Capítulo 8: Todo queda en familia
Durante los primeros días Atria seguía realmente insegura sobre como acercarse a Harry, así que lo único que hacía era sonreírle cuando le veía. Intentó comer con él varias veces, pero acababa siempre volviendo con sus amigos. Fred y George la conocían, así que intentaban acercarla a Harry como podían. Consiguieron que Atria mantuviera una conversación con Harry hablando del turbante del profesor y su peculiar olor a ajo, pero fue lo único que consiguieron durante toda la semana. Acabaron interrogando a Ron, que lo único que les dijo es que Harry no le había dicho nada de Atria y empezaron a pensar en un plan para que hablasen. Pero no hizo falta ya que fue Hagrid quien los unió.
Atria y Harry habían sido invitados a tomar el té el primer viernes del curso, así que los dos estuvieron allí. Harry llegó primero, con Ron y Hagrid gruño cuando Atria llegó con los gemelos.
— Este curso os quiero lejos del Bosque Prohibido, a los tres —les amenazó y Atria le miró, fingiendo no saber de lo que estaba hablando—. Dale ejemplo a tu hermano, por favor.
— ¿Y a ellos no se lo dices? —dijo Atria, señalando a los gemelos que se cruzaron de brazos fingiendo estar indignados.
— Ellos son un caso perdido, contigo todavía tengo algo de esperanza en que no seas como ellos —dice Hagrid, pero cuando los gemelos empiezan a reírse sin parar. Saben que se ha equivocado.
— Pensar que Atria no es un caso perdido sí que es gracioso —dice Fred, limpiándose las lágrimas de la risa—. Es ella quien nos ha llevado por el mal camino.
— ¡Pero serás mentiroso!
Y empezaron a pelearse, jugando. Harry no pudo evitar sonreír al ver a su hermana así y, pensó, que ojalá pronto lo hiciera con él.
— Siempre son así —le dice George, fingiendo comportarse y le da un sorbo a su taza de té. Entonces cuando Atria y Fred paran de pelearse entre sí para aliarse e ir a por George.
— En realidad, siempre son así, los tres —le dice Ron, sonriendo y Harry asiente, como si supiera de lo que habla—. Oye, Atria, ¿por qué no le cuentas a Harry sobre tus experimentos? Tiene derecho a saber a qué se enfrenta contigo como hermana.
Y Atria empieza a hablar, sin parar. Por supuesto se deja cosas, claro, pero no duda en enseñarle a Harry el hechizo que había usado con Vernon cuando le conoció y lo prueba en los gemelos para que vea que funciona, y luego le enseña el contrahechizo. Harry lo intenta y, después de un par de veces consigue dejar los pantalones de George en el suelo, causando la risa de todos, incluido él.
— No le digáis a nadie donde lo habéis aprendido, ¿entendido? —led dice Atria, sonriendo, pero cuando ve como Ron asiente con un poco de miedo él también lo hace—. Tengo que irme, he quedado con Katie y Leah para hacer los deberes de pociones.
— ¿También te odia el profesor Snape? —le pregunta Harry y Atria asiente.
— Claro, odia a todos los Gryffindors, nunca ha conseguido quitarme puntos en sus clases de pociones, por mucho que lo ha intentado.
— Si tienes problemas con las pociones esta es tu chica —añade Fred, pasando el brazo por encima de los hombros a Atria y ella sonríe.
— Atria es la mejor del curso en pociones —le informa George a Harry, que mira con curiosidad a Atria y Fred. Luego asiente, distraído.Su hermana es buena en pociones y él es un completo inútil. ¿Tendrá algo que ver que ella haya estado siempre en el mundo mágico y él no?
Se sobresalta cuando su hermana va a abrazarle y se despide de Ron revolviéndole el pelo, para luego marcharse con los gemelos.
— Suelen estar casi siempre juntos —le informa Ron a Harry y este le mira.
— ¿Tiene algo con ellos? —pregunta, temiendo que ya haya encontrado a unos hermanos y a él no le necesite.
— Mejores amigos, única y exclusivamente, Atria solo tiene ojos para ti como su hermano. Tendrías que haber visto como se ha pasado el verano hablando de ti —le dice Ron, sonriendo y eso a Harry le tranquiliza. Sí, quizá por la noche intente pedirle ayuda a Atria, la verdad es que la necesita y con bastante urgencia.
Pero cuando llega la noche no la encuentra en ninguna parte y algunos de sus compañeros de casa dicen que no la han visto desde que subió a las habitaciones femeninas alrededor de las cinco de la tarde. Aunque la realidad era que Atria había acabado en la habitación de Fred, George y Lee con el resto de sus amigas y los deberes de pociones habían acabado olvidados, al igual que la cena. Cuando se dieron cuenta de lo tarde que era los gemelos y Atria fueron los encargados de ir a las cocinas para buscar algo de cenar para todos.
Durante el resto de la semana Atria no tenía muy claro como consiguió no encontrarse a Harry ningún día de la semana. Quería invitarle a las pruebas de Quidditch que iba a haber el jueves por la tarde, para que la viera, pero no le encontró. Se le olvidó totalmente utilizar el mapa del merodeador, algo que le recordaron los gemelos el jueves justo antes de las pruebas y Atria no pudo evitar golpearse la cabeza con el palo de la escoba.
— ¡Los que quieran ser buscadores podéis iros, ya lo tenemos, gracias por venir! —anunció Wood y más de la mitad de los asistentes desaparecieron por donde habían venido—. Estupendo, ¿empezamos con las pruebas para cazador?
Atria y Katie competían por el puesto, al igual que otro chico de quinto curso y otros dos de sexto. Lo primero que hizo Wood fueron pases y con eso quedaron eliminados los dos estudiantes de sexto. Lo siguiente fue pases con las dos cazadoras actuales del equipo, Angelina y Alicia y el chico quedó descartado porque no quería jugar en equipo, a diferencia de Atria y Katie. Wood estaba tan indeciso que no tenía ni idea de que hacer, así que llamó al resto del equipo para que le ayudaran a decidir. Que no fue de ayuda. Los cuatro se miraron unos segundos y luego miraron a Wood.
— Atria —dicen los gemelos.
— Katie —dicen Angelina y Alicia.
— ¡Me da igual que sean vuestras amigas, necesitamos a la mejor! —grita Wood, enfadado y a Atria le da miedo. ¿Por qué tanta pasión por el quidditch? —. Tenemos que ganar la copa de quidditch, no podemos repetir lo que pasó el año pasado.
— Pues elige, Oliver, a cualquiera de las dos —le dice Angelina y el chico las mira a ambas.
— ¿Cara o cruz? —les dice y los gemelos empiezan a reírse—. ¡Son igual de buenas, no puedo elegir! La que no quede estará de reserva, ¿os parece?
— Claro —dice Katie, sonriendo—. Elijo cara.
— Pues yo elegiré cruz.
— Y la elegida es... —Oliver lanza la moneda al aire y, cuando la gira, los siete se inclinan sobre la moneda—. Atria. Enhorabuena. Ahora vamos a lo importante, ya tenemos buscador, es Harry Potter.
— ¿Cómo que mi hermano es el buscador? —le pregunta Atria, mirando a Oliver fijamente—. Pero si no ha venido a las pruebas.
— La profesora McGonagall le ha visto volar, por lo visto es muy bueno —le dice Oliver y Atria guarda silencio. Claro que tiene que ser bueno, es una de las pocas cosas que recuerda de Harry, que volar era muy sencillo para él—. Debe de ir en la sangre Potter, vuestro padre también jugaba, era cazador, así que parece que tú has heredado esa parte. Y volviendo a lo nuestro, los entrenamientos empiezan la semana que viene, ¿entendido? Tú también tienes que venir, Katie, el primer partido es contra Slytherin y suelen hacer muchas trampas, te necesitamos al cien por cien.
— Wood me da miedo —dice Katie cuando entran al vestuario a cambiarse y Angelina y Alicia se ríen.
— Te acostumbras, es buen guardián.
— Aunque es su primer año como capitán, creo que quiere ser tan bueno como Charlie —dice Alicia—, pero nadie puede igualar a Charlie.
— Es que Charlie es muy Charlie —dice Atria, riendo.
Las cuatro amigas salen del vestuario, entre risas y vuelven al Gran Comedor hablando del entrenamiento de la próxima semana. Y cuando llegan Atria ve que los gemelos están sentados con Harry, así que sale corriendo hacia ellos. Y cuando llega George le está contando a Harry que ellos son los golpeadores. Y luego Fred dramatiza diciendo que no ganan la copa de quidditch desde que Charlie se fue y es cuando Atria habla.
— No la ganamos porque se fue el curso pasado, exagerados —les dice y luego abraza a Harry—. ¡Enhorabuena! Quería invitarte a las pruebas de esta tarde, pero no te he encontrado en toda la semana.
— ¿Las pruebas?
— Sí, las pruebas para el equipo, es de donde vengo —dice ella sonriendo ante la confusión de su hermano.
— Atria es la nueva cazadora —le dice Fred, y la abraza—. Todo queda en familia en este equipo.
— Wood ha lanzado una moneda al aire para ver si se quedaba con Atria o con Katie, así que el destino debe querer que todo se quede en familia —dice George, imitando a la profesora Trewlaney y Atria se ríe. Desde que esos dos habían empezado con la Adivinación estaban más dramáticos de lo normal y no dejaban de anunciar las muertes de todo el mundo.
— Este año tenemos un muy buen equipo, así que seguro que ganamos la copa —dice Fred—. Tú solo tienes que hacerlo bien, Harry.
— Bueno, nosotros nos vamos, Lee dice que ha descubierto un nuevo pasadizo, fuera del colegio —dice George y los gemelos se levantan—. ¿Te vienes, Atria?
— Por supuesto —dice ella, cogiendo un trozo de pastel de zanahoria para comérselo por el camino—. ¿Os apostáis algo a que es el de la estatua de Gregory Smarmy?
— Si es ese nosotros lo encontramos en la primera semana —dice Fred y Atria protesta.
— No es justo, todo lo descubristeis antes que yo, odio ser un año más pequeña —dice Atria y Harry no puede evitar reírse al ver como ella hincha los mofletes—. Nos vemos luego, Harry, espero, siempre estás un poco perdido por el castillo.
Y tan rápido como han aparecido, los tres desaparecen de nuevo. Atria va cenando tranquilamente por el pasillo mientras que sigue a los gemelos, que no dejan de hablar de los pasadizos que Lee siempre encuentra y que ellos conocen. Y Atria les recuerda que ellos van con ventaja porque tienen el mapa, que no le han enseñado a Lee. Cuando vuelven a la sala común, una hora más tarde, lo hacen metiéndose con Lee porque, por supuesto, era el pasadizo de la estatua de Gregory Smarmy y los cuatro se pasan un buen rato discutiendo sobre todos los pasadizos que conocen. A las once y media Atria empieza a bostezar sin control y decide que, al menos esa noche, va a volver a dormir en su cama en lugar de la habitación de los gemelos.
Cuando baja lo que se encuentra en la sala común es a Harry, Ron y una chica de su año, Hermione Granger —Atria piensa que es simpática, aunque la agobia hablar con ella porque siempre tiene muchas preguntas—, discutiendo en susurros.
— ¿A dónde vais? Yo también quiero unirme a la fiesta —les dice, sonriendo y Hermione cuando la mira quiere matarla.
— Eres su hermana mayor, haz algo —le dice y Atria niega.
— Mis mejores amigos son Fred y George, ¿de verdad crees que voy a hacer algo que no sea unirme a dar vueltas por el castillo de noche? —le dice Atria y la niña niega, pensando en lo inconsciente que es.
— Van a un duelo, Atria, eso no es cosa menor.
— Bueno, Harry sabe algún hechizo, ¿verdad? —le dice, guiñándole un ojo y su hermano ríe.
— Vamos —dice Ron, empujando a Harry y Hermione los sigue detrás del retrato, igual que Atria.
— No os importa Gryffindor, ¿verdad? Solo lo vuestro, a los tres. Yo no quiero que Slytherin gane la copa de las casas, y por vuestra culpa vamos a perder todos los puntos que he conseguido de la profesora McGoganall por conocer los encantamientos para cambios.
— No te preocupes, Hermione, los puedo recuperar mañana —le dice Atria, sonriendo y la niña niega.
— ¡Pero nos los quitarán igual y no avanzaremos!
— Pues lo haremos cuando ganemos el próximo partido de quidditch, estamos en septiembre, tenemos tiempo para ganarles.
— Idos, las dos, esto no va con vosotras —les dice Ron y Hermione se cruza de brazos, al igual que Atria. Claro que va con ella, su hermano va a un duelo.
— Muy bien, pero luego no digáis que no os he avisado cuando mañana estéis en el tren de vuelta a casa —dice Hermione y Atria no puede evitar reírse al ver lo exagerada que es. Y luego oye el pánico en su voz—. Oh, no, se ha ido, ¿y ahora que hacemos, Atria?
— Es vuestro problema, nosotros nos vamos, venga Harry.
— Antes eras menos desagradable, Ron —le regaña Atria, pero él la ignora.
— Voy con vosotros —dice Hermione.
— Y yo, no me apetece quedarme en mitad del pasillo, no tengo ganas de cruzarme con Peeves.
Pero no van muy lejos ya que en el suelo se encuentran a Neville Longbottom, enroscado en el suelo e intentando dormir. Por lo visto se había olvidado de la contraseña —y Atria agradece que la repitan para ver si esta vez consigue recordarla, lleva una semana pronunciandola mal y ahora no hay quien le quite esa manía— y al final se lo llevan también. Atria es quien los guía hasta la sala de trofeos y allí esperan, los cinco, pacientemente a que lleguen Malfoy y Crabble. Pero quien llega es la señora Norris y Filch, así que les toca correr. Neville se agarra a Ron, que choca con una armadura y poco importa ya el ruido así que Atria empieza a pensar en donde está el pasadizo más cercano. Y lo recuerda, así que con un grito los llama a todos y pronto consiguen despistar a Filch, apareciendo junto al aula de Encantamientos. Parecía ir todo bien, hasta que apareció Peeves. Atria le rogó, incluso le dijo que haría la mejor broma que hubiera hecho nunca y podría atribuírsela, pero no convenció al poltergeist, que empezó a gritar llamando a Filch. La niña Potter le agradaba, pero más le agradaba meter a alumnos en problemas.
— Quitaos de en medio, Alohomora —dice Hermione tras quitarle la varita a Harry. Habían llegado hasta una puerta que tenía un buen motivo para estar cerrada, estaban en el pasillo del tercer piso, el prohibido.
Atria recordaba a Fluffy, claro, lo había conocido el año anterior, cuando era un cachorro, no un enorme perro de tres cabezas. Harry es el primero en reaccionar y abre la puerta, sacándoles a todos de allí rápidamente y la cierra justo cuando Fluffy se mueve. Atria estaba convencida de que la había reconocido y solo quería chuparla, pero no iba a decirlo delante de todos ellos, que estaban muertos de miedo. Tampoco quería meter en un lío a Hagrid porque tenía toda la pinta de que Fluffy estaba escondido en el castillo sin que nadie más lo supiera.
Llegaron al retrato de la Dama Gorda sin aliento y Harry fue el que le repitió la contraseña hasta que les abrió la puerta de la sala común. Se derrumbaron en los sofás y, durante unos segundos, nadie habló. Atria estaba realmente cansada porque, entre las clases, las pruebas de quidditch, la excursión del pasadizo y ahora esta otra no podía más con su cuerpo, así que se le empezaron a cerrar los ojos y se quedó dormida. Hasta que Harry la despertó, unos minutos más tarde y la mando a su habitación. Ella le dio un abrazo, agradecida y, en cuanto llegó, se quedó profundamente dormida. Ya les contaría a Fred y George que sabía que había en el pasillo del tercer piso, el prohibido.
Pero al día siguiente el asunto quedó olvidado porque a Harry le habían comprado una escoba, la Nimbus 2000 ni más ni menos. Vio el paquete en el desayuno y eso valió para distraerla ya que Ron era de todo menos discreto. Se puso a hablar con los gemelos, Angelina, Alicia y Katie sobre la nueva escoba de Harry y luego se fue a clase porque llegaba tarde, para variar. Leah había tenido que ir a buscar a ambas, con Beth y sus amigas para que pudieran llegar a tiempo.
Halloween llegó antes de lo que Atria pensaba entre tantos deberes, bromas con los gemelos, tiempo con sus amigas, entrenamientos de quidditch e intentar formar una relación de amistad con Harry. También había descubierto que Hermione no era tan pesada como decían su hermano y Ron y, al final, había acabado estudiando con ella algunos días. Había conseguido que dejara de preguntarla tanto sobre el mundo mágico haciéndola preguntas constantes sobre el mundo muggle hasta que Hermione pilló la indirecta, cuando se relajó. Atria pensaba preguntar a Hermione por lo que solía hacer en Halloween durante la cena, pero la niña no apareció y, cuando el profesor Quirrell llegó, con cara de terror, empezó a preocuparse.
— Troll... en las mazmorras... pensé que deberían saberlo.
Y se desmayó. Hubo gritos, muchos alumnos que se levantaron de golpe de las mesas y Dumbledore consiguió parar a todo el mundo lanzando fuegos artificiales de su varita.
— Prefectos, conducid a vuestros grupos a los dormitorios, de inmediato.
Atria miró a los gemelos y no les dejó escabullirse cuando lo intentaron, si no que cogió a cada uno de un brazo y les hizo correr hasta que llegaron a la sala común. Y luego Atria subió corriendo las escaleras hacia las habitaciones de los chicos para empezar a sacar las cosas del baúl de Fred, buscando el mapa.
— ¿Dónde lo tenéis? —chilló, mientras que seguía sacando cosas sin parar—. ¡Hermione no estaba en la cena, ella no sabe nada del troll, tengo que encontrarla!
— Tranquila, seguro que está bien, ¿has mirado en las habitaciones? —le dice Fred, poniéndose a su lado y pasándola un brazo por los hombros, intentando tranquilizarla. Mientras tanto, George coge el mapa del fondo del baúl de Fred y murmura las palabras para luego pasárselo a Atria, que se altera aún más cuando ve dos etiquetas en el mapa.
— Harry y Ron están por los pasillos —dice ella, y George también pasa a abrazarla.
— Mira, han encontrado a Hermione, seguro que están bien —le dice, señalando la tercera etiqueta, pero ella niega.
— ¿Y el troll?
— Ya lo habrán cogido, mira —dice Fred, señalando a la profesora McGongall, al profesor Quirrell y al profesor Snape—. Estarán bien, vamos a la sala común para cuando vuelvan.
— ¿Qué se siente al ser la hermana mayor? —le dice George, riéndose—. Creo que no te he visto tan nerviosa en años.
— No me gusta —murmura ella, cruzándose de brazos y los gemelos la abrazan. Encima hoy es Halloween, lo que le faltaba a Atria es que ese día también le pasase algo a su hermano.
Los tres vuelven a la sala común, esperando a que lleguen sus respectivos hermanos. Empezaron a cenar ya que no habían podido acabar y, cuando el retrato se abrió y entró Hermione Atria se lanzó hacia ella con plato con un trozo de pastel de carne en él.
— ¿Dónde estabas? ¡Pensaba que te había matado el troll! ¿Dónde están Harry y Ron? —le pregunta, pero no llega a responder porque ambos entran por el cuadro—. ¿Dónde estabais? Casi me da algo cuando he visto en el.... que no estabais aquí.
— Gracias —murmuran los tres a la vez y Atria supone que no se han dado cuenta de su desliz con el mapa porque están realmente nerviosos. Abraza a Harry de nuevo y luego vuelve con los gemelos, que están de nuevo comiendo sin parar. Como han cogido un buen sitio en la chimenea Atria no duda en sentarse con ellos y, al final, le entra sueño y se tumba sobre ellos, como suele hacer en La Madriguera.
Harry observa a su hermana, tumbada en las piernas de los gemelos y Ron se ríe, diciendo que suele hacerlo mucho, suele apoyarse, como hace ahora, con la cabeza en las piernas de Fred porque él suele acariciarle el pelo, a diferencia de George, que suele picarla más. Hermione le mira con curiosidad y entonces cuando Ron explica que conoce a Atria desde hace mucho tiempo. Entonces ella empieza a preguntar por la relación de los dos hermanos Potter y, cuando ve como Harry apenas sabe nada de su hermana —ya se había dado cuenta de que Atria tampoco sabía mucho de su hermano, tampoco hacía falta ser un genio para darse cuenta—, no puede evitar darle un golpe a Ron y, cuando Harry va a por el postre, le susurra, intentando ser discreta:
— Cuéntale cosas de su hermana, tú la conoces y él no se atreve a hablar con ella.
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Feliz semana del cumpleaños de Harry wiiiiiiiiiiiiiiiiiii
¡Nos vemos el viernes por aquí!
Pd: Se me había olvidado ponerle nombre al capítulo me meo soy un desastre
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