Capítulo 41: Demasiado ocupada tirandote a Fred
George es quien cierra la puerta mientras que Fred coge a Atria y la lleva hasta la cama. La única forma que conocen para intentar aligerar el ambiente —y que Atria olvide sus posibles ideas locas que acaben mal, no van a volver a dejarla sola para que tenga una idea que acabe con ella haciendo explotar algo o utilizando alguno de sus hechizos— es gastar bromas, así que lo intentan y bromean sobre la capacidad de los pulmones de Atria para meter gritos y sobre el ruido que han oído y que están totalmente convencidos de que Atria quería destrozar la vajilla de la casa sobre el director del colegio. Walburga sigue gritando en la planta de abajo, probablemente porque los gritos, los pisotones y el portazo la hayan despertado. Como si le importase molestar a los demás.
Le curan la herida de Hedwig cogiendo un poco de la poción curativa y, al menos, ya deja de sangrar. La lechuza debía haber pillado una de las venas de la mano porque aquello era un no parar. Atria solo quiere dormirse hasta que llegue Harry, pero sabe que no puede porque tiene que vigilar la poción.
— Dormid, yo la vigilaré —George es el que habla y se muestra serio, mucho más adulto—. Además, puedo probar a hacer alguna poción de amor para la tienda.
— Siempre puedes preparar una versión más suave de la amortenia —le sugiere Atria y George sonríe de oreja a oreja—. Las instrucciones están en el cuaderno y...
— Sí, ya lo sé, si necesito algo te despertaré. ¿Vais a estar aquí o subiréis a la habitación?
— A la habitación.
Se supone que Fred no debería utilizar la aparición conjunta con Atria porque es menor de edad y, teóricamente, no debería utilizar ningún tipo de magia. Pero no va a dejar que se resista a no irse a descansar. No cuando lleva un día de mierda.
— ¡Fred!
— Sí, me llamo así, ya lo sabes —han aparecido en la cama de la chica y ella intenta levantarse, pero él la agarra de la cintura y no la deja soltarse—. Tienes que dormir, Atria.
— Tengo que estar abajo por si George necesita ayuda con la poción —contradice ella, pero el pelirrojo niega.
— No somos tan buenos como tú en pociones, pero sabemos leer. George puede controlar la poción por la noche, solo tiene que remover una vez cada hora. En las horas pares hacia la derecha, en las impares a la izquierda.
— Ya, pero ¿y si en una de las veces se lía y...?
— No se va a liar, también sabe leer la hora, ¿sabes? —bromear. Bromear hasta que se le olviden todas sus preocupaciones. También podría hacerlo a besos, pero no parece que Atria esté lo suficientemente bien para ello en esos momentos—. Has tenido un día de mierda y deberías intent...
— No, no voy a intentar dormir, voy a besarte porque hoy nos han interrumpido dos veces.
Desde luego es mucha mejor distracción, pero no termina de funcionar porque sigue teniendo la poción matalobos en la cabeza. Tiene que bajar a dormir allí, no va a poder dormir de otra forma. Además, está besando a Fred, pero no está en ello.
— Quiero seguir besándote, pero —empieza a decir entre besos y él suspira.
— Que nos bajemos con George, ¿verdad?
— Porfa —no necesita que se lo diga más veces. Un último beso antes de volver a desaparecerse y están de nuevo en la primera planta, asustando a George cuando llegan.
— Ahora entiendo por qué nos dicen que no lo hagamos más —tiene el corazón acelerado del susto y los muy cabrones se empiezan a reír. Así que tiene que asustar a Atria y ya se vengará de Fred—. Era revolver a la derecha en las horas impares y a la izquierda en las pares, ¿no?
— Te mato.
Y sale corriendo hacia él, transformándose a mitad de camino. Claramente, George no contaba con eso, con que decidiera atacarle siendo una loba, así que le pilla por sorpresa cuando Atria le tira al suelo. Sabe que no le va a hacer nada, pero tiene unos dientes realmente afilados y están demasiado cerca de su cara.
— ¿Te quieres relajar? ¡Qué no he hecho nada mal! ¡Fred, quítamela de encima!
— La verdad es que no me apetece moverme de la cama, es demasiado divertido.
— ¿Por qué no vas a hacerle lo mismo? ¡Seguro que le encanta!
Atria vuelve a gruñirle y luego le lame la nariz. George juraría que está sonriendo antes de salir corriendo de nuevo hacia la cama, donde se tumba encima de Fred. Se acomoda y él empieza a acariciarla el lomo hasta que ella vuelve a ser humana y Fred empieza a acariciarla la espalda.
Allí sí que se queda dormida. Tiene la poción al lado, Fred la está acariciando la espalda y, en algún momento, la tapan para que no tenga frío. Los siguientes días son todos así, Atria se encierra en su nueva habitación —Molly intenta sacarla de ahí, Atria acaba atascando la puerta con la cama— y los gemelos van con ella cuando acaban de limpiar para quejarse sobre lo sucia que está la casa. Hay días que Ginny también aparece por allí y otros que Ron y Hermione se quedan en la puerta hablando tranquilamente con ella. El tercer día sale de la habitación para darle la poción a Remus durante la comida y se queda allí a comer con ellos, pero luego vuelve a encerrarse toda la tarde. Y, al día siguiente, hace lo mismo. Hasta que empieza a oír los gritos.
— ¿Ese no es Harry? —habían empezado a probar las pociones para las fantasías en sueños y ya no sabía si seguía dentro de uno de ellos o era real. Y como Fred y George estaban intentando espiar a la Orden con las orejas extensibles no estaban siendo de mucha ayuda.
— Claro que es Harry, como para no oírle —dice Fred y mira a Atria, que empieza a morderse las uñas—. ¿Vamos a ver a tu hermano?
— Creo que está muy enfadado —y acierta. La voz de Harry suena como si estuviera en el pasillo y no en una habitación en el piso superior, probablemente con la puerta cerrada—. ¿Y si me escondo aquí? Nunca abrirá la puerta y...
— Llevas un mes diciendo que quieres verle, vamos a verle —responde George y se acerca hasta ella—. Además, tenemos que decirle que se calle ver si podemos espiar a la Orden.
Como Fred ya está pegado a Atria lo único que tienen que hacer es mirarse para saber cuándo se van a desaparecer. Se entienden a la perfección, así que, perfectamente sincronizados, aparecen en la habitación de Ron.
— ¡Parad de hacer eso! —ordena Hermione, pero los gemelos solo se ríen. Y Harry empieza a molestarse aún más al ver a Atria prácticamente pegada a Fred.
— ¡Hola, Harry! —George tiene una sonrisa radiante que también le irrita—. A tu hermana le pareció oír tu dulce voz.
— No reprimas la rabia, Harry, suéltalo todo —le aconseja Fred y, por un segundo, está pensando en hacerlo y volver empezar a gritarle a Atria. No había recibido ni una sola carta de su hermana. Ahora entendía por qué—. Quizá hay una o dos personas en ochenta kilómetros que no te han oído.
— Debe de ser un milagro navideño adelantado que sigamos tan en silencio —dice Atria, recordando a Walburga en la planta de abajo. ¿Cómo no estaba despierta todavía?
— Veo que vosotros dos habéis aprobado vuestros exámenes de Aparición —definitivamente Harry está muy enfadado y se nota en su tono y en la forma en la que la mira cuando se gira a hablar con ella—. Y supongo que tú has estado aquí todo el verano.
— Con muy buena nota —Fred se apresura a meterse antes de que Atria diga nada y aprovecha para darla la mano. En realidad, preferiría decirle que no le dijera nada de otra forma.
Ron, por supuesto, también se mete en la conversación, intentando evitar una confrontación y se pone a discutir con los gemelos sobre el tiempo que hubieran tardado en subir andando en lugar de desaparecerse. Y hubieran seguido discutiendo de no ser porque llegó Ginny, avisándoles de que era imposible que ese día escucharan nada.
— Pues vaya, la reunión de hoy era importante, ha venido incluso Snape —dice George, recogiendo la oreja. Aprovecha para cerrar la puerta y se sienta en una de las camas, con Ginny a su lado. Fred tira de Atria para que ellos también vayan a sentarse en la cama y la pasa un brazo por encima de los hombros.
Harry quiere gritarles hasta quedarse completamente ronco.
— ¿Snape? ¿Qué está haciendo Snape aquí? —contesta en cambio. Luego podrá hablar con Atria, ahora tiene que intentar conseguir toda la información que pueda de ellos.
— Ha venido a dar parte o algo así, ahora está con nosotros.
— Pues me sigue mirando como si quisiera matarme cada vez que viene y no le he hecho nada. Todavía —murmura Atria y Fred se ríe.
— Porque es un imbécil que no asume que eres mejor que él en pociones —le responde y Hermione niega.
— Sigue estando de nuestra parte, Fred —se nota el tono reprobatorio en la voz de Hermione, pero él solo bufa en respuesta.
— Como que eso le quita lo imbécil que es.
— No le caemos bien ninguno, tendrías que ver con qué aire de superioridad entra por la puerta de la casa, como si por estar espiando a los mortífagos fuera superior a todos nosotros —añade Ron, y también bufa.
— A Bill tampoco le cae bien —dice Ginny, como si eso fuera la solución definitiva. Y eso parece que calma a Harry de alguna forma u otra. Se deja caer en la cama y Ron y Hermione se sientan a su lado, todavía mirándole con algo de miedo.
— ¿Bill también está aquí? ¿No estaba en Egipto?
— Sí, bueno, echa de menos las tumbas, pero cambió el puesto por uno de oficinista mientras tanto —dice Fred, como si nada— aunque tiene sus ventajas estar aquí.
— ¿Qué quieres decir? —Harry se siente completamente desplazado cuando ve como Atria se ríe, como Ginny bufa.
— ¿Te acuerdas de Fleur Delacour? —dice George y Harry asiente. ¿Cómo se iba a olvidar de ella si la había visto hacía un mes? —. Pues ha venido a perfeccionar su inglés.
— Y Bill le da clases particulares de nuestra hermosa lengua —añade Atria y los gemelos empiezan a reírse, entendiendo lo que quiere decir Atria. Los tres apuestan por esa relación, y lo hacen con más ganas desde que las orejas de Bill se ponen rojas cuando la mencionan.
— Charlie también está en la Orden, pero desde Rumanía. Solo ha venido a unirse y a traer ingredientes para la poción matalobos —comenta George—. Por lo visto es más útil en allí porque puede intentar que entren todos los magos extranjeros posibles. Órdenes de Dumbledore, ya sabes.
Y entonces Harry menciona a Percy. Por Percy y la discusión, los Weasley habían llegado al cuartel de la Orden del Fénix una semana más tarde de lo planeado, por si acaso Percy cambiaba de opinión y volvía con ellos. Pero no, había decidido que era momento de abandonar el nido y se había ido a un piso compartido en Londres con Oliver Wood. Al menos, eso era lo que creían los gemelos porque Percy había gritado antes de irse un "¡Pues me iré con alguien que se alegre de mis éxitos profesionales!" antes salir de La Madriguera. Luego cambian al tema de El Profeta y la forma en la que le está haciendo quedar como si solo quisiera atención. Y eso hace que se empiece a poner rojo. El tema acaba desviándose hacia la vista del Ministerio y Atria nota como Harry está notablemente incómodo por ello, pero no les da tiempo a cambiar de tema porque empiezan a oír los pasos en la escalera.
— Bendita casa en la que todo cruje —susurra Atria y los gemelos sonríen.
— Nuestro momento para irnos —dicen ambos a la vez.
Los tres desaparecen delante de sus narices. Y deciden irse a la habitación de los gemelos, por si acaso había estado ya en el cuarto de pociones. Oyen las voces en el piso de abajo que les dice a Harry, Ron, Hermione y Ginny que la cena ya está lista y luego los pasos hacia el piso de arriba.
— ¿Tengo que creerme que George está leyendo y Fred y Atria están sin hacer nada? —la señora Weasley se cruza de brazos en la puerta de la habitación y los tres sonríen.
— En realidad, estaban haciendo manitas y susurrándose cosas —primero la almohada y luego un zapato acaban en la cara de George y la señora Weasley niega.
— A cenar —dice y parece que va a salir por la puerta, pero se gira y mira de nuevo a Fred y a Atria. Frunce el ceño durante unos segundos al ver cómo están tumbados en la cama, prácticamente abrazados y luego niega. Siempre han estado así, ¿no? ¿O quizá ahora parecían más juntos?
La señora Weasley se va por fin y los tres esperan unos segundos a oír los pasos en la escalera antes de empezar a reírse.
— La próxima vez le dices que estábamos besándonos si quieres —le dice Fred, pero George niega.
— Quiero que sea mi cuñada, y mamá va a intentar que no estéis en la misma habitación, a solas, hasta el matrimonio.
— Pues habrá que romper sus reglas —responde Atria, encogiéndose de hombros. ¿Matrimonio? Pues lo llevan claro, casarse es una completa tontería, no necesita un estúpido papel y cambiar su apellido. Además, que griten Potter en el estadio de Quidditch suena mucho mejor a que griten Weasley, porque Weasley será Ginny, no ella. Y ya está.
Salen al pasillo y acaban volviendo a por unas orejas extensibles al ver que los miembros de la Orden siguen allí. Pero, por mucho que lo intentan, no llegan a tiempo y todo el mundo desaparece en dirección a la puerta. Oportunidad perdida.
— Vosotros guardáis las orejas, no tardéis mil años o mamá mandará a alguien a buscaros.
Últimamente es mala idea que los dejen a solas, porque lo primero que suelen hacer es besarse. Poco importa que el cuadro de la madre de Sirius esté gritando abajo o que se oigan las voces gritando en vestíbulo. Mientras estén ocupados tienen tiempo. Solo que no cuentan con que sea Harry quien les suba a buscar, esperarían a George o a Hermione, incluso Ginny o Ron, pero no, es Harry. Y los ve a punto de besarse. ¿Por eso Atria llevaba sin escribirle un mes? ¿Por estar liándose con Fred?
— Así que esto es lo que has estado haciendo —primero habla calmado, aunque desde luego no se siente calmado. Y menos cuando su hermana solo se limita a arquear una ceja—. Ya veo lo ocupada que estabas para escribirme.
— Dumbledore no me dejaba —responde ella y Harry empieza a reírse.
— ¿Desde cuándo te importan las normas?
— Desde nunca, las reglas de Dumbledore son más difíciles de romper de lo que piensas —le responde.
Quizá lo que le molesta es ver como Atria coge la mano de Fred y tira de él para esquivarle antes de salir. O quizá es la idea de que Atria tenga a alguien y que no le necesite. Sigue siendo su hermana, quiere que le necesite como él la necesita a ella porque es su única familia de verdad, junto con Sirius y Ron.
— ¿Y lo has intentado o estabas demasiado ocupada tirandote a Fred todas las noches? —las palabras salen de su boca antes de que pueda pararlas y casi se arrepiente de haberlas dicho. Solo casi.
— Eso no es de tu incumbencia —Atria respira varias veces, intentando mantener la calma. Sabe que está enfadado porque no le ha escrito, se lo merece y tenía que haber desobedecido a Dumbledore, por supuesto, tenía que haber seguido intentando romper sus estúpidos hechizos—, así que te agradecería que cerrases la boca.
— Claro, yo tengo que cerrar la boca, pero tú puedes tenerla bien abierta mientras que te paseas por aquí como si nada —sí, definitivamente tenía que haber mantenido la boca cerrada. Lo sabe por como Fred retrocede y por como su hermana cierra las manos en un puño.
— ¿Tener la boca abierta? ¿Sabes acaso cuanto llevo sin ver la luz del sol? Porque, que yo sepa, tú estarías con los muggles, pero yo he estado dos semanas discutiendo CON UN MALDITO CUADRO —¿quería enfadarla? Lo ha conseguido—. MIENTRAS QUE TÚ TE QUEJAS PORQUE TE HAN MANTENIDO CON LOS MUGGLES YO HE ESTADO AQUÍ ENCERRADA, ¿SABES CUÁNDO SALÍ? CUANDO ME FUI CON REMUS Y SIRIUS EN LA LUNA LLENA. ¿SABES CÓMO VOLVÍ? CON VARIAS CICATRICES NUEVAS Y ALGUNAS COSTILLAS ROTAS SEGÚN MOLLY. Pero eh, pobrecito Harry Potter, que ha estado todo el verano en la puta calle.
— TÚ HAS ESTADO CON LA ORDEN. POBRECITA ATRIA, QUE ESTÁ ENCERRADA EN UNA CASA CON SU PADRINO, EL MÍO, SUS MEJORES AMIGOS Y MIS MEJORES AMIGOS.
— ¡No sé nada, pedazo de gilipollas, me tienen aquí encerrada y no me cuentan nada, cada vez que escribo una carta arde antes de salir por la ventana y si intento salir por la puerta me como un muro invisible! —chilla ella de vuelta y entonces oyen los pasos.
— ¡Cómo que no te lo has pasado bien comiéndole la boca a Fred! —piensa decirlo. Y quiere sonreír de satisfacción cuando ve la cara de Molly y la cara de Sirius. Atria se la va a cargar y está muy contento con ello—. ¡Si no hubiera entrado en la habitación le estarías besando! ¡Y qué yo sepa él es más mayor que tú!
— ¡Pues sí que lo estaría haciendo! —si no quería saberlo, que no lo hubiera dicho—. ¡Y si pudiera estar con él más de cinco minutos antes de que alguien nos interrumpiera también me lo tiraría!
Quiere seguir gritándole, pero nota una mano en el hombro y se gira para ver quien la ha tocado. Fred. Solo necesita una mirada para saber que es mejor que deje la discusión porque probablemente acabe aun peor de lo que ya esta yendo. Y como él es quien tiene seis hermanos más y sabe mucho más que ella, le hace caso.
Se gira del todo y baja las escaleras lo más rápido que puede. Y cuando nota que se va a caer de boca, se transforma para evitar el golpe.
— Buen dominio, Atria —le dice Ginny, sonriendo—. Aunque la próxima vez quizá no deberías mencionar que te tirarías a Fred.
— Me saca de mis casillas, te juro que si pudiera le tiraba por una de las estúpidas ventanas de la casa.
— Sí, a mí también me pasa a veces con cualquiera de ellos —no tiene sentido negar lo evidente, los hermanos son desesperantes. Pero hay algo mucho más jugoso en la discusión—. Así que Fred y tú.
— Como si no lo supieras.
Y sigue bajando hacia la cocina. Se pone a sacar los platos y cuando Ginny llega la ayuda, aunque de vez en cuando se ríe cuando la mira. En qué hora le ha dicho nada. En general, en qué hora ha abierto la boca. Cuando llegan el resto Sirius fulmina con la mirada a Fred de forma constante y la señora Weasley está completamente seria. Ninguno de los dos habla mientras que se pone la mesa. Sirius arrastra las sillas de un lado a otro mientras que la señora Weasley vuelve a calentar la cena y, cuando se da cuenta de que los cuchillos vuelan por la cocina, regaña a Fred y George a gritos.
La cena no es tensa por dos personas, Tonks y Mundungus. Atria pide sus narices favoritas a Tonks y, mientras tanto, Mundungus va contando sus fechorías. Aunque de vez en cuando la señora Weasley mira mal a ambos y Sirius niega mientras que Remus se ríe entre dientes porque ya sabía que pasaría eso. Lo sabe desde que George dijo que los había visto a punto de besarse años atrás.
— Creo que va siendo hora de acostarse —dice la señora Weasley, mientras intenta contener un bostezo.
Pero resulta que no es la hora de acostarse, si no que es la hora de que Harry pregunte todo lo que quiera —o casi todo— sobre la Orden del Fénix. En ese momento los gemelos se indignan porque a ellos no les han contado nada a pesar de que llevan un mes allí y Atria intenta esconderse detrás de su jarra de cerveza de mantequilla porque Sirius sí que le ha contado cosas. Cosas que no le ha dado tiempo a contarles porque con todo lo de Harry y su posible expulsión se le había olvidado completamente.
— ¡Harry no es James, Sirius! —grita la señora Weasley después de un rato de discusión entre ambos—. A veces, por cómo le hablas, diría que crees que has recuperado a tu amigo. Y no quieras que empiece con Atria porque...
— A mí no me metas, yo no he hecho nada —se defiende ella, pero con una sola mirada sabe que la va a regañar.
— ¿Te parece poco ser una animaga ilegal? —y, por supuesto, iba a sacar eso. Tampoco era para tanto. Y solo había sido por Remus, nada más y nada menos.
Atria vuelve a intentar esconderse detrás de su jarra de cerveza hasta que la señora Weasley pregunta, de forma claramente retórica, que a quien más tiene Harry.
— ¡Me tiene a mí! —gritan tanto Sirius como ella a la vez.
— Sí, os tiene a ambos, uno en Azkaban y la otra menor de edad, ¿verdad? Habéis podido cuidar de él perfectamente todos estos años.
— Molly, no eres la única que se preocupa por Harry —dice Remus, levantándose rápidamente de la silla. Sabe que Atria está a punto de empezar a chillarle a Molly sobre la injusticia de sus palabras, así que mira a Fred para que vaya con ella y la calme antes de que todo vuelva a estallar—. Siéntate, Sirius. Atria, tú también.
— No es justo, lo que ha dicho tu madre no es justo —murmura cuando nota que Fred la abraza por la espalda. Se ha sentado a su lado, moviendo su silla para que ella pueda echarse para atrás y él la pueda abrazar.
— Lo sé, ya hablaremos con ella —le susurra de vuelta y ella suspira. Harry los observa y vuelve a fruncir el ceño. No le gusta para ella, no le gusta nada. ¿Cómo amigo? Adelante.
— Creo que Harry tiene derecho a opinar en este asunto —dice Remus, continuando cuando ve que Sirius vuelve a estar sentado y no va a saltar en cualquier momento—. Es lo bastante mayor para decidir por si mismo.
— Quiero saber que está pasando —dice de inmediato y Atria se cruza de brazos.
— O sea, que él puede, pero a mí me tienes un mes encerrada en esta estúpida casa y no puedo ir ni a por una pizza, ¿no? —sabe que no tiene sentido de que se queje por la pizza, pero también sabe que Remus entenderá todo lo que quiere decir solo con esa frase. Que echa de menos estar los dos en su casa, tranquilos, pudiendo hablar cuando quisieran y no así.
— Muy bien —dice entonces la señora Weasley—. Ginny, Ron, Hermione, Atria, Fred y George; salid ahora mismo de la cocina.
— ¡Nosotros somos mayores de edad! —gritan los gemelos al unísono.
— ¡Yo soy más mayor que Harry! —dice Atria.
— Si a Harry le dejan, ¿por qué a nosotros no? —ese había sido Ron y había metido a Hermione en la frase.
— ¡Mamá, yo quiero oírlo! —gimotea Ginny.
— ¡No! Os prohíbo terminantemente... —tiene chispas en los ojos y se levanta con tanto ímpetu que Atria tiene ganas de salir corriendo.
— Molly, a Fred y George no puedes impedírselo, son mayores de edad —dice el señor Weasley, con un tono cansado—. Y Atria tiene a Remus, si él dice que se puede quedar no puedes hacer nada.
— Los tres siguen yendo al colegio —ese es el intento de defensa de la señora Weasley para que se vayan, pero a Arthur no parece que le importe mucho.
— Los gemelos son, legalmente, adultos —dice y eso parece que vuelve a la señora Weasley roja—. Y, de nuevo, sobre Atria no puedes decir nada, es Remus quien tiene la última palabra.
— Y se puede quedar —dice Remus, lo que vuelve aún más roja a la señora Weasley.
— Está bien, ellos se quedan, pero Ron...
— ¡Harry nos lo contará de todos modos más tarde! —asegura Ron y Harry, después de unos segundos, asiente.
— Por supuesto.
— ¡Muy bien, muy bien! —y han conseguido enfadar aún más a Molly Weasley, algo de lo que probablemente se arrepentirán cuando ordene que se pongan a limpiar en profundidad el salón—. ¡Ginny, a la cama!
Ginny se va, protestando todo lo que puede y más. Sube dando pisotones por las escaleras y gritando hasta el punto de que Walburga vuelve a despertarse y Remus sube prácticamente corriendo a taparla, justo cuando Ginny cierra de un portazo su puerta.
Entonces, empiezan las preguntas.
Sirius, Remus y Bill cuentan lo mismo que le había dicho Sirius tan solo unos días atrás. No hay muchos más detalles, no se trata nada en profundidad y solo hay alguno nuevo, Fudge. Que le tiene miedo a Dumbledore. Bueno, eso es algo que se ve con solo mirar el periódico porque le intentan restar credibilidad todos los días. Y vale que Atria está enfadada con él, pero el viejo loco tiene algo que todos los demás no tienen, la posibilidad de infundir miedo en Voldemort. Y cuando mencionan el arma la señora Weasley los manda a todos a la cama.
— Solo falta que lo reclutéis para la Orden —añade después y Harry se levanta de la silla.
— Quiero unirme a la Orden —responde él—, quiero luchar.
— No —esta vez es Remus, que lo dice mirando a Atria al ver que ella también iba a decirlo—. La Orden está compuesta por magos mayores de edad —aclara— magos que ya han terminado el colegio —se apresura a añadir al ver que los gemelos iban a abrir la boca—. Pertenecer a la Orden tiene una serie de peligros que ninguno de vosotros sois conscientes de lo que implican. Molly tiene razón, ya hemos explicado lo suficiente.
— Sabes perfectamente de lo que soy capaz, Remus —responde Atria, levantándose también de la silla.
— Ni siquiera puedes hacer magia fuera de Hogwarts —le responde su padrino y ella se cruza de brazos.
— El año que viene sí. Quiero unirme el año que viene —repite ella y Remus vuelve a negar.
— El año que viene cumples diecisiete un día antes de irte a Hogwarts, donde te recuerdo que vas a clase y donde no vas a dejar de ir—sabe lo que Atria quiere decir, que para jugar al quidditch no necesita los EXTASIS—. No sigas, Atria, no te vas a unir a la Orden el año que viene.
— Todos a la cama, ahora —añade la señora Weasley y Atria les gruñe. Igual que Sirius tiene a veces comportamientos perrunos, ella los tiene lobunos.
Van a salir, y están a punto, pero cuando Fred y ella están a nada de salir de la cocina, vuelven a llamarlos.
— Fred, Atria, esperad.
— Genial —murmuran ambos a la vez y se giran para volver a entrar a la cocina.
Harry casi se siente culpable cuando se gira para ver a su hermana de brazos cruzados en mitad de la cocina, pero la puerta se cierra y Molly los acompaña a los demás hasta sus habitaciones. Hermione se queda en el primer piso, Ron y él en el segundo y siguen oyendo los pasos que llevan a George hasta el tercero. Y luego los pasos que vuelven a bajar hasta la cocina.
— ¿Qué hay entre vosotros dos? —dice Molly cuando entra a la cocina. Ellos se miran unos segundos y luego la miran a ella, sin inmutarse.
— Amigos —responden a la vez.
— ¿Y los gritos de Atria de antes? ¿Y eso de que Harry os ha visto a punto de besaros? —dice ella y Atria se muerde la lengua unos segundos. Quiere matar a su hermano.
— No, Atria tenía una pestaña en el ojo, se la estaba quitando.
— Harry no ve tres en un burro, además, en esta casa la luz brilla por su ausencia.
— Sí, a mi madre le iba más la oscuridad —murmura Sirius, pero luego los mira—. Os lo dije el primer día, Fred es mayor de edad y Atria, eres menor.
— Somos amigos —repite ella. Esta vez no duele decirlo, porque sabe perfectamente que no son amigos, ni de lejos. No han hablado de nada de eso, pero no lo necesitan, los dos saben perfectamente
— ¿Y entonces tus gritos? —dice Remus. Sin duda alguna son buenos ocultándolo, aunque no superarán a Sirius y su "Intentando enrollarme con Remus hasta que has llegado y nos has cortado el rollo". Que suerte habían tenido con que James no se enterara de nada y no los tomase en serio, porque en esos momentos no tenían ni idea de qué estaban haciendo. ¿Estarían probando ellos también? —. Porque si quieres repito exactamente lo que has dicho.
— No, mejor no lo repitas —responde ella, y todos notan como empieza a ponerse algo roja, pero solo uno se da cuenta de las orejas rojas de Fred—. A Harry le molesta la idea de que salga con alguien. O más bien, la idea de que salga con Fred. No se quejó nada cuando estuve con Leah, de hecho, le agradaba vacilarme por mis problemas para pedirla una cita.
— Oh, teníais que haberla visto, ¡nunca ha estado más roja en su vida! —añade Fred. Es el momento para que sigan hablando de ello sin parar hasta que se les olvide el resto—. La tuvimos que engañar para que acabara pidiéndole a Leah que fuera su cita para el baile. Aunque luego se atrevió a pedirle una cita para el siguiente sábado.
— Espera, espera, espera, ¿la ayudaste a conseguir una cita para el Baile de Navidad? —Sirius no les entiende en absoluto. Y cuando ambos asienten aún menos.
— Ella ha estado haciendo de celestina durante meses para que saliera con Angelina.
— Que funcionó, si me dejáis decirlo, fueron juntos al baile de Navidad.
— Pues asunto solucionado —dice Arthur, levantándose de la silla. Solo por las orejas rojas de Fred sabía que habían estado mintiendo todo este tiempo. Estar callado en un rincón tenía sus ventajas porque podía observarles perfectamente—. A dormir ya, vamos.
— Cada uno en su cama —se apresura a decir la señora Weasley, pero Arthur niega.
— Molly, si quieren dormir juntos lo harán igualmente como lo han hecho todos estos años —dice, y los mira—. Solo cuando esté George también, ¿entendido? Nada de dormir solos.
— Si nosotros nunca dormimos solos, ¿no veis que Fred comparte habitación en todos los lados? —dice Atria y Remus tiene que aguantar la risa, al igual que Sirius.
— Sí, pero tú no —responde Remus y Atria vuelve a ponerse roja. Entonces recuerda que Sirius y Remus duermen en la habitación de al lado. ¿Les habrán oído por las noches?
— ¡Pues me iré con Ginny y Hermione si es que es lo que queréis! Ya empiezo a estar harta de la propaganda proVoldemort de mis paredes, ¿no podéis sacarla de ahí?
— Mi hermano me copió los hechizos para poder poner todo lo suyo, así que no, no podemos.
Regulus es un tema serio para Sirius, así que todos deciden dejarlo. Atria bosteza y luego, exageradamente, dice que se va a dormir. Molly, por supuesto, no se fía cuando Fred la imita así que decide seguir a ambos y hacer que se metan en sus respectivas habitaciones. Primero deja a Fred, luego sube con Atria y, cuando baja, para de nuevo en la habitación de Fred.
— Nada de desaparecerse para irte a dormir con ella —le advierte.
— Claro que no, mamá —lo va a hacer. Claro que lo va a hacer. Le conoce muy bien, así que se cruza de brazos en la puerta.
— Entonces no te importará que hechice la habitación para que no te puedas desaparecer —responde ella y Fred niega.
— Lo que quieras, mamá.
Y decide hacerlo. Por si acaso. Total, todas las puertas de la casa chirrían y los escalones crujen, si sale de la habitación le oirá. Con lo que no cuenta es con que los gemelos hayan encontrado la forma de engrasar la puerta de la habitación. Lo único que necesita es salir al pasillo y podrá desaparecerse.
— ¿Me cubres? —le pregunta a George quince minutos más tarde, cuando sabe que todos están ya en sus camas porque no se oye ni un ruido.
— ¿Por qué no lo decís? —Fred le ha contado todo lo de la cocina y no les entiende. Bueno, miente, una parte de él sí que los entiende porque sabe que, de otra forma, podían ir olvidándose de dormir juntos nunca más. O, al menos, estando Molly Weasley cerca.
— Porque mamá se volvería loca, el verano pasado nos metió en la habitación con Harry y Ron para evitar que durmiéramos juntos. ¿No oíste a papá en los mundiales? Ni una palabra a tu madre de que os he dejado dormir juntos —dice, imitando al señor Weasley—. ¿Me cubres o no después de que bajemos a hablar con Harry y Ron?
— ¿Y por qué no os venís aquí luego?
— No se come delante de los pobres, George. Te veo abajo en un minuto.
Se levanta de la cama y abre despacio la puerta. No hay chirridos. Solo tiene que dar un paso fuera y podrá desaparecerse. Y lo hace con éxito. Lo único que falla es el ruido al aparecer en la habitación de Atria. Bueno, es lo que hay, la aparición tiene sus riesgos. Se queda quieto un momento en mitad de la habitación, esperando a oír pasos en algún lado, pero todo sigue completamente en silencio.
— Por fin, pensaba que no ibas a venir —Atria sale de la cama y Fred no puede evitar reírse.
— Luego venimos, vamos a comentar todo lo que han dicho con Harry y Ron.
Atria niega. No, ella no va.
— Estoy enfadada con Harry, no voy a bajar —le responde, volviéndose a meter en la cama.
— Venga, no es para tanto.
— Por su culpa ahora vamos a tenerlos encima todo el día.
— Sí, porque no tiene nada que ver que tú hayas dicho que sí que me hubieras besado y, ahora cito —no, no quiere que cite esa parte, así que se levanta de la cama e intenta taparle la boca, pero Fred empieza a reírse—. No, no, déjame decirlo.
— No, no te dejo.
Cuando están de pie no llega ni por asomo a besarle. Ni, aunque se ponga de puntillas, es capaz de llegar, pero lo intenta y Fred acaba agachándose para besarla. Ya habían compensado el beso que Harry había interrumpido.
— Te vienes abajo igualmente —le dice, y antes de que Atria diga nada, se desaparece con ella.
Todo está perfectamente calculado. El único problema es que, como la habitación de Harry y Ron está a oscuras, aparecerse es un pelín más difícil.
— ¡Ay! —protesta Ron y los gemelos le chistan.
— Baja la voz o mamá vendrá.
— ¡Os habéis aparecido en mis rodillas!
— Bueno, a oscuras cuesta más y además llevaba a Atria —dice Fred.
Harry ve como los tres salen de la cama de Ron. Distingue perfectamente la silueta de su hermana, que se sienta sobre Fred. ¿Lo hace por molestarle o qué?
Ella no dice absolutamente nada durante toda la conversación. Harry puede ver que está cruzada de brazos y como si no quisiera estar ahí. Y, a pesar de la evidente falta de luz, sabe que le está fulminando con la mirada.
— ¡Silencio! —dice Fred de la nada y todos escuchan. Se oyen de nuevo pasos que bajan por las escaleras.
— Es mamá —asegura George—. Espero que no haya abierto nuestra habitación.
Y sin más se desaparecen. George entra sigilosamente en la habitación mientras que Fred lleva a Atria a la suya.
— Vuelvo en un rato.
— Traidor, te dije que no quería bajar.
— Sí, sí, como que no llevas todo el verano queriendo verle.
La besa rápidamente antes de desaparecerse y ella se mete en la cama rápidamente, por si acaso. Oye como chirría una puerta y luego pasos de nuevo en la escalera. Su puerta también chirría, pero poco le importa, porque está fingiendo que está profundamente dormida envuelta en la colcha. La señora Weasley parece satisfecha, ya que vuelve a cerrar la puerta y vuelven a oírse pasos. De nuevo la puerta de los gemelos chirría y entonces la oye murmurar algo.
— Mamá ha quitado el encantamiento a nuestra habitación, pensaba que ya estábamos dormidos —Fred aparece sobre su cama y Atria finge que está enfadada, así que se gira para darle la espalda.
Con lo que no cuenta es con los besos en el cuello que no tardan en arrancarle más de un gemido, los dedos de Fred acariciándola la cintura mientras que la abraza por la espalda.
— Agradece que me guste besarte —susurra contra suslabios antes de besarle. Sí, ya puede agradecerlo, porque si no estaría muyenfadada con él por haberla llevado a hablar con Harry. Aunque si vuelve a repetir esos besos estará encantada de fingir las veces que haga falta que está enfadada.
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Salir de trabajar a las siete de la tarde tiene sus desventajas jajajajaja Ayer se me olvidó corregir la verdad porque estoy acostumbrada a no tener nada que hacer, pero ahora tengo algo que hacer (más o menos, sigo esperando a que me enseñen algo de verdad, entrar en la vida adulta es un muermo) así que nada, espero adaptarme a la nueva rutina pronto jajajaja
Hmmmmm del capítulo lo único a comentar es gracias Harry por molestarte tanto porque oír gritar a Atria "si tuviera cinco minutos también me lo tiraría" es una de mis frases favoritas os lo juro la adoro kejfnwkefnwejfwn
Y nada más, que mil gracias por todo y que os quiero muchísimo ♥♥♥♥
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