(Escuchar canción en multimedia)
Capítulo XXIII
Alguien choca sus puños en mi puerta e intenta abrirla, pero como no quiero que nadie intente hacerme daño, le he puesto seguro. Claro está que eso no impide que los golpes ensordezcan mis oídos.
—¡Dante! ¡Date prisa! ¡Estamos muy atrasados! —grita mi padre golpeando con más fuerza la puerta. Aunque antes de irse le da una buena patada. No puedo creer lo neurótico que es este hombre.
En fin, me miro por última vez en el espejo, pero... odio lo que veo, odio esa mirada triste. Al parecer mi padre tiene una cena de negocios, por lo que es importante que todos asistamos. Son estas ocasiones en las que debo llevar mis trajes asquerosamente caros y poner las sonrisas más baratas que tengo. No entiendo por qué mi padre se empeña en simular que tiene una familia feliz. Sinceramente no creo que le importe si estemos o no en esa fiesta.
Así que antes de salir de mi habitación paso la mano en mi traje para alisarlo y simular que tengo algo bajo control. No me queda nada más que ir a encontrarme con mi "hermosa familia" para irnos a un lugar al que estoy consciente que no quiero asistir.
Pero mi enojo se esfuma cuando veo a Hillary con un hermoso vestido azul, se ve tan hermosa mi pequeña hermanita.
—Oye Hillary, hoy te ves muy adorable —le susurro al oído pues mis padres están en la sala hablando.
Mi pequeña hermanita sonríe y se sonroja, pero no puede decirme nada pues mi padre nos hace una seña con los ojos, indicando que ya debemos irnos. Afuera nos espera una de las tantas camionetas que tiene mi padre.
Yo simplemente odio los viajes en auto con mi familia, son demasiado incómodos, todos nos quedamos callados esperando el momento en el que mi padre estalle o nos haga daño. Por eso Hillary siempre se sienta a mi lado y me toma la mano, lo cual agradezco, pues si mi padre estalla para hacernos daño, sé que podré salir huyendo con ella. Al menos me consuela que ahora haya silencio. Nadie se atreve a decir alguna palabra, ¿con qué fin? No hay paz ni tranquilidad cuando Kenneth está frente a nosotros.
Al fin, después de unos larguísimos veinte minutos, llegamos al lujoso y elegante lugar en el que se llevará a cabo la fiesta. Sin embargo, antes de salir del auto mi padre nos ordena.
—Recuerden siempre estar con una sonrisa. —Tengo tantas ganas de gritar al escuchar sus palabras, pero me contengo pues veo la mirada nerviosa de mi pequeña Hillary.
Prefiero quedarme callado.
Los cuatro entramos al lugar y efectivamente, con una sonrisa enorme en los labios. El lugar es siempre como me lo imagino, todo parece estar meticulosamente hecho, el lugar es perfecto. Pero lo que siempre llama mi atención es que la mayoría de las personas que asisten a estos eventos son personas muy mayores, somos pocos los adolescentes, o niños como Hillary. Por eso estas fiestas son más aburridas. Aunque lo que más odio de estos lugares es que aquí apesta a dinero.
—Sonríe Dante —dice mi padre molesto mientras me toma fuertemente del brazo. ¿Y qué me queda? Nada más que hacerle caso a este monstruo.
De repente alguien se acerca a mis padres y veo este momento como una oportunidad para escabullirme a un lugar más tranquilo. No puedo llevarme a Hillary porque mi madre la toma con fuerza de la mano. Pobrecita, tendrá que escuchar charlas aburridas sobre dinero y ladrillos.
Mientras me escabullo entre las personas, noto que en el lugar hay una pequeña terraza. Lo mejor de todo es que está alejada de los demás y nadie está ahí. Así que me dispongo a ir a ese lugar. Lamentablemente tengo que atravesar toda la pista de baile, que por cierto es enorme. Muy bien, aquí vamos.
Comienzo a caminar sin llamar mucho la atención, aunque en el camino noto la falsedad de las personas, todos ríen aparentando ser felices, pero, ¡bah! El dinero es la mayor fuente de infelicidad del mundo. Las risas falsas y el perfume caro siguen siendo el ambiente dentro de esta "hermosa velada". Entonces me distraigo y choco con alguien.
—Ten más cuidado —me dice aquella mujer con cara delgada y arrugas prominentes. Pero lo que más me llama la atención es que tiene un zorrillo atravesado en el cuello. Vaya pesadilla.
Me disculpo con aquella mujer y sigo mi camino hasta ese pequeño refugio que encontré.
Cuando siento la brisa nocturna acariciar mis mejillas... es como si al fin fuera libre. Aquí afuera sólo se escucha el murmullo de las estrellas, además que siento como la luna me baña en su luz. Que hermoso paisaje.
—20:17 estaría encantada con esta vista —susurro hacia la nada, pues nadie me oye, más que las estrellas. Sin darme cuenta, mi voz se convierte en vapor, tan sólo espero que llegue hasta los oídos de esa mujer, la increíble 20:17.
—¿También estás aburrido? —pregunta una voz... dulce y melodiosa. Por un momento creo que es la chica que habla en la radio, pero al estudiarla mejor, me doy cuenta que la conozco perfectamente.
—¿Dakota? —cuestiono mirándola perplejo. Aunque noto como mis ojos inquisidores la ponen nerviosa.
—Hola Dante —responde a mi pregunta. Yo tan sólo me pierdo en sus mejillas sonrojadas.
—Odio estas fiestas —sentencio con rabia en mis palabras—. Claro que estoy aburrido, si tan sólo...
Pero mis palabras se pierden en el vapor del aire pues mi garganta no puede producir sonido alguno, la razón, una sola palabra: Dakota.
Creo que ya hemos dejado claro que la situación en la que me encuentro es de gente caminando por ahí desbordando elegancia, Dakota no es la excepción. Aunque ella se ve más que elegante, está hermosa. Se ha recogido el cabello lo cual me deja ver perfectamente el contorno de sus mejillas. Pero en especial esos hermosos ojos color marrón verdoso que brillan como las estrellas. Además, lleva un vestido color rosa, vaya... es hermoso en ella. Ese vestido resalta la figura de su cuerpo, resalta esas curvas que se creían inexistente. Tiene la silueta de un ángel. Es preciosa.
—¿Por qué no dejas de mirarme? —pregunta mientras se ruboriza.
—Porque te ves linda. —Mi confesión hace que Dakota abra los ojos como platos y comience a mover las manos de una manera demasiado nerviosa.
—Pues yo lo odio, detesto que me hagan usar vestido y tacones, siempre terminan doliéndome las piernas —dice mientras se frota el brazo de manera nerviosa. Pero yo sigo perdido en su hermoso rostro y en esos mechones dorados que le caen por la frente.
—Dakota, aquí todos huelen a malas intenciones —contesto desviando el tema para no incomodarla más. Así que recargo mis codos en el barandal que nos divide de ese hermoso jardín.
Pero Dakota me sonríe amistosamente y se recarga del barandal haciendo que nuestros brazos se rocen.
—Y también tienen gustos terribles —juguetea mientras me da un golpe en el hombro—. ¿Ya viste a la mujer con el...
—... zorrillo? —decimos al unísono provocando que nos riamos sonoramente.
—Pero supongo que es mejor si estás aquí conmigo —susurra mirando el cielo estrellado. Yo no puedo evitar sonreírle pues veo como la luna baña sus preciosos ojos.
De repente a mis oídos llega el sonido de una hermosa melodía, una que conozco perfectamente y que me hace transportar a un mundo más feliz, pero sobre todo mágico. La canción es dulce y perfecta para bailar, pero, ¿con quién?... entonces mis ojos se enfocan en Dakota.
—¿Bailas Dakota? —pregunto mientras le extiendo mi mano, notando como me mira muy confundida.
—No sé cómo hacerlo Dante, la única vez que he bailado con alguien ha sido con mi padre y fue hace mucho tiempo. ¿Y si te piso los pies? —Noto sus palabras nerviosas, por eso trato de tranquilizarla con una sonrisa.
—¿Bailas Dakota? —Sus ojos me miran preocupados y dudosos—. Yo te enseño.
Dicho eso ella me extiende la mano, provocando que sienta una descarga eléctrica al percibir su roce, una descarga que me deja totalmente confundido.
—Está bien, pero si te piso los pies no me culpes. —Cuando dice eso comienza a reír y noto como mi contacto la relaja de a poco.
Ambos caminamos tomados de la mano hasta la pista de baile. De repente siento como si todo el mundo desapareciera de esta escena, siento como si estuviéramos solos en el mundo, pues sus ojos me demuestran que estoy en el lugar correcto... a su lado. Cuando al fin llegamos, tomo su otra mano y le digo.
—Lo único que tienes que hacer es balancearte de un lado al otro. Pero primero da un paso hacia mí. —Un poco recelosa da ese paso, provocando que nuestras respiraciones casi choquen. Su aliento mentolado llega a mi nariz, embriagándome—. Ahora sólo enreda tus manos en mi cuello, yo en tu cintura y déjate llevar Dakota.
La rubia me mira con una sonrisa y hace lo que le pido, entonces siento sus manos tibias en mi cuello. Yo tomo su cintura provocando nuevamente esa electricidad prohibida en mi cuerpo. Pero dejamos que el ritmo de la música nos haga disfrutar el momento. La canción es lenta, por lo que en poco tiempo ambos nos coordinamos y logramos sentirnos cómodos, es como si ese fuera mi lugar: los brazos de Dakota.
De repente nuestras miradas chocan y comenzamos a sonreír como dos niños. Entonces dentro del pecho, siento como algo en mi corazón comienza a hincharse, no puedo explicar lo que realmente es, pero mi corazón late como un loco desesperado. Así que ocurre algo hermoso... ella esconde su rostro en mi pecho y escucho que susurra.
—Gracias Dante. —Y sí, así es como Dakota rompe todas mis barreras, así es como se roba mi respiración y aliento. Desde ese momento algo especial comienza a nacer en mi corazón, provocando que en los años posteriores nunca pueda sacármela de la memoria... hasta el día de mi muerte.
🌙➖🔻➖🔻➖🔹➖🔻➖🔻➖🌙
Nota de la autora:
Yo les dije, este capítulo a los Team Dankota les iba a encantar. Les hablo a ustedes Joha, Fiore y Nikol 😏. En cuanto a ti Sebas y Tooru, quizás para la otra haya algún momento Darry jajaja.
Por lo mientras nosotros somos felices con este par, pues... ¡Dante lo ha declarado! ¡Está enamorado de Dakota! Lo cual es malo, pues tiene novia, ¿indeciso? Sí, ¿caprichoso? También, ¿hermoso? Sin dudarlo.
Canción: Drift Dive– The Antlers
Aquí termina el maratón 4/4. Espero lo hayan disfrutado mucho. Les mando un mega abrazo y nos leeremos para la próxima.
Atte
D.R
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top