epílogo
Dejá vu
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Isabella y Susan se encontraban guardando las canastas de comida, una vez que los tres hermanos se subieron al auto, aprendiendo el viaje al lugar para los más necesitados.
-Señora Pevensie, me alegra verla aquí como todos los meses -dijo una mujer mientras se acercaba a la familia Pevensie con una enorme figura.
-También nos alegramos de verla como siempre señora Anderson, dígame ¿cómo está su marido?-preguntó Isabella mientras tomaba el brazo de la señora para comenzar a caminar.
Susan por su parte fue a explorar junto a sus sobrinos, aquellos niños estaban dispuestos a jugar con el primer niño que se les cursará por el frente.
-Me gusta tu moño -dijo un pequeño niño mientas se acercaba a Sofía, haciendo que las mejillas de la pequeña Pevensie se tornaran color carmesí.
La atención de Susan se posó en los gemelos que se habían cruzado de brazos, los hermanos Pevensie estaban listos para intervenir aquella conversación, pero Susan los detuvo para comenzar a caminar y dejar a la pequeña con aquel niño.
Una vez lejos Theodore y Adrián conocieron a dos niños con los que comenzaron a jugar, Susan se sentó en una banca vigilando a sus subirnos mientras jugaban y se reían, cuando sintió que alguien tomaba asiento a su lado.
-Vaya Susan, cuánto tiempo sin vernos -dijo una voz femenina, ocasionando que la ojiazul dirigiera su mirada hacia ella.
-Chloe, por dios mírate estás hermosa, cuánto tiempo paso desde que nos vimos -dijo la joven Pevensie mientras la abrazaba.
-Creo que desde la boda de Isa y Peter -aclaro la rubia mientras sonría a su vieja amiga -. No lo creo esos son sus hijos
-Si, ellos dos son Theodore y Adrián, la pequeña de haya es Sofía.
-Vaya realmente se parecen a ellos, lo siento por no haber podido asistir al funeral, ese día tuvimos un compromiso.
Se disculpó la rubia haciendo que la ojiazul cambiará repentinamente su cambio de humor
-No te preocupes, solo fue algo familiar.
-¿Dónde está Isa? Trate de buscarla, pero no la vi por ningún lado.
-Estaba con la señora Anderson, ¿Desde cuándo vienen a hacer servicio comunitario? -preguntó Susan una vez que volvió a mirar a sus sobrinos.
-Oliver siempre ha querido venir, pero con su trabajo no le da tiempo, en cambio yo pues no puedo venir sola con toda la comida y ropa, mi esposo trabaja con Oliver así que no tienen mucho tiempo.
-Ya veo -la castaña se puso de pie para tomar la mano de la joven rubia -. Ven vamos a qué los conozcas
[...]
-Ahora que lo recuerdo, tenemos unos nuevos voluntarios, quería saber si podría ayudarme a acomodarlos en algún lugar mientras que acomodó unas cosas -dijo la mujer mientras soltaba ligeramente el brazo de la pelicastaña.
-Claro, será un placer como siempre -una vez terminada la conversación, la mujer le indico donde se suponía que debían estar los voluntarios.
Una vez que la pelicastaña comenzó a caminar buscando a los nuevos voluntarios, vio una melena rubia a lo lejos, se acertó lentamente y tocó su hombro.
-Tú debes ser uno de los voluntarios, soy Isabella Backer -una vez que el hombre dio la vuelta sorprendiendo a la mujer, dejándola sin ninguna expresión -. ¿Oliver?
-Bel ¿cuánto tiempo a pasado?
-Por lo visto mucho, no te reconocía ¿Chloe está por aquí? -preguntó la joven Pevensie mientras buscaba a su vieja amiga.
-Debe estar caminando por ahí, ya sabes cómo es cuando conoce lugares nuevos -aclaro el mayor.
-Tienes razón -dijo la pelicastaña para volver si mirada al frente -. ¿Qué te parece si te doy un recorrido?
-Me parece perfecto.
Una vez que los adultos comenzaron a caminar, Isabella le explicaba como se manejaba todo, Oliver por su parte en ningún momento despegó su mirada de la joven haciéndola sentir un poco incómoda, pues hacía años que no lo veía.
-¡Isa! -una voz femenina hizo que la pelicastaña girará al lugar sé los gritos, una vez que sintió que alguien la abraza se tensó un poco al no saber de quién se trataba -. Dios mírate, como siempre tan hermosa, me alegro de verte.
-Chloe, también me alegro de verte, vaya sí que has cambiado demasiado -dijo la ex Backer mientras volvía a abrazar a su amiga.
-Sí que Sofía se parece tanto a ti -aclaro la rubia mientras se separaba nuevamente de Isabella.
-Por lo visto ya los conociste -el ambiente se había puesto un poco más incómodo de lo que ya estaba antes de que la rubia llegará.
-Son un amor de persona, al igual que Peter y tú-dijo la rubia mientras tomaba el brazo de Isabella.
-¿De qué me perdí? -pregunto el mayor de los Bennett mientras miraba su hermana -. ¿Te casaste con Peter Pevensie?
-Sí, hace casi nueve años -informo la joven pelicastaña.
-No lo sabía, felicidades ¿Tuvieron hijos? -volvió a preguntar Oliver.
-Si, dos niños y una niña, ¡son tan adorables deberías conocerlos Oli! -exclamo la rubia mientras soltaba a Isabella para tomar la mano de su hermano y llevarlo con los pequeños.
La pelicastaña se quedó sola, viendo como los Bennett iban tras sus hijos cuando una corriente de aire hizo que el pelo de Isabella se posará en su cara.
Sintiendo una corriente eléctrica recorrida cada parte de su cuerpo, sintió como un ligero roce tocaba su mano erizando su piel, el olor a café y vainilla se hizo presente.
Isabella miró a todas partes, pero no pudo encontrar al dueño de aquel olor tan particular, comenzó a caminar por el jardín, recordando las veces en que la familia Pevensie la acompañaba.
Un hombre con cabello rubio hizo que Isabella le prestará atención, aquel hombre misterioso comenzó a adentrarse al gran laberinto, la curiosidad de la pelicastaña fue más fuerte, así que lo siguió.
Por alguna extraña razón reconocía aquella espalda, metiéndose entre los arbustos para llegar a aquel hombre, una vez que se metieron a unos pasillos sin salida el hombre se giró, dejando a Isabella paralizada en su lugar, su rostro se volvió completamente blanco, de sus ojos comenzaron a salir lágrimas.
Tenía tantas ganas de correr hacia ese hombre, pero sus piernas no reaccionaban, así que simplemente se dejó caer, admirando a aquel hombre.
-Te amo Isa y siempre lo haré, siempre serás mi sol y mi luna la que ilumina mi camino, eres aquel amanecer que espero con ansias para comenzar mi día, te amo desde el primer día en que te conocí, mi amor por ti aumenta en segundos, extraño todo de ti, desde tus cambios de humor, hasta cuándo hablas dormida, simplemente eres perfecta ante mis ojos Isabella Pevensie, ese apellido te queda tan bien, siempre supe que eras la indicada -dijo Peter antes de desaparecer.
[...]
-¡Isa! ¿¡Dónde estás!? -grito Susan, pues hace más de dos horas que no encontraban a Isabella.
-¡Mamá! -comenzaron a gritar los gemelos mientras se adentraban al laberinto, siendo detenido por Chloe.
-Esperen, no pueden entrar solos pueden perderse -aclaró la rubia mientras tomaba la mano de los pequeños.
-¿Al menos tú sabes cómo salir? -pregunto Susan una vez que se acercó a ellos -. Conozco este laberinto mejor que nadie, iré con ustedes.
-También iré con ustedes, por si se dobló el pie y poder cargarla -informo Oliver mientras dejaba en el piso a Sofía para sostener su mano.
Una vez que se adentraron al laberinto entrando y saliendo por cualquier callejón, el joven rubio se separó un poco del grupo, para comenzar a buscar por su cuenta.
-¡La encontré! -grito el joven Bennett, mientras revisaba la respiración de la pelicastaña-. Bel despierta.
-Peter... -dijo Isabella mientras abría ligeramente sus ojos para volver a cerrarlos y desmayarse.
-¡Mamá! -grito Adrián mientras corría para llegar con su madre, tomo su cara delicadamente alejando aquellos cabellos que se interponían en el rostro de su madre -. Mami, todo estará bien lo prometo, vamos a estar en casa, junto como siempre.
Los sollozos de Sofía se hicieron presente, Theodore se acercó a su pequeña hermana para abrazarla, comenzó a acariciar su cabello para después darle un ligero beso en su frente.
Oliver tomo el cuerpo de Isabella, Susan iba enfrente de ellos para indicarles el camino, Chloe cargaba a Sofía, Theodore y Adrián iban adelante de la rubia siguiendo a su Tía.
Una vez que salieron del laberinto se adentraron en una de las habitaciones, Oliver pidió un trapo húmero y un poco de alcohol, puso el trapo mojado en la frente de la pelicastaña, comenzó a mover ligeramente el bote de alcohol, pero nada funcionaba, así que le echo un poco en su cabeza, haciendo que la pelicastaña abriera los ojos, pues traía una pequeña herida en ese lugar, haciendo que le ardiera.
-¿Qué pasó? -preguntó Isabella débilmente.
-Te desmayaste, quizá te dio una deshidratación por estar expuesta en el sol tanto tiempo -aclaro Oliver mientras pasaba una pequeña linterna en los ojos de Isabella.
-¿Desde cuándo eres doctor? -preguntó Susan inconscientemente, llamando la atención de todos los presentes.
-Eso es lo que estudie por eso nunca tengo tiempo de venir, soy voluntario del hospital -aclaro el rubio, haciendo que la joven Pevensie asintiera apenada
-. Vas a estar bien, solo toma mucha agua, en una hora puedes irte -dijo el mayor de los Bennett mientras guardaba sus cosas -. Por alguna extraña razón me confundiste con Peter.
La habitación se había quedado en un silencio absoluto, pues los adultos sabían que ese tema a trata aún no estaba terminado del todo.
-Lo siento, no supe lo que dije -aclaro Isabella mientras sentía sus mejillas arder por lo apenada.
-Está bien, estabas inconsciente así que no lo hiciste a propósito, bueno si no hay nada más que decir tengo que ir a ver a los niños del refugio -una vez que Oliver salió de la habitación seguida de su hermana, dejando al fin a la pequeña familia Pevensie.
Adrián se acostó cerca de su madre abrazándola fuertemente, Isabella sonrió inconscientemente y comenzó a acariciar su cabello.
-Mama -hablo Theodore haciendo que su Isabella lo mirara -. Sofía conoció a un niño, dile que tiene prohibido hablarle -dijo el menor mientras se cruzaba de brazos para luego ver a su hermana.
-Sofía -llamo Isabella haciendo que las mejillas de la pequeña se tornaran color carmesí, Sofía se acercó a su madre lentamente esperando el regaño -. Cariño te doy mi permiso para hablar con aquel niño, aparte me encantaría conocerlo si es que tú quieres.
Ante las palabras de Isabella, Theodore abrió la boca pues él esperaba que le prohibieran hablar con aquel niño, pero su madre tenía otros planes.
-Eso no es justo, sabes lo que hacen esos niños a su edad -hablo nuevamente el pequeño, haciendo que su madre riera por su actitud -. A esa edad se sacan los mocos, quieres ese futuro par tu hija.
-¿Cómo sabes que se sacan los mocos? -pregunto Susan mientras reía por la actitud de su sobrino.
-Creeme tía yo ya pasé por eso -volvió a decir el pequeño mientras se señalaba así mismo.
-Theo cuando a ti te interesen las niñas me pondré igual que tú -hablo la pequeña Sofía mientras le sacaba la lengua.
-A mí jamás me interesará una niña, son asquerosas y superficiales -reclamo el pequeño rubio mientras hacia una mueca de asco.
-¿Quién dijo que éramos superficiales? -preguntaron Isabella y Susan al mismo tiempo.
-El Tío Ed siempre se quejaba de las mujeres, diciendo que eran superficiales -aclaro Adrián mientras veía a sus hermanos discutir.
-Porque no me sorprende, Ed se quejaba por todo, hasta por qué no le comprábamos golosinas turcas-aclaro Susan una vez que sus sobrinos dejaron de pelear.
Toda la familia comenzó a reír y recordar todo lo que habían pasado y el como eran sus tíos y papas antes de ser mayores.
Una vez que Isabella se sintió bien, volvieron a su casa, cuando llegaron Isabella fue al baño a tomarse una ducha, relajando cada parte de su cuerpo.
Cuando salió del baño se puso su vestido color blanco para dormir, el sonido de la puerta se hizo presente, acercándose lentamente venido a Adrián detrás de la puerta con su pequeña manta.
-¿Qué pasa cariño? -pregunto Isabella mientras se ponía a la altura de su hijo -. ¿Te duele algo? ¿Tienes fiebre? ¿Te cayeron mal las galletas? O tuviste alguna pesadilla.
-Tuve una pesadilla y quizá mojé un poco la cama -dijo el pequeño entre sollozos, la pelicastaña abrazo a su hijo para calmarlo.
-¿Quieres dormir conmigo? -pregunto Isabella, sientas que Adrián murmuraba un "Si", había tenido un déjà vu al recordar la vez que Edmund había mojado la cama en la casa de su tío la primera noche -. Pero antes ve a cambiarte de pijama para que no vayas a dormir incómodo.
-Ya lo hice, antes de venir, no quería incomodarte por haber mojado un poco la cama y mi pijama mamá.
-De acuerdo cariño -extendió su mano a su hijo comenzando a caminar directo a la cama, una vez que lo arropó y le dio un beso en su frente dispuestos a dormir.
-Mami, puedes contarme como era papá -hablo el pequeño antes de dormir.
-Pues tu papá era muy valiente y fuerte, siempre ponía a su familia primero, cuando se enteró de que íbamos a hacer papas se puso muy feliz porque siempre quiso tener hijos y cuando nos encontramos que eran dos se puso aún más feliz, te aseguro que él estaría orgullo de ti y de tus hermanos así como lo estoy yo -Isabella una vez que miro a su hijo se dio cuenta de que se había quedado complemente dormí
FIN
Este no es el final de nuestra historia...
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