Cap. 5 |And she screamed|
MELISSA SE DIO CUENTA DE QUE ALGO SUCEDIÓ CON SUS TRES NIÑOS.
Supongo que era bastante obvio, pues siempre que estamos Scott, Stiles y yo juntos, Melissa nos encontraría dentro de un mismo espacio. Podríamos estar haciendo tarea, jugando videojuegos, viendo películas o lo que sea, pero siempre estábamos juntos. Así que quizás encontró raro que ese no era el caso en las pocas horas que los tres estábamos en casa después de la escuela.
Tal vez Melissa simplemente no quería lidiar con nuestra pesada tensión y se hartó.
—No sé qué les picó ni tampoco quiero saber —dice ella desde el pie de las escaleras y señala a la puerta principal—. Pero lo van a solucionar ahora.
—Mamá...
Melissa le da una mirada puntiaguda a su hijo y Scott calla al instante.
—Me gustaría sentarme a cenar tranquila esta noche, así que salgan a resolver lo que sea que está pasando aquí y regresenme a mis muchachos de siempre, por favor. O ya verán con qué cenan hoy.
La entiendo. Melissa no está acostumbrada a... esto, su trío favorito—quizás el único que ella tendrá jamás—se ha partido a la mitad de manera injusta y quiere que sus tres niños, ruidosos y unidos como siempre, regresen.
Los tres intercambiamos miradas antes de descender las escaleras juntos y salir por la puerta.
—Los quiero aquí antes de las nueve. La cena estará lista para entonces —anuncia la mujer y Scott deposita un beso en su mejilla antes de unirse a nosotros afuera.
La noche está fresca, empezando a tocar los inicios de otoño, y me permito sentir la noche aunque solo sea por un segundo para organizar mis pensamientos.
Los chicos caminan a unos pasos detrás de mí, dejándome a la delantera. Y un poco solitaria, no voy a mentir.
—Bueno —digo y suspiro—. ¿Quién quiere empezar?
—¿Empezar cómo? —pregunta Stiles—. ¿Con una disculpa?
—¿De quién? ¿Mía? —Me apunto con un dedo—. Si eso es lo que quieran, bien podemos regresarnos porque no pienso pedirles perdón por algo que no era de su incumbencia.
—¿Cómo? —exclama Scott—. ¿Cómo puedes decir eso, Clark? ¡Somos tus mejores amigos!
—Sí, pero no tienen control sobre mi vida ni la tendrán nunca. Si yo quiero formar parte de la manada de Derek, esa decisión es mía y de nadie más —afirmo y regreso a caminar de frente, dándoles la espalda—. No me pienso disculpar por eso.
—Quizás podemos comenzar de otro modo —sugiere Stiles con cautela—. ¿Por qué no nos convences de que Derek no se convertirá en una versión 2.0 de su psicótico tío?
Me río. No puedo evitarlo, la verdad.
—Derek no es un asesino.
—Pero mató a su tío para convertirse en...
—Derek mató a Peter para evitar que acabara con Beacon Hills —espeto con firmeza, interrumpiendo a Scott antes de que cometa un error, y me volteo a verlos otra vez—. Es diferente. Si Derek dejaba que Peter viviera, estaríamos caminando sobre un cementerio y no un condado. ¿Sí entienden lo que digo?
—¿Por qué adolescentes, entonces? —pregunta Scott—. ¿Por qué Derek busca transformar adolescentes y no personas más maduras?
Sonrío simpática.
—Te acabas de responder la pregunta tú mismo, McCall. ¿Qué tiene de diferente la mente de un adolescente a la de una persona adulta?
Stiles comprende lo que quiero decir al instante.
—Son más fáciles de persuadir y enseñar —dice e intercambia miradas con Scott—. También pueden aguantar más presión que una persona madura.
Chasqueo los dedos.
—Exacto. Es difícil poner a una persona adulta bajo las mismas circunstancias que nosotros hemos pasado porque sus mentes ya se han adaptado a la realidad en la que viven —explico—. Un adolescente tiene la mente más abierta, más dispuesta a ver el mundo de otra manera.
Scott parece que entiende, pero sigue insistiendo.
—Aun así, son adolescentes. Clark, están arriesgando sus vidas, ¿y para qué? ¿Por fuerza bruta y un rápido sistema curativo? ¿Eso qué importa?
—Importa si te sirve a tu favor y no a favor de otros —le sonrío—. Erica sufría de epilepsia y su vida era miserable. Desde que la mordieron ella ha podido dormir tranquilamente una noche completa sin despertar de una convulsión. —Los observo a ambos con atención—. ¿Es tan mala la mordida cuando lo ves de esa manera, hmm?
Scott sacude la cabeza y suspira.
—No me gusta eso —dice—. Derek no les permitirá vivir entonces. Sus vidas siempre estarán en peligro.
—¿Crees que no lo saben? Es lo primero que les dice antes de ofrecerles la mordida. Derek no les oculta el más mínimo detalle y tanto Erica como Isaac conocen las consecuencias y beneficios que puede traer. Derek hizo lo mismo contigo, Scott —añado y este hace una mueca.
—Estoy seguro que su forma de enseñar ahora es diferente con sus Betas.
Stiles esconde una risa y Scott le pega un codazo.
—Puede que eso sea mi culpa —le digo, tratando de ocultar mi risa también—. Esa vez sí lo obligué a que te ayudara, Derek no quería nada que ver contigo. Incluso tuve que hacerlo que me prometiera jamás lastimarte.
Hay una pausa después de eso.
Por la forma en que ambos me observan, los ojos bien abiertos y las cejas alzadas, no se lo esperaban. Pero aquel dato tampoco es un secreto que debía ocultarles, así que simplemente me encojo de hombros y sigo caminando.
Esta vez regreso por la misma dirección que vinimos, de vuelta a casa.
—No sé si se han dado cuenta, pero hay más cazadores que hace unos meses. ¿Recuerdan la primera noche que buscamos a Lydia cuando desapareció? El papá de Allison prácticamente nos acorraló con una pequeña armada —dejo salir un suspiro—. Derek no tenía manada entonces, era un lobo, un lobo Alfa solitario. Eso lo hacía un blanco fácil para cualquiera que quisiera hacerle daño.
Los miro por encima del hombro.
—Derek necesitaba una manada —les digo—. Lo antes posible. Antes de que los Argent se enteraran de que había un Alfa de la familia Hale completamente desapoderado.
Ninguno de los dos dice algo. Yo lo dejo ser durante unos minutos.
—Lo que dije esta mañana es cierto, por si acaso. Ustedes son la manada que elegí tener. Que formalmente sea parte de otra manada no cambia nada entre nosotros.
Vuelvo a girarme cuando estamos a una esquina de la casa de Scott.
—Seguimos siendo mejores amigos y siempre estaré ahí para ustedes —prometo con una sonrisa serena y sincera.
—Lamentamos lo de hace rato —dice Stiles y Scott asiente.
—Y por lo de esta mañana.
—No tienen por qué disculparse, no hace falta —les aseguro—. Sólo díganme una cosa: ¿confían en mí?
—Hasta ciego y sin piernas —bromea Stiles.
Scott simplemente asiente con la cabeza. Algo me dice que las palabras se le dificultan ahora mismo y lo comprendo.
Les sonrío otra vez.
—Entonces confíen en mí cuando les digo que sé lo que hago. Soy la única que puede manejar a Derek, así que confíen en que yo lo arreglaré, sea lo que sea. Pero confíen en mí.
Y sin pensarlo mucho, Scott y Stiles me abrazan.
Stiles saca las llaves del centro de patinaje que le habíamos pedido a Boyd y las chicas y yo entramos dando brincos con las manos unidas. Scott enciende las luces y Allison y Lydia corren a ponerse los patines emocionadas mientras voy a sentarme en las gradas.
Dejé de patinar a los diez años, pues iba por capricho simplemente. Solo iba porque mi madre me obligaba. En ese entonces quería complacer a Clarissa, inocentemente creyendo que eso haría que me viese como su hija, pero era más que claro que nunca iba a ser recíproco.
Así que no me apetece mucho ir a patinar con mis amigos, no me gustan los recuerdos que forcejeo para no pensar. A las chicas no les agrada que me quede en las gradas mientras los demás se divierten, pero ya veré cómo lo recompensaré después.
Además, esto parece más una doble cita romántica que una entre amigos, así que me quedo en las gradas comiendo un pastelillo que preparé sin importarme mucho la conversación que Stiles y Lydia tienen mientras Scott y Allison se toman fotos en una cabina fotográfica.
Luego mi celular suena y reviso el mensaje.
"¿Te encuentras bien? ¿Todavía sigues sintiéndote extraña? —Derek".
Suspiro.
Desde ayer llevo sintiendo una especie de tirón en el estómago que todavía me tiene un poco inquieta. No fue hasta hoy en la mañana cuando me reuní con las chicas en la clase de arte que me di cuenta de que el tirón en el estómago me guiaba hacia Lydia.
Como una advertencia, una advertencia de no dejarla fuera de mi vista. Derek encontró raro la situación, aunque no dijo nada sobre ir y tratar de entender lo que significaba, así que me dejé llevar por la curiosidad y terminé acompañando a los demás hoy.
También está aquella pizca de temor a las incontables posibilidades que esto podría implicar, ya que Lydia sigue luciendo y actuando como una humana después de haber sido mordida por un Alfa. Por lo que no dejo que Lydia se aleje mucho de mi vista, atenta a sus movimientos y a sus conversaciones.
La advertencia parece resonar en mi cabeza una y otra vez como la bocina de un carro de bomberos. Es algo molestoso incluso, más potente e intenso que antes.
"No lo sé, la verdad. —Clark."
Probablemente han pasado unos treinta minutos cuando me harto de estar sentada en las incómodas gradas, así que con las manos metidas en el bolsillo de mi abrigo estiro las piernas y decido caminar un poco.
Lydia patina con lentitud con los ojos fijos en el hielo.
Me pregunto en qué estará pensando y me doy cuenta de que ya no estaba caminando, concentrada en ella mientras Lydia sigue patinando con la mirada fija en el suelo de hielo, ahora con el entrecejo fruncido. Y entonces lo comprendo.
Lydia está siguiendo un rastro. Pero ¿de qué? No veo otra cosa que no sea hielo puro...
Ella se arrodilla sobre la superficie fría y usa la muñeca cubierta por el suéter para limpiar el suelo hasta que se detiene abruptamente. El rostro palidece y su pecho sube y baja, hiperventilando, los ojos cristalinos de lágrimas. Lydia toma una profunda bocanada de aire y...
Y grita.
Yo grito con ella.
Es un desgarrador sonido de sufrimiento que se abre paso por mi garganta, rasposo e hiriente. Mis rodillas ceden sobre mi peso y me hago un ovillo en el piso gritando y gritando y gritando en una agonía que me parece interminable.
La cabeza parece que me explotará en cualquier segundo y el grito de Lydia taladra mis sentidos, llevándome espeluznantemente cerca de la locura. Destrozada en mil pedazos, no puedo hacer nada más que gritar de dolor, porque duele. Es un grito arrollador que te hace sangrar las orejas y ver estrellas cuando nunca creíste que las verías tan de cerca.
El grito cesa por fin.
Y el alivio es instantáneo. El martilleo en mi cabeza se desvanece y mi garganta y pulmones pueden descansar. Pero no me muevo de mi posición, todo de mí parece adormecido y repentinamente estoy exhausta.
Creo que puedo oír mi celular sonando. Alguien está llamando.
Apenas puedo leer el nombre de Derek en la pantalla del móvil.
—¡CLARK!
Es Scott.
Enseguida siento sus fuertes manos tomarme con cuidado, una tras la nuca y la otra bajo mis piernas, acunándome como un bebé.
Y su voz me despierta y aclara la neblina en mi mente.
—Clark, tus ojos...
—¿Mhm? —digo, confundida, desorientada.
—Están brillando. ¡Detente! —sisea él alarmado.
Lo intento, pero el esfuerzo es demasiado exhausto.
—Derek —logro decir mientras los puntos negros se hacen más y más grandes—. Tienes que llamar a Derek.
La brisa fría me acaricia la piel como una mano sin calor corporal, hace que me estremezca y tiemble, y suelto un gemido de disgusto mientras poco a poco voy despertando. Oigo grillos cantar y la humedad se siente pesada en la piel. Vuelvo a soltar otro suspiro somnoliento y me pongo de costado, pero la dureza de la superficie en la estoy recostada se siente incómoda y me despierta por completo.
Un cielo nocturno cubierto de estrellas y la luna llena me dan una inesperada bienvenida. Tengo parpadear varias veces para poder acostumbrarme a la oscuridad y darme cuenta de que los puntos negros que bloquean la vista del cielo son en realidad hojas de los árboles.
Me siento de golpe, confundida hasta la desorientación.
—¿Qué...? —jadeo y veo mi aliento condensarse en el aire.
¿Cómo diablos llegué aquí?
Debajo de mí hay un ancho árbol talado con gruesas y viejas raíces que se hunden profundamente en la tierra. Puedo sentir su poder cosquilleándome los brazos, el corazón, el alma.
Es... el Nemetón.
Es como si me cayera un balde de agua fría.
Pesadilla... Estoy en otra pesadilla.
Y como la vez pasada, en este sueño soy humana.
La primera y última vez que estuve en una pesadilla como esta estaba recién convertida y Peter Hale, en su forma lobuna demoníaca, me perseguía hasta que me tuvo como un león acorralando a su presa, listo para que sus filosos y letales dientes me arrancaran la vida.
Maldita sea, no puedo respirar.
Observo con frenesí todo mi alrededor; ahora mismo no tengo la visión sobrenatural que me brinda una visión infrarroja y es difícil encontrar la amenazas o algo que me sirva de ayuda. No logro ver bien y las nubes están empezando a ocultar mi único faro de luz; apenas alcanzo a ver mi cuerpo.
Entonces escucho un siseo.
Es idéntico al de un reptil, como el de las serpientes o los cocodrilos cuando sus mandíbulas están abiertas para el mundo y listas para atrapar a su comida.
Tiemblo con fuerza.
Lentamente me levanto del Nemetón cuidando que mis pies descalzos no hagan mucho ruido. Retrocedo paso a paso, poco a poco, con las manos extendidas a ambos lados como si estuviera tratando de detener algo. Y luego me echo a correr.
Simplemente sé que tengo que huir para salvar mi vida.
No solamente corro, sino que salto las ramas y los mini troncos tirados en el suelo para evitar tropezar, tratando de hacer que la criatura dejase de perseguirme. Los pulmones empiezan a arderme, exigiendo aire, y las suelas de mis pies envían atroces corrientes de dolor por la extremidad completa de mis piernas, pues correr descalza por el bosque tiene sus consecuencias.
Estúpido cuerpo humano.
Corro como alma que lleva al diablo. No miro hacia atrás ni tengo el coraje para hacerlo porque sé que me asustaré con lo que sea que me está persiguiendo y será mi perdición. Así que solo corro mientras los pulmones me queman y la lengua se seca y respiro aire frío por la nariz.
De pronto siento como si la fina hoja de una daga me roza la nuca con un silencioso siseo, desequilibrando mi ritmo hasta que dejo de correr y me llevo una mano a la zona tan de prisa que me abofeteo la piel. Un hilillo de sangre sale de la cortada. Pánico me recorre el cuerpo completo cuando mis manos y piernas comienzan a temblar violentamente. Luego las rodillas ceden bajo mi peso y caigo con un sonido sordo sobre el suelo repleto de hojas secas, tierra y ramitas.
No me puedo mover. Simplemente no puedo.
Algo me voltea y ante mí aparece lo que creo que es la criatura que Scott vio en casa de Isaac durante la luna llena.
Está cubierta de pies a cabeza por escamas oscuras y tiene una cola, unas largas y afiladas garras que contienen una especie de sustancia viscosa saliendo de las puntas y porta unos diminutos pero filosos dientes. Sus ojos, sin embargo...
Los ojos son iguales a los de un reptil.
El bosque se traga mi grito.
Capítulo algo intenso pero AH AÚN NO SUPERO EL VÍNCULO DE CLARK Y DEREK.
Podemos hablar de Melissa dándose cuenta que algo andaba mal en sus bebés?? #IStanAQueen
También podemos hablar de que ahora que Clark se unió a la manada, Derek nunca le deja fuera de vista?? #MoríPorClerek
Qué les gustó más?? Déjenmelo saber en los comentarios 😊
Love,
Wolf Queen
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