Epílogo

ME ENCUENTRO A ALLISON SENTADA EN LA SILLA DE MI ESCRITORIO CUANDO ME ASEGURÉ DE QUE DEREK SE HABÍA IDO. Y por un segundo creo que estoy imaginando cosas, estoy tan cansada que podría empezar a ver doble, pero si de verdad estoy alucinando, la última persona que quiero ver es a ella.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Scott me dejó entrar —explica Allison mientras se pincha la palma de las manos—. Lo siento, no creí que estarías dispuesta a hablar conmigo.

—Tienes razón, no lo estoy. —Le doy la espalda al dirigirme al cuarto de baño para deshacerme de la ropa sucia, solo para darme cuenta un segundo después de que no le regresé a Derek la chaqueta que me prestó—. ¿No podías esperar unos días para decir... lo que sea que pretendes decir ahora?

La única respuesta que recibo es el llanto de Allison.

Me vuelvo hacia ella con el ceño fruncido, completamente confundida.

—Lo lamento tanto, Clark —solloza ella mientras se estremece.

No hago más nada que permanecer en mi lugar, todavía con mi ropa sucia de sangre.

—Tenías tanta, tanta razón —dice Allison entre hipos húmedos—. Me dejé llevar por Gerard. Dejé que usara la herida abierta por la muerte de mi madre y Kate para manipularme.

Reprimo las ganas de hacer una mueca de disgusto ante la mención de su madre, ahogando la urgencia de decirle que Victoria está muerta porque intentó matar a Scott.

Su madre sentenció su fecha de muerte justo en ese momento.

—Hice muchas cosas. Cosas malas, Clark. Y todo por él —Allison escupe las palabras con amargura y asco, todo reservado para sí misma—. Y estoy segura que después de haber herido a Isaac, Gerard me hubiera ordenado hacerte daño. Incluso matarte. Yo... Yo no sé qué hubiese sido de mí...

El llanto le impide articular correctamente y se tropieza con las palabras, abrazándose el cuerpo para protegerse de lo vulnerable que se encuentra ahora mismo.

—Siempre supe que eras una increíble persona —Allison sonríe entre las lágrimas, ojos fijos en un punto ciego—. Fuiste amable conmigo desde el primer día y nunca me hablaste porque sentías que debías hacerlo, sino porque querías. Siempre has sido espontánea y divertida. Y cuando me dijiste todas esas cosas, en mi mente me dije que todo lo que decías era mentira, pura mentira.

—¿Lo de ser una guerrera, dices? —pregunto, más confundida que nunca. Allison solloza y afirma con la cabeza—. No estaba mintiendo. Estaba siendo cien por ciento sincera en ese momento, Allison. Sí creo que eres una guerrera.

Y lo digo en serio.

El hecho de que Allison pudo liberarse de las riendas que Gerard había colocado sobre ella es prueba suficiente de que la cazadora es más que solo eso.

Allison es una guerra.

—Gracias —susurra ella, tan encogida en su lugar que casi no alcanzo a escucharla—. Por no rendirte conmigo. Yo... solo espero que algún día puedas perdonarme. Espero que algún día podamos ser amigas otra vez.

—Perdonarte es más posible que lo último, si te soy sincera.

Allison no parece respirar por un segundo completo.

—¿Por qué lo dices?

La considero con una mirada.

—Allison —digo y le muestro la blusa manchada de sangre y el orificio que creó la bala—. ¿Cómo puedo olvidar todo lo que has hecho y simplemente ser tu amiga?

—No te estoy pidiendo que olvides, solo que algún día podamos hacer el pasado a un lado...

—Erica y Boyd siguen allá afuera, completamente perdidos. Tu los atacaste y los secuestraste. ¿Me escuchas? Casi muero por tu ambición. Tu sed de venganza alimentaba la ambición de Gerard y casi muero por su culpa. ¡Pasar la página es mucho más difícil que olvidar!

Allison se pone de pie de un salto, con ojos suplicantes.

—¡Mejoraré! ¿Okey? Lo haré mejor. ¡Lucharé por ti, incluso puedo ayudarte a buscarlos! Yo simplemente... —ella suspira—. No quiero perderte como amiga.

—Hace tiempo que no soy tu amiga, Allison. Lo sabes bien...

Sus ojos empiezan a lagrimear de nuevo y el labio inferior le tiembla.

Y sé exactamente qué es esto. Lo sé y me siento mal por ella.

Porque no puedo darle lo que necesita.

—Allison, escúchame con atención —digo mientras tomo sus manos temblorosas entre las mías, mirando directamente a sus ojos color avellana—. Volver a ser mi amiga no es la forma de encontrar tu redención. Aprender a amar de nuevo a Scott no es la forma de encontrar la redención. No hay nada que podamos darte para sanar lo que rompiste. La única que puede hacer eso aquí eres tú y sólo tú.

Ella vuelve a quebrarse y vuelve a tumbarse en la silla. Me arrodillo ante ella.

—Simplemente no sé cómo hacer eso. ¡No sé cómo arreglarme!

—No hay nada que arreglar, Allison, porque tú nunca estuviste rota. Estabas equivocada, eso es todo, y todo lo que tienes que hacer ahora es encontrar el camino a casa nuevamente.

—¿Cómo hago eso? —Allison llora, con los ojos hinchados y rojos.

Le doy una sonrisa triste.

—¿Por qué no le preguntas a tu papá? Parece un hombre muy sabio.





—¿Y qué pasó con Lydia?

Decidí acompañar a mis amigos a las prácticas de entrenamiento para hacer a Scott capitán del equipo de Lacrosse.

Es un sábado demasiado calmado para ser verdad y luego de todo lo que hemos pasado, estar tranquila ya no va conmigo, así que decidí venir con los chicos.

Claro, no sin antes obligarlos a comprarme unas quesadillas en Taco Bell antes de llegar porque nada es gratis.

Y mucho menos sacarme de la cama a las ocho de la mañana un maldito sábado.

—Bueno, ¿recuerdan el plan del que les hablé para hacer que Lydia se fijé en mí? —comenta Stiles y trato de no reírme—. Se va a tener que alargar a cinco años más, pero lo voy a conseguir, se los juro.

—Si te sirve de algo —le digo—, me gusta cómo se ven juntos.

Stiles me guiña un ojo.

—¿Por qué no la invitas a una cita? —le pregunta Scott y Stiles se echa a reír.

—Sí, claro. ¿Por qué no te callas y me ayudas yendo a la portería para que practiquemos para hacerte capitán, eh?

Scott solo sacude la cabeza, divertido, y se encamina hacia la portería con el bastón en mano mientras que yo tomo asiento a una distancia favorable y saco las quesadillas y le doy un sorbo a mi té helado.

—Oigan, ¿saben de qué me di cuenta? —nos pregunta Scott desde su lugar con una sonrisa.

—¿El qué?

—De que volví a donde empecé.

—¿De qué hablas? —replica Stiles con el ceño fruncido.

—Sólo mírenme —Scott irónico—. Sin Lacrosse, sin popularidad, sin novia... Sin nada.

—¿Y nosotros? —me quejo y lo apunto con un dedo—. Todavía tienes a Stiles y me tienes a mí.

Scott sonríe.

—A ustedes ya los tenía.

—Sí, y aún nos tienes —le asegura Stiles—. Siempre nos tendrás, hombre.

—Así que estás completo —le sonrío a Scott, luego muerdo una quesadilla—. No te falta nada.

—Cierto.

A pesar de la montaña rusa que he pasado en los últimos meses, me sorprende darme cuenta de lo interesante que han sido.

Me uní a la manada con Derek, discutí con mis amigos, me desarrollé más como la persona que soy y, más importante aún, peleé por el bien de mi hogar al lado de las personas que más me importan en este mundo entero.

Este tipo de cosas es lo que nos hace inseparables. Sobrevivimos juntos y cargamos con el peso de lo que hemos pasado, pero lo hacemos juntos porque somos un equipo y nos apoyamos en el otro.

Y estamos bien así.

—Recuerda —dice Stiles entonces, sacándome de mis pensamientos, y lo veo apuntando a Scott con un dedo—: Nada de poderes de lobo.

—Eso es imposible, Stilinski.

—Calla y come, Clark.

—Con gusto —me río.

—Hablo en serio, Scott. No quiero reflejos, ni oídos, ni fuerza. Nada de eso.

—Bien —Scott pone los ojos en blanco—. ¿Qué esperas, hombre? ¡Lanza la pelota!

Stiles agarra la bola y se prepara, pero titubea.

—¿Lo prometes?

—Stiles, ¿puedes lanzar de una vez?

Stiles solo rueda los ojos y se prepara. Mientras está distraído, veo que Scott hace brillar los ojos.

Sonrío.

Y cuando Stiles lanza la bola, pero Scott la atrapa en tiempo récord.

—¡DIJE CERO PODERES, MCCALL!

—Te lo dije.

—¡Cállate, Clark!





Scooby llega corriendo para depositar la pelota a mis pies. Sin poder contener la risa, agarro la bola y finjo que lanzarla solo para ver cómo se echa a correr y darse cuenta que no escuchó dónde cayó la pelota.

James y yo reímos, le paso la pelota y él la lanza lejos para Scooby, que sale disparado corriendo.

James me invitó a dar un paseo con él y su perro, Scooby, un agradable cambio a la monotonía de este verano. Cuando no estoy ayudando a Scott a mejorar sus estudios o haciéndole compañía a Stiles cuando quiere ir a ver alguna película, estoy buscando a Boyd y Erica con Isaac.

Erica y Boyd llevan desaparecidos desde la noche del juego final de Lacrosse, pero después de que el padre de Allison los liberó esa noche tras Gerard haberlos secuestrado, nadie más los ha visto. Derek cree que les pasó algo, y como Alfa, por el vínculo que tiene con ellos sé que es algo que le preocupa mucho.

No descansa, siempre está en movimiento, siempre buscando pistas que puedan indicar dónde podrían estar Erica y Boyd. Es un poco estresante lo inquieto que está y Derek se está encerrando en sí mismo de nuevo, así que la mayor parte de mi energía este comienzo del verano se dedica a mantener sus esperanzas y mantenerlo hablando.

Si dejo que se vuelva a encerrar en su burbuja de cristal, volveríamos a retroceder en el tiempo.

Siento un suave pellizco en el brazo y James me sonríe a modo de disculpa, sacándome de mis pensamientos.

—Te fuiste por un momento —dice él en un resoplido—. ¿En qué piensas?

Dejo salir un largo y pesado suspiro.

—En Boyd y Erica —admito y me observo las manos—. Nadie sabe de ellos dese hace dos semanas.

Su desaparición no es ningún secreto. Sus padres informaron a las autoridades y ahora hay volantes por todas partes pidiendo a los ciudadanos que si llegan a ver o saber de ellos que sean informados a la estación de policía.

—¿Son muy amigos tuyos? —me pregunta James, no con intenciones de cuestionarme, me doy cuenta, sino porque siente genuina curiosidad.

Ladeo la cabeza de un lado a otro, sopesando la pregunta.

No puedo simplemente decirle que mi relación con Boyd y Erica va más allá que una amistad. Somos prácticamente hermanos gracias al vínculo que nos une como manada.

En realidad, es un poco complicado de explicar.

—Algo así —opto por decir con un encogimiento de hombros—. Pero eso no quiere decir que no me preocupe.

James emite un sonido aprehensivo, el ceño fruncido. Scooby suelta un alarido y su dueño le sirve un poco de agua.

—Aparecerán —asegura él mientras observa a su perro resoplar al tomar agua con desesperación—. Ya los van a encontrar y todo estará bien.

Las palabras se me quedan atoradas en la garganta, confundida por la explosión de emociones que fluyen de él.

James siente lástima por mí, quiere ayudar a aliviar la preocupación, pero teme excederse. Cuando en realidad es todo lo que quiere hacer.

James tiene sus deseos y yo soy uno de ellos.

La verdad es que ya lo sabía y no puedo estar más confundida al respecto. No entiendo cómo puede estar interesado en mí cuando todo lo que hicimos fue ligar en una fiesta en la que estábamos bastante borrachos, y esa es la única vez que coincidimos. He visto a James en la escuela, pero él tiene su grupo de amigos y yo el mío. Y, sin embargo, desde aquella noche en casa de Lydia, él está en todas partes ahora.

Y no creo que pueda darle lo que quiere.

Sugiero regresar a casa ya que está oscureciendo. James decide acompañarme tal como vino a recogerme para traer a Scooby al parque.

—Scott viene por mí, en realidad. Vamos a buscar a su mamá al hospital y esta calle está en ruta —le dedico una sonrisa sincera—. Pero gracias.

—Sabes, lo vi el otro día cuando fui a llevar a Scooby al veterinario y no creo que le agrade mucho.

—¿A Scooby no le gusta Scott?

—¿Qué? ¡No! —James resopla—. Me refiero a mí. No creo que le caiga bien.

—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —le pregunto, genuinamente confundida—. ¿Estamos hablando del mismo Scott que parece un Golden Retriever porque todo el mundo le cae bien? ¿Ese Scott McCall?

—Definitivamente no es un Golden Retriever. Es más bien un Cane Corso, muy intimidante, de hecho.

—¡Oh dios mío! —Me río—. James, ¿qué fue lo que le hiciste?

Este se rasca la nuca, resoplando nerviosamente.

—Bueno, estaba preguntándole algunas cosas que no tenían nada que ver con las examinaciones que le estaba haciendo a Scooby —explica—. Scott definitivamente me estaba juzgando.

Eso me hace reír aún más.

—Oh, totalmente. Scott se toma muy en serio las citas con el veterinario. ¿Sobre qué era?

—De ti. Estaba preguntando por ti.

Ah.

—¿Por qué preguntabas por mí? —dije mientras la sonrisa se desvanecía de mi rostro—. Podrías haber llamado o enviado un mensaje de texto, ¿sabes?

Odio esto.

Realmente odio esto.

—Maldición, no pensé que esto iba a ser así —murmura James para sí mismo antes de volverse hacia mí—. Ha pasado un tiempo desde que no hago esto, pero he querido preguntarte algo desde hace un tiempo.

Y ya sé lo que está a punto de decir. Ya lo sé y odio lo que tengo que hacer a continuación.

Por eso no te relacionas con gente de la escuela, Clark.

—Me gusta estar contigo, Clark —dice él mientras me toma de las manos—. Me gusta tu sonrisa y esa pequeña arruga cuando piensas mucho. Me gusta que me haces reír, que no estás tranquila hasta haberme ayudado con algo y ese pequeño bailecito haces cuando estás comiendo tu plato favorito. En realidad, me gustan varias cosas de ti...

—Lo siento, James.

Sus esperanzas se desvanecen tan rápido que realmente duele verlo suceder.

Hazlo rápido, Clark. Quita la tirita ahora.

—Lo siento, pero me vas a odiar más si te dejo continuar y decir lo que voy a decir después de todo eso —digo con una mueca de dolor—. Pero no siento lo mismo por ti, James. Lo siento, no quería que te hicieras una idea equivocada.

Me escapo de su alcance. La forma en que sus manos se aprietan con fuerza no me pasa desapercibida.

Scooby gime detrás de él y me siento muy mal por lastimar a su humano.

—No te gusto así, querrás decir —dice James lentamente, como si su cerebro recién estuviera comprendiendo las palabras ahora.

Niego con la cabeza, porque ¿qué más puedo decir?

—Es que... no lo entiendo —James me frunce el ceño, confundido—. A veces estabas coqueteando conmigo. No me lo imaginé, ¿cierto? Coqueteaste conmigo.

Oh Dios.

—Lo hice, sí, pero estaba bromeando. ¡Pensé que eso era lo que estabas haciendo tú también! Intenté ser más amigable para que no me malinterpretaras.

—Pero nunca te he gustado, no así.

—No —suspiro—. No, lo siento. Yo solo...

—Te gusta alguien más —termina James por mí—. ¿Verdad?

Lo miro fijamente con los ojos muy abiertos.

James hace la suma más rápido que yo.

—Dios mío, ¿no sabías que sientes algo por alguien?

—Yo... yo sólo...

Todo se llena de colores, como fuegos artificiales que explotan a mi alrededor mientras caigo libremente desde un precipicio.

Es azul como mi habitación en su guarida y estamos acostados uno al lado del otro, compartiendo la misma calidez, el mismo espacio, el mismo aire.

Es rojo como sus ojos cuando brillan y lo veo en todo su poderoso esplendor y no me siento intimidada por él, simplemente atraída como un imán por su pura aura.

Es negro como su cabello y juego las cortas hebras en la parte posterior de su cabeza mientras estamos sentados en la mesa, cada uno bebiendo café de una taza mientras miramos una serie juntos.

Es verde como sus ojos y el olor de su aroma como la primera mañana de primavera.

Y es naranja como el corazón de fuego en mí que arde por él.

Un corazón que arde para él.

Porque tengo sentimientos por Derek.

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