setenta y cuatro.
Jimin aún de vez en cuando daba vistazos rápidos hacia la mesa en la que había jurado ver a Jungkook, por las paredes no podía ver bien, pero aseguraba que en esas mesas se encontraba sentado Jungkook. No podía hacer mucho más que estirar su cabeza de vez en cuando, parecía que el mismo destinó no quisiera que siquiera vea la nariz de Jungkook.
Suspiro batiendo su té y dándole un mordisco a su sándwich de queso, no iba a forzar al destino; si este no quería que se topara con Jungkook iba a dejar las cosas de esa forma.
El sándwich de queso era bueno, tanto que lo termino rápido, ahora solo le quedaba su taza de té mientras ojeaba una revista de arte que se había comprado en la feria. No entendía nada de lo que estaba escrito pero disfrutaba las fotos tomadas en las hojas, marcaba las hojas que tenían las fotos que más le habían gustado; trataría de llegar a esas galerías y a esas calles de murales coloridos.
Se encontraba tan absorto en los colores y en marcar las hojas que no se dio cuenta cuando Jungkook se paró de su mesa; cargando su cámara en su hombro y colocándose mejor el gorro que protegía su identidad.
Parecía que nuevamente ignorarían que sus hilos estaban en el piso y que la madeja iba haciéndose corta.
Pero Jungkook lo noto, vio a Jimin sentado en una mesa cerca del gran ventanal.
Se congeló por la sorpresa, pestañeando un par de veces para creer lo que veía. A su hermoso Jimin frente a él, hojeando una revista mientras los rayos de sol besaban su piel suavemente.
Estaban a sólo metros de distancia. A pocos pasos.
Jimin sintió que alguien le miraba y levantó su mirada hacia la presencia; encontrándose con los ojos redondos cubiertos de Jungkook.
Al parecer, el destino no quería que fueran por caminos distintos; sino que caminaran por los mismos callejones mientras tomaban fotografías.
Una pequeña sonrisa se dibujó en sus rostros.
Se habían encontrado.
—Hola.—Susurró Jungkook.
—Hola.—Respondió Jimin, en un ligero murmuró.
—Eh...¿Puedo sentarme?—Pregunto nervioso, rascando su nuca mientras ocultaba una sonrisa.
—Claro.—Sonrió levantando la bolsa llena de objetos que había comprado.
Jungkook se sentó en la silla frente a él, dejando su cámara en la mesa.
El silencio era bueno, cuando no sabían que decir, el silencio era el único que los acompañaba porque parecía que lo de alrededor era menos importante; y era así.
Porque solo importaban los dos.
Jimin terminó su té y lo dejó sobre el platillo, limpiando sus labios con la servilleta y aún observando a Jungkook que miraba la revista encima de la mesa, Jimin sonrió y se la pasó.
—Yo también tengo esta revista, la he usado como mapa para ir a lugares lindos.—Dijo pasando las páginas.—Ya la estoy acabando, me quedan solo dos paginas por visitar.
—¿Enserio? Yo pensaba usarla también como mapa, ayer recién llegue y quisiera pasar el corto tiempo yendo a lugares lindos.
—Son muy lindos.—Asintió.—Si quieres...puedo llevarte, claro, solo si quieres.
—Lo quiero.
Dijo en un susurro, ganándose la atención de Jungkook.
Ambos mirándose a los ojos a través de los rayos de sol, sonriéndose por debajo.
Sintiendo calor en sus pechos.
Parecía que el tiempo no había pasado y que solo habían sido horas las que habían pasado separados; horas y no años, se sentía como la primera vez que viajaron juntos fuera de su país natal.
Se sentía como si el tiempo no hubiese pasado y se sentía como si la tormenta nunca hubiese pasado por el muelle.
Era bueno, de cierta forma. El haber dejado atrás todas las heridas que habían ganado a través de sus batallas, el haber dejado las cruces que llevaba en sus espaldas y las espinas en sus cabezas. Porque eran completamente libres del dolor; recordándolo como una anécdota para hacer bromas de ella.
—¿Cuanto tiempo te quedarás?—Ambos preguntaron al mismo tiempo.
Y se rieron por ello.
Estrellas naciendo de sus orbes al observar a la persona frente a ellos.
—Tú primero.—Dijo Jimin.
—No lo sé, pienso quedarme más tiempo, aún no he conocido todos los lugares ocultos en Berlín, además, me compré un departamento aquí, pienso quedarme un buen tiempo, tal vez lo que queda del año ¿Y tú?
—Uhm, la verdad tenía planeado quedarme hasta que los eventos de Audi y Hugo Boss terminaran, pero...he querido tomar vacaciones hace mucho.—Mordió sus labios.—Tal vez es hora de tener algo de vacaciones.
—Sería bueno.—Sonrió.—Así podría ser yo quien te enseñe los lugares que visite en Berlín.
—Suena bien.—Sonrió de vuelta.
—Justo ahora iba a...la tienda de chocolates Fassbender & Rausch, es una muy famosa y tiene deliciosas piezas...tal vez tú quisieras ir.
—Siempre es buena la compañía ¿No?
—Siempre.
Ambos volvieron a sonreírse, solo que con un toque ligero de carmín sobre sus mejillas.
Pagaron la cuenta juntos; Jungkook se ofreció a pagar la parte de Jimin para así darle una buena bienvenida, Jimin tuvo que aceptar después de unos minutos de Jungkook rogándole. Salieron juntos de la cafetería.
El día había empezado soleado pero a partir de las doce las nubes grises invadieron el panorama. Jimin y Jungkook iban caminando por las calles porque así podrían apreciar correctamente cada centímetro de Berlín; o eso decía Jungkook.
También así podrían pasar más tiempo juntos. Era inconsciente después de todo.
Hablaban sobre las cosas que hicieron en todo este tiempo; Jungkook era quien más hablaba, había hecho mucho en diferentes países y tenía muchas historias que contar, las cuales Jimin escuchaba atento, Jungkook no le contaba todo porque se reservaba las mejores para otros días.
Porque nuevamente se volverían a ver.
Ambos lo sabían.
Cuando llegaron a la tienda de chocolates Jimin tomó unas cuantas fotos alrededor, eran calles muy lindas, todas se las envío a sus amigos; el mensaje de Yoongi exigiendo el auto no se hizo de esperar.
Ambos entraron a la tienda y como era de esperarse Jimin se sorprendió al ver las pequeñas esculturas de chocolate de iglesias.
—Wow.—Se acercó a una de ellas viendo lo perfecta que era, abriendo más sus ojos e inspeccionándola. Haciendo sonreír a Jungkook por lo tierno que se veía.—Es...es todo de chocolate ¿Puedo comprarla?
—No lo sé, deberías de preguntar.
—No, no preguntare, tal vez no son para vender y quédare como un tonto por eso. Pero wow ¿Ya viniste tú aquí?
—Ajá, quería volver aquí para comprarme más chocolate. Ya termine lo que me compré la anterior vez.
Jimin asintió, empezó a caminar por la tienda mientras tenía a Jungkook a su detrás siguiéndolo.
—¿Qué me recomiendas comprar?
—Elegí tú, tal vez no te gusten mis sugerencias.
—No lo creo, pero elegiré yo.—Sonrió.
Pasaron exactamente veinte minutos en donde Jimin estuvo tomando diferentes chocolates mientras pensaba exhaustivamente si era una buena elección, cuando tenía ya todo claro ambos se dirigieron hacia la caja para cancelar su compra; esta vez Jimin fue quien pagó todo, evitando las quejas de Jungkook.
Cuando salieron el cielo seguía impregnado por las nubes grises, pequeñas gotas caían anunciando la próxima llovizna. Ambos tuvieron que esconderse debajo de una cornisa para que no fueran mojados.
El día había terminado para ambos cuando Jimin recibió una llamada de su representante, tuvo que darle su ubicación y esperar para que vinieran por él.
—Toma.—Ofreció Jungkook un cuadrado de la barra de chocolate que se había comprado.
Jimin la aceptó, avergonzado por lo sonrojado que se había puesto, parecía solo un adolescente recibiendo un dulce de la persona que le gustaba.
—Mhm.—Saboreó.—Es muy deliciosa.
—Lo sé, he estado comiendo estos chocolates todos los días, es adictivo.
—Creo que te acompañare en esta adiccion de chocolate.
Los dos rieron, mirándose a los ojos sin nada más que decir. Solo miradas llenas de historias y estrellas, orbes llenos de paz y plenos. La tinta escurriéndose por los bordes mientras la pluma escribía en ambos libros, agregando un capítulo más a su historia juntos.
Una historia que jamás terminó y que jamás lo haría.
El auto de su representante interrumpió el momento, Jimin tomó a Jungkook de la muñeca y le ofreció que lo llevaría hasta su departamento, no quería que se empapara por la fuerte lluvia que se aproximaba.
El camino fue corto, a base de canciones de la radio llegaron a la residencia de Jungkook y con una sonrisa se despidieron. Prometiéndose verse al día siguiente, para poder explorar los rincones de la fría Berlín juntos.
Aquella noche, ambos durmieron con una sonrisa en sus rostros, ansiando el mañana.
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a lo que calculo habrán unos ochenta y cinco capítulos, pero quien sabe tal vez hayan menos :3
nos vemos <3
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