05 | cansancio

V. EXHAUSTION


Avanzaron por el claro y volvieron a adentrarse en el bosque, rumbo al campamento. Hermione sujetaba el brazo de Allison con fuerza, temiendo que no se hubiera recuperado del todo, mientras se quejaba de lo mal que habían tratado a Winky.

No pudieron salir fácilmente del bosque, pues al final de este varios magos y brujas les abordaron, preguntándole al señor Weasley sobre lo que había sucedido. Cuando les esquivaron, consiguieron llegar al cámping, donde el ambiente de caos se había disipado algo. Había tiendas destrozadas, claro, y gente andando de aquí para allá, pero al menos habían cesado los gritos y las explosiones.

Al llegar a las tiendas de campaña, la cabeza de Charlie se asomó por la de los chicos en la oscuridad.

—¿Qué pasa, papá? —le preguntó—. Fred, George y Ginny volvieron bien, pero los otros...

—Aquí los traigo —respondió el señor Weasley, agachándose para entrar en la tienda. Los cuatro entraron detrás.

Bill estaba en la cocina, con una sábana en el brazo, que le sangraba. Charlie tenía un desgarrón muy grande en la camisa, y Percy se cubría con un pañuelo la la nariz ensangrentada. George, Fred y Ginny parecían estar intactos, pero sin duda asustados.

Al ver a Allison entrar, George se acercó deprisa y fue la señal para que Hermione le soltara y dejase que ambos se abrazaran.

—¿Estás bien? —le preguntó George en un susurro, acariciando su espalda.

—Sí, estoy bien —contestó Allison.

Quería hablar más, pero seguía muy confundida por lo que había ocurrido y no dejaba de darle vueltas en su cabeza.

—¿Los habéis atrapado, papá? —preguntó Bill de inmediato—. ¿Quién invocó la Marca?

—No, no los hemos atrapado —repuso el señor Weasley—. Hemos encontrado a la elfina del señor Crouch con la varita de Harry, pero no hemos conseguido averiguar quién hizo realmente aparecer la Marca.

—¿Qué? —preguntaron Bill, Charlie y Percy a la vez, incrédulos.

—¿La varita de Harry? —preguntó Fred.

—¿La elfina del señor Crouch? —inquirió Percy.

Con ayuda de los tres —porque Allison no sabía muy bien qué era lo que había pasado—, el señor Weasley les explicó todo lo sucedido en el bosque. A Allison le sorprendió que el señor Crouch les hubiera culpado a Harry y a ella de convocar la Marca Tenebrosa. ¿Es que se había olvidado de quiénes eran?

—¡Bueno, el señor Crouch tiene toda la razón en querer deshacerse de semejante elfina! —repuso Percy, muy indignado, cuando su padre terminó de contarlo todo—. Escapar cuando él le mandó expresamente que se quedara... Avergonzarlo ante todo el Ministerio... ¿En qué situación habría quedado él si la hubieran llevado ante el Departamento de Regulación y Control...?

—Ella no hizo nada... —lo interrumpió Hermione—. ¡Solo estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado!

Ante aquella brusquedad, Percy se quedó desconcertado. Era la primera vez que Hermione le levantaba la voz, seguramente Percy no sabía cómo podía llegar a ponerse cuando se trataba de defender en lo que creía.

—¡Hermione, un mago que ocupa una posición como la del señor Crouch no puede permitirse tener una elfina doméstica que hace tonterías con una varita mágica! —declaró Percy.

—¡No hizo tonterías con la varita! —gritó Hermione—. ¡Solo la recogió del suelo!

—Bueno, ¿puede explicar alguien qué era esa cosa en forma de calavera? —pidió Ron, impaciente—. No le ha hecho daño a nadie... ¿Por qué le dais tanta importancia?

—Es la marca del Innombrable —informó Allison, todavía con los brazos de George rodeándola—. Llevaba años sin aparecer.

—Sigo sin entenderlo —dijo Ron, frunciendo el ceño—. Quiero decir que no deja de ser simplemente una señal en el cielo...

—No es una simple señal, Ron —rebatió Allison, entrecruzando los dedos de su mano con los de George—. Quien Tú Sabes y sus seguidores la dejaban cuando habían asesinado a alguien.

Se acordaba perfectamente, porque no había sido hacía muy poco cuando Maddy y Remus les hablaron sobre ello. Por supuesto que iba a reconocer la marca.

—El terror que inspiraba... No puedes ni imaginártelo, Ron: eres demasiado joven —le dijo su padre—. Imagínate que vuelves a casa y ves la Marca Tenebrosa flotando justo encima, y comprendes lo que estás a punto de encontrar dentro... —El señor Weasley se estremeció, Allison tragó saliva y apretó con más fuerza la mano de George—. Era lo que más temía todo el mundo... lo peor...

Allison miró a Harry, quien parecía bastante tranquilo a pesar de la situación en la que se encontraban, y se sintió estúpida. Ella no podía soltarse de su novio porque seguía con los nervios a flor de piel, pero su hermano estaba calmado.

—Bueno —intervino Bill—, quienquiera que la hiciera aparecer esta noche, a nosotros nos fastidió, porque los mortífagos echaron a correr en cuanto la vieron. Todos se desaparecieron antes de que nosotros hubiéramos llegado lo bastante cerca para desenmascarar a ninguno de ellos. Afortunadamente, pudimos coger a la familia Roberts antes de que dieran contra el suelo. En estos momentos les están modificando la memoria.

—¿Eran mortífagos de verdad? —preguntó Harry.

—Es lo que pensamos. Creo que esta noche hemos visto lo que queda de ellos; quiero decir, los que se libraron de Azkaban.

—Pero no tenemos pruebas de eso, Bill —observó el señor Weasley—. Aunque es probable que tengas razón —agregó, desesperanzado.

—Apuesto a que sí —dijo Ron de pronto—. ¡Papá, encontramos a Draco Malfoy en el bosque, y prácticamente admitió que su padre era uno de aquellos chalados de las máscaras! ¡Y todos sabemos lo bien que se llevaban los Malfoy con Quien Tú Sabes!

—Pero ¿qué pretendían los partidarios de Voldemort...? —empezó a decir Harry.

—Tengo que salir fuera —susurró Allison, estremeciéndose ante la mención del Innombrable.

Soltó a George y salió de la tienda, sin importarle que se le hubieran quedado todos mirando. Hermione iba a salir detrás de su mejor amiga, pero George fue más rápido y enseguida había salido por la puerta.

La encontró sentada con la espalda apoyada en una gran piedra y se colocó a su lado.

—No quiero seguir hablando de todo esto —se excusó, sin mirarle a los ojos.

—Está bien, no tienes que hacerlo.

Allison suspiró y asintió con la cabeza.

—Normalmente no me pongo así —aseguró—. Pero todo esto... es demasiado. Ni siquiera sé qué me ha pasado antes, George, pero pensaba que íbamos a morir. Igual que mis padres.

George giró la cabeza para verle mejor, pero Allison seguía con la mirada fija al frente.

—Solo ha sido una mala noche —la consoló George—. Mañana te despertarás y verás que todo está bien, créeme.

—¿Y si no lo está? ¿Quién te dice que las cosas van a salir bien? Porque no siempre es así. No todo acaba con risas y arcoíris, George. A veces pasan cosas malas, y no puedes cambiarlas, así que no, mañana no estará todo bien —dijo de carrerilla, parando para recuperar el aliento.

No sabía qué contestar a aquello. ¿Qué podía decir que hiciera sentir mejor a Allison?

—Entiendo que te sientas así —empezó a hablar George—, pero ahora mismo no piensas con claridad, Allison. Estás muy nerviosa, y con razón.

Ella se quedó en silencio, muy quieta.

—Allison —llamó George, y por fin ella se giró para mirarle a los ojos—. Eres muy fuerte y valiente, y lo sabes.

—Si fuera valiente no me habría puesto así cuando apareció la marca.

Hizo una pausa y observó que él estaba un poco perdido, porque no había estado ahí y no sabía lo que le había pasado. Allison suspiró y se decidió por contarle todo por encima.

Después de asegurarle al menos cinco veces que ya se encontraba mejor, George le dio un fuerte abrazo. Definitivamente, no pensaba que Allison no fuera valiente, porque por lo poco que le había dicho había debido de pasarlo bastante mal.

Vieron cómo Ginny y Hermione salían de la tienda de los chicos, y cuando comprobaron que Allison estaba con George se metieron en la tienda de las chicas.

—¿Quieres entrar? —le preguntó George.

—Sí, vamos.

Ambos se pusieron en pie, y a Allison se le cruzó una idea por la cabeza.

—Oye, George...

—¿Sí?

—¿Crees que a tu padre le importaría si durmieras conmigo?

George alzó las cejas y la miró de forma pícara, pero Allison le dio un golpe en el hombro.

—Dije dormir, malpensado.

—Ey, yo no he dicho nada —protestó George, sonriendo divertido.

Allison rodó los ojos y agarró su mano para caminar hacia el interior de la tienda.

Los únicos que quedaban en la sala central eran el señor Weasley y Bill, hablando en voz muy baja. Los demás ya debían haberse ido a las habitaciones, igual que Ginny y Hermione.

—¿Te encuentras mejor, Allison? —quiso saber Bill, levantándose en cuanto entraron.

—Sí. Perdón por haberme ido sin avisar, me estaba agobiando y necesitaba tomar aire —se excusó la chica—. De hecho, um...

—Papá, ¿podemos dormir juntos esta noche? —pidió George, señalándose a sí mismo y a Allison—. Te prometo que nos portaremos muy bien, ya sabes lo responsable que soy.

Bill soltó una risa y se dirigió al dormitorio, dándole una palmada en el hombro a su hermano al pasar por su lado. George miró a su padre sonriendo, esperando a que aceptara, pero Allison no creía que eso fuera a pasar. Ha sido una estupidez preguntarle, se lamentó internamente Allison, y ahora va a vigilarnos de cerca todo el tiempo...

—Vale —accedió el señor Weasley, contra todo pronóstico.

Allison pestañeó y frunció el ceño, sin saber si se lo había imaginado.

—¿En serio? —preguntó George, sorprendido porque de verdad hubiera funcionado.

—Sí, sí, como sea —respondió el señor Weasley, frotándose los ojos con cansancio—. Preguntadles a Ginny y Hermione si les importa que George duerma ahí.

Levantó una mano y les señaló con el dedo, en señal de advertencia.

—No... no hagáis nada raro, ¿vale? George, recuerda lo que hablamos, Allison tiene catorce años y tú tienes dieciséis. —George asintió sin borrar su sonrisa—. Por favor, no quiero más quebraderos de cabeza. Estoy agotado.

Sin decir nada más, el señor Weasley entró en la misma habitación en la que había entrado antes Bill, dejando a Allison y George a solas.

—¿A qué se refiere con lo que hablasteis?

—Mi padre me dio una agradable charla sobre el sexo el mes pasado, y me explicó muy amablemente lo que me haría si se enteraba que te había presionado a hacer algo. Supongo que se piensa que como ya lo he hecho estoy descontrolado o algo así, una estupidez.

Avanzó hacia su habitación mientras decía esto último, por lo que no pudo ver la cara de Allison, quien se quedó parada con los ojos muy abiertos. ¿Por qué acababa de enterarse de aquello?

Sacudió la cabeza y decidió que le preguntaría otro día, porque de verdad no aguantaría otra charla cuando sabía que en apenas un par de horas tenía que levantarse.

—Me voy a dormir con Allison —les dijo a los otros tres desde la puerta.

En menos de dos segundos, Harry se asomó por la puerta y se les quedó mirando con recelo. Achinaba mucho los ojos porque no llevaba las gafas y no veía nada, y a Allison le entraron ganas de reír al verle. Se despidió de él con la mano y salió junto a George a la otra tienda.

Ni a Hermione ni a Ginny les importó que George se quedase —aunque Hermione tenía sus dudas, pero estaba demasiado cansada para objetarles nada—, y Ginny tuvo que dejarles su cama. No quería arriesgarse a que ambos subieran a la litera de arriba y cayeran sobre Hermione.

Allison se tumbó mirando hacia la pared, y cuando George le abrazó por detrás no pudo evitar ponerse a pensar en lo que acababa de decirle. No iba a conseguir dormir con tantas cosas a las que darles vueltas, y de verdad necesitaba descansar.

—Buanas noches, Ally —le susurró George.

—Buenas noches, Georgie.

* * *

Llevaba unos días despertando en situaciones extrañas y muy de madrugada para ser verano. Primero, Harry la sobresaltaba diciéndole que le dolía la cicatriz y que había tenido pesadillas con el Innombrable y Pettigrew. Después, les despertaban cuando faltaban horas para que saliera el sol, el día de la final del Mundial. Y luego estaba ese mismo día horas antes, que habían sido sorprendidos por el caos de los mortífagos.

Pero no se esperaba que la razón por la que su sueño había vuelto a ser interrumpido era que Beatrice Kelly estaba gritando en cuanto vio que había dormido con George.

—¡Por la madre de Morgana, quítale las manos de encima a mi niña! —chilló horrorizada.

Allison miró con confusión a George, que estaba adormecido y tampoco entendía nada de lo que pasaba.

—Tris... —trató de hablar Allison.

—No me vengas con Tris, ¿no habéis visto todo lo que se ha montado ahí fuera hace unas horas? Yo que venía toda preocupada, por la mañana, para asegurarme de que al menos dormíais unas horas...

La litera estaba vacía, Ginny y Hermione debían estar en la otra tienda ya.

—... Maddison va a asesinarme, y yo soy demasiado joven y hermosa para morir. Primero los mortífagos, y ahora tendremos que lidiar con otro embarazo adolescente.

—¡Pero si solo hemos dormido en la misma cama! —protestó Allison—. ¿Y qué quieres decir con otro?

Beatrice se cruzó de brazos y les miró con desconfianza, ignorando la pregunta de Allison. A George parecía estar haciéndole gracia la situación, porque estaba riéndose por lo bajo.

—¿Pensáis que no sé lo que significa eso? Y tú, deja de reírte.

—Ally y yo no hicimos nada —le aseguró George, pasando sus brazos por debajo de su cabeza.

—Sé lo que hacen los chicos de vuestra edad, yo también la tuve.

—Tengo catorce años —le recordó Allison.

—Bueno, yo a los catorce no era ninguna monja, te lo aseguro.

Ninguno entendió qué quería decir esa palabra, pero a Allison no le sonó nada bien. La mujer iba a añadir algo más, pero decidió no hacerlo y salió por la puerta resoplando.

—Me cae bien.

—Se ha dado el lote con tu hermano.

George la miró sorprendido.

—¿Con Bill?

—Ajá.

Él asintió lentamente, procesando la información, y miró hacia la puerta. Allison se dio cuenta entonces de que tenía que cambiarse de ropa, porque no iba a salir por ahí de nuevo con su pijama.

—Vete para que me pueda cambiar.

—Lo haría, pero tengo un pequeño problema.

Allison se levantó de la cama, pasando por encima de él, y cogió su mochila de la silla.

—Lo único que me falta es cambiarme enfrente de ti y que entren todos tus hermanos para que se piensen que de verdad tuvimos sexo. Así que fuera de aquí, George.

—Te digo que no puedo salir ahora.

La chica se dio la vuelta, ignorando sus palabras, y sacó la ropa de su mochila. Al regresar su mirada a George, que se había puesto de pie, entendió cuál era su problema.

—Oh, vaya.

* * *

Nada más llegar a la Madriguera vieron cómo la señora Weasley, Maddy y Eliza se encontraban en el porche del jardín delantero. Seguramente Remus estaba en casa durmiendo, sin estar al tanto de las noticias porque había sido luna llena. Maddy y la señora Weasley hablaban con las caras llenas de preocupación, mientras Liz sujetaba a un gnomo que dejó caer al suelo en cuanto les vio. Maddy corrió a abrazar a los mellizos.

—Menos mal que estáis bien. ¿Lo estáis, verdad? Estaba tan asustada —dijo, sin darles tiempo a hablar, examinando sus caras en busca de alguna herida o cualquier cosa que indicara que no sé encontraban en buen estado—. Si os llegase a pasar algo no me lo perdonaría, os pienso tener bien vigilados toda la vida.

—Estamos bien, Maddy —aseguró Harry, dándoles unas palmaditas en la espalda a su madrina.

Se quedaron en la cocina, revisando las noticias que El Profeta había publicado. Al parecer, Rita Skeeter había esparcido rumores sobre que había habido muertos. El señor Weasley repitió que no había sido así, y tuvo que marcharse al Ministerio para solucionar las cosas. Percy se fue con él.

Maddy no había soltado a Allison en todo el rato, y cuando ella quiso darse cuenta ni Harry, ni Ron ni Hermione estaban ya en la cocina. Consiguió que le soltara después de decirle que iba a ir con sus amigos arriba, pero Maddy no parecía muy segura.

—Son unos traidores —murmuró, mientras se dirigía hacia las escaleras.

Abrió la puerta de Ron sin llamar y les encontró a los tres, con gestos de preocupación.

—¿Dónde estabas? —preguntó distraído Ron.

—Ahogándome en la tristeza de Maddy.

Los tres le miraron de forma extraña, pero no le dio importancia y cerró la puerta tras ella.

—¿De qué hablabais?

—A Harry le dolió la cicatriz la otra noche —informó Hermione.

—Oh, sí. Me despertó y estuve buscando a Quien Vosotros Sabéis por toda la habitación. Fueron buenos tiempos —comentó Allison.

—Fue hace tres días —apuntó Harry, mirando a su hermana con total confusión. La notaba muy extraña.

—Ahora soy una persona distinta —dijo con confianza.

Harry y Ron se miraron, sin entender absolutamente nada. Hermione, sin embargo, soltó un gritito y se puso al lado de su amiga.

—¿Vas a contárselo?

Allison se encogió de hombros.

—Después de todo lo que ha pasado en un día, sinceramente ya me da igual todo. Harriet, Ronnie, sabed que soy bisexual. Espero que os parezca bien, porque si no, no os hablaré nunca más en vuestra vida.

El azabache tardó dos segundos en abrir mucho la boca.

—¡A eso te referías con lo del armario!

Su hermana asintió, feliz de que Harry entendiera al fin todas las indirectas.

—Yo ya me lo imaginaba —aseguró Ron—. Me hablaste por diez minutos seguidos sobre cómo los rizos de Lavender caían elegantemente sobre sus hombros —dijo, copiando su tono voz.

—Eso te lo conté en confianza —le reprochó la pelirroja, aunque no pudo evitar sonreír.

—¿Hermione lo sabía antes que yo? —preguntó Harry, indignado—. ¿Y Ron también? Eres mi hermana, debiste decírmelo.

—Ey, ellos ya sabían antes de que les contara. A Herms se lo dije... ¿ayer? Merlín, parece que han pasado días. Y, de todas formas, debiste haberlo intuido.

Él soltó un bufido y se cruzó de brazos, como todo un niño pequeño.

—No se me da bien observar.

—No hacía falta que lo juraras —se burló Ron.

La pelirroja dio unos pasos hasta llegar a una de las camas de la habitación y tirarse sobre ella.

—Entonces todavía debes contárselo a Maddy, Remus y Lizzy —repuso Harry.

—Remus también es bisexual, él me entenderá bien.

—¿¡Remus es bisexual!?

—Baja la voz, Harry —chistó Hermione.

—Supongo que sí. Una vez, cuando fuimos a comprar al mercado, había un hombre muy guapo que le estaba tirando los tejos. Él parecía muy feliz con ello, y estoy segura de que le correspondió. Fue bonito.

—Realmente debo aprender a ser más observador —suspiró Harry.

—Sí —respondieron Hermione y Ron a la vez.

—Bueno, estos días han sido agotadores, así que voy a dormir una siesta.

Allison hundió su cabeza en la almohada y se quedó dormida en tiempo récord. A Ron ni siquiera le dio tiempo a preguntarle si quería jugar al quidditch.

Regresaron una hora después a casa, ya que después de todo lo que había pasado no les apetecía tanto quedarse en la Madriguera. Además, tenían que explicarle a Remus lo que había pasado.

Allison quería dormir todo el día siguiente, pero sus planes se frustraron porque parecía ser que Beatrice le había mandado un howler a Maddy. Por supuesto, Maddy sabía lo exagerada que Beatrice podía llegar a ser, pero de todas formas insistió en que tenía que hablar con ella.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no he tenido sexo con nadie? ¡Ya van treinta y siete!

—Solo quiero que entiendas los peligros que implica, para que estés preparada —argumentó Maddy, señalando con énfasis una cajita de metal sobre la mesa—. Vas a llevarte esto al colegio.

Allison, impaciente por salir de esa conversación, la abrió. Soltó un grito al ver lo que había.

—¡Le estás dando preservativos a una niña de catorce años!

—No me grites, Allison —reprendió Maddy, mirándola de forma seria—. Se llama precaución. Hay un hechizo, pero nunca se está lo suficientemente segura.

La pelirroja no sabía dónde meterse en ese momento. Y, por si fuera poco, Remus llegó a la cocina en el momento que Maddy estaba sacando un preservativo de la caja.

—Rem, dile a Harry que baje, por favor.

Aunque él no entendía absolutamente nada, hizo lo que le había pedido y el azabache bajó a la cocina. Allison juraba que si Liz interrumpía su lectura —estaba en su cuarto— y se reunía con ellos, se iba a desmayar.

—Voy a enseñaros cómo se pone. Remus, saca un plátano de la nevera.

Allison dio un gritito de exasperación y apoyó la cabeza en la mesa. Harry cogió la caja para ver lo que era, pero en cuanto se dio cuenta la dejó caer.

—A mí no me metáis en esto —dijo, mirando con súplica a Remus.

Parecía que al hombre le causaba gracia aquella situación. Allison quería desaparecer antes de ver cómo Maddy les enseñaba a usar un condón.

—No voy a salir con chicos nunca más —se quejó la pelirroja, después de la demostración.

—Quiero eso por escrito —pidió Remus, con una risa.

Maddy había salido de la habitación hacía unos minutos, y cuando regresó estaba visiblemente más calmada.

—No te preocupes, Rem, porque si corto con George solo saldré con chicas.

Los dos adultos se la quedaron mirando, mientras Harry levantaba el dedo pulgar en señal de apoyo detrás de Remus.

—Sí, sí, Remus me ha pegado lo bisexual —reconoció Allison, y Remus se sonrojó.

—¿Desde cuándo sabes tú eso?

—Eso no tiene importancia. Si no tenéis nada más que decir, voy a dormir por el resto de la semana.

Se puso en pie y subió las escaleras, rumbo a su habitación.

—Creo que yo también me voy, no quiero que deis más charlas.





bueno entre el final anterior y el principio de este ha sido un poco jdisbsishsis porque mi bebé Allison estaba algo mal peeero espero que os hayáis reído con las escenas finales jdiejwiwj

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top