032 | #INTERNETPROFUNDA

—Fanny no sabe nada de que estás acá, ¿verdad?—me pregunta Nick cerrándose los botones de su bata.

—No—convengo mientras me subo los pantalones.

—Entonces, ¿sólo quisiste mostrarme tus dotes como una paciente de obediencia descomunal?

—Nunca seré una chica obediente. Pero debo admitir que al comienzo, sólo me interesaba, mostrarte mis dotes sobre cuán sencillo es burlar el estúpido sistema de una red inalámbrica que puede haber en este hospital.

—Definitivamente fuiste la persona indicada que la empresa podría haber contratado.

"La empresa". Es la primera vez que se refiere a su secreta industria del porno y de una manera tan...sutil. Ya los dos sabemos que Clean, el fantasma servicio de limpieza, no existe.

Nick me indica que salga primero yo de su despacho y procuro arreglarme el cabello antes para no ser una mala copia de Beatrice con Ken. Una vez fuera, busco mis cosas en la sala de residentes y me dirijo a las duchas. Tras higienizarme, continúo mi rutina en el laboratorio.

Llego casi una hora tarde y Jefferson ya está ahí. También tiene el cabello mojado y desprolijo. Cualquiera que nos intercepte pensaría que nos hemos duchado juntos aunque las deducciones no se alejarían mucho de la realidad.

Cuando me lo cruzo en el laboratorio, se está haciendo cargo de los crioconservadores.

—Llegas tarde, Natalie—me dice y por un instante el tono de reproche me resuena al viejo Jefferson. ¿Cuánto han cambiado las cosas entre nosotros, este último tiempo? Está claro que esa tensión que antes había, se debía a que necesitábamos una revolcadita.

—Lo cual no me hace sentir orgullosa—me dirijo hasta el cultivo de células y Nick mira atentamente lo que hago—: Estoy lista para avanzar sobre mi proyecto. Hoy estudié, profesor.

Una sonrisa se dibuja en el rostro de Jefferson y su mirada se ensombrece.

Cuando llego a casa, enciendo la luz y apenas arrojo mis cosas sobre la mesa (ya atestada de más cosas), suena el portero eléctrico. Por un instante se me planta la idea de que podría ser Nick o incluso Serge sino Sophia. Pero descarto a los tres cuando contesto por el portero:

—¿Sí?

—¿Señorita Natalie Hale?—la voz de un chico suena al otro lado. Parece alguien joven.

—¿Quién eres?

—Soy de Runks. Traigo un pedido para usted.

—Yo no he ordenado nada, ni siquiera sé qué es Runks.

—Pastelerías Runks. Y al pedido lo han hecho para usted, para ser exacto. Ya está pago. Solo tiene que firmarme y recibirlo.

La situación me resulta demasiado extraña. ¿Quién podría haber hecho un pedido para mí? ¿Habrá sido Jefferson con tal de asegurarse que coma? Ya bastante hizo por mí y esta opción se plantea como algo bastante cercano a lo posible.

Nada pierdo con ir a ver, así que lo hago. Voy escaleras abajo y me encuentro con un chico con gorra roja, camiseta del mismo color y tras él, una motocicleta con un pequeño maletero que tiene el logo de Runks. Ahora que lo veo, noto que sí conozco la pastelería.

El chico tiene una caja enorme en sus manos y hay un montón de papeles encima con un bolígrafo.

—Buen día—me saluda.

Correspondo, le firmo el pedido y antes de que se retire, le pregunto:

—¿Quién lo envía? ¿Tiene alguna tarjeta?

El muchacho que tiene demasiadas pecas y acné, revisa en su planilla y me responde:

—Quienquiera que lo haya pedido, lo hizo a nombre de Hard...Deep.

Sus palabras me llegan como una cubeta de agua fría y pestañeo varias veces para procesar lo que me dice.

—¿Ese es el nombre del remitente?—insisto.

—Ejem...sí.

Me encojo de hombros y me meto con el paquete. Pesa lo suyo, lo cual me complica las cosas cuando debo subir las escaleras pensando si un Software que sólo se compra en la Internet Profunda, estaría interesado en enviarme algún premio o similar por ser una clienta adicta a las compras por la web.

Por un instante siento miedo de que mi cuenta bancaria haya sufrido algún robo. Hasta el momento había olvidado, o al menos, no tenía tan presente que ahora cuento con un enorme respaldo económico.

Antes siquiera de abrir el paquete voy a mi cuenta desde el Mobile Banking y corroboro que mi dinero siga ahí. En efecto. Sólo hay algunos descuentos como la tarjeta de crédito que se ha cobrado lo suyo, impuestos y más impuestos. Pero todo cuadra, nada se sale de lo esperable.

Así es que me enfrento a la caja.

Tomo unas tijeras de mi habitación y rompo la cinta que rodea la caja. La abro y descubro un apetitoso pero tétrico pastel que en su superficie muestra un montón de números color rojo en una superficie de glaseado rosa claro.

Y reconozco de inmediato de qué se trata.

Es un código binario. Han escrito un mensaje para mí en ceros y unos. Quienquiera que lo haya hecho sabe que identificaría esto y que sería capaz de descifrarlo.

Y que estoy metida en la HardDeep.

Busco en mi mochila y saco un anotador y un lápiz. Anoto número por número el código que hay anotado y me tomo el trabajo de traducir uno por uno. El código binario es como el idioma que manejan todas las máquinas o dispositivos informáticos, como las personas utilizamos el inglés, el español o el mandarín para comunicarnos entre nosotras. Para poder saber comunicarse con una máquina encriptada, es preciso decodificar su código, hecho que ellas hacen todo el tiempo con nosotros. Curiosamente a los humanos nos interesa entender su idioma, pero ellas muestran cierto desinterés por la naturaleza humana, quizás ese sea nuestra enorme diferencia con las máquinas.

Cada vez que insertamos una letra en el teclado, llega como una orden de ceros y unos a su sistema. En este caso, es al revés. Como si el pastel funcionase de computadora y yo el teclado y el software que debe traducir lo que quiere decirme. Cuento con distintas alternativas para poder hacerlo, no obstante recurro a la decodificación clásica del teclado qwerty y descifro número a número, letra por letra lo que tiene para decirme.

Es una advertencia. O amenaza.

ALEJATEDEESEHIJODEPUTA

Mi corazón se acelera al verlo. Casi como si no pudiese creer lo que yo misma acabo de escribir sobre el papel. Miro el pastel Lo observo como si fuese una amenaza. ¿Y si...?

Voy corriendo hasta la cocina y traigo un cuchillo. Lo corto con cuidado y arranco una rebanado desde el centro. Al sacarla, la examino. Sólo encuentro capas de chocolate, fresas y crema. No hay ninguna bomba dentro. Si bien huele delicioso, vuelvo a meter todo en la caja como estaba y antes de cubrirlo con la tapa, le tomo fotos.

Salgo y vigilo hacia todas partes como si me estuviesen observando. Nadie lo hace directamente a menos que el señor que pasea su perro pueda ser un espía o los niños que pasan por la acera en sus patinetas. Dejo de lado la paranoia y me meto de nuevo a la casa. Empiezo a considerar que quizá, ahora que tengo una abultada cuenta bancaria, pueda irme a otro lado, a un vecindario más seguro. No lo es para mí. No cuando hay dinero que te expone aunque nadie sepa que lo tienes excepto tus registros bancarios.

Me devano los sesos pensando.

De nuevo en mi comedor, me dejo caer sobre la silla y tomo el anotador separando las palabras Aléjate-de-ese-hijo-de-puta. Me conoce. Y sabe de Jefferson. Sólo puedo suponer que se está refiriendo a él. Es al único hombre que me he acercado voluntariamente.

Hasta que caigo en la cuenta de una cosa.

Busco mi tablet y mi computadora. Me meto rápidamente en el sistema e indago en la cuenta bancaria de Jefferson.

Ya va por los tres millones y medio. Sigue descendiendo. Lo siguen jodiendo. Tengo que detenerlo ahora.

Mierda...

Esta persona me ve como una amenaza a mí y por eso me ha enviado ese mensaje.

Y hay algo importante a destacar: No quiere que me aleje para que nadie termine con el corazón roto, no es cosa de exs despechadas.

Es una amenaza directo hacia mí porque me ve como un error en su sistema, un error en sus planes para seguir robando el dinero de Nick.

Esto es personal.

Nada azaroso.

De pronto mi móvil vibra sobre la mesa y salto de un susto. El corazón se me acelera y me encuentro con una llamada de "N. Jefferson".

Le atiendo de inmediato.

—¿Sí?—pregunto.

—Nat, ¿estás bien?

Su voz impregnada de preocupación me deja consternada. Y aún más atormentada.

—Sí, ¿por qué lo dices?—contesto al fin.

—Quédate dónde estás. Voy para allá.

—Pero ¿qué sucede?

—Mira las noticias y no te muevas. Cierra la puerta con llave y ponle seguro a tus ventanas.

El corazón se me acelera aún más y apenas cuelga Nick, busco el control remoto del televisor de mala muerte que hay en el apartamento. Es más pequeño que un microondas pero sirve para estos momentos, aunque tenga casi ningún uso de mi parte.

Paso los canales hasta llegar al sector de noticias y encuentro con que varios están pasando el mismo anuncio.

ACTRIZ PORNOGRÁFICA ES ASESINADA ON STREAMING DESDE SU PROPIO CANAL

El hecho de que diga "canal" y no su web o algo parecido, me la indicación de que no se trata de cualquier sitio ni de cualquier actriz. Y "on streaming" implica que ha sido transmitido en secuencias.

El despliegue de la noticia me va dando la pauta.

Sólo muestran una imagen del vídeo en la pantalla y es la chica colombiana sentada frente a su lujosa habitación, con las lágrimas saltándole por encima de sus pestañas postizas y se alcanza a distinguir que una persona está al otro lado del trípode que ha de sostener la cámara.

El que quiera que la haya estado grabando, la degolló en vivo.

Con un susto que me deja el vello de punta, busco mi tablet y con los dedos temblando, entro a mi usuario de la web. De Dirty. Tengo un mensaje. Es una invitación.

¡Doctora Maddiex quiere compartir un vídeo contigo!

Toco el cursor.

Y aparece la cara de la colombiana llorando frente a la cámara.

¡MIERDA!

Suelto la tablet y cae sobre la superficie de madera de la mesa mientras el vídeo se reproduce. La voz entrecortada por lloriqueos de la chica me llega como una amenaza:

—Tenemos esta y...otras webs en simultáneo. Todo el...porno.

Hasta que la chica desgarra un grito y la persona que está tras ella, sosteniéndola atada, la toma del pelo, le tira la cabeza hacia atrás y la entierra un cuchillo en la garganta.

La cámara se obstruye con el chorro de sangre y el vídeo se corta en un apagón negro sólo durante tres segundos. Luego, aparece la cabeza de la chica desprendida de su cuerpo. Y es lo que necesito para apagar el móvil y vomitar.

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#LosJuegosDelJefe

#MARATON

DÍA 2/3

Especial 200K <3

PD: Quisiera consultarles qué personaje sugieren para MALCOLM, el futuro guardaespaldas de Nat, así lo añado al reparto (¡¿?!)

https://youtu.be/j1KAVSh6iUg

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