Cap. 2 |The tug|

DEREK ME ESPERA LA MAÑANA SIGUIENTE FUERA DE LA CASA DE SCOTT JUNTO A SU RELUCIENTE CAMARO NEGRO, SUS OJOS FIJOS EN MI FIGURA A MEDIDA QUE ME ACERCO. Puedo sentir el tirón hacerse más palpable mientras la distancia entre nosotros se hace cada vez más corta, pero trato de ignorar la razón de cierta sensación como llevo haciéndolo en estos días.

La cosa es que no es muy fácil obviar el vínculo de Alfa y Beta que todavía no se ha completado.

—Un poco atrevido arriesgarse tan temprano, ¿no? —comento a modo de saludo.

—Los cazadores están haciendo cambio de puestos a estas horas, así que estamos seguros —dice Derek cruzándose de brazos.

—¿Qué es tan importante que no podías decirme por llamada, entonces?

—Sabes a lo que vine, Clark.

Suspiro. Por supuesto que sé.

Quiere que cuide de su más reciente Beta mientras estamos en la escuela. Especialmente hoy.

—¿Sigue sin saber quién soy yo? —le pregunto y me acerco hasta estar a su lado, brazos rozándose, al apoyarme del carro como él.

Derek asiente.

—Es mejor que no sepa que tengo a alguien cuidándole la espalda cuando su comportamiento puede delatarlo tanto a él como a ti.

Emito un sonido de afirmación, pensando.

Es como si camináramos de puntillas con la llegada de estos nuevos cazadores, todos del clan de los Argent. Hay demasiado ojos y oídos fijos en Derek ahora mismo como uno de los sobrevivientes al incendio de los Hale y el nuevo y único Alfa de su familia hasta el momento; los cazadores saben que estará buscando candidatos para formar una manada.

Siendo un Alfa solitario, sin el soporte y protección de los suyos, Derek tiene la diana más enorme del mundo pegada a la espalda que aclama a gritos a que lo cacen y lo exterminen del mapa.

Es por eso que se esconde por ahora. Las únicas veces que sé que está fuera de la guarida es porque está buscando potenciales Betas para seguir creciendo su manada.

Y es por eso que, ahora que oficialmente tiene un lobo que sobrevivió a la transición—que su cuerpo aceptó la mordida—, Derek me está pidiendo que sea su otro par de ojos en la escuela.

—No te preocupes, tu Beta estará bien —le aseguro soltando un suspiro que se condensa en el aire. A mi izquierda, el sol está comenzando a salir.

—Sé que sí, contigo estando cerca, está en buenas manos —murmura Derek y se observa los pies por unos segundos antes de voltearse hacia mi—. Pero ten cuidado. No hagas nada imprudente, ¿okey?

Resoplo.

—Dile eso a Scott y cuéntame cómo te va.

—¿Sigue enredándose con la chica Argent?

Afirmo con un sonido.

—A este paso, no me sorprendería si Scott es el primero que perdemos —bromeo, pero sé que Derek se da cuenta del tono preocupado bajo mis palabras—. Al menos todo esto es una buena excusa para no salir mucho de casa. ¿Sabes cuántos libros he leído por pasarme el día entero sin salir? Definitivamente tengo un récord ahora.

Eso hace que Derek resople una risa.

Volteo a verle sin pensarlo, mi corazón brincando ante el sonido. Los rayos de sol se alzan lo suficiente como para pintar su perfil con tonos anaranjados y rosados, y Derek todavía tiene esa pequeña sonrisa en el rostro cuando percibe mi mirada y gira hacia mí.

Puedo notar el momento exacto en que un pensamiento pasa por su mente y hace que aquella sonrisa se desvanezca.

Clark —dice, pero es el tono que emplea que me hace tensar.

—¿Cuándo fue que mordiste a Jackson? —digo con rapidez, interrumpiéndolo antes de que Derek pueda mencionar el único tema que sigo ignorando con ganas.

Como un recordatorio, siento el tirón otra vez en el estómago y evito la mirada del hombre entonces.

—Un poco después de la muerte de Peter —responde Derek unos minutos después—. Jackson estaba sospechando lo que Scott era y quería lo mismo. Diría que hasta estaba desesperado por la mordida.

—¿Y se la diste solo porque sí? Eso no tiene sentido, Derek.

Lo veo encogerse de hombros por el rabillo del ojo.

—Pensé, ¿por qué no? Él tiene todos los atributos para ser un lobo, así que le di una oportunidad y así poder enseñarle unos modales, al menos.

—¿No crees que eras el que estaba desesperado, pensando que Jackson Whittemore era apto para ser un hombre lobo?

—No lo habría sido si hubieras aceptado mi oferta en primer lugar, Clark.

Cierro los ojos por unos segundos. Sí, yo misma caí en la trampa.

—No podemos estar haciendo esto ahora —suspiro incorporándome del auto—. Especialmente aquí. Cualquiera podría oírnos...

—¿Cuándo, entonces? —pregunta Derek y hay un dolor genuino en sus ojos cuando lo miro—. ¿Cuándo será que podremos hablar? ¿O estás empezando a actuar como una cobarde?

No es su culpa, trato de recordar. No te enojes con él, no tiene la culpa.

—Sabes que soy todo lo contrario —digo con calma, pero empleo suficiente firmeza como para hacerlo callar—. No estoy lista para hablar de ello todavía, es todo. ¿Crees que puedas respetar eso? ¿O estás comenzando a actuar como un egoísta ahora?

El silencio es tenso, tan opuesto a la mañana alegre que nos rodea.

—¿Acaso me pasé de la raya al pedirte que seas mi Beta?

Me toma por sorpresa la pregunta que estoy paralizada.

—Si es eso, lo siento —dice Derek—. No quise presionarte para que fueras algo que no querías ser.

Derek a veces puede ser tan despistado que duele. Y ahora mismo, con la forma en que me mira como si me hubiera roto y no supiera cómo repararlo, el dolor es suficiente para hacer que mi corazón se apriete.

Quiero que esa mirada dolorosa desaparezca.

—Es un poco más complicado que eso, pero no es lo que piensas, lo prometo —le aseguro tomando su mano entre la mía y la aprieto mientras le sonrío—. Así que no tienes nada de qué lamentarte, ¿okey? Tienes suficiente en tu plato para preocuparte por tal cosa.

Derek analiza mi rostro buscando la mentira.

—¿Estás segura?

—Cien por ciento.

Él baja la mirada hacia nuestras manos unidas. Luego, asiente con la cabeza y corresponde el apretón.

—Se está haciendo tarde —digo entonces—. Y tú tienes que prepararte para esta noche.

Derek sigue sin comentar, pero vuelve a dar un gesto de cabeza.

—Vete ya antes de que alguien te vea. Te llamaré si pasa algo.





—¿Ese era Derek? —curiosea Scott cuando regreso a casa y me encuentro con él bajando las escaleras—. ¿Sucedió algo?

—No pasa nada, sólo vino a recoger una cosa que necesitaba —miento, pero la sonrisa es mi mejor máscara.

El tirón empieza a disipar a medida que Derek se aleja más y más, y saber que Scott es una de las razones por la que ignoro el llamado del Alfa hace que la idea se vuelva más pesada de soportar.

—¿Cómo le vas a hacer para esta noche? —pregunto en cambio mientras Scott y yo preparamos el desayuno.

Tomo el plato de cereal que me tiende y agarro las fresas picadas del refrigerador.

—Tengo algo planeado —dice y nada más.

Una respuesta vaga, pero es mejor así.

Aún le resulta un poco difícil tener el control total sobre sus transformaciones cuando se trata de las noches de luna llena, pero Scott ha progresado mucho en las últimas semanas de todas formas. Antes solía quedarse la noche completa transformado en hombre lobo. Ahora, Scott sólo se transforma una vez y regresa a su estado humano, arreglándoselas para soportar el peso de la luna durante el resto de la noche.

¿El problema? Cuando se transforma sigue siendo muy caótico y salvaje, y estar cerca de él es muy peligroso si no lo dejan que se transforme tranquilo.

—¿Vendrás a la práctica de hoy? —me pregunta entonces.

—Tengo qué, si no el entrenador me matará —suspiro y Scott resopla con una sonrisa.

—¿Lograste terminar el ensayo de hoy? Vi que llegaste tarde cuando fuiste a ver a Lydia.

Sonrío con la boca llena.

Stiles logró encontrarla anoche. Se enteró de un homicidio que hubo en la carretera casi a las afueras de Beacon Hills al escuchar la transmisión y fue averiguar con Scott. El padre de Stiles halló a su hijo escondido observando la escena del crimen mientras el hombre lobo rastreaba a Lydia.

En ese momento, mientras el sheriff le daba tremendo sermón, Lydia apareció toda cubierta de mugre, desnuda y aterrada de entre los arbustos.

Fue un milagro, porque llevábamos dos días completos tratando de encontrarla y cuando digo que buscamos en cada mísero rincón de Beacon Hills, lo hicimos. Así que cuando Allison me llamó diciéndome que Lydia estaba en el hospital siendo tratada, me olvidé del estúpido ensayo para la clase de historia y fui a ver a mi amiga.

—No, pero me tocará hacerlo después del receso, creo que tendré tiempo suficiente para hacerlo. ¿Por qué? ¿Necesitas que te lo preste?

Scott me sonríe encogido de hombros.

—Solo asegúrate de que me llegue tu trabajo por correo y yo lo termino por ti.

Afuera, Stiles suena tres veces la bocina y Scott corre con la mochila al hombro para darme un fugaz beso en la sien.

—¡Eres la mejor! —Se detuvo justo en la puerta—. ¿Te quedas o quieres que te llevemos?

—¡Espérenme, me falta el celular!





Ya en el Jeep, reviso el ensayo de Scott—es un desastre, la verdad—escuchando música a todo volumen mientras termino de comerme el plato de frutas, maniobrando para no tirarlo con lo loco que Stiles está manejando hoy. Me despido de ellos en cuanto llegamos, quiero alcanzar la biblioteca a tiempo para imprimir mi ensayo y terminar el de Scott.

Estoy tan concentrada en añadirle un par de cosas, tecleando palabras y palabras, que no me fijo en la mochila que bloquea el camino y caigo al suelo. Mi corazón se detiene cuando veo mi celular rodando frente a mí.

Maldigo en voz baja todo lo que existe en la Tierra mientras el dueño de la mochila, al ver lo que provocó tener sus cosas tiradas en plena entrada de la escuela, se apresura a ayudarme.

—Perdóname —dice él—. En serio, no me había dado cuenta de que dejé la mochila justo en la escalera.

Suspiro frustrada y tomo mi celular del suelo.

—Descuida, la pantalla sigue intacta, así que puedes vivir otro día más.

El chico se ríe, grave y radiante.

—Mi nombre es Isaac —se presenta él—. Isaac Lahey, en realidad. Creo que tomamos física juntos.

Sonrío de lado. Por supuesto que sé quién es, es el chico que se sienta al fondo cerca de la ventana y el que se lleva casi el mismo número de sermones que Stiles logra tener al día con Harris.

Puedo contar con una mano las veces que hemos intercambiado al menos cinco palabras, pero ahora que lo tengo de frente me doy cuenta del profundo color a océano de sus ojos.

—Entonces, eso significa que sabes quién soy —digo encogiéndome de hombros y me acomodo la mochila—. Eso o mi bocota ya me delató.

—Clark Hathaway Kent, ¿no? Eres la estudiante que le gusta interrumpir al profesor Harris. Sin ti las clases fueran más aburridas de lo que ya son. —Isaac entonces hace una ridícula reverencia—. Es un placer conocerla, madame.

Al tenerlo así, noto que los tiernos rizos de su cabello caen rebeldes sobre su frente y casi llega a tocarle las cejas. No es ni flaco ni musculoso, pero tiene una combinación de ambos y por el uniforme que lleva puesto supongo que es parte del equipo de Lacrosse.

Sin poder evitarlo, copio su acción.

—El gusto es todo mío, monsieur.

Ambos reímos.

—Oye, ¿de casualidad vas a ver la práctica de hoy? No me molestaría un poco de compañía, ¿sabes?

—Después de ti, caballero.





Isaac y yo hablamos por un rato más antes de que el entrenador lo llamara con el silbato, y cuando le indica a cada jugador qué harían, veo a Scott casi pisoteando como un niño pequeño de camino a la portería.

Me río. Scott odia la portería.

Sin embargo, no creí que estuviera tan enojado como para empezar a derribar jugadores, pues en cuestión de minutos empieza a taclear a cada jugador que se acerca para anotar un gol.

¿Qué demonios cree que hace? Se supone que los dos jugadores que tiene a sus laterales son la defensa, el portero no se encarga de defender su espacio, sino ellos.

El entrenador le llama la atención y Scott regresa a su puesto, pero en cuanto el silbato vuelve a sonar, él vuelve a hacer lo mismo que hizo hace unos instantes.

—Scott McCall, ¿qué rayos te pasa? ¡Vas a lastimar a alguien! —murmuro enojada, esperando que me escuche con su oído sobrenatural.

Mientras el entrenador da instrucciones a los demás, Scott me mira.

—No lo entiendes —dice—. Tenemos un nuevo hombre lobo. Lo puedo oler, está entre los jugadores. Tengo que averiguar quién es, Clark. Sólo haciendo lo que hago puedo llegar a ellos y olfatearlos sin que sospechen algo.

Me agarro el puente de la nariz, frustrada.

Adiós a mi día tranquilo.

Era cuestión de tiempo, en realidad. Sucedió hace solo unas noches, así que no me sorprende que Scott se haya dado cuenta tan pronto el jugador pisó la cancha. Tampoco es como si el nuevo Beta esté siendo discreto al respecto, su aroma se esparce por todo el lugar como un perfume barato: un perro mojado que lleva días necesitando un baño.

Entonces, el siguiente lanzador pasa adelante.

Isaac.

Me inclino hacia adelante y me llevo las manos a la boca, esperando a que el entrenador—quien simplemente dejó de darle sermones a Scott al ver que el chico no pararía—suene el silbato. Scott corre hacia Isaac y el chico se lanza hacia él, y en vez de que Isaac cayera derribado por Scott, ambos se abalanzan contra el otro de una forma tan horrible que me asusto, segura de que escuché huesos quebrándose.

Corro hacia ellos.

Tenías que seguirle la corriente, ¿no es así? —gruño por lo bajo para que Scott no me escuche y coloco una mano en su hombro, sintiendo su cuerpo temblar. Isaac no levanta la mirada—. ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? Puedo llevarte el vestidor si crees que...

Isaac alza de golpe la cabeza, mostrando unos significativos ojos dorados, que brillan con intensidad y furia, y me gruñe.

Ignorando su casto intento de intimidarme, le encajo mis garras en el hombro—sin perforar la piel—y me inclino hasta que nuestras narices casi se rocen.

Compórtate —siseo—. O le diré a Derek que no te deje salir otra vez hasta que aprendas a controlar esos impulsos.

Mis palabras dan justo donde quería y los ojos brillantes de Isaac parpadean hasta volver a su normal color azul océano.

Lo dejo ir y me separo de él, volviendo a fingir que es solo un estudiante más.

Justo como me pidió Derek.

Pero me quedo observándolo cuando veo que el entrenador lo llama e Isaac va con él, quien, sospechosamente, está acompañado por el sheriff Stilinski.

—Creo que ya lo sabes, ¿no? —me pregunta Scott cuando él y Stiles se colocan a mi lado, también observando la interacción del sheriff con el chico.

—Isaac es el hombre lobo que dijiste —confirmo con un suspiro. Mejor que Scott piense que me voy dando cuenta ahora a que crea que ya lo sabía desde hace días.

—¿De qué creen que estén hablando? —curiosea Stiles.

—Su padre murió —dice Scott, escuchando la conversación—. Creen que lo asesinaron.

—¿Crees que tu papá piensa que es sospechoso? —pregunto.

—No lo sé, es probable —Stiles me mira—. ¿Por qué?

Eso no es bueno.

—Porque lo tiene que interrogar y para eso hay que encerrarlo por veinticuatro horas —digo, observando como el sheriff y los demás oficiales se llevan a Isaac—. Y hoy hay luna llena.

Scott parece que se le cae el alma a los pies.

—¿Qué tan buenas son las celdas para retener personas?

—¿Para personas? Son buenas —Stiles ladea la cabeza—. ¿Para hombres lobo? No tan buenas.

—¿Y quién creen que lo convirtió? —pregunta entonces Scott.

Lo miro como si estuviera loco y Stiles, leyendo mi mente, le pega un manotazo en la cabeza.

—¿A quién conocemos que recientemente se ha convertido en Alfa?

Scott por fin entiende y me mira.

—Derek.

ISAAC AL FIN APARECIÓ Y PODEMOS EMPEZAR A SHIPEAR!!

el siguiente capítulo se van a morir se los aseguro, ay 😍 Clerek shippers, prepárense y agárrenme bien sus pañuelos porque nos partiremos a llorar amores 😍

Nada más les dejo eso 😉

Love,

Wolf Queen

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