059 | #TACTICA


Salimos de a uno. Sophia es la primera en hacerlo y corrobora que el lugar esté despejado. Lo previsto es que advierta a Julie que estoy escondida y pueda protegerme de los metiches al igual que a Nick. De todas formas, lo peor que nos podría suceder es encontrarnos a un superior.

Serge es el segundo. Le enseño cómo debe marcar en el dispositivo donde pulsamos nuestras entradas y salidas a fin de que figure que todos nosotros hemos cumplido el día de hoy con nuestros horarios de manera puntual.

Golpean la puerta del laboratorio. Abro. Es Sophia.

—¡Vamos!—me dice. Trae ropa para mí y para Nick. La idea es salir como pacientes o personas que circulan diariamente, no como los roles profesionales que debemos cumplir.

—Vayan al baño. Yo me cambio aquí.

—No hay tiempo—le digo y me abro la chaqueta.

—Los espero fuera—comenta Sophia un poco incómoda. He evidenciado que no sería la primera vez que quedo desnuda frente a Nick o viceversa.

Tras estar listos, metemos los uniformes en bolsas que son de utilidad en el sector del laboratorio. Las cámaras de seguridad no implicarán problema; he indicado a Serge dónde está el cuarto. Debe pausarlas una hora y repetir las últimas grabaciones para que nadie sospeche. Ese cuarto siempre está vacío; sólo espero que esta vez no sea la excepción.

—Nunca creí que estaría escapando de mi lugar de trabajo—murmura Nick mientras se prende la camisa.

—Es para que no te destituyan de camino a querer salir de aquí.

—El departamento de asuntos internos hará jugo de esta noticia, mierda.

—Puedo probar que el vídeo ha sido alterado y negar todo—le cuento—, pero eso tiene que esperar. Ahora mismo tenemos algo un poco más importante de qué ocuparnos. Nuestro amigo, el hacker ha difundido ese vídeo porque dejé de jugar a sus Lives de mierda. Tengo que conectarme cuanto antes y eso no puede ser desde el hospital, no le daré la oportunidad de que me siga exponiendo.

—Bien.

Acto seguido Nick enciende el móvil y me anuncia que Serge ya envió su señal esperada.

—Despejado—murmura—. Salgamos.

Y pasa por delante de mí hasta llegar a la puerta.

No sé qué sucederá a partir de ahora, pero en mi intento de darle un beso de despedida, me esquiva y abre la puerta.




Salimos por el subsuelo de la morgue. Es la única manera de no encontrarnos con los doctores que podrían corroborar su superioridad o interceptarnos con preguntas, sino enviarnos a su despecho, lo cual nos quitaría tiempo. Y el tiempo ahora mismo podría implicar la posibilidad de perder nuestra carrera profesional, nuestros amigos, nuestra familia. Podríamos perderlo todo.

¿Por qué salir desde la morgue? Los médicos que no se ocupan de las labores forenses o de anatomía patológica evitan acercarse a la morgue y no por el miedo que le provocan los cuerpos fríos sobre mesadas o camillas sino porque el peso de la culpa les podría encontrar al darse cuenta de que la mayoría de esos sujetos entraron caminando y producto de una mala intervención quirúrgica salieron con los pies hacia adelante. O peor: podría encontrarse con un familiar enfurecido que no se cree eso del "paro cardiaco" "lo intentamos reanimar un millón de veces" "sólo un milagro iba a poder salvarlo".

Así es que alcanzamos a escapar.

Una vez que subimos al auto de los guardaespaldas de Nick, el vidrio polarizado me separa del mundo y Nick me acompaña subiendo al otro lado. Pero su actitud de distancia me rompe el corazón en dos.

Yo también he perjudicado mi carrera, él tiene una parte de la responsabilidad de que esté tirando por la borda tantos años de estudio y tantos intentos de encontrar la cura a la enfermedad de mi madre que ningún otro médico quisiera encontrar.

—Conduce a casa, Malcolm—señala Nick—. Si tenemos que hacer una parada en el camino, te informaré. Nat, ya puedes conectar tu móvil.

Lo busco en un bolsillo sin encenderlo aún.

—Aún no—contesto mientras el coche avanza—. Nick, primero tienes que saber que cuando fui a verte anoche era para...comentarte una teoría.

Él frunce el entrecejo. Sólo espero que no se haga el desentendido de lo sucedido en el gimnasio.

—He estado pensando en un plan que ahora mismo nos encontramos ejecutando—le digo—, y en otras alternativas.

—Le pedí a mi agente en la empresa que reúna a todos los influencers del país y alrededores que puedan acceder en menos de doce horas a la sala de reuniones para dar comienzo al Plan Normandía.

—Diles que preparen un acuerdo de confidencialidad donde infringir las cláusulas sea algo que se pague con años de cárcel.

—Malcolm—Nick se dirige a su guardia estrella.

—Copiado, señor.

—Además—me vuelvo a Nick—, tenemos que hacer otras dos labores en paralelo. Una es seguir jugando. Otra, es encontrar a los posibles sospechosos de estar con El Virus.

El Virus, alias El puto hacker.

—¿Tienes posibles sospechosos?—algo parece encenderse en el rostro de Nick. Su cabeza ata cabos. Y seguramente hay nombres cruzando también en sus ideas.

—Y tengo un nombre encabezando la lista. Pon ahora mismo una orden de captura contra Jeill Nahej.

Él no es. Estoy casi segura, le estuve investigando y tengo motivos a fin de descartarlo. Pero tenemos que hacerle a creer al Virus que sí, que hemos encontrado un culpable, que no daremos marcha atrás con el blanco más obvio de todo este plan. Además no estaría demás investigar al viejo socio de Nick Jefferson.

Nick saca su móvil y yo enciendo el mío nuevo ya que el anterior anda disperso por el mundo contaminando el ecosistema.

Listo.

Busco el grabador de voz. Nick hace un llamado:

—Comisario Fitzpatrick. Necesito que localice ahora mismo al viejo doctor Jeill Nahej. Quisiera poner una denuncia por asesinato a mano armada e invasión de la intimidad informática de al menos diez personas. En una hora lo quiero esposado en la comisaría.

Llevo el grabador a mi boca:

—Te atrapamos, hijo de puta.

Dejo de grabar y lo subo a mi nube mientras Nick envía por mensaje de texto el monto que le pagará al comisario para hacer lo que le ordena. Es un sujeto de confianza. Los grandes empresarios también tienen sus aliados estratégicos en la poli y fuera de ella.

—Ya está el anuncio en mi nube—le comunico a Nick y apago el móvil. Él hace lo propio.

—¿Y si no cae con esto?—me pregunta Nick.

—Lo hará en cuanto se viralice entre YouTubers: "La página porno más conocida". ¿Cuál es tu usuario en Dirty? ¿Qué haces para tener seguidores? ¿Qué es eso de que sus dueños están en medio de una guerra de hackers? Dirty contra Jeill. Jeill contra Dirty. El co-fundador al que le quitaron todo, versus, la web que mejor sostiene el mercado del porno. ¿Y tú, de qué lado estás?

Una pequeña risita maliciosa escapa del semblante de Nick. Se ha puesto en marcha nuestra táctica. Desinformar al enemigo y prevenir nuevas bajas.

Sólo desearía que Nick me bese. He condenado su carrera profesional y aunque también lo hice con la mía, no puedo quitarme las punzadas de culpa que me atraviesan el pecho.

Aún no termino de entender cómo es que las cosas se desbordaron con tanta vertiginosidad. Estamos a punto de perderlo todo.

—Nat—me espabila Jefferson y un deje de esperanza despierta en mí pecho—: Enciende el móvil. Tienes que seguir jugando.


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