Capítulo 61: Un par de calamares extendiendo los tentáculos

Atria empezó a llevar a su micropuff en el pelo a todos lados desde Halloween. A John no le gustaba el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras porque Snape le daba miedo y el invernadero porque hacía demasiado frío, sin embargo le encantaba el aula de pociones y salía del moño de Atria para bajar a la mesa y jugar con los restos de ingredientes que ella iba dejando por la mesa. También le gustaba el aula de transformaciones y encantamientos cuando tenían prácticas y había cosas suaves involucradas y le gustaba fingir que leía el diccionario de runas antiguas de Atria. El único profesor que le había dicho que las mascotas no podían estar en las clases había sido Snape el primer día que llevó a John en la cabeza y Atria decidió hacerse un moño delante de él para esconder dentro a su micropuff.

Se ganó otro castigo por la contestación a Snape, pero tampoco es que le importase mucho porque no iba a ir.

En las rondas como Premio Anual John también la acompañaba y, normalmente, le tocan las rondas con Stuart —no había estado colaborando mucho en la organización de las rondas, la verdad, no sabía quien las estaba asignando—, al que el micropuff le llamaba mucho la atención, pero el micropuff le ignoraba de forma realmente descarada y solo se dedicaba a jugar en el pelo de Atria.

Al único lugar donde el micropuff no iba era al campo de Quidditch y no es que no fuera, si no que Atria le preparaba una cama en los vestuarios, donde el pequeño bicho se escondida entre los jerseys de todos y se quedaba profundamente dormido hasta que terminaban.

Delmeza Robins había sido la elegida para sustituir a Katie después de que Atria le diera las noticias a Harry, Katie tardaría en volver. Los gemelos habían ido a verla a San Mungo y los medimagos decían que no sabían cuando estaría completamente recuperada. Así que a Harry no le quedó otra que llamar a Delmeza y avisar a Dean para que fuera el nuevo cazador sustituto.

Podrían decir que los entretenimientos iban bien si evitaban pensar en Ron, claro. En el primer entrenamiento con Delmeza, Ginny le marcó seis goles, Atria cinco y Delmeza tres, además la pobre chica se llevó un puñetazo en la boca cuando estaba a punto de marcar a Ron el cuarto tanto. Ginny no dudó en llamarle imbécil, Atria no se cortó en llamarle gilipollas y Harry no dudó en regañar a ambas por su actitud hacia el chico, aunque luego las agradeció que hubieran ayudado a Delmeza con la herida.

Así que, si no tenían en cuenta a Ron, los entrenamientos iban de lujo y así fue como Atria y Ginny salieron de los vestuarios, criticando a Ron y su falta de confianza en sí mismo hasta que se encontraron a Dean por el camino. Atria no pudo evitar reírse al ver como los dos empezaban a ponerse realmente cariñosos detrás del tapiz que utilizaban como atajo para llegar a la Torre de Gryffindor.

— Os dejo, creo que John tiene hambre porque me está tirando del pelo —les dijo, aunque ninguno de los dos parecía haberla escuchado.

Lo que si escucharon —y Atria también, un piso más arriba— fueron los gritos de Ron cuando vio a Ginny con Dean.

— ¿Qué ha pasado? —le preguntó a Dean cuando el chico pasó por su lado y él negó.

— A Ron no le ha gustado ver a Ginny besando a alguien y ella le está gritando que puede hacer lo que quiera. Me voy antes de que él o Harry me maten, tendrías que haber visto las miradas de ambos.

¿La mirada de Harry? Que curioso, ¿no? Pero cuando Ginny llegó al tramo donde estaba ella parada con Ron y Harry se dio cuenta. Su hermano estaba pillado por Ginny, que mono.

— ¡Se un poco más como Atria y no vayas comiendo la boca a todos los tíos por los pasillos! —gritó Ron y Atria frunció el ceño.

— ¿Disculpa?

— ¡Tú no le vas comiendo la boca a Fred por todos los lados!

— Porque no nos dejáis tranquilos, no porque no quiera, cada vez que voy a besarle aparecéis alguno a tocar las narices. Pero ten claro que el año pasado también le besaba en pasillos por donde no pasaba absolutamente nadie, ¿sabes?

— No quería saber eso —murmura Harry y Atria sonríe y mira a Ginny de reojo, que sigue pareciendo furiosa con Ron.

— ¡Ellos son una pareja medianamente normal, Ron, es lo que hacen las parejas! ¡Qué tú tengas el desarrollo de un niño de doce años no significa que los demás lo tengamos!

— Oye, ¿cómo que medianamente normal?

— ¡Yo no tengo el desarrollo de un niño de doce años!

— ¡Besar a tía Muriel no cuenta!

— ¡Yo no he besado a tía Muriel!

— ¡Espabila, Ron, Harry el año pasado andaba besuqueando a Cho Chang, Hermione hace dos a Viktor Krum y Atria estuvo primero con Leah y luego con Fred! ¡El único que actúa como si los besos fueran algo malo eres tú, estúpido! —gritó Ginny sin contenerse más—. ¡Vete a besar a alguien de una vez y déjanos a los demás tranquilos!

Y, sin más, Ginny se marchó echa una furia mientras que Ron parecía que temblaba.

— Lo de Muriel es mentira, será mentirosa, será... será...

— Cuidado con lo que dices o te hechizo —le advierte Atria y él gira la cabeza rápidamente.

— ¿Por qué no la controlas un poco? Tú no hacías eso a los quince.

— A los quince me liaba con Leah sin problemas, eso lo primero —le dice y Ron arruga la nariz—. Lo segundo es que a los quince fue cuando empecé a salir con tu hermano y ya en el primer beso, si Lee no hubiera aparecido, te aseguro que hubiéramos acabado en la cama.

Ahora Harry también se suma a arrugar la nariz y pone una cara de asco que a Atria le causa demasiada risa, así que sigue.

— Y en los segundos no quieres saber cómo acabamos, te lo puedo asegurar, que pena que Molly se levantase.

— ¡Es mi hermano, cállate!

— Actúas como un niño pequeño, Ron, que tienes dieciséis años, ¿por qué no le dices a Hermione que si quiere liarse contigo? Ella ya tiene experiencia, te guiará bien.

La cara de Ron pasa a ser un poema y Atria decide que ya ha hecho bastante por Ginny. Que se joda Ron y que madure un poco.

Aunque no cree que vaya a madurar cuando, por la noche, ve como ignora descaradamente a Hermione. Y no solo la ignora a ella, también le hace el vacío a Ginny y a Dean y, cuando habla, solo gruñe y se parece más a los centauros del Bosque Prohibido cuando ven a un humano que a Ron. Y, encima, su enfado no le hace mejorar en los entrenamientos.

Cuando hace llorar a Delmeza, Peakes le gritó a Ron y Atria le cogió el bate, lista para dar a Ron en la cabeza con él, pero Harry se puso en medio y no dudó en quitarle el bate.

— Ni se te ocurra o te echo del equipo.

— ¡Pues haz algo o le parto la cabeza, no le aguanto más! —Atria dirigió su escoba hasta Delmeza y entonces fue cuando le pasó un brazo por encima a la chica y, lentamente, la dirigió hacia los vestuarios, donde Ginny ya estaba de brazos cruzados y el ceño fruncido.

— Es un gilipollas, no le hagas caso, Delmeza.

— Exacto, es un gilipollas —Atria no dudó en afirmar las palabras de Ginny y a Delmeza se le escapó una risa.

— Gracias, chicas —murmuró y luego giró la cabeza para mirar al campo de Quidditch—. Espero que Harry haga algo si mañana resulta ser un inútil o la que va a renunciar soy yo.

— ¡Ni lo pienses! Amenazaré a Harry para que le eche si hace falta, pero tú no renuncies, ¿entendido? —Delmeza se rió un poco más y Atria sonrió, satisfecha.

Cenaron tranquilamente junto a Hermione y, para suerte todas, Ron se subió rápidamente a las habitaciones por lo que no tuvieron que aguantarle mientras hacían deberes y hablaban sobre las técnicas que iban a utilizar en el partido del día siguiente.

Cuando Atria fue a desayunar se encontró dos sectores, aplausos por parte de la mesa de Gryffindor y abucheos por parte de la de Slytherin. Los ignoró, yendo directamente a la mesa de Gryffindor a coger unas tostadas y, cuando salió, se chocó adrede con Ron, que entraba en esos momentos con Harry.

— Se un Weasley y juega bien de una puta vez —le dijo y Ron parecía que se hacía más pequeño. Se había pasado con Ginny, con Hermione y con Delmeza, no iba a ser ella la que tuviera tacto ahora.

Estaba nerviosa porque ellas tendrían que hacerlo mucho mejor para evitar perder ya que, si Ron seguía como el día anterior, les marcarían tantas veces que poco importaría que Harry cogiera rápido la snitch. Había demasiada presión así que Atria se fue directa al vestuario, comiendo las tostadas por el camino.

Cuando acabó de ponerse la túnica, llegaron Ginny y Delmeza, hablando de las novedades de los jugadores de Slytherin. Malfoy no jugaba y Harper tampoco, el día estaba soleado y parecía que alguien se había bebido una botella de Felix Felicis para que a Gryffindor todo le saliera bien.

— ¡Capitanes, estrechaos la mano!

Atria no dudo en sonreír desafiante a los cazadores de Slytherin y, en cuanto Madame Hooch sonar el silbato salió despedida para coger la quaffle. Aunque no contaba con los codazos de Urquhart para quitarle la quaffle. Slytherin la recuperó y se lanzó hacia Ron, que consiguió una parada espectacular que calló la boca a Zacharias Smith, el comentarista del partido. Atria no podía imaginarse lo que iba a echar de menos a Lee hasta que no estuvo todo un partido con el idiota de Smith comentando constantemente.

Primero fue Ron y su amistad con Harry, luego Ginny y que como era la hermana de Ron la había dejado entrar y Ginny en respuesta marcó tres tantos seguidos. Luego siguió con ella y dijo que solo estaba en el equipo porque Harry no había encontrado a nadie más ya que su juego era bastante inconsistente y el año anterior ella había estado de golpeadora y había vuelto al puesto de cazadora porque Harry era el capitán.

En respuesta a todos su comentarios los tres siguientes goles los marcó ella, demostrando que estaba en perfecta forma y, además, en sincronía con sus compañeras.

El siguiente en ser blanco de Smith fue Coote y Atria se empezó a reír cuando oyó decir a Harry que le lanzara una bludger.

— ¡Vamos, Ritchie, demuestrale que tienes buena puntería y dale en toda la nariz!

No sabía si le hizo caso o no, pero sin duda alguna Zabini se llevó un buen golpe con la bludger que le permitió a Delmeza coger la quaffle y lanzarse hacia el guardián de Slytherin, marcando limpiamente.

— ¡Harper parece haber encontrado la snitch!

Tenían que marcar al menos tres tantos más si querían ganar sin la snitch, así que las tres cazadoras se miraron entre sí y salieron disparadas a por la quaffle, intentando cogerla cuanto antes para aumentar la distancia con Slytherin. Aunque no hizo falta porque, de repente, todo el mundo empezó a gritar.

— ¡Potter coge la snitch, Gryffindor gana! —anunció Smith y Atria salió volando hacia Harry para abrazarle en mitad del aire.

— ¡Hemos ganado, hemos ganado! —le chilló en el oído y Harry se reía.

Cuando se alejó de su hermano para abrazar a Ginny, se dio cuenta de que la chica había ido directa a estrellarse contra Smith, dejándole sepultado bajo un montón de trozos de madera y Ginny se excusaba con una sonrisa que, definitivamente, decía que lo había hecho adrede a pesar de "Se me olvido frenar, profesora".

Todo el equipo de Gryffindor bajó al suelo y Atria se dio cuenta de cómo Harry se separaba un poco de todo el equipo para ir a abrazar a Ginny y luego intentaba disimularlo con unas palmadas en la espalda de Ron y evitando mirar a Ginny. Que gracioso era y que ganas tenía de molestarle.

El vestuario era un montón de gritos y festejos que no pararon cuando llegó Dean y anunció la fiesta en la sala común de Gryffindor, por lo que todos exceptuando a Ron y Harry salieron del vestuario entre risas. Quizá el equipo no era el mismo sin Angelina, Alicia, los gemelos y Wood, pero sin duda alguna no eran un mal equipo del todo. ¡Habían ganado el primer partido de la temporada! Podrían ganar sin problemas el resto si mantenían el mismo ánimo y seguían entrenando tan bien.

La fiesta ya estaba empezada cuando llegaron a la sala común y eso fue lo que les permitió tener botellas de cerveza de mantequilla en cuanto atravesaron el cuadro de la señora gorda. Y lo que hizo que, cuando Ron llegara, Lavender Brown se lanzara a él con tantas ganas que todo el mundo apartó la vista ante lo efusiva que estaba siendo Lavender y lo efusivo que se puso Ron unos segundos después.

— Quiero vomitar —le dijo Atria a Ginny y ella asintió, poniendo cara de asco.

— Será hipócrita, atreverse a decirme algo para hacer... eso.

— No podemos decir que se estén dando el lote, parecen un par de calamares extendiendo los tentáculos, creo que hasta se pueden oír las succiones.

— Eres asquerosa —dijo Harry, apareciendo de la nada.

— Pero tiene razón, mírale, parece que se la esté comiendo —le dice Ginny a Harry, con un toque de frialdad en la voz—. Es un asqueroso hipócrita, mírale.

— No, mejor no le mires, no quieres aprender de él —la corrige Atria y Ginny sonríe.

— Tienes razón, es mejor no mirarle en su práctica. En fin, me voy a por más cerveza de mantequilla, has jugado muy bien, Harry.

Atria no solía observar mucho su alrededor, pero había visto las caras de Harry y había visto como su hermano había buscado a Ginny después del partido, así que vio en primera fila la cara de tonto que se le quedaba a Harry cuando Ginny le dio un par de palmaditas en el brazo.

— ¿Puedo decir algo? —le dice, sonriendo de oreja a oreja y, cuando Harry va a responder, una melena tupida pasa por el lado de ambos, saliendo prácticamente corriendo de la sala común.

Ninguno de los dos dijo nada más y ambos salieron de la sala común para ir a buscar a Hermione, que encontraron en un aula vacía con un montón de pájaros de aspecto bastante amenazador. Ella decidió no intervenir en la conversación, si no escuchar lo que Harry y Hermione hablaban y pronto quedó todo claro. Hermione había visto como Ron prácticamente se comía a Lavender.

Y, por si no había quedado claro, cuando él apareció con Lavender de la mano en el aula, la cara de Hermione cambió a una que Atria había visto varias veces en La Madriguera cuando Fleur hablaba directamente con Ron y él se quedaba embobada mirándole.

— Piensa muy bien lo que haces —le advirtió a la chica, viendo como ella se ponía de pie e iba hacia la salida.

La siguió, por supuesto, pegándose a ella como una sombra y Hermione asintió, pero pasó olímpicamente de Atria y le lanzó los pájaros a Ron, que le suplicaba que los parase. Y Hermione no le hizo ni caso y salió de la clase abandonada, lanzando una mirada despectiva a Lavender, que solo estaba apoyada en la pared sin hacer nada.

— Ya has hecho bastante —le dijo Atria, quitándole la varita y la boca de Hermione parecía una línea recta—. Tú te vienes ahora mismo a mi habitación, cogemos a Ginny y vas a tener que entender algunas cosas.

— ¿Tú me vas a hablar de límites? —le contestó Hermione con furia en su voz y Atria se encogió de hombros.

— En algunas cosas tengo límites, como en los celos.

Hermione le quitó la varita de malas formas y luego aceleró el paso hasta la sala común, donde después se encerró en su habitación. A Atria le hubiera gustado decir que, en los siguientes días, parecía más calmada, pero con los bufidos que soltaba en el desayuno hacia Ron, que no se separaba prácticamente de Lavender, sabía que no había nada relajado.

Y luego estaba la actitud de Ron, una que resultaba realmente cansina cuando pasabas con él más de cinco minutos porque, entre todas las buenas paradas que había hecho durante el partido y que ahora Lavender quisiera liarse con él constantemente, tenía una actitud chulesca que le recordaba a Percy y sus calderos.

La cosa no mejoró cuando Hermione dijo que ahora salía con McLaggen y que le iba a llevar a la fiesta de Navidad de Slughorn. Atria la gritó de todo en la habitación mientras que se preparaban para ir. Leah y sus primas también estaban invitadas, porque Julie, gracias a su hermana y su puesto en el Ministerio, pertenecía al club de Slughorn y ella había invitado a Leah. Luego Ciara iba a ir con Neville y Beth, finalmente, había aceptado la invitación de Belby, el Ravenclaw de séptimo cuyo tío había sido el inventor de la poción matalobos.

Así que quedaba ella y todas sus amigas estaban invitadas, así que Atria decidió que iba a ir a la fiesta son su micropuff en lugar de molestarse en buscar a alguien para invitar. Porque, si era sincera, si le quitaban a las primas O'Brien, a Katie, a Ginny y a Harry, Ron y Hermione, a Atria no le quedaba a nadie a quien invitar. Seguía sin hablar a Cho y había dejado de hablar tanto con las chicas tanto de Hufflepuff como de Slytherin. Y sí, le podían quedar Jack y Seth, pero vamos, siendo honestos hasta hablaba más con Stuart que con ellos.

— McLaggen, no sé cómo has tenido el valor —le repetía Atria a Hermione mientras que ella terminaba de arreglarse el pelo.

— No está tan mal.

— ¿De verdad has hablado con McLaggen? —dijo Leah, arrugando la nariz.

— No es necesario hablar con McLaggen para saber que es un gilipollas —respondió Beth, sin dudar ni un solo segundo y todas las chicas asintieron—. Nadie le aguanta, ni siquiera sus compañeros de habitación.

Hermione frunció el ceño y siguió preparandose, mientras que Beth se quedó mirando a Atria, que para sorpresa de nadie, seguía con la ropa normal del colegio y el micropuff en la cabeza.

— ¿Te vas a llevar al bicho y vas a ir así?

— El bicho se llama John y se viene conmigo, le gusta mi pelo.

— Y por eso parece que tienes un nido ahí arriba.

— Y mi ropa está bien, ¿para qué me tengo que cambiar?

— Es una fiesta, Atria, ponte algo de ropa muggle al menos —le dice Julie y Atria pone los ojos en blanco.

— Voy con mi micropuff, no sé por qué tengo que arreglarme.

— ¿Por qué no te consigues a alguien?

— Bueno, Julie me ha quitado a Leah, Ginny ya está invitada, Harry también, Beth lo mismo y Ciara va con Neville. Podría haber invitado a Luna, pero Harry se ha adelantado y Katie...

— ¿No tienes a nadie más? —Hermione la corta y Atria asiente.

— Bueno, está Ron —dice ella y parece que la mirada de Hermione se ilumina—. No voy a invitarle para que te vea estar con McLaggen.

— ¡Por favor, Atria!

— Te estoy haciendo un favor, vas a querer salir corriendo en cuanto estés en la fiesta —le responde ella y luego mira a sus amigas.

No quiere ir, lo está haciendo por ellas, para pasar más tiempo juntas, así que va a esforzarse. Quizá no debería llevar al micropuff y debería arreglarse un poco, quizá eso la anima un poco.

El partido ganado a Slytherin la había animado, pero lo que de verdad necesitaba Atria era un día en La Cueva, comiendo helado de chocolate en brazos de su novio mientras que comentaba junto a Remus alguna película de ciencia ficción. George haría preguntas cada dos por tres que Fred respondería sin mucha convicción, pero por algún motivo —tanto oír las respuestas por parte de Atria— respondía bien. Sí, eso era lo que necesitaba, a Harry también, que estuviera sentado en el sofá y protestase cuando Atria no le diera helado o porque le hubiera quitado la manta.

Sonaba a un plan estupendo por Navidades, sí, los cinco en La Cueva, apretujados en un sillón grande y otro pequeño. Iba a ser maravilloso.

— ¿Qué dices, Atria?

— ¿Qué? —Leah le pincha su pequeña burbuja de felicidad y Atria vuelve a sentirse pequeña en la habitación, pequeña y desplazada.

— Que si invitas a Seth o Jack —dice Ciara y Atria se encoge de hombros.

— Es que no quiero invitar a nadie, si no invito a nadie puedo estar con vosotras y... —lo está intentando, de verdad que lo está intentando, pero no funciona y coge a su micropuff de la cabeza para abrazarle—. Creo que me voy a quedar en la habitación.

— ¡No seas aguafiestas, es una fiesta!

— Una fiesta elitista, estoy repitiendo tus palabras, Julie —Atria la señala, pero la chica pasa olímpicamente de ella.

— ¿Y qué? Dará comida, como siempre, y podrás conocer a gente realmente interesante.

— He estado bastante bien sin ir, a pesar de no haber conocido a Gwenog Jones, ¿sabes?

No tiene ganas, no tiene fuerzas y por eso no piensa. Lanza la corbata a cualquier parte de la habitación y luego empieza a quitarse la camisa.

No estaba preparada para los gritos de sus amigas.

— ¿Qué pasa? ¿Dónde está la araña? ¿O es una rata? Decidme qué no es una rata —Atria se da rápidamente la vuelta y entonces es cuando ve a las cuatro chicas mirándola fijamente. Es verdad, hoy no tiene entrenamiento, no lleva maquillaje.

— Tu... tu... cuerpo —susurra Leah y Atria lentamente, vuelve a ponerse la camisa.

— No... mierda, no teníais que ver eso, joder, mierda, jod-

— Atria —Hermione la corta, no solo el paseo nervioso que estaba teniendo por la habitación, si no también todo lo que estaba diciendo—. Creo que deberíais hablar.

— Sí, deberíamos hablar —Beth se cruza de brazos y, por la seriedad en su mirada, Atria traga saliva. Beth, a veces, la intimida—. Dile a Belby y a Neville que lamentamos no ir con ellos.

— Se lo diré —murmura Hermione y sale de la habitación rápidamente, cerrando bien la puerta en el camino.

— ¿Y bien? —Beth es la única que parece ser capaz de hablar y Atria no sabe cómo explicarlo sin contar que es animaga, así que solo suspira.

— No son... no... joder, es que... —es tan frustrante. Habían pasado de ir a una fiesta a estar así, teniendo que explicar de dónde había sacado tantas cicatrices. Y teniendo en cuenta que había peleado con Remus a finales de agosto todavía tenía algunas cicatrices demasiado rosas y con un aspecto bastante feo—. Solo escuchad, y no saquéis conclusiones precipitadas.

Atria señala su cama y las cinco van a sentarse. Tiene que coger aire de nuevo y, de forma inconsciente, empieza a jugar con el anillo de su madre. Lo hace girar en el dedo hasta que encuentra algo que decir:

— Ha sido Remus —acaba diciendo y cuando sus amigas se levantan de la cama se da cuenta de cómo ha sonado—. ¡No él, no, el hombre lobo! ¡Él no...! ¡Nunca! Tendríais que haberle visto cuando... cuando... bueno, se puso fatal y...

Cuando casi consigue que Fred sea comida de hombre lobo o un hombre lobo. Y cuando a Remus le dio algo porque pensaba que la había destrozado la vida. Sí, fue un mal día.

— ¿Y tú eres una... ? —Ciara hace la pregunta que todas se están haciendo y ni siquiera la termina porque no se atreve, pero Atria niega rápidamente—. Pero es imposible, si el hombre lobo te hace esas heridas tú también tendrías que transformarte.

— Ya, sí, claro, eh...

Ella también baja de la cama, pero sigue andando hasta que está lejos de ellas. Y se transforma. Las cuatro ahogan un grito y Leah, de repente, empieza a chillar cosas sin sentido.

— ¡Eras tú, pensaba que eras una mascota de Hagrid que se había escapado y daba vueltas por el castillo! —la consigue entender después de un rato de chillidos y Atria vuelve a cambiar.

— ¿Me viste?

— ¡Sí, eras tú, el día que Fred te besó por primera vez, salí corriendo para hablar contigo y lo que me encontré fue una loba! ¡Pensaba que había sido Hagrid!

— Ah, ese día —no está muy orgullosa de cómo salió corriendo ese día y estaba claro que había hecho una estupidez porque Leah la había visto.

— ¿También estabas ahí, verdad? Cuando atacaron a la profesora McGonagall —dice Leah y Atria siente, a lo que Leah chilla, pero está vez, ofendida.

— ¡No nos has dicho nada!

— Bueno, es que no es algo que se lo voy contando a todo el mundo —se defiende ella y Julie señala la puerta.

— Hermione lo sabe —genial, y está dolida por ello.

— Es que la primera vez que me transformé fue delante de ella. De ella, de Harry y de Ron, para salvarles de Remus cuando se puso en modo lobo antes de renunciar —explica y las cuatro se cruzan de brazos.

— ¿Te lo has callado tres años? —Beth ya no intimida, si no que parece estar decepcionada—. ¿Te haces una idea de lo preocupadas que estábamos por ti?

— Las vimos —dice Ciara de la nada y Atria contiene la respiración—. El año pasado. Leah quería creer que era solo un efecto de la ducha que había dado esa impresión, pero... —lo añade, como si eso fuera a suponer algo más. Algo que no se atrevía a decir en voz alta. Porque pensaron en que podría haber sido Fred y Atria no necesitaba saber eso.

— Pensábamos en Umbridge, pero era demasiado pronto en el curso así que... nos quedaba una opción y era que te habías unido a una mafia —dice Julie, mientiendo, y a Atria se le escapa una carcajada—. ¡Es verdad, Grace me ha hablado de ellas!

—  ¿Grace? ¡Tienes novia!—chilla entonces Atria y se lanza sobre su amiga—. ¡Cuéntame más!

— Pero tú nos explicas todo —el tono de Julie es de exigencia y Atria asiente rápidamente.

Merece la pena contarles todo su con eso vuelve a tener a sus amigas. Poco a poco se empieza a sentir mucho más ligera, siente como, de nuevo, vuelven a ser un grupo y cuando las abraza sin venir a cuento, ellas gritan porque las está aplastando, pero la abrazan de vuelta.

Todo vuelve a encajar en su lugar correcto, pero ¿hasta cuándo? ¿Cuánto tiempo falta para que todo se tuerza? ¿Para que alguna de las cinco acabe en San Mungo como Katie? ¿Para que lleguen los mortifagos y acaben con toda la felicidad que les queda? Porque sí, Dumbledore puede repetir todas las veces que quiera que la felicidad se puede encontrar incluso en los tiempos más oscuros, pero ¿si falta alguien realmente importante para ti puedes hacerlo? ¿O solo te hundirás más en la oscuridad?

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Nada que decir hoy solo que si TS10 sale el viernes yo estoy muerta y ya está sí? Vale

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