—Y eso fue lo que pasó, ya han pasado cuatro años y no nos hemos vuelto a ver desde entonces... —expresó la chica de negras lunas recogiéndose el cabello frente al espejo.

—¿No has sabido nada de él en todo este tiempo? —preguntó con demasiada curiosidad el chico a su espalda, oculto tras su propio reflejo.

—¿Cómo no voy a saber nada? —dijo Taina desvistiéndose sin ningún recato en el camerino—. Sale en todas las revistas y en todos los medios: Es el presidente de Industrias Katayama y... tiene un lujoso compromiso con Amelie. —Hubo unos eternos minutos de silencio. Ninguno dijo nada, solo se escuchaba los movimientos de la joven al ponerse la ropa otra vez.

—En ese caso ya no hay más que decir... —murmuró el muchacho arrodillándose frente a Taina dejándola en estado catatónico—. Cásate conmigo mi reina, sin Ryuu ahora tú...

—Esto no tiene nada que ver con Ryuu —le interrumpió la chica alejándose de él.

—¿Entonces con qué? —susurró todavía postrado al suelo—. He estado aquí siempre y sabes que te amo. ¿Con que tiene que ver?

—Ya te lo he dicho, está terminando mi contrato y tengo más trabajo que nunca. —El chico no contestó, se quedó estático y cabizbajo. Taina no lo soportó, fue con él y se arrodilló a su lado— Te quiero muchísimo, has sido una parte crucial para mi supervivencia, sin ti... yo no lo hubiera logrado.

—Pero no me amas...

—Te quiero y me negué a contarte todo esto antes, porque no quería hablar y recordarlo —dijo Osiris tomándolo de la mano— y a pesar de eso, tú has estado para mí.

—Y lo estaré para siempre.

—Entonces no me pidas más de lo que puedo darte... no ahora.

—...Cásate conmigo...—La chica se hundió en sus ojos.

—Está bien, prometo que lo voy a pensar. —El muchacho levantó el rostro y hechizado por esa mirada que parecía invocar su nombre, acercó sus labios a los de ella y la besó.