♡ veintiocho.

Jungkook limpiaba el sudor de sus manos mientras le daba un nuevo orden a los cubiertos sobre la mesa, acomodaba el ramo de Spireas sobre el florero, tratando de que se vieran lindas para Jimin.

Dios, estaba tan nervioso que podría llorar.

Sentía una tortura el pasar lento de las manillas, quería agarrarlas entre sus manos y hacer que avanzaran rápido. Era un tortura esperar.

Los nervios se lo comían vivo. Incluso sentía que tendría un paro al corazón por lo rápido que latía.

Su celular sonó en su bolsillo y saltando por el sonido lo tomó en sus manos, sintiendo como sus manos temblaban. Era solamente su hermana.

—¿Hola?

¡Kookie! ¿Cómo anda todo?

—Pues...aún no es hora, aún no llega.

¿Cómo estas?

—Demasiado nervioso.—Soltó una risa entre dientes, tirando su espalda al respaldar.

Tranquilo, todo va a salir bien.–Le ánimo.—Veras que Jimin te dirá que si.

¿Y si no lo hace? ¿Y si me rechaza?

Pues el que perdería sería él. Él se lo pierde.

—Eso no me anima.

Lo se.—Rió a través de la línea.—Pero no pienses mucho, todo saldrá bien. Él aceptará ser tu novio, mi instinto de hermana mayor me lo dice.

—Eso si me tranquiliza.—Sonrió.—Gracias, Nayeon, siempre consigues subirme el ánimo.

Eso es lo que hacen los hermanos.

El sonido del timbre le interrumpió, otra vez sus manos sudaban mientras escuchaba el palpitar de su corazón contra sus tímpanos.

—Y-ya llegó, me tengo que ir.

¡Suerte!—Grito.—Te quiero, Kookie.

Yo también, Nayeon.

La llamada finalizó.

Jungkook fue caminando hacia la puerta y antes de abrirla soltó un suspiro para darse ánimos. Abrió la puerta con una de sus mejores sonrisas.

Frente a él estaba Jimin, una chalina envuelta en su cuello, unos lentes oscuros en sus ojos, un cubre bocas cubriendo la mitad de su rostro. Ocultando su identidad para venir a ver a Jungkook.

Escondiéndose.

Jimin se quitó los lentes y el cubre bocas, una sonrisa debajo de la tela, oculta, sus ojos cálidos encontrándose con los redondos de Jungkook.

—Buenas noches, Jungkookie.

—B-buenas noches, Jimin.—Tosió Jungkook para aclarar su garganta.—P-pasa.

—¿Es tu departamento, Jungkook?—Preguntó Jimin mientras entraba y miraba cada rincón.

—Solía serlo, es el departamento de mi hermana donde solíamos vivir antes de que debute.

—Es muy lindo.—Sonrió.—¿Este eres tú?

Señaló una foto sobre la pared. En ella la foto de una niña de unos aproximadamente trece años posando al lado de un bebé recién nacido.

—Sí, la niña es mi hermana.

—Aw, eras una bolita de masa.—Sonrió Jimin.—Siempre tuviste tus ojos de ciervo. Tan lindo.

—Gracias.—Dijo Jungkook sonrojado.—Se que te gusta la lasagna y yo...la preparé para ti. En forma de disculpa.

Jimin dejó de ver las fotos de la pared y se dio la vuelta, encontrándose con un Jungkook cabizbajo.

Durante unas dos semanas Jungkook no le había dirigido la palabra, no contestaba sus mensajes, no le contestaba las llamadas, simplemente le había alejado abruptamente y Jimin no sabía porque. Al principio creyó que porque tenía mucho trabajo o que simplemente había hecho algo mal sin darse cuenta.

Pero al parecer no era así.

Claro que no. Jungkook le había alejado tan abruptamente porque sintió terror.

Terror a todo lo que había descubierto que sentía por Jimin, temía a sus propios sentimientos descubiertos. Se sentía tan vulnerable que lo único que pudo hacer fue alejarlo, por su bien y el de Jimin.

Aquellos sentimientos descubiertos le traían recuerdos, crudos recuerdos de lo que alguna vez pasó hace mucho tiempo. Le recordó al comienzo de todos sus problemas y traumas.

Le recordó el porqué de su cicatriz en la mejilla.

Por eso sintió terror, tanto que lloro por toda una semana, oculto entre sus sábanas y abrazando uno de sus peluches.

Hasta que su hermana le encontró entre ellas y lo consoló entre sus brazos. Diciéndole que todo estaría bien y que nada malo había en él.

—Oh...no tienes porque disculparte, entiendo que hayas estado ocupado trabajando, yo también...—Fue interrumpido.

—No tenía trabajo, yo te evité por otra razón.—Dijo.

—Oh...

—Mhm ¿Podríamos tomar asiento? Siento que sin comida no podré decirte lo que quiero decirte.—Rascó su nuca sin hacer contacto con los ojos de Jimin.

—Esta bien.—Sonrió.

Ambos fueron hacia la mesa, Jimin viendo con mucho entusiasmo el ramo de flores que decoraba la mesa, eran sus favoritas. Jungkook tuvo que dejarle para traer la lasagna que había hecho.

Después de unos minutos Jungkook por fin volvió de la cocina con dos platos de lasagna. Una de la entrego a Jimin y la otra se quedo en su lugar. Ambos comieron mientras hablaban sobre lo que habían hecho en la semana, contaban las anécdotas que tuvieron y los descubrimientos que habían hecho; pues ser relativamente nuevos en la gran ciudad les daba buenos descubrimientos en los supermercados. Encontraban cosas que no habían visto en Busan.

Cada minuto era una tortura para Jungkook, sus pies tamborileaban contra el suelo mientras escuchaba hablar atento a Jimin sobre una edición especial que había conseguido de Orgullo y Prejuicio en la calle. Aunque podría soportar la tortura del tiempo lento, si así veía a Jimin emocionado hablando de las cosas que le gustaban.

Una pequeña alarma sonó en la cabeza de Jungkook, cuando se dio cuenta que el reloj marcaba las doce de la media noche. Se habían pasado hablando sobre cosas sin sentido que ahora era media noche.

Jungkook no podía seguir retrasando lo que tenía que decir.

—Jimin...

—¿Sí?

—Y-yo.—Tosió para aclarar su garganta.—L-la razón por la que te llame fue para pedirte disculpas y darte una explicación.

—Ya te dije que no tienes porque disculparte.

—Déjame terminar.—Suspiró.—Yo no estuve ocupado, yo vi las llamadas y los mensajes que me enviabas, solo los pasaba de largo. Porque yo...tenía miedo.

—¿Miedo?

—Miedo de todo esto.—Volvió a suspirar, poniéndose cada vez más nervioso.—De todo lo que siento, de todo lo que me haces sentir. Y-yo, todo esto me da mucho miedo, Jimin. Me da miedo las mariposas en mi estómago cada vez que te oigo hablar sobre algo que te gusta, me da miedo las enormes ganas que nacen de besarte, me da terror saber que...

>>—Que yo.—Miró sus pulgares.—Que yo estoy enamorado de ti, Jimin. Por eso te aleje, por el terror que todo esto me da, porque no sé si tú sientas lo mismo por mi y no importa si no lo haces, no importa si no sientes nada por mi y crees que esto es una estupidez, pero...yo por alguna vez en mi vida quería ser sincero conmigo mismo. Quería ser valiente.

Y el silencio de Jimin le asustó, hizo que en su garganta se formara un nudo. Lo había arruinado.

—Yo también estoy enamorado de ti, Jungkook.

Jungkook levantó la vista de sus manos para mirar a Jimin, creía que todo era irreal, que estaba soñando, pero la sonrisa y los ojos llorosos de Jimin le confirmó que no estaba soñando.

Que aquello era una realidad.

Ambos se sonrieron con pequeñas lágrimas recorriendo sus mejillas, se levantaron de sus asientos para pararse frente a ellos. Con sus pulgares retiraron las lágrimas que rodaban por sus ojos y se besaron.

Se besaron por primera vez, mientras juntaban sus frentes y se sonreían mirándose a los ojos.

—¿Park Jimin, tú quisieras ser mi novio?—Preguntó Jungkook, sintiendo la felicidad recorriendo cada rincón de su piel.

—Sí, si quiero.—Sonrió Jimin mientras tomaba a Jungkook de las mejillas y plantaba un nuevo beso.

En medio de la sala de su antiguo departamento ellos se besaron mientras se sonreían, mientras sentían el palpitar de sus corazones como uno solo. La alegría recorriendo cada uno de sus poros.

Eran solo dos adolescentes de diecisiete años felices por sus sentimientos correspondidos, sintiendo la euforia del amor a su alrededor.

Dos adolescentes de diecisiete años que comenzaron su historia de amor a media noche entre besos y risas.


























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pobres bebés, lo que les espera 😞😞

pd: jungkook es mi mejor guerrero🤨

nos vemos :3

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