único.

advertencia: lenguaje vulgar y sexo explícito.

...

—Lisa entiendelo, tu tatuador me da malas vibras...— le susurré a mi novia.

Habíamos salido al local de tatuajes al que solía frecuentar Lisa. Nunca en mi vida pensé que estaría en un sitio así, después de todo hacerme un tatuaje era lo último que hubiera pasado por mi mente, además tampoco tenía muchas ganas de sufrir pero supongo que tener de novia a una chica que tiene tatuado hasta el cuello influenció de alguna u otra manera.

Le había dicho que me habían dado ganas de uno, algo pequeño para empezar. Ella siendo la fanática número uno de los tatuajes obviamente se había emocionado y me arrastró hacía el local en el que estamos ahora. ¿El problema? yo creía en las energías, el destino, el karma y el horóscopo. Y todo eso había hecho que dijera rotundamente no cuando entré a ese sitio y miré al tipo que pretendía tocarme la piel.

Si mi corazonada decía que no me convenida, le creía.

Miré a Lisa suspirar y pasarse la mano por el cuello, supongo que dándose un ligero masaje debido al estrés.

—amor, Jake es una buena persona— volvió a insistir— no hay nada de malas energías en él, es buen trabajador y sujeto.

Volví a negar, cuando decía no era no.

—vale— asintió— ¿y qué tal Lois?— señaló a la mujer.

—esa tipa lleva mirándote desde que llegamos como si quisiera saltarte encima y montarte— la acusé— olvídate.

Frunció el ceño.

—no me sorprende que no lo hayas notado, eres la persona más lenta que conozco.

—bien— habló— ¿y alguna otra persona acá te trae buena vibra?

Revise el sitio cuidadosamente. Miré y analicé a cada persona que había, mi vista paró en un chico, el único que me daba buenas vibras.

—él— lo señalé.

Lisa siguió mi dedo y rio al percatarse de la persona que señalaba.

—Jen, él es el que organiza las citas. No tatúa.

Rodé los ojos con pereza— vamonos entonces— agarré su mano y la llevé hasta la salida. Lisa no puso peros y se dejó llevar.

Al salir, empezamos a caminar entre los demás locales, Lisa me había dicho que habían otros dos donde tatuaban pero ya me sentía cansada y le dije que lo dejaríamos para después, ella comprendió y fuimos hacía el estacionamiento para volver a casa.

Al llegar al edificio, notamos un camión de mudanzas y a la que supusimos era la nueva inquilina.

—oh, qué lindos tatuajes— señaló Lisa.

—¿y si es tatuadora?

Sentí la mirada de Lisa encima, esa que sabía que me juzgaba.

—deja de caer en estereotipos— me regañó.

Me crucé de brazos— no me estoy dejando guiar por estereotipos— me defendí— lo tuyo pasó hace años, superalo.

La primera vez que vi a Lisa recuerdo haberme asustado. A ver, ella misma se había encargado de que pasara eso, después de todo la que había corrido como una desquiciada hacía mí a eso de las nueve de la noche con esa apariencia de la que la gente como mis padres, quienes me criaron bajo sus creencias, se quejaban no ayudaba mucho.

—sólo quería devolverte las llaves— hizo un puchero que no me resistí besar.

Al terminar el beso reí y me bajé del auto, Lisa siguiendome. Caminamos hacía la entrada mientras seguimos hablando.

—lo sé, amor— dije— pero de igual forma no estoy diciendo nada malo. Sólo fue una suposición.

Lisa asintió y se acercó hacía la nueva chica.

—hola— saludó amablemente. La chica se volteó y le sonrió.

La miré de pies a cabeza disimuladamente. Era atractiva. Noté que era alta, incluso más que Lisa y eso que Lisa ya era una persona grande. Cabello largo tinturado de rosa, también estaba tatuada, tal y como mi novia, la única diferencia que notaba era que, a diferencia de Lisa, llevaba tatuajes coloridos mientras que los de la otra chica eran más tradicionales. Llevaba una musculosa negra y unos pantalones estilo militar holgados junto a unos tenis blancos.

—¡hola!— saludó animada.

Sonreí por su entusiasmo, se veía una persona agradable. La sonrisa que nos ofreció venía acompañada de una perforación en su labio inferior, al lado derecho. Pude notar que llevaba más joyería, en su nariz tenía otro arito, en la fosa izquierda. El cabello detrás de su oreja revelaba varias perforaciones en esta y una pequeña expansión.

En mi mente la chica estaba en una banda de post hardcore, punk o derivados.

—soy Lisa— se presentó— y ella es Jennie, mi novia— me señaló.

La chica tendió la mano ofrenciendomela y yo la tomé. Su mano también estaba tatuada.

Acá entre nos, los tatuajes en las manos y el cuello se habían vuelvo mi debilidad. Los hallaba estúpidamente atractivos, Lisa también tiene y los amaba.

—mucho gusto— dijo— Chaeyoung o Rosé— se presentó.

—bienvenida al edificio, cualquier cosa que necesites estamos en el apartamento 303— habló Lisa.

—oye, yo estoy en el 304. Justo a su lado.

—puedes pasar en la noche si deseas, haré pizza— ofrecí— podríamos cenar y conocemos mejor.

Lisa asintió feliz— me agrada la idea de Jennie.

—seguro— sonrió— gracias, chicas. Por cierto, me gusta tu gorra— señaló mi cabeza.

Ese día había decidido robar una de las gorras de Lisa y ponermela, hoy había sido una de Deadpool.

—es de Lili— tomé el brazo de mi novia y lo abracé— me gusta robarme su ropa.

—siempre lo hace, cuando empezamos a salir notaba que iba perdiendo mis buzos— contó— resulta que ella era la que se los llevaba.

Rosé se rió— mi ex novia hacía lo mismo, así que te comprendo.

—estoy segura que era más baja que tú— dije. Ella asintió— lo sabía, ustedes son grandes y si son así, significa que hay que robarles las ropas. Esta escrito en un manual invisible, todos lo sabe.

—tiene sentido— respondió Rosé riendo— bueno chicas, un gusto conocerlas pero debo seguir con esto—señaló en carro de mudanzas. Nosotras asentimos.

Nos despedimos y caminamos hacía la entrada. Al llegar a nuestro piso fuimos directo hacía nuestro apartamento, notamos la puerta del de Rosé y echamos un pequeño vistazo. Ahí notamos el típico puesto de trabajo que usaban los tatuadores.

Lo sabía.

—te dije, Lili— festejé.

Lisa rió— esta vez ganaste— asentí— podemos decirle en la noche, supongo que ella te dio buenas vibras.

—es amigable, me agradó.

—a mí igual.

...

Había pasado una semana desde que Rosé se había mudado. El día que la conocimos, por la noche, se pasó por nuestro apartamento para el plan que habíamos organizado. Resultó ser una chica increíble, ella y Lisa habían congeniado al segundo y me alegró ver a mi novia tan feliz y cómoda con alguien. A mí también me cayó muy bien.

Supimos que Rosé no había ido a la universidad, de hecho por esa razón sus padres la habían echado de casa, ya que les pareció el colmo que su única hija decidiera, en ese entonces, irse de gira con su banda en vez de escoger una carrera universitaria. Les había ido bien por lo que nos contó, estuvieron juntos durante unos años hasta hace unos meses que decidieron separarse para seguir cada uno por su parte. Rosé comentó que en los años que estuvieron juntos, que habían sido tres, conoció muchas personas, entre esas la mujer que la orilló a tatuarse por primera vez. Nos contó como se había enamorado de ella, como la convenció de hacerse un tatuaje juntas y como había acabado con casi todo su cuerpo tatuado. Tiempo después había decidido que quería aprender a tatuar y que su meta sería abrir un local.

Me sorprendió la confianza con la que nos hablaba, se notaba cómoda con nosotras, nos trataba como si nos conociéramos de años y era increíble, una persona así de carismática y sociable se veía poco.

Lisa le comentó que yo deseaba hacerme un tatuaje, pero que era algo quisquillosa y que no dejaba que cualquiera me pusiera una mano encima. Rosé se ofreció a hacerme uno, si yo estaba de acuerdo y claro que accedí. Dijo que dentro de una semana podría ya que debía organizarse primero y ahora estoy acá, frente a su puerta esperando a que abriera. Había tocado y un ya voy se escuchó desde el otro lado.

La puerta se abrió revelando a Rosé, llevaba una camisa oversize blanca con un estampado de Cyberpunk 2077, juego que conocía porque Lisa lo estaba jugando actualmente, y uno pantalones de algodón negros. Tenía el cabello recogido en una coleta dejando a la vista su cuello tatuado y las perforaciones de sus orejas.

Me sonrió y, tras un saludo, me dejó entrar.

—¿y Lisa?— preguntó con curiosidad al verme sola.

—no pudo venir, la llamaron de la veterinaria porque necesitaban de ella— comenté.

Rosé asintió y me guió hasta la habitación que había acondicionado para que sea un pequeño estudio de tatuajes. Tenía un estilo genial, las paredes estaban pintadas un azul oscuro y encima tenía distintos posters de bandas, videojuegos y personajes de animes, además de fotos de los tatuajes que ella había hecho, el aire acondicionado y una televisión. Había un sillón de cuero y su puesto de trabajo.

—te quedó increíble— elogie.

Rosé sonrió— gracias, Lisa me ayudó de hecho.

Asentí recordado las veces que Lisa había venido a ayudarle a acomodar las cosas, yo me había unido en algunas ocasiones pero como estuve varias veces ocupada con el trabajo, no pude hacerlo con trata frecuencia como mi novia.

—entonces, hagámoslo— dijo con entusiasmo.

Tomé aire y asentí, sintiéndome valiente.

—¿ya sabes qué quieres y en dónde?

—había pensado en algo pequeño— empecé— tengo dos perritos, viven con mis padres y los amo, desgraciadamente no podemos tener mascotas acá— dije con tristeza— quería hacer algo relacionado a ellos.

Rosé asintió con tomó su tablet. Me puse a su lado y empecé a mirar cómo hacía pequeños y delicados trazos con el lápiz digital. El contorno de dos cabezas de perritos, una encima de la otra se empezó a ver. Se veía bonito.

—¿podrías poner sus nombre en medio?— señalé— justo ahí— Rosé asintió— se llaman Kai y Kuma.

Me mostró el resultado y sonreí. Se veía realmente hermoso, me sentí feliz.

—me encanta— dije con sinceridad.

—¿dónde te gustaría?

—había pensando acá— extendí mi brazo mostrándole el sitio— en el antebrazo.

Un muy bien se escuchó y miré como volvió a su estación de trabajo y pasaba el boceto al papel que supongo es el que usan para realizar el procedimiento.

Yo decidí sentarme en el sofá esperando a que terminara de hacer su trabajo. Le envié un mensaje a Lisa avisándole que ya pronto empezaría y ella me respondió feliz.

Tan solo pasaron unos minutos cuando Rosé me llamó y me explicó cómo ser realizaría el procedimiento y que dolerá un poco.

Me senté y extendí el brazo, miré como entraba nuevamente después de haber salido a lo que supuse fue lavarse las manos, venía con una toalla de papel que desechó en un cubo para luego sentarse a mi lado y colocarse unos guantes de nitrilo negros. Tomó la máquina y la encendió.

Admito que el sonido me hizo asustar, incluso Rosé lo notó y dijo que podía encender el televisor o hablarle para que me distrajera, opte por mirar televisión e ignorar el hecho de que me estaba pasando una aguja por el brazo.

...

—¿qué tal estuvo?— preguntó Rosé. Había terminado al fin, no pasó mucho tiempo pero para mí fue una eternidad— no dolió tanto, ¿no?

Ahora ella estaba organizando su estación de trabajo mientras yo miraba mi primer tatuaje cubierto. Me había dado todas las indicaciones a seguir para el cuidado de éste.

—fue mejor de lo que pensé— mentí, fue doloroso.

Me miró con los ojos entrecerrados analizandome.

—mientes— señaló riéndose— te dolió.

Asentí— sí dolió mucho— lloriqueé— cómo es que Lisa y tú aguantan ese dolor.  De paso ustedes están llenas.

—con el tiempo se va volviendo placentero.

reí— muy bien, masoquista.

Seguí a Rosé hasta su sala de estar, donde me indicó que podía sentarme y luego fue hacia la cocina que estaba justo al frente.

—¿cuál fue la zona que más te dolió? — pregunté curiosa.

Ella se acercó a mí ofreciéndome una botella de cerveza que gustosa acepté y se sentó a mi lado.

—las costillas sin duda— respondió rápidamente.

Me sorprendió su respuesta. Eso significaba que tenía el torso tatuado. Lisa no tenía tantos tatuajes en su torso, de hecho era el sitio donde menos tenía, apenas y podía contar tres, dos espadas debajo de su clavícula y el nombre de su abuela fallecida debajo de uno de sus pechos. Sus brazos y piernas era lo que más tatuado tenía. El cuello podría ser el tercer lugar que más marcas tenía: un tribal que cubría los laterales, dejando el medio vacío.

—debes tener muchos tatuajes— dije.

—algo, la espalda y el torso es lo que más tengo tatuado. Los brazos un poco, en las piernas solo tengo dos en los los muslos.

—Lisa no tiene en su torso— comenté.

—pero en sus brazos tiene muchos, más que yo— se subió las mangas de la camisa que le cubrían hasta el codo y las arremango en sus hombros. Extendió sus brazos y me mostró sus coloridos tatuajes.

Sonreí al notar dibujitos animados que solía mirar cuando era niña, se veía muy bonitos. Tenía muchas cosas que no sabía que eran pero se veían muy bien.

Luego noté como se paró y dejó la botella en la mesita auxiliar. Se subió la camisa exponiendo su torso y el top deportivo que llevaba. Era cierto, estaba llena de tinta ahí. Se dio la vuelta y me mostró los de su espalda Me llamó la atención uno que se extendía desde las cosquillas hasta la columna vertebral, eran muchas letras regadas al azar de distintos colores, se veían geniales.

Volvió a ponerse de frente, aún con la camisa subida y automáticamente mi vista fue a su entrepierna, ahí noté algo muy singular en ella. El pantalón de algodón se le ajustaba bien a sus caderas, no era tan holgado como la otra prenda así que eso hacía que se pegara más a su cuerpo y que por eso, se notara una protuberancia adelante.

Ella volvió a acomodarse la ropa y yo me quedé pensando en lo que acababa de ver, por mi mente pasó el flashback de cómo me entenderé que Lisa tenía un pene. Ese día se había mojado su ropa y la había dejado cambiarse en la habitación, lo que no contaba ninguna de las dos era que yo entrara y la viera en boxer, a ella y el bulto que se formaba en ellos.

Me enderecé y le sonreí. Ella me devolvió la sonrisa.

—están hermosos tus tatuajes— le dije—te hacen ver cool.

—gracias— tomó de su botella— el tuyo está muy lindo.

...

—Lis— llamé a mi novia.

Era de noche, habían pasado horas desde que me tatúe y ahora ambas estábamos acostadas en la cama mirando televisión, ella tenía la cabeza apoyada en mi regazo recibiendo las caricias que le daba.

—dime gatita— dejó de ver la pantalla y enfocó su vista en mí.

Me mordí el labio— ¿cuál es la posibilidad de hallar a otra mujer con pene?

Lisa frunció el ceño y se enderezó sentándose al frente mío. Se encogió de hombros y respondió: —no lo sé, ¿por qué?

—¿y sí te dijera que tal vez Rosé tenga?

Lisa me miró curiosa.

—¿Chaeyoung con pene? tendríamos más cosas en común— rio— ¿y por qué dices eso?

—estábamos hablando de qué tanto han dolido sus tatuajes y me comentó que habían sigo los de las costillas— Lisa asintió— entonces le dije que seguramente tenía muchos tatuajes ahí y me los mostró. Y bueno, cuando se subió la camisa se notó...—hice un gesto con las manos. Lisa frunció el ceño— no te enojes, mi amor— me apresuré a decir— te juro que no lo vi con intención. Y tú y yo sabemos que Rosé tampoco lo hizo con mala fe.

Lisa torció la boca, le había disgustado. Mierda, sabía que no debí abrir la boca. Se sentó acostó de lado sin hablarme. Yo cerré los ojos y la abracé por detrás.

—mi osito, en serio que no fue mi intención.

—es que no me gusta que andes mirando la entrepierna de las demás personas— no pude evitar reírme— ¡y te ríes!— se había volteado para verme ofendida.

Me le tiré encima, sentándome sobre su regazo y la besé. Lisa rápidamente olvidó que estaba enojada y me tomó de las caderas siguiendo el beso.

Empecé a moverme sobre su entrepierna notando como su miembro iba creciendo. Abandoné su boca para besarle el cuello, sabía que era su punto débil. Pasé la lengua por sus tatuajes y la subí hasta el lóbulo de la otra, tomándolo con los dientes. En este punto estaba totalmente dura debajo de mí. Pasé una mano por su torso hasta el dobladillo de su boxer de tela y la metí, agarrando la dureza sintiéndola caliente.

—eres tan sexy— me dijo sobre los labios, volvió a besarme y metió sus manos dentro de mi short, agarrándome el culo y apretándolo.

—tan dura para mí— gemí.

Lisa subió su mano hasta mi mandíbula y me hizo abrir la boca, metiendo su pulgar.

—tan dura para ti— repitió.

Lo demás fue de Lisa cogiéndome deliciosamente.

...

cuatro semanas, cuatro jodidas semanas habían pasado desde que supe que Rosé tenía pene, cuatro semanas en los que cogía seguido con Lisa porque todos los días me sentía caliente, cuatro semanas en las que me sentí estúpidamente culpable porque deseaba que nuestra vecina estuviera en la misma cama que mi novia y yo.

Al comienzo me costó demasiado aceptarlo. Siempre había negado rotundamente tener un trío, no soportaba la idea de compartir a Lisa con nadie más, no quería que nadie más la viera desnuda, sólo yo.

Lisa me había confirmado que mis sospechas eran ciertas y que efectivamente Rosé tenía un miembro masculino. No sé cómo se lo habrá preguntado pero a los tres días de haberle dicho, llegó a casa confirmandomelo.

Desde entonces pienso en qué se sentiría estar con las dos en la misma cama. Bueno, mi lado egoísta piensa en qué se sentirá tenerlas a las dos complaciendome. Era una hipócrita por no querer compartir a Lisa con nadie más pero acá estaba, deseando con todas mis fuerzas que mi novia me compartiera con nuestra vecina.

Ahora me hallaba en la sala de estar del apartamento que tenemos con Lisa, en sofá tendiendo sexo. Yo estaba montando a mi novia como si mi vida dependiera de ello. Lisa estaba encantada con mis pechos en su boca y yo encantada con su miembro entrando y saliendo de mí.

En mi fantasía más oscura, estaba Rosé detrás detrás mío penetrandome también, besándome el cuello mientras Lisa seguía atenta a mis tetas.

La sola imagen de ese par tan sexy cogiéndome me hizo tomar la cara de Lisa y besarla con rabia. Rabia por no poder tener a Rosé con nosotras y rabia por estar pensando en otra persona más cuando estaban cogiéndome tan rico.

No tienes llenadera, Kim pensé. Y no la tenía, necesitaba algo más dentro mío y ese algo más estaba pegando entre las piernas de nuestra vecina.

Me separé de la boca de Lisa y la monté con más rapidez.

—joder, gatita— gimió Lisa. Me agarró del culo y me detuvo. Iba a quejarme hasta que sentí sus caderas moverse con más rapidez que los saltos que estaba dando.

—¡Lisa!— chillé y me incliné sobre su cuerpo abrazando su cuello. Sentía sus testículos golpear mi culo mientras su verga entraba y salía de mí con rapidez. Sentía mi entrada estirarse debido al grosor de su miembro.

—eres tan deliciosa— dijo Lisa, su voz ronca me hizo estragos— estás tan apretada y caliente.

Me agarró del cabello y separó mi cara de su cuello.

—mírame— demandó. Le obedecí— dime lo que estás pensando.

Tragué saliva— estoy pensando— gemí cuando sentí una dura estocada en mí. Se detuvo aún enterrada profundamente— estoy pensando en lo rico que me abres.

—dime la verdad o no sigo.

Fruncí el ceño. Le estoy diciendo la verdad, bueno, más o menos. No puedo decirle que, además de eso, estoy pensando en la verga de su amiga dentro mío también.

—te estoy diciendo la verdad.

—no me mientras, Jennie— dijo con rapidez y severidad. Apretó más el agarre de su mano en mi cabello— mírame a los ojos y dime qué no te estás imaginando a Chaeyoung con nosotras metiendotela también.

Sentí como mi corazón fue a mil por hora. Me asusté, realmente me asusté. Lisa se rio, pero no supe cómo interpretar su risa.

—sí, estás deseosa de otra verga metiéndose en ti al mismo tiempo que la mía— gruñó— quieres tanto que Chaeng y yo te cojamos.

Me soltó el cabello y se salió de mí, gruñi debido a la pérdida repentina de su miembro. Lisa me agarró de la cintura e hizo que nos pudiéramos de pie. Vi como agarró su celular y me lo extendió.

—Llama a Chaeyoung— me ordenó.

—Lis, n—

—cállate y llamala.

Negué con la cabeza asustada y le extendí el celular— no quiero pelear, Lis por favor.

La escuché suspirar y se acercó a mí. Me tomó de la cara haciendo que subiera mi vista hacía su rostro.

—nadie está peleando ni nadie va a pelear— dijo cambiado su tono autoritario a uno suave.

Fruncí el ceño sin entender qué pasaba.

—te conozco demasiado bien, gatita— habló— y sé cuándo algo pasa por tu mente. Todo lo que te dije es verdad, ¿cierto?

Apenada, asiento— pero te juro que— me interrumpió de un beso.

—está bien Jen, sé que tú fantasia no me deja afuera— ríe— la verdad me gusta la idea y te entiendo, Chaeng es sexy, no es mi tipo, pero es sexy.

Se separó de mí y me extendió el celular— llamala— insistió de nuevo.

—pero para qué, no entiendo.

Lisa sonrió— tú sólo hazlo.

Abrí la aplicación de WhatsApp y busqué el chat de Rosé. Entré y le di a llamar. Sentí a Lisa abrázame por detrás, su miembro aún totalmente erecto en mi culo.

Uno, dos, tres timbres y luego la voz de Rosé.

—Jen— escuché. Tragué al escuchar su voz mucho más ronca de lo normal.

—hola Rosie— saludé nerviosa.

—¿qué estás haciendo?

Iba a responder pero escuché un gemido. El sonido me hizo apretar el aparato.

—nada— al fin respondí con un hilo de voz.

Otro gemido ronco— ¿quieres saber qué estoy haciendo yo?

Sabía que estaba haciendo, sabía hacia donde iba esto. Lisa lo había planeado.

Aún así, acepté.

—me la estoy jalando pensando en ti.

Sentí las grande manos de Lisa bajar a mi centro y pasar dos de sus dedos por mi pliegues húmedos. Instintivamente abrí las piernas más, ahora mi novia se hallaba masturbándome mientras tenía a Rosé al otro lado de la llamada.

Alejé el celular de mi oreja al sentirlo vibrar y lo miré, una vídeollamada.

—aceptala— ordenó Lisa.

Temblorosa por la excitación, atendí la llamada y lo primero que vi me hizo gemir y pegarme más al pene duro de Lisa.

En la pantalla podía ver el torso desnudo y tatuado de Rosé, las piernas abiertas con los dos tatuajes que me había mencionado en sus muslos y un duro miembro descansando en su abdomen. Su mano libre estaba descansado en su muslo. Vi como su mano se movió hasta su pene y lo tomó, mostrándolo mejor a la cámara. Me mordí el labio, era grande y grueso como el de Lisa.

—quieres eso dentro tuyo también, ¿cierto?— preguntó Lisa. Su mano seguía acariciándome superficialmente.

—sí— respondí. No había apartado en ningún momento mi vista del miembro de Rosé, de como su mano subía y bajaba de él, de cómo lo apretaba de la base haciendo que sus venas se brotaran más, de lo mojado y duro que estaba.

La necesitaba, a las dos.

—¿escuchaste Chaeng?— habló Lisa— mi gatita está deseosa de ti también. ¿Por qué no vienes y te nos unes?

Lo último que vi fue como colgaba la llamada. Lisa agarró su celular y lo dejó en la mesa otra vez, me di la vuelta y la besé con deseo. Me guío hasta el sofá y me dejó caer en él.

El timbre sonó Lisa fue rápido a abrir. Al otro lado estaba Rosé con una camisa básica blanca y un pantalón de pijama.

Yo subí ambas piernas al soba, dejando mi coño expuesto para las dos y bajé una mano para tocarme.

—parece que alguien no puede esperar— la voz de Rosé me hizo gemir. Mira a Lisa a su lado mirándome con deseo. Vi cómo bajó su mano a su miembro y empezó a masturbarse mirándome.

Rosé se acercó a mí y se sentó a mí lado, me tomó de la cara y me besó lento y húmedo. Había bajado su mano para reemplazarla por la mía y ser ella quien me tocaba. Una de mis manos se subió hasta su cuello y la tomé de ahí para acercarla más a mí mientras ella metía dos dedos en mí. Escuché a Lisa acercarse. Así que abrí mi ojos y la miré mi lado, con la mano que estaba tocándome agarré su duro miembro y empecé a masturbarla.

El gemido de Lisa me hizo separarme de la boca de Rosé y verla, se veía tan sexy. Miré a Rosé y guíe mi mano hasta su pantalón, tocando la dureza de su pene sobre este. Agarré la pretina y la bajé, su miembro saltó fuera apuntando orgulloso hacia arriba. Bajé el borde del pantalón hasta dejar fuera de este sus bolas y lo tomé.

Ahora tenía la boca de Lisa en la mía, la de Rosé en mis pechos, dos dedos dentro mío y en mis manos los duros miembros de ambas mujeres.

Sentí a Lisa separarse de mí y enderezarse tomándome del cabello y guiando mi boca hasta su verga.

—mamala— ordenó.

Cerré los ojos me metí su pene a la boca. Besaba, lamia y chupaba con necesidad. Sentí a Rosé abrirme las piernas y ponerse entre ellas, abrí los ojos y miré por el rabillo de uno a la mujer totalmente desnuda arrodillada entre mis piernas. Volví a cerrar los ojos y gemí con el miembro de Lisa en mi boca cuando sentí la lengua de mi vecina en mi húmedo coño.

—qué rica estás— la escuché.

—es la puta más rica que te vas a comer Chaeng— habló Lisa. Gemí ante la sensación que se plantó en mi vientre bajo ante el apodo y saqué el su pene de mi boca, lo agarré con la mano levantándolo y pasé mi lengua por sus bolas, como sabía que le gustaba. Las chupé mientras mi mano seguía pajeandola.

La sensaciones de el miembro de Lisa en mi boca y la lengua de Rosé en mi coño me tenía en el cielo. Me separé del pene de mi novia y cerré los ojos abriendo la boca. Mi mano trató de seguir masturbando a la rubia pero me costó el ritmo, así que simplemente la agarré. Rosé me estaba comiendo de la manera más deliciosa. Sentí sus manos subiendo por mi cuerpo y agarrar mis tetas.

Abrí los ojos y las miré, qué atractivas eran sus manos tatuadas al igual que sus brazos y la espalda.

—ah~— un gemido ahogado salió de mis labios y cerré los ojos con fuerza. La sentí a Rosé levantase y poner una rodilla en el sofá, guiando sus manos a mí coño y meterme dos dedos nuevamente, esta vez moviendolos con rapidez.

El chillido que salió de mi boca fue fuerte, sin pena de que me escucharan. Sentí como me tomó del pelo y me guió a la verga de Lisa.

—chupasela o paro— demandó.

Y le hice caso. Le mamaba el miembro a mi novia mientras me agarraba del brazo de Rosé y mantenía mis piernas abiertas y elevadas. Un brazo de Rosé me sostenía del muslo para ayudarme.

Las manos de Lisa estaba en mi cabeza guiando mis movimientos.

Y me corrí.

Un fuerte gemido abandonó mi garganta, sentí los hilos de semen en mi boca anunciando que mi novia se había corrido también. Saqué el pene de Lisa de mi boca, su corrida se escurrió por la comisura de mis labios. Rosé seguía cogiéndome con sus dedos, abrí los ojos mirando los de ella, enterré mis uñas en su brazo y volví a correrme.

Había eyaculado.

—joder Jennie— escuché la voz de mi novia— qué rico.

Sentí a Rosé sacarme los dedos y pararse en frente de mí. Me tomó de la mandíbula y me besó. Luego se enderezó e inclinó su cabeza hacía arriba.

Se estaba masturbando encima de mi cara, se iba a correr en mi cara.

Venía su mano moverse con rapidez, su miembro era grande y grueso. A diferencia del de Lisa, el suyo no estaba circuncidado y tenía las venas más marcadas.

Unos jalones más y se corrió. Cerré los ojos y recibí su espeso y caliente semen en mi cara. Estas mujeres se corren mucho.

Sentí el peso de su aún dura verga en mi cara, mi coño palpitó por la acción que realizó. Sus bolas estaban justo sobre mi boca, saqué la lengua lamiendolas. Agarré el miembro con mi mano y lo empecé a lamer, limpiando cualquier rastro de semen que tuviera. La sentí poner su mano sobre la mía y guiar su glande a las partes donde tenía su corrida mi cara y recoger un poco en él, llevandolo a mi boca haciéndole lamer.

Miré a Lisa que estaba jalandosela mientras nos miraba y me saqué el pene de Rosé de mi boca para dedicarle una sonrisa. Me acomodé entre más dos tomando el miembro de cada una en cada mano para masturbarlas.

Ambas me miraban fascinadas y yo me sentí con poder sobre ellas, sabía que podía pedirles cualquier cosa y las dos lo harían sin dudarlo.

Y eso hice.

—besense— esta vez fui yo quien ordenó.

Rosé agarró a Lisa de la nuca y la atrajo a su boca, sus lenguas se veían en un beso desorganizado y húmedo. Yo, por otra parte, se las jalaba y chupaba mientras las veía comerse la boca. Mis manos a veces las soltaba para acariciarles el torso o las piernas. Maravillandome con el par de tonificados cuerpos, amando los tatuajes de las dos.

Estuvimos un rato más en esa posición hasta que decidimos mudarnos a la habitación. Las necesitaba dentro mío ya mismo.

Llegamos a la cama, Lisa me había cargado para tumbarme sobre esta. yo abrí las piernas gustosa. Las dos cayeron a los costados, tocándome, acariciándome y besándome.

—nunca creí que algo así pasaría— dije encantada recibiendo besos por todo mi cuerpo— gracias mi amor— tomé a Lisa de la cara y ya besé— y gracias a ti también, Rosie— cuando me separé, busqué la boca de Rosé y la besé también.

Ninguna quedará por fuera, las dos me complaceran y yo a ellas.

Hice que las dos se acostaran y empecé a besarles el torso, el cuello. Lamerlas. Cualquier cosa que estuviera en mis manos hacía.

Me separé para verlas, sus cuerpos fuertes y tatuados, la respiración pesada y sus miembros totalmente duros y listos para mí.

Me fijé como el pene de Rosé saltó sobre su abdomen y lo tomé, al igual que el de Lisa. Quería volver a hacerles otra mamada pero las ganas de tenerla dentro me ganó.

—quiero que me cojan— rogué.

Miré a Rosé pararse yendo hacia la puerta y la detuve confundida.

—voy por un condón— explicó.

Yo negué con la cabeza aterrada.

—no, por favor— casi le lloré.

Rosé se dio la vuelta. La miré y me relamí los labios, se veía exquisita.

—¿seguras?

—ella tiene la última palabra— escuché detrás de mí a Lisa.

Me levanté de la cama y caminé hasta ella, pasé mis manos por su abdomen hasta su miembro y lo acaricié mientras lamía su cuello.

—te quiero sin nada dentro de mí— mordí su mandíbula— quiero que me llenes de tu semen. Quiero que las dos me dejen tan llena— besé sus labios despacio— estamos limpias. Además planifico.

Rosé asintió— yo también lo estoy.

Y tras decir esto me tomó del culo y me hizo enrrollar mis piernas en sus caderas, sentí su caliente miembro ente mis piernas y gemí.

Volvimos a la cama y nos besamos. Lisa y yo, Rosé y yo y Rosé y Lisa. Rápidamente me puse encima de Rosé, quería ser ella quien se enterrara en mi coño. Empecé a moverme a lo largo de su miembro. Lisa estaba detrás de mí lubricandome la otra entrada. El sexo anal ya lo practicamos, no es algo que hacemos seguido pero siempre procuro mantenerme lista.

Sentí a mi novia acomodarme las caderas más hacía arriba y sentí su boca su boca pasar por toda mi parte trasera hasta la entrada de mi coño. Luego sentí las manos de Rosé ir hasta mi culo, una de sus manos me separó las nalgas y la otra empezó a estimularme el ano, untando sus dedos con el lubricante que había sacado Lisa.

Yo sólo estaba gimiendo ansiosa.

Cuando estuve preparada, sentí a mi novia arrodillarse detrás de mí, sentí a Rosé poner su mando entre nosotras y luego sentí ambos miembros abriéndose paso.

—puta mierda— gruñi. Estaba segura que la vena de mi cuello se había brotado al sentir como me estaban penetrando. No era la primera vez que hacíamos algo así, con Lisa hemos experimentado con juguetes sexuales antes. Tenemos un dildo que solemos usar cuando tenemos sexo anal. Pero ahora es totalmente diferente, el pene de Rosé el muchísimo más grande y grueso que el dildo.

Sentí los labios de Rosé besarme el cuello buscando tranquilizarme y las manos de Lisa acariciando mi cintura. Ambas cuidaban de mí.

—tranquila Jen— escuché la voz de Rosé sobre mi boca.

—nos dices cuando podamos movernos— habló Lisa.

Gemí y cerré los ojos. Tragué saliva y esperé hasta poder decir que me adapté a las dos.

—haganlo despacio— dije.

Volví a gemir cuando sentí la estocada de las dos. Apenas estaban empezando y ya era un manojo de chillidos y gemidos. Sentí que tuvieron la intención de parar pero las regañé y les dije que siguieran.

Ahora les había dicho que se movieran más. Las tenía a las dos cogiéndome deliciosamente a la misma vez. Me sentía tan bien en medio de sus dos cuerpos, estaba sostenida por las manos de Rosé sobre mi cintura y mis manos a los lados de su cabeza. Lisa estaba con las suyas en mi culo apretándolo mientras las dos movían sus caderas penetrandome.

—qué rica te ves desde acá gatita— dijo Lisa. Gemí más fuerte en respuesta.

—¿les gusta cogerme?— pregunté cómo pude con un tono de voz inocente.

—nos encanta— habló Rosé— así como a ti te gusta tener dos vergas grandes cogiendote.

Chillé. Me sentía tan puta. Era una puta, la puta de ellas.

—soy una puta— gemí desesperada.

—eres una puta— Lisa lo dijo en mi oído. Se habla inclinado y ahora estaba sobre mi espalda mientras seguía cogiéndome.

—nuestra puta— ahora fue Rosé quién habló. Ella me tomó del cabello y me lo haló lamiendome el cuello— la puta más rica.

—si, lo soy. Soy tu puta, solo de ustedes.

En este punto estaba llorando de excitación y placer. Las dos eran increíbles, no quería que acabara nunca. Me había vuelvo adicta a las dos.

—a las putas como tú les encanta estar así de abiertas— habló Lisa.

—mierda— gemí como pude.

Volteé el rostro buscando desesperadamente la boca de mi novia. Nos besábamos de la forma más desordenada posible.

—las putas como tú reciben toda la leche que les dan— Sentí a Rosé separarme de la boca de Lisa— ¿qué hará una puta como tú?

—recibir la leche de ustedes— hablé como pude.

Me atrajo hacía su boca y me besó también, un beso igual que el que había compartido con Lisa.

Me separé de sus labios y me corrí— mierda, mierda, mierda— gemí fuerte — putísima mierda.

Al segundo que me corrí sentí la carga de semen dentro de mí, de alguna forma las dos se habían corrido al mismo tiempo y ahora me estaban llenando de su cálido y espeso esperma. Maldije en voz alta feliz de sentirme así.


—no se salgan aún— rogué.

Ellas obedecieron y cerré los ojos gustosa apoyándome en el cuerpo sudoroso de Rosé. Las caricias y los besos no se hicieron esperar.

Después de un rato, les dije que podían salirse. Gemí cuando sentí la pérdida de las dos y la humedad escurrir de mí. Rosé me pasó una mano por el culo y otra por la entrepierna tapando ambas entradas.

—no dejes que nada se salga— dijo divertida.

me ayudaron a acomodarme en medio de la cama, me sentía exhausta. Ellas se hicieron a mi lado y me llenaron de caricias y besos.

Amé que Rosé haya congeniado tan rápido y bien con nosotras en este aspecto también. Definitivamente le química que había entre las tres fue más allá que la amistad que tenemos.

—descansa que aún tenemos toda la noche— dijo Lisa.

me mordí el labio y les dejé un pequeño beso a cada una. Gemimos con gusto.

...

amig0 creo q ha sido lo más explícito que he escrito equisde. gracias por leer

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