Cap. 11 |Try to save him|
LA TIENDA DE COMESTIBLES ESTÁ CASI VACÍA MIENTRAS ERICA Y YO DEAMBULAMOS POR EL LUGAR, LO CUAL ES UN ALIVIO. Esta es la tienda más concurrida de la ciudad y normalmente la gente viene después del trabajo a comprar, pero vinimos aquí tan pronto como terminaron las clases del día para evitar la multitud.
—Escuché que Boyd quiere empezar a hornear —digo frunciendo el ceño ante una caja para hornear brownies—. ¿Acaso te envió los ingredientes que necesita?
—No lo hizo y tampoco responde a mis mensajes de texto.
—Su repostería se fue al caño, entonces. Puedes apostar lo que quieras que no volveré aquí hasta que necesitemos reabastecernos nuevamente.
—Eso podría ser para el final de la semana —resopla Erica—. Sabes que siempre nos quedamos sin comida con facilidad.
—¿Y de quién es la maldita culpa? —Me giro para mirarla, pero Erica solo se ríe—. No estoy bromeando, intenta alimentar a dos adolescentes machos en crecimiento y luego me cuentas cómo te va.
—¿Por qué no nos cuentas a Derek y a mí?
—Porque ambos comen bien. Bueno, Derek sí. Tú, en cambio, necesitas comer más.
Erica suelta un bufido y empuja el carrito hacia el siguiente pasillo.
—Me gusta mi cuerpo tal como es.
—Tu cuerpo —digo mientras tomo cinco botellas de leche— necesita más comida si quieres mantener tu fuerza y energía. Te mantendrá en buena forma sin importar lo cuánto comas, así que deja de preocuparte tanto por la imagen corporal.
—Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿no?
La miro y noto el ceño fruncido entre sus cejas.
—Sé que a veces se vuelve difícil, especialmente ahora que tu imagen ha cambiado y eso, por alguna razón, parece una buena excusa para que los demás sigan juzgando cómo te ves incluso más de lo que solían hacer antes de todo lo que pasó. Pero esfuérzate un poco más, ¿eh? —le digo con sinceridad y presiono suavemente mi pulgar sobre el ceño para suavizarlo. Erica aparta mi mano de un golpe—. Y tampoco frunzas tanto el ceño o te aparecerán arrugas antes de los cuarenta.
—Sí, mamá.
Ella se ríe cuando, en broma, tiro de su cola de caballo.
En realidad, Erica es la que más me colma la paciencia de las tres Betas. Es ruidosa, impulsiva y tiene una bocota encima, lo que significa problemas la mitad del tiempo. La Erica antes de la mordida estaba tranquila, apenas perceptible y obediente, pero la Erica de hoy se ha adaptado a su nuevo caparazón y se asegura de que todos lo sepan. De los tres, es quien más necesita trabajo.
Sin embargo, Erica es una buena persona y considerada con los suyos. Y es cuando no está siendo una completa mocosa—como hoy—, la chica me agrada aunque sólo sea un poquito.
—¿Está todo bien entre Derek y tú? —pregunta ella de la nada.
Mi mano se detiene en el aire, con la intención de agarrar una bolsa de plástico para llevar algunas verduras.
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque los oí pelear anoche.
Pelear por Scott, quiere decir. De nuevo.
Suspiro.
—Perdón si te despertamos, no me di cuenta de lo tarde que era.
—No evites mi pregunta, me importa un carajo tu disculpa.
Mocosa.
—Él y yo estamos bien —termino diciéndole. Pero cuando ella me mira con complicidad, insisto—: En serio, realmente estamos bien. Es sólo que Derek se está desesperando. Quiere que todo el caso del Kanima esté cerrado y olvidado.
—Y no le gusta que Scott está tardando demasiado.
—Literalmente han pasado veinticuatro horas desde el incidente en el club. Eso es una tontería —me burlo.
—Pero realmente se está tardando demasiado —insiste Erica mientras empuja el carrito hacia el cajero—. Scott debería haber hecho el trabajo tan pronto como tuvo a Jackson con él. ¿Qué le pasa?
—Lo que pasa es que él no es un asesino —siseo en voz baja, consciente del cajero frente a nosotros, y le envío a Erica una mirada furiosa—. Scott quiere salvar a Jackson, no acabar con su maldita vida. ¿Cuántas veces tengo que decirles que salvar a alguien no se puede hacer en un abrir y cerrar de ojos?
—¿Pero por qué siempre lo defiendes?
Miro hacia el techo. Dios, la mataré.
—Si supieras el tipo de persona que es Scott McCall, también lo defenderías.
—Pero él no es tu Alfa.
Le piso el pie y Erica ahoga un quejido.
—¡Baja la maldita voz! —digo con los dientes apretados y me despido del cajero—. Y Scott es mi mejor amigo. No necesita ser mi Alfa para defenderlo con los ojos cerrados.
—Y es exactamente por eso que siempre hay tensión entre Derek y tú.
La miro fijamente mientras Erica carga el auto.
—¿Tensión? —repito, confundida. "
—Vamos, Clark —resopla ella—. ¿Qué son esas miradas que se dan el uno al otro sino una maldita tensión? ¿Y el silencio acalorado cuando discutes? Hay tensión entre ustedes dos incluso cuando están bien.
—Eso no es lo que...
—Uno pensaría que se gustan y simplemente no quieren admitirlo.
¿Qué?
Cierro el maletero y me acerco a la puerta del piloto.
—Derek es mi Alfa —digo mientras enciendo el auto.
—Eso sigues diciendo —masculla Erica y comienza a ponerse el cinturón de seguridad—. Pero él también es el amigo más antiguo que tienes. Es tu mejor amigo.
—Según recuerde, sí. ¿Pero qué tiene eso que ver con todo esto?
Ella resopla otra vez.
—Está bien si te gusta tu mejor amigo, Clark. Incluso si ese mejor amigo es Derek Hale.
—Primero, no tengo sentimientos por Derek —digo mientras literalmente tiro del controlador a D y empiezo a conducir—. En segundo lugar, mi vida romántica no es asunto tuyo. Y tercero, nunca permitiría que mis sentimientos se interpongan en mi trato con la manada.
Erica se ríe suavemente.
—Solo digo lo que todos los demás piensan.
—No, solo estás expresando los chismes que tú y los demás hacen. La diferencia aquí es que Isaac y Boyd me tienen miedo y saben que no deben decirme ese tipo de tonterías a la cara.
—Nunca me harías daño —canturrea ella.
Le doy una sonrisa fría.
—Sí recuerdas que tenemos entrenamiento hoy, ¿no?
Erica vuelve a dejar un gruñido inhumano, frustrada, cuando la vuelvo a tirar al piso por enésima vez.
Me incorporo y la observo desde donde estoy; Derek le ordena que siga peleando, así que ladeo el cuello de lado a lado, tronando mis huesos, y adapto una posición de ataque.
—No te detengas hasta que Clark caiga —dice Derek estudiando a la Beta con ojos severos.
Erica se limpia el sudor de la frente con el dorso de la mano y se incorpora del suelo.
Le sonrío.
—Vamos, muñequita.
Ella se lanza sobre mí enseguida.
Ese es su problema; Erica es demasiado impulsiva y fácil de provocar. Se deja llevar completamente por el instinto depredador en sus venas y no le deja espacio a su coeficiente intelectual pensar estratégicamente, dejando todo a la merced de sus reflejos sobrenaturales. La adrenalina es lo que te mantiene activo y en alerta, los sentidos lobunos sólo incrementan el hecho a un nivel más alto, pero es importante saber apoyarse de la parte humana porque al final del día, el cerebro es la única arma que te salvará de un apuro.
La mantengo girando en círculos para cansarla y usar eso como oportunidad para acabar con ella mientras que Erica está determinada en derribarme a golpes limpios y no se da cuenta de que todo lo que hace es motivar mi rodeo. Cuando la oportunidad se hace presente, la tomo de inmediato y ataco, soy agresiva al respecto y me muevo sin dudar, tumbándola e inmovilizándola bajo de mi cuerpo.
Alzo la mano derecha como si le fuera a dar el golpe que acabaría con su vida y el fuego estalla alrededor de ella.
—Muerta —declaro un poco jadeante—. Otra vez.
—Bien —suspira Derek y la ayudo a levantarse—. Isaac, tu turno. Boyd, ve a practicar con Erica.
El chico de ojos azules se aproxima y se coloca frente a mí, analizando mi postura desinteresada con una diminuta sonrisa en los labios.
—Ya sabes lo que tienes que hacer —le dice Derek—. Clark, trata de seguir en pie.
Al contrario de Erica, Isaac sospesa mis movimientos y espera a que tire el primer golpe. Así que empiezo de forma suave y lanzo un débil puñetazo intencionalmente. Isaac lo boquea con el brazo, luego sonríe y seguimos andando en círculos sin quitarnos los ojos de encima.
De entre los tres, Isaac es el mejor en combate. Boyd es bueno por su entrenamiento como militar, pero hay ciertos aspectos muy importantes que se le olvidan, y Erica es muy impulsiva y deja todo a la merced de sus instintos.
En cambio, Isaac sabe mejor que esos dos y se le puede considerar como un rival al momento de batallar. Sí, todavía no llega a mi altura en combate o a la de Derek, pero estoy segura de que no va a pasar mucho tiempo hasta que logre derrotarme y termine dándole la merecida paliza que Derek se merece.
—Dejen de jugar, ustedes dos —farfulla el Alfa con un fastidioso tono mandón.
Isaac y yo respondemos al mismo tiempo y vamos directo a lo agresivo.
Me agacho para esquivar dos puñetazos y aprovecho el estómago desprotegido para golpearlo ahí, obligándolo a doblarse hacia adelante. Pero Isaac me propina un codazo en la barbilla y me tambaleo hacia atrás.
Saboreo la sangre en mi boca y la escupo.
—Estamos progresando —sonrío—. Muy bien, Ricitos.
Isaac lanza un sinnúmero de golpes en mi dirección que logro esquivar por los pelos y tengo tan sólo unos segundos para devolverle algunos. Intenta cansarme, así como hice con Erica, pero estoy segura que no esperaba la pirueta que doy para esquivar su golpe masivo y le golpeo la mitad de la cara con las botas e Isaac cae al suelo.
Trato de mantenerlo ahí, sin embargo, Isaac detiene mi puño con su mano y sonríe al tumbarme al suelo y ponerse sobre mí. Esquivo los golpes y lo empujo lo suficiente con las manos para darme tiempo de usar las piernas para alejarlo por completo, y vuelvo a hacer una pirueta hacia atrás para levantarme, asegurándome de golpearle la mandíbula con el tacón de la bota al hacerlo.
De un momento a otro, Isaac estuvo detrás de mí y bloquea un codazo, torciéndome el brazo tras la espalda. El gruñido de queja queda atorado en mi garganta cuando, justo en ese mismo instante, me obliga a hacerme caer boca abajo e inmovilizarme. Y antes de poder hacer algo, usó mi brazo para tumbarme boca abajo contra el suelo e inmovilizarme ahí.
Su respiración pesada respiración me golpea e Isaac mueve los mechones de cabello que se me escaparon de la cola cuando acercó su boca para decir:
—Te gané.
Su peso desapareció antes de que pudiera siquiera parpadear y, de repente, alguien más me hace rodar sobre mi espalda.
Tengo medio segundo antes de que el pie de Derek me aplaste el cráneo y me alejo rodando.
—¿Qué mierda? —gruño mientras me arrastro para poner una distancia segura entre nosotros.
Derek se acerca como un depredador, sus ojos son letales.
—Es mi turno —dice—. Desármame.
Y se abalanza sobre mí antes de que pueda pensar.
Ha pasado un tiempo desde la última vez que entrenamos, así que estoy un poco atónita. Pero al menos he entrenado mi cuerpo lo suficiente como para que actúe por sí solo, bloqueando y devolviendo el golpe por puro instinto, salvándome el trasero antes de que Derek me haga comer pavimento.
Sin embargo, logré ponerme en pie muy rápidamente y pronto nos reducimos a nuestras viejas versiones. A los despiadados entrenamientos vespertinos en el bosque, a los golpes desgarradores y los puños ensangrentados. Y de alguna forma, de una manera extraña, somos nosotros, es una cosa nuestra, y me dejo arrastrar hacia lo que sea que Derek esté buscando salir de esto.
Porque esto no es sólo un entrenamiento de combate para enseñar a los demás. Así es enfrentarse a un Alfa.
Y me doy cuenta en ese mismo momento de que Derek ha estado entrenando para luchar contra un Alfa porque su madre lo entrenó. He sabido cómo luchar contra un Alfa todo este tiempo.
Saber eso hace que esto se sienta como un baile. Mientras giramos, nos agachamos y lanzamos patadas y puñetazos, reconozco este combate como volver a aprender los pasos de un vals, pero este baile transforma todo en un caos de tambores. El caos perfecto. El tipo de desastre que sólo los luchadores conocen y entienden, y Derek y yo peleamos como si bailáramos, con poder e intención.
Estamos tan consumidos el uno por el otro que ninguno de nosotros se da cuenta de que ahora estamos peleando dentro del autobús abandonado hasta que el espacio reducido hace que sea más complicado moverse. Chocamos contra el metal y duele muchísimo, pero no paramos. El tirón está de vuelta, ardiendo dentro de mí como la bestia de fuego dentro de mí, y todo lo que sé es que me atrae hacia Derek, grita su nombre y respira por él, así que lo persigo y él a mí.
Y entonces, tan repentinamente como empezó, el baile termina.
Termina cuando Derek me empuja contra la pared con una garra alrededor de mi garganta y me doy cuenta de que él ganó.
Pero el baile también culmina cuando lo atrapé con mis piernas alrededor de su cintura mientras mis manos creaban un muro de fuego detrás de él. Y con el espacio reducido donde el compartimiento conectaría otro autobús, que es tan pequeño que si me parara, sus paredes casi rozarían mis brazos, Derek no tendría adónde ir cuando mi muro de fuego podría llover sobre él y quemarnos ambos vivos.
Entonces, al final, ambos ganamos.
—¿Estás bien? —jadeo mientras me deshago del fuego, sintiendo la respiración agitada de Derek abanicando mi cara—. ¿Derek?
Él baja la mano de mi garganta, pero su cuerpo todavía arde al tacto. Y sus ojos todavía están salvajes y desenfocados.
—Oye —le toco el hombro—. Oye, está bien. Puedes soltarme ya. ¿Derek...?
Derek sale de su estupor y parpadea para alejar la neblina que cubría su mirada.
Intento agarrarlo por la muñeca, pero se aleja antes de que mis dedos puedan tocarlo.
—Estoy bien —gruñe y los Betas le abren un camino como si temieran que los arrojara a otra ronda de combate.
Y el tirón dentro de mí desaparece con él.
—Si Jackson no recuerda ser el Kanima, entonces no recordaría haberse robado la tableta de Danny o que trató de matarlo.
Me reuní con los chicos donde tenían a Jackson escondido y encerrado en el interior de una Van. Anteriormente, mientras Stiles y Allison buscaban otro sitio para ocultarlo, Scott fue a visitar a Danny para preguntarle por qué Jackson trataría de hacerle daño.
Debo admitir que me sorprende que Danny no haya encontrado la pregunta de Scott extraña, ya que el chico vive en medio de todas las situaciones que han pasado hasta el momento en cuanto a lo sobrenatural y sigue sin hacerse preguntas. Y dijo que Jackson jamás trataría de matarlo, su amigo tiende a enojarse mucho él, pero nunca a tal extremo de querer lastimar a Danny.
También Danny comentó que había arreglado un vídeo de Jackson y dijo que estaba guardada en su tableta, pero antes de que Scott pudiera pedírsela prestada, Danny le dijo que alguien se la había robado de su auto.
Y nosotros suponemos que fue Jackson.
—Pero ¿por qué se la robaría si no sabe lo que contiene? —pregunta Stiles a nadie en particular.
—Jackson dijo que no pasó nada la noche de luna llena, que se había grabado para capturar lo que sucedería, pero que la cámara no captó algo —digo y arrugo el ceño—. ¿Y si el video contiene el momento de su transformación a Kanima? La criatura no reconoce quién es, así que quizás no tenga idea de lo que realmente contiene el video. Eso implica que alguien más pudo haberla tomado.
—Entonces hay otra persona que sabe lo que Jackson es —asiente Allison.
—Lo que significa que hay alguien que lo protege —Scott nos mira a todos.
—En el Bestiario dice que el Kanima busca un amigo, ¿cierto? —cuestiona la cazadora, pero Stiles la corrige enseguida.
—No, en el Bestiario de Clark dice que busca a un amo.
—Sí, pero no sabemos si eso es cierto. Hasta ahora, el Bestiario de mi familia es más de fiar. Ellos han estado metidos en lo sobrenatural desde hace décadas.
—Mi familia ha sido sobrenatural desde la Edad Media —replico disgustada y me cruzo de brazos—. No tienes que minimizar a mi familia sólo porque el nombre Argent tiene más relevancia, Allison.
La cazadora parece lista para discutir, otra vez, pero Scott la interrumpe.
—A ver, un momento, hay algo que no entiendo —dice él—. Alguien vio el vídeo de Jackson convirtiéndose en el Kanima y lo borró para que él mismo no lo supiera. ¿Quién haría algo así?
—Alguien que quiere protegerlo.
—No, debe haber algo más —insiste él—. Clark, tu leíste que el Kanima sólo persigue homicidas y es una máquina de venganza.
Asiento con la cabeza con una expresión confundida.
—Sí, pero Jackson intentó matarnos esa noche en la piscina.
Stiles concuerda también.
—No sé ustedes, pero yo no he matado a nadie últimamente como para que quieran vengarse de mí.
—He tenido impulsos, pero eso ya es costumbre mía —sonrío.
—Bueno, yo no creo que quisiera matarnos —dice Scott y apunta a su novia con un dedo—. ¿Recuerdas la vez en casa de Isaac? Pasó sin lastimarnos.
—Tienes razón, sólo huyó.
—Bueno, Jackson no tenía intenciones de dejarnos ir con vida la noche de la piscina.
—¿Están completamente seguros?
—La amenaza era demasiado grande como para no verla, Scott. Intentó matar a mi Alfa —específico con seriedad.
—Y lo hubiera hecho —insiste Stiles— de no ser porque Derek y yo seguíamos en el agua... Oh, ¿por qué de pronto me siento violado?
—Porque está pasando algo más y no sabemos qué es —suspira Scott—. No sabemos qué le está pasando a Jackson y por qué hay alguien protegiéndolo.
—Conoce a tu enemigo —masculla Allison de repente y al ver nuestras caras confundidas, ella sacude la cabeza—. Olvídenlo, es algo que me dijo mi abuelo.
La sola mención de Gerard Argent hace que me estremezca. Más aún sabiendo que ahora es el nuevo director de la escuela.
Sucedió desde que pisó Beacon Hills, pero antes no le daba tantas vueltas al asunto porque no sabía que ese era el hombre del que Derek me advirtió. No obstante, ahora las cosas son diferentes.
Gerard está buscando por todos los medios posibles la forma de encontrar a Derek y hacer con él sabrá Dios qué cosas. Nos tiene a todos en la mira, pero ir a la escuela ya no se siente seguro, parece que tengo ojos sobre mí todo el tiempo. Me asusta pasar mucho tiempo con Isaac, Erica y Boyd porque no quiero levantar sospechas, y aun así, necesito echarles el ojo porque jamás me perdonaría si algo les pasa bajo mi guardia.
Y mantener un perfil bajo con todo esto que está sucediendo ahora no es exactamente pan comido, que digamos.
—Bueno, ya lo tengo —Stiles chasquea los dedos—. Matamos a Jackson y problema resuelto.
—¡Acabo de conseguir que Derek esté de nuestro lado! —exclamo y lo empujo—. ¿Me van a venir con esa mierda ahora?
—No podemos matarlo —dice Scott y nos observa a todos—. Arriesgó su vida contra Peter, ¿recuerdan?
—De hecho, no. Jackson sólo apareció justo para atropellarlo con su maldito auto. Nosotros cuatro, en cambio, sí estuvimos a punto de morir esa noche —farfullo entre dientes—. Pero lo gracioso es que obtuvo lo que quería por supuestamente estar arriesgando su vida, así como dices tú. Obtuvo la mordida de Derek. ¡Qué divertido!
—No significa que no valga la pena salvarlo...
Me cruzo de brazos.
—Nunca dije que no debamos intentarlo.
—Todo se relaciona con él ahora —Stiles suspira.
—No sabe lo que hace. Scott tampoco lo hacía en sus primeros momentos como hombre lobo.
—Yo tenía a alguien que me detuviera —asiente Scott, simpatía haciendo sus ojos brillar—, pero Jackson no tiene a nadie.
Una presión se instala en mi pecho y tengo el impulso de acariciar la zona. No quiero imaginarme lo confundido y perdido que debe estar sintiéndose Jackson en estos momentos, cuando casi todas las mañanas se despierta en su habitación básicamente cubierto de sangre hasta los dientes.
—Eso es culpa suya, nadie quiere lidiar con un hijo de puta como él —espeta Stiles y le pego un manotazo—. ¡Ay! ¿Por qué fue eso?
—Por hijo de puta. Vamos a salvar a Jackson y eso está fuera de discusión.
Solo vengo a decir que tenemos nuevo ship y se llama #Clisaac 😍
Les dejo para piensen el resto 😊
Love,
Wolf Queen
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