IX | ¡Todos a bordo!

        SENTADA EN EL MEDIO DEL LARGO MUEBLE DE CUERO FINO Y CARO CUERO BLANCO, LYANN SE REHUSÓ A HACER CONTACTO VISUAL CON EL HOMBRE DE HIERRO. Era consciente de su presencia y su filosa mirada, también de los ojos de la señorita Potts viajando de Lyann a Tony, de Tony a Lyann. Algo estaba por estallar y la señorita Potts, con el estómago hecho un completo nudo, se halló a sí misma entre la espada y la pared, sin poder hacer nada más que observar cómo el cronometro corría y rezar para que el caos no sea tan grande como presentía que sería.

Lyann parpadeó, la única señal de que no se había convertido en un tronco humano. En realidad, lo hizo porque sus ojos le empezaban a escocer, pero, aun así, se quedó con la mirada fija en un rascacielos que tenía enfrente. Vio diferentes luces, diferentes oficinas y habitaciones encendidas en varios pisos, y se preguntó por qué el universo seguía apuñalándole en la espalda cuando hacía algo bien.

Al menos, eso suponía Lyann que hizo horas atrás en el Ferry.

El taconeo de los zapatos caros de Tony Stark se escuchó con perfecta claridad bajo el fino y tenso silencio de la sala. Se plantó frente a la Banshee, bloqueando su vista, y Lyann no tuvo otra opción más que alzar la mirada hacia él, lentamente. Sus ojos, convertidos en una tormenta de azul marino, perforaron la figura del Hombre de Hierro.

La plasma a su derecha se encendió sin ningún control remoto, sin ninguna orden. El canal estaba silenciado, pero Lyann no necesitaba oír lo que transmitía; las imágenes eran más que suficiente. Sintiendo la urgencia de apretar los puños, Lyann observó su propia figura balanceándose de una mitad del Ferry a otra, usando tanto una telaraña de Peter como su grito inhumano para llegar al otro lado, un brazo aferrando la figura de una niña que estaba por caer al vacío y darse de cara contra el mar.

Mientras tanto, rodeando el bote, el Hombre de Hierro lanzaba rayos de sus manos para mantener el Ferry a flote y reunir sus piezas, el Hombre Araña luchando con toda su fuerza para que sus telarañas no se desprendieran y dificultaran el trabajo del Hombre de Hierro.

Una vez más, Lyann desvió los ojos de la televisión al héroe en cuestión, encontrándolo a punto de hablar.

—¿Por qué, Lyann...?

Ella arqueó una ceja.

—Me preguntas el por qué, cuando la respuesta está justo frente a tus ojos —Lyann señaló al canal de noticias con un dedo—. Peter quería probar algo y cuando lo hizo, lo rechazas y tiras sus esperanzas a la basura. Haces todo eso mientras me miras como si esto fuera mi culpa.

—Eso no fue lo que...

—Ah, ¿no? Entonces, díganme usted, señor, ¿qué fue lo que sucedió? En realidad, me encantaría saber por qué me está mirando como si lo he decepcionado, cuando he hecho todo lo que me ha pedido, todo lo que me ha ordenado hacer, sin rechistar en ningún momento. He sido obediente y he hecho mi trabajo, que era supervisar a Peter Parker. De no haber ido con él, las cosas hubieran ido mucho peor.

Lyann y Tony se miraron, dos fuerzas a punto de estrellarse contra la otra.






NUEVE HORAS ANTES


El Ferry estaba por zarpar para cuando Lyann y Peter llegaron al puerto. Peter le aseguró a Lyann que podrían entrar con todo y motocicleta, pero Lyann se negó rotundamente. La chica se había encariñado bastante en el poco tiempo que tenía con su moto como para permitir que el Hombre Araña la arruinara con sus telarañas. Por lo tanto, dejaron la motocicleta, pagaron el tramo de hora y, sin avisar alguno, Peter ancló un brazo alrededor de la cintura de Lyann y apuntó.

Lyann trató de librarse.

—¡No, Peter! ¡PETER!

Muy tarde, ya estaban prácticamente volando hacia el Ferry.

Ágilmente, Peter lanzó otra telaraña, envolvió su punta alrededor de la muñeca de Lyann y, sabiendo que la chica sabría cómo aterrizar, la dejó balancearse hacia la cubierta del Ferry. Espectadores se asombraron ante la caída de la chica, quien rodó sobre el suelo y se incorporó con simpleza, arreglándose el cabello por la brisa.

Lyann se tragó las náuseas y forzó una sonrisa.

—Buenos días —saludó con un asentimiento de cabeza y se marchó de ahí, contestando la llamada entrante de Peter y se llevó el reloj a la oreja—. ¿Los encontraste?

Segundo piso, en la primera línea de bancos. Está el moreno de la otra noche, el que ataqué, y otro tipo a quien no reconozco.

—En camino.

Bajando escalones, esquivando personas, Lyann no pudo evitar pensar el peligro que corrían. Un hombre que tenía acceso a una tecnología a la que no debería ser manipulada por una mente como la suya estaba contrabandeando las mismas armas dentro del Ferry, cuando un movimiento en falso y cualquiera de ellas podría detonarse, dejando a varios heridos y posibles muertos.

Lyann pensó en un plan. O intentó, al menos, pues todo estaba ocurriendo con demasiada rapidez, obligándola a dividir su mente en siete partes diferentes para cubrir todos los ángulos y asegurarse de que todo estaba bajo control. Casi alcanzando el área que Peter le señaló, Lyann pasó junto a una señal de avisos que recordaba a los viajeros sobre la prohibición de cigarros, armas blancas y de fuego dentro del Ferry.

Siguió caminando, repentinamente consciente del peso de su revolver escondida dentro de su chaqueta de cuero.

Entró en la zona, revisando casualmente su reloj para comparar imágenes. Reconoció la cabeza de uno de los hombres, piel clara y cabellera casi calva, y mientras que en la fotografía le estaba dando la espalda, desde el ángulo de Lyann podía verle el rostro.

Definitivamente pertenecía a la cara de un manipulador, un hombre ambicioso y hambriento. Lyann pudo leerlo con solo una mirada en su dirección y el presentimiento que sintió no le sentó para nada bien, suponiendo que aquel hombre no solo podría ser la cabeza de toda la organización, sino también el posible hombre con alas.

Una vibración le llamó la atención y Lyann descendió los ojos para ver la nueva llamada entrante.

Tony Stark.

Otro presentimiento la golpeó, y no era del bueno.

Entonces, el hombre se levantó de su asiento, casi saltando fuera de él. Lyann esperó a que haya salido para seguirlo, manteniendo el rostro calmado y el paso medio apresurado para no perderlo de vista. No llamó a Peter; existía la posibilidad de que su presa lograse escucharla y no podía arriesgarse, así que esperó que las cosas no se hayan calentado allá donde se encontraba Peter y que nada malo ocurra.

Obviamente, estaba equivocada.

Siguió al hombre hasta el estacionamiento y antes de poder anticiparlo, el tipo tomó a otra persona y estampó su cabeza las suficientes veces contra una camioneta como para dejarlo inconsciente y sangrando. Sin embargo, para cuando el agresor se dio la vuelta para montarse en la camioneta, se encontró con la boca de una pistola apuntándole al entrecejo y unos asesinos ojos azules.

—¿Va a algún lado, señor? —curioseó la Banshee, voz aterciopelada, pero fría como la oscuridad.

El hombre fue lo suficientemente valiente como para moverse, ágil como un halcón, y desviar la boca del arma hacia otro lado, y gracias al silenciador que Lyann le colocó, el disparo no hizo sonido alguno. Ambos se sumergieron en una pelea, forcejeando bajo un increíble silencio, y cuando Lyann notó que el objetivo de su oponente era llegar al interior de la Van, la chica hizo todo lo que pudo para evitarlo. No obstante, al cuarto intento, un ángulo quedó expuesto y el agresor pudo introducir una mano al interior del auto.

Un guantelete apareció en campo de visión de Lyann y, en un abrir y cerrar de ojos, el puñetazo la envió a volar y caer estruendosamente a la otra punta del estacionamiento.

Peter, que acababa de deshabilitar a todos los contrabandistas que halló, sintió la presencia de la Banshee acercándose y cuando se dio la vuelta, solo tuvo tiempo para abrir los ojos de par en par antes de que Lyann se estrellara contra suelo y rodara a sus pies.

—Oye, ¿te encuentras bien? —le preguntó al agacharse hacia ella.

Lyann tenía el rostro arrugado de dolor, a penas con aire para quejarse. Aun así, se las arregló para asentir antes de poder pararse sobre sus pies con la ayuda de Peter.

—Creo que encontré a nuestro hombre alado —le dijo en un jadeo, tanteando el aire y dándose cuenta de que perdió su pistola—. Demonios. ¡Peter, ve por él! Yo me encargo de estos. ¡YA!

Peter asintió, dispuesto a moverse cuando sus ojos cayeron en él.

Algo más sucedió.

—¡ALTO! ¡FBI! ¡AL SUELO!

—¡MANOS DONDE PUEDA VERLAS!

—¡FBI! ¡DE RODILLAS!

Lyann se paralizó.

Un número de diez armas y casi doce pares de ojos estaban sobre ella, sobre Peter, y los estaban deteniendo. Parker no tendría problemas, el señor Stark lo librará de cualquier cargo, pero Lyann no podía salirse con la suya tan fácilmente.

—¿Qué demonios están haciendo aquí? —siseó a nadie en particular. Todavía podía escucharlos gritándole órdenes para que se colocara las manos tras la nuca y se pusiera de rodillas.

Lyann no hizo tal cosa.

Era consciente de lo que esto significaría, lo que mostrar resistencia ante el FBI, una organización que llevaba siguiéndole la huella desde hace años, podría insinuar. No le estaba haciendo nada bueno a su imagen y solo favorecía su reputación, pero eso no importaba ahora, no cuando el caos estaba por explotar.

Y lo hizo con el hombre alado saliendo de la camioneta.

Lyann ya estaba en movimiento, esquivando los láseres purpura y tacleando agentes del FBI fuera del camino. Cuando no logró llegar a uno a tiempo, lanzó su grito justo a tiempo antes de que el láser le abriera un hueco en el estómago. Enseguida Lyann y Peter estaban ladrando órdenes, empujando a los agentes hacia la seguridad del Ferry dentro de sus paredes, pero varios decidieron abrir fuego contra el hombre alado mientras su cómplice huía.

Lyann corrió tras él.

Esta vez no hubo tiempo para ser civilizado, y Lyann empujó y tumbó a quien sea que se interponía en su camino, sus furiosos ojos fijos en el trabajador del hombre alado. Entraron en un corredor y Lyann aprovechó el vacío del lugar para usar su grito, reprimiendo una malévola sonrisa cuando su presa voló hasta la otra punta del pasillo y chocó con la pared. El hombre no tuvo tiempo para recuperarse cuando la Banshee se abalanzó sobre él, pateando el guantelete de su mano y sacando un alarido de su parte. En simples movimientos lo desarmó y lo dejó en el piso, jadeando y gruñendo de dolor.

—Estás en grandes problemas, pedazo de idiota —masculló entre dientes, tomándolo de la chaqueta para levantarlo de un tirón.

Y luego el Ferry se sacudió.

Lyann solo tuvo tiempo de tumbar a los dos al suelo antes de que un láser purpura creara una abertura en el corredor, derritiendo metal consigo.

Ante la distracción, el hombre se liberó del agarre de la Banshee y Lyann esquivó el electrochoque del guantelete por los pelos. Molesta, hambrienta por borrarle aquella sonrisa de suficiencia del rostro, Lyann se abalanzó... y se detuvo al instante, la gravedad repentinamente fallándole y empujándola hacia un lado mientras el Ferry comenzaba a hundirse.

El hombre huyó, mientras que la Banshee no tuvo otra opción que correr de regreso a la sala de espera de aquel nivel para ver la enorme grieta que se expandía a medida que el bote se partía a la mitad.

—¡ATRÁS! —ladró mientras tomaba a quien sea que estaba cerca y los alejaba de la grieta—. ¡TODO EL MUNDO ATRÁS! ¡ALÉJENSE! ¡DETRÁS DE LOS BANCOS, YA!

Entonces una masa de rojo y azul pasó volando frente a sus ojos, y Lyann observó con el corazón en la garganta y la boca entreabierta en una advertencia que no logró salir cómo el Hombre Araña trabajaba velozmente para mantener el Ferry a flote usando sus telarañas y sólo sus telarañas. Estaban por todas partes, una maraña de hilos pegajosos adheridas a cada columna disponible, y Lyann solo pudo observar maravillada y sorprendida a la vez. No pensaba que Parker era capaz de tal cosa...

Por alguna razón le agradó saber que se había equivocado en algo.

Entonces, una telaraña se cortó.

Luego otra.

Y otra más.

Hasta que el Ferry volvió a sacudirse, gruñir y nuevamente a hundirse.

Lyann fue enviada hacia atrás por el movimiento, deslizándose, y se agarró de un banco para evitar caer contra la pared y el grupo de personas que ya se empezaban a amontonar allí. Vio a Peter lanzando telarañas a diestra y siniestra, intentando mantener el bote sobre la superficie hasta el agotamiento y, más importante aún, asegurar la vitalidad de las personas en él.

Y Lyann, consciente de ello también, se subió al banco, tomó impulso y saltó usando su grito inhumano para guiarse, y, aún en el aire, enredó su muñeca en una de las telarañas sueltas antes de agarrar a una niña que caía el vacío y balancearse hacia la otra mitad del Ferry.

La Banshee continuó repitiendo la acción con otras tres víctimas más, salvándolas de una muerta segura en el mar, hasta que con la quinta persona —un hombre entre sus veintes— la telaraña se cortó y ambos se precipitaron hacia las aguas. La Banshee lanzó su grito, pero no había sido suficiente y la superficie del mar se aproximó a una velocidad increíble... y luego, ya no. Lyann aferró al hombre contra su cuerpo mientras el Hombre Araña tiraba de los dos de regreso hacia arriba, lanzándolos a la cubierta superior del Ferry.

Tanto ella como el hombre cayeron de mala manera, pero la Banshee estaba de pie al instante y lista para lanzarse en picada de nuevo cuando el bote se volvió a sacudir... y se detuvo.

Lyann trotó hacia la orilla y abrió los ojos de par en par al ver al Hombre de Hierro uniendo al Ferry.





Lyann mentiría si la repentina aparición de Tony Stark no le provocó un revoltijo en el estómago, horriblemente consciente de lo que estaba por suceder. Ella permitió que el Hombre de Hierro la cargara entre sus brazos y la sacara del Ferry una vez estuvo asegurado y los guardavidas se hicieron cargo del resto, volando hacia uno de los puertos cercanos donde localizaron a Peter Parker.

A los ojos de Lyann, el chico Parker era un libro abierto y en su rostro se reflejaba la auténtica cara del fracaso.

Peter no les devolvió la mirada cuando el Hombre de Hierro levitó cerca de él, la Banshee todavía en sus brazos.

—Previamente en Peter mete la pata —recitó Tony Stark en voz robótica—. Te digo que no te metas en esto, que yo me haré cargo, y en vez de eso, hackeas un costoso traje para ir hacer la única cosa que te dije que no hicieras, tras mis espaldas, y por si fuera poco, arrastras a Evans contigo.

Lyann estuvo tentada a contradecir, pero Peter habló primero.

—¿Se encuentran todos bien? —preguntó, y la preocupación en su voz hizo que Lyann lo observara con ojos nuevos.

—Sí —respondió Tony—, pero no gracias a ustedes dos.

Lyann se mordió la lengua.

Parker no.

—¿No gracias a mí? —exclamó y se bajó del borde en donde estaba sentado, a lo que el Hombre de Hierro descendió y colocó a Lyann en el suelo—. Hice lo que me pidió y le hablé a Lyann sobre las armas, me dijo que le dejó tres reportes y que no recibió ninguna información sobre cómo proceder después de eso. ¡No nos hizo caso! ¡Nada de esto habría pasado si solo nos hubiera escuchado!

Lyann entrecerró los ojos, concordando con él.

Sí que había escrito tres informes sobre la situación. Informes que envió al teléfono de Tony Stark e imprimió y dejó sobre su escritorio, mientras que el resto de la investigación continuó en sus manos porque así lo decidió Lyann. Como dijo Peter, al no ser notificada con una operación para resolver el problema, tomó acción por su cuenta, pero también el chico Parker que estaba ansioso por atrapar al hombre alado. Lyann, que tenía una responsabilidad que cumplir, no tuvo más opción que precipitarse con el Hombre Araña.

Peter se echó a reír, una carcajada que carecía de humor alguno, y una que Lyann pudo leer entre líneas al instante. Se removió en su lugar, notando su siguiente movida.

Peter —advirtió, pero el chico no le hizo caso.

—Si de verdad le importara, señor Stark, usted estaría aquí.

Lyann no tuvo que mirar hacia atrás para saber que Tony Stark había salido de dentro de la armadura y suspiró, sintiéndose exhausta de pronto.

El hombre pasó de largo y Peter, sorprendido, retrocedió.

—Sí los escuché, chico. ¿Quién crees que llamó al FBI? —replicó Tony seriamente—. ¿Sabes que fui yo el único que creyó en ti? Todos dijeron que estaba loco por haber reclutado a un niño de catorce años...

—Tengo quince.

—¡Cállate! El adulto está hablando.

Lyann apartó la mirada y entrecerró los ojos contra los rayos del sol poniente, la brisa volándole el cabello.

—¿Qué crees que habría pasado si alguien hubiera muerto hoy? La culpa habría sido tuya. Y si tú hubieras muerto —Tony se encogió de hombros—, la culpa habría sido mía. No necesito eso en mi conciencia.

—Sí, lo lamento, señor...

—Eso no es suficiente.

—Yo solo quería ser como usted —masculló Peter, y Lyann lo miró.

Tony suspiró.

—Y yo quería que fueras mejor...

Peter desvió la mirada y encontró los ojos de Lyann observándolo. Quiso descifrar la expresión de su rostro, pero Lyann era una roca y su mirada, una cosa neutra.

A su mente le llegó la imagen de ella cayendo hacia el mar, el cómo Peter había sentido más que notado el segundo en que su telaraña se había quebrado, y antes de saberlo, Parker estaba balanceándose para rescatarla.

Aquella chica se había lanzado numerosas veces al vacío con tal de salvar cada vida que estaba por caer en las fauses de la muerte; sin dudarlo y sin poner pero alguno, Lyann Evans se armó de valor y no le importó el peligro que su propia vida estaría corriendo si eso significaba asegurar la de otros.

Y allí estaba ella, con nada más que un rasguño en la frente y un moretón en su pómulo izquierdo, imparable.

—Suficiente —dijo Tony chasqueando la lengua, y Peter regresó la mirada hacia él—. Me llevaré el traje.

Peter juró que sintió su corazón detenerse.

—¿Por cuánto tiempo?

Los ojos del señor Stark eran severos cuando lo miró directamente a los suyos.

—Para siempre.

—No —bramó alguien más.

Peter jadeó hacia Lyann, que se posicionó entre el señor Stark y él.

—Has dejado en claro lo mal que estuvo esto. Peter ya entiende y no volverá a suceder —dijo ella—. No hay por qué ir tan lejos, Stark.

—Esto no te incumbe, Evans.

—Y yo no soy estúpida. Claro que esto me incumbe, fuiste tú quien me encomendó a vigilar a Parker y no voy a permitir que le eches toda la culpa. No es justo.

Peter solo pudo parpadear.

¿Acaso ella estaba...?

—Y se suponía que tú debías ser la cabeza —suspiró Tony con seriedad, pero Lyann no hizo nada más que parpadear en su dirección, sin afectarse—. Me voy a llevar el traje lo quieras o no, Evans. Así es como el chico aprenderá.

—¿Aprender qué, exactamente? ¿Lo fácil que es que te pisoteen? Creo que Parker ya conoce el sentimiento. —Lyann le bloqueó el camino cuando intentó pasar de ella—. No hagas esto, Tony.

Tony Stark titubeó.

Y luego...

—Te dije que no te metieras, Evans, si no quieres que te entregue a los agentes de la FBI que aún siguen por aquí.

Peter supo que no había esperanza cuando Lyann se echó a un lado segundos después, evitando mirarlo y, aun así, lanzando cuchillas con la mirada mientras el señor Stark volvía a reclamar el traje que le dio.

Lyann dejó de escuchar. Se obligó a hacerse la sorda para no oír las lastimeras súplicas de Parker e hizo puños sus manos que estaban escondidas dentro de los bolsillos de su chaqueta, escuchando nada más que el poderoso latido de su corazón, furioso. Se obligó a desconectarse del mundo a su alrededor, sintiendo la presión del fracaso asfixiándola, y condujo de regreso hacia la Torre Stark con voces haciendo eco en su mente, en su alma.

Horas más tarde, las voces seguían susurrando y Lyann pensó en lo cerca que estaba de estallar ante la imponente mirada del Hombre de Hierro.

Se cruzó de brazos en el sofá y ladeó la cabeza.

—¿Y bien? Que comience el sermón, señor Stark.


¡VOLVÍ! Sé que hoy no es sábado, pero no pude resistirme tener un capítulo listo y jugoso cuando me he pasado MESES sin actualizar aquí. No era justo para ustedes, así que publiqué hoy.

Honestamente, no sé qué me pasó. Me bloqueé y me quedé estancada con este capítulos. Tal vez porque sabía que iba a ser intenso y que el resultado de esto iba a ser peor, pero aun así me bloqueé. Ayer fue que me sentí lo suficientemente inspirada como para seguir, y escribí por un buen tramo de hora hasta que llegué a las 3K palabras.

Pero aquí estamos, ¡y Lyann está de vuelta! La había extrañado mucho. Díganme, ¿qué les pareció el capítulo de hoy?

Admito que me costó un poco poner la última escena en palabras. Siempre duele cada vez que Peter dice que solo quería ser como Tony 🤧💔. Pero creo que lo logré y que a ustedes les gustó, ¿no?

¿Teorías para los siguientes capítulos? Déjenmelo saber en los comentarios. Los leo 😏.

Gracias por ser tan pacientes conmigo y poner tener plena fe en Lyann. No los merezco.

Love,

Wolf Queen

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top