Capítulo 32: Pues organízales una cita

Atria no sabía si estar enfadada u orgullosa. ¡Le había mentido! Vale que lo había hecho ya más veces, pero la noche anterior había parecido seguro de no querer participar y ahora venía con esas. Pero era impresionante que hubiera conseguido burlar la línea de edad de Dumbledore porque ni ellos mismos lo habían conseguido. Oh, y eso la molesta. Mucho. ¿Cómo lo ha hecho?

Mientras que gran parte de Gryffindor se dedica a felicitarle Atria espera tranquilamente apoyada en las escaleras de los dormitorios femeninos. Primero va a ver cómo actúa ante las felicitaciones, luego escribirá dos cartas, una para Remus y otra para Sirius porque son los dos únicos que van a tener dos dedos de frente y podrán sacar algo en claro. Y lo único que decía Harry una y otra vez es que él no lo había hecho.

— Tu hermano no parece muy contento con esto —le dice Leah, acercándose también a la escalera con dos cervezas de mantequilla en la mano—. ¿Crees que es verdad que no lo ha echado?

— Sé que es inteligente, pero... es Harry, tampoco es un genio —responde, cogiendo la cerveza que Leah le tiende y dándole un sorbo—. Y seamos sinceras, si yo no lo he conseguido que lo haya hecho él es realmente raro. ¿Sabías que los primogénitos somos los que heredamos la inteligencia?

— Genial, ahora mi hermano tendrá un motivo más para meterse conmigo —murmura ella y Atria se ríe—. ¿No deberías hablar con él?

— Quizá mañana —responde ella, viendo como Harry grita y aparta a George, para luego subir hacia la habitación casi como si le hubieran poseído—. Creo que yo también voy a subirme a la habitación.

— Te acompaño, esta fiesta me ha dado dolor de cabeza.

Y lo que le faltaba a Atria era ponerse a pensar en lo que le habían dicho los gemelos el día anterior. ¿Gustarle Leah? Claro, es una amiga estupenda, su mejor amiga. Es inteligente, carismática, atenta, maravillosa, genial, guapa, ... Quizá sí que le gustaba un poco, eso explicaría por qué se ponía nerviosa con ella. Pero no explicaba por qué se ponía nerviosa con Fred. No, era imposible que le gustara Leah, porque eso significaría que también le gustaba Fred. Y estaba emparejando a Fred con Angelina. No, no le gustaba Fred, eso estaba claro. Igualmente, no pensaba pensar más en ello, no necesitaba más problemas, ya tenía bastante con el problema de Harry.

Mientras que Leah aprovecha para darse una ducha caliente —murmura algo de que le ayudará a dejar el dolor de cabeza— Atria se sienta en la cama y se pone a escribir. Primero Sirius, luego Remus.

Querido Sirius:

Supongo que para cuando te llegue esta carta ya estarás enterado porque saldrá en El Profeta mañana por la mañana, pero por si hay alguna suerte de que llegue antes. Harry es el cuarto campeón del Torneo de los Tres Magos. Él dice que no se ha presentado (la noche anterior me dijo que no sabía si quería presentarse, porque como ya debes saber por supuesto que lo he intentado y si alguien me hubiera dicho que lo que tenía que burlar era un maldito cáliz lo hubiera conseguido, que conste) y por la cara de terror que tenía cuando Dumbledore le ha llamado tiene que ser verdad.

Intenta hablar tú con él, no sé si es que no se fía de mi o qué, pero me negó que le hubiera dolido la cicatriz. Y sí, ya estoy oyendo tu voz de pesado diciendo que cuide de él, ¡estoy en ello! Es mucho más complicado de lo que piensas, ya no tengo el mapa porque Fred y George (te prometo que te caerían bien, nosotros tres somos vuestro legado, ya te los presentaré en Navidades o en verano, cuando sea que nos veamos. Lo único es que todavía no les he dicho que yo tenía razón y que eras inocente desde el principio, debería contárselo, ¿no? Para que no se asusten. Ah, y ellos no saben que eres Canuto, a Remus le encanta oír como idolatran a Los Merodeadores en su presencia) pensaban que a él le sería más útil porque así podría ir a Hogsmeade (podrías haberle mandado la autorización antes, ¿sabes? Ahora tendría algo con lo que poder vigilarle) así que se lo dimos en Navidades (creo que fue en Navidades, no le digas a Remus que tengo parte de mi memoria perdida, porfi plis).

Cuídate y cuida de Remus,

Atria.

PD: Cuidado con lo que hacéis en casa, recuerda que yo también vivo ahí.

Bien, una menos, ahora la otra.

Remus:

Harry ha entrado al Torneo de los Tres Magos. No sé cómo lo ha hecho porque ni siquiera nosotros hemos podido entrar (sé que vas a fingir que estás enfadado porque he intentado entrar, pero también que estás orgulloso de que lo haya intentado, ¿qué clase de hija de mis padres y tu ahijada sería si no? Solo me ha faltado tiempo, si hubiera tenido un día más hubiera sido una posible campeona de Hogwarts, ¿te imaginas que la hubiera liado tanto que hubiera salido yo también y hubiéramos sido cinco campeones en lugar de tres? Eso sí que habría sido alucinante) y ya no sé qué estaba diciendo antes, voy a volver a leerlo. Bueno, eso, que ni los gemelos ni yo hemos entrado, pero Harry lo ha conseguido. Creo que él no quería porque anoche me dijo que no estaba seguro de querer entrar y entonces le dije que no tenía que hacerlo porque yo lo hiciera. También le dije que mamá diría que no lo hiciéramos y luego iría a tranquilizar a papá, que diría sí para luego entrar en completo pánico, porque es la verdad y creo que Harry necesitaba oír más cosas así porque le brillan los ojos un poco cada vez que los menciono. Y cuando dije que papá estaría orgulloso de que lo intentase (no sé si dije eso exactamente, pero no importa) también le brillaron. ¿Qué historias le puedo contar para ver si así le animo un poco?

Ah, y otra cosa, ¿en Navidades se puede venir? Es que estos tres últimos años se ha quedado en el castillo y como ya sabe que eres mi padrino he pensado que podría venirse. Que no te preocupe la seguridad, sabes perfectamente que nuestra casa es perfectamente segura para que esté allí, aunque no termino de entender todo esa tontería de la seguridad, así que te agradecería que me la explicases.

Te quiere,

Atria

PD: Oye, ¿y si te vienes a Hogsmeade en la próxima excursión? Así podemos hablar tranquilamente, quizá para entonces ya tienes una super teoría que explique por qué Harry es un campeón y yo no.

PPD: De verdad, si lo ha hecho él me fastidia mucho la idea de que haya podido hacer algo que yo no he podido. Como lo del patronus, ¿por qué él sí y yo no? ¡Si tengo memorias felices de sobra! Además, no sé si te has dado cuenta, pero Harry no es la persona más brillante del mundo porque siempre está en las nubes, ¿cómo demonios iba a burlar la línea de edad si creo que no sabe ni que es una poción envejecedora? De verdad, si lo ha conseguido le voy a odiar de por vida. Vale, no de por vida, pero sí durante un tiempo, un tiempo largo. Supongo que te haces una idea de lo que me molestaría, tú me has criado.

PPPD: Cuida de Sirius. Y a ver qué hacéis. Sed responsables, no quiero primos, lo que quiero es una mascota porque así no tendría que ir ahora a la maldita lechucería.

Y listo. Tampoco eran cartas con mucho sentido, pero podían disculparla porque realmente estaba empezando a tener sueño. Ahora lo único que tenía que hacer era llegar hasta la lechucería y enviar las dos cartas. No podía dejarlo para el domingo porque era algo realmente importante. Si tuviera una lechuza... Bueno, daba igual, -porque estaría igualmente en la lechucería. Lo que hubiera estado bien quizá era ser un pájaro porque ahora podría salir perfectamente por la ventana y no tendría que ir por los pasillos a deshora. Aunque no es que le importase mucho.

— ¡Leah, vuelvo en un momento! —grita Atria antes de salir de la habitación, pero no espera respuesta.

La fiesta continua en la sala común y no puede evitar acordarse de Percy y de que le estaría dando algo si viera que no hay nadie para pararla. Se lo estarían pasando muy bien si Percy todavía estuviera en Hogwarts porque Oliver también estaría y el infarto que le hubiera dado al enterarse de que ese año no había quidditch hubiera sido una maravilla. 

La señora gorda y la tal Violeta intentan darle conversación cuando sale del retrato, pero ella ignora a ambas y va directamente hacia la lechucería. No quiere cotillear ahora mismo con ellas, no le interesa lo que tengan que decir, solo quiere entregar las cartas e irse a dormir porque lleva más de veinticuatro horas sin hacerlo y empieza a pasarle factura.

— Hedwig —dice en cuanto entra en la lechucería—. ¡Hedwig!

Pero, por supuesto, la lechuza no le hace ni caso. No sabe si porque Harry le ha dicho que no le haga caso o porque sencillamente no le cae bien, así que le saca la lengua y luego va a por dos lechuzas del colegio. Primero manda la carta de Sirius y luego la de Remus. Con un poco de suerte no tardarán en contestarla.

Atria no para de bostezar en el camino a la sala común y, para colmo, se cruza con la señora Norris así que no le queda otra que salir corriendo, dando un gran rodeo.

— ¿Y bien? ¿Vas a contarnos algo de tu hermano? —dice Violeta, la amiga de la señora Weasley.

— No, "tonterías" —responde Atria y Violeta grita.

— ¡Igual de desagradable que su hermano!

— Y agradece que tenga sueño o ya no estabas aquí —le responde casi con un gruñido, lo cual hace que Violeta vuelva a gritar, pero poco importa porque la señora gorda ya ha abierto la entrada a la sala común.

De la fiesta solo quedan los restos. Botellas de cerveza de mantequilla a medio beber, platos con restos de patatas fritas y cáscaras de cacahuetes por el suelo de la sala común. A veces eran realmente guarros. Atria vuelve a bostezar y sube tranquilamente hasta la habitación, donde descubre que todas sus amigas están hablando tranquilamente. Y se nota que quieren hablar con ella, pero Atria levanta la mano, pidiendo silencio.

— Llevo sin dormir desde ayer, necesito dormir —dice y todas se ríen.

— Eso te pasa por querer engañar al cáliz —dice Katie—. Aunque pensaba que te ibas a presentar tú, no que se lo darías a Harry.

— Si Harry se ha presentado lo ha hecho sin mi ayuda, no conseguí nada para engañarlo —dice, tirándose por fin encima de la cama y cierra los ojos—. Oh, te he echado de menos.

Poco importa lo que hablen sus amigas porque Atria no tarda en quedarse dormida con el uniforme todavía puesto. Diría que no ha dormido mucho, pero cuando se despierta al día siguiente y ve que no hay nadie en la habitación sabe que se equivoca. Y cuando ve el reloj aún más, las doce de la mañana. ¿Cuánto tiempo llevaba sin dormir tanto? Y sin pociones de por medio. Quizá podía empezar a rebajar la dosis para evitar volverse dependiente de la poción.

Primero se ducha y luego baja a comer, donde ve que Harry no está en ningún lado, pero si Ron. Y cuando le pregunta lo que le responde es que no lo sabe y no le importa. Hermione tampoco está en ningún lado, lo cual le da la pista de que debe de estar con Harry, pero a saber dónde se han metido.

— Por fin te levantas, te llamé a las nueve para que bajaras a desayunar, pero no te movías y mira que te he movido—dice Leah cuando Atria se sienta en la mesa de Gyffindor con todas las O'Brien.

— Os juro que no soporto que Cedric sea campeón, ¡mirad nuestra mesa! —dice Julie, señalando la mesa de Hufflepuff, que parece estar llena de gente de otras casa. Concretamente algunas chicas de Slytherin de un curso superior y las tres trillizas de Ravenclaw—. De verdad, no entiendo como Cho sigue aguantando hablar con él, creo que me voy a meter un tiro como vuelva a oír las risitas mientras que le estoy hablando de las rondas de prefectos.

— Pues te queda todo el curso —le recuerda Beth, pinchando un tomate de su plato—. Y gane o no el curso que viene seguirán igual.

— Y el curso que viene no estará Krum, así que será peor —dice Ciara, que luego bufa—. Cho también va ahora a la mesa, con Marietta. Espero que Marietta se comporte.

Pero no lo hace. Echa a las chicas de Slytherin sin que le importe mucho y luego intenta a echar a las chicas de Ravenclaw, pero parece que a ninguna de las tres le importe mucho lo que tenga que decir Marietta y siguen hablando con Cedric y ahora también con Cho, que intenta tranquilizar a Marietta.

— Creo que Marietta es un poco absorbente con Cho—acaba diciendo Atria después de ver la escena.

— Y porque casi no vienes a dormir a la habitación, tendrías que ver como se pone —responde Ciara, poniendo los ojos en blanco—. No le gusta que Julie hable con Cedric, o que tú hables con él y demás. Según ella solo debe tener ojos para Cho porque así son los príncipes azules.

Todas miran a Ciara, que se encoge de hombros.

— Creo que su padre es muggle y le leía muchos cuentos. Su favorito creo que era la Cenicienta.

— Oh, ese le conozco, es donde las hermanas se cortan los pies para que le valga el zapato de cristal —dice Atria, pero parece que o bien se ha equivocado de cuento o hay algo raro en la historia porque las cuatro la miran raro—. ¿No es ese?

— ¿Pero qué clase de cuentos muggles lees tú?

— No sé, encontré ese libro en una tienda de segunda mano, Remus decía que eran los cuentos de los muggles —responde, encogiéndose de hombros—. Y había otro en el que una princesa despertaba en el parto de sus hijos gemelos, creo que esa había estado dormida cien años o algo así. Nunca he entendido por qué los muggles cuentan esos cuentos, son bastante macabros porque encima a esta princesa la habían violado mientras dormía.

— Atria, lo que has leído son las versiones originales, no las que cuentan los padres a sus hijos —le dice Beth y Atria no puede evitar sorprenderse. Aunque también tiene sentido que no les cuenten eso, les provocarían pesadillas—. En Cenicienta las hermanas no se cortan los pies, solo se lo prueban y no les vale. Y en la Bella Durmiente el príncipe despierta a la princesa Aurora con un beso. Le pediré a mamá que me mande los cuentos para que leas las verdaderas versiones.

— La verdad es que te lo agradecería, no entendía como los muggles podían ser tan... sangrientos. 

Siguen comiendo, mirando de vez en cuando a la mesa de Hufflepuff para evitar que Marietta la líe —porque últimamente había vuelto a no soportar a las Hufflepuff— y, cuando terminan, Atria va a intentar buscar a Harry. Primero va a hablar con Hagrid, pero cuando ve las criaturas que tiene en el jardín sabe que su hermano no va a estar por allí porque es casi imposible acercarse a la casa si no quieres que te coman o te quemen. Luego prueba en el campo de quidditch, por si acaso se le ha ocurrido ir a dar una vuelta con la Saeta de Fuego para despejarse, pero allí no hay nadie. Bueno, sí hay gente, pero Atria prefiere salir en dirección contraria porque las dos personas que están en las gradas están demasiado pegadas. Sabe que en la sala común no va a estar y como es probable que esté con Hermione, solo le queda la biblioteca. Y no falla, allí están sentados los dos, Hermione trabajando y Harry intentando esconderse detrás de un libro.

— Pensaba que no sabías leer —le dice, sentándose a su lado y Harry casi la mata con la mirada—. Llevo buscándote desde que he acabado de comer y ya es casi la hora de merendar.

— ¿Y qué querías? —su tono sigue siendo brusco y Atria se imagina que es porque Ron no le habla y por eso está tan enfadado. O quizá porque está metiéndose con él, pero es lo que hacen los hermanos, ¿no? Fred y George lo hacen constantemente con Ron. Con Ginny no se atreven, pero Ginny sí que se mete con ellos.

— Hablar del Torneo —responde ella, sin inmutarse—. ¿Cómo lo hiciste?

— Por última vez, yo no metí mi nombre al cáliz —dice Harry y Atria teme que empiece a utilizar los libros como armas para golpearse la cabeza—. Si tú no has conseguido una forma de burlar al cáliz queriendo entrar, ¿cómo iba a hacerlo yo?

— Menos mal, me hubiera sentido inútil si tú lo hubieras conseguido y yo no, se supone que la inteligencia la hereda el primogénito.

— ¿Me crees o no, Atria? —pregunta Harry, ignorando lo que ha dicho de la inteligencia y como se está metiendo con él. ¿Eso era tener una hermana? No puede evitar acordarse de Ron y... no. No va a pensar en Ron.

— Claro, pero también me preocupa aún más —dice ella, levantándose de la mesa. Ya tiene lo que necesita, una confirmación más—. He escrito a Remus y a... bueno, ya sabes, espero que me contesten pronto. No me gusta eso de que seas campeón sin que hayas puesto tú tu nombre.

— ¿Has escrito a Sirius? —le susurra Harry casi furioso y Atria asiente.

— Como te atrevas a decir algo te tiro por la ventana —le advierte y Harry, que iba a volver a abrir la boca, la cierra—. Es tu padrino y o le cuentas tú las cosas o se las cuento yo. También tienes la opción de que me las cuentes a mí y yo se las cuente a Remus, una opción mucho más segura, pero claro... no quieres confiar en mí.

— Confío en ti —murmura Harry y, de repente, a Hermione le entra una especie de risa que intenta transformar en tos.

— Perdón —murmura ella, escondiéndose detrás de un libro, pero Atria sigue oyendo como le entra la risa.

— Soy tu hermana, Harry, ya no estás solo, ¿vale? Me tienes a mí, a Remus y a Sirius —dice, bajando la voz en el último nombre—. Y la señora Weasley te ha adoptado, así que también eres un Weasley más, como yo. Ah, y no te olvides de Hermione. Confía en nosotros, ¿vale?

Atria pensó que eso funcionaría, pero se dio cuenta dos días más tarde de que no iba a ser así. Entre las insignias de "Potter apesta" —que si no pusieran Potter Atria las encontraría divertidas—, las miradas despectivas de algunos Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin hacia ella solo por ser la hermana de Harry —porque, siendo sinceros, todos pensaban que ella había tenido algo que ver en la elección de Harry como campeón, era una travesura que le pegaba bastante a ella y Harry parecía estar queriendo obtener más fama— y la carta de Sirius entendió que no iba a ser posible que Harry confiara en ella más. Principalmente porque no había sido capaz de contarle que él también había escrito a Sirius. No había conseguido saber que decía la de Harry exactamente, pero suponía que sería algo similar a la suya que era algo como:

Atria:

Gracias por avisarme, por las cartas de tu hermano creo que no considera que tenga que informarme. Nos vemos en la chimenea de la sala común de Gyffindor el día 22 de noviembre a la una de la mañana si a Harry y a ti os viene bien. Enséñale esto para que te diga la fecha.

Estoy orgulloso de que intentases romper las reglas, eres una verdadera merodeadora deberíamos nombrarte nuestra líder.

Sirius.

Bueno, quizá la última parte, la de ser su líder... se la había inventado, pero la verdad es que quedaba bastante bien en la carta, no como la posdata que sencillamente decidió arrancar y tirar al fuego antes de que alguien la viera porque no la dejaba en buen lugar. Para su mala suerte, Sirius recordaba que Remus había mencionado a Fred en la Casa de los Gritos y como ella le había mencionado en la carta y luego había mencionado que tuvieran cuidado... Sí, no hacía falta que nadie leyese esa posdata que solo podía llevar a situaciones extrañas porque Sirius había descrito perfectamente como Remus y él habían estado saliendo durante sus años en Hogwarts y había mencionado varias cosas de las que había hecho con Remus en su habitación o en el cuarto de baño, utilizándolas para dar lecciones a Atria. Y Atria solo quería olvidar todo lo que había leído porque era Remus y no necesitaba conocer los gustos de ambos por el lubricante y la pelea que tuvieron por un bote. Y lo que pasó después. No, definitivamente hubiera preferido no saberlo.

Luego llegó todo el tema ese del artículo de El Profeta. Parecía que Harry era el campeón indiscutible de Hogwarts, a Cedric no se le mencionaba y los campeones de Durmstrang y Beauxbatons no salían, pero sin embargo ella misma sí. Por lo visto Rita Skeeter se había enterado de que Atria había intentado burlar la línea de edad, así que había escrito un pequeño párrafo en el que decía que ella era quien estaba detrás de que Harry fuera campeón de Hogwarts por su afán a romper las reglas. Incluso había averiguado como de grande era el archivador que tenía Filch sobre ella. No era un secreto dentro del colegio, así que alguien debía de habérselo contado. Aunque no entendía por qué la reportera esa se iba a interesar en ella. Aunque el artículo tenía algunas joyas como:

Supongo que le debo toda mi fuerza a mis padres y a mi hermana, sin ninguno de ellos no podría hacer nada. Sé que los tres están realmente orgullosos de mí, mi hermana me lo dice constantemente, sobre todo en las noches en las que nos quedamos hasta tarde en la sala común de Gyffindor... ya sabe, es complicado ser huérfanos, pero nos tenemos al uno al otro para consolarnos esas noches cuando lloramos porque los echamos de menos, a ninguno de los dos nos da vergüenza admitirlo... Además, tanto mi hermana como yo sabemos que nuestros padres van a estar protegiéndome para que no me pase nada durante el Torneo...

O, la favorita de Atria, el nuevo romance entre Harry y Hermione con el que no dejaba de molestarles cada vez que los veía. Y a Hermione no le hacía ninguna gracia, pero la cara de asco que ponía cada vez que lo mencionaba hacía que no pudiera dejar de decirlo por la risa que le entraba. Y era mucho más divertido cuando lo decía delante de Ron, que parecía que iba a explotar de celos en cualquier momento. Como estaba enfadado con Harry, Ron había decidido que su siguiente mejor opción para estar con alguien eran los gemelos y Atria. Y hubiera estado bien si no se hubiera dedicado a quejarse de Harry. Continuamente. Incluso cuando fueron a ver a Charlie no paró de criticar a Harry en todo momento y Atria estaba pensando ya en bajar a las cocinas a por una barra de mantequilla, meterla en un calcetín y luego utilizarlo como mordaza. Pero cuando vio a los dragones se le pasó.

— No. Me niego. No pienso mantenerme callada —le dice a Charlie cuando él intenta convencerla de que no le diga nada a Harry—. ¡Es mi hermano pequeño! Si fuera Ginny, ¿dejarías que se enfrentase a ellos sola? Perdón, que digo, lo siento Ginny, sé que puedes con el dragón —dice, disculpándose con la pelirroja, que empieza a reírse sabiendo que es lo que viene ahora—. Ron, si fuera Ron, ¿dejarías que se enfrentase a un dragón sin saberlo?

— Yo también podría con el dragón, ¿sabes?

— Ni siquiera puedes hacer las paces con Harry, dudo que puedas contra un dragón —le responde y los gemelos levantan cada uno una mano para que Atria choque los cinco—. Todos de acuerdo en que Harry debe saberlo, ¿verdad? Bien, se ocupa Ron.

— ¿Por qué yo? —se queja él e incluso Charlie pone los ojos en blanco. Y solo le ha visto durante cinco minutos.

— No quiero saber nada de lo que hacéis, pero deberíais volver al castillo antes de que alguien os vea cerca de los dragones, sobre todo tú, Atria, dirán que Harry ha hecho trampas —dice Charlie y Ginny vuelve a abrazarle.

— ¿Nos veremos antes de que te vayas a Rumanía de nuevo?

— Claro, ¿quieres mañana nos veamos en las Tres Escobas? Ah, y Atria, escribe a mamá, por favor, está en casa llorando a lágrima viva porque ha leído El Profeta y ahora cree que lloras con Harry todas las noches. Ya le he dicho que es mentira, que solo es seis días a la semana, pero no me cree —dice, bromeando y Atria pone los ojos en blanco mientras los demás ríen.

Es la primera excursión de Ginny hasta Hogsmeade y ella no tarda en aceptar la invitacón, pero le advierte de que ya tenía planes con Luna y tendrá que ser más tarde, a lo que Charlie responde que no tiene ningún problema. Cuando vuelven al castillo, Ron se queda en la cabaña de Hagrid porque Charlie les había dicho que le avisaran para que viera los dragones.

Ron, por supuesto, se unió a la excursión a Hogsmeade y sin duda alguna fue la peor en mucho tiempo. Ron no había dejado de quejarse en Zonko de que quería ir a las Tres Escobas y cuando llegaron a las Tres Escobas resulta que quería dar un paseo. Hasta que llegó Hermione y Atria vio como se pensaba si iba con ella o no.

— Oh, por favor, ¿quieres que haga de Celestina? ¿O puedes tú solo? —le pregunta, viendo como por tercera vez en cinco minutos hace intención de levantarse—. Ni siquiera cobro, y funciona.

— ¿Y a quién has conseguido juntar? Porque no veo resultados —pregunta, fingiendo completo desinterés.

— Cedric y Cho son algo —dice, sonriendo y luego señala a Fred—. Y creo que lo suyo con Angie va bien, ¿no?

— ¿Con Angelina? —pregunta Ron, mirando a ambos, pero le ignoran y George acaba asintiendo a la vez que Lee pone los ojos en blanco.

— Sí, la verdad, estamos hablando bastante más ahora —dice, dándole un trago a la cerveza de mantequilla—. Tenías razón con lo que dijiste hace tres años, por cierto.

— ¡Sabía que era perfecta!

— Pero vosotros dos no... —dice Ron, señalándoles y ambos niegan—. Pero en casa de tus tíos... y dormisteis juntos después del ataque de los mundiales y... desde siempre.

— Me gusta poner nerviosos a mis tíos —dice Atria encogiéndose de hombros. ¿De verdad todos pensaban que estaban juntos? Eso explicaría los "es obvio" de George, claro. Pero no tenía sentido, claro que no—. Aunque ahora que lo dices creo que entiendo por qué vuestro padre dijo ni una palabra a Molly, parece que todos creían que...

— Pero si hasta Harry piensa que...

— Harry... ¡Oh, no, no se lo he dicho a Harry! —dice Atria, levantándose de la mesa rápidamente—. ¡Mierda, me voy, tengo que ver si le encuentro!

Porque, por supuesto, se le había olvidado confirmar si la reunión con Sirius iba a ser ese sábado o había cambiado de día. Quizá lo inteligente hubiera sido preguntar a Hermione si había visto a Harry, pero Atria ni siquiera lo pensó. Tampoco se le ocurrió pensar que estaba al lado, bajo la capa de invisibilidad, solo salió corriendo hacia el castillo. Pero como siempre, no encontró a Harry cuando le buscaba. Tuvo que seguirle cuando vio que se subía a la habitación, fingiendo que se iba a dormir temprano, pero le vio sacar la capa de su baúl y ponérsela por encima.

— Te he visto —le dice, entrando a la habitación y cerrando la puerta, pero Harry no se quita la capa—. Que tengo que hablar contigo.

— Tengo prisa, Atria, hablamos mañana, por favor —le suplica, pero su hermana no se mueve de la puerta así que decide sacar la cabeza—. ¿Qué?

— ¿Sigue en pie la reunión con Sirius esta noche? Es que se me olvidó preguntarte antes —Harry definiría la sonrisa que tiene Atria como una mezcla entre "lo siento por ser tan despistada" y "me resulta divertido haberme olvidado de ello". Aunque también le molesta porque de verdad pensaba que iba a poder tener una conversación con Sirius. A solas.

— No, la tuvimos ayer —dice, mintiendo, y Atria pone los ojos completamente en blanco.

— Estupendo entonces, no te importa si me quedo en la sala común, ¿verdad? Ya sabes que me encanta estar frente a la chimenea —dice, viendo como empieza a negar y luego sonríe—. Estupendo, te dejo ir donde sea que vayas, ten cuidado y todo eso.

— ¿No vas a preguntar a dónde voy?

— Bueno, si quisieras decírmelo ya lo hubieras hecho, ¿no? La verdad es que espero que confíes en Sirius algo más que en mi —Harry nota el reproche, pero como Atria abre la puerta y se va, ni siquiera puede decirla nada. Luego lo arreglará, cuando vuelva. Seguro que sigue despierta cuando vuelva, así que podrá contarle lo que Hagrid quiere enseñarle y hablarán con Sirius.

Cuando baja ve como Atria ya está sentada en el suelo frente a la chimenea, con la cabeza apoyada en las rodillas de Angelina que intenta trenzarle el pelo mientras que ella lee un libro que parece realmente pesado.

— ¿Estás segura de que puedes leer así? —pregunta Angelina justo cuando Harry pasa a su lado.

— He hechizado el libro para que no pese, claro que puedo, Angie —responde Atria, aunque en realidad no está leyendo, está mirando de reojo la puerta de la sala común, que se abre sola y nadie pasa. Ya se ha ido el niño mentiroso. Se va a enterar cuando vuelva, sí—. ¿Crees que me van a quedar bien?

— Sí, pero tienes que dejar de mover la cabeza o te acabaré tirando del pelo.

Se suponía que Atria tenía que estar leyendo el libro de historia para acabar la redacción que llevaba atrasando cerca de dos semanas —Binns nunca se enteraba de si entregabas las redacciones a tiempo o no, así que Atria acababa entregando solo algunas de ellas—, pero acabaron hablando de cualquier cosa, sobre todo cuando se unieron el resto de sus amigos. Primero del pelo de Atria y el por qué lo llevaba más largo, luego las teorías de los vestidos y túnicas de gala que les habían hecho llevar —en ese punto todos estaban de acuerdo en que algo tenía que ver con el torneo, quizá eran para la ceremonia de entrega de la copa— y al final, acabaron hablando de la primera prueba. Por supuesto, los gemelos y Atria no dijeron nada de los dragones, aunque George tuvo que tapar a Atria la boca más de una vez, viendo que estaba a punto de soltarlo.

— Creo que en cuanto le hagas la última trenza se las va a quitar —dice Alicia, tumbada en el suelo sobre las piernas de Atria y viendo las caras que hacía la chica.

— No me importa, ha sido entretenido —dice Angelina, encogiéndose de hombros—. Es como que Atria se corte el pelo, antes del año que viene vuelve a llevarlo por los hombros.

— Yo digo que por debajo de las orejas, tendremos que arreglar el desastre que se ha hecho cortándoselo sola —añade Katie y todas empiezan a reír, menos Atria, que se cruza de brazos.

— Puedo cortarme el pelo sola, que lo sepáis —dice, para luego sacarlas la lengua.

Acaban bromeando durante media hora más y, al final, todas acaban yéndose a la cama menos Atria, argumentando que tiene que leer el libro para poder terminar la redacción. Y lo intenta, con todas sus fuerzas, pero las revoluciones de los gnomos no son lo más interesante para leer un sábado pasada la media noche. Acaba quedándose profundamente dormida en la silla, empezando a soñar con dragones que se comen a Harry y luego hombres lobo que se comen al dragón solo para transformar a Harry. Y entonces es cuando aparece Remus, a quien le vuelven a transformar, pero esta vez, cuando sale el sol, no vuelve a ser Remus, al igual que Harry no vuelve a ser Harry. Y ambos van hacia ella.

— NO —chilla, despertándose justo cuando ambos están a punto de cerrar sus mandíbulas sobre ella. Es un acto inconsciente el levantarse la camiseta para ver que la cicatriz de su costado sigue cerrada. Es estúpido que le duela, nadie le ha hecho nada, pero siente como le tiran las pocas costras que quedan. Quizá debería intentar taparse la herida para dejar de arrancarlas.

— ¿Qué es eso? —el alivio de ver que todo seguía bien desaparece cuando la mano de Harry intenta sujetarla—. ¿Atria, qué es eso? ¿Cómo te lo has hecho?

— ¿Qué más te da, Harry? —no tarda en darle un golpe en la mano y Harry se aleja de nuevo hacia la chimenea, tapándola—. ¿Ahora te importa hablarme o qué?

— No os peleéis —Atria se levanta del sofá, empujando a Harry en el camino para ver la chimenea. Sirius tiene mucha mejor pinta que cuando le vio en agosto, al menos en el fuego parece que se ha decidido por peinarse—. Dejaos de tonterías, ya se lo he dicho a Harry, no me queda mucho tiempo.

— No vas a poder aturdirlos tú solo, Harry, pero hay otra forma —dice Sirius y Atria entiende que está hablando de los dragones de la prueba—, solo es un sencillo encantamiento que...

Pero no llega a terminar la frase porque tanto Harry como Atria levantan la mano, callándole. Se oyen pasos en la escalera, pasos que se acercan a la sala común.

— ¡Vete! —susurra Harry—. ¡Vete, alguien se acerca!

— Espero que estés preparado para discutir hasta que se vaya —murmura Atria, poniéndose de pie, intentando tapar la chimenea. Tiene algunas cosillas para decirle a su hermanito—. ¡Si tú no confías en mi yo tampoco tengo que contarte nada de mi vida!

Y Harry está más que preparado. Sobre todo, cuando ve que es Ron el que baja por las escaleras y oye el "plin" a su espalda que le avisa de que Sirius ya no está ahí, con ellos. Mejor, así podrá sacar parte de su enfado.

— ¡Claro, como tú tienes la vida perfecta en casa de Remus y luego vas con tus amigos cuando quieres! ¡Claro que no confió en ti, tú tampoco me cuentas nada! —dice, casi a gritos.

— ¿Qué os pasa? —pregunta Ron, parándose frente a los dos.

— ¿A ti qué te importa? —le suelta Harry—. ¿Qué haces aquí a estas horas?

— Me preguntaba donde estarías, además, me había parecido oír gritar a alguien —dice, encogiéndose de hombros—. Bueno, me vuelvo a la cama, ya veo que solo eres tú siendo... tú. Ya te dejo prepararte para tu próxima entrevista.

— Pensabas que podías venir a cotillear, ¿no? —le grita, empezando a estar realmente molesto con todo y con todos. Con Ron porque no le ha creído, con Atria por pensar que solo porque sea su hermana le va a contar todo—. ¡Pues llévate a Atria también, que seguro que durante todos estos años os habéis estado llevando de lujo! ¡Quizá a ti te cuenta sobre su cicatriz en el costado! —Harry ve una de las chapas de "POTTER APESTA DE VERDAD" y no tarda en cogerla para lanzársela a Ron en la cabeza—. ¡Y toma! Póntela el martes y a ver si con un poco de suerte te deja una cicatriz en la frente, que parece que es lo único que quieres.

Ninguno de los dos se molesta en parar a Harry cuando sube hecho una furia escaleras arriba. Atria grita y luego se deja caer al suelo, frente a la chimenea todavía encendida y Ron no tarda en sentarse a su lado.

— No le aguanto, te juro que no le aguanto. Ya sabe lo de los dragones y ahora está aún más amargado —dice Atria—. No me cuenta nada, no me dice si la cicatriz le duele o si está bien o qué.

— Bueno, al menos te dijo como entró al torneo —murmura Ron y Atria se ríe.

— ¿De verdad crees que ese cabeza de chorlito ha encontrado una forma de burlar a Dumbledore? Si no lo hemos conseguido nosotros, ¿lo va a haber hecho él?

— Bueno, tiene pinta, ¿no? No debe ser tan tonto si sabe hacer un patronus corpóreo, ¿no? ¿A qué edad conseguiste el tuyo? —pregunta Ron y Atria no tarda en coger la chapa del suelo y tirarla al fuego con rabia.

— Yo no tengo patronus —gruñe, de mal humor. Esa es una de las cosas que más le molestan. De hecho, la revienta. ¿Cómo podía ser mejor que ella en algo? Ella era la mayor, ella tenía que ser mejor que él en todo.

— Sí, bueno, pero tú eres... animaga —susurra Ron, después de mirar primero hacia la puerta de la sala común y luego hacia las escaleras—. Eso es magia realmente avanzada.

— Remus me ayudó, tampoco es para tanto —murmura ella, para luego levantarse del suelo. No es que no quiera hablar más con Ron sobre Harry, pero en esos momentos tampoco tienen mucho que decir de él. A parte de que ambos le tirarían de la torre de Gryffindor sin mucho problema—. Creo que me voy a ir a dormir, se supone que tengo que hacer una redacción de historia en algún momento del fin de semana.

— ¿Y vas a hacerla?

— Probablemente no, Binns tampoco se va a dar cuenta —se encoge de hombros y ambos sonríen—. Buenas noches, Ron.

— Buenas noches, Atria —ella va hacia las escaleras, al igual que Ron se levanta del suelo para sentarse en el sofá, pero entonces recuerda lo que ha dicho Harry—. Atria.

— ¿Qué? —vuelve a girarse y Ron se acerca hasta las escaleras de las chicas.

— ¿De qué cicatriz en el costado hablaba Harry?

— Ninguna, buenas noches —responde rápidamente y trata de subir las escaleras, pero Ron es más rápido y pisa uno de los escalones para que se convierta en un tobogán, así que Atria acaba en el suelo—. ¡Oye!

— Si quieres se lo cuento a Fred y George, seguro que están encantados —responde él, tendiéndole la mano para que se levante y ella gruñe.

— Cotilla de pacotilla —murmura, para luego subirse un poco la camiseta—. ¿Contento? Tampoco es para tanto, solo es una cicatriz. ¿Puedo irme ya a dormir o no?

Y a Ron le gustaría decir que no, le gustaría preguntar, pero no le da tiempo porque Atria sube hasta su habitación, casi corriendo. Estúpido Harry. No mejoró cuando al día siguiente, mientras que desayunaba con Ginny y con Hermione —en un intento de evitar a Ron porque realmente no quería hablar con él sobre nada— Harry la ignoró cuando bajó a desayunar y luego se llevó a Hermione.

— Imbécil, es un imbécil. Un rematado y sencillo imbécil —dice Atria en cuanto ve que están saliendo por la puerta.

— No sé si quiero preguntar qué pasa —dice Ginny, metiéndose un trozo de tostada en la boca—, pero supongo que habéis peleado.

— No me deja ayudarle. Con nada. Y encima anoche me echó en cara que tengo una vida perfecta viviendo con Remus y que os puedo ir a ver cuando quiera —Atria vuelve a llenarse el tazón de cereales y sigue comiendo cada vez más deprisa—. Como si yo no quisiera que viviera conmigo, ¿sabes? Se piensa que estoy encantada de que viva con los muggles, que le dijeron que estaba muerta y...

— ¿Le dijeron que estabas muerta? —pregunta Ginny, abriendo mucho los ojos y Atria asiente.

— ¿No te lo conté? Creo que se lo chillé a Fred y George. Bueno, da igual —dice, sacudiendo la cabeza—, poco importa. Se debe de pensar que me encanta casi perder el contacto con él de nuevo.

— ¿Pero se lo has contado?

— ¿El qué?

— Como te sientes —dice Ginny, como si fuera realmente obvio. Y Atria niega—. Creo que no sabes tener un hermano. Y sinceramente, no lo entiendo porque nos has visto a todos nosotros desde que eras pequeña.

— ¡No es lo mismo! Y hago como los gemelos, me meto con él para demostrarle cuanto le quiero. Ron lo entiende, ¿por qué Harry no parece entenderlo?

— ¿Sabes cómo consigo lo que quiero de cada uno de ellos? —pregunta y Atria niega—. Les digo que son mi hermano favorito. Todos ellos están convencidos de que son mi hermano favorito y por eso siempre me salgo con la mía.

— Pero yo solo tengo un hermano —dice Atria, verdaderamente confusa.

— Para Harry tienes seis más —dice, señalándose y luego señalando a Fred y George, que están de nuevo apartados en un rincón de la mesa. Luego se gira y señala a Ron, que se acaba de sentar junto a Dean y Seamus un poco más alejado de ellas.

— Sois siete.

— Como que Fred cuenta, si hasta Harry lo sabe —Ginny pone los ojos en blanco y Atria solo niega sin parar. Ginny no está hablando en serio, no. Se niega a aceptar lo que está proponiendo porque es una completa locura.

— ¿Tú también? Estoy haciendo de celestina, para que lo sepas.

— ¿Y qué avances hay? Porque yo no veo ninguno en esa supuesta relación entre Fred y Angelina —Atria empieza a abrir y a cerrar la boca, intentando encontrar las palabras, pero acaba volviendo a llenarse la boca de cereales al no encontrar una respuesta. Vale, puede que no esté haciendo nada para que avance, pero la verdad es que tampoco tiene mucha idea de lo que hacen las celestinas. Y, secretamente, le gusta que no avance. No, no ha pensado en eso, sí quiere que avance—. ¿Ves? La estás saboteando.

— ¡No es verdad! —grita, con la boca llena y unos niños de primero que estaban al lado se asustan, tirando por la mesa su chocolate caliente. Ginny es lo suficientemente rápida como para sacar la varita y limpiar el desastre antes de que llegue a las túnicas y les quemen las piernas.

— Pues organízales una cita. Aquí y ahora.

Un reto es un reto y Atria no piensa negarse a aceptar uno. Así que se levanta de la mesa para ir hacia Fred y George, que siguen murmurando cosas sobre el trozo de pergamino que debe de ser su nuevo borrador de la carta.

— Si queréis os la paso a limpio —dice, sentándose al lado de George y coge la carta a pesar de las protestas de ambos—. Creo que necesitas un cuaderno de aprender a escribir, Fred, los muggles tienen muchos.

— Que graciosa eres —le responde, quintándole la carta. Aunque George sí que se ríe y con eso Atria lo considera una victoria—. ¿Qué quieres?

— ¿Tienes algo que hacer el... sábado que viene? —pregunta, como si nada, y George, que había aprovechado para seguir desayunando, se atraganta con la tostada al ver como Fred niega. ¿De verdad está viviendo el momento en el que Atria le está pidiendo una cita a Fred y él acaba de aceptar? Debe de ser un sueño—. ¿Estás bien?

— No —consigue decir cuando se le pasa un poco la tos y ha bebido un poco de zumo de calabaza—. ¿Le estás pidiendo una cita?

— ¿Qué? No, le estoy organizando una, tendré que saber su horario, ¿no?

— Seguís siendo tan idiotas como hace dos años —murmura para luego pellizcarse el puente de la nariz—. No puedo con vosotros, de verdad, es que no puedo.

— Te diré más tarde los detalles, me voy a buscar a Angie. ¿Qué te parece un picnic en la torre de Astronomía?

— Suena bastante bien. Le pediré a los elfos que lo preparen para el domingo. Dile a Angie que, si le viene bien a las tres y media, así podemos ver el atardecer mientras merendamos —propone Fred y Atria asiente, intentando demostrar que está emocionada. Porque lo está. Claro que lo está, es una idea perfecta ir a la torre de Astronomía con Fred y ver la puesta de sol. A ella le encantaría.

— ¡Es tan bonito! ¡Voy a buscarla! —aunque no quiere hacerlo. No, sí que quiere. Claro que quiere.

El único problema es que no llega hasta ella ya que Ron la atrapa cuando está a punto de salir del Gran Comedor y, a pesar de los chillidos, consigue arrastrarla hasta una de las aulas en desuso del castillo.

— ¡Suéltame, Ron! —chilla mientras que intenta escaparse, pero resulta imposible porque Ron últimamente ha crecido tanto que es incluso más alto que los gemelos. Y si no consigue escapar de ellos como que puede hacerlo de él.

— No hasta que no me cuentes como te has hecho esa cicatriz —al final acaba empujando a Atria contra el suelo y es instantáneo. Ella se transforma en una loba y Ron retrocede hasta chocar con la puerta. Aunque eso le deja ver mejor la cicatriz—. ¿Te la hiciste siendo loba? ¿Acaso te has peleado con algún bicho salvaje en el Bosque Prohibido?

— ¿Por qué has llegado a la conclusión de que me la hice siendo loba? —le pregunta, volviendo a su forma humana y Ron se encoge de hombros.

— Está mucho más definida —dice y Atria se saca el jersey de la falda para comprobar lo que dice Ron. Tiene razón—. Se ve que es un mordisco cuando eres loba así... bueno, no tiene ningún sentido.

— Curioso porque la de mi espalda sigue teniendo forma de arañazo y mira —dice, subiéndose la manga de la camisa. Allí también tiene la marca de unos dientes, aunque Ron tiene que esforzarse para verlos ya que tiene la cicatriz realmente disimulada—. Aquí se nota más que es un mordisco, aunque me partió la muñeca.

— ¿Qué has estado haciendo?

— Bueno, no soy animaga por gastar bromas, ¿sabes? Hay cosas que me tomo en serio —dice, cruzándose de brazos y Ron abre la boca—. Jura por Morgana que no vas a decirle nada a nadie.

— ¿A quién quieres que se lo cuente? ¿A Harry? ¿Para qué me mande aún más a la mierda? —pregunta, pero cuando Atria se baja la manga de la camisa sabe que se ha equivocado de persona.

— A Remus —murmura, mirando al suelo. Pero cambia rápidamente de actitud, levantándose y sujetando a Ron del brazo—. Si le dices algo de la del costado no me dejará volver a ayudarle. Ha mejorado con la poción matalobos, claro, no ataca porque mantiene la consciencia, pero ni siquiera me dejará estar con él en el sótano, Ron, no quiero dejarle solo más tiempo, por favor, no le digas nada.

— No, claro que no —acaba diciendo y Atria le abraza, agradeciéndole que guarde el secreto—. Pero deberías contárselo.

— No —responde, de forma tajante—. Ya tiene bastante, fue una noche realmente dura y ya piensa que me hizo demasiado daño. Y ni siquiera fue para tanto.

— ¿Cómo fue? —pregunta Ron y Atria suspira.

— Larga. Fue mucho más larga que la noche aquí, en Hogwarts. No tiene nada que ver correr por el bosque y tener que evitar a todo lo que vive aquí con estar encerrada en un sótano —Atria guarda silencio y entonces cierra los ojos porque no cree ser capaz de decirlo mirando a alguien—. Pierde toda la humanidad, solo quiere comerte y... y... no le importa hacerse daño, Ron, no le importa nada, ya lo viste cuando pasó todo lo de Sirius, no sé qué hago explicándote eso... Bueno, cuando se transformó consiguió soltar uno de sus brazos de las cadenas, así que cuando bajé al sótano ya estaba medio libre. Luego intentó hacerse daño así que salté para distraerle.

— Y te mordió —dice Ron y ella asiente.

— Había escondido pociones en el sótano, así que me las tomé y un poco de esencia de díctamo en la herida y todo listo. Solo hubo un problema y es que mientras me curaba consiguió soltarse del todo, así que estuvimos toda la noche peleando. Luego me curó y asunto arreglado, hasta la siguiente luna llena.

— Pero eso fue en los mundiales y viniste.

— Solo fui porque tenía la poción matalobos, si no me hubiera quedado en casa —responde, encogiéndose de hombros—. Se supone que podré preparar para bastantes meses, aunque en Navidad tendré que hacer más.

— Ya oíste a mamá, según ella no cree que queramos volver a casa por Navidad, aunque ahora mismo es de lo que más ganas tengo —Ron casi gruñe diciéndolo y Atria se ríe.

— Yo también quiero dejarle abandonado en el castillo, créeme —dice, sonriendo. Sí, ahora mismo su hermano puede quedarse aquí—. Bueno, me encantaría seguir hablando contigo, pero creo que voy a ir a hacer cualquier cosa que me permita no cruzarme con Harry.

— Vamos, que te vas a esconder en alguna sala común que no sea la nuestra.

— ¡Correcto! Nos veremos quizá a la hora de la comida, tengo que decidir a donde voy todavía.

Pero no tarda en decidir cuando, al salir del aula, se choca con Julie. Hufflepuff suena bien.

_________________________________________________

¿Qué os parece la forma de redactar de Atria? Es un cacao de niña JAJAJAJA me encanta porque lo estás leyendo y te da la sensación de que te ahogas en sus palabras y de verdad que es que ella es así, su mente funciona así, no sabéis lo que me alegra haberme puesto a escribir esto en tercera persona, de verdad.

Y primera mención al marauders! crack ejfwkjefwefn adoro ese fanfic de verdad 100% recomendado. Hubiera hablado más sobre la escena en concreto, pero no quiero hacer spoilers a quien no lo ha leído jejejejeje Pero tenéis que hacerlo, de verdad, creo que no soy lo suficientemente cansina por eso.

Y parece que alguien ha descubierto ya las cicatrices de Atria y no han sido los gemelos jejejeje

Nos vemos el miércoles, con la primera prueba porque ya está aquí y jwenfkwjefffgenfw ¡Mil gracias por leer! Os quiero tres mil ♥♥♥♥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top