28. Si lo que quieres es vivir cien, años no vivas como vivo yo

28. Si lo que quieres es vivir cien, años no vivas como vivo yo

Por la ciudad camino,

No preguntéis adonde,

Busco acaso un encuentro,

Que me ilumine el día,

Y no hallo más que puertas,

Que niegan lo que esconden.

El campo estará verde,

Debe ser primavera,

Cruza por mi mirada,

Un tren interminable.

El barrio donde habito,

No es ninguna pradera,

Desolado paisaje,

De antenas y de cables.

Vivo en el número siete,

Calle melancolía,

Quiero mudarme hace años,

Al barrio de la alegría,

Pero siempre qué lo intento,

Ha salido ya el tranvía,

En la escalera me siento a silbar mi melodía.

Joaquín Sabina –"Calle melancolía"

Regresó al país del sol semanas después de la funesta noticia. Si su vida ya no se encontraba lo suficiente arruinada luego de la traición de Ryuu, definitivamente ahora lo estaba luego de la pérdida de su hijo y no le hacía sentir mejor el saber que quizá pasó por que no tenía conocimiento de que estaba en estado.

Durante el viaje tuvo tiempo suficiente para analizar la situación, recordó la mayoría de los síntomas: fatiga, los malestares mañaneros y la repulsión por ciertos alimentos, síntomas que pasó por alto creyendo que se debían al estrés de las casi tres semanas que duró el desfile en Kioto. Una sensación de culpa la invadió, asesina de su propio hijo y aunque desconocía su existencia, no era una excusa valida. El doctor explicó que fue un aborto espontaneo, que sucede todo el tiempo y que no había razón de buscar a un responsable, aunque ella no lo tomó como un consuelo.

Acostumbrada a enfrentarse al sufrimiento, la dominicana siempre encontraba una salida del pozo de la desesperación. Pero esta vez, todo era oscuro.

Había concebido un hijo con Ryuu, una criatura que murió incluso mucho antes de que alguien pudiera pensar en él. No hubo tiempo de amarlo, solo se fue sin explicaciones. La verdad le perseguía y tenía que encontrar al pelirrojo para poder compartir su agonía. No le contó nada ni a su madre, ni a Mei y mucho menos a Koshiro, solo a ella y a su exnovio le concernía y durante todo un mes trató de contactar con él joven. Intentos que fueron inútiles, el medio ingles parecía haber sido tragado por la tierra y Taina ni siquiera consideró pedir la ayuda del metalero para evitarse interrogatorios que pudieran sacarle la verdad, así que se limitó a esperar al primer día del nuevo semestre.

El primer día de clases luego de sus vacaciones se sintió como un sueño, sin Ryuu a su lado todo parecía extraño, incluso veía a algunos conocidos mirándola de reojo... y había lastima en sus miradas. Lo más probable es que la noticia ya se había esparcido y para este punto, quizá hasta haya salido en el periódico universitario. Se negaba a aparecerse en su facultad ya que no se le antojaba parecer exnovia despechada y desesperada por atención.

No obstante, luego de varios días en donde no pudo coincidir con él en ninguna parte, decidió que tenía que hacer algo y solo un castaño podía ayudarla.

—Buenas tardes Taina —saludó Kes un tanto extrañado mientras la chica se acercaba—¿Cómo estás?

—Buenas tardes Kes, estoy bien, ¿Cómo te encuentras tú?

—Igual que siempre, no hay muchas novedades por aquí.

—Quisiera hablar contigo acerca de Ryuu. —Al punto, Taina siempre era muy directa.

—Entiendo —sospechaba que de eso se trataba y suspiró sonoramente antes de continuar—. Creo que debemos ir a otro lugar donde no haya oídos curiosos.

—De acuerdo. —El japonés la invitó a subir a su vehículo y aunque no le parecía una buena idea, la llevó a su casa. Era la primera vez que la muchacha visitaba su hogar y se sorprendió con lo simple y acogedora que era.

—Ahora dime —le dijo Kes sentados uno junto al otro mientras le pasaba un té caliente.

—Imagino que estás al tanto.

—Aciertas —afirmó Kes—. Fue chocante cuando me enteré, me cuesta creer que Ryuu haya sido capaz de eso, lo conozco de toda la vida y él no es así. —Kes sonaba enojado.

—Pero lo hizo —añadió Taina sorprendida de que Kes desaprobara la infidelidad de su amigo, cuando él mismo era la imagen de la promiscuidad y el libertinaje.

—De Amelie no me sorprende. Siempre ha estado enamorada de Ryuu y hace tan solo unos pocos meses ella se rindió a quedar solo como amigos, Ryuu tuvo que ponerla en su sitio para que dejara de acosarlo. Desde la secundaria lo persiguió convencida de que en algún momento le iba a conquistar y no hay nada más lejos de la realidad que eso, según sé, ella aceptó a que fueran tan solo amigos.

—Lo que hicieron no fue algo solo de amigos —agregó Taina, con un nudo en la garganta que afortunadamente, cada vez que hablaba del tema se hacía más pequeño—, yo tampoco imaginé que podría hacer eso, parecía confiable.

—Lo sé —Kes se pasó una mano por el cabello confundido—. Hasta yo creí que la francesa se había resignado, no tenías razón para celarle con una vieja amiga.

—Eso no es lo importante ahora...

—Estoy muy decepcionado de Ryuu —le interrumpió Kes.

—Yo también —admitió con un suspiro Taina—, necesito hablar con él, tenemos... tenemos un asunto inconcluso. ¿Puedes ayudarme con eso? No sé dónde se ha metido, no he podido dar con él en la facultad.—Kes la miró descompuesto, quizá confundido.

—No lo sabes...

—¿Saber qué? —preguntó Taina.

—Ryuu se retiró de la universidad. —La chica abrió los ojos desorbitados.

—¿Que?

—Estuviste fuera el semestre pasado, tal vez por eso no te enteraste. —Eso fue inesperado, sin el muchacho en la universidad las posibilidades de verlos eran nulas. No tenía el valor de ir a su casa directamente y mucho menos salir sola de la ciudad hasta Yurei— ¿Es muy importante lo que tienes que decirle? —Ella vaciló un momento.

—Mucho.

—No sé realmente a donde está, pero prometo avisarle en cuanto le vea.

—Gracias. —No obstante, en ella se apagó la esperanza.

—Taina, eres fuerte. No dejes que esto te afecte más de lo necesario. Él se lo pierde. —La muchacha de ojos oscuros lo miró, ¿En qué momento Kes se había convertido en un gran amigo? Sin embargo agradeció sus palabras.

—Lo tendré pendiente.

—Puedes contar conmigo siempre que quieras, él es mi amigo, pero no por eso apoyo su error.

Taina entendió entonces, que nadie es lo que parece.

Ni Kes era un insensible bastardo, ni Amelie una dulce flor, ni Ryuu un inocente enamorado.

* * * * *

—¿Akashio? ¿Akashio? —El senpai, ajeno a los lejanos pensamientos de la joven, la zarandeo regresándola a la realidad.

—¿Qué? —preguntó la chica distante.

—No has puesto atención a nada de lo que te he explicado. —Con claridad, no era una pregunta.

—Claro que sí, esos... —Akegino se detuvo al ver la cantidad de números que tenía frente a ella de los cuales desconocía su procedencia.

—¿Qué es lo que tanto te preocupa? —La chica observó al pelinegro. En todos los meses que Hyrachi tenía siendo su tutor era la primera vez que le preguntaba algo más allá de las clases. A lo que Akegino se quedó en silencio buscando la respuesta más adecuada.

—Hyrachi, me gustas —le dijo sin pensarlo. El frio azabachado la miró con la misma expresión, sin embargo esta vez enarcó una ceja. Por primera vez su rostro cambiaba tan solo un poco, lo que probaba que si era un rostro de verdad y no una máscara. Akegino, sintiéndose estúpidamente desnuda ante la declaración y ante el silencio de él, corrió.

* * * * *

—¿Cómo pudiste Bast? —Taina taciturna, le gritaba a su amiga.

—Lo siento mucho Osiris, yo lo sospeché pero no tenía prueba alguna, no quería preocuparte.

—Pudiste prevenirme... ¿Cómo no me dijiste que esa mujer estaba tras mi novio?

—La vi solo aquella vez, ya te dije que solo era una sospecha y lamentablemente fue cierta. Quizá si debí decirte.

—Yo no lo vi... nunca me di cuenta.

—No podías sospecharlo porque no tienes esa malicia.

—Ahora siento que todo el mundo lo sabía menos yo —la modelo hizo un silencio y miró a otro lado—, ¿Quién más lo sabía?

—Nadie tenía la seguridad, solo eran sospechas infundadas, pero Isis me comentó algo al respecto.

—¡No puede ser!

—Ningún novio desaparece así tanto tiempo, ¡Es lógica!

—Lo sé, fui una idiota en confiar. —Encima de sentirse traicionada, ahora se sentía estúpida. Nunca imaginó que algo pudiera estar pasando entre ellos, quizá todo había empezado mucho antes de marcharse de Tokio. En Kioto, a Taina no le faltaron propuestas, pero le era fie a la relación que tenía, fidelidad que debió haber sido mutua.

—Mejor ahora que en diez años.

—Eso no me hace sentir mejor.

—Búscate a otro, un clavo saca a otro clavo.

—Eso no va a funcionar conmigo.

—Pues a mí sí me sirve.

—¿Sabes qué pasa cuando clavas un clavo sobre otro clavo? —le preguntó Taina.

—Uno de ellos termina saliendo.

—¿Acaso lo has intentado? Es decir, ¿Con clavos reales? Se hace un agujero aún más grande del que ya había y el clavo sustituto finalmente ni siquiera puede ocupar el lugar del clavo anterior por que no cabrá en el agujero.

—¿Qué quieres decir con eso? No entiendo metáforas.

—Que no confío en esa ideología, no iré a buscarme un paño de lágrimas. Primero porque eso sería utilizar a alguien para mis fines egoístas además de que no quiero estar con nadie más, amé a Ryuu y ya todo acabó para mí.

—Creo que estas siendo un poco radical.

—Lo sé, pero no tengo más opciones. —Mei... recordó a su amiga, que renunció a cualquier otro amor al no poder tener al hombre que amaba. En aquel momento Taina lo veía como una decisión infantil, pero ahora la comprendía. Por alguna razón, el universo siempre la colocaba en los zapatos de los demás para aprender la lección de la peor forma.

*****

"Te había extrañado con toda mi alma"

Le dijo Rey en un mensaje. Taina no le contestaba, no estaba de humor para él e incluso, consideró la posibilidad de cambiar de número telefónico. Pronto, llegó el momento de pagar en servicios, la beca que le ofrecía la universidad. Esa tarde sería su primera tutoría, durante un par de semestres tendrías todas las tardes ocupadas, algunos días dando clases como tutora y los otros asistiendo a la academia de danza. Estaba agradecida de tener que ocupar su mente en cosas importantes y productivas.

Estaba en uno de los salones de estudio, esperando por su primer alumno. De él sabía que era un estudiante honorifico en materias de cálculo pero que le iba mal con las demás materias. Hasta ahora había estado pasando los semestres por que participaba en competencias de matemáticas que le daban puntos extras pero al ser descalificado en la última, esa estrategia ya no le funcionaria.

Llevaba sus audífonos a todo volumen, ya tenía todo preparado para la clase del día así que se dedicó a descansar en un sofá de la biblioteca. Cerró los ojos y esperó no dormirse, los recuerdos de Ryuu vinieron a ella y los acarició en silencio. Las suaves líneas que se dibujaban alrededor de sus ojos cuando sonreía, la luz que irradiaban sus ojos cuando la miraba, como se tensaban sus mejillas cuando la besaba... Incluso en este momento sintió un ligero roce un sus labios que parecía tan vivo y real a pesar de que no sabía a Ryuu. Abrió los ojos y encontró a un joven con sus labios estampados a los de ella, empujó a desconocido individuo y lo abofeteó por tal atrevimiento.

—¿Estás loco? ¿Quién demonio eres tú? ¡Degenerado! —gritó indignada y enfurecida mientras un grupo de muchachos observaba la escena con diversión.

—Murakami Shun —dijo el muchacho fornido con una reverencia burlona y con seducción en los ojos—. Por la descripción que me dieron de ti, imagino que eres mi tutora Caró Taina.

—Eres un psicópata. —Disponiéndose a salir el muchacho la agarró por las muñecas.

—¿Te vas tan pronto?

—Suéltame —le gritó la chica.

—Creí que ibas a enseñarme.

—¿Qué creías que te iba a enseñar? ¿El Kamasutra? —Los jóvenes que estaban del otro lado del salón estallaron en carcajadas. El chico saboreó sus labios con su lengua, mientras devoraba a Taina con la mirada.

—Ahora que lo dices no es mala idea.

—Más te vale mantenerte lejos de mí. —El chico, más fuerte que Taina, la apretó contra sí y amenazaba con besarla otra vez. Por instinto de supervivencia, Taina le pateó la entrepierna, dejando al muchacho sin aliento y los chicos que contemplaban lo sucedido prefirieron centrarse en sus estudios antes de tener el mismo destino que Shun.

                               


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