cuarenta y siete

Jimin abrazo su almohada mientras se tapaba de los rayos de sol que habían entrado por la ventana, lo único que quería era seguir durmiendo, evitar todo lo que pasaba fuera de la habitación, había estado haciéndolo durante dos días.

Quería despertar del mal sueño.

Rodó por su cama dándole la espalda al inquietante sol y suspiró hundiendo su rostro en la almohada, la abrazaba contra su pecho mientras cerraba los ojos, queriendo dejar de sentir todo el dolor que le acechaba, perdió la cuenta de cuántas veces había llorado durante la noche, su cabeza y sus ojos dolían por eso.

La puerta fue abierta seguida de un pequeño golpe, se hundió más en la cama abrazando la almohada y cubriendo su cabeza con las sábanas. Quería hacer un pequeño refugio entre las sábanas. Sintió como la cama se hundió a su lado, después sintió como alguien le acariciaba la espalda.

—Minnie.—Susurró Joohyun a su lado.

Jimin se hundió más en las sabanas y abrazó aún más fuerte su almohada. No quería salir de su escondite.

—Ve a comer, te prepare panqueques y un té.—Ofreció. Hizo una mueca de tristeza cuando Jimin se hundió más en la cama.—Tus padres llamaron ayer.

Jimin se asomó por las sábanas, sus ojos hinchados y la nariz roja. Joohyun le sonrió y despeinó sus cabellos.

—¿Qué dijeron?—Preguntó.

—...Preguntaron por ti y...por Jungkook. Querían saber que le pasó.

—¿Se los dijiste?

—Claro que no, dijeron que llamarían luego.—Jimin asintió.—¿Quieres comer en la cocina o quieres que te lo traiga a la cama?

—Iré a la cocina, quiero caminar.—Soltó una pequeña risilla.

Estiró sus pies en las sábanas y frotó su rostro con sus manos, al fin había salido de la cama. Camino arrastrando sus pies hasta llegar a la cocina donde unos apetitosos panqueques le esperaban, bañados en miel y con un poco de crema batida, su estómago crujió de hambre. Desayuno junto a Joohyun, todo en un silencio reparador.

—Minnie...—Susurró Joohyun.

—¿Sí?

—...¿Quieres ver a Jungkook?

Dejó su cucharilla en su lugar mientras analizaba la situación. Quería hacerlo, una de sus grandes penurias era no haberlo visto, quería ver con sus ojos que estuviese ahí y que no haya desaparecido entre sus recuerdos.

—Sí, quiero hacerlo, pero...—Fue interrumpido.

—Puedo hablar con Yeri...ya sabes, ella es mi amiga y puedo tratar de convencerle de dejarte entrar.

—¿Puedes hacerlo?

—Claro.—Sonrió.—Hablaré con ella de inmediato, espero que me conteste.

Joohyun salió de la cocina y dejó a Jimin continuar con su desayuno, aunque ya no podía ingerir ni un bocado más, estaba pensando en las mil maneras en las que Yeri declinaría al pedido de Joohyun. Tomaba el té mientras le daba pequeños mordiscos a los panqueques, tratando de concentrarse.

Joohyun volvió a entrar a la cocina, con una sonrisa en el rostro, dándole esperanzas a Jimin.

—Yeri aceptó, dijo que estemos en veinte minutos en el hospital.

Jimin quiso saltar de alegría, terminó con su desayuno y fue a ponerse un abrigo.

Por fin, podría ver a Jungkook.

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El incesante palpitar de su corazón era como la música de fondo, sonaba contra sus oídos y no le dejaba pensar, estaba tan nervioso que sus manos sudaban. El camino se hizo muy corto, ya se encontraban en el ascensor yendo hacia la habitación de Jungkook. Aún recordaba cómo se había roto en el estacionamiento y cómo había sostenido sus piezas cuando supo del estado de Jungkook.

Ahora lo único que necesitaba era ser fuerte, mantenerse completo.

Aunque fuese una promesa muy fácil de romper trataría.

Joohyun lo tomó de la mano en cuanto se acercaron, Yeri estaba sentada en las bancas, brazos cruzados y mirando a un punto fijo. Se dio cuenta cuando Jimin y Joohyun llegaron, con un suspiro de levantó de las bancas y fue a recibirlos. Se paró frente a ellos, saludó primero a Joohyun con un abrazo y luego le dio una mirada indiferente a Jimin, aún así lo saludo.

—No podemos entrar a la habitación pero si podemos mirarlo.—Dijo Yeri.

—¿Los doctores dijeron algo nuevo?—Preguntó Jimin.

—No, los informes se mantienen iguales.—Suspiró.—Vamos.

Los tres caminaron hacia las bancas, luego entraron a una habitación, algo que confundió a Jimin, pero la siguió, aquella habitación era muy grande y dentro de ella se encontraba una especie de cápsula, ahí estaba Jungkook.

Jimin se había hecho la promesa de mantenerse fuerte, pero tenía una gama de romper promesas por lo débil que era. Era otra oveja débil del rebaño, envidiando al lobo que se hace pasar por una de ellas.

Cuando lo vio postrado en la cama se rompió aún más, no sabía que podía hacerlo a ese paso, no sabía que había algo más que romper, pero siempre queda una pizca. Se acercó hacia el vidrio lo suficientemente cerca como para verlo mejor, habían máquinas a su alrededor controlando el latido de su corazón, una sonda reposando en su boca y a su lado una máquina controlando su respiración. Tratando de tenerlo en el mismo plano.

No pudo evitar que las lágrimas se acumulen en sus ojos, veía una y otra vez todas las máquinas que sostenían la vida de Jungkook, veía sus ojos completamente cerrados y su carente movimiento, estaba ahí, evitando desvanecerse.

Jimin no era fuerte, no pudo contener las lágrimas e hizo que lloviznará, tenia la cabeza gacha mientras todo se mantenía en silencio, mientras escuchaba el sonido de las máquinas. Apoyo suavemente su frente contra aquel vidrio y siguió llorando en silencio. No quería hacer el mismo escándalo que había hecho en su auto en el estacionamiento. Quería llorar solo.

Le dolía en el alma, sentía que se rasgaba en pedazos, el dolor solo aumentaba y se expandía, alimentando al vacío dentro suyo. Coloreando las paredes de azul y las nubes de gris, sintiendo el tajante silencio.

Después de unos segundos en el que hundió en una marea de tristeza sintió la mano de alguien en su hombro, tratando de consolarlo, aquello sólo lo rompió más.

—Perdón.—Susurró, tratando que Jungkook lo escuchase. Pero no podría.—Perdón, perdón.

—Minnie.—Susurró Joohyun empezando a frotar su espalda.

—Perdón, Jungkook.—Volvió a repetir.—Perdón por haberte dejado ir. Perdón por haberte herido. Perdón por todo.

Las paredes estaban pintadas de azul y comenzaba a llover dentro de ellas, la tristeza colándose a todos. Yeri mordía sus labios evitando no llorar, evitando que las palabras de Jimin moviesen algo en ella, pero la forma en la que hablaba...tan rota y tan vacía, tal vez hizo un poco de ruido dentro suyo.

El sonido de alguien tocando la puerta evito que una lagrima rodase por la mejilla de Yeri, sus pisadas hicieron ruido contra el suelo mientras iba a abrir. Jimin limpió sus lágrimas, pero siguió frente a Jungkook. Trazando sus lunares con la mirada y pidiéndole al cielo que todo terminase ya.

—Oh, no sabía que habían más personas, perdón.—Escucho a su detrás.

Se dio la vuelta y volvió a ver al castaño de la otra vez, al castaño que había estado saliendo con Yeri y Jungkook semanas pasadas, Baekhyun, sostenía unos dos cafes y en su fino rostro se asomaba una sonrisa amable.

—Ya nos íbamos, tranquilo.—Respondió Jimin.—Gracias, Yeri.

Yeri asintió.

—Otra vez gracias.—Hablo Joohyun.—Nos vemos, Yeri, Baekhyun.

Joohyun volvió a tomar la mano de Jimin y empezaron su camino fuera de la habitación, Jimin miró por última vez a Jungkook y se fue.

Dejando un pedazo de sí mismo a su lado.

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