Prólogo


Prólogo

No puedo quejarme de absolutamente nada; tengo unos padres maravillosos, hermanos increíbles y una familia unida. No puedo quejarme, mucho menos cuando soy la consentida de todos, ser la única niña dentro de seis niños tiene ventajas y claro también desventajas.

La mayor parte del tiempo, ando con Matías y Alex, he estado tanto con ellos que los conozco tan bien que no son capas de lograr mentirme–cosa que nunca hacen–, Una desventaja es que tenerlos a ellos, significaba acostumbrarse a los malos comentarios y críticas de los chicos que me invitaban a salir. ¡Nadie les caía bien! Y después de todo no se equivocaban. Matías tampoco es cosa buena, tal vez por eso sabe cómo advertirme; Matías no es chico de una sola chica, o más bien no la a encontrado, «Lo que más odio de los chicos, viene a caer en mi hermano» Alex por su parte es algo parecido, pero si ponemos a Matt con el en una balanza, la idiotez de Alex no es nada con don Matt-estúpido.

En mi vida no tenía problemas, y casi no tenía preocupaciones, tampoco me distraía por cosas simples;

Hasta que lo conocí.

Creí enamorarme de un chico, su nombre es Demian, del que me advirtieron demasiado, no dejaban de decirme que no era para mi, pero no escuché, y por no escuchar; me gané un corazón roto, y Demian se ganó el odio de Dustin, y mis hermanos.

Deje de verlo durante el largo verano, despeje mi mente y creí haber olvidado el caso Demian. Pero cuando regresamos a clases, él regresó también; volvió con sus promesas.

Y yo las volví a creer.

Aunque eso significaba tener a los propios Alex y Matías odiándome.

Pero mis mismos errores, mis mismas estúpidas decisiones me dejaron hueca, y no exactamente con el corazón roto.

En el tiempo que me sentí más protegida por ambos–por Alex– al quererme alejar de él; pasaron cosas que sin pensar y sin querer, sentí.

Creía que el problema era hacerles entender a Matt y Alex que yo quería a ese tipo, pero no, no era eso. Pues al final él fue tema visto, Demian salió de mi vida.

Pero Alex entró más en ella.

Sin querer, sin estar consiente y si poder frenarlo; me di cuenta que el verdadero problema era Alex.

Me estaba enamorando de él.

Me estaba enamorando de Alex, del mismo que ví cómo un hermano todos estos años.

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