ᴘʀᴏᴘᴏsᴀʟ.

Se miró por última vez al espejo de cuerpo completo, rectificando por quincuagésima vez que su atuendo fuera el indicado para la ocasión; después de todo, no todos los días podía tener una oportunidad como esa: cenar con su novio, MinHo, en un restaurante. Es más, incluso era complicado recordar cuándo había sido la última vez que habían salido ambos a algún lugar en específico. Odiaba la falta de tiempo en sus horarios pero, mayormente, odiaba la pereza de su amado.

Salió de la habitación con una gran sonrisa en su rostro, sintiéndose como toda una adolescente cliché a punto de ir a él magnífico baile de graduación de la secundaria, esperando impaciente a que llegara su chico en una limusina blanca, la cual, terminaría combinando con su estupendo vestido del mismo tono. Aunque claro, su atuendo no era un vestido blanco ni tampoco esperaría un auto lujoso. Su cuerpo lucía una camisa negra ajustada a su figura, al igual que unos pantalones ajustados que remarcaban la forma de sus piernas; unos zapatos tipo mocasín tampoco podían hacer falta en su conjunto, ni mucho menos aquel cinturón que hacía resaltar más la delgadeza de su cintura. Se preguntaba cómo iría vestido su mayor, aunque tampoco le preocupaba mucho. Bien sabía que su novio se vería perfecto con cualquier ropa que llevase encima —o incluso aunque no llevase nada—.

Caminó nervioso por el corto pasillo que llevaba hasta la sala de estar, peinando ligeramente sus cabellos con sus dedos, dirigiendo algunas de aquellas rebeldes hebras ha mantenerse detrás de su oreja. Acomodó un poco el chocker en su cuello, esperando que no fuera demasiado atrevido su estilo a comparación del casual que podría estar vistiendo Lee. Al llegar a aquel sitio del hogar, tomó asiento en uno de los sofás a esperar a que su amado llegase para poder salir. Tomó su celular entre manos, revisando los mensajes que le llegaban del grupo de los 00 liners, soltando alguna que otra carcajada en el proceso y escribiendo algún que otro mensaje para tratar de aportar algo a la animada conversación que mantenían sus amigos.

Finalmente, la voz de su enamorado le sacó de su enfrascamiento, haciéndole levantarse inmediatamente de el sofá como si hubiese sido impulsado por un resorte o algo parecido a ello. Guardó su celular en uno de sus bolsillos delanteros, sonriendo tímidamente ante la cazadora mirada del mayor. Aquel vestía de una forma bastante casual, aunque también formal al mismo tiempo. Una camisa blanca algo suelta con una corbata bien ajustada, en conjunto con unos jeans negros que resaltaban su figura y zapatos negros de vestir. Podía ser que Han fuera en un estilo bastante atrevido, pero su novio, a pesar de ser uno bastante típico, se le miraba bastante sexy y capaz de conquistar a cualquier alma que se cruzase por su camino.

—¿Nos vamos?  —. La pregunta del menor hizo que ambos se pusieran en movimiento, dirigiéndose hasta la puerta de entrada del departamento. Los dos estaban más que dispuestos a disfrutar al máximo aquella salida; claro, a pesar de que uno de ellos se mantenía un poco más inquieto gracias a lo que planeaba para esa noche.

El restaurante era un lugar bastante elegante. Candelabros colgaban del tejado, manteles extravagantes cubrían mesas y sillas, copas de cristal en cada asiento, meseros vestidos elegantemente, entre varias cosas más por destacar, como por ejemplo las melodías en vivo de un piano y un violín en armonía. Era un ambiente bastante acogedor, digno para pasar una noche maravillosa con amigos o pareja.

Ambos de acercaron hasta el pedestal donde descansaba una agenda y, detrás de este, una persona en traje que revisaba quién había apartado un lugar en el restaurant. El mayor dió su nombre, pronto los dos siendo dirigidos por otro trabajador hasta su respectiva mesa. JiSung miró asombrado la decoración, por un momento queriendo que fuera una boda para poder llevarse el hermoso centro de mesa —su mamá estaría orgullosa de él por pensar de esa manera—.

—¿Qué vas a pedir, mejillitas? —. Inquirió MinHo mientras leía con atención el menú que les había sido entregado apenas tomaron asiento. El menor se sintió algo avergonzado por aquel apodo, sus mejillas ruborizándose casi al instante.

—No lo sé, todo es bastante... Costoso. —. Sonrió con algo de nerviosismo, dirigiendo su mirada a su novio, quien le dirigió una mirada con el ceño ligeramente fruncido.

—Tú no te preocupes por el dinero, ¿sí? Pide todo lo que quieras, yo pagaré. —. Le dedicó una sonrisa con un ligero guiño, volviendo su atención a la carta. —Ah, sólo tampoco te pases. No quiero vaciar mi tarjeta de crédito en una sentada.

—¿Cómo no me voy a preocupar por el dinero? —. Hizo una mueca, analizando todos los precios. —Dios, un vaso de agua aquí cuesta casi lo que es un mes de renta en un semi-sótano.

—No exageres. —. Rió ligeramente. —Estaba pensando en ordenar algo de gak dalbi, aprovechando que no como hace mucho. ¿Tú quieres para que lo compartamos o vas a pedir otra cosa? —. El menor le miró, viéndose pensativo por unos momentos, poco después sonriendo ampliamente.

—Me parece bien. —. Dejó la carta sobre la mesa delicadamente. —Al principio pensaba ordenar algo de galbitang, pero me gusta más la idea del gak dalbi. —. Soltó una pequeña carcajada, observando como su novio también dejaba su menú cerrado sobre la mesa. —Ah, y estoy tentado a pedir agua para tomar.

—¿Agua? ¿Por qué? —. Le miró confundido.

—¿Cómo que por qué? ¡Quiero saber qué tiene que es tan cara! Quién sabe, tal vez hasta sabe mejor que el agua de la JYP. —. Miró a su amado con los ojos bien abiertos y las cejas levantadas, eso adjuntando una pequeña sonrisa en sus labios.

Ji, el agua no sabe a nada. —. Rió el mayor, mirando divertido y con el ceño fruncido al otro.

—Tú qué sabes si ésta no tiene sabor.

—No creo.

—Bueno, no me pienso quedar con la duda.

—Pues pide tu agua entonces.

—No dudes que no lo haré.

Había sido una cena medianamente normal y romántica para dos jóvenes enamorados. La misma habría contado con diversos momentos entretenidos para ambos en los cuales se jugaban algunas bromas y contaban varias anécdotas graciosas recientes de las que probablemente el otro no se hubiese enterado; asimismo, también hubieron bastantes momentos tiernos y románticos donde se daban de comer mutuamente, e incluso cuando habían ligeros roses entre sus manos, los cuales, les sacaban ligeras risillas y rebeldes sonrojos. Lee MinHo y Han JiSung no eran más que dos tontos que habían caído directo en el agujero negro del amor.

Cuando la cuenta por fin había arribado a su mesa, la tarjeta de crédito del mayor se sintió más pesada por la inmensa cantidad de dinero que se habría llevado aquella hermosa cena. Evitó hacer alguna reacción exagerada para que su menor se preocupara por la paga; después de todo, desde un inicio le dijo que él pagaría sin importar qué y, por eso mismo, era su labor hacerlo.

Finalmente, ambos salieron del restaurante después de haber agradecido por la comida y el excelente servicio que les habían proveído en su estadía. Han pensaba que tomarían un taxi nuevamente para regresar al apartamento, sin embargo, Lee tenía otra idea en mente. Los dos comenzaron a caminar por las tranquilas e iluminadas calles de la ciudad con sus mascarillas cubriendo sus rostros para no ser fácilmente reconocidos. Iban tomados de la mano, disfrutando de la compañía del otro mientras intercambiaban palabras —las mismas siendo principalmente el menor recriminándole al mayor por no decirle siquiera el costo de la cena—. Tenían alrededor de ellos un aura de comodidad, tranquilidad y notorio amor.

JiSung en su interior se preguntaba a dónde se dirigían, sin embargo, eso no era una de sus grandes preocupaciones; después de todo, él confiaba tan ciegamente en su novio que permitiría incluso que lo guiara con los ojos vendados mientras se encontraban cerca de un acantilado o en una situación de vida o muerte. A veces se sorprendía a sí mismo acerca de la confianza que le podía tener al otro, pero luego pensaba en todo lo que habían pasado juntos durante esos dos años juntos que no le parecía nada disparatado. ¿Moriría incluso por el mayor? Tal vez, sí.

A la lejanía, de a poco, podía vislumbrar un pequeño parque delimitado por bajos arbustos. Era una de esas zonas verdes tan hermosas que era complicado creer que se hallaban en un lugar urbanizado como aquella enorme ciudad. Aún así, a pesar de ser tan lindo, pocas personas pasaban sus ratos allí. Actualmente, el espacio estaba vacío, algo bueno para el plan del mayor, quien cada paso que daba los nervios le carcomían más y más.

Cuando arribaron, tomaron asiento en un banco de madera bien cuidada, conectando sus miradas de manera tan profunda que podrían fácilmente ver todo el amor que se profesaban mutuamente. Desde la vista del público general, podía verse como esas miradas donde se podría ver hasta el alma de la otra persona. La mano de MinHo estaba apoyada en la banca en medio de ellos, encima de ella estando la de JiSung. Ambos sonreían bobamente, hablando con sus miradas y pequeños gestos que les hacían ver lo que el otro sentía en esos momentos. Entre ellos dos las palabras estaban de más, eran innecesarias.

—Bueno, ¿y el agua sabía diferente como dijiste? —. El 98 liner rompió el silencio, observando divertido a su pequeño, esperando ya fuera una respuesta de negación o que, inesperadamente para él, le dijera que sí, en efecto, sabía distinta.

—Era agua normal. —. El de dulces mejillas hizo una mueca, suspirando decepcionado por aquel descubrimiento que había hecho. —Sabía como agua de grifo, solo que por alguna razón con un precio que los mortales no podemos pagar. —. Suspiró. —Aún así, me sentí tomando agua de la realeza. Digo, no todos los días tomas agua que cueste más de 3,000₩.

—Bueno, entonces tomaste agua como la realeza. —. Soltó una ligera carcajada, observando la ahora pequeña sonrisa alzándose en las comisuras del otro. —Mierda, ¿por qué eres tan lindo? —. Las mejillas de JiSung tomaron un fuerte color carmín, mirando a otro lado algo avergonzado.

—¿Y tú? —. Cuestionó, tomando de nuevo la fuerza de mirarlo a los ojos. —¿Por qué eres tan sexy? —. El mayor soltó una nerviosa sonrisa, ahora siendo él al que se le subieran los colores al rostro.

—No lo sé, es un don, supongo. —. Dijo algo presumido, haciendo que el menor rodara los ojos divertido. Amaba la confianza que tenía su novio cuando se encontraban los dos juntos.

Ambos mantuvieron un silencio nuevamente. Era cómodo, no se requerían palabras para llenar el ambiente de color de rosa que rodeaba a ambos. Sus manos ahora se hallaban entrelazadas y sus cuerpos estaban más cerca de lo que antes se encontraban. Sus labios pronto se habrían juntado en un dulce y largo beso, demostrándose mutuamente todo el amor que se profesaban.

En ese instante, MinHo supo que era el momento correcto.

Se separó lentamente, mirando los profundos orbes de su novio clavados en los propios, mostrando en su reflejo su silueta. Sus ojos eran tan deslumbrantes como una galaxia entera, tan llenos de vida y hermosura. ¿Cómo podría no amar a ese pequeño de dulces mejillas? Estaba decidido a mostrarle esta vida y las próximas lo valioso que era, lo mucho que el universo debía estar agradecido de tenerlo. Con una sonrisa, acarició una de las mejillas del otro con gran delicadeza, poniéndose pronto de pie. El menor le admiró confundido, sus ojos abriéndose estrepitosamente al ver cómo su novio se arrodillaba delante de él.

—Han JiSung, mi mejillitas, el amor de mi vida, la primera razón por la que sigo viviendo día a día en esta mierda de mundo. —. Los ojos del pequeño ya estaban comenzando a cubrirse de lágrimas con tan solo esas palabras. —Lo eres todo para mí y, desde el día en el que te conocí, no has salido de mi cabeza ni un momento. Eres la perfección personificada, la ternura de todo el mundo, el amor a su máxima expresión, todo lo bueno que queda en este mundo. Te amo tanto como podría amar a todos los gatos de este mundo, incluso más que eso. —. En su bolsillo pronto comenzó a buscar algo. —Desearía poder pasar todo el resto de mi vida contigo ya que, estos dos años y medio que hemos estado juntos han sido los más maravillosos de toda mi vida. —. Luego de poco, en la yema de sus dedos se hallaba una sortija dorada, haciendo que, definitivamente, JiSung rompiera en el mayor llanto de felicidad. —Sabes que soy terrible con las palabras, así que iré al grano. —. Aclaró su garganta. —Han JiSung, ¿me harías el gran honor de convertirte en mi acompañante por lo que nos resta de vida?

La boca del menor gesticulaba cientos de sílabas inentendibles y sus cuerdas vocales parecían haber sido cortadas. Sus ojos eran cataratas y su corazón nunca había latido tan rápido como ahora. Finalmente, se lanzó a su novio, haciendo que ambos cayesen al suelo abruptamente.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —. Comenzó a gritar una infidad de afirmaciones, su ahora prometido también comenzando a soltar lágrimas de felicidad mientras lo abrazaba con fuerza. —¡Claro que sí, quiero ser tu esposo!

Y así, la luna, las estrellas y la vegetación de su alrededor fueron las únicas espectadoras del juramento de aquellos dos enamorados. Ambos reían y lloraban juntos mientras seguían tumbados en el suelo, disfrutando de la euforia que les causaba el saber que, después de todo ese tiempo, por fin podrían dar el siguiente paso y ser algo más oficial. No podían esperar a casarse y poder gritarle al mundo que ambos estaban destinados a estar juntos.

Después de todo, ellos lo supieron desde un inicio: estaban hechos el uno para el otro.

─̇❥ᰰຼ⭏ La inspiración tardó en llegar, pero llegó. ✋🏻😫

Espero les haya gustado este capítulo donde, como pudieron leer, se muestra como nuestros queridos MinHo y JiSung se comprometieron. uwu💕

En fin, no tengo mucho más que decir, cuídense mucho y tomen mucha agüita porque, por lo menos aquí en México, ya comienza la época de calor y no me gustaría que a nadie le diera un golpe de calor o algo parecido. :(

사랑해요 여러분. ~ ♡





PD. STREAM BLACK MIRROR DE ONEUS Y HOT SAUCE DE NCT DREAM. ✋🏻

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