10 - Vos sonríe, y yo sonrío
Sol
—¿Por qué no lo dejas por la paz?—escupió Zoe.
—Zoe, ¿vos no lo entendes cierto? Yo quiero a Demian, Matías debe entender eso.
—¿Y así hablabas de Alex? Sol enserio estás loca.
Yo rodé los ojos.
—Alexis sigue sin captar, ¿que no lo ves?
Zoe giró a la dirección que indiqué y vió a Alexis parado hablando con Emma. No quise ver más y me di la vuelta para seguir caminando.
—¡Oye! No me dejes—dijo Zoe alcanzándome—. Antes podías verlos juntos, es que ahora ¿ya te carcome las venas?
—Zoe no empieces—llegó Rachel—. Enserio son las ideas más locas, ¿Alex y Sol?—Rachel negó—. Eres idiota.
—Idiota tú Rachel.
—Chicas basta ¿sí? No saben lo tedioso que es venir cada día al colegio y saber que estos momentos tienen que pasar.
Rachel vió a Zoe, y Zoe me vió a mí, y yo ví a la puerta.
Estaba entrando Alex...
Tomado de la mano de Emma.
Mierda.
Su mirada se conectó con la mía y pude notar que se sentía; culpable, triste, decepcionado no sé, pero él no estaba bien, no se veía feliz.
¡Vamos Alex, lo tuyo es oficial y no tienes que estar escondiéndote! ¡Genial! Me alegro por él.
Pero fue una sensación extraña que al mismo tiempo me hizo dejar de verle.
Me sentía triste, me sentía... sola.
—No voltees—dicen Rachel y Zoe al unísono.
Pero no hago caso y giró para ver posiblemente la escena que más tiempo me costará superar.
Emma estaba besando, a mi hermano, a Alex.
Quise disimular sonriendo de lado y diciendo...
—Él sabe lo que hace.
Cuando posiblemente no sabía que hacía, apenas hace unos días mencionó a otra chica. Sin tomar en cuenta que en repetidas veces hemos quedado a centímetros de...
Bueno, ya saben. Suena loco, y lo peor es que no me negaría; eso es lo catastrófico.
Caminamos hasta el salón y este estaba vacío, Rachel recibió una llamada de Yam, su mamá y salió a verla.
Quedé sola.
Con Zoe.
—Es tarde—dice en un hilo de voz—. Enserio creí que podía pasar algo entre ustedes antes que Alex diese el siguiente paso con la tarada esa.
No respondí. Me sentía echa pedazos, ¿pero que debía hacer? ¿Pedirle a Alex que no estuviese con ninguna chica porque no puedo verlo con alguien más? Dios, sería muy egoísta. ¡Que es lo que maldita sea quieres Sol Balsano!
—Ey—dijo—. Podes engañar a Rachel pero a mí no, vos estás mal.
Yo giré a verla.
—¿Mi teoría esta siendo cierta, verdad?—preguntó.
—Zoe Navarro, te odio—dije.
Zoe abrió los ojos cómo platos.
—¿Entonces sí?—preguntó.
No respondí.
—No sé, es muy loco, muy rápido todo es tan confuso...
—Es algo que con el tiempo ni vos ni él podrían ocultar—dijo.
Yo bufé.
—Zoe, ¿Vos lo ves a él? Tan feliz, no Zoe. Esto debo quitármelo de la cabeza antes que realmente empiece a ver a Alex de otra manera y entonces sí, toda mi vida se convierta en un infierno.
—¿Y Demian?
—¡Eso es justamente lo peor! Es por él que me doy cuenta que corro peligro al seguir con la estúpidas ideas que me meto a la cabeza—dije—. Demian lo he olvidado en muchas ocasiones, he sido demasiada distante.
Baje la mirada.
—Yo quiero recuperar a Matt, desde que lo supo... mierda, es horrible.
Zoe no dijo nada más y solamente me abrazó. Tenía ganas de llorar, todo se había convertido en un circo, todo subía y todo bajaba.
—Rachel tiene razón, tengo que sacarme esas ideas locas de mi cabeza.
Y eso era lo único que debía hacer.
—Rachel está loca—dice Zoe.
—Vos estás más.
Ella sonrió. Que haría sin esta chica.
A la hora de la salida, Demian me esperaba en la puerta. Alex lo sabía, le molestaba cómo piedra ardiendo en la espalda pero lo sabía, Matías también, Dustin ni les cuento.
Sentí que todo iba a terminar mal cuando Demian tomo mi mejilla y me besó, me separé y pude ver la cara de odio en Alexis, y Samuel jalando a Matías pues el ya venía para acá; quién sabe a qué, pero a algo bueno no.
—Haré una fiesta en mi casa mañana—dice Demian.
—¿Qué?—pregunté.
—Y tienes que estar ahí.
Yo negué.
—Sol, por favor.
—No p...
—¡Preciosa por favor!
No sabía cómo iba a hacer esto, seguramente los tres chicos que me están matando con la mirada; Dust, Alex y Matt se enterarían y por supuesto, no iría.
—Lo intentaré—dije.
—¿Te vas conmigo?—me preguntó.
—No, mis hermanos llevan tiempo esperándome.
Demian rodó los ojos.
—Bien.
—Nos vemos—dije y le di un beso rápido en la mejilla.
Subimos al auto y mierda.
¡NINGUNO DE LOS TRES ME HABLÓ! ¿Esto podía ser peor?
Llegando a casa, entré corriendo a mi habitación. Olvidé ponerle llave a la puerta y entonces escuché su voz, su dulce voz.
—Sol—era mi hermanito.
—Matthew—dije tratando de parecer más tranquila.
–¿Puedo pasar?
—Claro que sí, ven para acá.
—¿Por qué no te hablas con Matt, Ale y Dustin?—preguntó.
En ese momento mis ojos no pudieron soportarlo más y empezaron a llenarse de lágrimas.
—Eso es lo que yo venía a preguntar—apareció mi mamá cerrando la puerta—. ¿Por qué están distanciados? Siempre fueron inseparables, más contigo.
Matthew me abrazó y me dió un beso en la mejilla.
—A veces a esa edad son algo bobos–dice él.
Yo sonreí.
—Vos sonríe, y yo sonrío.
Matthew era mi angelito, mi niño precioso.
—No hagas caso a esos bobos—dijo.
Ay Matthew, si supieses que cada uno es bobo a su manera.
—¿Quieres contarme?—me preguntó mamá.
Y le conté, todo excepto lo que estoy empezando a sentir por Alex. Mi madre ahora sabe de Demian, lo que hizo antes y el porqué no pueden verlo mis hermanos.
—¿Fue por él que tú y Elena, no se hablan, cierto?
Yo asentí.
—Sol, yo hice demasiadas estupideces cuando tenía tu edad, bien era un poco más nena. Pero, Sol... si ese chico, lo hizo una vez, nada le costará hacerlo una segunda vez. Y si cambió pues realmente que bien, pero hay algo en tus palabras que no me convence. ¿Sabes? Tal vez no quieres tanto a ese chico cómo piensas, cariño. ¿Te sientes segura con él?
No.
No lo hago, deje de hacerlo.
—Porqué si no te sientes segura con él, mi amor, de nada te sirve tener a Dustin, Alex y Matt de esa forma, no des más solamente porque piensas que puedes hacerlo.
Matthew salió y dejo la puerta abierta.
—Tal vez ese chico no es para tí, Sol.
Tal vez mi madre tenía razón.
Vi el rostro de mi madre girar hasta la puerta de mi habitación, yo también lo hice.
Ahí estaba Alex.
Mi madre se puso de pie pues ya se iba.
—No tarden en bajar, ya comeremos—le dijo mi madre a Alex cuando salió.
—Sí tía.
Baje ma mirada observando mis dedos, luego ví nuevamente a Alex. Estaba cruzado de brazos, recargado en el marco de la puerta, con el uniforme del Blake pero sin el saco, la pura camisa blanca y la corbata. Se veía tan bien físicamente, pero tan mal emocionalmente.
—¿Podemos hablar?–me preguntó.
Solamente espero que no sea nada de lo que pienso, pues no, no sé disimular tan bien. Tampoco quiero que me vengas a presumir tu nueva relación, no.
—Sí.
Dije antes de que se adentrara y cerrara la puerta.
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