VI | El deber llama
LYANN IGNORÓ A TODO EL MUNDO EL RESTO DEL SEMANA Y SOLO SALIÓ DE SU HABITACIÓN SI ERA NECESARIO, COMO PARA COMER E IR AL GIMNASIO, pero su rabia no le permitió hacer nada más que eso. Estaba tan enojada consigo misma que mirarse al espejo explotaba un fuego en su interior que llevaba sin sentir desde hace un tiempo, y, sin embargo, allí estaba, y aparentemente llegó para quedarse, pues una vez el lunes regresó y tuvo que empujarse a sí misma fuera de la cama para ir a la preparatoria Midtown, su rabia seguía intacta cuando cruzó caminos con MJ y no le dirigió una misera palabra.
Era injusto tratarla de esa manera, cuando MJ había sido la única que no se sentía intimidada por Lyann ni la despreciaba a muerte. No obstante, Lyann y su ira siempre habían sido mejores amigas y ahora que Peter Parker comenzaba a sacarla de sus casillas más que nadie en el mundo, su rabia no tenía intenciones de disipar tan fácilmente. Así que, para evitar una discusión o cualquier otro tipo de argumento, evadió a la chica lo más que pudo, conversó lo necesario hasta que encontró una manera de librarse de MJ y encerrarse en el aula más cercana que encontró.
Funcionó durante los primeros períodos, pero casi entrando en el penúltimo Lyann se vio acorralada entre dos estantes, un callejón sin salida y MJ. Demandó saber qué estaba pasando y por qué la evitaba, pero por más buena que MJ era indagando y tratando de descifrar a las personas, no pudo sacar nada de Lyann. La rubia se mantuvo impasible y desinteresada, porque, muy en el fondo, lo menos que le importaba en ese momento era MJ y sus exigencias, cuando Peter Parker le había robado el arma que ella extrajo y ahora estaba haciendo Dios sabrá qué cosa con él. Lyann tenía que averiguar qué tramaba el chico araña, evitar que cometiera —otra— estupidez y enviarlo de regreso al hoyo en Queens por el cual salió.
Por lo tanto, pretendió que MJ era una persona más y no su amiga y la ignoró también.
Hubo una sensación de pesadez en su pecho al hacerlo, remordimiento y culpa, pero mientras más alejada MJ estaba de todo este lío, mejor. Era más seguro.
Así que siguió con su trabajo de siempre, ser una estudiante y niñera al mismo tiempo y mantuvo un ojo en sus clases y otro en Peter Parker. Notó que los dos matones que encontraron contrabandeando armas vagaron por la escuela vestidos de conserjes, probablemente buscando el arma que perdieron y que, conociendo la idiotez del chico araña, podría estar cerca. Hizo una nota mental al ver que Ned estaba cerca de donde esos hombres habían estado —el aula de construcción— y supuso que su colega debería estar por algún lado, una teoría que pronto fue confirmada cuando vio a Peter saliendo de la misma sala de clases una vez los hombres se habían marchado.
La semana siguió concurriendo y Lyann trabajó hasta quedarse dormida. Tony Stark no exigía mucho, pero trabajar con Happy era algo completamente diferente. Lyann no le dijo que Peter le robó la evidencia, dejó que el hombre creyera que Lyann estaba trabajando en ello, y aun así le ordenaba a seguir el rastro a los traficantes y buscar lo que sea que pudiera encontrar sobre el hombre de armadura alada. No le tomó mucho tiempo hasta que pudo encontrarlos en un área de Nueva Jersey y puso un rastreador en su camioneta, y ahora Lyann llevaba siguiéndoles la pista desde entonces.
El sábado llegó por fin y Lyann estaba recién bañada luego de una merecida sesión de ejercicios cuando la pantalla de su computador se iluminó y apareció el rostro de Happy.
—No voy hacerte más galletas, y no, tampoco tengo listo el informe de Parker de anoche. —Fue lo primero que le dijo Lyann, dándole la espalda a la pantalla mientras organizaba su cama.
—¿Y yo qué he hecho para merecer este odio? —Refunfuñó Happy, pero Lyann no contestó, ignorándolo—. Te necesito. El chico se ha ido al decatlón.
Eso atrapó su atención.
—Pero MJ me dijo que no iría. Sigue esperando la llamada del "señor Stark".
—Bueno, algo lo motivó porque está de camino a Maryland.
Lyann entrecerró los ojos. Miró el mapa que colgó en una pared. El estado de Maryland estaba circulado con resaltador rojo. Era la última localización que tuvo de los contrabandistas.
Lentamente, una sonrisa se curvó en sus labios.
—¿Me necesitas en traje? —Curioseó con desgana, aunque comenzaba a emocionarse. Caminó a su armario y la vista de su traje de combate le saludó.
Happy descartó la idea con un bufido.
—No queremos llamar la atención. Pero ve preparada.
Lyann chasqueó la lengua.
—Siempre.
—¿Qué demonios estás haciendo, Peter Parker?
Lyann se quedó mirando al holograma.
Hace cinco minutos que dejó de mostrar el seguimiento del chico araña. La noche ya había caído y hace diez minutos que el Hombre Araña estaba en movimiento, pero de repente y de la nada su señal cayó y ahora Lyann estaba en blanco. Miró hacia abajo, entrecerró los ojos al ver los chicos del decatlón disfrutar de su escapada a la piscina y tras apretar los dientes de frustración, se levantó y decidió tomar las riendas de la situación.
Ned, el mejor amigo de Peter, verdaderamente que no se esperaba que Lyann Evans entrara por su ventana.
—¡Mierda! —Chilló, casi lanzando la laptop por los aires.
—¿Dónde está? —Gruñó Lyann y escudriñó la habitación.
Ned se puso a balbucear.
—¿Dónde está quién? ¿Y qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar en...?
—No vine a jugar, Ned. Dime a dónde fue Peter.
Lyann lo vio rascarse la nuca, riéndose nerviosamente.
—¿Cómo voy a saber yo dónde...?
—El chip de rastreo que estaba en su traje está en esa lampara, Ned —Lyann puso cara de pocos amigos.
Ned tragó duro.
—¿Al menos intentaste detenerlo? Lo que sea que anda buscando lo está poniendo en peligro, y lo que sea que lo pone en peligro me pone a mí en la línea roja, chico —Lyann lo miró con ojos duros—. Me estoy arriesgando el trasero por esto. Vamos, Ned, habla ya.
El chico suspiró. A pesar de haberse enterado que su mejor amigo era el Hombre Araña y que conoció a Tony Stark, no esperaba que lo arrastrara en todo este embrollo.
—Lo intenté —masculló Ned, luego señaló la pantalla de su laptop—. Ahora soy el Alfred Pennyworth de Batman.
Lyann gruñó. Se pellizcó el puente de la nariz. Miró la hora.
Nadie la estaba esperando. Todos en la Torre Stark sabían dónde estaba y lo que estaba haciendo, pero aun así Lyann quería más que nada en el mundo estar envuelta en su cama con un libro en el regazo, sabiendo que el chico Parker estaba tranquilamente en su casa con su tía May Parker.
Suspiró y se giró hacia la ventana.
—Reza para que todo salga bien, amigo.
Y sin más, saltó.
La última notificación que obtuvo sobre los traficantes señaló que estaban en una gasolinera cerca de la salida de Maryland y, suponiendo que Parker estaría siguiéndoles la pista, ese fue el primer lugar donde optó buscarlo. Acertó, pues encontró restos de telaraña, más gruesas y pegajosas que las telarañas normales. Se infiltró en las cámaras de seguridad de la estación, encontró la grabación donde aparecían Peter y los contrabandistas, pero nada lo llevó a entrar en acción. Estaba siguiéndolos, nada más. Sin embargo, al no obtener nada más borró la grabación del sistema, se lo envió a su propio celular y optó por meterse en las demás cámaras de seguridad de la cuidad de Maryland en busca del Hombre Araña.
Comenzaba a amanecer y Lyann estaba comenzando a frustrarse. No había ni rastros de Peter Parker y, tras checar cada hora con Ned, el chico le informó que su mejor amigo tampoco había regresado. Se quedó en el área donde lo había visto por última vez, cerca de las afueras de Maryland, esperando encontrar algo del muchacho, pero a medida que los minutos pasaban, el alba se alzaba y las carreteras volvían a cobrar vida, Peter Parker seguía sin dar señales. Por lo tanto, en caso de lo peor, Lyann comenzó a hacer un plan.
Tony Stark posiblemente se enojaría hasta el punto de que la vena del cuellose le reviente cuando se entere que Parker ha desaparecido, pero no podía culparla del todo cuando el chico a quien le dio un avanzado traje que él mismo diseñó era un cerebrito. Por algo lo eligió como parte de su propio equipo para luchar en Berlín, de todas formas. Aun así, si Peter estaba desaparecido, ya no era su problema, sino del Hombre de Hierro, por lo tanto, Lyann ya no tendría que vigilar a nadie. Podría enfocarse en algo más, algo que llevaba meses planeando.
Su huida.
Que se hayan mudado de la Torre Stark ha sido solo un cambio del que Lyann podía encargarse con los ojos cerrados, sin embargo, el truco estaba en escapar y contactar a Steve. Le ha costado mucho navegar por la red sin que Friday se diera cuenta, aquella computadora era una serpiente escurridiza y sabía meterse hasta en los rincones más remotos del internet, pero por más que Lyann se ha sometido a su búsqueda y hallar algo, lo que sea, que le dijera dónde podrían estar escondiéndose Steve y los demás, todo la ha llevado a un callejón sin salida. No podía esperarse nada menos de alguien que era mejor amigo de la Viuda Negra, pero aun así los ánimos de Lyann se fueron por la alcantarilla.
Pero nada era imposible. Podía encontrarlos. Solo tenía que cavar más profundo.
Si hallaron a Bucky, claro que podía dar con Steve Rogers.
La mañana ya estaba bien entrada cuando estaba regresando a la cuidad de Maryland, pero entonces el holograma de Friday brilló en el cristal de su casco. Una llamada entrante.
De nadie más y nadie menos que Peter Parker.
—¿Dónde diablos estás? —espetó en cuanto contestó.
—¡NO HAY TIEMPO PARA ESO! —gritó él desde la otra línea—. ¡EL ARMA ES UNA BOMBA!
Lyann parpadeó. Tres veces.
—¿Cómo dices?
—¡La cosa brillante que te quité! ¡Esa cosa es una bomba!
Lyann pensó. Tuvo que salirse del camino para no accidentarse.
Mierda.
—¿Dónde estás, Peter?
—¡Justo detrás de ti!
Lyann giró el cuello tan rápido que le tronó. Y en efecto, Peter Parker pasó justo a su lado, agachado sobre un camión de carga.
—¡Ya voy! —Dijo y colgó, acelerando y esquivando carros para acercarse. Friday ya le estaba mostrando una secuencia de rutas para llegar más rápido al centro de la cuidad.
Peter saltó a su motocicleta. Lyann fue horriblemente consciente de los brazos del chico alrededor de su cintura, sosteniéndose de ella. Miró sobre su hombro, pero se encontró a Parker usando la máscara. Apretó la mandíbula y aceleró la moto. No tuvo que pedir por una explicación, el chico araña ya estaba cacareando como una gallina.
Le dijo que se quitó el rastreador, que no quería sus ojos husmeando donde no debería y fue tras los traficantes con la esperanza de encontrar al hombre de armadura alada. Lo hizo. Robaba armas que Control de Daños recolectaba para almacenar en una de sus almacenes más seguras de la cuidad, lo que explicaba el por qué sus armas eran tan avanzadas, pues venían de armaduras como Ultron, las naves espaciales que invadieron Nueva York y los miles de robots que atacaron Sokovia. También mencionó el equipo avanzado que el hombre usaba para robarlas, una especie de campo de fuerza que convertía toda superficie sólida en traspasable.
—¿Qué hay de la bomba? —Preguntó Lyann, doblando en una esquina y llevándose quejas de conductores cercanos.
—Necesita radiación para hacerla explotar —Peter se aferró más a Lyann cuando dio otra doblada pronunciada y se inclinaron a un lado.
—¿Y Ned tiene esa cosa? ¡Peter!
—¡Ya sé! ¡Soy un idiota!
—¡Llama a Ned, maldita sea!
—¡Estoy en eso! ¡No me grites!
—¡No me provoques, Parker!
Ned contestó, pero a Peter se le hizo completamente inútil poder hacerle entender que cargaba con una bomba radioactiva. Los nervios se lo estaban comiendo vivo y la culpa de lo que posiblemente podría sucederle a su mejor amigo parecía ahogarlo. Apresuró a Lyann una y mil veces, ganándose una larga lista de maldiciones como respuesta, pero al menos la chica aceleró y esquivó por los pelos un par de autos que estaban a punto de chocar con ellos.
Peter se prometió de que, si algún policía los multaba, sería él quien lo pagaría.
Llegaron al monumento que el resto del equipo del decatlón estaba visitando, pero aparentemente la bomba ya empezó a causar estragados porque el suelo bajo los pies de Lyann vibró con ganas y restos de polvo cayeron de la punta del monumento.
—¿Karen, que está pasando? —Le preguntó Peter a la mujer dentro de su traje.
Lyann vio a MJ sentada en unos bancos.
—¡MJ!
La chica alzó la cabeza de su libro. La confusión de verla ahí era imposible de pasar por alto.
—¿Lyann...? ¿Qué estás haciendo...?
—¿Y los demás? ¿Dónde están?
—Adentro. Arriba para ahora, creo —MJ negó con la cabeza, confundida—. ¿Qué está pasando, Lyann?
—Tu misma lo dijiste en la fiesta —Lyann alzó la mirada a la punta del monumento, que comenzaba a agrietarse—: El deber llama.
—¡Evans!
Lyann corrió hacia Peter.
—¿Estado?
—La bomba se detonó —informó él—. Los chicos están atascados en el ascensor.
Lyann asintió.
—Ve por ellos. Yo sacaré los demás turistas. ¡Ya!
Ambos corrieron; Peter comenzó a trepar la inmensa y alta pared, mientras Lyann empujó personas para entrar en la recepción del monumento y encontrar caos tomando lugar ahí. Hubo otra conmoción cuando las personas se dieron cuenta de su presencia, algunos retrocedieron y dos guardias sacaron sus armas y apuntaron, pero Lyann solo tenía ojos para los guardias que se agrupaban junto a las puertas del elevador y miraban hacia el interior.
Lyann tomó al guardia más cercano que tenía. Mujeres chillaron al verla.
—Escúchame bien —siseó en su cara—. Una bomba radioactiva acaba de explotar y ese ascensor de allá está por caer. No sé cuántos daños más hay, pero tienen que sacar a estas personas de aquí ahora.
El guardia entrecerró los ojos, desconfiado.
—¿Y por qué tendría que creerte?
La respuesta llegó por sí sola.
Los guardias que trataban de ayudar en las puertas del ascensor se apartaron cuando algo grande y metálico cayó. Posiblemente una parte esencial del elevador.
—Porque esa cosa está por caerse y hay vidas en peligro. Todos lo están. ¡Muévete, ya!
El guardia se movió. La conmoción se intensificó a medida que turistas, familias y niños trataban de salir del lugar. Lyann aulló ordenes y ayudó a sacar a una pareja de ancianos, pero al ver que nada estaba sucediendo se oprimió el botón de su auricular y el traje de Peter contestó a la llamada enseguida.
—¿Qué está pasando allá arriba?
—¡Estoy tratando de entrar por una ventana!
Lyann se abrió pasó entre los guardias. Asomó la cabeza y miró hacia el ascensor diez pisos más arriba.
—¡Lyann, en caso de que caiga tendrás que usar tu grito!
Lyann se paralizó.
—¿Qué? ¡No!
—¿Cómo que no? ¡Hasta que no entre no voy a poder detenerlo si cae! ¡Lyann, no hay otra opción!
—¡Pero llevo meses sin usarlo! ¡Es como si ya no tuviera el control!
—¡LYANN, NO ME IMPORTA! ¡HAZLO!
Lyann se apartó. Los guardias la miraron confundidos e incluso algunos le preguntaron si iba a ayudarlos o no. Sin embargo, Lyann estaba demasiado ocupada debatiendo consigo misma, tratando de encontrar otra opción de salvar a Ned y los demás del equipo decatlón. Se encontró en blanco, porque no cargaba con el equipo necesario como para abrir un hueco en la pared metálica del elevador y sacarlos por la escalera de emergencias, y una pistola no haría absolutamente nada más que herir a alguien. Lyann gruñó, dándose cuenta que Peter Parker tenía razón.
Miró a los guardias. Echó un vistazo a las personas que se amontonaban en la salida para observar lo que pasaba. Los guardias que trataban de mantener la calma afuera también la miraban.
Si hacía esto, si lo intentaba, era su fin. Le encerrarían hasta que muriera en una celda.
Lyann volvió a mirar el interior del ascensor. Escuchó los gritos de Liz y de su profesor de ciencias.
Suspiró.
—A la mierda con el gobierno.
Lyann entró en el interior del elevador, ganándose exclamaciones de sorpresa.
—¿Sabes lo que estás haciendo? —Le preguntó un guardia nervioso.
—¿Honestamente? No.
Pero aun así puso una pierna delante de la otra, cerró los ojos y respiró hondo.
Buscó en su interior, nadó a lo profundo de su ser y se encontró con un mar negro congelado hasta el fondo. Esto era ella, que al rehusarse a recurrir a sus facultades, sus poderes se desgastaban como la maquinaria que dejaba de ser pulida y ahora parecía inservible. Sin embargo, esta no era la primera vez que Lyann hacía esto, que trataba de encontrar el interruptor para regresar la vida a su poder, así que no tuvo miedo.
Al menos, trató de no tenerlo.
Esto que estaba haciendo era muy peligroso. Lyann aprendió la lección de no subestimar la fuerza de su poder y, ahora que sabía con claridad de lo que era capaz, cuestionar todas las probabilidades de que esto saliera terriblemente mal era inevitable. Pero, de todas formas, Lyann no tenía otra vía de escape más que esta, así que intentó con ganas. Buscó y buscó como un sabueso tratando de encontrar el rastro de su amo, ese poder era suyo y de nadie más, por lo tanto, si le comandaba a aparecer, debería obedecerle.
Regresa.
Cables de hierro se quebraron. Cristales cayeron. Hubo chillidos de miedo.
Regresa... ¡Regresa...!
Lyann respiró hondo, una y otra vez.
¡Regresa!
¡REGRESA!
La última cuerda metálica se quebró. El ascensor cayó.
La Banshee gritó.
La onda expansiva de su llanto se extendió con rapidez, pero en cuanto hizo contacto con elevador que caía en picada la protesta estuvo ahí al instante. La Banshee dobló las rodillas, arrugó el ceño en concentración y empujó con su grito, arriba, arriba y arriba.
En algún momento el peso se hizo más soportable, por lo que quiso pensar que el Hombre Araña por fin llegó al rescate, pero antes de poder cantar victoria algo lo hizo perder el agarre y el ascensor continuó cayendo. Las rodillas de la Banshee se doblaron aun más, no obstante, ella apretó los puños y aumentó la fuerza de su grito, empujando arriba, arriba y más arriba. Sus músculos temblaban, el peso era demasiado, pero la Banshee se obligó a seguir.
Esto era lo correcto, tenía que continuar hasta que terminara.
El ascensor cayó aun más. La Banshee no pudo evitar que sus rodillas fallaran. Pero su llanto no cedió, siguió empujando, esperando, rezando, para que el Hombre Araña haya sacado a todo el mundo. Era vagamente consciente del guardia que se comunicaba a través de un radio-comunicador con los guardias en la punta del monumento, esperando noticias, pero incluso cuando el hombre estiró una mano para que la Banshee la tomara y la sacara de ahí antes de que el elevador la aplastara, ella siguió gritando, gritando y gritando.
Su cuerpo completo temblaba, el esfuerzo estaba alcanzando su límite. El grito de la Banshee estaba alcanzando su límite de aire. No obstante, ella continuó, completamente ciega de las personas que grababan el evento y subían lo que captaban a las redes. La Banshee, una asesina profesional de HYDRA, salvando un grupo de adolescentes dentro de un elevador que caía. La sorpresa estaba ahí, nadie se lo creía, pero ahí estaba ella, la Banshee, haciéndose viral en el internet junto al chico araña.
—Es una heroína —exclamó la anciana que Lyann había ayudado a salir.
—¿Mami, cuánto podrá aguantar? —Le dijo una niña pequeña a su madre, pero la mujer no le contestó. No quiso destruirle las esperanzas.
Pero la Banshee ya no podía aguantar. Estaba a punto de traspasar su límite. Su grito estaba perdiendo fuerzas.
—¡AGARRA MI MANO! —Le gritó el guardia, todavía con esta extendida.
La Banshee no se movió. Tenía que asegurarse, tenía que saber que estaban a salvo.
—¡AGARRA MI MANO!
Otro guardia se dio cuenta de lo que sus ojos suplicaban.
—¡Necesito saber qué pasa allá arriba! —Pidió por el radio-comunicador.
—¡Están bien! ¡Todos están a salvo!
La Banshee abrió los ojos, como si no se lo creyera. El guardia agitó su mano extendida.
—¡SUÉLTALO! ¡SUÉLTALO YA!
La Banshee lo soltó, agarró su mano y los guardias tiraron de ellos casi al instante. Todos cayeron al suelo justo cuando hubo un estruendo y cristales salieron volando. Llantos y chillidos venían desde afuera, sirenas sonaban y policías bramaban órdenes. El elevador cayó.
Pero no había nadie dentro.
Lyann, jadeando en busca de aire, se relamió los labios resecos y se llevó una mano temblorosa al oído.
—¿Parker...?
Pero el Hombre Araña salió de entre las puertas metálicas dañadas. Jadeaba y trataba de asimilar todo lo que Karen le decía, desde los daños que causó la caída del elevador hasta la cantidad de patrullas policiales que había afuera.
Sin embargo, se olvidó de todo cuando se encontró a Lyann.
Estaba tirada en el piso, parecía desorientaba y estaba extrañamente pálida. Peter quiso asociar el tono de su piel por el esfuerzo que tuvo que usar para amortiguar la caída del ascensor con nada más que su grito. Peter trató lo más que pudo de detenerlo para que todos salieran y ciertamente el llanto de la Banshee ayudó bastante, pero las cosas que salieron de control cuando Liz Allan saltó fuera del elevador muy tarde y Peter tuvo que lanzarse a por ella. La salvó, pero no pudo avisarle a Lyann que debía quitarse del camino para evitar ser aplastada.
Nos obstante, ahora que la veía sana y salva, por alguna razón se sintió aliviado. La chica estaba sudada, tenía una mirada asesina y ahora que parecía consciente de su alrededor, lucía nerviosa, pero Peter Parker estaba aliviado de darse cuenta que estaba bien y sin un rasguño.
Extendió una mano hacia la Banshee. Lyann no lo pensó dos veces antes de tomarla y dejar que Peter la ayudara a levantarse.
—Lo hicimos —jadeó él—. Los salvamos.
Tremendo capítulo este, ¿no? Largo e intenso. Justo como me gusta. Confieso que a medida que lo preparaba no quería que fuese tan largo, tiene aproximadamente 3,700 palabras, y yo estoy acostumbrada a que mis capítulos en Banshee sean de 1,500 a 2,000 palabras. Pero creí que era necesario que cortarlo a medio camino, no era justo ni para Lyann ni para ustedes.
En fin, hubo de todo un poco. ¡Y Lyann al fin usó su grito! Ahora les explico qué pasó con eso.
Lyann fue herida. Tony le disparó en el estómago. Seguro que lo recuerdan, ¿no? Puede que no haya hecho ninguna diferencia, pero lo que sí hizo una marca muy diferente en Lyann fue descubrir que tendría que vivir con Tony Stark hasta Dios sabe cuándo. Ella solo quería estar con Steve y los demás, no con el hombre que le dio caza a su amigo y familia. Eso provocó un estado de depresión, a lo que Lyann se rehusó a usar sus facultades, más porque ahora vigilan cada uno de sus movimientos y cualquier paso en falso perjudicaría toda su vida más de lo que ya está. Así que, al pasar tres meses sin usar su grito, sin hacerle caso a lo que lleva dentro, sus poderes se deterioraron como una flor a la que no le dan agua todos los días por la mañana. Sí, sus poderes estaban ahí y podía alcanzarlos si se concentraba, pero usarlos solo le recordaba a sus amigos y le causaba dolor en el corazón.
Y ahora los volvió a usar. Y funcionó. Al principio quería hacer que se prolongara, que Lyann no utilizara sus poderes hasta la mitad de esta parte, pero otra idea me vino a la cabeza y seguí mi instinto y lo dejé pasar. Espero que les haya gustado, porque si no voy a empezar a tener mis dudas.
En todo caso, tenemos a la Banshee y el Hombre Araña trabajando juntos por primera vez. En lo que a Lyann y Peter respecta, esos dos son polos opuestos y siempre están en desacuerdo, pero si hablamos de la otra cara de ellos, la Banshee y el Hombre Araña saben muy bien cómo dejar sus diferencias a un lado para el bien mayor. Y me encanta.
¿A ustedes les gustó?
Bueno, hasta aquí llegué yo hoy. Espero que este capítulo las haya hecho feliz y nos leemos el siguiente sábado ❤️.
Love you all 3000,
Wolf Queen
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