13 - Los besos dicen más, que las palabras

—¡Dijiste que no vendrías!—me dijo Alex—. Sube rápido, ellos vienen en unos segundos.

Subí rápido a su auto y de inmediato arrancó.

—Me duele la cabeza—dije.

—¡¿Tomaste?!—gritó.

—¡No! Confundí el vaso, pero no tenía sabor a alcohol, era un sabor...

—Mierda—susurró él—. Ellos se darán cuenta. ¡Sol por qué lo hiciste! Matías habló contigo antes.

—¿Donde está Zoe?—pregunté.

El no respondió.

—¿Quieres manejar un poco más despacio? Quiero vomitar.

—Si lo hago seguramente Matías y su calmada forma de conducir nos alcance—dijo—. Debería haber dejado que él te encontrase.

Yo giré a verlo.

—Cállate.

—De nada—dijo.

—¿Cómo sabías?—pregunté—. Que yo estaba ahí.

El negó con la cabeza.

—Eso fue lo peor.

Yo fruncí el ceño.

—Emma me marcó, me dijo que estabas ahí. Temía que esto sucediera y en ese momento tome el auto. Venía a medio camino cuando Matías me dijo qué alguien le había dicho que te habían visto ahí y que ya se dirigían para la casa dr Demian.

—Afortunadamente vos me encontraste primero—dije.

Entonces ahí hubo silencio.

Joder, me duele demasiado la cabeza.

—¿Y ese vestido? Es de Zoe, ¿Cierto?

—¿Cómo lo sabes?—pregunté.

—Te aborrece ese tono de morado, Sol.

Era cierto.

—Sí es de ella—dije y empecé a reír—. Pero me queda, muy bien. Mi trase...

—¡Sol ya!—gritó.

Lo ignoré y mejor cerré los ojos mientras llegábamos a la mansión, aparcó el auto y yo entré corriendo al baño, tenía unas nauseas tremendas.

¿Que fue lo que bebí? ¿Cómo pueden soportarlo?

Me ví en el espejo y era un desastre, me cabello y mi rostro estaban... peor que Emma. Me lavé la cara ahí nada más para salir, todo me daba vueltas y afortunadamente no era de esas que se le salía miles palabras locas.

Fui por ella, ya está en la casa—escuché decir a Alex por el celular—. Esta bien, se dormirá rápido.

¿Yo? ¿Dormirme rápido?

No me vas a dar órdenes Matías, en ese caso las daría yo. Pero bien, solo no llegues antes de la una.

Pero que preocupado estaba Matías.

Ví que Alex sonrió.

No quiero conocer más chicas—dice él—. Créeme que no.

Alex sonrió al teléfono.

Esta tan enamorado de Emma.

Y yo tan idiota.

Me quité los tacones pues seguramente no podría subir con ellos las escaleras.

—¡Bye me voy a mi cuartolandia!—dije y...

Bien, tengo que ir por la reja. Me acerqué al borde y me sostuve de la reja, era más fácil, tenía menos probabilidades de caer. Pero si, había momentos dónde ya me sentía cayendo de culo.

Giré unas dos veces para ver a Alexis que me observaba desde abajo.

¿Me esta viendo el trasero?

Mierda, no, no lo hace.

—Yo estoy más linda que Emma—dije en voz baja.

—¿Qué?—preguntó confundido.

¿Qué yo no hablé despacio?

—Que seas feliz con Emma, hermanito—le dije y seguí subiendo—. Oye.

El me seguía viendo.

—No me veas así, solamente puedo pensar en qué te estás riendo por dentro por mi rostro.

El sonrió.

—¡Alexis!

—No Sol, créeme. De cualquier forma, vos te ves hermosa, siempre lo haces.

Lo ví a los ojos.

—Siempre serás la más linda.

Quedamos en silencio unos segundos, a pesar que me encontraba a la mitad de la escalera a una distancia alejada, lo sentía demasiado cerca.

Lo sentía conmigo.

Sentí que él también sentía algo por mi, aparte de verme como su hermanita.

Lo sentía conmigo.

Pero no lo tengo conmigo.

—Puedes pedirle a Rose que me haga un té, o un café—dije—. Por favor.

Alexis rodó los ojos y me vió con un rostro de "¿Enserio?" Ese rostro con esos ojos taaaaan...

Sol, debes preguntarle a los chicos que tomaste hace un rato, para no volver a hacerlo.

—No despertaré a Rose, esta más que dormida.

—¿Está muerta?

—¡Sol!

Yo empecé a reír.

—Enserio lo necesito—pedí—. Tengo que tomar algo antes de dormir, no puedo dormirme siendo esa cosa lo último que le cayó a mi estomago.

Alex se cruzó de brazos.

—Tal vez aún está despierta—dije—. O mañana despertaré diciendo más babosadas que Zoe.

Babosadas, que se estaban volviendo reales.

Vayas babosadas.

—Lo que necesitas es darte un baño, antes que ellos vengan y te vean, con ese vestido y los tacones en la mano.

Rodé los ojos y sin más llegué hasta mi habitación, antes de entrar a la ducha escuché que Alex también había subido a su habitación.

Le debía una grande.

El agua fría me despertó un poco, estaba un poco más consciente de mis movimientos, y me repetía un millón de veces que esto no saldría nada bien.

No debí haber ido.

Me cepillé el cabello y me puse la pijama, estaba por recostarme pero enserio necesitaba un té o un café, y ya que Rose seguramente esta contando ovejas, me lo haré yo.

Mientras bajaba las escaleras, noté que el living alumbraba un tanto, me acerqué y ví que Alex estaba sentado en el sofá viendo televisión, el también se había duchado y tenía su pijama.

Me dirigía a la cocina cuando lo escuché.

—Acá está tu café—dijo.

«¡Sí!» pensé.

Caminé hasta ahí y me senté a su lado.

—¿Rose se levantó?

El negó.

—¿Lo hiciste vos?—pregunté.

Él empezó a reír sin decir sí o no.

—¿Alex que le pusiste?—pregunté.

—Nada—respondió riendo.

—¿Que es eso?—pregunté cuando ví su vaso.

—Café frío.

Vaya.

—Gracias—dije viéndolo una última vez y tomando la taza de café.

Supongo que no va a estar m...

—¡Mierda!—exclamé y puse la taza en la mesa, pero me salpicó un poco en la pijama.

Alexis empezó a reír.

¡Eso estaba hirviendo!

Sin pensarlo tome su café frío «Que estaba delicioso» y tomé un poco.

—Súper caliente, y súper fuerte.

Dije viendo mi pijama.

—No iba a poder dormir con tanto café—dije.

Él tomó la servilleta que tenía y se acercó a mí para limpiarme.

—En tu condición, esta mejor un café cargado—dijo y ahora sí lo tenía cerca.

Sus movimientos eran delicados, me limpió la parte de la blusa y luego subió hasta lo poco que tenía regado alrededor de los labios.

Yo no podía dejar de ver sus ojos.

Y me dí cuenta que él tampoco podía dejar de ver los míos.

En un momento bajo la servilleta y ahora no estaba cerca de mí por ayudarme, quería pensar que por lo mismo que estoy yo ahora. Cuando la distancia desaparecía entre nosotros mi corazón latía más fuerte.

Cuando recargó su mano en el sofá para poder acercarse más a mí, di por muerto mis sentidos. Yo me acercaba más a él, y no me cabía otra cosa más que ver sus ojos, y después de ahí, ver sus labios.

Que después ya no ví pues la distancia se cortó completamente y...

Como jamás lo había imaginado.

Lo estaba besando.

Sus labios eran dulces, era un beso lento, pero un beso cómo nunca había tenido uno. Mi piel se erizaba cada vez más, mi corazón se quería detener y todo fue a más cuando estaba dejando de ser un beso lento y temeroso.

Fue cuando ambos coincidimos sin decir absolutamente nada, sin decir absolutamente; yo lo había dicho todo.

Y es que es cierto cuando dicen que los besos dicen más, que las palabras.

No me cabía la emoción, la nostalgia cada vez que el ritmo del beso aumentaba. Jamás lo imaginé, no con él. Su lengua y la mía se rozaban de vez en cuando, esto era... diferente, tan... tan desgraciadamente real.

Todos mis pensamientos se fueron a la mierda cuando él de golpe se separó de mí.

Ya escuchaba de sus labios decir; «Esto está mal».

Pero esa idea también se fue a la mierda cuando subió su mano hasta mi mejilla y él me pegó a sus labios, otra vez

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💛

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