15. Un licor de cianuro
15. Un licor de cianuro
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Ya me sé todos los cuentos
Rechacé los sacramentos
Renegué el viejo bon.
Vagué por cientos de ciudades
Me conocen en los bares
Pero no saben quién soy.
Hay un palacio en el infierno
Construido sobre el fuego
Donde reina el rey
De los que temen.
Cargando un niño por las escaleras del Delirium tremens.
Joaquín Sabina Y Fito Páez –Versos extraídos de "Delirium tremens"
Dos meses y todavía sufría los estragos de la fiesta.
Amigos, novio, vida social en general. Demasiados cambios a los que adaptarse. Obviamente esto afectó en su rendimiento académico, sus notas bajaron considerablemente y durante esta época de exámenes de final de semestre, debía obtener notas sobresalientes o su promedio podría hacer que perdiera la beca.
Por eso, esa tarde Ryuu y ella decidieron estudiar juntos en su apartamento, aunque no cursaban las mismas clases podrían servirse de apoyo mutuo.
Faltada toda una hora para que llegará el pelirrojo y la casa se encontraba en perfecto orden. No obstante, había algo que le inquietaba, era como una molestia en el pecho que no se le iba. No recordaba haber estudiado con alguien antes porque no le encontraba mucho sentido, sin embargo Ryuu había insistido en que le serviría.
A la hora pactada y tan puntual como siempre, el timbre resonó en sus oídos.
—Buenas tardes —dijo entrado y posándole un suave beso en la mejilla.
—Buenas tardes —contestó ella todavía erizándose con el contacto de sus labios en su piel.
—Traje algunas cosas para que comamos después de estudiar —comentó él con más de tres bolsas en las manos. Aprovechó esa oportunidad para ir de comprar y dejar provisiones al menos para un par de semanas. Esperaba que su novia no se percatara de su plan.
—¿Algunas cosas? Más bien parece que compraste comida para un pelotón —expresó ella cerrando la puerta.
—No sabía que se te antojaba y traje de todo.
—Bueno, empecemos ya. —En pocos momentos estaban en la mesa discutiendo sobre los pro y contra de la teoría creacionista y evolucionista, uno de los profesores de Taina era famoso por colocar la misma pregunta en todos los exámenes cada año. Horas más tarde, luego de encarnecidos debates y completamente sobrecargada de información, Taina llegó a su límite.
—¡Ya no más por favor! Un solo termino científico más y exploto.
—Estoy de acuerdo —dijo Ryuu con los ojos hinchados de tanto leer y quitándose los anteojos—, vamos a dejarlo hasta ahí por hoy.
—Solo espero que tanto estudio vaya a ayudarme, si a Fujimoto se le ocurre preguntar sobre algo que no estudié lo voy a matar.
—Mi vida no te preocupes, eres inteligente y ágil mentalmente, te ira de maravilla así que no te preocupes. —Las palabras cariñosas casi le provocan un sonrojo— ¿Quieres hacer algo para dispersar tu mente? —Lo pensó un segundo antes de contestar.
—Voy a prepararte algo, quédate aquí.
—Prefiero ayudarte en...
—¡Quédate aquí! Será una sorpresa. —El pelirrojo obedeció y observó a la chica desaparecer tras la puerta de la cocina. Tamborileó los dedos sobre el mueble algo desorientado sin saber qué hacer, recostó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos para descansar un poco. Los abrió abruptamente minutos después, luego de una pequeña siesta, descubrió junto a él tomó la carpeta verde de la chica y ojeó sus páginas para entretenerse.
La mayoría, apuntes importantes y tareas de diferentes asignaturas, todas en un Inglés que podía entender. Todas menos la última página que inmediatamente identificó como español, fue capaz de reconocer algunas palabras gracias al francés que era una lengua latina y sus nociones de portugués.
Quisiera dejar de pensar en mi padre,
En este amor que sé que ya no tengo.
Tengo mucho miedo.
No sé qué siento,
¿Acaso estoy mal por no saber si odiarlo,
Amarlo o perdonarlo?
¿Amor y perdón? Fue lo único capaz traducir antes de sentir los pasos de la bailarina llegando a la sala. Cerró la carpeta y la depositó en donde estaba momentos antes. Taina venía con una charola y dos platos repletos de contenido extraño.
—Antes de que preguntes esto son tostones, pero en mi país le dicen fritos —explicó—, son hechos de plátano verde...
—¡Plátano verde! ¿Es eso comestible mujer! —La idea de echarle toda la comida sobre la ropa fue demasiado tentadora, lo hubiera hecho de no ser porque obtener los plátanos era mucho esfuerzo además de lo caros que eran.
—Es casi comida típica de mi país, ¿Cómo no va a ser comestible? —Chasqueó la boca irritada— ¿Sabes que puedo ofenderme y tomarlo como discriminación?
—No digas eso mi amor —pronunció con voz dulce para aplacar a la posible ira que podría desatar—, solo que nunca había oído hablar de que se comiera la banana que no es madura.
—Banana no, ¡Plátano!
—¿Cuál es la diferencia? Estas empezando a confundirme —Al ver que tan grande Taina abría la boca para contestarle, prefirió quedarse con la duda— Estaré muy feliz de probar comida de tu país, especialmente si me la has preparado tú.
—Eso debiste decir desde el principio y quedarte callado con todo lo demás que era completamente innecesario —refunfuñó la dominicana poniendo el plato sobre la mesilla. El muchacho de mirada gris contempló a la chica arreglando la mesa para comer, se sintió quizá un poco estúpido de que una sencilla comida le hiciera sentir tan lleno, tan pleno— Podemos comer.
Ryuu miró de reojo el plato repleto de los pequeños círculos de masa fritos. Estaban acompañados de huevo y aguacate, conocía esos dos ingredientes así que debían saber bien. Tomó el tenedor, pinchó el frito y lo llevó a su boca. Le gustó, la textura externa era crujiente y por dentro era caliente y pastoso.
—Está bueno —expresó tapándose la boca al hablar. Ella asintió contenta engullendo de la delicia. Con algo más de confianza, el pelirrojo cogió un trozo de aguacate y lo mastico.
No lo escupió por que hubiera sido de muy mal gusto, lo tragó incómodo.
—¿El aguacate tiene sal? —Ella asintió nuevamente — ¿En tu país le echan sal al aguacate?
—Si vas a seguir quejándote por Dios que te golpeo.
—No me quejo, es solo que no lo había probado así y me tomó desprevenido.
Terminaron la cena sin más contratiempos, el platillo le resultó exótico a Ryuu aunque Taina seguía afirmando que era la cosa más sencilla y común del mundo porque no había que sazonarlo o pasarlo por un proceso gastronómico complicado.
Se quedaron a conversar y a reposar la comida sentados en los cojines del suelo. Jugaron, rieron y conocieron un poco mas uno del otro. El muchacho de ojos grises se acostó junto a ella de manera que quedaron muy pegados, la sintió tensarse así que se apartó con disimulo.
—Creo que podemos ver una película —sugirió él.
—Coincido. —Ryuu buscó su computadora portátil y buscó una película que había comprado exactamente para verla con Taina.
A la muchacha le agradó la que Ryuu había escogido, el titulo involucraba sangre y muertos por todas partes. Le gustaban los géneros de misterio y suspenso, pero el terror japonés sobrepasaba los límites que cualquier persona con estomago podría soportar. La escena con menor grado de sadismo fue cuando la poseída vomitó miles de navajas de afeitar... Fue demasiado.
—¿Quieres que la quite?
—No, quiero ver el final. —Sin embargo, no había visto ni siquiera el diez por ciento de la película. La mayor parte del tiempo su cara permaneció oculta en el pecho de Ryuu, acto reflejo que ni siquiera se percataba que estaba haciendo y que a él lo estaba poniendo nervioso.
La muchacha aún no se abría, no se sinceraba por completo con él, sentía recelo y no había bajado la guardia y Ryuu lo tenía bastante claro. De cierta retorcida forma, ella lograba relajarse más hablando con Rey y pronto, el pelirrojo lo notó. Sin embargo, un día ella simplemente dejó de contestar.
Se sentía culpable, tenía un juego doble con ella, pero no podía parar así sin más, sería demasiado sospechoso. Planeaba confesarle todo, pero no ahora, esperaría que su confianza esté aún más fuerte y arraigada para no arruinar la paz que tenían.
La sangrienta película comenzó a pasar sus créditos y ellos se quedaron en la misma posición, ninguno de los dos supo con exactitud en que momento Ryuu pasó el brazo por los hombros de Taina y la abrazaba, ni siquiera se percataron cuando entrelazaron sus manos. El pelirrojo hundió la nariz en el alborotado pelo de Taina.
—No conocía este tipo de bienestar —dijo el pelirrojo.
—¿Bienestar?
—Sí —contesto él—, tenerte cerca, verte sonreír o sonrojarte me hace feliz y me llena de dicha. —Aunque lo evitó Taina sonrió sonrojada. Pero no tenía idea sobre que responder, también estaba muy alegre de poder compartir con Ryuu.
—Yo... —Ryuu la interrumpió lanzando su boca sobre la de ella. Por masoquista que pareciera, le encantaba la frialdad de la chica, así como su fortaleza. También había una cálida ternura en su interior, una inocencia e ingenuidad que no sabía cómo la escondía en ese rostro indiferente.
Taina tenía miedo, cuando Ryuu le decía alguna cosa dulce sencillamente se quedaba callada por que no sabía que contestar. Eso le demostraba al chico que aún seguía confundida, pero que era lo suficientemente valiente para averiguar que sentía para con él. La admiraba, era alegre, a su sórdida y torcida manera pero lo era, poseía una bondad y gentileza que podría ser la envidia de cualquier ser divino.
—A veces... —dijo dejándola de besar por unos segundos— sobran las palabras. —Y volvió a pegar sus labios.
El pelirrojo se preocupó en mantener un contacto quieto, tratando de que los labios de Taina se amolden para siempre a los de él. Lo único que hizo fue tomar su rostro con suavidad, nunca intentó profundizar el beso. Solo quería comprenderla y demostrarle, que por difícil que fuera de creer, la quería.
La quería demasiado.
Cuando se apartó, la miró a los ojos escudriñando la expresión, Taina sencillamente le respondió con una abierta sonrisa.
Los rumores en la universidad empezaban a expandirse como pólvora. Ryuu, el hafu acabado de llegar de Europa, se paseaba tomado de la mano con su nueva novia, nada más y nada menos que "La lunática". Esto pronto llegó a oídos de Akegino, Ayame y Sayura, que completamente incrédulas corrieron a corroborar dicho chisme.
—Buenas tardes. Hola Kes, hola Ryuu —expresó Akegino sentándose en el escritorio de la biblioteca donde se encontraba estudiando el pelirrojo— ¿Cómo has estado? —El muchacho, conociendo a Taina, tenía muy claro que cualquier desliz con Akegino le costaría la relación y posiblemente su cabeza, así que con toda la caballerosidad que pudo, se apresuró en huir de allí.
—Me encuentro muy bien, gracias por preguntar —murmuró recogiendo sus libros—, Kes, chicas, debo marcharme.
—¿Tan pronto? Quisiera confirmar algo contigo Ryuu, antes de que te vayas.
—Sí Akegino, Taina es mi novia. Es un poco celosa así que prefiero que no evitemos cualquier problema innecesario, buenas tardes. —Tomó su mochila y se fue con silenciosos pasos.
—¿¡La lunática!? —Akegino mas que sorprendida, parecía ofendida.
—No la llames así Ake, no la conoces —dijo Kes serio por primera vez.
—¡Es una gaijin! Es cierto, él es un mestizo, pero elegirla a ella es un insulto a nuestra raza.
—Sayura, el periodo Edo ya terminó. No estamos en guerra, pero si saben lo que les convine se mantendrán al margen de esto, Taina no es alguien con la que quieran buscarse líos.
* * * * *
Lo pensó una y mil veces antes de marcar ese número, pero lo hizo. Llamó.
Sentía que se traicionaba a sí misma, pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas, y ya que no tenía muchas opciones...
Seguía sentada en aquel restaurante del centro de la ciudad esperando ansiosa. Buscó en su interior el valor de arrepentirse para tener la fuerza de poder largarse.
—¿Qué sucede Mami? —preguntó preocupada Taina al escuchar la voz llorosa de su madre tras el auricular.
—¡Ay Lena! Voy a tener que vender la tierra.
—¿Pero por qué?
—¿Y crees que es fácil aguantar esta situación? Ya no sé qué más hacer, tengo deudas que no puedo cubrir, tu hermano se rompió una pierna por estar inventando con esa cosa del "le parcour", aquí no se ha visto comida desde ayer por que hubo que comprarle medicamentos... —La madre se ahogaba en el llanto.
Ese pequeño pedazo de tierra en una provincia del sur del país fue heredado por la abuela y era lo único que su madre poseía en la vida y Taina sabía lo que significaba para ella. Renunciar a ella, era renunciar al sueño de construir su propia casa, una casa que le dejaría a sus hijos cuando ella no estuviera y que luego pasaría a manos de sus nietos, un legado material que había atesorado por años.
—No se preocupe mami, yo enviare dinero y llegará mañana temprano.
—Pero no será suficiente Lena, tengo que hacer algo.
—No te preocupes mami —repitió—. Todo estará bien, lo prometo.
—Señorita Caró, su llamada fue tan odiosa como sorpresiva. —La voz la sacó del recuerdo de aquella llamada de su madre. Taina levantó la vista y el maldito ingles estaba mirándola curioso.
—Tome asiento por favor —dijo ella lo más educadamente posible.
—¿Qué es lo que desea de mí? —preguntó aun de pie.
—Si vino hasta aquí supongo que va a escuchar lo que tengo para decir, estoy segura que estará más cómodo sentado. —Kevin procedió a colocar sus glúteos sobre la mullida silla— Dijo que podía hacerme modelo.
—¿Ahora estas interesada? —La dominicana resopló.
—Comenzamos con el pie izquierdo, yo le caí mal y usted me cayó peor, olvidemos nuestras diferencias y tengamos una charla civilizada.
—De acuerdo, ¿Dices que quieres ser modelo?
—Digo que quiero tener un trabajo que me pague.
—¿Tienes las fotografías que te hizo Ryuu? —Ella asintió—¸Entonces vamos ahora mismo, la jefa debe estar en la oficina.
—Gracias —contestó. Se dirigieron al deportivo de color rojo sangre.
—Entonces ¿Solo lo harás por dinero? —Incomoda por el tono de voz del hombre Taina se ruborizó.
—No importa el por qué, sólo lo hare. —"La chica es difícil, Ryuu ha de tener bastante paciencia" pensó Kevin.
—La paga es competitiva y según mi opinión, considerablemente buena. Para más detalles tendrás que hablar con la jefa a solas. —Veinte minutos después se estacionaban frente a un colosal edificio, repleto de vidríales y con una enorme letra "C" de color dorado.
Se apearon del vehículo y en cada paso, Taina sentía crecer la necesidad de retroceder. Solo que no podía. El amplio lobby se encontraba vacío, una minúscula recepción estaba en el centro.
—Hola Lin, quiero hablar con Clyo, le traigo un prospecto. —Lin, una mujer de facciones severas, la miró de arriba abajo y llamó por teléfono.
—Dice que vayas a su oficina y esperes allí, ahora está en una junta. —Les pasó una especie de carnet— Ya sabes que hacer.
—Gracias. —Taina lo siguió hasta el ascensor. En él, un señor mayor estaba sentado. Kevin le mostró el Carnet y este los llevo al último piso, al que solo se podía acceder con una llave.
Inmediatamente se abrieron las puertas, Taina se sintió fuera de lugar. La lujosa habitación forrada en dorado brillante parecía el lugar de ensueño de algún dios. Varios libreros repletos hasta mas no poder, cuentos de medallas, reconocimientos y placas con el mismo nombre esculpido, "Clyo". Objetos de gran valor histórico, y fotografías... cientos, quizá miles de ellas. Las miraba una y otra vez, pero sus ojos no podían captar todo lo que había en la enorme habitación.
—¿Intimidada? —preguntó malicioso Kevin.
—Curiosa —aclaró.
—Clyo es así...
—¿Así como? —Una vocecita pequeña se escuchó a sus espaldas y fue la primera vez que Taina la vio.
La mujer era menuda, de pelo rubio oxigenado, aunque parecía natural el nacimiento de su verdadero pelo negro amenazaba delatarla. Su cuerpo era tan delgado y esbelto que sin duda alguna era modelo. Llevaba un pantalón holgado, de esos que Taina acostumbraba usar y una blusa de tirantes. Se podían ver sus costillas marcadas en la tela y una cara fina, con ojos penetrantes y oscuros. La expresión era firme, que no admitía una respuesta que no le gustara y aunque era pequeña su imponente presencia llenaba toda la habitación.
—Excéntrica —completó la inacabada frase Kevin—. Clyo, te presento a Taina, es la chica de la que te hablé. —La morena escuchó como a pesar de su negativa, el inglés se había atrevido a mencionarla sin su consentimiento. Por su parte, la falsa rubia inspeccionaba minuciosamente a la muchacha. Esto no sabía que hacer o o decir bajo esos exploradores ojos.
—Suéltate el pelo —ordenó ella.
—¿Puede pedirlo por favor? —dijo Taina irritada, al parecer los modales no eran su mayor virtud.
—Por favor —dijo sin inmutarse. «Es por tu madre Taina» pensó para sí y sin más peros procedió a desatar la larga trenza. Cuando terminó, la mujer se acercó y lo alborotó, desordenando cada rizo y fastidiando aún más a la chica que pasó toda la mañana haciendo esa perfecta trenza— Camina hacia allá. —Otra vez otra orden, a esa mujer le faltaba algo de cortesía. Pero obedeció, esperando aprobar el examen que le hacía la mujer, ya que era su única posibilidad—Regresa. ¿Tienes alguna fotografía?
—Sí. —Se las mostró y la mujer fue a sentarse detrás del escritorio. Mientras todo esto ocurría, Kevin iba y venía distraído, tal vez acostumbrado a lo mismo y harto de verlo.
—Sonríe. —Taina sonrió leventemente—No, ríete. Una sonrisa abierta, de verdad. —La vocecita ya le estaba molestando a Taina que se estaba esforzando por no mandarla al diablo. Luego se quedó en silencio sencillamente contemplando las fotos— ¿Son estas las fotos de tu amigo aficionado?
—Sí... —contestó Kevin lejano.
—No son malas, quizá un día lo contrate. —Levantó la vista y miró a Taina— Como siempre Kevin, tienes el mejor ojo que he conocido en la vida. Dijiste que tenía potencial y la tiene.
—Soy muy exigente y si encuentro algo especial en una modelo, debes ponerle atención.
—Lo sé —continuo la mujer— ¿Taina qué?
—Taina Caró
—Extraño nombre...del caribe ¿Verdad? —Taina asintió— Bien Taina, me gustas, tienes talento y el potencial. Ahora la pregunta es, si quieres explotarlos.
—Si quiero —respondió firme.
—¿Estás dispuesta a pertenecer a mi agencia? —Taina lo pensó un segundo, quizá fuera su última oportunidad de mantener su identidad.
—Sí...
—Entonces te explico, trabajamos de manera legal. Tienes que firmar un contrato de cinco años.
—¡Cinco años? —Taina se levantó de la silla horrorizada.
—Sí, durante ese tiempo, prácticamente eres mía. No puedes trabajar con ninguna otra agencia o particular.
—¿No puede ser de menor tiempo?
—Ese es el contrato de menor tiempo que tengo disponible en este momento. Toma asiento que aún no llegamos a la parte de los beneficios. —Taina escuchó atentamente— Por cinco años trabajaras, producirás dinero y el treinta por ciento para la agencia, el otro setenta para ti. Si haces un buen trabajo, al terminar los cinco años, podrás vivir de tu dinero ahorrado el resto de tu vida ya que puedo ver que no te interesa hacer una carrera de modelo larga. —Taina creyó que le estaban vendiendo un sueño, era demasiado bueno para ser verdad.
—Vivo aquí por una beca estudiantil, no quisiera que me la quitaran... — La mujer la interrumpió.
—Tráeme los documentos de tu beca, el abogado los revisará para estar seguros. Después que termine tu beca tendrás que establecerte aquí hasta el final del contrato y vivirás de tu salario.
—¿Y si necesito dinero ahora?
—No puedo darte ningún adelanto, esperaremos que todo esté en orden antes de firmar el contrato. Si lo haces, tendrás que pasar por algunas clases de modelaje profesional. No puedo darme el lujo de enviarte al medio sin preparación previa, por más talento que tengas eres una completa novata. Más adelante hablaremos de tu salario fijo y tu primera tarea será que bajes de peso y reduzcas músculos, te ves demasiado atlética. Te necesito más delicada y femenina. Por ultimo esto es un trabajo serio que requiere de sacrificio y dedicación, sobretodo y a pesar de lo denigradas que nos tienen a las modelos, es un trabajo honrado. ¿Te sientes lista para abordar este barco? —Sonriendo por la analogía porque le recordó a Ryuu asintió— Perfecto, déjale a Lin tus datos y pasa mañana a traer los papeles de tu beca. Bienvenida a bordo.
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