setenta y ocho.
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—¿Enserio no estás cansado?—Se escuchó a través de la línea, Jungkook acomodaba su celular en la mesa para poder tomar su típico café helado.
—No. Te dije que estoy bien, quiero hablar contigo.—Se acomodo mejor en su cama cubriendo su cuerpo con las mantas.
—Uhm, eso suena malo. Cuando alguien dice que "quiero hablar contigo" es porque quieren terminar.
—Jungkook, terminamos.—Dijo Jimin con la cara seria y el tono de voz alto.
Ambos se miraron por unos segundos completamente serios a través de la llamada hasta que estallaron en risas. Rieron por un par de segundos hasta que su rutina continuó. Habían adquirido esta rutina de hablar por videollamada para saber de sus días o para simplemente verse, a veces Jimin estaba solamente tocando el piano o escribiendo partituras, o Jungkook estaba cocinando y tomando agua, sin decir nada entre las llamadas, solo haciéndole compañía y observándose a la distancia.
Haciendo que aquel sentimiento de extrañarse se reduzca.
—¿Qué hiciste hoy?—Preguntó Jungkook agitando la pajilla dentro de su vaso.
—Mhm, no mucho. Estuvimos todo el día en grupo, almorzamos con los padres de Yoongi y Namjoon, conversamos en los jardines y después cenamos. Fue muy lindo volver a verlos, con la gira solo he podido hablar con ellos a través de mensajes.
—¿No hacen videollamadas?
—A veces no tenemos tiempo, ellos están ocupado o yo lo estoy.—Jimin solamente exprimía algo de su tiempo para ver y hablar con Jungkook.
—Además los choques de horario.
—Ajam.
Jungkook terminó su café helado y lo dejó de lado, tomó su celular y caminó con él hasta llegar a su habitación para tirarse a su cama de espaldas. Hizo un sonido to de placer y se recostó de costado, justo como estaba Jimin. Así la distancia se sentiría aún menos. Sería casi nada.
Por un largo momento se miraron a través de la pantalla, se miraron a través de sus pestañas y a través de sus pecas y lunares. Como si el tiempo no hubiese pasado, como si nunca hubiesen sido separados por las heridas internas. Todo parecía tan continuo, como si aún fueran pareja.
—¿Recuerdas...cómo decidimos comprar la casa del lago?—Preguntó Jimin.
—Ah, sí, lo recuerdo. Queríamos un lugar donde escondernos de todos, donde pudiésemos ser felices y libres juntos. Al principio queríamos comprar una casa en Italia pero después al pensarlo mejor; decidimos que sería afueras de la ciudad, así podríamos ir cuando quisiéramos. Mientras más cerca mejor.
Jimin sonrió, una sonrisa resplandeciente, demostrando lo feliz que se encontraba, lo pleno que los recuerdos le ponían. Se acurruco más en su almohada, como si se estuviese acurrúcanos en los brazos de Jungkook.
—Tienes muy buena memoria.
—¿Y como podría olvidarlo?
Muchas palabras se apilaban en las lenguas de ambos, queriendo decir todo lo que pasaba en sus pechos y en sus estómagos, queriendo confesar todo lo que la persona a través de la pantalla provocaba. Todos los sentimientos en sus pechos; muchos que jamás moririan. Se miraron por largos minutos. Más enamorados que al principio, pero menos que al final.
—Deberías de dormir, tus ojos se ven cansados.—Susurro Jungkook.
—Mhm, me dormiré solo si me cantas algo.
—Eso es chantaje.
—Lo sé.—Rió suavemente.
Jungkook comenzó a cantar una melodía que ambos conocían; una de las primeras canciones que Jungkook le había escrito a Jimin, una de las primeras letras que iban dirigidas a los ojos almendrados de Jimin. Una de las primeras grandes muestras de amor.
Escuchar la suave voz de Jungkook contra la pantalla le hipnotizaba, sobre todo por los finos párrafos recitados por su amado.
Aquellos párrafos poéticos que iban dirigidos a sus pequeñas manos y lo suaves que se sentían contra su palma. Aquellos párrafos que describían las pecas en su nariz, los lunares de su rostro. Aquellos párrafos que hablaban sobre todo lo que la ligera sonrisa de Jimin le provocaba.
Párrafos de las primeras páginas de su historia de amor, eran cantados a su oído mientras le arrullaban a la distancia con la luna colándose por la ventana. Párrafos cantados a un extremo del mundo que eran escuchados por la luna y las estrellas; las mismas que llevarían aquellas caricias de versos hacia la suave piel de Jimin, así tendría un descanso reparador.
—Tú voz es tan dulce.—Susurro Jimin en un bostezo.
—Gracias.—Sonrió viendo los ojitos cerrados de Jimin, queriendo estar allí a su lado para acariciar sus mejillas y besar su nariz.—Ahora duerme.
—Buenas noches, Koo.—Se despidió con un bostezo, ondeando su mano a través de la pantalla.
—Buenas noches...cariño.—Susurro sonriéndole antes de que la llamada terminase.
Ambos tenían muchas cosas que decirse, pero no querían confesar aquellos cometas danzantes en sus pechos a través de una llamada, querían tomarse de las manos frente a frente en algún lugar para relatar todos los sentimientos nacientes, querían estar frente a frente cuando vuelvan a confesar el amor que siempre sería suyo.
Cuando sus caminos se entrelacen como los brazaletes que Jungkook les compró.
Para besarse en los labios mientras se sostienen entre sus brazos después de mucho tiempo.
Para palpar la felicidad que su amor les daba. Con las yemas y palmas.
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no puedo creer que este au ya vaya a terminar, parece que ayer escribía los borradores trágicos de esta historia 😪
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