Capítulo 42: ¿Eres tú quien llora, Harry?

Atria se negaba a hablar con Harry. Si se quedaban a solas lo ignoraba, si decía algo no le respondía. No pensaba abrir la boca para hablarle. Primero que se disculpase porque, si él no hubiera abierto la boca, ahora no tendrían a la señora Weasley encima todo el día. Encontrar cinco minutos a solas en esa casa era, cada día, más complicado porque la señora Weasley no dejaba de mandarles tareas de limpieza que los ponía en lugares separados de las habitaciones. Aunque luego siempre encontraban la forma de escaparse a alguna de las habitaciones sin limpiar y besarse. Hasta que, normalmente, llegaba Kreacher. Y eso, a la larga, les iba a dar problemas porque el elfo cuando los veía no dejaba de murmurar la desgracia que eran para los magos y todo lo que mancillaban sus honores o algo así. Lo mejor era cuando el elfo lo mencionaba delante de Harry, que los miraba realmente mal mientras que los demás intentaban aguantar la risa. A Atria le encantaba ver como a Harry le molestaba tanto, era su forma de vengarse por la que había liado, así que alguna de las veces provocaba a Kreacher para que hablase delante de él. Hermione no estaba muy de acuerdo con utilizar al elfo de esa forma, pero Hermione no estaba de acuerdo con nada sobre Kreacher. Atria coincidía con Sirius en esta, si Kreacher no fuera así estaría encantada de mostrarle un poco de respeto. En esos momentos lo único que consideraba era su muerte delante de Walburga.

El día antes de la visita de Harry al Ministerio de Magia, Atria estuvo durmiendo toda la tarde hasta que Sirius fue a buscarla para ir con Remus. Tenía la poción matalobos, pero no era lo mismo pasar la noche solo que acompañado, así que ambos fueron con él.

— Ve a coger el sándwich, te espero en tu casa —dice Sirius antes de desaparecerse y Atria se estira en la cama.

Cuando baja todos están ya cenando y ella se limita a coger su sándwich sin mirar a Harry siquiera, que no aparta la mirada de ella.

— ¿A dónde vas? —le pregunta cuando va a salir de la cocina, pero ella sigue subiendo las escaleras como si nada—. ¡Atria!

— Va con Remus, hoy es luna llena —dice entonces Fred, y se levanta de la mesa mientras que Molly le fulmina con la mirada porque se ha levantado en mitad de la cena y porque si se va estarán a solas. Y si no se lo cuentan Molly Weasley tiene claro que no les piensa dejar acercarse más de la cuenta—. Voy a llevarla el otro sándwich, solo ha cogido uno.

— Voy contigo —dice Harry y Fred se encoge de hombros. Aunque en realidad quiere dejarle bien clavado a la silla porque así no puede decirle adiós a Atria.

Suben hasta el salón, donde han conectado la chimenea con La Cueva y Atria está delante, casi devorando el sándwich. Tiene una mano cerrada en un puño, lleno de polvos flu y la varita se le vuelve a salir de los pantalones. Así que Fred se acerca a ella para guardársela.

— Toma, mamá te ha hecho otro sándwich —como Harry está todavía en la puerta de la habitación, aprovecha para darle un beso rápido en la cabeza.

— Dale las gracias —responde ella, y se pone de puntillas para darle un beso en la mejilla a Fred.

— Ten cuidado.

A Harry le llega el susurro, el tono de preocupación. Y, de golpe, todo el enfado desaparece. Bueno, no todo, pero si gran parte de él porque Fred de verdad se preocupa por Atria y no va a hacerla nada. Y probablemente tampoco intente sustituirle ni nada por el estilo. ¿Por qué había estado enfadado en primer lugar? Así que sale de la habitación, asegurándose de que oyen como cierra la puerta. Tienen derecho a estar al menos cinco minutos solos.

— ¿Se acaba de ir? —Atria se aleja un momento para mirar hacia la puerta y lo ve. De verdad los ha dejado a solas.

— No pienso desaprovechar un momento a solas contigo.

Han mejorado mucho en todas esas semanas. Les sigue costando parar de besarse, pero es mucho más sencillo ahora. Sobre todo porque saben que Atria tiene que irse y que Harry sigue estando al otro lado de la puerta. Y no se puede olvidar que toda la familia Weasley está en la cocina, esperando que Fred y Harry vuelvan, así que no pueden dejarse llevar tanto como quieren.

— Te veo mañana por la mañana, ¿vale? —un último beso y Atria se mete en la chimenea.

— Ven conmigo a dormir —le pide y ella asiente antes de desaparecer en la chimenea. ¿Podrían George y él convertirse también en animagos? Sería útil para la Orden y... no, Molly nunca les dejaría. Y menos si la motivación de uno de ellos era para estar con Atria. Así que suspira y sale del salón.

— No te atrevas a hacerla daño —dice Harry cuando salen y Fred se tiene que aguantar la risa porque la cara que tiene Harry es demasiado graciosa. Pero, por supuesto, no piensa decirle que le hace gracia, así que asiente rápidamente como si tuviera miedo. Hubiera tenido miedo si hubiera sido James Potter el que se lo hubiera dicho, no Harry. Aunque, bueno, probablemente a la que hubiera tenido que tener miedo era a Lily. O a ambos. Si todo hubiera ido bien a ambos y, además, a Sirius y a Remus. Pero nada había ido bien, así que tenía a Harry delante—. Y lo siento por haberlo contado.

— Díselo a Atria, a mí me hizo gracia ver como decía todo aquello, no tenía muy clara esa parte de ella —le responde, guiñándole un ojo. Porque eso no lo piensa dejar pasar, no, ya ha aguantado la parte de que se ponga serio y le intente amenazar. Así que ahora solo tiene que avergonzarle como una pequeña venganza. Y funciona porque Harry parece que se pone rojo. Es difícil decirlo con la falta de luz en la casa.

— ¿Vas en serio con ella? —es obvio que sí y Harry se siente tonto por preguntarlo porque solo con mirarlos puedes saberlo, pero aun así Fred asiente.

— Claro que voy en serio, Harry, como con la tienda de bromas. Pero no le digas a mamá ninguna de las dos cosas o me matará —sí, le matará por mentirla dos veces. Bueno, que se le va a hacer—. Y que tampoco se entere que tú nos has ayudado o verás.

Le da una palmada en el hombro y vuelve a bajar a la cocina, donde todos siguen cenando tranquilamente. Cuando la señora Weasley menciona que ha planchado la mejor ropa de Harry, la chuleta se le queda atascada en la garganta y siente la boca tan seca que no es capaz ni de masticar. Y tampoco duerme bien esa noche.

Cuando se despierta a las cinco de la mañana, se viste y baja con lentitud hasta la cocina, donde no está solo. Atria está devorando un cuenco de cereales, Arthur habla con Molly, Tonks no deja de bostezar, Sirius tiene un gran arañazo en la cara y Remus está en un rincón, envuelto en una manta y parece realmente cansado.

— Buenos días, Harry —dice la señora Weasley, poniéndose de pie rápidamente—. ¿Qué te apetece desayunar? Hay de todo, ¿te apetecen más cereales o tostadas?

— Tostadas —responde Harry, pero se arrepiente en cuanto da el primer mordisco. Los cereales que se está comiendo su hermana parecen mucho más apetitosos. Y ella parece que se da cuenta, así que le da el cuenco como agradecimiento por haberse ido la noche anterior y haberles dejado a solas—. Gracias. ¿No deberíais estar con la luna llena?

— Este mes ha salido antes y se ha ocultado antes, además, la poción matalobos ha ayudado a que vuelva a ser él —responde ella, mirando de reojo a su padrino. Ahora habla desde su rincón con Tonks y Arthur sobre los próximos turnos—. Aun así, he hecho algo mal, dice que no recuerda algunos trozos de la noche y debería hacerlo. 

— Supongo que eso explica el arañazo de la cara de Sirius —Atria niega y coge una de las tostadas de Harry.

— Ah, no ese he sido yo, en una de las veces que nos hemos tenido que lanzar contra él porque se ha vuelto loco con la luna —dice cuando traga y se mira las manos, aunque hace una mueca cuando mueve el brazo izquierdo. Harry se da cuenta perfectamente a pesar de que Atria intenta ocultarlo, y no entiende por qué quiere ocultarlo, la podrían curar en cuestión de minutos—. La verdad es que no entiendo cómo, tampoco tengo las uñas tan largas.

— Bueno, Harry, es hora de irnos —dice entonces Arthur, levantándose de la mesa y Harry vuelve a tragar saliva y se le olvidan las molestias de Atria.

— No te harán nada, es solo para asustarte. Así que compórtate, sonríe y todo eso y así no dejaré de depender de Fred y George para hacer cualquier tipo de poción —le dice Atria, sonriendo. Y luego empieza a reírse cuando ve como la señora Weasley intenta aplastar el remolino de Harry.

— ¿Esto no puede bajar? —dice y Harry niega—. Menudo pelo que tenéis los dos.

Harry sonríe un poco y se va con Arthur, mientras que Atria sigue desayunando. Y pensando. ¿En qué momento había fallado la poción? ¿Sería por algo mal hecho? ¿Remus se habría tomado todas las dosis? Tendría que haberlo hecho o se hubiera vuelto completamente salvaje, así que, ¿qué había pasado?

Cuando termina de desayunar se va directa a la cama. Le duele la cabeza y sabía que le había dicho a Fred que iría a dormir con él, pero teniendo en cuenta que la señora Weasley la sigue para revisar —de nuevo— que no tenga ninguna herida, lo deja. Ya dormirá con él otro día, en esos momentos solo quiere dormir y que, cuando se despierte, Harry ya esté absuelto. Con lo que no contaba es que la fueran a dejar dormir hasta que se despertase. ¿De quién había sido la idea? Porque a ver quién se dormía esa noche.

Sale a cenar y, por fin, se entera de que Harry se ha librado, así que abraza a su hermano y luego se pone a cenar, dejando claro a todo el mundo que no tenían que haberla dejado dormir tanto, pero Remus no parece estar de acuerdo con sus palabras. No es difícil adivinar que había sido él el de la idea.

Esa noche la dedica a investigar porqué la poción matalobos había fallado y aprovecha para escribir a Charlie —quien dice escribir dice escribir la carta y luego dársela a Fred para que la transcriba para que pueda salir por la ventana—, preguntándole por más de los ingredientes. También aprovecha para hacer algunos encargos al boticario con ingredientes que sí que debería tener y, cuando toda la casa despierta, se une a ellos en la limpieza.

Así pasa el resto del verano, limpiando, haciendo pociones, besando a Fred y espiando a la Orden. Y lo único que habían conseguido averiguar es que Dumbledore estaba teniendo problemas para encontrar un nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, lo cual explicaba la falta de resultados de los TIMOs de Atria. Aunque tampoco le preocupaban, cuanto más tardasen en llegar más tardaría en ver su suspenso de Historia de la Magia. Solo esperaba que no llegasen el día de su cumpleaños. Pero, por supuesto, lo hicieron.

— Bueno, pues tampoco están tan mal, que pena que Historia esté en el medio —murmura, viendo el papel. Se esperaba el Insatisfactorio, al igual que el aceptable de Astronomía. El resto de las asignaturas estaban entre el Supera las Expectativas y el Extraordinario, así que todo estaba bien.

— Menuda empollona —comenta Fred y ella le saca la lengua—. ¿Tú también tienes el libro de Slinkhard?

— Eh, yo también lo tengo —dice Ginny, mirando su hoja mientras que Atria asiente.

— Espero que esto no sea como lo de Lockhart, la verdad, no aguantaría otro curso con alguien obsesionado con otra persona.

— No puede ser peor que Lockhart —comenta Ginny y ambas se quedan en la cocina, hablando tranquilamente mientras los gemelos se desaparecen, probablemente para hablar con Harry y Ron y, también, para evitar a la señora Weasley, que aparece en la cocina en esos instantes. Habían discutido con ella recientemente porque había encontrado en la habitación un par más de orejas extensibles que no habían escondido bien. Culpa de Fred y Atria, por supuesto, que habían aprovechado el momento y luego, cuando los habían llamado, las habían dejado en la habitación no lo suficientemente escondidas—. Mamá, han llegado la lista de los libros.

— Ya iba siendo hora, anda que mandarlas el último día... dádmelas, iré esta tarde a por todo.

— Yo también quiero ir, Molly, porfa —le suplica Atria y Molly niega—. ¡Es mi cumpleaños!

— Y por eso tendrás una tarta y ya tengo listo tu regalo —le responde ella, pero Atria niega.

— Lo único que quiero de regalo es salir un día de aquí, porfa, Molly, porfa —vuelve a suplicar y, finalmente, Molly acepta—. ¡Sí, eso sí que es un regalo! ¡Podemos ir a por pizza para cenar! ¡Por favor, pídeselo a Dumbledore!

— No abuses —le advierte, pero poco importa porque Atria ya está hablando con Ginny sobre las pizzas. Por supuesto que tendrán que ir a por ellas, lleva todo el verano suplicando por ellas.

Atria y Ginny se quedan en la cocina, aprovechando de que no tienen nada que limpiar ese día y hablando sobre el futuro del quidditch. Ginny no quiere probar como guardiana, pero Atria le sugiere que vaya a hacer las pruebas por si acaso Angelina quiere hacerla cazadora suplente al menos. O buscadora suplente. Lo que sea, pero que vaya entrando en el equipo ya. En el siguiente curso tendrá que entrar sí o sí ya que Angelina y Alicia se iban. Y los gemelos. Que raro sería estar en Hogwarts sin ellos. Aunque no le da mucho tiempo a pensarlo porque Molly llega a por ella, casi saltando de alegría y mencionando que a Ron le han nombrado prefecto.

— ¿Cómo que a Ron le han nombrado prefecto? —Ginny y ella hablan a la vez, abriendo la boca de par en par.

— Pensaba que nombrarían a cualquiera de los cuatro restantes —dice Atria, pero luego niega—. No, miento, a Harry nunca había pensado que sería prefecto, me hubiera dejado en muy mal lugar si lo hubiera conseguido. Y un Potter prefecto, uf, no gracias.

— ¿Tu madre no era prefecta? —Ginny se ríe. Porque también le ha contado que sus padres eran premios anuales.

— Mi madre era una Evans, Ginny, Potter solo por matrimonio —la corrige, pero luego se da cuenta de otro detalle—. ¡Oh, no! Ambos eran premios anuales.

— Son una desgracia para tu familia, está claro —dice Ginny y Atria asiente con ganas. ¿Premios anuales? ¿Tener que llevar todos los horarios de los prefectos, hacer rondas y controlar a gente? No, gracias, por mucho que eso diera acceso al baño de prefectos claramente no merecía la pena.

No pueden seguir hablando porque Ron llega y no deja de hablar de la nueva Barredora que ha salido y que es la que quiere. Y Atria le asegura que no dejará que Molly se equivoque con la Barredora.

— Espera, ¿Atria va contigo? ¡Yo también quiero ir!

— No es tu cumpleaños, Ronnie, te toca aguantarte —por supuesto que le saca la lengua antes de seguir a Molly. Que ganas tiene de pisar la calle y chilla cuando llega la nota de Dumbledore con un sencillo vale. Por fin el viejo loco hace algo con sentido. 

No es tan emocionante como podría haber sido, pero al menos le da un poco el aire mientras que compran en el Callejón Diagon. Acompaña a Molly a comprar los pijamas para Ron, ropa nueva para Ginny, los libros de todos, la escoba e incluso se las apaña para pasar por delante del local número noventa y tres del Callejón Diagón. Está situado a la perfección, es mejor de lo que se veía en el mapa, cuando se lo contase a los gemelos...

Paran, por supuesto, a por las pizzas a la vuelta y cuando llegan a Grimmauld Place son casi las últimas en llegar. Todos estaban listos para la doble celebración, el cumpleaños de Atria y el nombramiento de prefectos de Ron y Hermione. La casa era un completo caos, lleno de voces por todas partes y poco importaba si Walburga estaba en el piso de arriba gritando porque todos estaban demasiado ocupados. Fred y George estaban haciendo negocios con Mundungus y Atria se había acercado también para ver si él era capaz de conseguir los ingredientes necesarios para la poción matalobos, pero cuando llegó Harry y mencionó a Moody Mundungus se apresuró a vender a los gemelos las semillas de tentácula venenosas y salió prácticamente corriendo a por un trozo de pizza.

— Estupendo, le has espantado Harry, ¿era necesario mencionar a Moody?

— Bueno, a nosotros nos vale, nos ha vendido las semillas al final —dice George, dando un golpecito al bolsillo de sus pantalones—. Nos subimos a dejarlas antes de que mamá las vea, ¿te vienes?

— No, pero sí que voy a subir a por algunos ingredientes de la habitación, quiero llevarlos a Hogwarts.

Atria se queda en el primer piso mientras que los gemelos siguen subiendo. Se esfuerza por intentar organizar todo de la mejor forma posible, pero finalmente acaba metiendo los ingredientes en los primeros botes que ve y se los va guardando en los bolsillos.

— ¿Planeas llevarte toda la habitación? —no sabe de donde ha salido Sirius, pero sabe que le da un susto de muerte y el bote de cristal donde guarda los colmillos de serpiente.

— Deberías hacer ruido, jolín, arréglame el frasco ahora mismo —Atria se lleva la mano al pecho y Sirius se ríe entre dientes mientras que mueve la varita y todo vuelve a su estado anterior—. Gracias, ¿qué querías?

— Darte tu regalo.

Son dos paquetes rectangulares, uno más ancho que el otro y también algo más pequeño en tamaño, así que no sabe por qué, empieza a abrir ese.

— ¡Sirius! —grita al ver la caja de condones, que le lanza a la cabeza mientras que él se empieza a reír a carcajadas—. ¡No tiene gracia!

— Guardalos con el resto de tus frascos, ya me lo agradecerás —aunque no le deja guardarlo, si no que él mismo mueve la varita para que se junte con el resto de los frascos de Atria—. Vamos, abre el otro.

Atria ya no sabe que esperarse de ese regalo, así que se queda mirando el papel con el que lo ha envuelto. Un papel que, definitivamente, es de las paredes de la habitación de Buckbeak. Atria tarda segundos más en desenvolverlo para encontrar un espejo al otro lado.

— Sé que crees que tengo el mismo ego que papá, pero en realidad no me va mucho mirarme al espejo, ya sé que soy alucinante, no necesito confirmarlo.

— Sí, desde luego tienes el mismo ego que James. Es para hablar.

— ¿Hablar? ¿Por un espejo?

— James y yo lo utilizábamos durante las vacaciones para poder seguir en contacto, las cartas de James nunca eran bienvenidas en esta casa —se ríe, aunque por dentro no le hace ninguna gracia.

Atria vuelve a mirar el espejo y entonces ahí ve la cara de Sirius. Levanta la mirada rápidamente para ver como él tiene otro levantado y está mirando por él. Y se ve a si misma allí.

— Alucinante, ¿por qué no lo has sacado antes? Podría haberlo estudiado durante el verano y podríamos haber creado un montón de ellos —lo mira por un lado, lo mira por el otro, coge el de Sirius y los enfrenta. Y piensa, piensa y piensa. ¿Para qué ha pensado? Le tiende a ambos a Sirius, que no entiende que hace y los vuelve a empujar hacia Atria, pero ella niega—. No es para mi, es para Harry, ya has visto como está, le vendrá bien tener algo para hablar contigo, que es con el único que parece que habla.

— Siempre se lo puedes dejar.

— Para que me lo pierda como pierde todos los años el Mapa del Merodeador, no, gracias.

— ¿Cómo que pierde todos los años el mapa?

— Se lo dejó al falso Moody el año pasado, y el año que se lo dimos Remus se lo confiscó. De verdad que cada vez me arrepiento más de no quitárselo.

Eso basta para que Sirius se vaya de la habitación, con los dos espejos en la mano y murmurando cosas contra Harry y su manía de dar el mapa al primero que se lo pide. Atria se queda en la habitación, recogiendo todo lo que necesita y lo que puede que no necesite, pero también se piensa llevar porque nunca es suficiente. Sí, está escribir a Remus, pero eso siempre tarda y las salidas a Hogsmeade son escasas e ir a comprar a una de las tiendas del pueblo es demasiado porque es fácil que se den cuenta de que ella no debería estar allí y, por tanto, McGonagall se acabe enterando. Así que termina de preparar todo y coge la funda de la almohada, a la que le hace un nudo y mete todo lo que quiere dentro para poder subirlo mejor hasta la habitación. Pero cuando sale de la habitación, lo que oye son sollozos que parece que vienen del comedor, así que decide cambiar de rumbo. Y por el camino se encuentra a Harry.

— ¿Eres tú quien llora, Harry? —le pregunta cuando le ve, pero su hermano niega.

— ¿Me ves con cara de estar llorando?

— Ni siquiera te veo la cara, por eso pregunto.

Ambos se acercan hasta el comedor y entonces se asoman. En el suelo está Ron, iluminado por un rayo de luna y, claramente, muerto. Tanto a Harry como a Atria se les corta la respiración. Hasta que ambos se dan cuenta, Ron esta abajo, alardeando de escoba, su voz se oye demasiado bien en el pasillo.

— ¡Señora Weasley! —grita Harry, metiéndose de golpe en la habitación.

La cosa no mejora, ella sigue intentando hacer desaparecer el boggart, pero ese solo va cambiando, una y otra vez. Arthur, Bill, Percy y los gemelos. Atria siente que se rompe cuando los ve a ambos en el suelo, muertos. Y cuando aparece Harry siente que se ahoga. No es real. Ninguna de las dos puede ser real. Están bien, están vivos y nunca les va a pasar nada. Está claro porque ahora es ella la que está muerta en la alfombra.

— ¡Vamos, señora Weasley! —grita Harry e intenta sacarla de la habitación al ver como tiene delante el cuerpo sin vida de su hermana. Es una imagen que nunca pensaba que podría ver y le horroriza—. Atria, ¡ayúdame!

Sabe cuál es su boggart, así que da un paso adelante después de dejar la funda de la almohada llena de cosas en el suelo. Cuando la señora Weasley vea al Harry diciendo que no la quiere como hermana será capaz de reaccionar y lo hará desaparecer y todos estarán bien. Quizá así Harry se da cuenta de que es importante para ella y que le tiene mucho miedo a que no la acepte. Pero el boggart no se transforma en Harry.

Se transforma en un hombre lobo.

En Remus.

Atria sabe que grita de terror, que se queda completamente congelada en el sitio y no es capaz de moverse ni un centímetro mientras que el hombre lobo se acerca hasta ella, listo para matarla. Pero parece que cambia de opinión sobre matarla, porque se gira para mirar a Harry. Y va corriendo hacia él. Así que Atria vuelve a gritar y solo puede ver como Harry está en peligro porque un hombre lobo va hacia él y le quiere desgarrar la garganta y está completamente bloqueada en el suelo de la habitación, gritando sin parar.

— ¿Qué está pasando aquí?

Remus lo entiende cuando ve a la señora Weasley en el suelo, un hombre lobo en mitad de la habitación que mira a Harry y está demasiado cercano a Atria y a ella llorando también.

— Riddikulus —dice, apuntando al boggart, que primero se transforma en una luna llena. Vuelve a agitar su varita y la esfera plateada desaparece hasta convertirse en una bocanada de humo.

Molly empieza a llorar en su rincón y no deja de mencionar que los ve muertos a todos continuamente. Remus se agacha hasta el suelo, donde Atria está sentada, todavía mirando a donde había estado el boggart y la abraza.

— Lo siento —le susurra, pero ella niega y solo le abraza con fuerza. Ya no está congelada, solo está temblando de miedo.

— No te tengo miedo, te lo prometo —dice ella, intentando que no se le note como le tiembla el labio. Pero sí que le tiene miedo al lobo. Claro que le tiene miedo al lobo, por eso lo acaba de ver. Tiene miedo de que, estando con él, no pueda con el lobo y ataque a todos los que quiere.

Atria consigue calmarse lo suficiente como para ir a abrazar a la señora Weasley. Ella misma la acompaña hasta la habitación para que se acueste y luego baja a por una taza de té. En la cocina sigue la fiesta, pero no le apetece continuarla, así que vuelve con la taza y se la deja en la mesilla.

— ¿Puedo ir a dormir con los gemelos? —le pregunta antes de salir de la habitación y la señora Weasley asiente después de volver a limpiarse las lágrimas.

— Tú también te has asustado al verlos... al verlos... mu... muer... —y otra vez más lágrimas. Ni siquiera es capaz de terminar la frase.

— Mucho, Molly.

Claro que se ha asustado. Todavía no había terminado de asimilar los peligros de la guerra. Harry no era el único que podía morir, todos podrían hacerlo. Malfoy había tenido razón en una cosa, Cedric había sido el primero. ¿Cuántos más caerían?

Atria no duerme bien esa noche a pesar de todo. Se despierta constantemente, despertando a Fred también. Acaba contándole todo cuando le despierta por cuarta vez y, por mucho que Fred quiere encontrar las palabras, no tiene ninguna. Porque Atria tiene razón, cualquiera de ellos puede caer en la guerra.

Y ninguno quiere pensar en qué pasaría si perdieran a cualquiera de su familia.

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¿Alguna se esperaba el cambio de miedo de Atria? Porque jejejejeje una loba con miedo a los hombres lobo ups. 

Estoy agotadísima del trabajo porque hoy me ha tocado oficina y madre mía, que casi no subo porque casi se me olvida, a ver si este finde dejo preparado el capítulo de la semana que viene porque menudo show con esto del trabajo.

No sé que más a parte de que, si dejo de subir, que no os asustéis, puede ser el trabajo o puede ser que no tenga ganas o tal, pero que volvere a subir, eso os lo prometo.

Ahora, nada más, solo que mil gracias por leer ♥♥♥♥♥♥♥♥

PD: Alex_Pazos me propuso el otro día como nombre de ship Fadria y yo creo que lo acuñamos ya eh, que cuarenta y dos capítulos y seguimos sin nombre jajajaja

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