066 | #DEFENDIDA
En cuanto estoy de regreso, me quito el casco y noto la garganta seca.
Levanto la cabeza y me encuentro con Malcolm perplejo, de pie en la puerta mirándome boquiabierto. Estaba jugando y gritándole a un juego.
—Si... Si quiere—tartamudea—, puede seguir jugando de camino. Es hora de irnos.
Y antes de acompañarle hasta la camioneta, miro nuevamente el papel. "Que sea nuestro pequeño secreto"...
Un mensaje llega a mi móvil en cuanto estoy arriba de la camioneta. Es de whatsapp, número imposible de identificar.
¡BIENVENIDA AL NIVEL CUATRO!
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Carajo, ¿es que no se le agotan las armas?
Son las seis de la mañana, ¿no descansa nunca? ¿Lleva un registro de cada uno de mis pasos?
Acto seguido apago el móvil y le hablo a Malcolm:
—Por favor, ponte en contacto con Nick. Dile que reúna todos los contratos de confidencialidad de los influencers y lancen los vídeos. Ahora.
El abogado a cargo de defenderme a mí se llama Joe Golem. Su hermano, Tristan Golem está a cargo de la defensa de Nick. Son de confianza, llevan cubriendo a Dirty desde hace años y parecen haber trazado una estrategia hace tiempo en caso de que algún hecho escandalice a alguno de sus tres clientes predilectos.
—Es importante—explica Tristan—, que todas las partes aquí estemos de acuerdo con lo que vamos a defender en la reunión ordinaria junto al Departamento de Asuntos Internos para evitarnos así una visita a Tribunales. Esto debe ser resuelto de la manera más corta y silenciosa posible.
—El hecho ha tomado estado público—le dice Nick importando sus palabras de un tono semejante a un insulto.
—Creemos que es importante resolverlo de esa manera para que la situación deje de afectar a mi clienta—la voz de Joe es por los dos, lo cual me resulta completamente desagradable.
—Hey, hey, ¿qué te sucede? No quiero volver a escucharte hablar por mí—le suelto.
—Nat—la voz de Nick intenta tranquilizarme—, es importante que estés de acuerdo con Joe. Cada uno de sus movimientos y dichos será para que no salgamos perjudicados.
—Muchas gracias, señor Jefferson—retoma Joe—. Si usted, Natalie, está en desacuerdo con algo de lo que diga dentro de nuestras reuniones privadas, es necesario y fundamental que lo exprese. De lo contrario, cuando se trate de un acto público o una reunión ordinaria como la que se llevará a cabo el día de hoy, si usted no acuerda con algo de lo que yo diga, no es aconsejable que lo manifieste ya que podría ser quien peor salga de ello. El juez o la persona evaluadora a cargo buscarán hasta el menor ápice de contradicción para atacar.
—Además—añade Tristan—, tenemos la suerte en este caso de que tanto la parte querellante, es decir, la señorita Hale de la mano de la Universidad como la parte inculpada como es mi cliente, estén de acuerdo en que todo ha sido un error y ellos consienten completamente a su relación. ¿Es así?
Nick traga saliva.
—Supongo que sí—farfullo. No quiero que la etiqueta de "una relación" nos condene ni mucho menos que una visita a Tribunales logre que me gane el odio de Nick. Ya será sancionada su matrícula profesional lo cual es demasiado duro para ambos.
Me adelanto a que Tristan agregue algo más:
—El problema es que la Universidad me está defendiendo de algo que no quiero que me defienda. Están equivocados.
—He ahí el quid de la cuestión y el arte del decir durante la reunión—explicita Tristan—. Es fundamental que tú y Nick queden del mismo lado tanto como la Universidad en tanto nuestro par y no que termine siendo una tregua entre ustedes cargándose al Departamento de Asuntos Internos en contra.
La palabra "tregua" me produce arcadas al recordar mi conversación de hoy con El Virus. Guardo el casco bajo mi cama en la habitación que Nick me ha cedido en su casa.
—Bien—asevera Tristan—, entonces ya tenemos una manera de proceder. Recuerden que es importante no contradecir en ningún punto las pautas que han sido trazadas.
—Entonces—Joe toma la iniciativa—, creo que es momento de hablar de honorarios.
Nick toma un bolígrafo y firma un cheque para cada uno de ellos. La cantidad de ceros me da la pauta de que no es algo que vean muy seguido en sus billeteras.
—¿Están los acuerdos de confidencialidad?—le pregunto a Nick en cuanto estamos en los asientos de atrás de la camioneta.
—Sí, los hermanos Golem tienen una copia cada uno.
—Me refería a los videobloggers—me explico. Son tantos problemas juntos que no es extraño que se nos mezclen las situaciones que nos resultan amenazantes en este instante.
—Ah, ellos—Nick se acerca a Malcolm. Él nota esto y de la guantera saca un sobre marrón de papel madera y nos lo pasa—. Ciento cuarenta y cinco youtubers, dirties e instagramers subirán sus vídeos hoy a sus distintos canales. Está todo listo para nuestro primer golpe.
Lo dice como si repitiese mis palabras de ayer.
Quisiera escucharlo más convencido.
Quisiera yo también convencerme de que las cosas saldrán bien, pero el miedo me tiene comiendo de su mano.
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#LosJuegosDelJefe
FIN DE CAP TRIPLE
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https://youtu.be/j1KAVSh6iUg
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