Capítulo 50: ¿Qué vas a hacer sin nosotros?

Empujar a Montague dentro del armario evanescente que había en el primer piso había sido realmente sencillo. Quería quitarles cincuenta puntos porque estaban preparando los fuegos artificiales y los había pillado. Atria no había dudado ni un según en abrir las puertas del armario y los gemelos le empujaron. Luego se aseguró de dejar bien cerrada la puerta y ahí no había pasado absolutamente nada.

— Lo habéis visto, ¿verdad? —habían decidido bajar hacia el Gran Comedor para empezar con el verdadero espectáculo y allí estaban Harry, Ron y Hermione, mirando furiosos los relojes de los puntos.

— Mafoy acaba de descontarnos cincuenta puntos —le contesta Harry a Fred, y Atria juraría que ha subestimado el enfado de su hermano.

— Te recomiendo que la próxima vez utilices el hechizo de ilusión, seguro que si ve a Moody se caga en los pantalones —Atria se lo susurra para que Hermione no la oiga, sabiendo que probablemente no le guste la idea.

— Montague lo ha intentado con nosotros.

— ¿Qué quieres decir con intentado? —Ron desconfía rápidamente de las palabras de Ron, y más cuando ve como a Atria se le escapa una risa cuando él termina de hablar—. ¿Qué habéis hecho?

— Yo solo he abierto las puertas del armario evanescente, Fred y George han sido quien le han empujado dentro.

— Y tú las has cerrado, no estás libre de culpa, Potter —no puede negar que es divertido ver como Fred la llama Potter—. Es igual, no le hemos dejado terminar de hablar.

 — ¡Ahora sí que os habéis metido en un lío! —Hermione parece realmente escandalizada y horrorizada, pero eso no cambia la expresión ni de Atria ni de los gemelos.

— ¿Por qué exactamente?

— Montague debería aparecer primero, y podrían pasar semanas —dice Fred, y entonces lo piensa un poco. A ellos ya les da igual qué les pase, pero sí que importa lo que sea que le pase a Atria. Así que tienen que dejar de meterla en los planes—. Y luego debería recordar que hemos sido nosotros quienes le han metido ahí.

— No sabemos a donde lo hemos enviado, aunque tampoco es que nos importe mucho —dice George, tranquilamente—. Además, tenemos planes.

— Sí, ya no nos importa mucho meternos en líos.

— ¿Acaso os ha importado alguna vez? —Atria no puede evitar soltar una carcajada al oír a Hermione. Claro que les ha importado, la prueba está en que siguen en el colegio.

— Por supuesto, ¿acaso nos hemos pasado alguna vez de la raya?

— Bueno, alguna vez sí que nos hemos pasado... —admite Fred y George acaba asintiendo. Estaba la vez en la que llenaron todo el primer piso de agua y nadie pudo pasar por ahí durante todo el día porque te caías de culo. Filch acabó con un brazo roto y la señora Norris con bastante miedo al agua. O la vez en la que no hubo cena porque escondieron todas las ollas en las cocinas.

— Pero hemos parado antes de causar un gran caos, no como Atria, que no le importa mucho lo que haga —dice George y Atria se cruza de brazos.

— Me vas a decir que no fue divertido lanzar la poción —Atria vuelve a mirar a Harry, Ron y Hermione, que parece que, de golpe, el suelo les parece bastante interesante. Que curioso—. ¿De verdad qué no visteis a nadie? Porque siempre que sale el tema miráis al suelo.

— A Cho, ¿contenta? —le responde Harry y Atria hace una mueca—. Y a Cedric.

— Hala —susurra—. ¿Cedric también? ¿Te puede mostrar varias personas?

— Sí, Atria, varias personas, cambia rápidamente y es bastante mareante, ¿podemos dejarlo? —Harry empieza a estar incómodo. Porque en sus planes no está admitir que, durante un segundo, también vio a Ginny. No piensa admitirlo delante de tres de sus hermanos mayores. ¿Por qué vería a Ginny? Si casi ni siquiera habla con ella. Además, le gustaba Cho. Y un poco Cedric. Ginny no pintaba nada en el tema, aunque la verdad es que era buena amiga. Eso sí que podía decirlo, sí—. ¿Tú que viste?

— A Fred, pero eso no es lo interesante, si todo el mundo lo sabía, lo interesante es lo tuyo y lo callado que se tienen lo que vieron Ron y Hermione.

— ¿Y ahora qué pensáis hacer? ¿Os importa algo el colegio? —Ron se apresura a cambiar de tema y Atria le mira fijamente. ¿A quién vio que no lo dice? Tiene que pillarle por banda. Necesita saber a quien vio.

— Ah, pues no mucho, la verdad —Fred lo dice como si nada y Hermione mira de reojo a Atria. ¿De verdad está bien con esto?

— Creemos que nuestra nueva directora necesita un poco de caos —George lo dice como si nada y Hermione se alarma aún más.

— ¡No lo hagáis! —Atria nunca la ha visto susurrar tan alarmada—. ¡Le estaréis dando la excusa perfecta para que os expulse!

— Veo que no lo has entendido, Hermione —Fred lo dice sonriente y como si no pasara absolutamente nada, aunque cuando nota como Atria le coge la mano tiene claro que sí que pasa. Sigue sin gustarle la idea, por mucho que la haya acabado aceptando. Tiene que hablar con Angelina para que aumente los entrenamientos y mantenga ocupada a Atria—. Ya no nos importa si nos expulsa, nos iríamos nosotros mismos, pero creemos que todavía podemos ser un poco más útiles aquí.

— Además, estamos bastante decididos a hacer algo por Dumbledore, ya sabéis —George y Atria pone los ojos en blanco—. A nuestra querida directora le va a encantar.

— Yo que vosotros me metía dentro del Gran Comedor —Fred mira su reloj, y luego mira a Atria—. Tú también.

— ¡Pero yo he ayudado!

— Y tú te vas a quedar en Hogwarts, así que estaría bien que los profesores no te relacionaran con ello.

— Y yo ya te dije anoche que tampoco es que me quiera quedar.

— Sí, claro, y dejar que mamá me mate, no gracias.
Harry quiere reírse al ver la cara que pone Atria. Ella hincha los mofletes y luego Fred aprovecha para apretárselos hasta que se queda sin aire. Entonces le da un pequeño abrazo y le susurra algo que hace que ella de un pequeño suspiro y luego asienta. Vuelve a abrazarle y pronto los gemelos se han ido, perdiéndose entre la multitud que avanza hacia el Gran Comedor.

— Vamos, no queréis estar en todo el medio cuando empiece esto —dice Atria, y coge a Hermione de la mano para tirar de ella.

— ¿Qué es lo que planean hacer? —Ron intenta buscarlos, pero parece ser que ya han desaparecido y Atria solo sonríe.

— Va a ser espectacular, ya lo veréis.

Aunque no llegan a saber si Harry lo ve porque Filch se lo lleva bajo la excusa de que la directora quiere hablar con él. Sea lo que sea lo que quiera en realidad, se pierde como los fuegos artificiales explotan en el primer piso, llenándolo todo de luces. Los dragones se iban paseando tranquilamente por los pasillos, acompañados de un montón de cohetes y palabrotas dibujadas por las bengalas. Todo, en lugar de ir apagándose poco a poco, iba tomando más y más fuerza a cada momento, lo cual lo hacía mucho más divertido.

Las clases ese día fueron un completo desastre ya que, en todas las asignaturas —incluido el profesor Snape, algo que sorprendió a Atria— se empeñaban en llamarla para que apagara ella misma los fuegos artificiales de los gemelos. Atria sabía perfectamente qué hacer para causar más caos aún, así que no dudaba en utilizar sus conocimientos privilegiados sobre Sortilegios Weasley y sus productos para causar más caos cuando nadie miraba. Y, en ocasiones, también lo hacía cuando miraban el resto de profesores.

La noche acabó con una gran fiesta en la sala común, que combinaba la fiesta de cumpleaños de los gemelos del día anterior con una pequeña celebración por la que habían liado ese día en el colegio. Todo el mundo parecía haber recuperado parte del humor que habían perdido con la disolución del ED —también perdían muchos de sus galeones al encargar los Magifuegos Salvajes Weasley— e incluso Hermione decidió que era mucho mejor tomarse un descanso que ponerse a hacer los deberes.

Los siguientes días podrían decirse que mejoraron algo. A Atria le seguía gustando el quidditch, por supuesto. Compartir equipo con sus amigas era una maravilla a pesar de que no jugaba en su verdadera posición y Ron comenzaba a mejorar, al igual que Coote empezaba a tener algo más de fuerza y ella algo menos y más puntería. Lo único malo que tenía todo ello es que no tenía tiempo para absolutamente nada ya que los entrenamientos de quidditch se habían duplicado porque el partido contra Ravenclaw se acercaba —poco importaba que fuera el uno de junio, Angelina decía que la fecha estaba demasiado cerca— y junto con los deberes Atria no tenía tiempo ni de respirar. Muchas noches se quedaba dormida en la sala común de Gryffindor, haciendo los deberes con Leah y Katie e, incluso, volvió a salir con sus amigas, también igual de estresadas que no dejaban de pedir ayuda con todo. Hubiera sido sospechoso para Atria de haber tenido tiempo para pensarlo.

Desde que habían descubierto que Marietta había sido quien las había delatado, Ciara se había negado a dormir más en el dormitorio de Ravenclaw y había mudado toda su ropa y sus cosas a la habitación de las chicas de séptimo, las trillizas. Ninguna de las tres sabía el por qué de la cama extra que tenían en su habitación, pero llevaba ahí desde el principio, todos los años había estado vacía y las tres chicas esperaban a que, en algún momento, llegase su dueña. Nunca llegó y Ciara reclamó como suya la cama y dejó de hablar automáticamente con Marietta. Cho era la única que seguía hablando con ella e intentaba justificarla, pero esa vez ninguna se puso de su parte. Además, Cho veía mal la idea de Hermione de haber hechizado la lista y que no hubiera dicho nada, así que Atria le contestó una bordería, luego le dijo que le preguntara a Marietta por Corazón de Bruja y la dejó en mitad del pasillo. Si quería defender a Marietta, era su decisión, pero ella no iba a hacerlo más.

Las vacaciones de Pascua fueron relativamente tranquilas. Si por relativamente tranquilas se decía que Atria tenía deberes para poder frenar el Expreso a Hogwarts y entrenamientos de Quidditch hasta el punto de que no podía ni levantarse de la cama. Lo que peor llevaba de eso era que solamente Coote y ella tenían esos entrenamientos extra que realizaban con Angelina y solo los domingos entrenaban con el resto del equipo. Y por mucho que le preguntaba a Angelina el motivo, ella se negaba a responder. Aunque Atria encontró su respuesta cuando Molly envió los huevos de pascua de ese año.

— Harry quiere hablar con Sirius —dice Ginny, entrando en la habitación de los gemelos como si nada. Atria estaba tirada en la cama, intentando mantenerse despierta para poder ayudar a hacer algunos fuegos artificiales. Y lo único que estaba consiguiendo era llenar la cama de pólvora.

— Menuda sorpresa, siempre quiere hacerlo —responde Atria, para luego bostezar y George decide que es el mejor momento para quitarle la pólvora.

— Quieres que hagamos algo, ¿no? —le pregunta a Ginny y ella asiente.

— Quizá le anima, últimamente parece algo deprimido.

— Considéralo hecho —dice Fred y Ginny sonríe.

— ¡Gracias, chicos! —abraza primero a Fred, que estaba más cerca y luego se lanza a abrazar a George—. Por cierto, deberíais acostar a Atria, creo que está a punto de babear la pólvora que tiene en la cama.

— ¡Estoy despierta! —hubiera colado de no ser porque tenía los ojos cerrados y ya se había dado la vuelta para ir a abrazar a la almohada—. Solo estoy descansando la vista.

— Con el entrenamiento extra que te ha mandado Angie no entiendo cómo te tienes en pie, te ha salido bien la jugada, Fred.

Y ahí era cuando las cosas tenían más sentido. Atria se sentó inmediatamente en la cama y miró a su novio, que fingía no saber de qué estaba hablando Ginny y seguía haciendo fuegos artificiales como si nada.

— ¿Es en serio? ¿Sabes perfectamente que te vas a ir antes de tiempo y lo que haces es tenerme ocupada hasta el punto de que me cuesta abrir los ojos? ¡Sabes cómo es Angie con los entrenamientos!

— Era lo que tenía que hacer, vas a seguir en el colegio y si Umbridge te relaciona con nosotros te va a volver a castigar.

— ¡Lo que tenías que hacer mis cojones! —Atria se levanta de la cama y va hacia Fred, que sigue sentado en el suelo como si nada. Mientras tanto Ginny empieza a irse lentamente hacia la puerta y George no duda en empezar a hacer lo mismo—. ¡Y me da igual lo que me haga Umbridge!

— ¡Pues a mí sí que me importa lo que te haga Umbridge!

— ¡Vosotros dos quietos! —casi lo habían conseguido y habían salido de la habitación, pero Atria se había dado cuenta y ahora les amenazaba con la varita—. ¡Lo sabíais los dos y no me habíais dicho nada! ¡Ni siquiera me tengo en pie!

— Bueno, estas mejorando en quidditch y quiero ganar mi primera copa... —Ginny lo dice como si nada, y Atria se gira para coger la almohada y lanzársela a la cara.

— Yo opino como Fred, lo mejor es que no te involucres en esto. Ahora que sabemos que Harry quiere hablar con Sirius... bueno, creo que es el momento, Fred.

— Ya, ya sé que es el momento, ahora idos.

— No, no os vayáis.

— Sí.

— No.

— Sí, nosotros nos vamos, vosotros dos habláis y no como habéis hecho siempre, hablad de verdad.

George empuja a Ginny hacia la puerta y la cierra. No tardan en oír el murmullo y saben perfectamente que les ha dejado encerrados ahí dentro.

— ¿Desde cuándo tenéis el plan exactamente? —Atria habla bajo porque sabe que no quiere oír la respuesta.

— Lo empezamos cuando nos echaron del equipo de quidditch —acaba diciendo después de un momento de silencio—. Lo hemos terminado ahora, cuando ha descubierto el ED.

— ¿Por qué no me lo habíais contado?

— Atria, tú tampoco cuentas las cosas.

— No vamos a discutir sobre algo que pasó hace años ahora, te he dicho mil veces que lo siento, ¿vale?

— Hemos hecho lo mismo que hiciste tú, esto es algo nuestro, Atria, somos nosotros los que nos vamos, no tú.

— Yo también me quiero ir.

— ¿Y Harry? —y decide utilizar la carta de su hermano. No es justo, pero sabe que es lo único que le queda—. ¿Vas a dejarle solo con Umbridge?

— No es justo.

— Sí que lo es, a mí me has visto toda la vida y pasamos juntos los veranos —los dos saben perfectamente que no es lo mismo estar juntos en Hogwarts que en La Madriguera, La Cueva o Grimmauld Place, pero al menos se pueden ver y pueden hablar—. Harry te necesita ahora porque después de que nos vayamos seguirá queriendo hablar con Sirius. Te necesitará y nosotros también necesitamos que sigas creando el caos en Hogwarts.

— No puedes decirme eso —porque mencionar a Harry y que siga creando caos son sus dos puntos débiles. Bueno, Fred también es uno de sus puntos débiles, pero no va a decírselo nunca, no.

— Pero estarás a las ordenes de Ginny —es demasiado divertido ver la cara de indignación de Atria, el como le da un pequeño empujón para luego sentarse a su lado y cruzarse de brazos.

— ¡Yo soy mayor que ella!

— Sí, pero Ginny es más responsable que tú. Y parece que calma a tu hermano.

— Ah, no es que lo calme, es que le dice las cosas a la cara sin cortase, la verdad, desde que Luna y ella rompieron parece mucho más segura de sí misma y...

— Espera, ¿Luna y ella han roto? Pensaba que seguían juntas.

— Oh, no, que va, Ginny rompió con ella cuando volvieron a Hogwarts, me contó que lo hubiera hecho antes, pero no podía escribirla por eso de que podían interceptar las cartas —Atria lo dice como si nada y Fred realmente no entiende por qué han roto—. Es que Ginny quiere proteger a Luna, con eso de que toda su familia está en la Orden pues claramente es un objetivo y además llama demasiado la atención del Ministerio.

— Bueno, ahora que Luna ha hecho la entrevista de Harry de El Quisquilloso da igual, ¿no?

— Ah, no, creo que Ginny está ahora con Michael Corner, creo. Sinceramente no he prestado mucha atención a los ligues de Ginny, sigo pensando que Luna era una opción muy correcta para ella, la verdad.

— Ahora serás nuestra espía.

— No quiero ser vuestra espía.

Atria se levanta del suelo y extiende la mano para que Fred la coja y cuando él está de pie no duda en tirar de él hasta que están los dos en la cama, tumbados.

— Te voy a echar de menos —susurra ella después de un rato.

— Y yo a ti —Fred no lo susurra, si no que lo dice en un tono de voz completamente normal y luego le da un beso en la cabeza—. Estaré en la estación cuando termine el curso.

— Oh, eso espero. Y que vengas a despedirte cuando empiece séptimo, cuando vuelva de las vacaciones de Navidad y...

— Todas las veces que quieras, Atria.

— ¿Crees que podrás venir en mayo a la excursión de Hogsmeade? Si Molly no te ha matado antes, claro —bromear es un terreno seguro, sí. Va a quedarse en eso porque si sigue pensando en que les han robado casi dos meses de Hogwarts puede echarse a llorar—. No se lo digas a George, pero no le echare de menos.

— Sabía que era tu favorito.

Atria se ríe y no duda en besarle de nuevo. La puerta está hechizada, así que lo siguiente que hacen es hechizar las cortinas de la cama y Atria aprovecha para lanzar su hechizo de ilusión. Si George y Lee vuelven a la habitación solo los verán dormidos sobre la cama. Y es lo que ven cuando vuelven media hora más tarde. Eso les convence para irse a dormir, creyendo que ambos están completamente dormidos mientras que en realidad seguían liándose.

Al día siguiente Atria decidió que iba a encarar a Angelina. Después de una pequeña discusión —en la que Atria no dudó en meter a Coote cuando pasó por la sala común y el pobre chico no sabía donde meterse— los entrenamientos extras quedaron completamente suspendidos para ambos y Atria respiró aliviada. Luego se encontró a Fred y George hablando en la sala común con Harry y el alivio se le pasó porque de verdad le estaban hablando sobre la distracción. Le costó horas convencerlos para que les hablara de ella, pero finalmente lo consiguió y una pequeña parte de ella quería que llegaran las cinco de la tarde para ver el pantano portátil en acción. Otra parte de ella solo quería coger a ambos y encerrarlos en la habitación para que no se fueran.

— Está todo listo —acababan de terminar de comer. Era el gran día y los gemelos parecían estar como si nada. Atria solo quería vomitar.

— ¿Seguro que no me puedo ir con vosotros?

— Tienes todas las cosas que necesitas para poder ponerla de los nervios, además, tienes la ayuda de Lee —dice Fred, mientras que pasa el brazo por los hombros de Atria y luego le da un suave beso en la sien.

— Y os necesitamos a ambos aquí, ¿cómo vamos a vender nuestros productos sin vosotros?

— Oh, estoy seguro de que sabéis perfectamente como engañar a Filch y al Ministerio —a Lee no se le escapa ni una y por eso no duda en contestar a George—. Os echaremos de menos.

— Venga, que nos veremos a finales de junio, tampoco es tanto tiempo —George intenta quitarle hierro al asunto, pero cuando ve la mirada de Atria perdida en su comida sabe que no—. Tienes que ganar la copa de quidditch.

— También me quedo sin entrenadores, no es justo nada de esto —ella vuelve a quejarse y, como se ha mencionado el quidditch, Angelina no duda en girarse.

— Es una pena que os vayáis, vamos a ganar la copa —ni siquiera ella está convencida de ello, pero quiere decirlo en voz alta—. Os perderéis la mejor celebración de la historia.

— Entonces celebrarlo a lo grande por nosotros —dice Fred y vuelve a abrazar a Atria—. No te quiero cerca del pasillo de Gregory el Pelota a las cinco, ¿entendido?

— Sí, me ha quedado claro por las trescientas veces que me has dicho que no quieres que Umbridge me castigue — el "No debo desafiar a las figuras de autoridad" ya casi no se ve en la mano de Atria, pero la cicatriz sigue estando ahí y Fred coge su mano para luego acariciar la cicatriz—. Se que podría no pillarme.

— Por favor, no te pongas en peligro —le susurra al oído y Atria acaba asintiendo. No puede prometérselo porque si Harry necesita ayuda para hablar con Sirius de nuevo hará lo que sea necesario para que pueda hacerlo. Pero sí que puede intentar tener un poco de cuidado.

— Tened cuidado cuando os vayáis. Decidle a Molly que yo he intentado que os quedarais, ¿sí? Sigo queriendo que me mande los jerseys de Navidad.
Fred se ríe y luego se levanta de la mesa, haciéndole un gesto a George. Se despiden de sus amigos, sonriendo y como si nada. Y Atria sabe que le ha dicho que no se acerque al pasillo de Gregory el Pelota a las cinco, pero no ha dicho nada de las cinco menos cuarto. Así que allí está en ese momento, habiendo argumentado para la clase de Herbología que le dolía muchísimo la cabeza y que tenía que ir a la enfermería. Y saliendo del invernadero había visto algo que claramente tenía que hacer. Así que se había pinchado un poco los dedos robando la rosa blanca, pero iba a merecer la pena.

— ¿Os ibais a ir sin despediros de mí? —les pregunta cuando llega al pasillo. Los dos están escondidos en una de las esquinas, con algo en las manos. Eso debe de ser el pantano portátil.

— Nos hemos despedido en la comida —dice George, pero sabe perfectamente a qué se refiere Atria. Por eso no duda en darle el pantano a Fred y luego abrazarla—. ¿Qué vas a hacer sin nosotros?

— Oh, probablemente quedar con mis amigas, entrenar para el partido contra Ravenclaw, quizá incluso hago los deberes a tiempo. Ah, y volver a dormir en mi cama.

— No te lo crees ni tú.

— Touché.

George vuelve a abrazarla para luego quitarle el pantano a Fred de las manos y se aleja un poco de ellos, dándoles privacidad. Aunque no deja de mirarlos y Atria lo sabe perfectamente, así que saca la varita de forma disimulada.

— Que nos mire tan fijamente empieza a ser incómodo.

— Solo quiere ver un beso.

— Y por eso nunca lo verá.

Fred no puede evitar reírse, aunque por su cabeza sí que pasa una idea. Una idea que rápido descarta porque son demasiado jóvenes y es una completa locura siquiera pensar en ello. Aunque la idea le gusta. Cuando acabe todo, cuando estén más tranquilos, se lo dirá.

— Tengo algo para ti, ¿la cuidarás? —Atria saca de su espalda la rosa blanca que había robado del invernadero y se la tiende a Fred, que sonríe.

— ¿Leah tiene un ramo y yo tengo solo una?

— La tuya tiene más significado que las de Leah.

Había leído mucho sobre las flores y el significado que tenían. A Leah no le había regalado ninguna rosa blanca de forma consciente, y sí, le había regalado flores rojas, pero su significado no tenía nada que ver con la de las rosas blancas. Amor puro, amor sincero, feliz y eterno. Eso era mucho más de lo que le había dicho a Leah, y Fred parece que lo sabe perfectamente porque sonríe de oreja a oreja y vuelve a besarla. Los dos van a echar de menos los besos.

Atria se va del pasillo tan solo dos minutos antes de que comience la distracción porque se había estado asegurando de que la rosa estaba a salvo dentro de la túnica de Fred, además de que había aprovechado para robarle más abrazos. Además, se asegura de volver a abrazar a ambos y luego sale corriendo hacia el patio, donde sabe que acabará toda la diversión. Quiere verlos una última vez, volando hacia el mundo real. Hacía, probablemente, su muerte porque Molly los mate, sí.

— Menudo sitio que hemos cogido, ¿eh? —Lee también estaba listo en el patio, apoyado contra una de las paredes. Los dos sabían perfectamente donde se pondrían los gemelos cuando acabaran con el pantano y los fuegos artificiales—. Supongo que no me vas a dejar solo ahora, ¿verdad?

— Sabía que tus quejas sobre lo mucho que me quedo a dormir en vuestra habitación eran mentira.

— Echaré de menos los ronquidos de esos dos y vuestras conversaciones hasta las dos de la mañana.

— No te preocupes, Lee, puedo hablar contigo hasta las dos de la mañana.

— No hace falta, de verdad.

Van a seguir hablando, pero no les da tiempo porque Fred y George aparecen en el patio y, detrás de ellos, la mancha rosa que es la profesora Umbridge.

— ¿Os parece muy gracioso convertir un pasillo del colegio en un pantano? —la voz de la profesora Umbridge volvía a estar demasiado aguda, algo que no imponía demasiado.

— La verdad es que sí —y ahí estaba la valentía clásica de los Gryffindor. Atria conocía ese tono descarado perfectamente y no puede evitar sonreír.

— Ya tengo el permiso, señora —Filch había aparecido, casi llorando de felicidad y empujando a algunos alumnos para llegar hasta Umbridge—. Tengo el permiso y las fustas preparadas, déjeme hacerlo ahora, por favor...

— Muy bien, Argus —no podía estar hablando en serio, ¿no? ¿Tortura? Tenía que ser una completa broma—. Vosotros dos, vais a saber lo que les pasa a los alborotadores en mi colegio.

— ¿Sabe qué le digo? Que me parece que no —se notaba que quien llevaba la voz cantante en todo eso era Fred, que no dejaba de contestar a Umbridge—. Creo que ya somos mayorcitos para estar internos en un colegio, George.

— Me has robado las palabras, Fred.

— Ya va siendo hora de que pongamos nuestro talento a prueba en el mundo real, ¿no? —en ese punto ya estaban manteniendo una conversación entre ambos, ignorando descaradamente a la profesora Umbdrige, lo cual parecía enfadarla más, más y más.

— Desde luego.

Ni siquiera la dejaron decir nada más. Ambos levantaron sus varitas exactamente a la vez y llamaron a sus escobas, que no tardaron en aparecer con las cadenas y una barra colgando.

— Hasta nunca —dice Fred, pasando una pierna por encima de la escoba y a Atria se le encoge un poco el corazón. De verdad se van.

— No se moleste en enviarnos ninguna postal, se la devolveremos con alguna bomba fétida.

— ¡Atrapadlos!

Ambos dan una patada al suelo justo a tiempo para evitar los hechizos de la nueva Brigada Inquisitorial. Se elevan cuatro metros del suelo, con las cadenas colgando peligrosamente en las escobas y sobrevolando tranquilamente la multitud que se ha reunido en el patio.

— Si a alguien le interesa, estamos en el local número noventa y tres del Callejón Diagon, Sortilegios Weasley. Podréis comprar pantanos portátiles como el que habéis visto arriba.

— Hacemos descuentos especiales a todos los alumnos que juren vengarse de esa vieja bruja —George no se corta ni un pelo a la hora de señalar a Umbridge, que parece que se enfada aún más.

— ¡Detenedlos!

Pero es en vano ya que los gemelos Weasley vuelan perfectamente sincronizados hacia su libertad. Y parecía que se iban a ir, pero entonces ambos se dieron la vuelta y miraron a un punto lejano.

— Hazle la vida imposible por nosotros, Peeves.

Atria chilla cuando ve como Peeves se quita el sombrero y les hace una reverencia a los gemelos. Lee, a su lado, también grita y los dos son los que más aplauden mientras que los gemelos dan una vuelta triunfante sobre el vestíbulo, para luego ir directos hacia la libertad.

Aunque no pasa desapercibido para nadie el avión de papel que Fred deja caer y va directo hacia Atria.

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Bueno no es la una de la mañana como pensaba que iba a ser JAJAJAJAJA pidoperdon pero hoy me ha llegado el ordenador nuevo y llevo ya casi nueve horas intentando instalar windows y voy: mal. En fin.

Y omg 50 capítulos ya si parece que fue ayer cuando íbamos por el 1 es que jwfnkwenfwef como de rápido crecen los niños omg

Lo único que voy a decir es que el próximo capítulo es diferente :)

Os quiero mil ❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️

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