo se había caído de su asiento en su trabajo—, cuando me llevaste arriba —dijo mientras señalaba la parte de arriba del restaurante—, ya sabes, en donde bailan —asentí—, te pise como quince veces...

—Pues que yo recuerde fueron más de veinte —soltó una risa al escucharme decir eso—, no dejabas de disculparte por cada vez que pisabas los dedos de mis pies.

—Sí, salimos del restaurante después de eso, y tú dijiste que haber si lograbas caminar a casa porque ya no sentías que podías pisar más —reímos ante aquellas palabras, el recuerdo sigue marcándose, recordándonos lo bueno que fue conocernos aquella vez.

A mis oídos llego la música, un nuevo vals estaba por comenzar, mire a Seokjin quien estaba concentrado en su copa de vino, dándole pequeñas vueltas a la copa para que el líquido se moviera en su interior, mire los papeles sobre la mesa, por mis pensamientos paso una idea, en abril bailamos, en abril nos conocimos, hoy es el último día de abril, y estamos a punto de divorciarnos, así que... ¿por qué no un último baile?

Me incorpore, levantándome y empujando la silla hacia atrás en el movimiento, él me prestó atención no sabiendo lo que estaba a punto de hacer, entonces camine para acercarme a él, y fue allí cuando le extendí mi mano, como una invitación, como aquella vez que le invite a bailar.

—¿Qué se supone que intentas? —me pregunto.

—Ya que cuando termines ese vino vamos a firmar los papeles —dije y él dio un asentimiento—, ¿qué te parece bailar conmigo? Haremos que ese vino dure un poco más.

Seokjin me regalo una sonrisa.

—A veces pienso que estás loco, ¿quieres que te lastime los pies de nuevo?

—No me importa eso —dije para después sonreírle—, ¿me concedes este último baile?

Él soltó un suspiro, miro primero hacia los papeles sobre la mesa, y después me miro a mí, sin rechistar me concedió su mano, y yo la tome, ambos no dudamos en ir hacia la parte de arriba del restaurante, escuchando como la música iba aumentando al igual que las conversaciones a nuestro alrededor.

En cuanto logramos subir el último peldaño de las escaleras, nos encontramos con varias personas bailando en la pista de baile entre risas y comentarios, disfrutando de la música, de inmediato nos adentramos para ser parte de ellos, nos posicionamos y comenzamos a movernos al ritmo de aquella melodía que sonaba bajo el toque del piano y el violín chelo.

Fue como viajar al pasado, pero esta vez no hubo pisadas, si no que nos concentramos en bailar, en disfrutar de la música y del último día de nuestras vidas unidas, seguimos paso a paso, mientras que la música se apoderaba de nuestros cuerpos, este es nuestro último baile, lo sé, pero lo disfrutamos hasta la última nota.

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