prólogo


El Gran león

Ya había pasado siete años desde la muerte de casi toda la familia Pevensie. Isabella aún tenía pesadillas pensando que era la culpable por la muerte de su querido Peter o como ella lo llego a llamar su sol y estrellas.

Theodore y Adrián ya tenían 8 años aproximadamente y la pequeña Emily en unos pocos días cumpliría los 7 años, aquellos tres niños habían crecido si ninguna figura paterna, pero jamás les falto cariño y atención de aquellas mujeres que seguían en sus vidas a pesar de todo.

Era de noche cuando una terrible lluvia apareció, haciéndose presente junto con rayos y truenos, los dos pequeños niños se encontraban bajo su cama, aquella lluvia parecía diluvio o como decía el pequeño Adrián el cielo se estaba cayendo.

Un fuerte viento hacía que las ventanas se abrían y se cerraban fuertemente asustando a la pequeña Sofía que se escondía debajo de las mantas de la cama de su madre.

Isabella y Susan se encontraban en la cocina preparando algo para los tres niños asustados, la pelicastaña hacia sus famosas galletas mientras que Susan preparaba un poco de leche caliente y un poco de agua para una taza de té.

-¡Mami! -gritó la pequeña Sofía, cuando un relámpago se hizo presente, la pequeña pelicastaña bajo rápidamente las escaleras para llegar a su amada madre -. Sigo teniendo miedo, quiero a papi.

-Sol de mi vida, sabes que tu papi no está aquí -extendió sus brazos hacia su pequeña niña -. Ven mi sol ayúdame con las galletas, ¿te parece? -Sofía le ayudo a su madre a poner la harina y chispas de chocolate, el recuerdo de hacer galletas con la joven Lucy, se había hecho una tradición de hacer galletas una vez a la semana y las regalaban a los más necesitados, si sobraban galletas ellos se los quedaban.

-¡Mamá! -gritaron los gemelos mientras bajaban las escaleras para poder llegar donde se encontraban su madre, tía y hermana.

-Vengan, ayúdenme a hacer galletas, Susan puedes revisar si puedes poner algo de música, mis discos de vinilo están en mi habitación, ya sabes donde -indico Isabella mientras ponía una bandeja de metal para poder poner las galletas.

Susan se dirigió a la habitación de la joven pelicastaña miro el reflejo del espejo de la joven Backer, miro que no solo su reflejo se encontraba ahí, miro a su pequeña hermana que le sonreía, la única Pevensie sobreviviente se quedó estática ante aquel milagro si así se le podría llamar, una lágrima inconsciente abandono sus ojos.

La ojiazul bajo las escaleras rápidamente hasta llegar en donde se encontraba su mejor amiga y sobrinos que la miraban confundidos por lo que había hecho.

[...]

-Lucy -la llamo el joven rubio a su pequeña hermana -. Sabes que no puedes hacer eso, puedes ocasionarle algo a Susan solo por haberte visto.

-Lo sé, lo sé, pero quería veros y que ellas supieran que seguimos aquí, debiste ver a Emily es idéntica a Isa, pero saco tus ojos, es realmente hermosa -una pequeña sonrisa apareció en el rostro del joven rubio al igual que de la joven Lucy.

-¿Cómo está, Bella? -pregunto el joven azabache mirando a sus hermanos -. ¿Cómo están los gemelos?

-Los gemelos tiene su carácter, Theodore heredo el tuyo Ed y Adrián el tuyo Peter -miro a sus hermanos, se miraron entre sí y sonrieron -. Son valientes al igual que ustedes, pero actúan como niños asustados para que Isa no sienta que crezcan rápido, Isa se encuentra bien, aunque nos extraña y sigue teniendo aquellas pesadillas pensando que la muerte de Peter es su culpa.

-No tiene sentido, porque se sentiría mal -pregunto el joven Eustace -. Quiero decir por qué se siente mal por su muerte, no es como que ella haya provocado el accidente o sí.

-El día del accidente Peter y Bella tuvieron una gran discusión, ella sentía que la pequeña Emily Sofía nacería en cualquier momento, Bella le pidió que se quedara para que estuviera para ellas, pero él quiso acompañarnos, ninguno de nosotros estuvo en el nacimiento de la pequeña solo Susan -explico el joven azabache a su primo, Eustace se limitó a asentir y siguió prestando atención a la conversación.

-No debería sentirse mal, la culpa fue mía por no quedarme con ella, decía que mi terquedad no me llevaría a ningún lugar, pero al final me llevo a mi propia muerte.

-Algún día ella estará aquí con todos nosotros compartiendo la gran mesa junto a tus hijos Rey Peter -hablo el magnífico león llamando la atención de los presentes -. Lucy tiene razón tus hijos son valientes tanto como tú, los he visto en cada sueño que tienen y en cada uno de ellos aparecen todos ustedes, los extrañan, pero ellos saben que tienen una vida por delante.

-Crees que ella llegue a amar a alguien más -pregunto Peter mirando a Edmund -. Sé que ama a nuestros hijos, pero llegará a amar a otro hombre, crees que ella sería capaz de hacer eso.

-Oh Peter... Bella te amara hasta el fin de los tiempos, tú fuiste su primer amor, tienes razón salió con otras personas, al igual que tú, sabes que ella y yo lo intentamos, pero sabíamos que no iba a funcionar porque te amaba y aún lo hace -contesto el azabache mirando a su hermano mayor.

-De verdad crees capas a Isa de amar a alguien más que no seas tú o tus hijos -pregunto Caspian mientas veía a sus viejos amigos -. Si mal no recuerdo ella me contó de un tal Oliver a ella le gustaba, pero estaba enamorada de ti, te eligió a ti un millón de veces, dejo la que otra persona diría su "felicidad" con otro hombre solo por ti.

-Arriesgó su vida por nosotros más de una vez, te demostró su amor de muchas maneras, ella te retaba más que nadie, ella estaba para ti en cualquier victoria o derrota, le gritabas, pero a pesar de eso jamás se alegó de ti, así que no dudes de ella ahora -dijo Edmund mientras daba media vuelta para irse, Lucy lo siguió y lo tomo del brazo.

-Él tiene razón ella te miraba de una forma muy especial, tanto que ignoraba a todo mundo con tan solo mirarte a ti -secundo la amiga de su joven primo Eustace, para después tomar de la mano de su amigo rubio.

[...]

La tormenta había pasado todo era calma, Susan le había contado lo sucedido a su mejor amiga lo que había pasado, la joven Backer no podía creerlo, se sintió tan confundida en ese momento, así que prefirió callar.

Theodore, Adrián y Sofía dormían en sus respectivas habitaciones, los gemelos aún dormían en la habitación que algún día fue del joven matrimonio, la pequeña Sofía había tomado la habitación de su querida tía Lucy, todo seguía igual, solo que su ropa de su tía la guardo, Isabella le dijo que cuando creciera un poco más quizá podría quedarse con alguna de ellas.

Sofía había sacado el don de leer cientos de libros sin cansarse al igual que su madre y tía, tenía el carácter de Isabella, pero la valentía de su tía Lucy, de Edmund saco el gusto por las delicias turcas, el chocolate caliente y las galletas de su madre.

Theodore había sacado el carácter de su tío Edmund, de su padre la terquedad, al igual que sus gustos por las galletas de su madre, también saco la inteligencia de su madre y su tía Susan.

Adrián en cambio tenía el carácter de Peter, de su tío Edmund las estrategias de combate aun que sean para simples pelas en la escuela, al igual que su gemelo saco la inteligencia de su madre y tía, pero la amabilidad de su tía Lucy.

Isabella no podía creer que sus niños iban creciendo muy rápido, ella se encontraba en su habitación mirando el techo. El sol comenzó a asomarse por su ventana indicando que sería un nuevo día, se acercó a la ventana para escuchar a los pájaros cantar, su mirada se dirigió al espejo se acercó a él, las ojeras comenzaban a salir por falta de sueño.

Sus tres hijos entraron corriendo a su habitación, Sofía saltaba de alegría, ya que sería su segundo año donde acompañaría a su madre, hermanos y tía a darle comida a los más necesitados con un poco de ropa. Le gustaba ayudar a los demás sin pedir nada a cambio, si su tía Lucy la viera, estaría orgullosa de ella al igual que su padre.

Los gemelos no podían aguantar más para jugar con los pocos amigos que habían hecho en un viaje de esos, Adrián dejo de correr y de reír de alegría para mirar a su madre, ella lo miro confundida esperando una explicación de su repentino cambio de humor.

-Mami, tu alguna vez soñaste con un león -preguntó Adrián, Isabella se quedó estática ante la pregunta que había hecho su pequeño hijo.

-Adrián, ¿tú también has soñado con un león? -preguntó su gemelo mientras lo miraba a él y a su madre.

-¿De un león que es magnífico y que transmite paz con tan solo verlo? -cuestionó la pequeña Sofía mientras se sentaba en la cama de su madre.

-Niños ¿aquel león les digo algo, como su nombre por ejemplo? -preguntó la pelicastaña los tres niños asintieron, para poder hablar.

-Dijo que papá nos espera junto a con nuestros tíos en una gran mesa -contesto Theodore que miraba a su madre.

-¿Les dijo algo más? -los tres niños se miraron entre sí para armarse de valor.

-Nos dijo su nombre, su nombre era Aslan -contesto Sofía casi en un susurro.

-¿Cómo dices que dijiste?

-Qué su nombre es Aslan, mami nos visita en cada sueño, a veces está con papa junto a nuestros tíos y abuelos -contesto inconscientemente Theodore.

-Okey, niños que todo esto quede entre nosotros, por nada del mundo su tía Susan no se debe enterar.

-¿No debo enterarme de qué? -pregunto la mayor de las Pevensie mirando con curiosidad a sus sobrinos y cuñada.

-Recuerdas aquel libro que te querías comprar, pues era una sorpresa y los niños lo encontraron, así que sorpresa -mintió Isabella, era verdad había comparado aquel libro, pero no quería decirle que sus hijos habían visto a Aslan porque pensaría que estuvieran locos.

-Isa no era necesario hacer eso -Susan se acercó a su joven amiga para poder abrazarla -. Gracias, gracias.

-No hay de que Su -la pelicastaña le regalo una gran sonrisa sincera.

-Lo sentimos tía Su -hablaron al unísono sus pequeños sobrinos, Susan les sonrió y les dio un beso en la cabeza a cada uno.


|| 22 - 08 - 2021||

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top