Capítulo 68: ¿De qué color es el oso?
— ¡No vamos a dividir más el Felis Felicis y no se habla más! —gritó Atria cuando le explicaron lo que quería Harry.
Ya estaba bastante alterada por lo que fuera que había pasado en el despacho de Dumbledore y, ahora, Harry estaba con ese loco y quería que cuidaran el castillo porque pensaba que Malfoy iba a hacer algo.
No podía negar qeu la idea de que lo utilizaran era buena, claro, si hubieran tenido suficiente. Con lo que quedaba en el frasco era un milagro que llegara para tres y tuviera efectos.
— Pues yo no me lo tomo, ya está, os lo tomáis vosotras —soltó Ron y Atria empezó a fingir que le hacía mucha gracia lo que estaba diciendo soltando unas carcajadas que lograron que los alumnos de primero que quedaban en la sala común salieran corriendo escaleras arriba.
— No —dijo, de golpe, completamente seria—. Vosotros dos estáis a mi cargo, se lo prometía a Molly que os iba a cuidar, y tú, Hermione, como eres más pequeña que yo, también.
— ¡No llega ni a tres semanas, Atria!
— ¡Me da igual, no quiero que Molly me mate!
— Ah, ¿y te crees que nosotros sí que queremos que Fred nos mate porque no te hemos dado Felis Felicis para mantenerte a salvo? —soltó Ginny y Atria cogió aire.
— Yo me encargo de Fred, pero vosotros no vais a parar la furia de Molly, así que gano yo. Dame el mapa, Ron, tengo que ver donde demonios están hoy mis amigas.
— Las avisaremos por los galeones del ED, Atria —dijo Hermione, pero Atria negó.
— Ciara ha perdido el suyo, Beth lo ha guardado tan bien que no sabe dónde está, el de Julie está en su casa y el de Leah lo tengo yo porque estaba intentando cambiarlos para que os insultaran a todos —mira el mapa mientras que responde y, por fin, las encuentra. Torre de Ravenclaw, estupendo—. ¿Cuál es el plan?
— No puedes encantarlos para que cambien a insultos, ¿te crees que contigo, Fred y George no había pensado en ello? —responde Hermione mientras que cambia el galeón y Atria levanta la vista del mapa para sacarle la lengua.
— Vuelve aquí cuando hayas conseguido a tus amigas, tenemos que repartirnos —ordena Ginny y Atria sale corriendo hacia la torre de Ravenclaw.
Tienen la excusa lista, si les ven por los pasillos están haciendo una ronda extra y que si no querían tenían que haberlas avisado. O algo así, ya verían qué pasaría.
— Un oso camina diez kilómetros hacia el sur, diez hacia el este y diez hacia el norte, volviendo al punto del que partió. ¿De qué color es el oso? —dijo la aldaba del águila cuando Atria se acercó y ella soltó un grito de frustración.
— Siempre me preguntas cosas parecidas, ¡hoy tengo prisa! Pídeme que te diga qué es la verdad o a donde van las cosas o por qué el pollo cruzó la carretera.
— Sin respuesta no entras.
— ¡Eres estúpida!
Y empezó a golpear la puerta. Con un poco de suerte alguien se daría cuenta, la sala común de Ravenclaw siempre estaba con alguien allí porque había tenido alguna idea y estaba experimentando o no podía dormir. Pero mientras golpeaba el acertijo seguía en su cabeza. Para cumplir esas condiciones tenía que estar en algún sitio que le dejase formar un triángulo, ¿no? Porque era imposible que sea cumpliera de otra forma, así que...
— ¡Blanco!
— Bien hecho.
Abrió la puerta y Atria salió corriendo hacia las escaleras. Ja, si pensaba que la estúpida aldaba podía derrotarla lo llevaba claro. Solo en el polo norte podía cumplirse esas condiciones, andase en la dirección que quisiera siempre sería el sur, y luego se movería al este otro poco y cuando caminas los diez kilómetros hacia el norte entonces volvería al punto de...
— ¡Joder, lo siento! —y como seguía en su mundo se había chocado con Luna cuando iba por el quinto piso.
— No pasa nada, Atria, aunque ha dolido un poco —Luna se frotaba la nuca, porque del impacto había rebotado contra la puerta—. ¿Vienes a buscar a las O'Brien? Los galeones han cambiado.
— Justo es lo que vengo a hacer, baja y en nada estamos contigo, tenemos que volver a la torre de Gryffindor —y volvió a salir corriendo por las escaleras, esta vez algo más centrada en lo que estaba haciendo.
Abrió la puerta de golpe y Julie chilló con todas sus fuerzas, Beth empezó a insultarla al ver como Leah ha dado un bote y le había pintado todo el dedo con el pintauñas y Ciara le lanzó lo que parecía ser su despertador.
— ¿En serio?
— ¡Es lo que tenía a mano! ¿Querías matarnos o qué?
— ¡Obviamente no, pero tengo prisa, vamos!
— ¿Qué es lo que pasa!
— Harry se ha ido con Dumbledore y ha dicho que hagamos guardia, normalmente no le haría caso porque solo se basa en que Malfoy planea algo y vale, ya sé que Malfoy planea algo y os acordáis de lo de Malfoy en la enfermería, ¿no? Pues estuvo a punto de...
— ¡Atria! —las cuatro hablan a la vez y Atria empieza a reírse.
— Perdón, es que me parecía importante darle un poco de contexto —se disculpa y hasta ellas sonríen un poco—. Bueno, que no hubiera venido si no fuera porque he visto a Remus y a Tonks en el castillo. Parecía que estaban haciendo una ronda, así que definitivamente tenemos que estar fuera porque va a pasar algo. Dumbledore no hubiera pedido a miembros de la Orden del Fénix venir si no pensase que fuera a pasar algo, ¿no?
— No, vamos.
Beth fue la primera que se puso en pie. Miró su mano, con el pintauñas rojo y suspiró al ver la manicura destrozada. Un toque de varita y volvía a estar perfectamente arreglada.
— Odio cómo quedan con magia —murmuró, pasando al lado de Atria y Leah frunció el ceño.
— ¡Me has hecho perder el tiempo!
— No, me gusta como las pintas tú, la forma muggle las deja mucho mejor, además, así tengo luego un masaje de manos.
— ¡Serás aprovechada!
— Soy una interesada y bla, bla, bla, ya me lo sé, Leah, ¿vamos?
Las cinco bajaron las escaleras, todavía con Leah y Beth discutiendo mientras que Atria habla con Ciara y Julie sobre el acertijo de la puerta. Obviamente les pregunto exactamente lo mismo que la puerta había preguntado y Ciara respondió al instante, mientras que Julie empezó a soltar todo tipo de palabrotas porque Ciara no la había dejado responder.
— ¡No tiene sentido que sea blanco! ¡Ni qué lo respondas inmediatamente!
— Si estás en el polo sur no puedes andar hacia el sur, siempre andas hacia el norte —respondió Ciara y Julie gruñó.
— ¿Pero qué tiene que ver el polo sur con esto? ¡Hablamos de un oso!
— Ah, sí, el oso polar, ¿ha sido ese el acertijo, Atria? —Luna habló tranquilamente y Julie volvió a gruñir.
— Locas, todas estáis locas y las únicas que no lo estamos somos Leah y yo.
— ¡Oye!
— ¡De oye nada, Beth, tú también respondes a los estúpidos acertijos!
— ¡Solo tienes que pensar!
— ¿No teníamos prisa? —y Luna parecía que iba a ser la voz de la razón en esos momentos—. Lo digo porque Atria me ha arrollado en las escaleras.
— De nuevo, ¡lo siento! Pero sí, tenemos prisa, vamos —dijo Atria antes de empujar la puerta de la torre de Ravenclaw.
— Te lo he dicho antes, no pasa nada.
Salieron corriendo de nuevo por los pasillos, sin que importase mucho si alguien —Filch o la señora Norris— se dieran cuenta. Lo importante era llegar cuanto antes a la torre de Gryffindor con el resto que hubieran respondido a la llamada.
Y fue realmente decepcionante.
— ¿Solo Neville y Luna? —dijo Atria nada más llegar y Ron asintió, pero no parecía estar preocupado, si no que ya estaba planeando una estrategia.
— Neville, Ginny y yo nos vamos a la sala de los menesteres a vigilar a Malfoy, me llevo el mapa —informó Ron y luego se giró para mirar a Hermione—. Tú vas con Luna a vigilar a Snape.
— ¿Y nosotras? —preguntó Atria y Ron la cogió del brazo para llevársela aparte.
— Tienes que transformarte y te vienes conmigo —susurró y Atria se cruzó de brazos.
— ¿En mitad del castillo?
— ¡Eres más rápida así! En cuánto Malfoy salga de la sala de los menesteres te lanzas a por él y lo tenemos.
— ¿Y mis amigas?
— Son perfectas, ¿no? Qué se dividan y patrullen como siempre, subiré a por mi moneda y Neville les dará la suya también, nos comunicaremos de esa forma.
Ron tenía claramente todo pensado, así que lo dejaron así. Lo único raro es que... bueno, había que explicar la presencia de un lobo en todo eso a Neville. Pobre Neville el susto que se iba a llevar.
— Voy a buscar el lobo de Hagrid.
— ¿Y por qué no te transformas tu misma?
Luna la iba a matar de un infarto. Eso es lo que iba a hacer Luna, matarla de un infarto y enterrarla n el Bosque Prohibido.
— ¿Cómo lo has sabido?
— Te vi con todo lo de la profesora McGonagall el año pasado, cuando la atacó Umbridge. Estaba fuera buscando una de mis zapatillas, los nargles siempre las esconden cerca de la cabaña de Hagrid. Tus ojos son difíciles de confundir con los de un lobo de verdad —y lo decía tranquilamente, como si lo fuera nada.
— Vale, ahora que tenemos solucionado eso, ¿nos vamos? Tengo un presentimiento de que ya vamos mal de tiempo —dijo Ginny después de un pequeño silencio.
Se movieron hasta sus sitios con cuidado, vigilando siempre el mapa. Ron era quien lo llevaba y Atria aprovechó la primera esquina en la que se adelantaron para cambiar. Quizá hubiera sido buena idea explicárselo bien a Neville, porque al pobre chico casi le dio un infarto allí mismo.
— ¡Pero si Luna lo ha dicho! —grito Ginny mientras que Neville seguía intentando recuperarse.
— ¿Pero qué te crees que he entendido? ¡Lo último en lo que he pensado es que ella fuese una loba! —y ahora los gritos eran de él.
— Pero si Luna lo ha dejado claro —Atria había vuelto a cambiar y Neville volvió a gritar—. Soy animaga, por si no ha quedado claro. Ilegal, también, así que agradecería que guardases el secreto.
— Sinceramente, a estas alturas creo que lo sabe todo el colegio, Atria —la verdad es que tenía que darle la razón a Ginny, porque con todo el mundo que lo sabía ya...
— ¿Podéis dejar de gritar? Estamos casi llegando —Ron era el único que seguía manteniendo la cabeza lo suficientemente centrada en el momento y, por la cara de seriedad que tenía el chico, todos hicieron lo mismo.
Atria volvió a transformarse y fue la primera que se acercó hasta la puerta. Podía oler perfectamente a todos, lo cual era realmente molesto porque no conseguía distinguir lo suficiente a Malfoy. Además, lo más cerca que había estado de él había sido en los lavabos, pero no había estado cerca de verdad. Y ahora lo único que olía era a sapo, ¿Neville llevaba a Trevor en el bolsillo o qué? Fuera lo que fuera, no era nada agradable.
Acabó cansándose de estar frente a la puerta, así que fue hacia Ginny y se tumbó al lado de la chica, que también se había cansado y se había sentado en el suelo. Giraba la varita de una forma realmente peligrosa —Moody no dudaría en comentar algo sobre ello— que podía acabar con chispas en cualquier momento, pero parecía que lo tenía controlado ya que, de vez en cuando, la volvía a coger bien y apuntaba a la puerta.
Hacer guardia duró una hora y fue una hora que, a los cuatro, se les hizo eterna. Y cuando por fin pasó algo, Malfoy salió de la sala de los menesteres con una mano en la mano —valga la redundancia— y todo se puso completamente negro.
— Joder, que me ahogo —había tenido que cambiar rápidamente porque lo que sea que Malfoy había soltado se le metía en la nariz y era realmente molesto—. ¿Quién ha apagado la luz?
— ¡Son los polvos de oscuridad de Fred y George, cuando los coja... ! —a Ron parecía importarle poco que Malfoy estuviera cerca ya que empezó con los gritos.
— Los voy a matar —murmuró Atria y luego chilló. Porque estaba segura de que algo le había rozado.
Valía la pena volver a intentar ser una loba ahora que parecía que los polvos estaban asentados, así que cambió mientras que Ginny, Ron y Neville no dejaban de probar distintos hechizos para iluminar y los olió. O, al menos, olió algo que antes no estaba allí, así que salió corriendo hacia el olor y pronto volvió a ver. Y no le gustó lo que veía.
Malfoy no estaba solo, si no que había mortifagos y Atria reconocía claramente a uno. Fenrir Greyback. Que sonreía de oreja a oreja mientras que andaba detrás de Malfoy y parecía relamerse con cada paso.
Lo iba a matar.
Se lanzó sin más a por él, asustando a todos los mortifagos, que empezaron a lanzar maldiciones sin parar, justo en el momento que por el pasillo también aparecían Remus, Tonks y Bill, acompañados de Ginny, Ron y Neville.
— ¡Atria, no! —gritó Remus, pero era demasiado tarde porque Atria ya estaba intentando morder a Greyback y acabar con él como fuera y el resto de los mortifagos solo tuvieron que oír el grito de Remus para cambiar de objetivo.
No tenía muy claro que estaba pasando con el resto, pero sí que tenía claro que estaba perdiendo contra Greyback porque él tenía mucha más experiencia que ella. Y porque tenía pulgares, estaba claro que contar con las manos era mucho más sencillo, así que dejó de hacer fuerza para que la lanzase por los aires. Funcionó y la caída fue dura, pero al menos ella también tenía sus extremidades y algo que no tenía Greyback, varita.
— ¡Venga, atácame ahora! ¡Te vas a enterar de lo que es bueno!
Los hechizos de su madre fueron los elegidos. Todo hechizo que Lily había utilizado alguna vez contra los propios mortifagos fueron saliendo de la varita de Atria, uno detrás de otro, pero fallaba una y otra vez, porque por mucho que lo intentase, por mucho que estuviera contra Greyback, tenía miedo. Joder, estaba temblando.
— Niñata.
Fue lo único que dijo cuando uno de los hechizos transformó el suelo frente a Atria en arenas movedizas y el hombre lobo dejó de poder avanzar en su dirección. Y él le dio la espalda y salió corriendo hacia la batalla.
Hacia Bill.
— ¡NO, NO, NO, NO TE ATREVAS!
Oyó el grito de Bill con el primer mordisco. La risa de Greyback con cada uno de ellos, con los arañazos en la cara de Bill, en los brazos. Y ella misma cayó en su propia trampa cuando intentó ir a por Greyback para quitarle de encima de Bill.
El pánico empezó a llenarla cuando vio que no era capaz de moverse porque estaba cada vez más atrapada y solo intentaba salir para ayudar a Bill y el contrahechizo no llegaba a su mente porque no podía concentrarse lo suficiente, solo podía ver la sangre de Bill en el suelo y la risa de Greyback.
Y luego sus pasos.
— Serás un postre delicioso, niña animaga.
A lo único que llegaba sin meterse dentro de las arenas movedizas era el brazo y Atria no fue lo suficientemente rápida para encogerlo. Gritó como nunca cuando sitió los dientes del hombre lobo en su antebrazo, una y otra vez y luego volvió a gritar cuando la cogió de la herida y tiró de ella para seguir con su tarea: comer el postre.
— Te voy a matar —susurró Atria, pero a Greyback solo le entró la risa.
— ¿Tú?
No era diestra, pero tenía que funcionar, tenía que poder lanzar los hechizos con el otro brazo o estaba muerta como Bill.
Bill estaba muerto.
Tenía que llegar hasta Bill, no podía estar muerto, era imposible que estuviera muerto.
— ¡Expulso!
Lo gritó con todas sus fuerzas y dolió porque Greyback había mordido en el hombro y, al lanzarle por los aires, también se llevó parte de la carne. Madame Pomfrey lo arreglaría, no era importante, ella estaba bien, Bill estaba bien y lo único que se iban a ganar era un gran viaje a la enfermería y una buena bronca de Molly. Y de Remus. Y probablemente de Fred también para ella. Y de George. ¿Cuál sería la cara de Harry?
No sabía cual sería la cara de Harry, pero joder, como le quemaba todo.
Se levantó tambaleándose hasta donde estaba Bill, tirado en el suelo y ella se tiró a su lado. Era más fácil estar tumbada en el suelo que de pie porque las maldiciones seguían lanzandose de un lado a otro, así que así estaba más segura. Solo tuvo que mover el brazo, el izquierdo, el de las heridas de Greyback, hasta la nariz de Bill.
Y ahí estaba, una respiración leve, suave, pero estable. Al menos de momento. ¿Cómo sentiría Bill sus heridas? ¿Cómo si estuviera en el infierno?
¿Qué era lo que había dicho Snape en el baño para curar a Malfoy? ¿Vulnera qué? Solo tenía que pensar, esforzarse un poco más, y lo tendría. Estaba a nada de conseguirlo, vamos, Vulnera san...
Su concentración quedó parada cuando alguien les pisó. A ella y a Bill. Se aguantó las ganas de dar un grito y Bill solo gruñó a su lado. Más pisadas, más gritos de hechizos.
— Vulnera sanentur —susurró Atria, eso era.
Se incorporó rápidamente y lo utilizó primero en las que vio más importantes de Bill, las que más sangraban. En cuanto dejaron de sangrar volvió a repetirlo, pero estas no se cerraron por mucho que lo dijo, así que siguió con el resto de ellas hasta que todas dejaron de sangrar y luego lo hizo con las dos suyas.
El hombro sabía que lo tenía fatal porque lo rozó accidentalmente con la varita y tuvo que aguantar un grito, pero el brazo fue fácil ya que lo veía bastante bien. Tenía mala pinta, pero no era nada del otro mundo. Remus ya la había mordido más veces, tampoco era para tanto, las cicatrices acabarían desapareciendo.
Volvió a tener el brazo izquierdo listo para sujetar la varita justo cuando Harry salió corriendo de la torre de Astronomía. No se paró a nada, solo gritó cosas y siguió corriendo en cuanto tuvo la respuesta, así que Atria salió también corriendo detrás de él.
No sabía si era porque estaba muerta de miedo por Harry o porque su cuerpo estaba demasiado activo para evitar que se muriera allí mismo, pero pudo salir corriendo sin ningún tipo de problema. Se chocó con los Hufflepuff que estaban en el pasillo, gritó a Leah que fuera a por madame Pomfrey porque Bill estaba herido varios pisos más arriba y por fin, salió al jardín.
Harry corría por ellos y un hechizo salió disparado de la varita del mortifago rubio hacia la cabaña de Hagrid, incendiándose al instante. Y lo sentía mucho por Hagrid y su casa, pero Harry era mucho más importante en esos momentos, así que salió corriendo detrás de él.
— ¡Tu padre jamás me atacaba a menos que fueran cuatro contra uno! —gritó Snape—. ¿Cómo le llamarías a él?
— ¡Valiente, pedazo de cabrón desgraciado! —chilló Atria y se puso al lado de Harry—. ¡Eres escoria!
— ¡Desma...! —Harry gritaba hechizos a su lado, pero parecía que a Snape le importaban poco ya que los desviaba.
— ¡Te bloquearé una y otra vez hasta que aprendas a cerrar la mente, Potter!
— Mira la mía, pedazo de inútil.
Le dio. De lleno en el brazo en el que Snape llevaba la varita. Se empezó a llenar de pus, de granos de todo tipo que reventaban casi al instante. Los gemelos consideraban que la idea de Hermione sobre el pergamino era algo desternillante que poder utilizar en un hechizo, así que habían creado uno similar. Los efectos duraban cinco minutos, pero lo suficiente para que, quien recibiera la maldición —porque no había otra forma de llamarla— estuviera con unos minutos de dolor.
Pero Harry cayó a su lado, gritando y Atria se distrajo y no siguió atacando a Snape. Su hermano gritaba como si se estuviera muriendo, Hagrid no dejaba de gritar algo sobre Fang, las heridas quemaban y Snape también gritaba algo.
— ¡Sectum... !
Pero, de nuevo, el hechizo de Harry no salió de la varita. Y Snape empezó a gritar y a gritar y a gritar.
— ¡Yo soy el principe mestizo! ¿Y utilizarás mi invenciones contra mi como tu asqueroso padre? No lo creo, ¡no!
— ¡Mátame entonces, mátame como le mataste a él, cobarde!
— ¡No me llames cobarde!
Como si tuviera una rabieta de niño de cinco años, Snape agitó la varita y Harry salió disparado por los aires.
— ¡No te atrevas a tocar a mi hermano, ladrón de mierda! —le atacó, una y otra vez, pero Snape rechazaba todo con simples movimientos de varita.
— El ladrón era tu padre, mocosa desagradecida, que utilizaba mis hechizos contra mi mismo.
— Como que tú no robaste sus consejos para llamar la atención de mi madre.
— ¿Le llamas robar a algo que el asqueroso de tu padre gritaba en mitad de la mazmorra cuando él me robaba descaradamente mis hechizos? —grita Snape y Atria se ríe.
— Tú llamas amor a lo que sientes por mí madre, yo lo llamo obsesión porque si amas a alguien no te unes a aquellos que intentan matarla —ahora la que se tiene que defender es ella y, joder, lo hace bien, no como en el pasillo con Greyback. Quizá no tenía que haberse enfrentado a su mayor miedo sola.
— ¡No hables de lo que no sabes, Potter!
— ¿Sabes que es lo peor de todo? —paró de defenderse durante un momento, levantando solamente un fuerte hechizo protector y bajando la varita—. Qué si no fueras un nazi de mierda y mi madre siguiera viva serías el tío Sev y una de mis personas favoritas. ¡Incluso hubiéramos solucionado tu problema con el champú y las duchas!
Ella también salió volando por los aires, aterrizando al lado de Harry. Le faltaba el aire, todo ardía y olía a quemado. Ah, claro, eso tenía que ser la casa de Hagrid, no ella. Aunque también podía ser ella, claro. Harry la ayudó a ponerse en pie, pero él tampoco se mantenía mucho, así que Hagrid tuvo que sujetarla para que no se volviera a caer al suelo.
— ¿Estás bien, Atria? Harry ya me ha dicho que él está bien, pero a ti ya te lo he preguntado y no me has contestado —Hagrid parecía preocupado y Atria asintió rápidamente.
— Sí, sí, solo dame unos segundos para que recupere un poco de... fuerza —sí, o quizá también sangre. El golpe en la cabeza la había desestabilizado del todo y la adrenalina estaba yéndose.
— Deberíamos lanzar algo —dijo entonces Harry—, el hechizo aguamenti.
Ah, sí, sonaba bien lanzar eso. Si pudiera lanzarlo lo haría, claro, pero no podía mover el brazo izquierdo y cuando levantó el derecho temblaba tanto que acabó regando el jardín vacío de calabazas. Y a Buckbeack, que estaba aterrizando justo ahí.
— ¡Lo siento, Buckbeack, no era mi intención! —el hipogrifo bajó la cabeza, como si entendiera lo que estaba diciendo y luego se sacudió—. Hagrid, ¿podrías llevarme a la enfermería? No me encuentro bien.
— Oh, claro, Atria, ven aquí, te llevaré en brazos.
Fueron hablando, Hagrid hablaba sobre bowtrucles y quemaduras mientras que Harry no dejaba de intentar interrumpirle hasta que lo soltó. Dumbledore estaba muerto. Pero tenía que ser una broma, ella había estado hablando con el viejo idiota esta misma tarde, antes de que la desmemorizase. ¡Eso, la había desmemorizado! ¿Cómo se atrevía? ¿Qué demonios le había contado que luego había borrado con tanta facilidad?
Entonces Atria oyó el gemido de dolor de Hagrid y abrió los ojos. Desde los brazos del semigigante veía todo perfectamente, así que vio el cuerpo de Dumbledore en el suelo, como si estuviera dormido. Pero no, no lo estaba, su pecho no se movía, estaba muerto de verdad.
Hagrid la dejó suavemente en el suelo y alguien la agarró.
— Venga, colabora un poco, que tengo que llevarte a la enfermería.
Beth la estaba ayudando a andar y agradecía el apoyo. No sabía de donde había salido, pero, ¿importaba? No, la verdad, lo importante era llegar a madame Pomfrey y tumbarse. Si se tumbaba no necesitaba nada más, de verdad que no.
Así que en cuanto llegó a la enfermería, se tumbó en la primera camilla y se desamayó, sin más. No oyó nada de la muerte de Dumbledore, no oyó cómo llegaban los señores Weasley, Fleur y Fred. Pero sí que oyó poco a poco los gritos de Fleur.
— ¡Yo soy lo suficientemente guapa por los dos, muchas gracias! Todas esas cicatrices solo demuestran lo valiente que es mi marido. ¡Así que sí que me voy a casar con él! Aparta, yo lo hago.
— Dilo, sí, sí que eres muy guapa —Atria empezó a reírse después de decirlo y abrió los ojos para ver a su novio prácticamente encima de ella. Ahora que le veía, notaba una mano con la suya, así que debía de ser él—. Hola, tú también eres muy guapo.
— Te voy a matar.
— No si Greyback me mata antes, ¿lo pillas?
— Si no la matas tú, la mato yo, ¿cómo se te ocurre? —y ahora era la cara de Remus la que veía casi en primera fila. Y de fondo veía a las de sus amigas, que parecían estar apunto de matarla ellas también.
— Estáis muy cerca, espacio vital, por favor, quiero aire y si os acercáis mucho no os veo.
— No, tú no tienes aire después de lo que has hecho, ven aquí.
Fred la empujó un poco en la cama y se tumbó a su lado para abrazarla, a pesar de los gritos y quejas de madame Pomfrey. Atria notaba como su novio estaba temblando, así que solo le abrazó fuertemente.
— ¿Cómo está Bill? —susurró y Fred suspiró.
— Se pondrá bien, pero ahora no sabemos qué va a pasar con ninguno de los dos, estáis contaminados ha dicho Remus.
— Yo ya lo estaba, no veo cual es el problema.
— Sabes que no es igual.
— No, claro que no, porque Remus no lo hace adrede y este quería que fuera su postre —Fred no puede evitar reírse, a pesar de que no quiere hacerlo porque está realmente enfadado con ella. ¿Cómo se atreve a ir a por Greyback? Vale, no está enfadado, solo está jodidamente preocupado.
Atria no tarda en pegarse más a su novio, escondiéndose en el hueco de su cuello. Le molesta un poco el hombro, pero nada que el tiempo no arregle, la verdad, ya se le pasará, ahora es mucho mejor estar ahí escondida.
— ¿No los ves? —el grito de Tonks la asusta y Fred vuelve a reírse.
— Te mereces todos los sustos del mundo, vas a conseguir matarme con tus ideas y me voy a enfadar contigo —pero no parece que se enfade con ella, si no que la besa suavemente la cabeza, una y otra vez.
— No es lo mismo —responde Remus—. Bill y Atria solo tendrán secuelas, no van a transformarse, son dos casos totalmente...
— ¡Y a mi tampoco me importa! —Atria acabó levantando la cabeza para ver la escena y se encontró a Tonks sacudiendo a Remus. Y él intentaba aguantar una especie de sonrisa mientras miraba al suelo—. Te lo he dicho un millón de veces, no me importa
— Y yo te he dicho un millón de veces —la sonrisa desapareció cuando cogió aire— que soy demasiado viejo, por y...
— Dice la leyenda que si dices que eres pobre tres veces seguidas mi padre y Sirius resucitarán y te matarán después de llamarte viejo —dice Atria, como si nada y Remus solo la mira fijamente.
— Y tengo a eso —dijo, señalandola—. Soy peligroso, Tonks, tengo que cuidar de Atria y...
— Estás poniendo excusas, Remus, siempre he pensado que tienes una postura ridícula con este tema —dijo Molly y Atria se fijó en que estaba abrazando a Fleur.
— ¿Eso ha pasado cuando estaba inconsciente? —le susurra a Fred, que niega.
— Cuando estábamos hablando mamá le ha hablado de la diadema de tía Muriel, me ha dicho que puede llevarla en la boda y luego se han abrazado y echado a llorar —le informa y ella le mira fijamente.
— ¿Cómo te has enterado también de eso?
— Porque yo no me he dado ningún golpe en la cabeza así que puedo mantener mi atención en dos puntos distintos.
— Ella te quiere a ti, Remus, y la juventud... los jóvenes sanos no siempre se mantienen así —la conversación, por lo visto, había seguido y Molly miraba ahora a Bill.
Por fin podía verle de verdad. Estaba mucho mejor que en el pasillo, aunque tampoco tenía mejoría. Al menos ya no estaba lleno de sangre y, aunque seguía teniendo la cara hinchada y estaba lleno de la cosa esa verde que Fleur le echaba, seguía siendo Bill.
— Venga, Moony, sabes que a Sirius no le hubiera gustado que estuvieras lamiendo tus heridas hasta que te mueras —Atria se incorpora en la cama despacio y madame Pomfrey aparece de la nada y la empuja—. ¡Estoy bien!
— Tengo que ver esa cabeza, ¡estate quieta! —madame Pomfrey se acercó con la varita en la mano y, de nuevo, volvió a mirar si estaba todo en sus sitio—. No parece que hayas perdido ningún recuerdo más, pero no voy a poder recuperarlo, está completamente borrado.
— Viejo chiflado de mierda, está mejor muerto —murmuró mientras que Fred se levantaba de la camilla.
— Me prometiste que no ibas a volver a hacerlo —dijo, esta vez completamente serio y parecía que se estaba enfadando—. Atria, lo prometiste.
— Ya es que no he sido yo, ha sido el viejo chiflado de los cojones.
— No, Dumbledore no haría eso.
Había sido Molly la que habló, defendiendo a Dumbledore y sabiendo perfectamente que Atria se refería a él. Esta vez Atria sí que pudo incorporarse, sin oír las quejas de madame Pomfrey porque hasta ella se quedó en silencio.
— Subí a su estúpido despacho, me contó que me había elegido Premio Anual solo por compensación y no porque creyera que me lo merezco —empezó a decir y Molly negó.
— Atria, tesoro, seguro que no quería decir eso y lo entendiste mal.
— Sí, sí quería. Me contó que Harry siempre ha podido estar a salvo con Remus y conmigo, pero que no le dio la gana dejarle con nosotros —continuó sin hacer caso a la defensa de Molly—. Y ya, para rematar, se metió en mi cabeza porque le salió de las narices.
— Seguro que todo fue un malentendido, cielo, está claro que ahora mismo no estás ...
— ¡No lo fue, Molly, madame Pomfrey te lo puede decir! ¡Minnie te lo puede decir! —chilló y, esta vez, madame Pomfrey sí que la empujó a la cama.
— Si no te calmas te hago dormir —la amenaza.
— Mamá, deja a Atria, por Merlín, me va a estallar la cabeza.
Las palabras de Bill consiguieron distraer a todo el mundo, que se puso a su alrededor, incluida madame Pomfrey, que se puso a examinarle a conciencia.
— Ve a ver a tu hermano, yo me voy a quedar durmiendo.
Nadie miraba, todos demasiado pendientes de Bill y de madame Pomfrey, así que nadie vio el beso.
— Me voy a quedar a dormir contigo, ahora vengo —susurró Fred, no si antes volver a besar a la chica suavemente.
Fue una lástima que nadie viera tampoco ese segundo beso porque cada vez quedaban menos oportunidades para verlos, menos oportunidades de estar todos juntos en una misma habitación, a salvo.
La guerra estaba más inminente que nunca y el tiempo se agotaba para la batalla final.
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Dumbledore la ha palmado y Atria casi es un postre yasssssss
Solo digo que hasta la batalla tiene que estar viva ahora bien, el estado en el que llegue a la batalla... uy que cosas.
¡Quedan doce capítulos! Que nervios madre mía, no queda nada omg, omg, omg no estoy lista
Mil gracias por leer, comentar y si votas ya no son mil si no tres mil os quieroooooooo
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