Capítulo 45: Fiddelio

—¡Es su puñetera culpa, Nicholas, claro que no quiero hacerle caso!

—¡Y es lo más seguro!

—¡Seguro mis cojones, es encerrarnos, se ha ofrecido a ser el guardián de los secretos, Nick, abre los ojos, nos quiere vigilados!

Han empezado a discutir según han llegado a casa. Nova no ha dicho nada, solo ha cogido a las niñas y ha subido con ellas a su habitación para jugar con ellas mientras los dos discuten. Joder, discuten más ahora de lo que han discutido nunca, ¿qué cojones les pasa?

—Es por las niñas, Rachel, no...

—No me vengas con que es por ellas, Nick, a Dumbledore no le preocupan ni siquiera un poco nuestras hijas —y puede que tenga razón, pero eso no quita lo demás.

—¡Pero a nosotros sí!

—¡Ninguna de las dos acabará con Quien-Tú-Sabes, Nick!

—¡No lo sabemos, Rachel, hay una puta profecía!

Ninguno de los tres entienden, en realidad, el alcance de esa profecía. Ni siquiera conocen las palabras exactas, por lo que a ellos respectan son las que ha dicho Dumbledore, alguien nacido en 1980, no hay más. Igual que entran sus hijas, entran un montón de niños más nacidos en ese año.

—No son nuestras hijas, la profecía no habla de ninguna de ellas —repite ella, como si estuviera muy segura de ello. Pero no pueden estarlo, no lo saben.

—¿Y si lo hace? —le susurra, dejando de lado los gritos.

Porque hay algo más importante que todo eso y es que pasaría si alguna de las dos llegara a ser esa Elegida. ¿Hasta dónde tendrían que llegar para protegerla? ¿Qué tendrían que hacer para que no le pasara nada?

—No, Nick, me niego, no...

Pero da igual que Rachel se niegue o no, puede que Hazel o Mallory estén relacionadas con la profecía y ellos no podrían hacer nada. Ni por ellas ni por Harry, o Gracie, o Clare o Neville. Sea quien sea, no pueden hacer nada por ninguno de esos seis niños que conocen y que, en esos momentos, pueden llegar a tener que enfrentarse al mago más peligroso de los últimos veinte años.

Rachel parece estar al borde de un ataque de ansiedad y no es para menos, porque una de sus niñas puede acabar con Quien-No-Debe-Ser-Nombrado o puede acabar muerta. Y no lo saben porque la profecía no es lo suficientemente exacta, no sirve para que puedan saber quién es.

—Van a estar bien, ¿verdad? Vamos a poder protegerlas —no sabe si Rachel quiere que responda o no, pero le pasa el brazo por los hombros y le besa la sien.

—Van a estar más que bien, no les va a pasar nada porque vamos a estar allí para ellas.

Van a protegerlas como sea, sin importar lo que pase. Rachel empieza a llorar y Nick la abraza con fuerza. Ahora mismo no necesita que él también empiece a llorar, solo está allí hasta que Nova vuelve a bajar, una niña en cada brazo. Es fácil coger a Hazel porque no conoce el peligro y se lanza hacia ellos en cuanto les ve, a pesar de lo pequeña que es ya tiene las cosas claras. Mallory tiene más cuidado, se queda enganchada a Nova hasta que ve seguro que puede ir a los brazos de Rachel.

—Van a estar bien —oye el susurro de Nova y sonríe a Rachel, que tiene a las dos niñas en brazos, abrazándolas como si no lo hubiera hecho nunca.

—Lo sé.

Coge aire y sale de la cocina, hablando con las mellizas sobre como es hora del baño y pueden oír cómo sube las escaleras con ellas. Ellos se quedan allí, al menos un momento. Han aprendido a bañarlas solos, al principio los tres estaban acojonados y estaban siempre ahí, pero ahora ya son capaces de bañarlas solas.

—No confió en esa profecía —suelta Nova, como si nada y Nick suspira.

—Dumbledore...

—No pensaba que fueras a ser tú quien le defendiera después de que no quisiera saber nada sobre la reunión que filtraste —Nova le corta y se cruza de brazos.

—No le defiendo, tampoco creo nada de lo que dice.

—¿Entonces?

—No tenemos ni idea de lo que dice de verdad, es mejor ponerse en el peor caso y pensar que es una de las dos. Estoy seguro de que James y Lily están haciendo lo mismo —responde y, al menos, es lo que espera—. Y mira como se han ido Marlene y Dorcas.

—¿Lo mejor es estar paranoicos?

—No si aplicamos hechizos aún mejores a la casa, podremos hacer guardias y...

—¿Te lo crees? —Nova vuelve a interrumpirle y Nick no sabe a qué de todo se refiere—. Que no sabe sobre quién va la profecía.

—No, no le creo.

Porque lo primero que ha hecho es mirar a los niños cuando ha entrado a la reunión y luego ha sonreído, como si... como si estuviera orgulloso. Nick supone que sí, que Dumbledore esta orgulloso de tener más miembros en La Orden del Fénix, porque si mueren ellos sus hijos estarán allí para sustituirles, algo que cada vez parece más necesario.

—Yo tampoco, pero... —Nova mira hacia la puerta de la cocina y suspira—. No quiero hablarlo con Rach, no quiero...

—Ya, esperanza, lo sé.

Nova asiente y suspira de nuevo. Luego tira de su camiseta y le acerca hasta él. No le besa, porque Nick se adelanta y les ha costado volver a estar así, pero lo han conseguido. A pesar de todo, lo han conseguido, aunque todavía queden momentos en los que Nick tiene miedo de que estén ocultando algo, o en los que Nova cree que ha vuelto a irse si tarda demasiado en volver de una misión de La Orden. Y, a veces, de madrugada, Rachel se despierta y le pregunta si va a quedarse. Siguen quedando cosas, pero cada vez son menos, cada vez están más seguros.

Y en la casa también, porque cuentan con la ayuda de Frank y Alice para poner nuevas protecciones, a pesar de que ellos ya cuenta con Fabian como guardián de los secretos porque han confiado en Alastor Moody.

—No es solo por Neville, también somos aurores —explica Alice y Nick puede ver como parece inquieta—. Cada vez es más peligroso y así, al menos, estamos a salvo.

—Y que queremos ver si mi madre deja de estar en casa constantemente —bromea Frank, ganándose un golpe en el brazo.

—Tu madre es quien está cuidando ahora a Neville.

—Y le estará haciendo llorar, mamá no es buena con los niños y lo sabes.

Alice intenta defender a su suegra, pero parece que se rinde antes de decir nada. Nick no conoce personalmente a Augusta Longbottom, pero sí que ha oído cosas y no le gustaría que esa mujer fuera su madre. O su abuela.

—Gracias por venir —les dice, intentando cambiar de tema y Alice sonríe.

—Para eso están los amigos, aunque deberíais pensar lo del encantamiento Fiddelio, si Alastor lo está proponiendo...

Pero ellos no han sido loss primeros en pensarlo, si no que Marlene y Dorcas se han adelantado a ellos. Les informan en una carta que le dan a Gideon que están escondidas y no piensan volver a salir hasta que no sea absolutamente necesario, que dejan La Orden y que no piensan volver. El gemelo Prewett afirma que es el guardián de los secretos y que no piensa contarle a nadie donde viven, pero también les asegura que están bien, tanto ellas como las niñas y es la única persona que puede acercarse a donde sea que se hayan mudado ambas chicas.

Los siguientes que caen en el encantamiento Fiddelio son James y Lily, presionados por un Dumbledore que aparece en su casa para preguntarles a quien planean nombrar su guardián de los secretos. No es, para nadie, un secreto saber que Sirius lo será a pesar del ofrecimiento de Dumbledore en serlo.

—Dice que deberíais ponerlo vosotros también —están comiendo en casa de los Potter por última vez, después de todos se vayan realizaran el hechizo y, la próxima vez, tendrán que ser invitados—. Se ha ofrecido para ser vuestro guardián también, dice que vendría, pero no logra dar del todo con la casa.

—Lo haremos pronto —Nick responde a Lily, pero no le dice nada de lo que piensa.

Ha ido primero a por ellos, los únicos que quedan sin el encantamiento eran ellos y ha elegido primero a los Potter. Con solo una mirada a Nova sabe perfectamente lo que piensa su novio y no quieren decirle nada a Rachel, pero si Albus Dumbledore ha priorizado antes a Harry que a sus mellizas... sus mellizas están a salvo. Tienen que estarlo porque Dumbledore ni siquiera ha intentado encontrarlos y Nick está convencido de que, llegado el momento, daría igual cuantos hechizos protectores hayan lanzado a la casa si Quién-No-Debe-Ser-Nombrado quiere a una de las niñas.

—Tened cuidado en la vuelta a casa —dice James, abrazándoles a los tres y luego abrazando a las mellizas. Hazel le intenta quitar la gafas y Mallory se las empuja poniendo los dedos en los cristales.

—Sí, mamá —le contesta Nova, poniendo los ojos en blanco.

—Tened cuidado vosotros, y lo que necesitéis nos avisáis, ¿vale? Podemos ir a comprar por vosotros o cuidar a Harry si necesitáis salir —dice Rachel y James se acerca a ella, volviéndola a abrazar.

—Protegeos, por favor.

Si es un intento de susurro no funciona muy bien porque los tres lo oyen perfectamente. Remus mira a Alex, Peter al suelo y ellos tres sonríen, como si no fueran a hacer lo que quisieran.

—Lo haremos, no te preocupes —Nick responde por los tres, porque es verdad, lo acabaran haciendo en algún momento, es mucho mejor que tener que estar uno de los tres haciendo guardias por las noches.

Llevan semanas sin dormir juntos los tres en la misma cama, siempre pensando en que pueden llegar en cualquier momento a por ellos. Alice aseguró que, si alguien entraba en la casa, lo oirían por un hechizo alarma que había creado ella misma, pero aún así, meses después de que lo pusiera, confiaban del todo en que fuera a despertarles.

Y luego estaba todo el momento de paranoia cuando uno de ellos era el que se quedaba en casa a solas con las niñas. No podían cuidar de ellas a la vez que estaban vigilando y eso estaba haciendo mella en ellos, se les notaba por como saltaban a la mínima. El estrés les hacía discutir por cualquier tontería y Nick empezaba a plantearse realizar él mismo el encantamiento para poder estar tranquilos de nuevo.

Aunque, realizar el hechizo, suponía dejar de ir a trabajar, no podían estar todos los días yendo y viniendo del trabajo. Nick sabía que no tenía problema en el Ministerio, sería fácil teniendo en cuenta que su padre era su jefe, a pesar de que llevaba sin cruzar una sola palabra con él desde que conoció a las mellizas. Rachel tampoco tendría problemas, podía pedir una excedencia y se la concederían al tener a las mellizas.

Pero el problema era Nova y su trabajo en la agencia de historiadores. A él no le dejarían pedir una excedencia, por mucho que tuviera a las niñas —su jefe no era precisamente el hombre más moderno del mundo— si dejaba de ir a trabajar le echarían del trabajo. Y Nova se había esforzado mucho en conseguir ese puesto.

Así que el encantamiento Fiddelio seguía sin ser una posibilidad, al menos, no de momento. Ellos seguirían yendo al trabajo, seguirían cuidando de las mellizas en pareja o en solitario, dependiendo de los turnos de Rachel y, por las noches, se turnarían para hacer guardia.

Finales de mayo dio paso a junio y, con ello, los días más soleados, los que apetecía sacar a las niñas al jardín para que jugaran en la hierba y les diera un poco el sol. Pero con el jardín venían las nuevas paranoias porque, allí, estaban expuestos. Hicieran lo que hicieran no tenían descanso y Nick llegó a pensar que, su oficina del Ministerio, era un lugar mucho más tranquilo que su casa.

Estaba lleno de mortífagos, no era difícil saberlo. Había visto a Regulus más de una vez en el ascensor, siempre con Crouch Junior a su lado y, si bien no era difícil adivinar la lealtad de ambos, quedaba alguna duda cuando Regulus estaba solo. Pero él había elegido su bando, el que perseguía a sus hijas, así que Nick mantenía las distancias, no le dirigía la palabra. No era algo necesario en su día a día, Regulus estaba en un departamento y él en otro completamente distinto.

Pero volviendo a su tranquilidad, en el Ministerio tenía su despacho, con una única puerta que vigilar. No tenía que preocuparse de que las mellizas estuvieran a salvo antes de lanzarse a atacar y solo tenía que preocuparse por salir vivo de allí, sin tener que estar pensando también en Rachel y Nova. Así que, sí, el Ministerio era un lugar mucho menos estresante que su casa en esos momentos.

—Nicholas.

—Padre.

Abre la puerta con aires de grandeza y un gran montón de papeles que le suelta como si nada. No se equivoca al suponer que tiene que ordenarlos de acuerdo a como sea que quiera su padre, aunque desconozca ese criterio. A veces se pregunta qué demonios hace sentado en ese despacho y desde cuándo se merece ese puesto. Cualquiera de sus compañeros que están fuera merece esa silla mucho más de lo que lo merece hoy.

—¿Has invertido hoy? —pregunta y Nick asiente.

—Lo mismo de siempre, dinero muggle en las distintas bolsas europeas, algunos galeones en la bolsa de Nueva Zelanda.

—Son malas apuestas.

—Ya lo veremos.

Ellos controlan la bolsa británica mágica. Es en la única en la que no pueden invertir directamente, aunque, siendo sinceros, Nick cree que tampoco deberían invertir en ningún tipo de bolsa. Ellos controlan el dinero mágico en Gran Bretaña, ¿hasta qué punto es legal todo lo que hacen?

—Quiero todos esos papeles para mañana, firmados —lo ordena y Nick levanta la mirada del montón que observa en esos momentos y chasquea la lengua.

—Estarán para el jueves y estoy siendo generoso con mi tiempo, padre.

—Nicholas, no tientes a la suerte —Nick se pone de pie, apoyándose en el escritorio.

—Ahora estarán para dentro de una semana, padre, lo siento, esta conversación me ha hecho perder mucho tiempo.

Se vuelve a sentar, con tranquilidad. No piensa pasar ni un solo minuto más del necesario en ese despacho, por mucho que sea más tranquilo que dar de comer a Hazel. Quiere darle la cena, está echando de menos a sus niñas, ¿cuánto tiempo falta para que pueda volver a coger a Mallory en brazos? ¿Para poder jugar con Hazel?

Ah, dos horas. Todavía.

Nick suspira y coge la pluma, leyendo detalladamente todo lo que dice su padre. No entiende para qué le hace mirar tantos papeles, rellenar tantas tablas, poner tantas reglas nuevas de mercado. Ahora toda clase de chuchería tiene que costar dos knuts más a partir de 1982, solamente porque a su padre le ha apetecido.

Los siguientes cambios para los próximos años no son tan estúpidos, aunque algunos de ellos no les ve el sentido a discutirlos todavía. Queda demasiado para 1985 y ni hablar de la subida que quiere introducir a los libros escolares en 1990. Nick se pregunta si su padre no está buscando la forma en la que tengan que pedirle dinero para mandar a las mellizas a Hogwarts, pero no es consciente de que, con lo que gana él y lo que gana Rachel, pueden ahorrar perfectamente todo suelo de Nova todos los meses e irse de viaje los cinco a un hotel de cinco estrellas durante todo el verano.

O, quizá, lo que busca su padre es cabrearle.

Nick coge el papel que ha dejado entre todos los del trabajo. No puede creerse que se haya atrevido a rellenar los datos de Mallory, pidiendo un cambio de apellido de Lightbourne a Durant solo porque está convencido de sus tonterías. Así que coge el papel, dejando los demás en su mesa y va hacia el despacho de su padre.

—¿Qué tontería es esta? —le da igual que esté reunido, da un golpe en la mesa cuando deja el papel y su padre mira al otro mago.

—Perdona, Walden, mi hijo no tiene modales —su padre se disculpa ante Macnair, al que Nick le mira de arriba a abajo. Mortifago—. Nicholas, ahora no.

—No, ahora sí, padre, estas tonterías se han acabado.

Nick no se mueve del despacho, no piensa ceder. Y su padre parece que, por fin, se da cuenta, porque le pide amablemente a Macnair que salga un momento mientras arregla el "pequeño asunto familiar". En el momento en el que cierra la puerta su padre cambia totalmente y llega hasta su lado, cogiéndole del brazo con fuerza.

—¿Te haces una idea de los riesgos que corres viniendo así a mi despacho como si el mundo fuera tuyo, Nicholas?

—¿Y tú sabes con quien te juntas, padre? —no va a volver a dejar que se meta en su cabeza, tiene que recordar eso.

—Sabes perfectamente a que bando pertenece y él sabe a qué bando perteneces tú, ¿quieres mencionar a tu hija delante de uno de ellos?

Sabe dónde darle, donde hacer que Nick ceda, pero esta vez no va a hacerlo, levanta la cabeza y sacude el brazo para soltarse de su padre.

—Ni se te ocurra darme lecciones con eso —le advierte, pero su padre se ríe.

—Si quieres proteger a mi nieta más te vale que sea una Durant.

—¿Tengo que recordarte que tienes dos nietas?

—En lo que a mí respecta solo tengo una y esa es Mallory.

Y todo porque se parece a él físicamente, como se nota que su padre no pasa tiempo con ninguna de las dos porque pronto se daría cuenta de que Mallory se parece más a Nova de lo que se parece a él. Quizá, si estuviera con sus nietas, entendería que las dos lo son, pero no es capaz de ver a Hazel así.

—Tienes dos nietas, padre, cuanto antes lo admitas antes tendrás la posibilidad de verlas a ambas —no piensa ceder, por mucho que se crean sus tonterías puristas.

—Registra a la niña con nuestro apellido, Nicholas, es la última vez que te lo advierto.

Le recorre un escalofrío por la espalda. No piensa hacerlo, lo tiene claro, las niñas llevan el apellido de Rachel por algo. Coge el pergamino que su padre ha rellenado por él y lo rompe por la mitad justo en su cara.

—Hazel y Mallory llevan el apellido de su madre y eso no va a cambiar.

—No digas que no te lo advertí.

Su padre no dice nada más, solo va hacia la puerta y la vuelve a abrir. Que Macnair entre, con aires de superioridad de nuevo, no ayuda a que Nick esté tranquilo y menos por como le mira.

—Enhorabuena por tu paternidad, Nicholas, tus padres no dejan de hablar de la niña —otro escalofrío le recorre la espalda, pero este es mucho peor que el que le ha provocado su padre—. ¿Macie? No, no, Mallory.

—Sí, gracias.

—Tráela un día a la oficina, seguro que es un encanto de niña.

Nick asiente ante Macnair, que sonríe de oreja a oreja. Sabe lo que está haciendo, lo sabe perfectamente. Y no puede creerse que sus padres vayan hablando sobre Mallory a todos esos mortífagos. ¿Qué cojones intentan con eso?

Sea como sea, Nick no se molesta en quedarse más en el Ministerio, recoge su chaqueta del despacho y sale directo de allí hacia el Atrio, donde cogerá una de las chimeneas conectadas mediante la red flu hasta el Callejón Diagon. De ahí se desaparecerá varias veces, pasando por distintos pueblos por si le están siguiendo hasta que llega a casa.

Nova no le espera tan pronto, lo sabe, por eso entra haciendo ruido, para no asustarle al estar con las mellizas. A Rachel todavía le queda una hora para salir y Nova parece estar pasándoselo en grande con ambas niñas, que gracias a Alex y Harry están aprendiendo a gatear. Nick no descartaría que, en nada, aprendan a andar con solo ver a los otros dos.

—No, no te tienes que llevar las cosas a la boca, Lory, si te duele la boca tienes los mordedores —dice Nova, sacándole el tren de madera de la boca a la niña, pero en el momento en el que se descuida Hazel se está comiendo una jirafa de peluche—. ¿Y ahora tú, Haz? ¿Qué voy a hacer con vosotras?

—Aprender a jugar mejor, Donovan, estás aburriendo a las niñas —le contesta Nick desde la puerta y no puede evitar sonreír, a pesar de todo lo que acaba de pasar.

—Llegas pronto, no te esperábamos hasta dentro de una hora —Nova se levanta y va directo hacia él para darle un beso. Resulta gracioso ver como las niñas intentan gatear hacia ellos, pero no terminan todavía de cogerle el truco.

Van a su ritmo, arrastrándose por la moqueta hasta que se desplazan unos centímetros y entonces empiezan a chillar para que las cojan en brazos. Son adorables y a la vez unas consentidas, pero ninguno de los dos tiene narices a decirles que no.

—¿Espero a que venga Rachel o lo digo ya? —no quiere esperar a decir las malas noticias, así que cruza los dedos para que Nova quiera saberlo.

—¿Por eso llegas antes? —Nick asiente y Nova suspira—. Suéltalo.

—Macnair acaba de amenazar a Mallory y mi padre sabe de qué va el tema.

Nova suelta tantas palabrotas que menos mal que las niñas no saben a hablar porque, definitivamente, hubieran aprendido todas esas palabras de golpe.

—¿Estás seguro? —Nova se acerca más a él, a Mallory, que estira la mano para tocar a Hazel. Porque ellas no saben de qué va todo eso.

—¿Qué crees que hago en casa tan pronto?

—Joder, Nick, tenemos que hacer el puto hechizo, no podemos dejarlo más tiempo.

Nick asiente y Nova se pasa la mano que tiene libre por el pelo. Mira a Hazel y mira a Mallory, para luego darles un beso a casa una en la cabeza y deja a Hazel de nuevo en el suelo, junto a los muñecos con los que estaba jugando.

—¿Remus o Peter? —pregunta y Nick suspira. Sirius es el de James y Lily, porque la opción lógica es que sea alguien externo a todo los secretos. O, al menos, es la conclusión a la que han llegado.

—Peter es el padrino de Mallory —responde y Nova asiente. Es la respuesta obvia, es quien tiene que serlo, es su padrino, él no dejaría que le pasara nada.

Peter le ayudó cuando se fue de casa. Le dejó quedarse en su apartamento, le intentó ayudar a pesar página, aunque también le repitió mil veces que debería escuchar a Rachel y a Nova. Nick le debía mucho a Peter, había intentado estar para él durante todo ese tiempo, pero... pero Peter se había vuelto un poco solitario y bastante negativo desde lo de su madre. Nick no podía culparle, por supuesto.

—Voy a pedirle que venga.

Ni siquiera saben si es buena idea tener la chimenea conectada a la red flu, pero aun así lo tienen. Ellos, James y Lily, Frank y Alice. Quizá deberían pedir la desconexión, por si acaso. Solo tienen permitidas las chimeneas de sus amigos y de los padres de Rachel, pero quizá no estaría de más ser un poco más cuidadosos.

—Coge a las niñas —dice Nova, antes de meter la cabeza en la chimenea.

Consigue distraerlas de que Nova tenga la cabeza metida en el fuego durante, aproximadamente dos minutos antes de que empiecen a gritar, asustadas. Es la primera vez que ven algo así y no ayuda el color de las llamas o que Nova siga hablando con Peter.

—Haz, no, no se tocan las llamas —porque, por su puesto, su hija mayor quiere intentar ir hacia allí. Y ella vuelve a chillar y repite lo único que ha aprendido a decir.

—Tatatata —como si estuviera diciendo algo, Hazel lo repite una y otra vez, acompañándolo de alguna pedorreta que a Mallory le hace muchísima gracia y empieza a reír a carcajadas.

—¿Pero qué clase de fiesta tenéis aquí montada? —Nova saca la cabeza de la chimenea y las dos niñas empiezan a reír de nuevo cuando empiezan las cosquillas.

Que solo es tocarles la tripa mientras hablan muy alto, pero a las mellizas les hace muchísima gracia. Sus carcajadas llenan la casa y, cuando Rachel llega, sonríe al verles tirados en el suelo, con las niñas sentadas al lado armadas con un peluche suave que agitan como arma para intentar defenderse de las cosquillas.

—A por ellos, chicas —les dice a las niñas, antes de tirarse al suelo junto a ellos.

Hazel, que siempre se arriesga más que Mallory, se pone de pie cuando Rachel le da las manos y no tarda en tirarse encima de él. En cambio, con Mallory, necesita un poco de ayuda para que pueda molestar a Nova porque, por mucho que Rachel le de las manos, la niña no se termina de atrever.

—Venga mi vida, que no pasa nada —le dice a la pequeña, pero ella no parece muy segura hasta que Rachel no la deja sobre Nova. Y ahí sí que parece querer atacar un poco más hasta que se tumba en su pecho.

Unos gorgoritos y un chillo más tarde, Mallory decide que ya no quiere seguir participando y se queda completamente tumbada encima del pecho de Nova. Hazel, por su parte, no consigue estarse quieta hasta que no ve a su hermana y, entonces, es cuando se tumba en el suelo. La llama agitando las manos y, entre ellas, se entienden porque pronto Mallory, con mucho cuidado, baja hasta el suelo para tumbarse con ella.

—¿Cuándo han crecido tanto? —no se da cuenta de que lo dice en voz alta, pero Nova sonríe y se gira en el suelo hasta que está justo a su lado.

—No lo sé, pero son lo mejor que hemos hecho.

Sí, sí que lo son, y tienen que protegerlas. Ni siquiera saben cuando va a llegar Peter, pero está claro que no pueden atrasar más el momento de contárselo a Rachel, aunque estropee el momento que están viviendo con las niñas.

Y claro que lo estropea, no podía ser menos, es imposible que anunciar algo así no lo estropee y Rachel lo tiene tan claro como ellos, aunque no les guste, tienen que hacerlo.

—Voy a escribir a San Mungo, avisadme cuando llegue Peter —ella se levanta del suelo, pero a los pocos segundos se agacha de nuevo, arrugando la nariz—. ¿Quién ha sido de las dos, a ver?

El olor no tarda en llegar y Nick no puede evitar reírse al ver como las niñas miran a su madre. Ya entienden muchas de las cosas que les dicen, así que los tres saben que ahora están fingiendo porque ya han hecho pedorretas alguna que otra vez que tenían el pañal lleno.

Por si acaso, Rachel coge a Mallory y le hace un gesto con la cabeza para que coja a Hazel. Ella se da cuenta antes de que él pueda hacerlo, que Rachel tenga que escribir a San Mungo significa que Nova tiene que dejar su trabajo. Y, quizá, que esté solo en un momento así no es lo mejor, pero también tiene que poder pensar, ya estarán para él cuando se haya hecho.

—¿Y si él va a trabajar? —lo pregunta cuando le están cambiando los pañales a las niñas y Rachel suspira.

—¿Entonces qué sentido tiene que nos escondamos?

—No lo sé, Rach, pero es injusto que él tenga que dejar su puesto.

—Lo es, pero es lo que tiene que hacerse y Nova lo sabe.

Y Nick solo espera que Rachel tenga razón y Nova lo sepa. No lo haría nunca, Nick lo sabe, pero podría llegar a, de forma inconsciente, resentir a las mellizas solo por ese trabajo que tenía en la palma de su mano y tuvo que dejar escapar.

—Sé que lo sabe, pero me preocupa, no parece emocionado por su trabajo y...

—Tú también lo has notado, ¿no? —Nick asiente y Rachel suspira—. Empezó cuando... bueno, cuando nos enteramos del embarazo. No lo he hablado con él, no sé cómo sacar el tema y ahora...

—No es por el embarazo, Rach, lo sabes, ¿verdad?

Ella asiente, pero Nick no está muy seguro de que lo sepa. Cree que habla por los dos cuando dice que, en realidad, no tiene ni idea de lo que hace Nova en el trabajo porque nunca habla de ello. No se queja de sus compañeros, siempre ha tenido un buen día y nunca tiene demasiado trabajo o demasiado poco trabajo. No saben como se llaman sus compañeros y, casi, no saben donde trabaja. Y ahí, es probable, que solo lo sepan porque es en el Callejón Diagon donde están las oficinas.

—Ya da igual, ¿te bajas a las niñas hasta que llegue Peter? Quiero escribir esa carta antes de que venga para que pueda ir a entregarla.

Le da un beso en la mejilla y sube las escaleras hasta el ático, probablemente a robar algún trozo de pergamino de la mesa de Nova. Así que él se baja a las niñas, que parecen estar encantadas con la idea de volver a bajar, pero no tanto con que sea hora de la cena. Prefieren darlas de cenar y luego bañarlas, y más ahora que comen papillas. O, mejor dicho, cuando se restriegan la papilla por la cara, los brazos y las manos. A veces comen algo, pero todavía están en ello y no es algo que les preocupe mucho porque siguen tomando biberones, una opción mucho más cómoda para los tres que depender de Rachel.

—Estoy aquí —el patronus de Peter, una rata, aparece en la cocina y hace que las mellizas tiren el plato de papilla al suelo por el susto, pero al menos estaba casi acabado.

—Ve a por Peter, ya limpio esto —le dice a Nova—. ¡Rach, Peter ya está aquí!

—No se tira la comida —les dice a las niñas, regañandolas, pero ellas no se dan por aludidas porque le sonríen y Nova suspira. Le da un beso en la cabeza a cada una antes de salir de la cocina.

Sus hijas ríen ante el desastre, pero al menos se dedican a chuparse las manos y comen algo más de la papilla antes de que tengan que llevarlas a la bañera casi con pinzas. De alguna forma han conseguido hasta mancharse las piernas y eso que hoy casi no han salpicado.

—Tenemos que estar todos presentes, ¿verdad?

Nick asiente ante la pregunta de Rachel y esta vuelve a desaparecer para volver con toallitas, algo que a las mellizas no les gusta mucho. Consiguen dejarlas lo suficientemente limpias como para que no manchen a nadie, pero no piensan soltarlas y, en cuanto esté todo hecho, van a ir directas a la bañera. Y luego a la cama.

—Ya estamos aquí —dice Nova desde el salón y Nick mira a Rachel, que cierra los ojos durante unos segundos.

—No quiero que tengamos que pasar por esto —murmura y Nick suspira.

—Es por ellas.

—Lo sé, pero no quiero que tengan que pasar por esto, no tendríamos que estar escondiéndonos.

Un abrazo no va a solucionar nada, pero entiende a Rachel a la vez que le quiere gritar que no pueden dejarlo pasar más tiempo. Quizá no tenían que haberlo dejado pasar en ningún momento, quizá tenían que haberlo hecho desde el principio, como Marlene y Dorcas que desaparecieron o como Frank y Alice. Joder, o como James y Lily, que llevan semanas ya escondidos. No tenían que haberlo dejado pasar tanto tiempo, pero ya es tarde para lamentarse.

—¿Cómo está mi ahijada favorita? —Peter parece que, al menos, sonríe cuando ve a Mallory, que se esconde en el cuello de Rachel.

—Solo tienes una ahijada, Pete —le contesta Nick y el chico niega.

—Hazel es la honorífica, así que tengo dos.

Sí, han hecho bien en nombrarle padrino, parece que tiene algo más en lo que pensar. Desde que murió su madre Peter no es el mismo y ninguno puede culparle, la situación que están teniendo ahora en el mundo mágico no es fácil y él, encima, tiene que sumarle que ve como todos sus amigos están viviendo juntos, felices, casándose y teniendo hijos y él sigue... bueno, sigue.

—Yo que tú no me acercaba mucho, han comido papilla —le dice Rachel, pero a Peter no parece importarle porque se acerca a Mallory.

Le tiende la mano y la cara de Peter cambia cuando la niña se la da porque, seguramente, se hayan dejado algo de papilla en algún lado. Siempre se esconde en los peores sitios.

—¿Una toallita? —le pregunta y Peter asiente—. Te lo hemos dicho.

—No pensaba que fueran tan... Harry no es así.

—Bueno, Harry es uno y es más mayor —responde Nova y Peter se encoge de hombros.

—No sé nada de bebés, si vosotros lo decís —no queda nada más que decir, la conversación sobre las niñas ha acabado y ahora queda lo obvio—. ¿Para qué queríais que viniera? Nova no me ha dicho nada y me ha preocupado.

—Te necesitamos —dice Nick, tiene que ser él quien se lo pida, Peter le acogió sin preguntas, tiene que pedirle este favor también. Y es como si él lo supiera, porque empieza a negar.

—No, por favor, no me pidáis eso —suplica y ya les gustaría no estar pidiéndole eso.

—Créeme, Peter, no te lo pediríamos si no hubiera otra opción —responde Rachel, pero no parece que eso ayude a Peter.

—No soy lo suficientemente fuerte, no podría... por favor, no —lo repite, como si eso les fuera a hacer cambiar de opinión.

—Confiamos en ti, Pete —le dice Nova, pero él sigue negando—. Sabemos perfectamente que no harías nada que perjudicase a la niñas.

—Pedídselo a Sirius —responde y ahora quien niega es Nick.

—Él ya tiene el secreto de James y Lily, no podemos pedirle que guarde otro.

—Pues a Remus.

—Te queremos a ti, Peter —responde Rachel, aunque ella no haya decidido nada, han sido solo Nova y él, pero ella está de acuerdo—. Eres el padrino de Mallory, sabemos que protegerías el secreto perfectamente porque no dejarías que le pasara nada a las niñas.

—Lo siento mucho, chicos, de verdad, lo siento. Gracias por... lo siento.

Nick no se lo espera, que les deje allí, que se vaya de la casa como si nada y les deje expuestos. No se lo esperan porque es Peter, que siempre está allí con todos ellos, que confían ciegamente en él. Y ahora ven a otro Peter, el que no confía en sí mismo, el que cree que no vale para ser guardián de los secretos.

—No creo que debamos dejar esto para mañana —murmura Nick y tanto Rachel como Nova suspiran a la vez.

—Voy a buscar a Remus, se lo explicaré todo antes de traerle —murmura Nova y desaparece casi instantáneamente de la casa.

Se quedan allí, con las niñas en brazos. No se mueven y ellas parece que se acomodan más en sus brazos. Se van a quedar dormidas y bañarlas va a ser una pesadilla.

—No puedo... no entiendo, Nick.

—Yo tampoco.

Porque es verdad, no sabe qué le pasa a Peter porque no se lo cuenta a nadie. Estuvo viviendo con él y no sabe a dónde iba cuando no estaba en casa, que era casi siempre. No tiene ni idea de cómo está llevando la muerte de su madre —a parte de, obviamente, mal— porque no le ha contado nada por mucho que le ha preguntado. Así que no entiende que le pasa a Peter.

Bañan a las niñas antes de que lleguen Nova y Remus y vuelven a bajar al salón, esperando a que lleguen. Al menos no tienen que mantenerlas despiertas porque el hechizo funcionará igual mientras estén ahí. Así que ellas se quedan completamente dormidas después de su biberón y Nova y Remus siguen sin volver.

—¿Crees que...?

—No, no le ha pasado nada —la interrumpe antes de que pueda decir nada y Rachel suspira.

—¿Y por qué tarda tanto?

Eso también le gustaría saber a Nick, pero no puede saberlo, así que solo estira el brazo y acerca a Rachel hasta él. Lo único que pueden hacer es esperar, porque la siguiente opción es que alguno de los dos sea el guardián de los secretos. Sería la opción más lógica y sencilla, pero no, han elegido la complicada.

La hora que lleva Nova fuera se convierten en dos, luego en tres y Rachel acaba quedándose también dormida en el sofá, abrazando a Mallory que descansa tranquilamente desde hace horas sobre el pecho de su madre. Hazel se revuelve un poco entre sus brazos y Nick aprovecha para colocarla un poco mejor.

—Perdonad —la voz de Nova le sobresalta, pero se recupera rápidamente—. Me ha costado convencerle de que es un buen candidato.

—Joder —se le escapa al ver a Remus.

Tiene más heridas que antes, si es que eso es posible y una le recorre la cara de lado a lado, una que la última vez que le vieron no tenía. ¿En qué está metido Remus y por qué parece sentirse tan culpable?

—No preguntes, por favor, no quiero tener que mentirte —dice Remus y Nick asiente—. Despierta a Rachel y acabemos con esto cuanto antes.

Nova coge a Mallory, que protesta un poco hasta que vuelve a estar en la postura que quiere. Nova es quien despierta a Rachel y ella, sin estar del todo enterada de lo que está pasando, ya quiere curar la cicatriz de Remus.

—No —cuando la coge de la muñeca, Rachel le mira fijamente—. No puedo dejarte que me cures.

—¿En qué te lío han metido?

—¿No en qué lío me he metido?

—Tú no te meterías en líos voluntariamente ahora que tienes un niño en casa —responde Rachel y Remus se ríe.

—Dos, Sirius cuenta como otro ahora que está Alex.

Se quedan callados y Nova mira al suelo, como si supera lo que está pasando y no puede decirlo y... Nova lo sabe. Nova sabe qué le pasa a Remus y por eso no dice nada, por eso han tardado tanto.

—Vamos a hacer esto —Nick no quiere perder más el tiempo o que salga la posibilidad de que Remus tenga que hablar de lo que está haciendo. Si no lo quiere compartir es que no puede hacerlo.

—Creo que os estáis equivocando al elegirme, pero vamos a ello.

No sabe qué le pasa a sus amigos con pensar que no valen, pero esta vez Nick es capaz de darle una colleja a Remus para que le entre algo de sentido en la cabeza. Claro que no se equivocan al elegirle, nunca podrían.

—¿Estáis listos?

Los tres asienten y Remus comienza el hechizo. Es sencillo, rápido y una magia tan poderosa que Nick no termina de entender por qué no lo han hecho antes. Ellos forman parte del secreto, aunque no les aplican todas las reglas, Remus no tiene que desvelarles nada porque estaban ya allí, presentes.

—¿Queréis que se lo cuente a alguien? —es lo primero que pregunta cuando acaba y Nova asiente rápidamente.

—Lily, James y Sirius —no menciona a Peter y Nick no sabe por qué lo hace, pero no pregunta, no delante de Remus, claro. Pero cree que lo entiende, lo que acaba de pasar no tiene sentido, no tendría que ser así, Peter tendría que haberse convertido en el guardián, no haberse ido.

—Se lo diré y podrán venir a veros sin peligro ninguno.

—Gracias, Remus, te acompaño a la puerta —dice Nova y no tardan en desaparecer, no les da tiempo ni a despedirse del hombre lobo y, además, Nova se ha llevado a Mallory.

Rachel suspira, se frota los ojos y se deja caer de nuevo en el sofá.

—Ha sido un día muy largo —murmura y Nick deja, con cuidado, a Hazel en el sofá. Le pone un par de cojines alrededor por si se mueve durante esos segundos y, entonces, puede hacerle caso a Rachel.

—Pero ya está, ya ha acabado todo.

—No sé si lo hemos empeorado al desaparecer, Nick, tengo un mal presentimiento y... quiero equivocarme, de verdad.

Si Rachel se equivoca o no es algo que verán con el tiempo, de momento no van a poder hacer nada. Solo pueden esperar y ver cómo se desarrollan las cosas. Así que esperan a que Nova vuelva hasta el sofá, con Mallory, para irse a dormir los cinco. Es tarde, el día ha sido largo y les esperan días también bastante largos ahora que no pueden salir de la casa.

—El jardín no está protegido, ¿verdad?

—Solo la casa —Nova es quien responde y Nick asiente. Ha perdido también su estudio en cierta forma—. Podemos salir al jardín.

—¿Qué sentido tiene si estamos haciendo esto para que no puedan encontrarnos?

—¿Y qué sentido tiene vivir si vamos a morirnos igualmente? —suelta Nova y Rachel, que parecía que se estaba quedando dormida, abre los ojos de golpe.

—Joder con el poeta, ¿te has levantado torturado?

—La tortura es teneros tan cerca y no estar en la cama.

Rachel suelta una carcajada que no puede contener y eso consigue hacer que Hazel se despierte de golpe. Pero tienen suerte porque, en cuanto vuelven a cogerla en brazos, se queda profundamente dormida.

—Se van a sus cunas esta noche —dice Nick y parece que tanto Rachel como Nova están completamente de acuerdo.

Aunque vayan a estar completamente encerrados en casa tienen que sacar las cosas buenas, como que van a poder estar juntos o que van a poder criar a sus hijas. Y eso es lo que les debería importar en esos momentos, cuando están en la cama los tres juntos, sin que nada ni nadie pueda separarles.

Unos días más tarde, James, Lily y Harry les hacen una visita con una foto de Dorcas y Marlene, donde celebran el primer cumpleaños de Gracie y, en la parte de atrás, les avisan de que están bien. Y pueden creerlas, solo hay que verlas en la foto para saber que es verdad, que están bien y van a seguir estándolo.

—El cumpleaños de Harry es en una semana y os queremos allí, ¿entendido? —ordena James y los tres asienten.

—Llevaremos un buen regalo —responde Nick y James se ríe.

—Escoba no, Sirius se ha pedido esa —Lily da la información útil y Nick chasquea la lengua.

—Joder, eso no lo podemos superar.

—Parece que le gustan los juegos de construcción, estará encantado con lo que le llevéis —dice Lily y los tres asienten.

Pero aun así quieren un buen regalo para Harry, así que lo consiguen gracias a Sirius, que parece encantado con la idea de llevar un poco más de caos a la familia Potter.

—El mejor cachorro de crup de la historia —les dice, abriendo la pequeña puerta de su traspontín.

—Va a ser divertidísimo.

Aunque luego los Potter se la puedan jugar a ellos cuando las gemelas cumplan un año, pero desde luego merece la pena porque, cuando Harry ve al cachorro, no puede estar más feliz mientras le persigue subido a su escoba de juguete.

—¿Estáis locos? —pregunta James, que parece que se sube por las paredes.

—Está bien entrenado, Potter, te lo prometo —responde Sirius y el chico pone los ojos en blanco.

—Me da igual que esté bien entrenado o no, es un animal, ahora tenemos que cuidar de otro y, además, de que no le de un susto al gato de Lily. ¡Está mayor, chicos! Como le de un infarto...

—No estás pensando en las posibilidades que tienes ahora que cuentas con ese cachorro de crup, James —le dice Nova, que parece que lo ha pensado bastante a diferencia de James, que todavía no ha llegado a la conclusión.

—Tienes una excusa perfecta para salir con la capa puesta, tienes que pasear al cachorro —le dice Nick y, por un momento, los ojos de James brillan, para luego apagarse de golpe.

—No tengo la capa, se la he prestado a Dumbledore unos días.

—¿Qué? ¿Por qué harías eso? —Rachel salta y Lily pone los ojos en blanco.

—Eso le dije yo, era lo que usaba para salir y ahora mira, lleva encerrado en casa una semana.

—Me la pidió, ¿vale? Solo era para unos días, no sé qué le estará llevando tanto.

Pero, sea lo que sea, no saben al final que es porque parece que Dumbledore no le devuelve a James la capa ni siquiera a principios de agosto. Al menos, ahora que ellos también están cubiertos por un secreto, los Potter pueden venir a verles y a James no le preocupa tanto la capa.

Es una tarde de agosto cualquiera la que Nick decide que va a salir al jardín con las niñas. Como bien dijo Nova, solo se vive una vez o algo así, así que le recluta para llevar a ambas hasta el garaje. Está cansado de tener que llevar y traer la guitarra y estar tocando de una forma muy suave porque, los únicos momentos que puede, es cuando las niñas duermen.

—¿Qué crees que les va a gustar?

Here comes the sun no, eso desde luego —dice Nova y Nick no puede evitar reírse.

—Deja de meterte conmigo por eso, ya te dije que fue la única que me enseñaron al principio.

Pero Nova no le deja, se sigue metiendo con él hasta que empieza a tocar una nana y a las niñas parece gustarle, aunque se le cierran los ojos. Va cambiando el ritmo hasta que está tocando una nana acelerada y Hazel se pone de pie usando el sofá que tienen allí para ayudarse.

—¿Vas a andar, Hazel, cariño? —le pregunta Nova, con un orgullo que no entra en el garaje—. Ven aquí, Haz, tú puedes.

Pero no, todavía es muy pequeña, intenta dar un paso y empieza a tambalearse hasta que se cae de culo y, ahí empieza a reírse.

—Al menos le ha hecho gracia —dice Nick y Nova niega, pero sonríe mientras lo hace.

Pasan una tarde estupenda en el garaje con las niñas, les dan de merendar, consiguen que duerman una siesta de media hora y vuelven a jugar con ellas. Nick las deja incluso tocar la guitarra y sacan algunas cosas que apunta para ponerse a trabajar en ellas más adelante, cuando tenga su rato libre. Rachel está usando el suyo para pintar, Nova utilizó el suyo para lo que Nick supone que es escribir poemas y el último que tuvo Nick lo dedicó a estar tumbado en el jardín mirando las nubes.

—Vamos a cenar, bañar y a dormir —declara Nova, como si eso fuera a hacer que las mellizas hagan caso.

Las llevan de nuevo a la casa y empiezan la misma rutina de siempre, pero esta vez parece que esa siesta de media hora las activa más y no hay forma de hacer que se duerman, ni siquiera cuando las meten en la cama.

—Se acabó, me las llevo al garaje, les voy a tocar la nana de antes y que se queden dormidas —declara, levantándose de golpe de la cama y cogiendo a Hazel—. Vamos, uno de los dos, conmigo a llevar a los monstruitos.

—No llames a nuestras hijas monstruitos, Nicholas —murmura Rachel, que parece estar casi en el quinto sueño.

—Vamos a dormir a los monstruitos —dice Nova y se lleva un manotazo sin ganas de Rachel.

—Os acompaño —dice, pero no parece ser capaz de moverse de la cama.

—¿Has estado pintando?

—He estado limpiando el suelo, estaba lleno de pintura, me duele la espalda —le contesta su novia y tanto Nick como Nova ríen.

—Eso te pasa por no pedir ayuda.

—Nos hubiera dolido a todos la espalda. Id con los monstruitos y traedlos dormidos.

—¿No decías que no llamase monstruitos a nuestras hijas? —se burla de ella, pero ahora el manotazo se lo lleva él y no puede evitar reírse.

Y a Hazel, por supuesto, le hace muchísima gracia y no deja de reírse a carcajada limpia. Va a ser muy complicado dormir a ambas porque no dejan de retroalimentarse entre las carcajadas y los ruiditos de intentar hablar.

—Preparo dos biberones y salgo con Mallory, ella está mucho más tranquila —le dice Nova y Nick asiente.

—Te veo allí, estaré ya tocando así que no hagas mucho ruido por si funciona rápido.

Le da un beso en los labios antes de separarse de Nova en el pasillo e ir al salón para salir al jardín. Es un poco raro tener el garaje tan metido con respecto al resto de casas de la zona, pero a ellos les ha venido de lujo porque ahora pueden hacer este tipo de cosas.

Nick avanza por el jardín, con la varita en la mano para iluminar el camino y no caerse con Hazel en brazos. Está semana van a tener que cortar el césped porque ya está creciendo demasiado y si quieren sacar un poco a las niñas para que les de el sol no pueden dejar que la hierba esté tan alta, así que...

Crack.

El ruido sobresalta a Nick, que se gira rápidamente, levantando la varita y dispuesto a soltar todas las maldiciones que conoce hacia lo que sea que esté en su jardín.

Pero lo que está en su jardín es Delilah Selwyn, ensangrentada y con algunas heridas, chillando mientras intenta soltarse con fuerza de un elfo doméstico. Nick reconoce a Kreacher de milagro, que suelta rápidamente a Delilah y desaparece tan rápido como ha aparecido, dejando que la chica caiga en el jardín.

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