039 | #CAÓTICA
Después del almuerzo, nos convocan al salón de actos para una conversación sobre políticas públicas aunque el personal se reparte en dos para que no quede sin gente la guardia.
Cuando llego, examino todo con un paneo rápido hasta localizar mi objetivo en la penúltima fila, sentado apartado de todo el mundo.
Jefferson observa atentamente al hombre que está al frente hablando de los derechos que sufren insignificantes modificaciones con algunas reformas de Salud aunque Nick parece no reparar en lo que dice sino que su cabeza está metida en otras cosas.
O quizá me equivoco. Lo corroboro cuando me siento a su lado, a él no se le mueve un pelo y me dice por lo bajo:
—¿Qué haces?
No me mira.
Escucha y habla a la vez aunque se trate de escuchar y de contestar acerca de temas diferentes.
—Me siento.
—No te sientes a mi lado. Aquí no.
—Tenemos que hablar.
—Aquí no, Nat.
La última vez que nos vimos, una persona se terminó enterando de lo nuestro. Sería inoportuno que alguien fuera del círculo de confianza terminase enredándose en semejante desastre.
—Aquí sí, Nick. Y no se trata de Sophia.
Por un instante sus ojos se dirigen rápidamente hacia mí pero vuelve de inmediato la vista al frente.
—No menciones el tema—dice con frialdad.
Su negación al asunto pone las cosas aún más complicadas y lleva a plantearme la pregunta de ¿qué pasaría si en algún momento, por algún motivo, todo el mundo se enterase? ¿Me negaría también? ¿Diría que nada es verdad? ¿Me odiaría? ¿Diría que no querría verme el resto de su vida por haber ensuciado su carrera? La que todos conocen, no su carrera que crece a millones en las sombras pero que nos está trayendo graves consecuencias.
Su vida que crece en las sombras, la misma que yo llevo.
Evidentemente su lado oscuro y el mío, concuerdan.
—Trata del hacker—le suelto por fin—, él ha...
—¡Pssst! ¡Nat!
Miro al frente. Serge se ha volteado desde el extremo derecho de la segunda fila y me está llamando.
Lo miro me muerdo los carrillos en busca de que cierre la boca.
—¿Qué?—gesticulo con un movimiento de labios y apenas la palabra sale en un aliento.
—¡Te guardé lugar! –Me señala la silla a su lado donde reposa su mochila. Debe creer que ha sido una horrible contingencia el haberme sentado junto a Nick.
Levanto mi mano y niego con un movimiento.
De pronto, el hombre que habla al frente de todo el mundo, se detiene y se queda mirándonos fijo.
Lo cual provoca que todo el mundo gire sus cabezas para vernos a Serge, a mí... y a Jefferson.
Nick se levanta de golpe y se va. Sus zapatos resuenan en el salón entero.
—Disculpe, señor—le dice Serge y se levanta para usar la silla que Jefferson ha dejado vacía.
—Les ruego que si a alguien más no le interesa lo que tengo para decir—añade el sujeto de corbata y pantalones de vestir—, haga lo mismo que el doctor y se retire de mi exposición.
Todos vuelven sus cabezas y yo agacho la mía. Sé que Serge está a mi lado sonriéndome en busca de mi aprobación pero no lo logra.
—Lamento...el momento vergonzoso...—murmura.
Finjo no escucharlo.
Entonces el hombre delante de todos toma su computadora y corrobora la conexión al proyector.
—Ahora—menciona—, un pequeño vídeo que mostrará cómo esto mejorará su desempeño laboral.
Y con ello, aparece algo más...
Una pantalla roja, negra y blanca con una chica en ropa interior y prendas BDSM más una máscara de cuero negro como si fuese un conejo sadomasoquista, hablando directamente a la cámara:
—¡Bienvenidos a DIRTY!
Qué...carajos...
Me acomodo en la silla y noto que otro montón que estaban durmiéndose en las suyas, también lo hacen. Miro con atención la pantalla como cada uno de los presentes. El sujeto que da su exposición se queda congelado mirando lo que está delante de sus ojos.
Sucediendo justo lo que todo hombre teme pero es susceptible de que le pueda ocurrir: que se revele una propaganda porno en la visualización pública de su computador personal.
La chica prosigue con una fusta de cuero en sus manos como si le sirviese a esta conejita porno para darnos una clase magistral:
—¡Regístrense en la web con los vídeos más calientes! Accedan ahora a la comunidad de Streaming más arriesgada y original de Internet. Pueden corroborarlo: llegamos a todas partes. Estamos en todos lados.
Las últimas palabras las dice como si las mordiera y amenazara a alguien en especial: regístrate o te mato.
Su vocecita dulce vuelve mientras la pantalla muestra cómo hacer para visitar los canales de las estrellas del porno con las que cuenta el soporte digital.
El tipo al frente busca desesperadamente con su teclado un modo de cerrar esa propaganda pero es spam invasivo, no podrá hacerlo por las buenas ya que el spam nunca se impone por las buenas.
—Webcams en vivo—prosigue la chica y por unos segundos aparecen algunos de los vídeos que hizo en vida la Doctora Maddie—. Desafía a los usuarios más rebeldes, haz tus propios desafíos porno, ten sexo online en salas de chat, gana dinero aceptando desafíos de otros.
La gente ha quedado helada y pegada a la pantalla, escuchando con atención. Nuestras bocas están abiertas como si en cualquier momento se nos fuese a caer la mandíbula al suelo.
La conejita prosigue:
—¡Millones de usuarios te esperan ahora! ¡Crea tu cuenta gratuita y ten acceso ilimitado! Sólo te llevará unos segundos. Pasa al siguiente puto nivel de la diversión. Inicia sesión, Nat. Inicia sesión, Nat. Inicia sesión, Nat. Inicia sesión, Nat. Inicia tu puta sesión ahora si no quieres que me ponga furiosa contigo, maldita perra.
El tono duro de amenaza lo remata con una sonrisa fingida y nuestro expositor descubre un poco tarde la manera más efectiva de desactivar el spam: desconectando los cables del proyector.
Pero ya hemos visto la propaganda completa.
Ya nos dijo lo que quería decir.
O mejor dicho, ya lo sé.
Debo iniciar sesión ahora antes de que mi vida se vaya al infierno.
Cuando la pantalla desaparece de la tela de proyección, todo el mundo estalla en risotadas y el tipo al frente suda como un cerdo. Si tan solo supiera que esto no es su culpa...
Sin embargo, mis ojos y mi gesto de horror se cruza por un instante con una cabeza en la cuarta fila que está girada en mi dirección, observándome con interés, intentando estudiarme con su mirada.
Es Chuck, el amigo de Sanders y Beatrice.
Él y Serge son los únicos conocidos en la sala.
Y los únicos que sospechan de que la conejita sado acaba de arrojarme una divertida y asquerosa amenaza...de muerte.
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#LosJuegosDelJefe
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https://youtu.be/j1KAVSh6iUg
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