24 | ¿amigos?

XXIV. FRIENDS?

Durante el resto de la semana, las cartas amenazadoras siguieron llegando al par de chicas. Hermione recibía en mucha más cantidad, pero Allison tampoco se quedó corta. Incluso llegaron a mandarle un howler, y así fue como todo Hogwarts se enteró de que también le gustaban las chicas. Al menos ya no tendría que molestarse en explicárselo a nadie más, pero le había acarreado muchas malas miradas desde entonces.

Aunque Hermione no leía sus cartas —excepto los howlers, que era inevitable, pues si no los abrías explotaban—, Allison prefería sí hacerlo. No le molestaba que la gente tomara su tiempo en insultarle diciéndole que era una mala hermana, o las cosas mucho peores que mencionaban sobre los supuestos cuernos que le había puesto a George.

Era un sentimiento extraño, como una mezcla de emociones. Por una parte, la atención que estaba recibiendo le encantaba, porque sabía que no había hecho nada malo —bueno, lo de Harry no había estado muy bien, pero ya estaba solucionado— y no debía sentirse mal por ello. Pero por otra, no le hacía nada de gracia algunas cosas que decían sobre ella.

Otra cosa que agradecía era que George no se hubiera tomado a mal nada en relación con el artículo. A él tampoco parecía importarle que hubiera gente que pensara que le habían engañado con su propio hermano. Eso aliviaba a Allison, porque a pesar de no seguir saliendo juntos, le tenía un gran aprecio al chico. Era cierto que su relación se había enfriado de manera considerable, pero era normal después de una ruptura. A veces le dolía no poder hablar con George como solían hacer, o simplemente pasar un rato con él porque sí. Incluso le molestaba que ya no se hablara tanto con Fred o con Lee, pues les había llegado a considerar grandes amigos. Pero Allison suponía que era el precio de la ruptura. Con el tiempo, tal vez todo regresaría a como era antes.

En esos momentos, las cuatro compañeras de cuarto estaban juntas, sentadas todas en el suelo de su habitación. Allison había conseguido que Hermione se abriera, aunque solo fuera un poco, a Lavender y Parvati. Sabía que la forma de ser de ellas era muy diferente a la de Hermione, pero no creía que fuera como para que apenas se hablaran. Así que ahora las cuatro tenían una conversación sobre las críticas que Hermione y Allison recibían a diario.

—Al principio me lo creí —reconoció Lavender, hablando sobre la falsa relación de Harry y Hermione—, pero luego pensé que no tenía ningún sentido. Es igual que con Ron y Allison, no podríais salir juntos.

—Pues eso no es lo que piensa toda la escuela. ¿Tan horrible soy para que todos piensen que le puse los cuernos a George con su hermano? —Allison soltó una carcajada—. En fin, menos mal que todo esto no me importa.

—A ti no te rociaron con pus de bubotubérculo —apuntó Hermione, sobándose las manos como si las ampollas siguieran ahí.

—La verdad es que es horrible lo que dicen de vosotras —dijo Parvati, jugando con una goma de pelo y con la mirada en el suelo.

—Sigo sin entender cómo escuchó mi conversación con Viktor. Y tampoco sé cómo sabe que tú —Señaló a Allison— besaste a una chica. Aunque no fuera mientras estabas con George.

Parvati tosió muy fuerte, como si se hubiera atragantado con su propia saliva.

—Sí, y todavía no nos has dicho quién es —dijo Lavender, dándole unas palmaditas en la espalda a su mejor amiga, que pareció tranquilizarse ante lo que había dicho.

—No puedo contaros eso —repitió Allison, como cada vez que se lo preguntaban. Intentaba no mirar a Parvati, porque sabía que se habría puesto roja, y si le lanzaba miradas sería todavía más sospechoso—. Ella no quiere que nadie lo sepa.

—¿Te lo ha dicho? —inquirió Lavender.

—Eres más cotilla que Lizzy, deberíais haceros amigas y contaros chismes todos los días.

—No evadas mis preguntas —reprochó la rubia, lanzándole un cojín que ella atrapó en el aire antes de que se estampara contra su cara.

Allison usó el almohadón para apoyar su cabeza en el suelo y tumbarse.

La conversación derivó por diversos temas desde entonces, y Allison observó con felicidad que Hermione parecía más contenta de lo que había estado esa semana. Hermione solía pasar todo su tiempo libre encerrada en la biblioteca haciendo tarea, y Allison se alegraba de que por fin intentara conectar un poco con sus compañeras de cuarto. Era verdad que muchas veces se quedaba callada mientras las demás hablababan, pero Allison siempre trataba de incluirla en las conversaciones.

El mes de marzo acabó pasando más rápido de lo que Allison había pensado. Para empezar, tenía menos cosas que hacer, porque Hermione le había dado un descanso a la PEDDO para centrarse en averiguar cómo Rita Skeeter había podido escuchar las conversaciones privadas. No había sido con una capa de invisibilidad, porque había hablado con Moody y él no había visto nada. Hermione también había intentado que Allison le ayudara, pero en cuanto vio que ella realmente no se veía afectada, desistió.

Lo cierto era que desde que aquel artículo había sido publicado, Allison se sentía mejor consigo misma. Se había dado cuenta de que muchas personas la miraban por los pasillos, y había pillado a más de uno cuchicheando sobre ella. Era como si por fin le prestaran la atención que ella quería. Incluso hubo gente que le preguntó directamente si le gustaban las chicas o si eran ciertos los rumores de que había engañado a George. Y le encantaba que se hablase de ella.

Así que, cuando las Pascuas llegaron, el humor de Allison era bastante bueno, a pesar de toda la tarea que les mandaban los profesores. Allison no entendía la necesidad de atosigarlos con más deberes cuando las vacaciones estaban cerca, porque lo hacían todos los años. Incluso Lizzy les había dicho que tenían más tarea de la habitual, y que le sería más difícil seguir los horarios que ella misma había hecho para mandarle comida a Sirius. Como ninguno de ellos quería que pasara hambre, habían decidido enviarle comida con lechuzas del colegio, y cada día uno u otro subía a la lechucería para ello.

El último día de las vacaciones, por fin les llegó la respuesta de Percy, que traía Hedwig. La carta iba adjuntada a un paquete con huevos de Pascua que les enviaba la señora Weasley. Cuando Ron los sacó, Allison se quedó extrañada de que tanto el de Hermione como el suyo fueran minúsculos en comparación con los gigantes y rellenos de caramelo de los chicos.

—¿Tu madre no leerá por un casual Corazón de bruja? —preguntó Hermione en voz baja.

—Sí —contestó Ron con la boca llena de caramelo—. Lo compra por las recetas de cocina.

Vale, había sido por eso. La señora Weasley pensaba que Allison había engañado a George. Estupendo. Pero ¿por qué el de Ron no era más pequeño también? Hasta donde ella sabía, los engaños son cosa de dos.

—¿No queréis ver lo que ha escrito Percy? —preguntó Harry.

Allison se la arrebató de las manos, y los otros se asomaron para leerla:

Como constantemente declaro a El Profeta, el señor Crouch se está tomando un merecido descanso. Envía regularmente lechuzas con instrucciones. No, en realidad no lo he visto, pero creo que puedo estar seguro de conocer la letra de mi superior. Ya tengo bastante que hacer en estos días aparte de intentar sofocar esos ridículos rumores. Os ruego que no me volváis a molestar si no es por algo importante. Felices Pascuas.

—Nos ha mandado a la mierda de una forma bastante educada —opinó Allison, mordiendo un bocado del huevo de chocolate.

* * *

Si Allison había pensado que el mes de marzo había pasado rápido, era porque todavía no había visto abril. Entre que los profesores se habían relajado con la cantidad de deberes —se suponía que debían estudiar, pero los exámenes no serían hasta junio— y que nada demasiado interesante parecía pasar, los días eran tranquilos y bastante monótonos.

A finales de abril, Allison estaba aprovechando un hueco libre de la tarde para seguir buscando información sobre las normas de privacidad del colegio. Hacía semanas que no investigaba, y se había olvidado de lo cansado que era leer libro tras libro sin encontrar nada que le sirviera.

Pero, entonces, lo leyó:

Cualquier objeto, mágico o no, del cual el alumno tenga pruebas que haya sido usado para invadir sus derechos básicos a la intimidad dentro del castillo deberá ser requisado de inmediato. No se le devolverá al dueño si no se demuestra que no ha sido usado con esos fines, y si ha sido así no podrá volver a ocupar dicho objeto dentro del colegio.

Allison releyó el párrafo tres veces antes de levantarse para que madame Pince apuntase que se lo iba a llevar. La bibliotecaria se extrañó de que alguien fuera a tomar prestado aquel libro, que estaba lleno de polvo y olía a antiguo, aunque estaba en un considerable buen estado, lo que indicaba que pocas personas lo habían llegado a leer. Tenía solo tres nombres apuntados en la hoja de alumnos que lo habían sacado.

Mientras corría hacia el despacho de McGonagall con el libro bajo el brazo, no pudo evitar sonreír. ¿Sería que por fin había encontrado algo con lo que prohibir ese ojo en la escuela?

Llamó con entusiasmo a la puerta, y la profesora le abrió, quedándose algo extrañada por lo alegre que la chica parecía.

—Allison, ¿qué ocurre?

—¡Lo he encontrado, profesora! —comunicó ella, mostrándole el libro muy alegremente.

—Pasa, pasa —indicó McGonagall, dejando que Alison se adentrara en la habitación.

Tomó asiento enfrente de su mesa y dejó el libro sobre ella, abierto por la página marcada.

—Mire, según esto puedo hacer que el profesor Moody no siga utilizando el dichoso ojo.

McGonagall se colocó bien las gafas y sujetó el libro para leer el párrafo que Allison señalaba con el dedo. Cuando terminó, se puso a revisar otras páginas del libro, con una expresión de inconformidad en la cara.

—Pone que se necesitan pruebas, pero tengo el testimonio de dos personas más —intervino Allison—. Harry me dijo que vio a través de su túnica en el Baile de Navidad, porque le dijo «Bonitos calcetines, Potter». Eso último me lo contó Parvati, que estaba bailando con Harry. ¿Eso servirá, verdad?

—No creo que te guste lo que tengo que decirte —suspiró McGonagall, dándole la vuelta al libro para que quedara de cara a Allison.

La sonrisa en su rostro se borró al instante.

—¿Qué pasa?

—Esa norma fue escrita por Helga Hufflepuff hace un siglo, pero fue invalidada por el exdirector Phineas Niegullus Black. No se ha vuelto a aprobar, por lo que no puede aplicarse a día de hoy.

La pelirroja frunció el ceño y se puso a leer las páginas que McGonagall le indicó. Un gran «DENEGADAO» aparecía al final de una, lo que indicaba que era cierto.

—¿Y no puede volver a aprobarla Dumbledore, o algo así? —preguntó Allison con sus ilusiones yéndose a pique.

La cara de McGonagall daba a entender que no, así que Allison resopló, frustrada.

—¿Por qué es tan difícil?

—Creo que deberías hablar con el Consejo Escolar.

Allison abrió mucho los ojos, sorprendida por la sugerencia de su profesora. No había pensado nunca en eso.

—Desde que Lucius Malfoy fue echado, parecen tomarse más en serio su labor, sin dejar influenciarse —continuó McGonagall, usando un tono estricto para la última parte. Estaba claro que no le había gustado cómo el señor Malfoy había engatusado a los demás miembros en el pasado—. Estoy segura de que tienes muchas ideas para que el ámbito escolar sea más seguro.

—¡Un montón! —exclamó Allison, recuperando algo el ánimo después de la decepción que se había llevado.

—A los miembros del Consejo Escolar les encantará escucharlas. No puedo asegurarte que consigas que aprueben todo lo que pidas, tiene que ser algo razonable...

—Como el ojo mágico —interrumpió Allison.

—La prohibición de tales objetos es algo factible, y probablemente a más de un miembro del Consejo le interese.

La chica asintió a lo que McGonagall decía, una nueva sonrisa formándose en sus labios. Todo aquel tiempo había tratado de dar con normas ya escritas que la ayudaran, pero no había pensado que podía hacer algo para cambiarlas ella misma. Ahora que lo sabía, estaba dispuesta a luchar por ello.

—¿Y cuándo puedo hablar con los del Consejo Escolar? —preguntó con un aire de impaciencia por empezar a cambiar las cosas.

—Contactaré con ellos, lo más seguro es que podamos reunirnos en verano —contestó McGonagall, y una sonrisa se asomó por su boca—. Si no te importa que te acompañe, claro, me encantaría ver qué ideas propones.

—Sería verdaderamente genial, profesora —respondió Allison, que volvía a notarse feliz

Así que, unos minutos más tarde, Allison salió del despacho de McGonagall con un buen sabor de boca. A pesar de no haber resuelto ya todo, tal vez podría ser mejor de lo que esperaba. Si conseguía plasmar de forma correcta sus ideas, era posible que el Consejo le diera el visto bueno.

Estaba tan perdida en su cabeza, que no se dio cuenta que venían dos personas de frente por el pasillo hasta que los tuvo a dos palmos de narices. Los gemelos Weasley la observaban con una sonrisa cada uno y con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Qué haces tan tarde merodeando por ahí? —inquirió Fred.

Allison frunció el ceño, cuando había salido de la biblioteca no eran más que las ocho y cuarto de la noche. Consultó la hora en el reloj, y se llevó una sorpresa al ver que pasaban unos minutos de las nueve.

—Estaba en el despacho de McGonagall.

—¿Alguna travesura? —quiso saber Fred.

—No, en realidad. Es secreto profesional, ya os lo contaré —dijo Allison, haciéndose la interesante.

Fred hizo un chasquido con la lengua y miró a George como preguntándole algo que solo ellos entendieron, porque no hablaron en ningún momento.

—Nos vemos —se terminó despidiendo Fred, dejando a George y a Allison solos en medio del pasillo.

Se quedaron en silencio durante unos segundos. Allison miraba sus zapatos y balanceaba el libro con sus manos, algo que no era fácil porque pesaba demasiado, y estuvo a punto de caérsele en más de una ocasión.

—¿Qué tal todo? —preguntó George, intentando romper el momento incómodo.

—Bien, supongo —contestó Allison, haciendo una mueca con los labios—. ¿A ti?

—También bien.

Ambos asintieron y volvieron a quedarse en silencio. Definitivamente, era la conversación más estúpida y torpe que habían tenido.

—Bueno, ha sido guay hablar contigo. Creo que voy a... irme con Fred —intentó excusarse George, pero Allison, en un arrebato de valentía, le frenó.

—Espera, George. —Él le hizo caso y se quedó parado, mirándole de forma expectante—. Es una tontería que no podamos ni siquiera hablar.

Él suspiró, sonriendo de forma leve y asintiendo con la cabeza.

—Tienes razón.

—Antes éramos buenos amigos —continuó diciendo Allison—. Sería una pena que dejáramos de llevarnos bien. —Le tendió una mano, con un asomo de sonrisa, y preguntó: —¿Amigos de nuevo?

—Por supuesto —respondió el chico, aceptando el apretón de manos—. Ahora que somos amigos otra vez, ¿puedo preguntarte algo?

Allison asintió, dando pie a que lo hiciera.

—¿Quién es esa chica con la que supuestamente me engañaste?

La cara de George dejaba claro que sabía que era una trola lo de que le había engañado.

—No puedo contártelo —dijo Allison, rodando los ojos—. Ella no quiere que se sepa.

—Oh, qué bonito, le guardas el secreto —intervino George, con una voz dulce fingida.

—No seas tonto —se rio ella.

—¿La conozco, al menos?

—Sabes quién es.

George asintió y se llevó una mano a la barbilla, como si estuviera pensando en quién podría ser.

—¿Es de Gryffindor?

—Es de Hogwarts —resaltó ella, alzando las cejas. No iba a decirle a qué casa iba.

Había tenido alguna que otra charla con Parvati en el último mes. Cuando se quedaban a solas, Allison trataba de ayudarla siempre que podía. Notaba que la chica estaba perdida, mucho, y esperaba que pudiera serle de ayuda. También era cierto que, al principio, Parvati le había dado más de un beso, y que Allison no había opuesto ninguna resistencia a ello. Pero estaba segura de que eran besos entre amigas.

Miró a George a los ojos, aunque casi no podía ver a causa de la oscuridad en el pasillo.

—Está bien, no me digas quién es. Pero me acabaré enterando.

—No lo dudo.

Allison se mordió el labio, indecisa, pero acabó por dar un paso hacia delante y abrazar a George. Él no tardó ni un segundo en rodear su espalda con sus brazos.

Los recuerdos de cuando salían juntos golpearon a la chica, como si le lanzaran piedras, y cada una de ellas contenía un momento bonito que habían vivido juntos. Aspiró su aroma, y al hacerlo, su estómago se revolvió.

Sí, podía ser su amiga, pero no iba a ser fácil porque todavía no había superado a George Weasley.

* * *

Dos semanas más tarde, en pleno mayo, Allison estaba en su cama mirando al techo y reflexionando sobre todo un poco. Escuchó la puerta abrirse y cerrarse de un portazo, y cuando se levantó sobresaltada, se encontró a Parvati haciendo una mueca por el ruido que había hecho.

—Pensaba que se cerraría más flojo —se excusó Parvati , aunque acto seguido hizo un gesto con la mano, restándole importancia. Tomó aire antes de soltar—: Se lo he dicho a Lavender.

Allison se levantó de la cama de un salto.

—¿En serio?

Ella asintió rápidamente con la cabeza. La alegría podía verse en su rostro.

—Le he contado que soy lesbiana. Y me ha abrazado y me ha dicho que todo estaba bien.

Allison soltó un gritito y corrió hacia ella, dándole un fuerte abrazo al instante.

—Estoy muy feliz por ti, Parv.

—Gracias —murmuró ella—. No habría podido salir del armario si no hubiera sido por ti.

—Lo habrías hecho igualmente —le aseguró Allison—. Yo solo te he dado un empujoncito.

Parvati se mordió el labio, como si dudara en contarle algo más.

—También le he dicho que... eh... Le he contado que fue a mí a quien besaste. Y me ha mirado a los ojos y me ha respondido: dime algo que no sepa.

Allison frunció el ceño. ¿Lavender lo había sabido todo el tiempo?

—Según ella era demasiado obvio —susurró Parvati.

—Pues creo que deberíamos decírselo a Hermione, antes de que se piense que la excluimos. Es la única que no se ha enterado.

—¿Tan ingenua pensáis que soy?

Ambas chicas se giraron hacia la voz de Hermione. Estaba parada en la puerta, al lado de Lavender, y las dos sonreían con diversión.

—Creo que lo de disimular no es lo nuestro —admitió Allison, apretando los labios.

—Ya os dejamos para que habléis y eso —se despidió Lavender—. Pero no hagáis nada raro en mi cama, por favor.

Las mejillas de Parvati se pusieron rojas, y Allison no pudo contener una carcajada. Hermione y Lavender se fueron riéndose también, y Allison se giró hacia Parvati.

—Se ve que ya lo sabían.

—Parece que sí.

Allison pensó que de repente, aquella conversación se había tornado casi tan incómoda como la que había empezado con George el mes pasado. Hasta que Parvati habló, sin mirarle a los ojos.

—Creo que antes me gustabas —admitió en voz muy baja.

No supo qué contestar de inmediato. Lo había sospechado, no era tan tonta como para pasar por alto las miradas antes de que le besara, pero pensó que estaba exagerando.

—¿Lo crees?

—No, bueno, estoy segura —repuso Parvati, levantando al fin la vista—. Pero estamos mejor siendo amigas, ¿no?

—La verdad es que no creo que deba salir con nadie más por ahora —reconoció Allison, algo nerviosa—. Ya sabes, George...

—Te sigue gustando.

Se quedó un momento en silencio.

—Ahora somos amigos —terminó diciendo, evadiendo la pregunta porque realmente no sabía qué contestar—. Igual que tú y yo.

Antes de que Allison pudiera hacerle a Parvati la misma pregunta que le había hecho a ella —¿Te sigo gustando?— ella le interrumpió, como si hubiera leído sus pensamientos.

—No me gustas ya, no te preocupes por eso. Todo está bien.

—¿Estás segura?

Parvati asintió.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top