Capítulo 62: Total, solo sabe cagarla.
Remus no estaba en la estación de King's Cross, para variar. Tampoco habían podido ir ni Fred, ni George, pero ellos ya sabía que no iban a poder porque estaban ocupados con la tienda y un montón de pedidos del Ministerio.
Además, ellos no le habían prometido que iban a estar allí, pero Remus sí que lo había hecho y había faltado a su promesa.
Los aurores los llevaron hasta La Madriguera y allí fue donde Molly dijo que Remus se iba a quedar con ellos durante las Navidades. Lo cual era bastante extraño, porque, de nuevo, Remus le había prometido estar en La Cueva y le había gustado el plan de ver una película de ciencia ficción en el sofá e invitar a los gemelos y a Harry.
Que nadie la malinterpretase, Atria adoraba La Madriguera, pero también adoraba a su padrino y su casa. Tampoco iba a esconder que prefería ir a La Cueva porque Remus dejaba que Fred durmiera con ella y Molly no.
También estaba todo el tema de Ron y Ginny, que seguían medio peleados y Atria, sin duda alguna, se había puesto de parte de la chica, lo cual llevaba a situaciones incómodas en la cocina cuando se ponían a pelar coles de Bruselas y patatas. ¿Qué por qué tenían que pelar tantas? Ninguno de los tres lo sabía, pero mientras Harry no dejaba de hablar de Malfoy y de una conversación que había espiado entre él y Snape, ella solo podía pensar en la gran nevada que estaba cayendo fuera.
Porque escuchar a Harry hablar de Malfoy constantemente empezaba a ser realmente cansino. Hasta que llegaron al juramento inquebrantable y la nalga izquierda de Fred, que nunca había vuelto a ser la misma. Ahí a Atria le entra tanta risa que el cuchillo se le resbala tanto que la patata acaba partida por la mitad.
— ¿Qué estás diciendo sobre mi nalga?
— ¡Habéis venido antes! —poco importan las patatas, Atria deja el cuchillo sobre la mesa de cualquier forma y se lanza a abrazar a Fred, que la coge en brazos sin problema—. Hola.
— Hola —respondió él, sonriendo e iba a besarla, pero entonces a Harry le entró una de las toses más falsas que los dos habían oído en su vida.
— Perdón —dice y vuelve a pelar las coles de bruselas como si fueran lo más interesante de su vida, pero basta para que Atria se gire para mirarle mal y Fred decide abrazarla por la espalda.
Aunque el interés se le pasa cuando los gemelos empiezan a meterse con Ron. Tanto Atria como Ginny no habían dudado en hablarles de Lavender y en la carta de vuelta preguntaron por Hermione con muchas interrogaciones e incluso incluyeron un dibujo que podría ser un Ron sin cerebro o bien Crabble o Goyle. Ese dibujo hizo reír bastante a Hermione, así que Atria lo guardaba por si lo volvía a necesitar.
— Dinos, Ron, ¿Lavender ha tenido algún accidente recientemente? —pregunta Fred, fingiendo estar realmente preocupado.
— ¿Qué estás diciendo?
— Sí, que sí ha tenido algún accidente que le haya provocado una lesión cerebral para salir contigo.
Molly entra a la cocina en el mismo momento en el que Ron lanza el cuchillo hacia Fred y Atria chilla al ver como el cuchillo se acerca hacia ellos. Fred solo mueve la varita con desgana, transformando el cuchillo en un avión de papel que vuela hasta meterse dentro de uno de los orificios nasales de Ron, que grita.
— Y ahora vuelves a lanzar un cuchillo —dice Fred a la vez que se mueve para ponerse entre Ron y ella. Así, si Ron vuelve a tener la idea de lanzar el cuchillo, no estará Atria en medio.
— ¡Ron! —chilla Molly cuando entra en la cocina y él solo vuelve a sus coles de bruselas, como si no fuera con él, a pesar de que ya tenía otro cuchillo en la mano, listo para volver a lanzarlo—. ¡Qué no vuelva a verte lanzando cuchillos!
— Lo haré cuando no mires —murmura él sin que Molly le oiga porque está demasiado ocupada reorganizando las camas.
— Bien, Remus vendrá esta noche así que... Bill duerme con vosotros dos, Fred, George, lo siento, queridos —dice, como si nada—. Charlie al final no viene; y Fleur y Atria pueden compartir habitación con Ginny...
— O puedo compartir el sofá con Fred —sugiere ella, pero Molly la ignorada descaradamente.
— ...y Ron y Harry duermen en el desván, sí, todos tendréis una cama y estaréis cómodos.
— Entonces ¿está confirmado que no vamos a ver el pelo al idiota de Percy? —pregunta Fred y Molly se da la vuelta antes de contestar, por lo que Atria aprovecha para tirarle a su novio un trozo de la piel de la patata por su falta de tacto.
— No, supongo que tiene trabajo en el Ministerio —dice Molly y Atria frunce el ceño.
— ¿Su habitación va a estar vacía y Bill y Fleur no pueden compartirla? —pregunta y Molly, que iba a salir de la cocina, se gira para mirarla—. ¡Se van a casar, Molly!
— No van a dormir juntos y, antes de que lo digas, Fred y tú tampoco —es lo último que dice antes de salir de la cocina.
— Ya veremos —murmura ella y mira a su novio, que sonríe.
— Así que en la habitación de Percy —le susurra al oído y ella se ríe, para después tirar de él para besarle.
Pero de nuevo la tos.
— ¡Harry Potter, la próxima vez te vas a comer el puto cuchillo! —chilla ella, pero Harry no parece estar para nada preocupado por la amenaza de su hermana—. Que os den por saco, a los dos.
Saca la varita y pronto las patatas se están pelando solas, a lo que Ron la mira fijamente.
— Ah, no, no vamos a ayudarte —dice Fred, cogiendo a Atria de la mano—. Necesitas fortalecer el carácter, así que las coles de bruselas las vas a seguir tú solito, nosotros tenemos planes.
— ¿Qué planes tenéis? Solo es un movimiento de varita, venga ya —se queja Ron, pero George niega.
— Un consejo, la próxima vez que quieras que alguien te ayude, no le lances un cuchillo —le dice mientras se levanta de la mesa—. Y te doy una pista, nos vamos al pueblo. Estos dos a darse el lote en alguna esquina y yo a la tienda de periódicos, hay una chica preciosa opina que mis trucos de cartas son maravillosos. Dice que es como si hiciera magia de verdad.
— Eso es porque haces magia de verdad —le dice Atria cuando van saliendo de la cocina.
— He aprendido trucos de cartas para algo, no insultes mis habilidades.
— Bueno, algo te tendré que insultar.
— Has vuelto guerrera, ¿eh?
— Es mi forma de demostrarte que a ti no te he echado de menos —termina diciendo Atria y le saca la lengua para luego ir a coger el gorro y la bufanda de su madre. Se habían convertido en imprescindibles en su vestuario, junto al anillo que llevaba siempre en el dedo corazón de la mano derecha.
— Y a Fred tampoco, ¿no? —dice George y Atria le mira sin entender, así que señala al anillo—. Sé que eso no ha sido Fred, así que está la opción de que le hayas sustituido.
Atria se calla y entonces George empieza a reírse, viendo cómo Fred también se ha quedado mirando el anillo, un anillo que ahora Atria gira sin parar.
— Venga, de dónde lo has sacado, como se lo pidieras a Angelina o a Alicia para que te lo llevasen a Hogsmeade y no a Fred me da que duermes sola eh —dice, pinchandola un poco y ella niega. Y luego murmura algo que ninguno de los dos entiende—. No podemos oírte con toda esa bufanda en la cara.
— La bufanda y el gorro también son nuevos, ¿verdad? —Fred habla por fin y Atria asiente. Luego suspira y coge a ambos de la mano para sacarles de la casa. Si la gritan que al menos Molly no lo oiga—. ¿Qué es lo que pasa?
— Son de mi madre —dice ella cuando están lo suficientemente lejos de la casa—. El anillo, la bufanda y el gorro.
— ¿Te lo ha mandado Remus? —pregunta George y cuando Atria niega, Fred se pone realmente serio.
— Has ido a casa de tus padres —afirma y Atria asiente, como si hubiera sido una pregunta—. Joder, Atria.
— ¿Fuiste hasta el valle de Godric desde Hogwarts? —dice George mientras ve como Fred no deja de abrazar a Atria y la besa suavemente la cabeza —. ¿Tú sola?
— Sí, tuve que desaparecerme muchas veces, pero llegué bien.
— ¿No te vale con irte sola que encima decides que tu primer viaje con aparición incluye cruzarse el país de norte a sur? —le dice con un tono en el que claramente le está echando la bronca a pesar de la suavidad con la que lo dice.
— Quería verlos —Atria nota como los ojos se le llenan de lágrimas y coge aire en un intento ridículo de que eso las pare—. Estuve en casa y... y...
No aguanta más. Se esconde en el hueco del cuello de Fred y él la abraza con fuerza, sin saber qué decir. George se acerca también a ellos, atrapando a Atria entre ambos y eso parece que solo la hace llorar aún más.
— Si llego a saber que abrazarte te hace llorar no lo hubiera hecho —dice George de broma y aprovecha para intentar hacer a Atria algo de cosquillas al ver que ella se ríe un poco ante sus palabras y está algo más calmada—. ¿Por qué no os vais a casa? Voy a ir a por chocolate caliente y también a por plumas de azúcar, ¿te apetece?
— Pero ¿y la chica guapa? —Atria levanta un poco la cabeza para que puedan oírla y Fred aprovecha para darle un beso suave en la frente.
— ¿Ya me quieres dejar por una chica? —Fred finge que se ofende y Atria no duda en asentir.
— Ya sabes que solo me gustan las chicas. Y tú.
— Así que te gusto yo.
— En realidad, te quiero, pero si, también podríamos decir que me gustas.
— ¿Cómo podéis ser tan pegajosos? —los ojos de Atria están rojos, pero al menos ahora vuelve a estar sonriendo y le da un beso a Fred en la mejilla realmente sonoro—. Tardaré media hora, en el sofá no, y en mi cama tampoco, ¿entendido?
— ¿Qué dices, Atria? ¿Qué te apetece dormir un rato en la cama de George? —Fred lo dice a gritos, viendo cómo su hermano se aleja hacia el pueblo y luego se gira hacia su novia, que se ríe. Y aprovecha para besarla.
Y joder, cuanto ha echado de menos sus labios, cuanto ha echado de menos abrazarla. Y no importa que la tormenta de nieve empiece a cobrar mucha más fuerza y la nieve empiece a caerles con tanta intensidad que, si no se van pronto, acabarán calados hasta los huesos, porque cada vez que uno de los dos se aleja para coger un poco de aire, el otro se acerca para continuar el beso.
Y seguirían con los besos en mitad de la nada de no ser porque el viento empieza a aumentar de intensidad y la tormenta de nieve empieza a desatarse con todas sus fuerzas.
— A casa —dicen ambos a la vez y empiezan a reírse.
Es divertido desaparecerse mientras que se besan.
Normalmente la chimenea del apartamento de los gemelos está apagada porque tampoco es que pasen mucho tiempo por allí, pero con el frío que hace y el frío que tienen ellos lo primero que hacen es encenderla para que vaya calentando el salón y luego empiezan a lanzar la ropa a cualquier lado porque, con tan solo un momento que han estado fuera, está totalmente mojada y empieza a incluso congelarse en algunos puntos.
— Vete a duchar, te llevo ropa en un momento —a ambos les castañean bastante los dientes, así que Atria hace lo lógico, tira de él hasta el baño para que, al menos los dos entren en calor.
Llevan las varitas así que la ropa puede ir luego volando por la casa hasta el baño.
El agua no puede salir más caliente y aun así tardan demasiado tiempo en entrar en calor y, aun cuando salen, se sientan en frente a la chimenea envueltos en mantas. George llega, como había dicho, media hora más tarde, también temblando y lleno de nieve porque la ventisca le había pillado a mitad de camino del pueblo y luego había tenido que alejarse un poco porque una anciana en la cafetería no dejaba de insistir en que se quedase allí. Y hubiera sido lo más sensato, claro.
— Hemos dejado la puerta del baño cerrada, todavía tiene que estar todo el calor allí dentro —le informa Atria, que cuando se levanta para ir a por los vasos no se quita la manta de encima y según va andando más se va asemejando a la capa de un dementor—. Te podías haber quedado allí hasta que pasara un poco la tormenta.
George ni siquiera puede hablar, así que Atria le da un abrazo con la manta de por medio antes de quitarle por fin el chocolate caliente y el chico sale casi corriendo hacia el baño, empezando a temblar cada vez más. No sería nada raro que los tres acaben enfermando por esa aventura en la nieve.
Pasan la tarde frente a la chimenea, entrando en calor y hablando tranquilamente y finalmente Atria acaba hablando con ellos sobre su excursión al valle de Godric. Primero empieza con todas las apariciones que tuvo que hacer, se entretiene hablando de los desayunos porque no quiere seguir contándolo y los gemelos la dejan hablar sobre ello y que, cuando esté lista, hable.
Entonces empieza.
Habla de la cocina y que tuvo que pasar tan rápido que cuando llegó a la habitación de Harry se derrumbó la primera vez. Habla del peluche que rescató y luego de la rama en su habitación y de las manos pintadas en la pared y de lo que daría por poder llevarse esa pared. Cuando llega a hablar de la habitación de sus padres y de que estaba como si ellos acabaran de salir de la casa empiezaasentirqueseahoga y l u e g o t o d o p a s a d e m a s i a d o d e s p a c i o y n o e n t i e n d e n a d a.
— Intenta respirar, Atria, cariño, imitame, sé que puedes —Fred está delante de ella respirando fuertemente y hablando sin parar y todovuelveaserdemasiadohasta que todo empieza a calmarse, justo cuando en sus manos hay algo suave que reconoce.
— Te he traído tu lobo —dice George y Atria oye cómo se mueve hasta el suelo—. ¿De verdad crees que va a ayudarla?
Esa última parte la susurra, para que ella no la oiga, pero hay tanto silencio en el apartamento que es imposible no hacerlo así que ella se mueve y abraza al lobo, que huele como su casa y eso la hace querer llorar más, pero a la vez la relaja así que cuando Fred la mueve para que se tumbe en sus piernas, se deja mover. Y cuando empieza a acariciarla la cabeza cierra los ojos y se deja llevar por el cafuné.
— Has tenido una buena idea —Atria no sabe si se imagina el susurro de Fred o no, pero sigue escuchando.
— ¿Cómo no se nos ocurrió que iba a ir en Halloween? —la pregunta de George no es para que Fred la responda de verdad, pero aún así suspira.
— Porque nunca había dicho nada de ir, así que no pensamos ni que fuera una posibilidad —primero Fred parece triste y luego chasquea la lengua—. Joder, George, estuvo sola allí.
— No es tu culpa, conseguiste convencer a McGonagall de que te dejase ir un día, pero...
— Tendría que haber sospechado de lo de Katie, ¿cómo iba a coger apuntes en Halloween?
— Esa parte es cierta, ya leíste a Ginny, está haciendo deberes y estudiando para ayudarla cuando vuelva.
— Quizá no deberíamos habernos ido el año pasado antes de tiempo.
Entonces hay silencio, solo se oye el fuego crepitar, las respiraciones tranquilas de los tres. Hay silencio hasta que Atria empieza a hablar de la estatua que hay en el valle de Godric y luego habla del cementerio y de sus padres y de que quiere ir con ellos para presentárselos y que quiere llevar a Harry, pero sabe que es demasiado peligroso así que se lo quiere decir a Remus para que vaya también y quizá pueden organizar un pequeño cuerpo de seguridad para que pueda ir a ver la tumba de James y Lily. Atria les habla de sus planes para poner una al lado de la de sus padres para Sirius y luego reflexiona sin esperar respuesta sobre el posible epitafio, pero ninguno es lo suficientemente bueno.
Tendrá que pedirle ayuda a Remus.
Acaban volviendo a La Madriguera justo a tiempo para la cena y por supuesto Molly regaña a los tres porque como se les ocurre irse sin avisar y entonces Arthur le recuerda que los tres son mayores de edad y Molly protesta y Remus dice algo que suena como si dos de ellos se acuestan juntos pueden salir fuera sin vigilancia y cuando Molly le pregunta qué ha dicho Remus solo repite las palabras de Arthur mientras que Bill no deja de reír.
Aunque las risas paran cuando Fleur pregunta por el anillo de Atria porque le ha gustado.
— ¿Te lo ha regalado Fred, Atria? ¡Es precioso! —parece que Bill toma nota del anillo de Atria, pero Remus frunce el ceño y la mira fijamente.
— ¿Cómo? —dice sencillamente y ella se encoge de hombros.
— Fui hasta casa —responde y sigue pinchando patatas mientras todos guardan silencio. En esos momentos Remus da verdadero miedo.
— ¿Cuándo?
— En Halloween. Hice varias apariciones antes de llegar, no te preocupes, no fui de golpe —pincha otra patata justo a tiempo para evitar el golpe que da Remus en la mesa.
— ¡Sabes que no puedes escaparte del colegio! —dice él y Molly ahoga un grito.
— Tú lo hacías —responde ella y cuando ve como Remus va a abrir la boca levanta un dedo—. Ni se te ocurra decirme que eran otros tiempos, ¡te escapabas en tu último año y la guerra estaba incluso peor que ahora!
— Eran, justamente, otros tiempos, Atria —Remus parece irritado, más de lo normal y Atria revisa mentalmente el calendario lunar. Mierda, toca el día de Navidad—. Estas castigada.
— ¡Venga ya! ¡No puedes castigarme por querer ir a verles! ¡Al menos falté a clase por un buen motivo!
Remus no duda en levantarse de la mesa y señalar la puerta de la calle, a lo que Atria gruñe y le sigue, cogiendo su abrigo antes de salir.
— ¿Por qué te enfadas tanto? Sabes perfectamente que me he escapado mil veces del castillo como hacías tú.
— La capa y el mapa, ya —Remus no la hace ni caso y Atria se ríe.
— Sabes perfectamente que no las tengo, por Morgana, Remus, ¿qué demonios te pasa?
— ¡No me pasa nada!
Más que gritarlo suena como si fuera un rugido extraño y Atria se cruza de brazos, mirándole fijamente.
— Ya, claro, ¿y se puede saber sin que me vas a castigar?
Claramente ahí le ha pillado, porque Remus no responde y Atria se apunta la victoria. Hasta que se da cuenta de a dónde mira y la victoria ya no es tan victoria porque Remus no ha respondido porque mira a Tonks a lo lejos y ella hace ademán de acercarse a ellos y entonces Remus coge a Atria del brazo y avanzan en sentido contrario a la auror.
— ¿Pero qué te pasa? ¡Tonks está ahí! —dice, señalandola, pero ella ya se ha dado la vuelta, lista para desaparecerse de nuevo—. ¡Tonks, espera!
— Para ya, Atria, vamos dentro.
— ¡No, quiero que me digas qué te pasa!
— No es asunto tuyo.
— Tonks es mi amiga, y también la tuya, no entiendo por qué estás huyendo de ella —lo ha dicho sin pensar, pero por como aparta la mirada sabe que es verdad—. ¡Estás huyendo de ella! ¡Tonks, espera!
Y sale corriendo hacia la auror, que parece indecisa sobre si irse o no irse. Al final se queda quieta, justo en el borde de La Madriguera, donde si retrocede un paso puede desaparecerse.
— ¿Qué pasa, Atria? —Remus también se acerca, lentamente, sin mirar a Tonks, solo mira a Atria y al suelo.
— ¿Qué te ha hecho Remus? —lo pregunta directamente y entonces la auror niega.
— Ni a tu ahijada eres capaz de contárselo, ¿verdad? No me extraña que estuvierais tan mal —Atria nota cómo sus palabras son como dagas perfectamente dirigidas hacia Remus—. Y por la cara de Atria eso tampoco se lo has contado, ¿verdad?
— Te dije que lo sentía —responde Remus y Tonks se ríe.
— Dijiste que sentías mis sentimientos —su voz es amarga y Atria mira por fin a Remus que parece avergonzado—. Que lo sentías porque eras demasiado pobre, demasiado viejo y un hombre lobo. ¡Mira a Atria, joder, ella te adora y le importa una mierda que seas un hombre lobo!
— Es distinto —responde automáticamente— ella es mi hija, claro que...
— ¡Y te quiere igual, joder, yo también lo hago, entiéndelo de una vez!
Después del estallido de Tonks solo hay silencio. Hay silencio porque Remus no habla, Tonks solo respira con fuerza y Atria mira a Remus, sin entenderle.
— Me estás diciendo —susurra— que Tonks te ha dicho que te quiere y tú la has rechazado.
— Porque es viejo, pobre y tiene una hija —responde con sarcasmo Tonks y Remus niega.
— Soy un hombre lobo, es una condena para cualquiera.
— ¡Dejaste que Sirius estuviera contigo, estuvisteis juntos en Hogwarts, estuvisteis juntos fuera y estuvisteis juntos cuando salió de Azkaban! —chilla de nuevo la auror y esta vez avanza hacia Remus con seguridad—. ¡Le dejaste quererte, déjame quererte!
— También te dije que era muy pronto para pensar en cualquier cosa.
— Y lo primero que te dije fue que entendía que no lo aceptases porque el amor de tu vida había muerto, ¿o ya lo te acuerdas? Te dije que quería estar como amiga sobre todo, Remus.
— ¿La rechazaste? ¿Por eso dejó de venir a casa? —de golpe dentro de Atria solo hay enfado. Primero se pone a decirla que está castigada por una tontería, ni siquiera le pregunta por la excursión al valle de Godric y, para colmo, su mal humor está provocado por todo esto—. ¡Eres increíble!
— Sí, sí que lo es, es increíblemente gilipollas.
— ¡Echaste a Tonks de tu vida cuando te dijo eso y nos echaste a todos! —el enfado va subiendo según su mente va procesando todos los eventos sucedidos en el verano—. ¡Fred casi muere por tu estúpida manía de alejarnos a todos! ¡Casi me condenas como tú!
Otro silencio. Esta vez es más largo que el anterior. Y Atria es perfectamente consciente de que ha hecho daño a Remus, claro que lo sabe, pero todo viene de lo mismo. Tonks le ofreció un hombro donde llorar, él lo rechazó y alejó a todo el mundo. A ella incluida. Y si no la hubiera alejado no hubiera ido aquella luna llena de agosto en la que casi muere Fred, en la que casi se transforma. No hubiera suspendido el examen de aparición a la primera porque no hubiera tenido que preocuparse por si se transformaba o no con la luna llena.
— Atria... —Tonks empieza a hablar, pero Atria se gira rápidamente y la mira.
— ¡Atria no, no tienes ni idea de qué pasó cuando le saqué del sótano, no tienes ni idea del miedo que pasé esa noche y en la siguiente luna llena! —el enfado empieza a ser frustración y los ojos de la chica empiezan a llenarse de lágrimas, así que Remus se acerca a ella—. ¡No me toques!
No lo hace adrede, cuando le aparta no quiere hacerlo con fuerza, pero lo hace y es una suerte que Remus también la tenga porque aguanta bien el empujón y solo retrocede unos pasos, perdiendo brevemente el equilibrio.
— ¡No te vale, nunca te vale todo lo que te damos! ¡Lo rechazas todo! —ahí es cuando Remus entiende que todos esos gritos de Atria van más allá de que rechace o no a Tonks, si no que son suyos. Son sus quejas. Sus quejas cuando lo único que ha hecho siempre es protegerla.
— ¡Basta!
La última vez que Remus había dirigido algún tipo de grito a Atria había sido sobre Sirius, cuando le dijo que se diera cuenta ya de la realidad. Y ella parece que toma la misma actitud. Se calla y le mira fijamente durante unos segundos. Esta vez no tiene una caja de chocolate que dejarle antes de irse, así que solo se da la vuelta.
— ¡Ven aquí ahora mismo, Atria Lilian!
— ¡Anda y vete a la mierda! —le contesta ella sin ni siquiera girarse.
— ¡Todo ha sido por protegerte! ¡La que casi mata a Fred eres tú, y sabes! —ahí es cuando Atria se da la vuelta y vuelve hecha una furia.
— ¿Yo? ¡Tú eres el que casi se lo come!
— ¡Tú eres la que lo trajo a casa en luna llena!
— ¡Me echaste de casa todo el verano!
— ¡Te di lo que querías, como he hecho siempre, querías irte con tu novio y fue lo que te dejé hacer! —Remus coge aire, intentando tranquilizarse—. Querías irte con tu novio, te deje irte a su casa a espaldas de Dumbledore y de Molly. Querías ir al mundo muggle con él a una cita y os acompaño Diggle. Llevas años pidiendo una mascota y tuviste a al micropuff por tu cumpleaños. ¿Qué más quieres, Atria? ¡Todo lo que pides lo tienes!
— ¿Me estás llamando consentida?
— ¡Es lo que eres, todo el mundo te consiente y cuando no te sales con la tuya lo haces igual sin importar las consecuencias? ¿Qué hubiera pasado si hubiera mordido a Fred? ¿Qué pasaría si ahora fuera como yo?
— Nada —responde ella, desafiante, a pesar de saber que es mentira.
— ¿Nada? ¡Le habrías destrozado la vida por no haberte quedado en su apartamento! ¡Lo tienes todo y nunca es suficiente! ¡Eres una desagradecida y me arrepiento de cómo te he criado!
— ¡Pues no haberme criado! ¡Vete de mi vida si es lo que tanto te arrepientes, porque yo no te quiero en ella y odio que seas mi padrino!
Ninguno de los dos dice nada más, solo se miran a una distancia relativamente corta, pero que en esos momentos parece un abismo. Atria no sabe si pasa algo más, porque entonces se da la vuelta y, esta vez, Remus no la llama. Deja que se vaya.
¿Consentida? ¿La estaba llamando consentida después de todo? El enfado va subiendo y, cuando vuelve a entrar en La Madriguera, no se sienta en la mesa de la cocina, si no que sube directamente hasta la habitación de Ginny, ignorando la llamada de Molly.
No es una consentida, no está consentida.
O quizá sí que lo está. Por eso nada de lo que hace tiene consecuencias y todo el mundo deja que se salga con la suya en lugar de ponerla límites.
Llora, de nuevo, llora hasta que Molly llama suavemente a la puerta de la habitación de Ginny y se sienta con ella en la cama. Atria deja que la abrace, que la consuele y llora en brazos de Molly como nunca antes.
— Remus se arrepiente de haberme criado, Molly, Remus se arrepiente de tenerme —dice entre hipidos y Molly suspira.
— Y tú le has dicho que no le quieres en tu vida, tesoro —dice Molly y Atria vuelve a llorar porque si que lo ha dicho y ya se arrepiente de haberlo hecho, pero está dicho—. Remus sigue abajo, ¿por qué no bajas y lo habláis tranquilamente?
— Él se tiene que disculpar primero —y puede arrepentirse, pero tiene orgullo. Tiene demasiado orgullo y por eso no va a bajar para arreglar todo con Remus—. Él fue quien me apartó.
Molly suspira y se levanta de la cama, le limpia las lágrimas de las mejillas y no dice nada más, se va en silencio y Atria vuelve a tumbarse en la cama.
Total, solo sabe cagarla.
No habla en el resto de las vacaciones si Remus está delante, todavía convencida de que es él quien tiene que disculparse primero y por eso, durante Nochebuena, no dice absolutamente nada. No comenta que hay gnomo en el árbol de Navidad en lugar de una figurita de un ángel, no dice nada de la comida y, sobre todo, ignora a Remus y las miradas de Harry cuando, después de cenar, se acaba tumbando en el suelo con la cabeza en las piernas de Fred, que juega al snap explosivo con George y Ginny mientras la acaricia el pelo.
La verdad es que se queda dormida, a pesar de que Fleur no deja de intentar hablar por encima de la voz de Celestina Warbeck y Molly subiendo aún más la radio para poder escuchar las canciones, así que se pierde todas las conversaciones y, finalmente, lo que la despierta es una de las cartas explotando demasiado cerca de su cara.
Pero ni siquiera con esas dice nada, solo se transforma porque no me apetece levantarse y sube hasta la habitación de Ginny, escondiéndose bajo la cama para dormir allí.
— ¿Pero qué estás haciendo? —Fleur ya había superado el trauma que suponía que una de tus compañeras de habitación se transformase en una loba a voluntad después de haber despertado a toda la casa a gritos porque la había encontrado en la cama al despertarse.
— Te estás comportando como si tuvieras tres años —Ginny, al igual que Fleur, también se había asomado para mirarla debajo de la cama y Atria se mueve para intentar chuparla la cara—. ¡No hagas eso qué asco me das!
Cómo Ginny se aparta a tiempo, va a por Fleur y con ella sí que lo consigue, pero se arrepiente al instante porque Fleur agita la varita y la saca se debajo de la cama.
— ¡Vale, déjame, no lo hago más! —grita Atria, pero sirve de poco porque Fleur no la baja solo sonríe.
— No, tienes que aprender a respetar a los mayores.
Al menos no estaba colgada por el tobillo y es el único consuelo que le queda, porque estar bocabajo no era lo que más le apetecía y si bien estar flotando es incómodo, al menos está con la cabeza al derecho. Fleur no parece cansarse, la deja flotando mientras que lee tranquilamente un libro en inglés y va consultando tranquilamente las palabras que no entiende en el diccionario, que lo tiene Ginny y se dedica a buscar palabras para insultar a sus hermanos sin que se enteren.
— Oye, ¿me bajas ya?
Pero Fleur no la baja y así es como las encuentran Fred y Bill cuando entran a la habitación para llevarse a sus respectivas novias.
Lo peor de todo es que se esperaban encontrarse algo así.
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Subo tan tarde porque estaba llorando con un AU Hades x Pesérfone porque hola????? son los mejores????? Y ahora lo he terminado y era en el POV de Hades y hay otra parte desde el POV de Perséfone y me oís chillar ya??????????????????
Punto y hago un retelling del mito de Hades y Peséfone.
Dos puntos y hago un oneshot con Atria como Hades porque la veo como Hades ngl.
Venga, que Remus y Atria se han peleado!!!!! Todo estaba muy bonito así vamos con el drama ohsi. No estoy yo sufriendo porque me quedan menos de once capítulos para acabar de escribir todo esto para nada, aquí sufrimos en conjunto.
Bueno, que nos vemos la semana que viene jejejejeje sinceramente no me acuerdo qué viene la verdad, pero si dáis un voto lo miro y si ya comentáis pues os digo una frase out of context jajajaja (no me olvido de responder los comentarios, es solo que estoy un poco abrumada por la vida, pero estoy empezando a ver que va a ser mi estado natural así que tengo que volver a acostumbrarme)
PD: Nunca lo he dicho por la historia en sí, pero si me seguís en instagram @_ogaira podéis tener contenido exclusivo de la historia AKA spoilers :D
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