Capítulo único
Las suaves pinceladas acariciaban el lienzo con gentileza, aplicando una mezcla de verde manzana y azul hielo para un cielo que se reflejaba en el agua de un pantano, el mismo pantano que tenía delante y que admiraba con delicadeza. Aplicaba la pintura con cuidado, finas capas de pintura acrílica que creaba una película con volumen sobre el lienzo; aplicaba tonalidades blancas y azul pastel que reflejaban el tenue movimiento del agua al caer por la presa o el propio movimiento del agua al moverse gentil por la brisa, incluso le añadía tonalidades amarillentas para el reflejo del sol sobre su cabeza cubierta por un sombrero de paja entrelazada que lo protegía del sol y le daba una percepción más concreta de los colores. Sonrió con satisfacción cuando determinó que la pintura había sido finalizada y la admiró desde prácticamente todos los ángulos.
Finalmente, tomó la pintura por finalizada y esperó varias horas hasta que secó, en ese punto ya se encontraba en el estudio, con la pintura en una de sus paredes, preferiblemente una pared limpia y sin ningún rastro de polvo o suciedad, sin cuadros pequeños a un lado o algún que otro esbozo por el suelo o clavado en la pared. Llevaba una taza de té en sus manos que su esposa le había preparado al mismo tiempo que había llegado, adoraba cuando su querida mujer lo mimaba con tanto detalle, generalmente la situación económica estaba apretada, pero cuando empezó a vender sus cuadros con un falso nombre y un falso rostro, su vida mejoró exageradamente, y se volvió hermosa. Una hermosa casa, una hermosa ciudad, un hermoso estudio, una hermosa vida de lujos y todo gracias a un par de chanchullos que evitaran que su vida estuviera en una horripilante situación de miseria. Se sentó en un sillón de su estudio y admiró la pintura tomando pequeños sorbos de su té favorito: frutos del bosque.
Su esposa, Nichole Daniels, accedió al estudio con tranquilidad, llevando su propia taza de té, en su caso, té verde; y se situó a su lado, de pie, sonriendo con admiración por las obras de su esposo.
- ¿Cuándo pasará Clyde a por este?- preguntó ella con curiosidad mirando a su esposo, este acariciaba y jugaba con el anillo en su anular, dándole algunas vueltas, sonrió y giró los ojos hacia ella.
- Seguramente mañana, ya sabes cómo está la correspondencia últimamente. Tal vez Clyde esté en la otra punta del reino y de aquí hasta que le llegue la carta y regrese, puede que hasta pasado mañana no podamos exponer este cuadro...- se encogió de hombros con tranquilidad en su voz.- No te preocupes...- ella sonrió.
- No me preocupo, mi amor...- negó con la cabeza.
Ambos sonrieron.
Picaron a la puerta de la casa, ambos dejaron de sonreír momentáneamente y el hombre se acercó a la puerta de forma sigilosa para mirar a través de la pequeña mirilla. Suspiró con calma y abrió la puerta con seguridad.
- Un gusto verlos, familia Black.- saludó la persona en la puerta.
- El placer es nuestro, Tweak Tucker...
- Je, je...- sudó frío.- Mejor deja eso para la noche... cuando nadie nos escuche...- carraspeó nervioso sudando frío con cierta incómoda girando los ojos hacia el exterior.- T-Traigo buenas noticias...- sonrió ampliamente mirando al moreno, este ladeó la cabeza a un lado invitándolo a pasar a una taza de té que, por cierto, su esposa ya estaba sirviendo.- Craig fue ascendido a guardia real.
- ¿Qué? ¿En serio?- respondió con sorpresa.- Cielos...- sonrió.- Eso es genial.
- ¡Sí!- respondió Tweek.- Estoy muy feliz por él...
- Deberías, Tweek. Es una grandísima noticia.
- Tienes razón...- dijo Nichole acercándose para que los tres se dieran un abrazo.- Ahora que está en un puesto de prestigio... ¿Crees que llegue a ser el guardaespaldas personal del gobernador? ¿De la princesa?
- Tranquila, cariño...- susurró Tolkien.
- N-No lo sé...- negó tomando un sorbo de la bebida.- Pero ahora tendremos una vida un poco mejor... Ahora el riesgo de muerte es menor...- suspiró con calma.
- Sí. Menos mal...- Tolkien suspiró.
- ¿Ese es el nuevo cuadro?- preguntó Tweek levantándose del sillón dejando la taza de té sobre una pequeña mesa que tenían delante.
- Oh. Sí... Le envié una carta a Clyde para que venga a por él.
- ¿Sigues mezclándote con él?- preguntó arrugando su expresión.
- Sí, por supuesto. Es quien entrega mis cuadros como manager...- explicó de forma resumida.- Si no fuera por él, mis cuadros jamás hubieran sido vendidos o tan famosos...
- ¿Acaso no sabes en qué está metido...?
- Mientras no manche mi reputación o afecte a nuestra vida, no me importa quién sea o en qué esté metido. Eso es asunto suyo.- negó con la cabeza.
- Ten cuidado, entonces...- susurró.
- No entiendo tu preocupación, pero gracias, supongo...- se encogió de hombros.
- No es preocupación... Es miedo...- se acercó un poco y hablaron entre susurros a partir de ese momento, tal vez la paranoia de Tweek le hacía creer que alguien los estaría escuchando hablar.- Clyde está entre los más buscados por estafa y fraude; quiero decir... Está metido en algo gordo y turbio... Sí tú crees que estás a salvo con él vendiendo tus cuadros...
- Tweek...- interrumpió.- Clyde jamás me quitaría un centavo, él siempre ha sido alguien honesto conmigo. Jamás ha demostrado ser un criminal o algo así...
- Solo te estoy advirtiendo...- giró los ojos hacia otro lado.- Pero bueno...- se alejó un poco de él.- Debería irme. Pronto anochecerá y los delincuentes podrían salir de cualquier esquina.
- Tweek, cariño; este barrio es hiper seguro, es imposible que alguien te asalte...- tranquilizó Nichole tomando una de sus manos.
- Irónicamente...- susurró entre dientes el rubio de tal forma que ninguno de los dos lo escuchó.- Igualmente prefiero evitar caminar de noche por la calle a solas. Puede que este barrio sea seguro, pero temo que ser amante de un guardia real no lo es tanto...- rio nervioso.
- ¿Podrías dejar de decir que eres su amante cuando eres el amor de su vida?- comentó con sarcasmo Tolkien.
- S-Sigo siendo amante hasta que nos casemos.
- Estáis casados y compartes su apellido.
- ¡C-Cállate, Tolkien!- el moreno soltó una risilla entre dientes con sarcasmo, el rubio estaba bastante colorado y debía admitir que resultaba adorable, ya que Tweek siempre había actuado así desde que era niño, con aquel paranoico carácter y aquellas acciones inconscientes que no era capaz de tener control de ellas; muy en el fondo, Tweek era muy feliz de ser un Tucker, aun cuando nadie lo apoyó, él siempre consideró un orgullo poder compartir techo, cama y apellido con el amor de su vida.- M-Me voy ya. Gracias por el té, señorita Black.
- Gracias por la visita, Tweek...- sonrió ella.- Vuelve de nuevo algún día.
- No lo dude...- sonrió y salió de la casa acompañado del moreno.- Suerte con el nuevo cuadro.
- Gracias, Tweek.- asintió con la cabeza.
El rubio estridente se despidió y se marchó por su lado. Tolkien cerró la puerta y suspiró con pesadez.
- Podrías haberle dicho que se quedara a cenar.
- Si teme ir solo por la calle de noche, dudo que hubiera aceptado.- respondió Tolkien girando la cabeza hacia su esposa.- Además, creo que es él quien se encarga de hacer la comida en la casa... Craig está muy ocupado con el trabajo como guardia, y más todavía ahora que es guardia real...- suspiró.- Me pregunto cómo habrá llegado a ese puesto.
- Recomendación...
- Lo estoy diciendo porque es descendiente de nativos de Perú y tú sabes lo bien que se toman los gringos a las personas como él o como nosotros.
- ...- ella se quedó pensando unos segundos e hizo una mueca, después se llevó una mano al mentón.- Tal vez tuvo suerte...- ofreció la posibilidad encogiéndose de hombros.
Tolkien no le dio más vueltas, simplemente le dio la razón y suspiró con pesadez. Cenaron aquella noche y al día siguiente recibieron la tan esperada visita del castaño que prácticamente era una luz de esperanza para la casa: Clyde Donovan. Este les sonrió a ambos cuando llegó al estudio, se cruzó de brazos después de admirar el cuadro durante varios minutos.
- Eres un genio, Tolkien...- Este sonrió.
- Gracias.
- En serio, es impresionante.- se acercó un poco.- Los detalles, el agua, la piedra, la presa, el sol... ¿Cómo lo haces? Pareces capturar incluso las motas de polen...- el moreno soltó una carcajada entre dientes.
- No exageres, tampoco le pongo tanto detalle.- Clyde sonrió de lado.
- Sabes que me gusta exagerar.- se encogió de hombros.- ¿Tienes alguno más?
- Solo aquí.- señaló su cabeza.- Así que no.
- Uuuuh... Alguna vez me gustaría meterme ahí.- señaló su cabeza.- Debes tener unas grandes ideas.
- Gracias...- susurró.- Pero no soy tan impresionante...
- Bueno, para ser. . .- hizo silencio.- Eres muy. . .- volvió a hacer silencio.- Creo que mejor me callo.
- Sí, porque tengo un trozo de madera al lado, y no temo en usarlo. Y no puedes hacer nada para evitar el golpe.
- Oh, cielos... Qué miedo. Pero es mi palabra contra la tuya.
- Estás en nuestro barrio, amigo.- se cruzó de brazos.
Clyde se quedó en silencio y sonrió con cierta malicia.
- Touché.- le dio la razón.- Ni siquiera el barrio de los maricones es tan seguro de día y turbio de noche...- hizo una mueca.
- Nuestro barrio solo es turbio por la zona cercana a la frontera de los blancos, donde han aprendido y aceptado el estereotipo que han inventado sobre nosotros... El resto es seguro. Igual que el de los judios, de los homosexuales o el de los asiáticos.
Clyde se encogió de hombros.
- Touché.- giró los ojos hacia él.- ¿Me llevo el cuadro?
- Si. No pienses que te vas a ir sin él. Te haré volver aunque estés en la otra punta del reino.
- Ahí estaba de hecho.- se encogió de hombros.- Follándome un par de prostitutas... Simultáneamente...- sonrió perverso.
- No me hace falta esa información, Clyde.- se llevó una mano a la cara y se frotó el puente de la nariz.
El castaño soltó una carcajada por la incomodidad de Tolkien. Generalmente se reía de él porque era muy puro de mente, es decir, creía en la pureza anterior al matrimonio, el primer acto posteriormente el matrimonio y una vida conyugal unida por toda la eternidad. Clyde soltaba tremendas carcajadas cuando escuchaba eso, seguramente Tolkien sería el único hombre en kilómetros a la redonda que consideraba eso como un pilar de la mente, alma y cuerpo. Después de unos minutos, Clyde ya estaba saliendo de la casa con el cuadro bajo el brazo, es una forma de decirlo, claro; y se giró hacia ellos poniendo un sombrero sobre su cabeza, giró la cabeza hacia Tolkien y le sonrió de lado.
- Nos vemos la próxima vez que me envíes una carta con el siguiente cuadro, Isaac Taie Limba...- le guiñó un ojo.
Tolkien rodó los ojos.
- Dime que ese no es el nombre que usas para presentar mis cuadros...- suspiró rodando los ojos y cruzado de brazos.
- Evidentemente, no.- negó con la cabeza.- Suena muy poco inglés y muy negro. Podría ser uno de tus primos, o algo.- soltó una carcajada.- Nos vemos, Tolkien.
- Nos vemos, Clyde...- se despidió con un ademán y cerró la puerta cuando este salió de la parcela.- Ufff...- suspiró.- Ya se fue...
- Considero que Clyde tiene una forma de tratarte un tanto extraña... ¿Seguro que vuestra relación es buena?- preguntó.
- ...- suspiró pesado.- Todos son racistas, cariño... Incluso entre nosotros mismos lo somos. Tweek también lo es, Kyle también lo es, todos lo somos... ¿O acaso nosotros no hemos comentado cosas extrañas entre Craig y Tweek?- Nichole lo miró fijamente.- No podemos evitar ser racistas... No podemos evitarlo de ningún modo, más que nada porque no tenemos la fuerza necesaria para obligar a los demás a tratarnos bien.- Nichole tomó sus manos, se miraron fijamente.
- Podemos añadir nuestro pequeño granito de arena.- ella sonrió de forma enternecedora.
Tolkien sonrió acompañándola, tomó sus mejillas con gentileza y la besó. Ella sonrió ampliamente y lo rodeó por los hombros en un abrazo.
- Gracias, cariño...- susurró.
- De nada, mi amor...
- Ahora a por el siguiente cuadro...- dijo determinado e inspirado cuando ella lo soltó del abrazo.
- ¿Hmph?- alzó una ceja su esposa.- ¿Qué estás pensando, cariño?
- ...- sonrió malicioso y se encogió de hombros.- Quién sabe...- se llevó un dedo a sus labios.- Es un secreto.
Nichole sonrió al verlo entrar en el estudio una vez más. Le deseó buena suerte desde la entrada y lo dejó a solas con su tan amada inspiración.
No salió de la sala de pintura hasta la hora de la cena, prácticamente sin haber probado más que café, con el que engañaba al estómago para evitar comer algo consistente que lo alejara de su trabajo. Apenas había hecho una línea general que lo llevaría a salir del estudio con el cuadro para finalizarlo con su tan conocida maestría, justo en el mismo lugar en el que estaba representando su obra, copiando lo que sus ojos veían, con tantos detalles que dejaría a Clyde estupefacto la próxima vez que viera uno de sus cuadros. Tolkien Black no era un hombre que acogiera prostitutas en su casa, mujeres que pintaba y quedaba maravillado por sus cuerpos hasta el punto de ofrecerles un poco más de dinero por sus servicios. Tolkien Black era el tipo de hombre que quedaba impregnado por hermosos paisajes y los pintaba como si fueran una fotografía, una reproducción exacta del lugar, momento e instancia. Sus representaciones jamás iban acompañadas de cuerpos femeninos o masculinos. Siempre eran paisajes. Hermosos paisajes que reflejaban una realidad tan exquisita y bella que dejaban maravillados a los espectadores, en especial por la cantidad insana de detalles que podrían llegar a encontrarse.
Pero eso no significaba que Tolkien odiara representar el cuerpo humano.
Por supuesto que Tolkien estaba deseando representar a su querida esposa en un cuadro, de hecho, se moría por ello. Quería tener a su amada esposa en un lienzo, quería acariciar el lienzo con suaves pinceladas marrones, negras y amarillas, quería explorar hasta el último de los rincones de la piel de su esposa, al menos de forma artística, que sería la única que le faltaba para conocerla en todos los sentidos. Pero no podía hacerlo por múltiples motivos: el principal de ellos, es que tanto él como su esposa eran negros y si alguien supiera que estaba representando a una mujer del barrio negro, podría caer en picado su fama; además de eso, la gente sabría que él era negro y también por ello su prestigio caería de forma precipitada; finalmente, si representase a su esposa no podría exponerlo y quedaría perdido en lo profundo de su estudio o en su casa, por tanto, sería un malgasto de pinturas carísimas y de todo tipo de aglutinantes o elementos que utilizaba para sus obras. Por ello jamás lo haría.
Sea como fuere, Tolkien suspiró con cansancio y ganas de cenar, Nichole tomó su mano durante la cena, pidiéndole que no hiciera tantos esfuerzos por su cuadro y que quería pasar tiempo junto a él. Tolkien se disculpó por aquel intenso día de trabajo y prometió pasar más tiempo con ella. Por tanto, al día siguiente ambos salieron y dejaron la casa a solas.
Lo que no esperaban es que al regresar... ambos pudieron sentir que su vida cambiaría para siempre.
- No está...- susurró en bajo.
- ¿Hmph?- preguntó Nichole.- ¿El qué?
- El cuadro en el que estuve trabajando ayer hasta el anochecer... lo dejé justo aquí secando para llevármelo al campo el próximo día que trabajara...
- La cerradura de atrás fue forzada...- dijo ella con intranquilidad en su voz.- Entraron a robar, Tolkien...- el moreno tomó sus manos y la miró de frente.- ¿Qué hacemos?- preguntó con temor.
- Preguntaré a los vecinos...- dijo- tú ve a comprobar si robaron las joyas de tu madre o el oro de mi padre...- ella asintió y ambos tomaron diferentes caminos.
Ella hacia la habitación compartida de ambos, él hacia el exterior, para hablar con los vecinos y saber si vieron movimientos extraños en la casa en su ausencia. Y estos dijeron que no vieron absolutamente nada en todo el día después de que ellos salieran. Aunque una de las señoras del hogar informó a Nichole de que alguien cargaba con un enorme cuadro, pero con nada de oro. Ella le pidió saber la dirección en la cual se dirigió el ladrón y no pudo conseguir indicaciones precisas, pero intentó seguir el rastro después de informar a Tolkien. Ambos fueron tras la pequeña pista que tenían, impotentes por no poder avisar a las autoridades por dos motivos: no les harían caso por ser del barrio negro; tampoco podían avisarlos porque se descubriría que él era el brillante autor de las obras y su prestigio quedaría totalmente destrozado.
Dieron el cuadro por perdido al no ser capaces de encontrar a nadie más que le diera pistas sobre el paradero de la obra robada. Tolkien se lamentó exageradamente aquel día por haber perdido una brillante obra de arte que apenas le quedaban unas cuantas pinceladas para ser un éxito, y ahora ya no sería nada más que eso, un recuerdo en su mente, porque no sería capaz de reproducirlo como la primera vez. Y eso no era lo peor, sino que cualquiera podría utilizar aquel cuadro en su propio beneficio. Tolkien ni siquiera entendía y tampoco quería pensar mucho en la cosa de haber sido víctima de un robo tan descabellado. Pero debería pensarlo.
Más que nada porque el hecho de haber robado el cuadro de SU podría implicar que el ladrón quisiera destruir su carrera de algún modo. Es decir, muy probablemente la persona que robó el cuadro llevaba observado un tiempo, esperando el momento oportuno para atacar, tal vez esperando el momento para que Tolkien bajara la guardia y poder demostrarle al pueblo, a la ciudad entera, que él era el pintor de la obras y que debían dejar de comprarle los cuadros tanto a él, como dejar de confiar en Clyde. ¿Y si realmente le hicieron eso a él porque Clyde estaba metido en trapos sucios que lo acabaron afectando? No. No podía ser eso. Clyde jamás diría que él era el autor de las obras y tampoco diría que eran compañeros de ningún modo. En especial porque Clyde tenía cierta dignidad como racista que quería mantener para poder sentirse como en un estándar superior. Por ello jamás diría que se veían o que eran socios.
Por tanto, por parte de Clyde no pudo ser. Así que debía ser alguien que sentía celos de él por sus obras, investigó, siguió a Clyde, el manager y promotor y acabó descubriendo la verdad: el mejor pintor de la ciudad es negro. Así que esperó el mejor momento para entrar en la casa forzando la cerradura y así poder robarle el cuadro y anunciar públicamente su origen.
Santo Dios. Debería haber sido detective en vez de pintor... En serio, era un genio.
- Nichole...- la llamó acercándose a ella.- Creo que me hago una idea de lo que ha podido pasar.
- ¿El qué?
- No nos robaron joyas u oro. Solo nos robaron el cuadro medio acabar...- ella asintió con la cabeza.- Tengo la teoría de que el ladrón atacó por celos y por rabia ante mi éxito como pintor detrás de un nombre falso... Es posible que quiera exponerme y destrozarme la vida por tener tanto éxito...
Nichole meditó unos instantes.
- Tenemos que contactar con Clyde...
Hablando del rey de Roma, este apenas tardó unos minutos en llegar a la casa, bastante alarmado al saber sobre el robo, aparentemente las noticias volaban tan rápido como la pólvora quemada. Tolkien le explicó la situación entera y le preguntó sobre posibles candidatos ante su teoría, y Clyde meditó durante al menos diez minutos antes de dar una respuesta.
- Es posible que haya sido Gary Harrison...
- ¿En qué te basas para eso?- preguntó Tolkien.
- Es un buen pintor, muchas veces me he replanteado la idea de trabajar para él si me daba un buen pago.- una jocosa sonrisa apareció en su rostro, pero la mala mirada de Tolkien lo hizo regresar a la realidad.- A lo que iba. Gary es un muy buen pintor, y muchas veces fuerza sus sonrisas cuando ve que tus obras tienen más éxito que las suyas... Tal vez quisiera vengarse de ti...
- ¿No crees que haya podido ser otra persona?
- Bueno, claro que sí.- se encogió de hombros restándole importancia al asunto.- Pero él es el más sospechoso...- se cruzó de brazos.- Quiero decir, entre él y tú, creo que hay más bien una lucha encarnizada... Deberías verlo refunfuñar cuando presento tus cuadros.
- Precisamente porque no me dejan entrar en esos lugares es que te estoy pidiendo que me digas los que se comportan como sospechosos, Clyde.- Tolkien lo miraba mal, sarcástico, molesto, irritado; incluso podría apostarme algo a que se le estaba marcando la vena de la sien por la estupidez de su socio, en serio, en situaciones como aquella se cuestionaba severamente porque estaba trabajando con él y no se buscaba a alguien mejor que no fuera tan idiota y tal vez un poco menos racista; pero teniendo en cuenta que si cambiara de mánager tal vez encontrase a alguien AÚN más racista... Se le quitaban las ganas de cambiar de patrocinador, la verdad- No seas estúpido.
- Si, cierto...- susurró con una mano en su mentón.- Bueno, al menos te ayudé con algo.
- Necesito que hables con él. Que seas el hilo conductor entre una conversación suya y una mía... Dile que quiero reunirme con él.
- Cariño... No puedes reunirte...
- Llevaré una máscara y guantes, mi amor...- miró a Nichole tomando una de sus manos para tranquilazarla.- Quiero hablar con él en un lugar público, para no parecer sospechoso, pero también quiero que sea privado al mismo tiempo, para que nadie pudiera escuchar la conversación fácilmente. Quiero levantar las sospechas sobre él tan rápido como sea posible... Si veo que resulta ser más sospechoso de lo normal, entonces te necesitaré a ti para denunciarlo.
Clyde se lo quedó mirando unos segundos y después asintió con la cabeza. Había borracho la sonrisa y el gesto juguetón de su rostro. Había notado a Tolkien más dolido y afectado de lo normal. Que alguien le robara un cuadro y que pudiera hacer que su carrera se desmoronara por completo hacía que sus nervios y su ansiedad hicieran trágicas punzadas en su cuerpo... Tenía miedo... Eso era visible. Clyde suspiró pesadamente y se levantó del asiento repentinamente.
- Prometo que la próxima vez que sepas de mí, será por carta. Te diré el lugar y la hora exactas para la charla.
Tolkien asintió, agradeciendo que Clyde se hubiera puesto serio por una vez en su vida.
A los pocos días, tal vez tres, una carta de Clyde les llegó al buzón: al día siguiente sería la reunión con Gary Harrison. Desgraciadamente, cuando aquel día llegó, Tolkien esperó pacientemente en el lugar de la reunión y quien lo atendió no fue el pintor, sino un... bueno, se presentó como aprendiz; y aquello le hizo cuestionarse a Tolkien si realmente el tal Gary se tomaba en serio la reunión o eso lo hacía más sospechoso de lo que ya era.
- Necesitaría hablar con tu jefe; realmente esta conversación es primordial para ambos.- dijo con seriedad, estaban sentados uno delante del otro, en las sillas de un restaurante de blancos aleatorio que, por suerte, no le pidieron que se retirara la máscara para poder acceder, aunque le sorprendió bastante la verdad, o tal vez disimuló exageradamente bien un acento británico.- Me parece asombroso que no quiera tener secretos con sus aprendices, pero esto lo requiere.
- Mi maestro no es una mala persona para necesitar hablar usted cara a cara; no tiene nada que esconder y por ello me envió a mí; además, él se encuentra en una reunión de vital importancia para él.
- Lamento decir que esto sí es un evento de máxima importancia. Uno de mis cuadros ha sido robado.
Su acompañante lo miró con escepticismo, sus ojos se salieron de las órbitas y no era necesario ser muy listo para comprender las insinuaciones que Tolkien estaba haciendo. Principalmente porque aquello no era solo una oración informativa, sino más bien una acusación en toda regla y de forma indiscriminada, por tanto, solo un estúpido no notaría aquella diferencia y aquel chico de cabellos negros y ojos azules oscuros no lo era, no por nada no tenía un doble oficio como guardaespaldas de la cabeza del barrio judío y como aprendiz de pintor para sus tiempos libres.
- ¿Estáis acusando a mi maestro de ladrón?- frunció el ceño.
- Debo tener todos los campos abiertos. Cualquier frente podría ser el culpable. Me creería que tú maestro mandase a un mercenario detrás de mi representante para saber dónde vivo y así poder robarme la obra en la que más tiempo, horas y esfuerzo he invertido desde que inicié en esta maravillosa vida...
Su acompañante se levantó abruptamente del asiento, dejó todo el lugar en silencio, incluso la música de ambiente se silenció.
- Sois un ser despreciable por acusar a una bellísima persona de ladrón cuando jamás se le ocurriría siquiera pensar en esas descabelladas tonterías.- sin decir más, salió de aquel lugar, dejando a Tolkien solo, quien carraspeó, pagó las bebidas y también se desvaneció del lugar como un fantasma en la noche.
Cuando regresó a casa, después de asegurarse de que nadie lo seguía. Nichole le preguntó alarmada si había sabido algo, y con solo ver su expresión derrotada, pudo hacerse la idea de que no.
- Es más sospechoso que antes, pero no descubrí nada. Vino su aprendiz.
- ¿Cómo era?- preguntó Clyde.
- Un chico, fornido, solo un poco, parecía tener el físico de un guerrero, cabello negro, ojos azules oscuros...
- ¿Stanley Marsh es el aprendiz?- preguntó Clyde con cierta sorpresa.- Jamás pensé que ese tonto realmente sí fuera su aprendiz, parecía más bien su putita porque siempre le va moviendo la colita como un perro...- bufó moviendo su flequillo.- Bueno... Eso no es importante ahora... ¿Qué lo hizo verse más sospechoso?
- Que Gary tuviera una reunión extremadamente importante y no viniera a nuestro encuentro. Que su aprendiz se pusiera a la defensiva y asumiera cosas erróneas cuando ni siquiera lo acusé de ladrón explícitamente, solo le informé de que alguien me había robado... Y porque tengo una pequeña corazonada.
- ¿Entonces informo a las autoridades de que Gary Harrison es el ladrón?
- Si luego resulta no serlo... Porque no tenga mi cuadro entre sus pertenencias, la culpa caería sobre mí.
- No creo que haya alguien más que haya podido robarlo. Solo él.
- Prefiero ser prudente...- susurró.- Quiero volver a reunirme con él, esta vez con el verdadero Gary Harrison.
Clyde lo miró extrañado, pero no criticó su decisión, de hecho, movió los hilos para que pudiera haber un segundo encuentro entre ambos. Aquella vez, sí, con el verdadero pintor. Tolkien estaba nervioso esperando en un bar de mala muerte diferente al que fueron la primera vez, donde todos lo miraron mal por el silencio incómodo que provocó la abrupta salida de Marsh del bar. Suspiró con pesadez para liberarse de los nervios, y en ese momento, alguien accedió al antro. Un hombre esbelto, alto, bien compensado, una sonrisa de ángel, un chico rubio corto, bien peinado, sutil, ojos llamativos, ropa de niño bien, limpia, aseado, olía bien incluso a tres metros de distancia, eso era lo que los separaba. A su lado había un hombro de su misma estatura aproximadamente, Stanley Marsh, él desprendía un aura destructiva y recelosa, rechinaba los dientes y había un contraste espectacular entre la luz cegadora que desprendía uno y el aura pesimista y negativa que desprendía el otro.
Gary Harrison se sentó delante de él. Stanley Marsh ocupó el asiento entre ambos, mirando fugazmente a Tolkien, podía apostarse cualquier cosa a que tenía una daga que acariciaba con la yema de los dedos con la tentación de apuntarlo a la mínima que hiciera alguna acusación extraña.
Cielos, ni Craig y Tweek Tucker eran tan maricas.
- Buenas días, señor White...
"¡CLYDE TE VOY A MATAR!" Tomó aire para calmarse.
- Buenos días, señor Harrison.
- Ha llegado a mis oídos que me acusan de ladrón...- Tolkien miró de reojo con ciertas intenciones intimidantes al azabache y volvió su atención hacia el rubio.
- No lo acusé en ningún momento, señor Harrison; jamás se me ocurriría hacer eso.- negó con la cabeza.- Solo informé a su aprendiz de que una de mis mejores piezas ha sido robada antes de ser finalizada y no puedo bajar la guardia con nadie. Lamento el malentendido.
- ¿Quiso reunirse conmigo para comprobarlo? Mi expediente es reluciente, señor White. No soy alguien tan rastrero como para siquiera pensar en imitar o robar la obra de alguien tan talentoso para arrebatarlo de la competencia.- negó moviendo su mano con desinterés, su brazo creó una onda sinuosa hipnótica, no podía dejar de mirarlo por alguna razón.- Soy más bien creyente de los proverbios asiáticos: "si alguien lo hace mejor que yo, debo demostrar que puedo superarlo". Jamás estaría en mis planes arrebatarlo del medio, quiero superarlo de forma justa.
- Es una gran enseñanza, señor Harrison. ¿Está usted casado?
- ¿Acaso le interesaría tener una alianza con alguna hermana suya soltera?- sonrió con cierta malicia.
- No me refería a eso.- negó.- De todas maneras tanto mi esposa como yo somos hijos únicos.
- Solo bromeaba.- se rio moviendo su mano de forma desinteresada, nuevamente aquella onda sinuosa hipnótica... Se había cruzado de piernas y apoyado en la mesa después de aquel movimiento.- Estoy soltero, soy el tercero hijo bohemio y rebelde de una rica familia burguesa del norte del reino.- una sonrisa curva apareció en sus labios con malicia.
- Me refería principalmente a que con su gran mentalidad y sus conocimientos de Asia, podría criar a unos hijos estupendos... Pero ya veo que no parece tener mucho interés en eso.
- Cada uno tiene sus gustos, señor White, entienda mi situación...- hizo una breve pausa relajándose en el asiento con una mano en su pecho. No sabía porque, pero con cada movimiento que ese chico hacía, la harmonía de sus gestos lo inspiraba más y más, sinuosas líneas de colores perfectos, curvas invisibles que solo los ojos de un artista podía ver, posturas perfectamente equilibradas aunque fueran movimientos de masa y volumen, con sombras, efectos y luces del ambiente y aquello que los rodeaba en un encuadre mágico a la vez que ideal y la fluidez de sus tranquilas y relajadas palabras que movían el aire y hacían que un brillo celestial brillara en sus ojos, todo aquello lo estaban volviendo loco poco a poco.- los míos evitan principalmente dejar preñado a alguien indeseado, más que nada por que no puede quedarse en cinta...- sus ojos se desviaron unas décimas de segundo.- ¿Sabe a qué me refiero?- lo miraba fijamente con una curva en sus labios verdaderamente sospechosa.
La verdad es que sí, Craig había hecho esa referencia alguna vez, de las pocas que pudieron reunirse dado a su árduo trabajo, NO QUERÍA MÁS EXPLICACIONES. Dio gracias a que tenía una máscara que cubría la increíble mueca de incomodidad y desagrado que su rostro no pudo evitar hacer. Si realmente aquel mundo o los tiempos en los que se hallaban fueran otros y pudiera ir sin su máscara... Stanley se hubiera arrojado sobre él y molido a palos. Pero este solo se limitó a golpear con el pie a su maestro, había notado el movimiento bajo la mesa, y también la mirada de reojo que ambos compartieron.
- Como sea...- rodó los ojos acercándose a la mesa una vez más.- Lamento decir que tengo nulo conocimiento sobre dónde ha podido su cuadro acabar...- cambió el orden general de oración, aquello se le hizo extraño a Tolkien, pero no comentó nada.
Jamás entendería a la gente de alto standing...
- Y es una verdadera lastima que tenga un manager que entregue y venda sus cuadros por usted...- rozó su mano enguantada en blanco con el dedo índice, pequeños círculos.- Con lo encantador y amable que es usted en persona, podría dejarse ver más a menudo...
Tolkien se quedó mudo por aquellas acciones y su rostro palideció.
Stanley rechinaba los dientes de forma audible y estaba rojo de rabia.
- Una muy amable petición, señor Harrison...- retiró la mano rápidamente.- Pero no... Soy un hombre ocupado. Y casado.- remarcó lo último.
Una carcajada suave de su acompañante de cabello rubio dejó a Tolkien atónito.
- Ay... Discúlpeme, señor White.- trataba de contener su risa.- Cielos... todos los hombres tienen su propia reacción... no esperaba esa de usted...
Tolkien alzó una ceja dentro de la máscara, dejó escapar un sonido inconsciente de extrañeza y eso provocó que su acompañante de cabellos rubios sonriera triunfal.
- Todos se muestran incómodos con mi comportamiento.
- Creo que no estoy entendiendo...
- Gary Harrison es un artista bohemio que vive en el distrito homosexual.- dijo Stanley como aclaración mientras fruncía el ceño.- Convivir con esa gente hizo que se comportara como ellos y todos con los que se reúne se muestran con desagrado con él.- Su tono era serio.- Sí me reuní con usted la primera vez... Fue especialmente por estas cosas... Por gente como esos bastardos...
- Stanley, no es necesario hablar así de gente de la época de los que crucificaron a Cristo...- apoyó una mano sobre la suya.- Nuestro acompañante no parece mostrarse incómodo con nuestra presencia. Aunque me gustaría bastante ver su rostro, señor White...
- Lamento decir que eso no es posible...
- ¿Por alguna razón en particular?
- Mi rostro tiene quemaduras y deformaciones por los pigmentos y los aglutinantes que cayeron durante la realización de un extenso mural de techo al cual me dediqué en mis años mozos como principiante... Me avergüenzo excesivamente de mi apariencia y prefiero cubrir mi rostro...- evidentemente era mentira, simplemente prefería evitar tener que enseñar su rostro, prefería dar lástima y decir que no podía por una deformación física en su trabajo antes que quitarse la máscara en público.- Espero que lo entienda, señor Harrison...- susurró con calma en su voz, podía ver que por la expresividad llena de lástima del rostro del rubio podría haberse librado por completo de más preguntas al respecto de su máscara.
- Lo comprendo completamente. No se preocupe... Jamás pensaría que era por una razón tan grave... realmente cualquiera asumiría que se cubre por ser del barrio negro o judio.
Tolkien palideció y tragó saliva lentamente, evitando que se escuchara lo más mínimo.
- Ya sabe... Cubre su rostro... Jamás se le ha visto, tiene un mánager que vende sus cuadros y los promociona por él...- se encogió de hombros.- Cualquiera podría sospechar.
- No voy a quejarme porque eso que dices no suena tan descabellado...- ahogó una risa falsa, esperaba que sonase verdadera, y suspiró con alivio internamente al ver que sí sonaba bien.- Pero no, señor Harrison... No soy negro, no...- negó con la cabeza.
"Bien, ahora solo esperemos que Clyde no lo estropeé cuando le diga a la gente que cubro mi rostro por cicatrices y no por deformaciones, o que diga cualquier otra cosa y se me vaya el plan y toda esta historia que me estoy inventando al traste".
- Bueno...- se cruzó los brazos sobre la mesa y sonrió un poco.- Estaremos atentos y lo contactaremos tan rápido como sea posible si sabemos algo sobre su cuadro robado. ¿A qué dirección debería enviarle la carta?- pidió saber ladeando la cabeza hacia un lado.
- Entregádsela a mi mánager preferiblemente. Si no es una molestia...
Gary vaciló unos segundos, pero después suspiró derrotado y asintió con la cabeza susurrando: "Está bien, no es una molestia", le sonrió de forma amable y así es como sellaron el pacto y pusieron final a su reunión. Tolkien suspiró con alivio y continuó con su vida con normalidad, realizando nuevos cuadros y estando al pendiente de la información sobre su cuadro robado, con miedo a que en algún momento alguien lo acabara y lo expusiera sin darle crédito... Por suerte eso no pasó, pero cuando tuvo noticias de él, deseó que realmente alguien se lo hubiera robado y expuesto en su nombre o en su contra para robarle el crédito... fue por parte de Gary Harrison, lo había encontrado: roto, destrozado, resquebrajado, hecho trizas, en el vertedero a las afueras de la ciudad. Tolkien quedó tan afectado que no quiso salir de la cama en varias semanas, no había forma humana de hacer que se animara, ni siquiera aunque volvieran a unir los pedazos del cuadro.
Nichole y Clyde fueron informados a través de Craig y Tweek Tucker (quienes estaban al pendiente de la situación y también estaban preocupados por Tolkien) de que el ladrón había robado la pieza para venderla en el mercado negro y al darse cuenta que al no estar finalizada no le pagarán nada valioso, en vez de devolver el cuadro para no arriesgarse y ser atrapado o atrapada, se desquitó con él y se deshizo de él.
Nichole no sabía cómo decirle eso a su esposo y Clyde no quería tomar la responsabilidad, mucho menos Craig o Tweek, así que Tolkien permaneció bastante tiempo sin ser consciente de lo que había pasado con el cuadro.
Hasta que llegó un día que decidió lavarse la cara (una forma de decir que ya no quería hacer más drama por el cuadro robado y destrozado) y se puso manos a la obra desde mucho antes del amanecer para realizar una nueva colección de cuadros desde la ventana de su estudio artístico, un estudio de luces y sombras, un juego de cambio de objetos y detalles de las calles sucias del barrio, y finalmente, admirar la perspectiva desde un ángulo más alejado con la cuarta taza de café de la madrugada, hasta que su esposa se despertó y abrió los ojos con exageración.
- Cielos...- susurró ella mirando al moreno, este sonrió orgulloso.- Es asombroso...
- Gracias, mi amor...- se giró hacia ella.
Contactar a Clyde y que este fuera a la casa de ambos fue cuestión de tiempo, y que este quedase maravillado al ver al menos cinco piezas relativamente grandes finalizadas hizo que Tolkien se sintiera más orgulloso todavía de su trabajo. Tal vez Clyde no estaba maravillado sino horrorizado porque tenía que llevárselos todos de una para exponerlos. Gary Harrison recibió los nuevos cuadros de Tolkien con alegría, incluso le envió un par de cartas orgulloso y feliz porque se hubiera recompuesto de su desaparición o su periodo sabático para reflexionar o simplemente un momento para él. Tolkien agradeció que no le mencionara nada del cuadro robado en la carta. Cuando Tolkien le entregó su respuesta a Clyde, este le recomendó que quedaran para verse nuevamente, porque si tenía que hacer de recadera entre ambos como si fueran estúpidos enamorados, se negaba a ser el intermediario.
Por lo que aceptó su recomendación y poco tiempo después cuatro personas se encontraban una noche cualquiera de la semana, sentadas en una mesa de un antro apartado en el cual no le exigieron a Tolkien retirarse la máscara para comprobar que no fuera alguien sospechoso.
Gary llegó tan reluciente y risueño como la última vez, incluso podía interpretar que lo estaba mucho más al llamarlo para verse por ocio y no porque algo le preocupara. Clyde hizo una serie de comentarios cuando se acercaban que le dieron ganas de golpearlo hasta la muerte, pero se contuvo para no montar una escena. Stanley llevaba un atuendo diferente a las dos veces que le había visto, en aquel instante parecía más un guardaespaldas o un guerrero que no un aprendiz, y según palabras de Gary, acababa de llegar de cuidar a su otro protegido. Tolkien estrechó su mano con la del rubio y este sonrió radiante, casi parecía emitir luz de su sonrisa o pequeños destellos de su sonrisa y sus ojos celestiales.
No entendía bien aquel revuelo de sensaciones que Gary era capaz de provocar, pero asumía que eso era lo que pasaba cuando alguien era exageradamente homosexual. Lo que no comprendía era porque Tweek y Craig no le producían el mismo sentimiento o la misma sensación que Gary Harrison le provocaba. De hecho, algunas veces, cuando llamaba a Clyde para que fuera a recoger sus cuadros, también sentía aquella deslumbrante sensación cuando este le sonreía orgulloso por su buen trabajo, y aquello no era siempre, estaba empezando a pasarle desde hacía relativamente poco... Desde la primera vez que habló con Gary Harrison.
Su principal problema era que ignoraba por completo aquellos sentimientos porque no eran propios de él y asumía que serían solo absurdos pensamientos sin sentido que no debía prestar atención.
- Buenas noches señor Harrison.
- Estoy muy feliz de que me invitara a volver a vernos, señor White.
Clyde se rio por lo bajinis y Tolkien le pisó el pie y este se quejó de forma silenciosa y lo miró mal. Aprovechando que no lo veían, aquella expresión lastimera con los ojos cristalizados por el dolor que le produjo ser pisado con un pequeño tacón del zapato, le produjo una sonrisa maliciosa y prácticamente enternecida por su reacción.
- Me alegra enormemente su regreso a la galería... Debo admitir que lo echaba de menos.
- Yo también echaba de menos ir al estudio. Desgraciadamente era incapaz de salir de la cama...- suspiró y levantó los ojos.- No quiero amargar la quedada, pero es necesario decirlo honestamente...
- No se preocupe, señor White.- tomó una de sus manos enguantadas de blanco con las dos suyas.- Respeto completamente su decisión de tomarse un descanso de la pintura después de que le sucediera lo que le pasó.- Tolkien apretó los labios.
- Sí, sí, sí... Pero corten el rollo. Nos acabarán echando por maricones.- Clyde los separó con irritación.
Tolkien hizo silencio y Gary también se quedó en un silencio incómodo. Stanley carraspeó y fulminó con la mirada al castaño de ojos violetas.
- Bien...- bufó.- ¿Les apetece una ronda de cervezas?- ofreció.- Bueno, a ti una copa de vino...- el rubio sonrió con cariño, sus ojos emitieron leves destellos de felicidad.- Ahora vengo...
- No tomo...- mencionó Tolkien rápidamente.- Prefiero quedarme sobrio, mi acompañante suele embriagarse cuando empieza a beber.- Stanley asintió con la cabeza y se acabó de levantar, apoyó una mano en el hombro del rubio, este tomó su mano con gentileza y le sonrió; y después se dirigió hacia la barra.
Clyde apretó los labios con incomodidad y rápidamente se escapó al baño, dejando al rubio y al moreno a solas. Podían escucharse los grillos aunque estuvieran en interior y fuera de día, más que nada porque la incomodidad que había entre ambos era bastante alta por el rechazo de Clyde a la escena anterior.
- ¿Su aprendiz y vos... Tienen...?- la expresión de Gary no tenía ningún rastro de pánico o miedo, más bien se lo había tomado con una exagerada normalidad, incluso sonrió un poco cuando Tolkien hizo silencio, haciendo una elipsis en la palabra romance.- Ya sabe... Él conoce sus gustos y su forma de mirarse...
- Comprendí a qué te referías...- susurró en bajo, se rio un poco, una risilla retenida en su garganta.- Podría decirse que sí... Tenemos algo...
- Entonces tenéis razón de ser para vivir en el barrio en el que vivís...- ahora la risilla no se contuvo en su garganta, una sonrisa apareció en sus pómulos.
- Al principio no...- comenzó a explicar.- Pero Stanley vio mis cuadros cuando aún no exponía en galerías, sino en la calle, teniendo que huir de la guardia muchas veces, y me pidió ser mi aprendiz...- giró la cabeza hacia la barra y sonrió, volvió a mirar a Tolkien.- Empecé a encariñarme, conocerlo, y nos hicimos íntimos...
- ¿Alguien es consciente de eso o solo gente con amistad íntima?
- ¿Me considera una amistad íntima...?- se llevó una mano al pecho y un rosado se pronunció en sus mejillas.- Muchísimas gracias señor White...- dramátizó emocionado, se calmó rápidamente.- Nadie sabe lo nuestro... Pero viendo que usted es un buen hombre, no temo que pueda incriminarme...
"Estamos en igualdad de condiciones, Gary, si yo digo que eres homosexual, tú puedes decir que soy del barrio negro. Nuestras carreras como los mejores pintores de la ciudad quedarían arruinadas por la mente cerrada de la gente".
- Yo también le considero una gran persona, Gary...- este se sonrojó al máximo.- Después de esto... Si no es una molestia, me gustaría hablar con usted a solas...- las mejillas del rubio se colorearon más todavía.
- E-Está bien...- respondió sonriendo ampliamente tomando su mano con disimulo.- Me encantaría ir con usted...- sonrió risueño.
- Ya estoy aquí...- mencionó Stanley con al menos tres botellas de cerveza y una copa de vino.- ¿Qué me he perdido?- Gary lo miró radiante, sus ojos deslumbraban.
- ¿Te importa si regreso solo a casa...? Me gustaría hablar con Reginal White de camino a casa...- Stanley borró su sonrisa.
- Oh...- fulminó con la mirada a Tolkien y volvió a mirar a Gary.- Está bien...- se sentó en el asiento con el rostro serio.- Rezaré por su bienestar.
- Si le hace sentir más seguro, puedo acompañarlo hasta la puerta de su casa por usted...- ofreció Tolkien intentando arreglar la situación, estaba notando el aura tétrica y asesina del azabache y buscaba cualquier cosa para arreglarlo, sin saber que realmente la estaba cagando más de lo que ya lo estaba haciendo.
- Oh, sí... Por supuesto...- rodó los ojos cruzado de brazos.
Tolkien sudó frío y palideció.
- Espléndido...- juntó sus palmas y miró sonriente a Tolkien, nuevos destellos saltaron de sus ojos, Tolkien tragó saliva.
"¿Lo dices sarcásticamente, verdad? Tu novio me va a matar cuando me pille a solas".
Clyde también regresó a la mesa, y prácticamente parecía que realmente había estado en la puerta del baño observando y esperando a que Stanley regresara para que la situación no resultara incómoda para él. Tolkien suspiró con cierto alivio, pero al mismo tiempo con preocupación cuando Clyde empezó a tomar como si fuera su último día en la tierra.
- Clyde... No deberías tomar tanto... No puedo acompañarte a casa...- Clyde se quedó estático y dejó de beber.
- ¿Eh?- lo miró fijamente.- ¿Qué quieres decir con eso?- preguntó dejando la cerveza en la mesa.
- Necesito hablar con el señor Harrison a solas... Por ello no puedo acompañarte...
Clyde hizo silencio, giró los ojos de forma amenazante hacia el rubio y después volvió a mirar a Tolkien. Este palideció en el interior de la máscara y el sudor frío se hizo más presente si cabe.
- Bien.- dijo seco.- Iré solo, no importa, tampoco soy un niño para que me lleven...- tomó un trago largo.
Tolkien tomó aire y suspiró para calmarse.
- De acuerdo...- susurró en bajo.- Contrólate con la bebida.
- No eres mi madre, ne. . .- se mordió la punta de la lengua.- tsk.
Tolkien sintió que se moría en ese preciso momento. Gary encarnó las cejas, la reacción física de Tolkien fue de miedo, apretó los labios y miró a Stanley. Se acercó a él y le susurró algo al oído, este lo miró unos segundos y después asintió con la cabeza. Cuando acabaron de beber tanto Stan como Clyde, decidieron que lo mejor sería regresar a casa y dormir un poco después de beber tanto... Clyde, a pesar de costarle sostenerse en pie, se negó a que nadie lo acompañara, Stanley, por su lado, miró una última vez de forma fulminante a Tolkien y se le acercó intimidante, lo miró fijamente y cuando Tolkien pensaba que lo iba a matar o a insultarlo, le tendió una mano para darle un apretón. Aceptó. Stanley se lo acercó para hablarle al oído de forma brusca.
- Me entero de que le hiciste algo malo a Gary... Y juro que te mataré de la forma más violenta que puedas imaginar.- se separó de él.
Tolkien tembló de pies a cabeza y asintió lentamente tragando saliva a consciencia. Gary Harrison sonrió ampliamente y se acercó a él, procurando no pasar un brazo por el suyo para ir los dos conectados como si fueran una especie de cadena. Clyde ya se había ido dando zapatazos al suelo, Stanley lo miraba fulminante hasta perderlos de vista en la esquina y ellos empezaron a andar hacia el barrio homosexual.
Tolkien tenía algo de miedo de pasar por allí y que Tweek o Craig lo vieran pasearse con Gary y asumieran cosas que no serían correctas, de todas maneras, cuando llegase a casa, avisaría a su esposa de todo lo que hicieron, hablaron y el resto de cosas, para que ella no estuviera preocupada por su tardanza (aunque muchos hombres opinarían que no tenía porqué dar explicaciones).
- Ah...- suspiró con tranquilidad Gary.- No es por sonar impaciente... Pero me encantaría saber qué es lo que quería usted decirme...- Tolkien se giró hacia él y asintió con la cabeza.
- Usted me considera un buen hombre y de confianza... De tal confianza que no ha tenido reparo o miedo a confesarme que usted y su aprendiz tienen una bonita relación que respeto tanto como la de unos amigos que viven por aquí...- Gary lo miraba interesado, la luz de la luna se reflejaba en sus ojos y aturdía a Tolkien considerablemente.- Me agradaría decirle algo extremadamente importante...
- ¿Ajam...?- sonrió.
- Es respecto a mi máscara... No muchos se tomarían bien que me la retirase en público y siendo tan desvergonzado de hacerlo...
- Oh, Reginal, no tienes por qué hacerlo...
- Y yo tampoco lo haría bajo ningún concepto. Pero solo porque usted confía en mí tanto como para confesarme su secreto... A mí me gustaría confesarle el mío.- ambos detuvieron su andar y se miraron fijamente.
Gary notaba sus mejillas rojas y el latido de su corazón disparado por alguna razón. Tolkien, por su lado, estaba más bien nervioso e inquieto, esperando el rechazo más que otra cosa.
- Siendo completamente honesto, no tengo cicatrices, ni heridas, ni deformaciones...- Gary apretó los labios bastante colorado en esos momentos, Tolkien había acercado sus manos a la máscara y a la capucha con la que se cubría la cabeza.- Tenía miedo de confesarle algo y que usted me incriminara a todo el mundo...- deslizó la capucha y bajó la máscara lentamente...
Gary se quedó estático y lo observó de pies a cabeza.
- En realidad me llamo Tolkien Black...- susurró forzando una sonrisa.
Esperó unos segundos para que el rubio reaccionara, tal vez necesitaba un poco de tiempo para procesar la información y muy seguramente reaccionar de forma violenta o con cierto grado de asco por haberlo tocado tanto y actuado tan empalagosamente con él, o haber pensado incluso otro tipo de cosas con él que estaban fuera de la jurisdicción de lo que se tenía permitido pensar. Viendo que no lo hacía, que incluso había perdido brillo en sus ojos o algo similar, tomó aire para decir algo más, pero se quedó con las palabras en la garganta, pues el contrario movió sus labios, se acercó precipitado, agarró sus pómulos con algo de fuerza para que no se escapara o no se moviera, y... Oh...
Hmph... Nah, bueno no está tan m. . . ¡Oh Dios...!
¿Hasta dónde mierda le está metiendo la len. . .? Oh...
Definitivamente eso no es para niños...
Como sea... Tolkien abrió los ojos en shock y se quedó completamente quieto, como si estuviera atrapado en un bloque de hielo.
De repente, sintió como en su oído aparecía un bombardeo repetitivo, un sonido exagerado que anulaba la razón y lo aceleraba excesivamente, su cuerpo reaccionó con rigidez y hasta que no sintió sus labios libres, no fue capaz de liberarse de aquella tensión tan extrema en la que su cuerpo se había sumido. Aún así siguió sin moverse unos segundos más, como si fuera una gacela vigilando a los depredadores para evitar ser capturada. Tragó duro, tenía un nudo en la garganta y otro en el estómago.
- Jamás pensé que tendría oportunidad de hacer eso alguna vez...
"Y yo jamás pensé que alguien me haría eso alguna vez...". Sus pensamientos fueron cortados de raíz a partir de ese momento y perdió el sentido, además de la razón.
- ¿Q-Qué ha sido eso?- lo miró fijamente, su labio tembló incluso.
Gary Harrison sonrió de lado y bajó sus manos hasta las suyas.
- E-Estoy casado.- intentó separarse, pero sentía lástima de romper el agarre de sus manos, aun cuando Harrison estaba entrelazando sus dedos con los suyos.
- Nadie sabrá de esto jamás, Tolkien...- ronroneó.- Su esposa no se enterará y mi aprendiz tampoco...
Tolkien tragó saliva con dureza una vez más y aquella vez sí, intentó soltarse de su agarre de forma definitiva para irse, aquello estaba pasando la raya de lo incómodo para su límite permisivo. Liberó sus manos y retrocedió algunos pasos.
- Lo siento, Gary...- apretó los labios.- Yo no soy de esos...
- ¿Esos?- alzó una ceja.- Me has estado mirando toda la noche como si me fueras a comer a besos...
- Es imposible que supieras que te estaba mirando así con la máscara.
- No es muy difícil imaginarlo si no parpadeaban y tenían tus ojos todo el tiempo puestos sobre mí...
- Estaba hablando contigo... Y si tuviera que escoger a alguien, sería a mi mánager.
- ¿A ese racista de mierda?- Tolkien se mostró sorprendido.- Iba a llamarte negro y delatarte delante de todo el antro. ¿Y le prefieres a él?- entrecerró los ojos.
- Prefiero a mi esposa.- Punto y final.
Se dio la vuelta y siguió andando. Gary lo miró desde la distancia, encarnando las cejas, apretó los dientes con lástima, intentando decir algo para detenerlo pero sin conseguir que las palabras salieran de su garganta. Se rindió y bajó los ojos al suelo para después caminar sin un rumbo fijo, tal vez su hogar, tal vez su cama, tal vez la despensa... Hasta vaciar todas las botellas de vino que tenía...
...
- Ya estoy aquí, mi amor. Lamento la tardanza.- dijo al entrar en la casa, ella lo recibió con la ropa de dormir y una sonrisa cansada.- Clyde empezó a beber como un loco y tuve que acompañar al señor Harrison a casa...
- ¿A...compañar a...?- alzó una ceja.- ¿No sería más adecuado haber acompañado a Clyde?- Tolkien se encogió de hombros quitándose las capas de ropa y buscando su ropa de dormir.
- Clyde tiene demasiado orgullo y prefirió irse tambaleándose al prostíbulo más cercano antes que yo lo acompañara...- Nichole puso cara de lástima.
- ¿Pasó algo?
- Nada grave. Ya sabes como es Clyde con la bebida...
- ¿Y el señor Harrison?- preguntó ella mientras se tumbaban en el colchón y se arropaban.- ¿Es amable?
- Es homosexual.
Ella borró su sonrisa.
- ¿Cómo es un pintor de prestigio siendo...?
- Nadie lo sabe... Me lo dijo y quedé en deuda con él...- ella ladeó la cabeza hacia un lado.- Lo acompañé porque quise quitarme la máscara delante de él...- ella se mostró preocupada.- Se tomó ciertas libertades pero me negué...
- ¿Qué tipo de libertades?
- Malinterpretó las cosas y pensaba que... estaba... tratando de cortejarlo...
- Oh, cielos...- ella se rio sin maldad, solo le hizo gracia la expresión que Tolkien puso al decirlo.- ¿Cómo pudo pensar eso...?
- Creo que pensaba que lo invité una segunda vez por ello, ya que la primera vez fue por temas de sospecha... Tal vez debió pensar que sentía algo por él y cuando le dije que lo acompañaría debió pensar alguna... cosa rara...
- Oh, amor...- besó su mejilla.- Me hubiera gustado estar presente... Si tan solo no prohibieran a las mujeres entrar en esos lugares...- suspiró con pesadez.
- No te perdiste nada, mi amor...- ella sonrió.- Buenas noches...
- Buenas noches...- le sonrió.
Dos o tres días después a lo ocurrido aquella noche, Tolkien despertó con un mal presentimiento en el estómago, se frotó la cabeza y se levantó de la cama. Caminó con las pantuflas hacia la cocina, Nichole había preparado café y tostadas, le sonrió y besó su sien. Tomó un plato y se sirvió algunas tostadas, una taza de café y lo dejó sobre la mesa y buscó mermeladas para acompañar las tostadas. Ella hizo lo mismo y se sentaron uno delante del otro. Empezaron a desayunar con tranquilidad, pero aquella calmada mañana fue totalmente arruinada en el momento en el que picaron a la puerta como si fueran a tirarla abajo. Tolkien fue el que se levantó por intuición, con cierto temor por que algo malo hubiera pasado y observar desde la mirada, la extrañeza tatuó su rostro. Nichole alzó una ceja por su mirada, él la calmó con un gesto de la mano. Abrió la puerta.
- ¿En qué pu. . .?
- ¿¡Qué le hiciste a Gary, desgraciado!?- Tolkien palideció al momento en el que fue agarrado de las solapas y fulminado con la mirada hasta el punto de sentir cómo aquellos ojos azules oscuros lo quemaban por dentro.
- ¿Qué...?- preguntó alzando una ceja.
- Reginal White.- Tolkien hizo silencio al ser interrumpido.- ¡Clyde me dijo que eras tú!
- D-Disculpe, señor...- Nichole se metió entre su marido y el chico de cabellos negro sy ojos azules.- ¿Le parecería si se tranquiliza un poco, lo invitamos a pasar a una taza de té, o café, lo que prefiera... Y hablan de esto con un poco más de calma?
Stanley frunció el ceño mirando a Tolkien.
- Gary ha desaparecido. No llegó a casa...- el moreno abrió los ojos con sorpresa.- Dijiste que lo acompañarías a casa... ¡Mentiroso!
- Me besó.- Stan abrió los ojos en shock y palideció.- Por ello lo dejé irse a solas...- tomó aire.- Se pensaba que intentaba cortejarlo, pero solo quería confesarle quién soy en realidad.
Stanley apretó los labios, negó con la cabeza lentamente.
- Por favor. Pase y hablemos civilizadamente...
- No.- se negó.- No tengo tiempo para estas tonterías. Tengo que encontrar a Gary esté donde mierda esté. Y que quede claro que esto es culpa tuya...
- No es culpa mía que tu amante me haya besado. Debería ser yo quien estuviera furioso.
Stanley no siguió hablando, se escuchó un chasquido de lengua y salió de la casa apretando los puños y clavando talones en el suelo. Nichole tomó la mano del moreno y este la miró con ojos serenos, indicándole que estaba bien. Los dos miraron la puerta y suspiraron.
No había sido una casualidad la desaparición de Gary Harrison. Eso fue lo que Tolkien Black asumió cuando encontró carteles de ejecución pública a múltiples integrantes del barrio homosexual (pusieron la excusa e estar enredados en una trama ilegal, pero en realidad era mentira; porque cada año o cada dos años ejecutaban a 20 personas aleatorias del barro homosexual simplemente por serlo; y hacían lo mismo con personas del barrio chino, judío y negro, pero eran en menor cantidad). Sintió alivio porque Craig y Tweek no estuvieran en aquella lista, pero sintió pavor cuando vio el nombre de Gary Harrison en la lista. Lo que no comprendía era: ¿Por qué el día de la ejecución Gary no estaba entre los que perecerían aquel día? Buscó información en la casa de Craig Tucker, este, al ser guardia real, tenía ojos en muchos lugares e información clasificada a la que muy pocos privilegiados podían acceder.
- Estamos investigando algo gordo...- confesó el azabache peinando sus cabellos hacia atrás, un gesto que hacía cuando estaba nervioso o no tenía respuesta a algo.- La persona que robó tu cuadro, la persona que amañó una venta de la galería de arte, la persona que ha secuestrado a Gary Harrison... Los tres crímenes se encuentran en la misma sección, y puedo confirmar que fue la misma persona.
- Mi cuadro fue destruido y abandonado en un vertedero al no poder sacarle provecho al estar inacabado.
- ¿Dónde crees que puede estar el cuerpo de Gary si tardamos mucho tiempo en encontrar al hijo de puta?
Tolkien palideció.
La persona que secuestró a Gary podía intentar extorsionarlo y robarle todos los beneficios de ser una persona de prestigio al ser un pintor. Aunque al hacer su nombre público en una lista homosexual lo más seguro es que su popularidad cayera a pique y no pudeira sacarle provecho de él. Igual que tampoco pudo sacar provecho de su cuadro inacabado...
Tolkien sentía miedo porque algún día anunciaran que Gary había sido encontrado muerto en el vertedero... Tenía más miedo por como Stanley reaccionaría a esa información que no por el suceso en sí... En parte se sentía culpable porque era responsabilidad suya acompañarlo hasta casa, pero actuó con impulsividad cuando Harrison lo besó, no supo cómo actuar y prefirió huir. Stanley lo hubiera avisado cuando le reclamó de la desaparición de Gary de que alguien le estaba siguiendo o que alguien podría querer algo malo de él. Es cierto que Harrison provenía de una familia burguesa, pero era el hijo excéntrico que se había alejado de ellos, es decir, por mucho que quisieran extorsionar a la familia, implicaba que muy probablemente tomar al eslabón débil que había huido podría ser un plan arriesgado... Pero podría funcionar...
- Buenos días, Stanley...- susurró Tolkien reuniéndose con el azabache en un lugar privado con sus prendas de Reginal White, más que nada para poder hablar con él y no en su casa.- Tengo nueva información sobre el posible paradero de Gary...
- ¿Dónde?
- Mis contactos creen que lo secuestraron por influencia de su familia, para extorsionarlo.
- No.- negó con la cabeza.- Lo han desheredado, solo conserva el apellido porque sino sería considerado alguien sospechoso al ser extranjero, pero no debería poder utilizarlo.
Tolkien se quedó en silencio.
- ¿Entonces...? ¿Qué pasa exactamente con Gary Harrison?
- ...- apretó los labios y tomó aire, aquello parecía que iba a ser algo duro...- Gary es el tercero hijo de una familia de cinco hijos.- Tolkien asintió.- Por suerte no es el legítimo heredero, pero sí es un varón, y recibiría gran parte de la fortuna por encima de sus hermanas... Evidentemente lo intentaron casar por conveniencia, pero él se negó... Causó un gran revuelo en su familia, más aún cuando declaró que jamás se casaría y que viviría siendo un artista bohemio.- Stanley apretó los labios y tragó saliva lentamente.- Escapó de la casa porque el ambiente no era soportable, y lo desheredaron poco después... Gary debería llamarse Gary Marsh... Pero no quiere ponerme en un compromiso y que pueda verme involucrado en el tema familiar o con las leyes de etiqueta o de tradición que él quebrantó.
- ¿Están...?
- Ya sabías que éramos íntimos... Pero ninguno de los dos queríamos que el mundo entero supiera que lo protegería con mi vida. Aunque era bastante evidente.- desvió los ojos.- Cuando Gary me dijo que lo acompañarías aquella noche sentí mucho dolor en el pecho y sentí que algo malo iba a pasar... No os seguí porque confío en Gary, e intenté depositar un poco de confianza en ti... Intentando convencerme de que nada malo pasaría... Pero me equivocaba...
- No fui capaz de seguir acompañándolo después de que me besara... Y créeme... me lamento cada día que pasa por no hacerlo. Aceptaría cualquier destino como culpable...
- Castigarte o matarte no me devolvería a Gary.- negó con la cabeza.
- Entonces daré mi mejor esfuerzo para encontrarlo y traerlo de vuelta sano y salvo.
Stanley agradeció sonriendo roto por dentro.
...
Pasaron casi una semana buscando evidencias, pistas y paseando por la ciudad con una mirada analítica, rehaciendo el camino que tomaron Tolkien y Gary aquel día tantas veces que parecía una rutina. Buscaron pistas, registraron la casa del rubio, revisaron los callejones y buscaron en un ratio de quinientos metros de la casa. Pero no encontraron ningún tipo de evidencia. Clyde y Tolkien revisaban arduamente el camino, Stanley se encargaba de moverse por toda la ciudad buscando pistas y evidencias y Craig y Tweek los ayudaban al entregarle documentos de las altas esferas aún arriesgándose a que Craig perdiera su empleo.
Clyde y Tolkien siempre estaban juntos, era más fácil para él tener a su socio y mejor amigo a su lado, aunque hubiera evidencias de que no era la mejor persona por los constantes avisos que Tweek le daba las pocas veces que se juntaban a solas, pero Tolkien confiaba en él lo suficiente como para quedarse a solas hasta altas horas de la madrugada.
Es decir, no quería indagar en los negocios turbios de Clyde en los que seguramente había prostitutas de por medio. Él prefería regresar a casa después de investigar arduamente, besar a su esposa y descansar juntos. Él no quería meterse en más líos, ya lo había hecho al involucrarse demasiado con el rubio, y quería enmendar su error para continuar con su vida normal lo antes posible.
- No creo que esté vivo, ya...- Clyde lanzó ese comentario desinteresado al aire.- No hay evidencias, ni pistas, ni encontramos nada de él por más que preguntemos, revisamos y el resto de cosas..- rodó los ojos.
- No me importa si está vivo o muerto, Clyde.- Tolkien no estaba pasando por su mejor momento, el estrés y la ansiedad lo consumían por la falta de evidencias incluso por parte de Craig.- Lo único que importa es encontrar el cuerpo y darle santo sepulcro. Es lo mínimo que merece.
- No seas tan marica.- rodó los ojos, y aunque espacio temporal y sintácticamente es imposible que eso se hubiera dicho en los años 1800, me pela un huevo.
- No soy homosexual.- lo reprendió mirándolo firmemente.- Soy un hombre casado y orgulloso de lo que tiene, de lo que trabajaba y que ha cometido un error, que está pagando las consecuencias de sus actos por romper una promesa y, sobre todo, que se sentiría enormemente culpable y se entregaría como asesino en el hipotético caso de que Gary Harrison esté muerto.
Clyde abrió los ojos en shock.
- ¿Qué tu qué...?- susurró en bajo.
- Me entregaría como el asesino de Gary. Porque aun cuando no he sido yo quien lo ha asesinado, sí fui yo el causante de que lo secuestraran y por ende lo mataran. Esto es culpa mía.
- ¿Qué? ... No. No es culpa tuya. Es culpa de ese marica por hacer lo que hizo.
Tolkien se sentía frustrado y no estaba para esa tonta discusión.
- Déjame solo un momento, Clyde. Necesito unos segundos...
Clyde apretó los labios y retrocedió un par de pasos, asintió con la cabeza susurrando un: "De acuerdo, me callo, soy un poco insufrible a veces... ¿No?" soltando una risilla irónica al final de eso, pero su sonrisa se borró al ver que el moreno de verdad estaba mal. Suspiró y le tendió algo de agua en un contenedor de cristal para que tomara algo cuando se hubiera relajado, y se dirigió a otro lugar más alejado para dejar a Tolkien solo con sus propios pensamientos o simplemente para relajarse unos instantes. Cuando tomó un par de sorbos, o al menos el primero, se dio cuenta de que no era agua, sino alcohol, lo cual le hizo rodar los ojos y cerrar aquella petaca transparente que Clyde le había dado.
Después de unos segundos, suspiró pesadamente y caminó a solas un rato para relajarse y reencontrarse con Clyde.
Y jamás pensó, nadie lo haría...
Que quedarse a solas a las once y media de la noche en la calle...
Podría implicar que se llegara a meter en un ambiente tan peligroso...
Y tan horripilante al mismo tiempo...
...
¿Qué significa eso? No lo sé.
Solo el tiempo lo dirá y las consecuencias se aplicarán...
Por ahora puedo decir que Tolkien despertó relativamente desorientado en un ambiente húmedo y cerrado, con poca luz solar y un olor fuerte a corrompido, agua corrompida, con una ligera mezcla de putrefacción, por lo que asumió que muy probablemente se encontrara en las alcantarillas. Miró alrededor confundido, sin saber cómo y por qué estaba allí. Pero no debía ser muy listo para saber que muy probablemente estaba corriendo la misma suerte que Gary Harrison o incluso su cuadro robado. Por lo que se apresuró a inspeccionar sus alrededores y buscar minuciosamente puntos de referencia o detalles que le permitieran salir de allí con vida. La suciedad y la humedad llegaban al techo del espacio cerrado en el que se encontraba y con solo una ventana ridículamente pequeña que se encontraba casi pegada al techo y por la que no dudó en usar la basura para alcanzar y ver en dónde se encontraba. Todo para darse cuenta de que era una sección de las alcantarillas, una habitación con una pared falsa, construida para dar la falsa sensación de estar atrapado.
Tolkien tragó saliva lentamente y cuando consiguió salir de la habitación cerrada y llena de basura, empezó a moverse por los laberínticos pasillos de las alcantarillas, revisando sala por sala, todas las que encontraba que tenían ventanitas en la parte de arriba, rezando que en alguna de ella pudiera encontrar a alguien o hubiera algo que le indicara o le diera pistas de quién lo había encerrado allí.
Conforme fue avanzando, escuchó un murmullo a lo lejos, lo cual, lo hizo seguirlo sin dudarlo lo más mínimo y una conversación de lo más turbulenta para cómo en ese momento se encontraba a punto de una crisis nerviosa, podría considerarse que aquello fue la gota que colmó el vaso.
- Sí. Envié las partes del marica al vertedero. Su familia pagó muy bien por tenerlo muerto, ¿saben?- parecía estarse luciendo delante de unas cuantas personas, pues las burlas no faltaron.- Por fin voy a poder dejar esta mierda de antro, esta mierda de ciudad y a la mierda de putas baratas que no valen la pena ni siquiera para hacer un oral...- gruñó con irritación.- No como tú, zorra sucia... Tu lo haces bien...- Tolkien sintió una gran repulsión en su cuerpo al escuchar un gemido femenino de lo que interpretó por el tono, fue de dolor.- Especialmente cuando me cargue a ese estúpido negro que no parece darse cuenta de lo maricón que es...- bufó con desesperación mientras rodaba los ojos.- Mátenlo... Ya debe haber despertado.
- ¿Por qué no lo mató directamente al entregarle veneno en vez de un somnífero líquido?- preguntó una de las voces.
- Porque es mi sello de identidad mutilar y abandonar los restos en el vertedero...- se burló con cierta diversión.
- Marchando...- pasos se acercaron a su posición, por lo que se escondió.
Sentía rabia recorrer cada centímetro de su cuerpo. Sentía la ira consumirlo con cada segundo que pasaba. Sentía dolor en las palmas de las manos al apretar tanto los puños y clavarse las uñas tan profundo. Al perder de vista a los guardias no tuvo ningún reparo en acceder a la habitación a propinarle un puñetazo en toda la boca y nariz al desgraciado causante de todo.
- ¡Hijo de tu puta madre! ¡Maldito bastardo de mierda!- sus gritos se hicieron eco, pero no hubo respuesta porque del puñetazo cayó inconsciente al suelo.
Miró fulminante a la mujer, ella respondió con horror, pero con agradecimiento y salió corriendo con una cojera bastante marcada. Tolkien volvió los ojos hacia el castaño de ojos morados que ahora yacía inconsciente y lo llevó arrastrando hasta la superficie, donde contactó inmediatamente con Craig y Tweek para que estos, teniendo más autoridad y siendo más escuchados que él simplemente por el tono de piel o por el puesto social que poseían al tratarse de un guardia real... entregasen a Clyde como el asesino, ladrón, saboteador, secuestrador y fraude que era y que había sido.
Tweek siempre tuvo razón al final, aparentemente...
Clyde no era alguien de fiar, y lo acabó sabiendo por las malas... Teniendo que entregarle la noticia (la lamentable noticia) a Stanley de que Gary ya no se encontraba con ellos y que había sido un encargo de la familia, por lo que había hecho, por haberse fugado, por tener una relación con un guardaespaldas de un judio y por haber seguido utilizando el apellido de la familia aun habiendo desheredado, siendo una acción tan poco honesta y que manchaba el estatus de la familia al tener a un hijo homosexual (que ahta que su nombre no apareció en una lista, no se sabía), bohemio, rebelde y que además se había intentando salir con la suya de forma egoísta...
Cuando lo único que Gary quería era ser libre y feliz...
Y desgraciadamente... No lo consiguió...
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GENTEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE, ESTOY VIVAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
No por mucho, porque con la reverenda mierda que les acabo de publicar, lo más seguro es que alguno de ustedes me mate de forma cruel y despiada...
Y me lo merecería porque no solo he tardado mucho, sino que encima el fanfic es malo...
Pero no es malo por la idea con la que me animaron a crear el fanfic...
El fanfic es malo porque yo no he sabido usar de forma correcta las herramientas que me dieron para crearlo...
Btw, gracias @DammySammy por la idea para este fanfic, en realidad lo agradezco demasiado y lo siento si no es el fanfic que esperabas <:
...
Además de eso... Mi problema añadido a la hora de renderizar este fanfic fue tener un cortocircuito en mitad de la historia, cometer una serie de errores que fueron significativamente fatales como la inclusión de Gary y Stan en vez de dejarlo solo en el team Craig y, para colmo de males, empezar otro nuevo proyecto llamado: "Especial 200 historias", que ocupará más de 10 capítulos (se suponía que este fanfic también los iba a ocupar, pero tuve que cambiarlo dado a que, como siguiera forzando el fanfic, me iba a tardar muchísimo más de lo que ya me estaba tardando en escribirlo <:).
Y también la mala organización que tuve, que eso también influye, claro XDDDD
Pero al menos he sido capaz de traer el fanfic, aunque fuera tarde y mal <''':
En fin... Ahora las curiosidades del fanfic, porque a pesar de no saber bien cómo terminarlo, no pude evitar poner un par de referencias que tal vez no se hayan entendido:
El nombre de: "Isaac Taie Limba" es el nombre de un OC mío, lo usé porque en un principio iba a usar el nombre de Isaac como nombre que Tolkien usase para hacerse pasar como ciudadano blanco, pero luego me acordé del apellido del OC y dije: AJDASHDAJD no.
Y lo dejé como una broma.
Lo irónico de este personaje es que también es negro, de hecho, es rumano, 1,83m y es chico trans. Hubiera sido muy irónico que usara el nombre de un personaje AÚN más criticado y controversial para la época como Isaac lo es XDDDD
Y el nombre de "Reginal White", es otro OC mío, solo que no es un personaje relevante, es solo el nombre del padre de un personaje que se llama Ryan White, e incluso iba a poner ese nombre, pero dije: sería muy descarado; y no lo puse. En este caso, Reginal White si es un hombre blanco y encima es de origen americano, así que le queda genial para el papel que Tolkien finge ser en la historia.
Además de eso...
Soy consiente también que las palabras "Marica" u "Homosexual son incorrectas. Más que nada porque al tratase de la época de 1800 lo más probable es que la palabra utilizada comúnmente para las personas que realizaban dichas prácticas fuera la palabra: "Sodomitas". Soy consciente de que usar esa palabra hubiera sido más correcto, pero prefería usar un catálogo más actualizado ya que, de por sí, lo que ocurre en la historia no parecería una trama del 1800, sino una de los años 2000 con aire de la época moderna o incluso medieval XDDDDDD
Y eso es todo...
Aquí las dudas que hayan podido quedar, porque seguramente me dejé cosas sin hilar bien y otras cosas que las haya empezado, pero no las haya desarrollado al completo XD -------------------->
Aquí las opiniones ------------>
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en un próximo fanfic, o mejor dicho, en el especial de las 200 historias
(Del cual no puedo hablar más que es un crossover con KNY (Kimetsu no Yaiba))
Bye~
By Silvia Line
[12715 Palabras]
P.D.: Todavía me está molestando pensar que Tolkien y Gary tenían más química que Clyde y Tolkien >: Y de verdad lo siento por los que esperaban un fanfic TOTALMENTE Tyde y no solo UNA o DOS interacciones de compañeros cercanos toda la historia. Tengo toda la culpa de que las cosas no salieran del todo bien, pero al menos puedo decir que, dentro de todo lo malo, al menos Tolkien hizo lo correcto <:
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