23. Si quedara tiempo que perder

23. Si quedara tiempo que perder

Hijo de la derrota y el alcohol

Sobrino del dolor

Primo hermano de la necesidad.

Joaquín Sabina –"Que demasiao"

Ryuu se levantó de su asiento, Kaname miró desconcertado a la recién llegada mientras Raelynn sonreía con alegría a la visita. Una muchacha de pelo rosa artificial se apareció frente a ellos cargada de maletas, alta, elegante y con una femenil gracia.

—¿Amelie? —pronunció Ryuu el nombre incrédulo.

Bonne nuit —saludó la francesa con una frágil voz cantarina. Fue hasta el pelirrojo y le dio un beso en cada mejilla— Bonjour Ryuu. —Mirando a Kaname se dirigió a él y ofreció una reverencia— Monsieur Katayama Bonjour. —Y mirándola con los ojos llenos de regocijo fue hasta la madre de Ryuu— Madame, sigue usted tan hermosa como siempre.

—Amelie querida, debiste avisar que vendrías —reprochó la señora Katayama—, abría preparado una habitación adecuada para ti y no tendrías que quedarte en la fría estancia para huéspedes.

—Sabes que me gusta dar sorpresas.

—Y es grato tenerte en esta casa —añadió el patriarca—, eres parte de esta familia.

—¿Cuántos tiempo te quedaras esta vez? —inquirió Raelyn.

—Todo el tiempo que sea bienvenida en su casa —contestó dejando su bolso en una esquina del sofá.

—¡Oh! Podrías quedarte para siempre. —La inglesa lucia fascinada con la chica, que se paseaba danzante como un ave en su nido. Repentinamente su mirada se detuvo en la desconocida y sospechosa muchacha que seguía sentada junto al lugar que Ryuu había dejado momentos antes. Enarcando una ceja con curiosidad, se dirigió hasta la chica y la morena, tratando de parecer distraída con el vino que tenía entre las manos, no notó que la pelirosa le hablaba a ella.

¿Madeimoselle? —Sin embargo Taina no la miró. No fue una descortesía a propósito, sino más bien que no comprendía el francés. Ryuu la tomó de la mano y la hizo levantar a su lado.

—Ella es mi novia, Taina —dijo Ryuu sonriendo orgulloso por la mujer que tenía su corazón.

Salut Taina —expresó dándole dos besos, uno en cada mejilla— Je m­'appelle Amelie.

—Un gusto Amelie —contestó con una reverencia—, no sé hablar francés, por favor le pido comunicarse conmigo en japonés. —La chica rio, era una especie de risa celestial que convertía el ambiente en un lugar sublime.

—¡Oh! Que descuido de mi parte.

—No se preocupe.

—Por favor tutéame... —dijo en japonés—, Ryuu y yo somos como hermanos y nosotras seremos grandes amigas, querida.

—La cena está servida —anunció uno de los sirvientes que entró a la sala donde se encontraba el alboroto.

—Vamos a la mesa —manifestó Raelynn colgándose del brazo de su marido.

Ryuu por su parte tomó a su novia de un brazo y a su amiga del otro. La clásica etiqueta inglesa hacia acto de presencia en la mesa. Kaname se sentó a la cabeza y su esposa a su mano derecha. El pelirrojo llevó a Amelia junto a su madre y él tomó asiento a la izquierda de su padre y a su lado, Taina.

Esta, admiró la mesa estilo moderno, los platos eran grandes y cuadrados, la cubertería tenia formas graciosas y los vasos eran alargados. Taina suspiró para sus adentros, era el momento de sacar a relucir sus conocimientos sobre el comportamiento debido en una cena. Agradeció que Clyo haya proporcionado esa clase un par de semanas atrás ya que, contemplando los estrictos modales de la señora de la casa y el garbo de la visitante quería estar a la altura y no avergonzar a Ryuu. Tampoco quería que descubrieran que en cuanto a etiqueta y protocolo, ella y un orangután no tenían ninguna diferencia.

Cada detalle estaba minuciosamente organizado con meticulosidad mientras la muchacha observaba con atención el panorama casi europeo. Su vista se plantó en la hilera de copas que cada comensal tenía a su mano derecha; una copa grande y ancha, luego una fina y alargada, la tercera era pequeña y la última bajita. ¿Para qué ensuciar tanta cristalería?

Taina estaba ensimismada contemplando la escena y la conversación en la mesa había llegado a un punto en donde ella definitivamente estaba perdida, la visita de la novia de Ryuu fue opacada con la llegada de la francesa, aunque Taina se sentía mejor por no ser el centro de atención.

—Buenas noches. —El pelirrojo giró los ojos fastidiados cuando las miradas se dirigieron a la puerta donde Koshiro tomaba el protagonismo. La dominicana se asombró al verlo ya que no llevaba ninguno de sus estrambóticos accesorios ni la ropa deportiva. Vestía una fina camisa blanca y un pantalón oscuro, lo cual hizo sospechar a Taina de que su visita fue preparada con antelación.

—¡Cuánto tiempo Koshiro! —Amelie hizo ademan de levantarse, sin embargo el metalero fue hasta ella, donde le besó la mejilla con ternura. El monstruo verde de los celos rugió en el estómago de Taina, su supuesto mejor y falso amigo nunca había besado su mejilla a modo de saludo. Era cierto que su fobia al contacto físico podría tener algo que ver, pero en ese momento no era una excusa.

—Recoge las plumas que se te cayeron —le dijo la muchacha muy bajito sólo para que él lo escuchara.

—¿Envidiosa de que puedo ser más femenina que tú?—contestó él aun sonriendo a los demás en la mesa. Ese característico humor negro podría sonar raro en oídos de otras personas ya que solo ellos dos comprendían era manera tan prosaica de brindar afecto. Hasta Mei a veces se sentía excluida de esos bromas entre ellos.

—Taina por favor háblame de ti —expresó Amelie un rato después, tratando de ser cortes con ella. Eso de contar su historia y repetirla una y otra vez no era de su agrado, pero lo hizo con la mejor expresión que podía fingir— ¿Bailarina? ¿Antropóloga? ¿Caribeña? Eres una cajita de sorpresas querida.

—¿Y tú qué haces Amelie? —Más que por curiosidad Taina preguntó para quitarse a todas las miradas de encima.

—Ya me he graduado de la universidad y estoy a la cabeza del negocio familiar. Soy la hija mayor y es mi deber hacerlo.

—Como cualquier buen hijo. —Raelynn dijo las palaras con cierta indirecta que Taina no supo interpretar.

—Por supuesto —afirmó la chica de la trenza–, aquí mismo tenemos un vivo ejemplo de orgullo familiar, un primogénito con manos bendecidas. —Miró a Koshiro.

—Esa no es una buena idea —murmuró el muchacho en su hombro. Una carcajada amarga y caustica por parte de Kaname provocó que todos levantaran la vista de sus platos.

—No sabíamos que tenías tan buen sentido del humor. —No le halló la gracia al comentario así que frunció el ceño antes de contestar.

—Pero no estoy bromeando señor Kaname, Koshiro es un gran músico.

—¡Por el amor de Dios! ¡Músico! —El tono de Raelynn fue de sarcasmo puro, tanto que Taina no pudo dejar de notarlo.

—Continuemos la cena —emitió el padre. Ryuu que conocía a su familia, sabía que las cosas podrían ponerse un tanto turbulentas y conociendo a Taina, pronto se pondrían como un huracán.

—¡No! —exclamó ella—, no estoy comprendiendo que quiere decir Raelynn. —Amelie masticaba su comida sin levantar la mirada a la discusión que estaba iniciando.

—Koshiro tiene muchas cualidades, pero ninguna por la que tengamos que sentirnos orgullosos.

—¡Es un artista! —Taina se estaba enardeciendo de ira.

—¿Artista? Su responsabilidad era hacerse cargo del legado familiar al cual le dio la espalda por sus egoístas razones —gritó la mujer perdiendo un poco el decoro.

—Raelynn, cálmate —Kaname tomó la mano de su esposa—, no tenemos que ventilar nuestros problemas de esta forma.

—Sigamos con la cena y Taina, deja las cosas como están que ya estoy harto de lo mismo. —El metalero estaba serio, pero la joven sencillamente no podía permitir que sus padres, sus propios padres, le falten el respeto a su amigo.

—Hasta hace un momento decían que eran amantes del arte. ¿Era pura hipocresía burguesa?

—Claro que no —exclamó Raelynn—, pero una cosa es apreciarlo y otra cosa es negar tu herencia por sueños tontos y estúpidos como el arte. Tú bien puedes hacerlo porque no tienes compromisos familiares. Kaname está enfermo y a estas alturas Koshiro ya debió haber tomado control de la empresa. Por su ingratitud, ahora Ryuu deberá administrarla, todo lo que mi esposo y yo construimos para nuestros hijos se cae a pedazo y él poco le importa.

—¿Sabe lo que es la libertad? —Taina no podía creer lo que estaba escuchando.

—¡Por favor calmémonos! —A pesar de sus palabras el pelirrojo parecía más alterado que todos los demás.

—Sé muy bien lo que es la libertad —continuo la pelirroja inglesa—, y también sé lo que es la responsabilidad, pero al parecer Koshiro no.

—Sigo aquí —agregó el mencionado molesto pero sereno. Era un hombre que no perdía el equilibrio emocional— Dejen de hablar de mí como si no estuviera.

—¡Pero es su hijo! —Taina lo ignoró por completo—, Usted es quien debería velar por su felicidad. ¿Qué importa lo demás?

—¿Y su felicidad está por encima de la prosperidad de toda la familia... —agregó Kaname severo— y de todos los empleados?

—Koshiro es un gran hombre, un gran músico y siento lastima de usted, porque si yo fuera su madre, fuera mi orgullo más grande.

—¡Pero no lo eres! —gritó la mujer ya completamente fuera de control.

—Los hijos se equivocan, hacen lo que quieren, nunca se llevan del consejo de sus padres. Son seres humanos, pero al final, siempre son hijos a los que hay que amar, aceptar y apoyar por encima de todo. Si usted no acepta a su hijo entonces ¿Quién lo hará?

—Fue su decisión —dijo la mujer con ira—, que se las arregle solo. —La morena, pasmada y comprendiendo que esta mujer era una cabeza dura se rindió.

—No puedo más —murmuró en español—, no tengo paciencia para esto. —Amelie la miro ceñuda, no entendía el idioma pero pudo comprender algunas palabas. Taina se levantó precipitada de su silla e hizo una reverencia— Buenas noches, gracias por la invitación, un gusto conocerlos a todos. —Se alejó con pasos rápido, Ryuu tiró su servilleta y corrió a alcanzarla.

—Tai...

—Lo siento —expresó con un nudo de ira en la garganta—, de verdad discúlpame pero no pude aguantarlo, debo irme.

—Te entiendo, déjame llevarte a casa.

—¡No! Ve y atiende a Amelie, vino desde lejos y es tu visita.

—Yo te llevo. —Koshiro se acercó con pasos lentos.

—Vámonos. —Taina dio un rápido beso a la mejilla de Ryuu y salió disparada con Koshiro a su lado. Ryuu maldito al ver por la ventana, como su novia se acomodaba en el vehículo de su hermano. Arrojó un florero junto a él y este ni siquiera se rompió como fue su intención inicial. Con largas zancadas, se dirigió a la salida para arrebatar a Taina de las manos de Koshiro.

—¿Pasa algo, Ryuu? —La pelirosa, parada en el marco de la puerta, lo hizo regresar. Los amigos iban en el auto sin decir palabra alguna, no era tensión, era como una tristeza que flotaba entre ellos y minutos después, el muchacho empezó a carcajearse.

—¿Qué es tan gracioso? —parafraseó sin siquiera mirarlo.

—Acabas de arruinarlo todo con tus suegros por líos familiares que ni siquiera son tus asuntos.

—¿Por qué son tan cerrados? Perdona, pero tus padres son unos...

—Idiotas, lo sé —Koshiro la miró lacónicamente—. Esperaban algo de mí y creo que los decepcioné o algo así. — En ese punto calló, Taina esperó que continuara pero no pasó.

—¿Vas a contarme o tengo que rogarte?

—No hay ninguna historia, lo que sucedió es todo lo que escuchaste. Ellos me educaron toda la vida para ser el heredero del Imperio Katayama, el pasatiempo de mi madre consistía en hacernos eruditos en diferentes áreas. A Ryuu le tocó ser poliglota y a mi multintrumentista. No es que ella quería que hiciéramos algo con ese conocimiento, solo era la manera de jactarse con sus amigos de lo que sus hijos eran capaces de hacer.

—¿Jactarse? —repitió anonadada— Dices ¿Jactarse?

—Sí, reunirse con otras víboras y contar nuestros logros como si fueran suyos. Nunca nos preguntó si queríamos hacer eso, nos obligó. Tampoco estaba quería que usáramos eso en el futuro, mamá tenia nuestras vidas planeadas mucho antes de que aprendiéramos a caminar.

—Comprendo

—Sin embargo yo crecí, maduré y entendí que la música no era un pasatiempo que dejaría ir por otra carrera universitaria. Ellos no lo entendieron y cuando decidí ser músico me desheredaron y Ryuu tomó mi lugar como primogénito. Por eso me fui a Londres y me establecí para siempre allá, no tenía pensado volver a pisar esta tierra. Pasaron siete años, papá enfermó y mamá quiso reunirnos como una familia unida otra vez, solo que somos como agua y aceite... no podemos convivir. Sigo en casa por respeto y consideración, pero dado los acontecimientos de esta noche no creo que pueda quedarme por más tiempo.

—¡Como te amo mami! —lo pronunció en voz alta de forma inconsciente—, a los cinco años vi un espectáculo de danza y le grité a mi madre con todas mis fuerzas que quería ser bailarina y volar por los aires como ellas lo hacían —sonrió recordando ese momento, estaba tan vivo en su memoria que se avergonzó al descubrir lo ridícula que se veía dando saltitos tratando de imitar a las bailarinas—. A la semana siguiente pidió un permiso en su trabajo y me llevó a la escuela nacional de danza para audicionar. Estaba embaraza de los mellizos y recuerdo que le daban unos terribles dolores de espalda y aun así, espero conmigo por seis horas hasta que llegó mi turno. De no ser por ella, quien sabe dónde estaría yo ahora.

—A veces lo padres no se percatan de cómo influye en la vida de sus hijos una simple y estúpida decisión. —Koshiro se escuchaba triste. Llegaron al apartamento de Taina y se bajaron de la camioneta en silencio.

—Koshiro, no sé si crees que lo dije por decirlo, pero solo por si acaso te lo voy a repetir. Eres un gran hombre, eres un gran músico y me siento honrada de ser tu amiga. Y aunque sé que no es lo mismo que si fueran tus padres, pero yo si estoy orgullosa de ti.

—Gracias. —La voz de Koshiro sonó como si tuviera un nudo intragable en la garganta y por instinto Taina lo abrazó. El metalero aspiró la fragancia que emanaba el espeso cabello de la chica, el pelo que absorbió aquella solitaria lagrima que se resbaló de sus ojos— Si sigues defendiéndome así la gente va a empezar a dudar de mi sexualidad—Koshiro sonrió y Taina soltó una gran carcajada.

—Como si ya no lo hicieran. —Subieron las escaleras inundados por las risas de Taina al ver al metalero dejando salir su lado afeminado en forma de broma.


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