III | ¡Feliz temprana Navidad!

         —NECESITO QUE ME DESCRIBAS —LYANN APARECIÓ REPENTINAMENTE AL LADO DE PETER— LO QUE SUCEDIÓ LA OTRA NOCHE.

Peter Parker miró a ambos lados, frunciendo el ceño. Lyann simplemente metió un dólar en la máquina expendedora y tecleó un número.

—¿De qué diablos me estás hablando? —objetó él.

—Sigue susurrando y mirando a todos lados y van a creer que estoy a punto de secuestrarte —Lyann se agachó y tomó la bolsa de Doritos, abriéndola y apoyándose en la máquina como si nada pasara.

—De igual manera, yo no...

—Tengo un video de cuatro ángulos diferentes y en cada uno analicé cada movimiento tuyo y cada movimiento de los ladrones. —Lyann lo miró con desinterés—. Ahora, quiero que me describas la maquinaría de esas armas.

—¿El señor Stark te lo pidió? —Peter se cruzó de brazos.

—¿Hablarás si digo que sí?

—Entonces no te lo pidió.

Lyann rodó los ojos, exasperándose.

—Chico, solo estoy haciendo mi trabajo...

—Creí que tu trabajo era parecer una adolescente normal —atacó Peter.

—Ambos sabemos que ni los ratones de Nueva York se tragan el cuento —se burló Lyann.

Peter la observó. Se preguntó qué tramaba. Una idea brilló en su mente y trató de no emocionarse demasiado, sabiendo que la chica descubriría sus pensamientos sin tener que ser telepata como la Bruja Escarlata.

Si la Banshee estaba intentando convertirse en heroína para limpiar su nombre y liberarse de su confinamiento Peter podría decírselo al multimillonario y él haría todo lo que estaba en su poder para evitarlo. De todas formas, todos los gobiernos que tenían sus ojos clavados en la Banshee permanecían a la espera del más mínimo acto de su parte para encerrarla para siempre.

—¿Sabes si el señor Stark me llamará? —preguntó él, tentando el terreno.

—¡Demonios, Parker! ¿Tienes que complicarlo todo? —Lyann se plantó frente a él, aunque a una distancia moderada para no llamar la atención—. Mira, tienes una clase ahora y yo también, así que me encantaría que dejaras de hacerme perder el tiempo y simplemente cooperes.

—Como si a ti te importara esta escuela —escupió Peter. Las amargas palabras ya estaban saliendo de su boca antes de poder retractarse—. Fácilmente puedes usar tu poder como hiciste conmigo y enterrar el edificio completo bajo tierra.

Lyann mantuvo la expresión aburrida, metiéndose Doritos a la boca. Le costó toda su fuerza de voluntad para no clavarse las uñas de rabia, pero lo único que tenía que hacer era calmarse, no dejar que la ira contenida despertara sus más oscuros deseos. Sabía exactamente lo que el Hombre Araña trataba de hacer, y con una escuela repleta de adolescentes hambrientos por atención y con fácil acceso a cualquier red social, un paso en falso y su cabeza estaría lista para ser rebanada de su cuerpo.

Así que respiró hondo, miró al chico Parker a los ojos y sonrió.

El timbre sonó.

—Linda charla. —Lyann se dio la vuelta—. No te pierdas por ahí, Parker. Yo también te observo.

Peter la vio marcharse. La chica no volteó a mirarlo en ningún momento, pero Peter quería que lo hiciera. Quería que viera su furia, lo mucho que detestaba tenerla aquí. En su escuela. En su barrio.

¿Por qué?, se preguntaba todos los días al verla. ¿Por qué el señor Stark se molestaría en darle un techo, comida y cualquier otra comodidad a un ser tan despreciable como ella? Una asesina, eso es lo que Lyann Evans era. Una despiadada, fría y oscura asesina que no merecía nada más aparte de una celda en el rincón más remoto de la Tierra.

—¡Oye, tortuga! —le llamó Ned desde la otra punta del pasillo—. Camina ya o la profesora nos dejará afuera.

Peter bufó. Dios, odiaba estadísticas.




Con las manos cruzadas sobre el pecho, Lyann trabajaba en sus abdominales mientras MJ sostenía sus pies, quien estaba perdida en su lectura, apoyando el libro en las rodillas de Lyann, y leía en voz alta para ambas. La chica no era del tipo que hacía ejercicio, así que, según MJ, Lyann ejercitaba por las dos en lo que MJ hacía la tarea de economía como recompensa. Un acuerdo favorable, considerando el hecho de que Lyann encontraba las clases de economía aburridas y bastante inútiles, por lo que la ventana era más interesante.

El profesor de educación física usó el silbato, anunciando el cambio de lugares, pero Lyann permaneció donde estaba y siguió con las abdominales. Ante ello, MJ sonrió con la nariz metida entre las páginas del libro y trató de disimular la risa que se le escapó cuando Lyann la pateó.

—Te gusta ponerme hacer el trabajo duro.

—¿Qué puedo decir? —MJ se encogió de hombros—. Este cuerpo simplemente no está hecho para eso —señaló a la chica que ejercitaba el suyo.

Lyann rodó los ojos.

—Nos van a regañar.

—Y como siempre lo vamos a ignorar.

—Oh sí.

MJ sonrió y Lyann hizo lo mismo, solo que más diminuta. Pidió que continuara leyendo; su clase de literatura era después de educación física y el profesor estaría haciendo preguntas sobre cinco capítulos diferentes, y Lyann no conocía a alguien mejor que se memorizara cada línea de cada libro como MJ.

Bueno, quizás Steve, pero Lyann no lo iba a decir en voz alta.

—¡Peter conoce al Hombre Araña!

La cancha completa quedó en silencio.

Lyann frunció el ceño.

MJ dejó de leer para mirar sobre su hombro hacia Ned, quien ahora estaba paralizado por las miradas que atrapó. Lyann supuso que al chico no calculó bien sus palabras... ¿que aparenta conocer la identidad del Hombre Araña?

¿Y eso cuándo pasó?

Lyann se abrazó las piernas, una sonrisa maliciosa asomándose por sus labios al ver el color rojo que adquirió el chico Parker mientras trataba de explicarse.

—Ósea, no lo conozco, es solo que...

—Ellos son amigos —Ned insistió.

—Como el entrenador y el Capitán América, claro —bromeó Flash Thompson.

Lyann se mordió el interior de su mejilla. Oh, lo que uno hace para llamar la atención de la persona que le gusta.

—Bueno, sí, lo he visto un par de veces, pero fue por el internado Stark —balbuceó Peter, ojos fijos en Liz. Lyann verdaderamente trató de no reírse por lo colorado que estaba el chico—. Es solo que... no debería estar hablando de ello —Peter le lanzó una mirada furibunda a Ned.

—¿Eso es cierto, Evans?

Lyann miró sobre su hombro. Flash, un chico engreído e irritante, la miraba con una burlona sonrisa en el rostro.

—¿Qué quieres que diga, Thompson?

—Que si Parker ha conocido al Hombre Araña. —Demás estudiantes asintieron con la cabeza con él—. Digo, tu vives con Stark, así que debes verlo de vez en cuando, ¿no?

—Es correcto —asintió, sabiendo perfectamente que todos los ojos estaban puestos en ella.

Incluidos los de Peter Parker.

Oh, qué divertido.

—¿Entonces...? —habló Liz, inclinándose con expectación—. ¿De verdad Peter ha hablado con él?

Lyann no respondió al instante.

En vez de eso, miró al mencionado. Algo entre una advertencia y una súplica brillaba en sus ojos. Lyann se sentía a punto de estallar con todo el poder que tenía en las manos, la facilidad con la que podría arruinar al chico Parker en segundos.

Sonrió.

Peter parecía a punto de lanzarse sobre ella.

—Sí, ellos son amigos —dijo Lyann al fin, ojos fijos en el chico. Su sonrisa seguía centellando—. Aunque yo no podría decir lo mismo, ¿saben? Pero nos toleramos.

MJ volvió a ahogar una risa.

—En ese caso, Peter debería invitarlo a la fiesta de Liz —sugirió Flash.

Silencio.

Peter se puso pálido.

Oh, Lyann se sentía en la cima de la montaña ahora mismo.

—Ah, sí, es esta noche —informó la anfitriona, voz dulce y melodiosa. Inocente—. También puedes venir, Peter, si quieres.

—Sí, será épico. Y más si traes a tu amiguito —Flash palmeó el hombro de Peter.

—Quizás no. Ya saben, Peter está demasiado ocupado para fiestas. ¿No es así, Peter? —Liz lo miró.

Lyann y MJ intercambiaron miradas.

—Tu también deberías venir, Lyann.

Su corazón saltó.

Fue solo un segundo, pero sirvió para ponerla en alerta. Mantuvo la calma, enfocándose nuevamente en Liz Allan, una linda chica de piel achocolatada.

—¿Estás segura de eso, querida? —preguntó con casualidad, buscando la trampa. Todavía no había perdido la sonrisa lobuna.

—¡Por supuesto! —Liz se encogió de hombros—. Quiero decir, eres una adolescente como nosotros. Sé una.

Lyann la miró por unos segundos, luego a Peter. La sonrisa se ensanchó al ver sus ojos estallar, furiosos.

—Me lo pensaré, Allan.




—Vas a asistir a una fiesta.

Pepper entró en la habitación, pero Lyann no apartó la mirada de la pantalla de su laptop.

—Lyann irá a una fiesta —canturreó la mujer como si fuera el mayor descubrimiento de la historia.

—Si yo fuera tú no me emocionaría tanto —bufó Lyann, aburrida—. ¿Recuerdas que soy niñera?

—Aun así —Pepper se sentó en su cama—. Es una fiesta, Lyann. En una verdadera casa de ricos.

—Y heme aquí pensando en que los vecinos se quejarán, llamarán a la policía y la policía me arrestará en cuanto me vea. Me notificar mi caso, atraparán la atención de alguno de los gobiernos y yo solo tendré que esperar y ver quién me agarrará primero. De seguro me ponen en una silla eléctrica y me electrocutan a muerte —Lyann ladeó la cabeza—. Aunque si nos ponemos a pensar ya me han hecho eso y sigo aquí, así que tendrán que intentar algo más letal. Veneno, quizá.

—Eso no pasará, Lyann —Pepper le sonrió con suavidad.

—Eso no lo sabes.

Lyann giró en su silla para mirarla.

—O bien puede ser una trampa y esos idiotas quieren humillarme. Tal vez quieren provocarme y ver cuál gatillo logran jalar, el de la Banshee, la asesina o algo peor. El resultado será el mismo, al final. Me arrestan, y si tengo suerte, solo me encierran en el núcleo del planeta.

Pepper solo se quedó observándola.

—Tu sí que sabes ser pesimista.

Lyann sonrió.

—Supongo que vienes a decirme que el millonario accedió a dejarme ir, ¿no?

—Supones bien —asintió la señorita Potts. Luego se levantó y se apoyó en el escritorio de Lyann—. Pero también vine a traerte algo.

Era una cajita de regalo. Lyann pensó que el moño de puntitos morados era adorable.

—Me pregunto qué será —Lyann la sacudió, fingiendo dramatismo—. ¿Será que me estás regalando el detonador de una bomba? ¿Mi vía de escape, señorita Potts?

Pepper carcajeó con ganas.

—Solo ábrelo, niña.

Lyann lo abrió. Era una llave con un llavero de calavera. Lyann alzó los ojos hacia Pepper, enarcando una ceja.

La mujer solo sonrió.

—Friday, muéstranos el garaje —La computadora mostró un holograma en vivo del lugar—. Eres una chica madura ya. Pensé que llevarte a una fiesta como si fueses una chiquilla sería una estupidez, y ciertamente llegar en un Uber no es el estilo de alguien como tú. Así que me tomé las molestias y te conseguí una de estas.

La mandíbula de Lyann tocó el suelo.

Una motocicleta.

—¡Feliz temprana Navidad!

Hoy es sábado y casi se me olvida que los sábados se publica en Banshee. Pero aquí tienen su capítulo y espero que les haya gustado.

No tengo mucho que decir, me temo. Estoy hasta el cuello con tareas y tengo sueño, así que iré a descansar.

Espero que les haya gustado y que les encante Banshee tanto como a mí. Agradezco mucho el apoyo que le han dado a la historia. Trataré de actualizar lo más posible como recompensa.

Love,

Wolf Queen

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